Parte II:
JESÚS: LOS CUARENTA DÍAS PERDIDOS:
(Hechos 1:7-9)
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
La ascensión
“Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad;… pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra… Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos”. (Hechos 1:7-9).
Capítulo I:
Primer
Encuentro: María Magdalena:
(Lucas 24:1-10):
El hecho de que se dé el nombre de las
mujeres (10) quizá tenía la intención de identificarlas como testigos
confiables.
Lc. 24:10: δὲ2 de G1161 • ἦσαν1 êsan G2258 Eran
Μαρία5 Maria
G3137 María ‹ ἡ3
Μαγδαληνὴ4 › hê
Magdalênê G3588 G3094
Magdalena, καὶ6 kai G2532 y Ἰωάννα7 Iôanna G2489 Juana,
καὶ8 kai G2532 y
Μαρία9 Maria
G3137 María →
madre → de Ἰακώβου10 Iakôbou G2385 Jacobo,
καὶ11 kai G2532 y αἱ12
hai G3588 las
λοιπαὶ13 loipai
G3062 demás σὺν14 syn G4862 con αὐταῖς15 autais G846 ellas,
αἵ16 hai G3739 quienes
ἔλεγον17 elegon
G3004 dijeron ταῦτα21 tauta G5023 estas
← cosas πρὸς18 pros G4314 a τοὺς19
tous G3588 los ἀποστόλους20 apostolous G652 apóstoles. (Interlineal RV60).
Μαρία = María G3137 o Μαριάμ = Mariám; de origen hebreo [H4813];
María o Miriam, nombre de seis mujeres cristiana:- María.
Μαγδαληνή =
Magdalené = G3094: femenino de un derivado de G3093;
magdalena, i.e. habit. de Magdalá:- magdalena. (Strong).
G3094 Μαγδαληνή, ῆς, ἡ.
Nombre propio Ver Μαρία, 3137
B). Mujer de Magdala: Mt. 27:56; 27:61;
28:1; Mr. 15:40; 15:47; 16:1; 16:9; Lc. 8:2; 24:10; Jn. 19:25; 20:1; 20:18.
(Léxico griego-español NT.).
No llama la atención el hecho de que la historicidad
del relato haya sido cuestionada. P. ej., se ha sugerido que de hecho las
mujeres fueron a una tumba equivocada, pero es increíble que tanto ellas como
los visitantes posteriores pudieran haber errado al respecto.
O se argumenta que, aunque los relatos
de “apariciones
de resurrección” pueden ser históricos en general, el de la tumba
vacía fue elaborado más tarde y es legendario. Pero la tradición de la tumba
vacía probablemente aparece implícitamente en un relato tan antiguo como el de 1
Corintios 15:3-7, y de acuerdo con el NT., se entiende que la resurrección es
corporal.
Hagamos
Un Resume a La Resurrección De Cristo En: 1 Cor.15:1-11:
Aunque muchos ven en el cap. 13 lo más
importante en esta carta de Pablo a los corintios (el amor), pocos pueden
debatir la importancia del cap. 15 desde la óptica de la teología cristiana. Su
importancia estriba en que es el testimonio escrito más primitivo de la resurrección de
Jesús. Junto con esto está el testimonio de Pablo respecto a la resurrección de
los creyentes cristianos en virtud de la de Cristo.
Como se ha visto anteriormente, muchas
veces la problemática atacada por el Apóstol es presentada por preguntas
surgidas de la congregación en Corinto. Tal no es el caso esta vez. Pablo no
comienza su exposición con la expresión “en cuanto a las cosas que me escribisteis”
(7:1). Tampoco se hace alusión a alguna noticia que le haya llegado por algún
representante de Cloe (1:11). La verdad es que no se sabe cómo llegaría a los
oídos de Pablo el problema teológico que se presentaba en la iglesia en Corinto
en torno a la resurrección corporal de los
creyentes. Es más, puede ser que este problema sea multifacético.
Es decir, no se sabe a ciencia cierta
cuáles formas tomaría este problema en Corinto. ¿Habría algunos corintios,
empapados en la cultura griega, que negarían la resurrección del cuerpo para
luego afirmar la inmortalidad del alma? (ver Hech.17:18-32). La negación del
valor eterno del cuerpo era típica del pensamiento griego. Lo único eterno era
el alma, la parte imperecedera de la persona. Es posible también que en la
iglesia de Corinto hubiera quienes afirmaban la resurrección de Cristo, pero negarán la de los creyentes. ¿Había, además, algunos creyentes corintios que
pensaran que por su redención en Cristo ya su resurrección había tenido lugar?
Todas estas preguntas en torno a la naturaleza
precisa del problema que afrontaba el Apóstol son pertinentes a una comprensión
adecuada de este capítulo. Una respuesta tentativa es dada por Brown en su
introducción al capítulo. Afirma el escritor estadounidense que es probable que
la forma del problema que más prevalecía en Corinto fuera la de los corintios
gnósticos que se ufanaba de su resurrección
espiritual ya realizada. Este
concepto también era acompañado por un rechazo de una futura resurrección
corporal del creyente, fueran ellos mismos u otros (ver 2 Tim.2:17-18). Esto no
quiere decir que negaran una vida futura; sólo negaban la necesidad de una resurrección corporal
del creyente. Era típico que la mentalidad griega funcionara así,
pues la idea de la resurrección de un cadáver era especialmente repugnante para
ellos. En cambio, la resurrección corporal era muy importante entre la mayoría
de los judíos. La excepción de los Saduceos es notable.
La razón principal para su negación de
la resurrección era que aceptaban sólo el
Pentateuco. La doctrina de la resurrección no se encuentra en esa parte del
canon hebreo, sino sólo en el pensamiento judío posterior. Se debe aclarar que
no era inusitado que Pablo hablara de la inmortalidad (1 Cor.15:54), pero no la
concebía como los griegos. Para éstos, la inmortalidad del alma era algo
inherente en la naturaleza humana. Pablo, en cambio, contempla la inmortalidad
sólo como dádiva de Dios mismo. Es más, aún la resurrección corporal de Jesús
fue producto del poder de Dios. Una lectura somera del cap. 15, no obstante,
revela que el tema central es el de la resurrección de los corintios. A este
tema el Apóstol se dedica con ahínco.
La resurrección 15:4
Los griegos no creían en la resurrección del cuerpo físico. Los fariseos
creían en una resurrección corporal. Los saduceos no creían en la resurrección.
Pablo apela a testigos que vieron la resurrección y a ejemplos para ampliar el
concepto de resurrección.
El Apóstol comienza este capítulo
volviendo a su concepción de ellos como “hermanos”
en la fe. Pese a su posible conflicto con ellos sobre el abuso de los dones
espirituales (caps. 12, 14), ahora empieza su nuevo tema con un intento por
crear un ambiente propicio para la aceptación de su enseñanza. Aun así, empieza
con un poco de pena, ya que tiene que recordarles a los corintios algo que había olvidado. El verbo que RVA traduce como “declaró” connota este sentido de lo embarazoso. Pablo se ve
obligado a recordarles que les había predicado el evangelio completo
anteriormente, y que ellos también lo habían asimilado. La expresión “en el cual
estáis firmes” comunica la idea de que el evangelio que les había
predicado es el que provee para ellos la ubicación en Cristo (ver Rom.5:2; Rom.11:20).
El uso frecuente que Pablo hace del verbo salvar (sozein G4982)
permite que algunos lo traduzcan como un presente futurista.
sozo = (σώζω G4982) salvar. Se utiliza,
como con el nombre soteria, salvación:
(a) de liberación
material y temporal de peligros, sufrimientos, etc. (p.ej., Mt.8:25; Mr. 13:20;
Lc.23:35; Jn.12:27; 1 Tim.2:15; 2 Tim.4:18
«preservará»; Jud.5); de enfermedad (Mt.9:22; Mr. 5:34; Lc.8:48; Stg.5:15);
(b) de la salvación
espiritual y eterna concedida en el acto por Dios a aquellos que creen en el
Señor Jesucristo (p.ej., Hech.2:47, VM: «los salvados»; Besson añade la siguiente nota
en el margen:
«No «los que habían de ser salvos»»; RVR77 traduce fielmente: «los que iban
siendo salvos», corrigiendo así las dos revisiones anteriores, RV y
RVR; Hech.16:31; Rom.8:24 «fuimos salvos»;
Ef.2:5,8; 1 Tim.2:4; 2 Tim.1:9; Tit.3:5);
(c) de la agencia
humana en ello (Rom.11:14; 1 Cor.7:16; 9:22);
(d) de las
presentes experiencias del poder de Dios para liberar de la servidumbre del
pecado (p.ej., Mt.1:21; Rom.5:10; 1 Cor.15:2; Heb.7:25; Stg.1:21);
(e) la liberación
de los creyentes a la Segunda Venida de Cristo (p.ej., Rom.11:26);
(f) inclusivamente
denotando todas las bendiciones otorgadas por Dios a los hombres en Cristo
(p.ej., Lc.19:10; Jn.10:9; 1 Cor.10:33; 1 Tim.1:15);
(g) de aquellos que
persisten hasta el final del tiempo de la gran tribulación (Mt.10:22; Mr. 13:13);
(h) del creyente
individual que, aunque perdiendo su recompensa ante el tribunal de Cristo en el
siglo venidero, no perderá su salvación (1 Cor.3:15; 5.5);
(i) de la
liberación de las naciones en el milenio (Ap.21:24, en TR). (VINE).
Es decir, está en el presente el verbo,
pero demuestra una acción continua que conduce hacia el futuro. La expresión “si lo
retenéis” refleja una seguridad de que sí lo harán. La construcción
gramatical no hace que su retención sea dudosa. En cambio, si los corintios
fueran a rechazar su mensaje, sí habrían creído en vano. Bruce afirma al
respecto: “No es que Pablo realmente crea seriamente en
esta posibilidad, pero si su negación de la resurrección se llevara a la
conclusión lógica, o sea, la negación del mismo evangelio, entonces ciertamente
se comprobaría que su creencia no tenía fruto, tal vez, porque había sido
ejercida de manera superficial o al garete”.
Pablo empieza a transmitirles a los
corintios una tradición teológica que él mismo había recibido de otros
(paradosis G3862). La unidad literaria de esta tradición se halla en
los vv. 3-8.
G3862 παράδοσις = parádosis: de G3860;
transmisión, i.e. (concretamente) precepto; específicamente la ley judía
tradicional:- enseñanza, instrucción, doctrina, tradición. (Strong).
Los verbos empleados por el Apóstol en
el v. 3, paralambaneis G3880, “recibir” y paradidonai G3860, “remitir”,
son los que clásicamente aluden al sistema antiguo de los judíos en la
comunicación de una tradición en la cual se espera que haya una repetición fiel
y una subsecuente memorización de parte de los oyentes.
G3880 παραλαμβάνω = paralambáno: de G3844
y G2983; recibir cerca, i.e. asociarse con uno mismo (en
cualquier acto o relación familiar o íntima); por analogía asumir un cargo;
figurativamente aprender:- aprender, recibir, tomar. (Strong).
La expresión “en primer lugar” es un poco
ambigua y puede significar prioridad en tiempo o importancia. Probablemente el
Apóstol utilice la expresión con el último sentido.
Por el uso de los dos verbos ya
mencionados, Pablo indica a los corintios que él mismo no originó la tradición,
sino que es uno dentro de la cadena de transmisores de ella. Una cosa que sí
llama la atención es que en esta instancia no se reclama que la tradición haya
sido recibida del Señor como en 11:23. Se ha observado a menudo que este texto
parece estar en conflicto con lo dicho en Gal.1:11 ss. En esa ocasión el
Apóstol estaba muy tajante y enfático en su negación de haber recibido su
evangelio de otro hombre, ni tampoco se le había enseñado. A los gálatas
firmemente expresó que su evangelio lo había recibido del mismo Señor. El
supuesto conflicto bien puede ser más aparente que real. El caso es que para
Pablo ambos modos de recepción del evangelio son ciertos. Los contextos
inmediatos de ambas situaciones y los propósitos del Apóstol bien pueden
explicar la supuesta diferencia.
La revelación inmediata en el camino a
Damasco llevaría a Saulo de Tarso a declarar la misma esencia del evangelio: “Jesús es el
Señor”. Esta convicción no le fue comunicada por ningún hombre. En
cambio, todo lo relacionado con la vida, las enseñanzas, la pasión de Jesús, lo
aprendería con otros que sí habían sido testigos oculares, o sea, los demás
apóstoles. Acá el punto de origen de la tradición no parece importar tanto como
el contenido de la tradición misma. Este contenido refleja el evangelio
predicado por el apóstol misionero. Este evangelio se resume en cuatro frases
cortas que comienzan en español con la palabra “que”; este formato también
refleja la transmisión de una tradición.
Las
cuatro frases son:
“que Cristo
murió, que fue sepultado, que resucitó, que apareció a Pedro y después a los
doce”. Veamoslas en sus respectivos textos consecutivos.
El Apóstol mismo agrega puntos de
interpretación al anuncio de la muerte aludida:
(1) El que murió no es cualquiera sino “Cristo” mismo. Al usar este término, Pablo
anunciaba lo increíble para muchos judíos, que el Mesías, el Ungido de Dios,
pudiera morir. Tal vez no tendría el mismo impacto en los corintios de
ascendencia griega, pero aun así su trasfondo cultural presentaría un problema
para ellos, ya que las deidades griegas no podían sufrir, mucho menos morir.
(2) La muerte de
Cristo es “por” los pecados de su pueblo
(ver Rom.3:24-26; 5:21; 4:25; Gal.1:4). Los comentaristas discurren sobre el
significado de la preposición “por”. Normalmente esta preposición griega
(juper G5228) significa “a favor de”.
G5228 ὑπέρ = jupér: preposición primario;
sobre, i.e. (con el genitivo) de lugar, encima, más allá, a través, o causal,
por causa de, en lugar de, respecto a; con el acusativo superior a, más que:- por amor a, a
favor, con gran insistencia, en lugar de, sobrepasar. [En
composición retiene muchas de las aplicaciones indicadas.] (Strong).
El contexto no favorece esta traducción
sencilla; la preposición en este caso probablemente lleve un sentido doble: “a favor de”
y “para
atender nuestros pecados”. Exactamente cómo la muerte de Cristo
resuelve el problema del pecado no es tratado por Pablo aquí. Más bien, se
contentaba con proclamar el hecho.
(3) Esta misma
muerte tuvo lugar “conforme a las Escrituras”. Esto quiere
decir que la muerte de Cristo resultó en cumplimiento de las profecías del AT.
Pablo no cita ningún texto específico, pero puede que aluda a Deut.21:23 y
también Is.53:5-12. Hay una insistencia en el NT., en que la muerte de Cristo
era algo de lo cual se había escrito anteriormente (ver Mt.26:54; 26:56;
Mr.9:12; 14:21; 14:49; Lc.18:31; 22:37; 24:44; 24:46; Jn.19:28).
(4) No tan sólo
murió el Cristo, sino que también “fue sepultado”. Pablo no afirma
que esto fue conforme a las Escrituras, aunque se implica. El mencionar la
sepultura de Jesús es un modo de insistir en su muerte real. Normalmente no se
sepulta gente viva. Si hubiera personas en Corinto que dudaban de la muerte
genuina de Jesús, esta frase tendería a refutar tal idea. La sepultura de una
persona es la mejor forma de convencernos de que ya se ha ido. También, la
sepultura de Jesús representa una etapa intermedia entre su muerte y su
resurrección. Esta última no podría darse si no hubiera una muerte verdadera.
(5) “Que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras”
ocupa un verbo con un tiempo distinto a los dos verbos anteriores. Estos están en
el aoristo o pasado definido lo cual significa que algo tuvo lugar y se acabó.
En cambio, el verbo “resucitó” está en el tiempo perfecto. La
traducción castellana está en el pretérito, pero el griego da otra idea. El
sentido es que no tan sólo tuvo lugar la resurrección sino que su efecto aún
está en vigor. Por su resurrección Cristo ya vive, y que vivirá para siempre es
la connotación. Este es el elemento central en la predicación apostólica. Si
bien los demás escritos neo testamentarios usan la expresión “después de
tres días” (Mt.27:63; Mr.8:31; 9:31; 10:34), el mensaje paulino
emplea el refrán “al tercer día”. La variación se debe al contexto diferente
cuando Jesús hablaba de su resurrección futura. La expresión encontrada en la
proclamación apostólica más primitiva es la que encontramos en este texto: “al tercer
día”. Si la reiterada expresión “conforme a las Escrituras” se conecta con “que resucitó”,
hay una considerable serie de textos en el AT., que pudieran ser pertinente
(ver Job 16:10; Is.53:10b, 11).
En cambio, si la misma expresión se
asocia con “al
tercer día” entonces Os.6:2 es el texto más lógico. Como es obvio,
no hay certidumbre respecto al orden preciso. Lo que sí se aprecia en el texto
es que los elementos centrales en la fe cristiana, la muerte y la resurrección
de Jesús, están íntimamente conectados al curso de la historia humana. Esto es
natural, porque, a diferencia de las deidades de las demás religiones, el Dios
de Israel optó por el medio de la historia para revelarse a la humanidad.
Sabemos quién es Dios y cómo es por lo que ha hecho y hace en el curso de la historia
humana. Los dioses de todas las demás religiones del tiempo de Pablo se
asociaban a la naturaleza; es decir, sus caracteres se asemejan y estaban
circunscritos al orden natural. La muerte y la resurrección de Jesús son el
clímax de las obras portentosas de Dios en pro de la salvación del hombre.
“Que apareció a Pedro y después a los doce” (v. 5). Con estas
palabras Pablo empieza a relatar la lista de las apariciones de Jesús después
de su resurrección. Conviene recordar que esta lista es históricamente la más
antigua, ya que los Evangelios se escribieron algunos años después. Esta
aparición es respaldada también por Lc.24:34, aunque este texto es sólo una
alusión y no un relato de la aparición a Pedro en sí. Probablemente, esta
aparición de Jesús a Pedro sea la base de la posición de honor que el Apóstol
ocupaba en la iglesia primitiva. Pablo no menciona ninguna aparición del Cristo
exaltado a las mujeres. Es más, sólo relata una aparición a tres individuos
como tales: a Pedro, a Jacobo (el
hermano de Jesús) y a Pablo mismo.
La expresión “los doce” es un título especial
para los hombres que siguieron a Jesús. Una aparición a Judas Iscariote, desde
luego, se descarta, ya que éste se había suicidado con anterioridad. El título
de honor sólo aparece como tal después de la muerte de Jesús. El lugar de las
apariciones a los individuos tampoco se especifica, pero lo más lógico sería en
Jerusalén. Ya que Pablo tuvo que defender su propio apostolado en varias
ocasiones, es muy probable que Pablo siga citando la tradición apostólica que
había recibido y que transmitía a los corintios. Parece que esta tradición
termina justamente con el v. 5. Es interesante que pocos de los “doce” asumieron papeles de importancia en la iglesia primitiva.
Como sea que hayan sido estas
apariciones a los doce, se sabe que dieron credibilidad a ellos como un eslabón
entre el Jesús histórico y el Cristo resucitado.
No hay mención de semejante aparición en
los Evangelios (v. 6). Algunos han procurado identificar esta aparición con los
eventos registrados en Hechos tocantes al Día de Pentecostés (ver Hech.1:15; 2:1-41).
Ese relato menciona que 120 recibieron el don del Espíritu Santo ese día y unos
miles se convirtieron también seguidamente. Esta teoría no tiene comprobación
ni histórica ni evangélica. Simplemente hay que confesar que no se puede
armonizar nítidamente el número y los pormenores en torno a las apariciones de
Jesús después de su resurrección tal como se narran respectivamente en los
Evangelios y en Pablo. En realidad, no hay necesidad de hacerlo.
Es extraordinario que el Apóstol diga
que Jesús se apareció a este número de personas “a la vez”. Esta es la única vez que semejante cosa se nos dice.
Pablo agrega “de
los cuales muchos viven todavía; y otros ya duermen”. No hay duda de
que para Pablo la resurrección de Jesús fue un evento histórico real, y que
sobrevivían muchos de los testigos de esa aparición. Con todo, el Apóstol no da
nombres, pero evidentemente, al escribir su carta, había posibilidades de
corroboración de parte de estos testigos. Lo interesante, sin embargo, es que
parece que su énfasis no recae tanto sobre el hecho de que algunos todavía
vivieran, sino que algunos ya hubieran muerto. Si nos damos cuenta de que el
problema de los corintios no era la creencia en la resurrección de Jesús sino
en la resurrección de los creyentes, es más fácil ver el motivo de Pablo al
relatar esta aparición. Quiere hacer constar que los creyentes que mueren
durante este período (antes del retorno de Cristo) logran la vida.
De nuevo, hay que agregar que no hay
evidencia en los demás escritos neo testamentarios tocantes a esta aparición a
Jacobo (v. 7). Eso sí, en uno de los evangelios apócrifos, el Evangelio para
los Hebreos, se da una constancia de este evento. Vale la pena recordar que
este Jacobo es el hermano carnal de Jesús. El que Jesús apareciera a su propio
hermano es significativo. Da constancia de que este hermano y otros de su
familia no eran seguidores hasta después de la resurrección (ver Mr.3:21;
3:31ss.; Jn.7:5).
También puede explicar la razón por la
que Jacobo llegó a ser un líder en la iglesia de Jerusalén. Cuando Pablo visitó
la iglesia en esa ciudad después de su conversión, dice que no vio a ningún
otro apóstol sino sólo a Jacobo (Gal.1:19). Es muy razonable pensar que Pablo
supo de esta aparición a Jacobo directamente con él. La expresión “a todos los
apóstoles” aparentemente implica un grupo mayor que los doce.
Ciertamente se sabe que Jacobo no pertenecía al grupo original de los
discípulos más allegados a Jesús durante su ministerio terrenal. No se sabe a
ciencia cierta a quiénes aluda el Apóstol al hablar de “los apóstoles” acá. Ya que la
definición de “apóstol”
de Pablo es distinta a la del libro de los Hechos (“los doce”), es difícil
determinar su sentido en esta ocasión. Lo más probable es que aluda a varios
misioneros del evangelio, más numerosos que los doce, pero menos que los
quinientos.
Es muy evidente que Pablo piensa que la
aparición de Jesús a él en el camino a Damasco es la última de todas las
apariciones que se dieron después de la resurrección. El término “último”
puede significar último en importancia o último en tiempo. Pareciera que se usa
en el sentido cronológico. Aunque es cierto que Pablo tuvo que defender su
apostolado en varias ocasiones ante otros, nunca tuvo la más mínima duda
respecto a su propio cumplimiento de los requisitos para ser apóstol. Pablo
sabía bien que era el último testigo ocular del Cristo resucitado. La expresión
traducida por RVA como “como a uno nacido fuera de tiempo” es a todas
luces muy extraña. En realidad es la traducción de un sustantivo con su
artículo: to ektromati G1626.
G1626 ἔκτρωμα = éktroma: de un compuesto de G1537
y τιτρώσκω = tritosko (herir); aborto
espontáneo, i.e. (por analogía) nacimiento abortivo:- abortivo. (Strong).
La expresión es doblemente extraña,
porque Pablo acaba de dejar la idea que él era el último de los apóstoles en ver al Jesús resucitado. La palabra
griega, en cambio, implica un nacimiento prematuro o un aborto. Hay un
contraste obvio entre lo último y lo prematuro. Lo más probable es que Pablo
emplee aquí un término despectivo, acuñado por los mismos corintios opositores
que desdeñaba su apostolado. Este vocablo pinta lo grotesco, lo mal formado,
lo incompleto y lo repulsivo, lo malogrado de un feto abortado. Se sabe que en
escritos posteriores Pablo registra la opinión sumamente negativa de algunos de
los corintios (ver 10:10). En esa ocasión los corintios no cejaban en vejar su
aspecto físico. De modo que es muy posible que este término describiera no tan
sólo las supuestas deficiencias de Pablo como apóstol sino que también fuera
una manera de verlo como un fenómeno. Si es así, el Apóstol agrega que aun así,
el Cristo resucitado se dignó en revelarse.
Sostener que los huesos de Jesús
quedaron enterrados en Palestina es presentar una comprensión de la
resurrección diferente de la del NT., y descansa en meras suposiciones.
Sin embargo, si la historia de la tumba
vacía y las apariciones se aceptan, aún es difícil armonizar los varios
relatos, tal como ocurriría con los de algún episodio conmovedor moderno que
haya sido visto por diferentes testigos. Esto absuelve a los testigos de
cualquier acusación de colusión, pero deja sueltos algunos cabos. (Para un
intento de tratar este problema, ver J.
Wenham, Easter Enigma = El Enigma de Semana Santa [Paternoster Press,
1984].)
Notas: La mención de varias mujeres contrasta
con la visita de María Magdalena yendo sola a la tumba según Juan 20:1-10. Dos
o más historias separadas pueden haber sido tenidas en cuenta en el relato de
Lucas Aquí y en varios otros lugares de este capítulo (5, 12, 36, 40, 51, 52)
hay una cantidad de frases omitidas por algunos mss. Y por lo mismo en algunas versiones,
como en general en la RVA.
Otras las
incluyen, ya que la evidencia para omitirlas no está bien fundamentada. En
Marcos se menciona sólo a un joven y sus palabras son algo diferentes. En particular,
Lucas no incluye el mandato para que los discípulos fueran a Galilea (Marcos
16:7; cf. Marcos 14:28). Probablemente Lucas lo omitió porque no se describe ninguna
aparición en Galilea. La declaración de Marcos 16:8 de que las mujeres no
dijeron nada a nadie por temor no contradice lo que se dice aquí.
Probablemente
Marcos quiso decir que no dijeron nada a nadie inmediatamente, excepto a los
once. Ver Juan 20:1-10.
Un
Análisis a Juan Sobre María Magdalena: Jn.20:11-18:
El hecho de que Jesús haya escogido a
María Magdalena como la primera persona para verlo después de su resurrección
es el tema que ha ocupado a casi todos los comentaristas. Hay muchas
conjeturas, pero el texto bíblico no define el porqué del caso.
Hull,
Morris
y otros nos recuerdan que los rabíes se negaban a enseñar a mujeres y
generalmente les asignaban un lugar muy inferior al de los hombres. Por lo
tanto, uno pensaría que el primero para verlo en su estado glorioso sería uno
de los once discípulos, quizás Pedro, el vocero, o Juan, el discípulo amado, o
si no fuera un discípulo, sería María, la madre de Jesús.
Morris comenta que en la aparición a
María Magdalena hay una condescendencia maravillosa, porque no tenemos base
para pensar que ella fuera alguien de una importancia particular. Al contrario,
se describe como una persona de la cual Jesús había sacado “siete demonios” (Lc. 8:2).
Muchos se han imaginado que este hecho significa que ella era una mujer
inmoral, pero no hay base alguna para tal conclusión. La presencia de demonios
en una persona más bien indica un desorden mental o emocional, sin referencia a
su moralidad. Los textos bíblicos indican que, luego de ser librada de los demonios,
ella servía a Jesús (Lc. 8:3; ver Mt. 8:14 s.), estuvo al pie de la cruz (Juan
19:25), estaba presente en el sepelio (Mt. 27:61) y fue temprano al sepulcro
(Juan 20:1).
Hull comenta que su experiencia con los
demonios, aunque ya sanada, haría aún más cuestionable su testimonio.
No sabemos si ella se enteró de la
convicción de Juan de que Jesús había resucitado o, si enterándose, no
compartió esa conclusión. El hecho de que estaba llorando indica que aún seguía
dudando de la resurrección. Ella seguía con su conclusión inicial cuando vio la
tumba vacía y creía que alguien había robado el cuerpo (ver v. 2). El
participio griego llorando está en el tiempo presente y el verbo lloraba en el
tiempo imperfecto, ambos presentando la descripción de una acción que se
prolongaba. El verbo se inclinó traduce el mismo término que describe la acción
de Juan cuando primeramente llegó a la tumba (v. 5). Significa el hecho de
doblarse el cuerpo, o por lo menos la cabeza. Contrario a la traducción de la
RVA, el texto dice “se inclinó hacia la tumba”, pero no dice que
miró hacia adentro, aunque se implica que así lo hizo y el versículo siguiente
lo confirma.
El verbo vio en el v. 12 traduce el
término griego que significa “contemplar detenidamente” y está en el tiempo
presente, no aoristo. Esta es la única mención de ángeles en este Evangelio.
Ella vio lo que los discípulos no vieron y ellos vieron lo que ella no vio. Por
lo menos, no se menciona que ella haya visto los lienzos y el sudario. Los
discípulos no vieron a los ángeles porque seguramente ellos no se habían
presentado todavía. Es probable que los mismos ángeles, estando en el lugar
donde había sido puesto el cuerpo de Jesús, estuvieran cubriendo los lienzos.
Marcos dice que María Magdalena y otras dos mujeres entraron en la tumba y
vieron “a un
joven sentado al lado derecho, vestido de una larga ropa blanca, y se
asustaron” (16:5). Lucas describe a “dos varones con vestiduras
resplandecientes” (24:4). Algunos sugieren que Juan menciona sólo a
María Magdalena por ser ella la que informó a los discípulos y fue ella a quien
Jesús se manifestó primero. Nótese el detalle preciso de la ubicación de los
dos ángeles, a la cabecera y a los pies. Se supone que el autor obtuvo la
descripción de lo que pasó directamente de María Magdalena.
Los ángeles se dirigen a María Magdalena
con Mujer, un título de respeto y aun de ternura (ver 2:4). Lucas registra otra
pregunta de los ángeles: “¿Por qué
buscáis entre los muertos al que vive?” (24:5). María lloraba no
sólo por la muerte de Jesús, sino porque pensaba que alguien, al robar el
cuerpo, lo habría profanado, lo cual sería un tremendo escándalo.
De repente, María Magdalena se daba
cuenta de que alguien estaba parado detrás de ella y se volvió para ver (v.
14), pero sus ojos estaban tan llenos de lágrimas, o el cuerpo resucitado de
Jesús era tan distinto, que no lo reconoció. El verbo vio, en el tiempo
presente, traduce el término griego que significa “contemplar”. De modo que no era
una mirada rápida, sino que quedó contemplándolo. A pesar de esto no lo
reconoció. Comentando sobre los dos discípulos que iban en camino a Emaús,
Marcos dice que Jesús “apareció en otra forma” (16:12), es decir, en
una forma distinta a lo que ellos habían conocido antes.
Beasley-Murray cita a Westcott, quien comenta sobre este
pasaje que una pequeña reflexión mostrará que las formas exteriores especiales
en que el Señor se complació en hacerse visible a sus discípulos no estaban más
conectadas necesariamente con su persona glorificada que las túnicas que vestían.
La primera pregunta de Jesús, Mujer,
¿por qué lloras? (v. 15), es idéntica a la de los ángeles (v. 13), pero la
segunda es distinta. Morris llama la atención al hecho de que Jesús pregunta: ¿A quién…? y no: ¿Qué buscas? Esta manera de
preguntar tendría que haber iniciado a María en el camino correcto, porque
estaba buscando un objeto, un cadáver, y no una persona viva. Lógicamente ella
suponía que un hombre en el huerto a esa hora de la mañana sería el jardinero.
Nótese: que María no contesta las dos preguntas
de Jesús, ni menciona el nombre de la persona que buscaba. Ella concluye
erróneamente que el “jardinero” sería responsable por la
desaparición del cuerpo de Jesús.
La expresión si tú lo has llevado es una
frase condicional de primera clase que da por sentado la realidad de la premisa
y puede traducirse: “Puesto que tú lo has llevado…”. Es la tercera
vez que ella expresa el pensamiento de que alguien había robado el cuerpo de
Jesús (vv. 2, 13, 15), pero aquí cambia el verbo traducido has llevado a uno
que es esencialmente un sinónimo. Probablemente no hay una intención de cambiar
el significado, sino que, como es común en este Evangelio, al autor le gusta
variar los términos con sinónimos. Sin embargo, Lindars piensa que quizá la
idea aquí es la de robar el cuerpo (ver 12:6). La expresión dime dónde lo has
puesto, y yo lo llevaré despierta dos preguntas. Ella no dice qué es lo que
pensaba hacer con el cuerpo, pero se supone que su intención sería de darle una
sepultura decente, según las costumbres judías. Varios preguntan cómo pensaba
ella sola “llevar”
el cuerpo de Jesús, pero es que en su tristeza no habría calculado la
dificultad de realizar lo que pensaba hacer, o quizá pensaba alistar a otros
para ayudarle.
Juan aclara en el v. 16 que María
responde en hebreo, o mejor dicho en arameo, que era el idioma usado entre los
discípulos, y por eso él traduce el título al griego. Plummer sugiere que la
traducción que Juan le da al título hebreo, al referirse a Jesús, indica que la
fe de María todavía es imperfecta, pues era un título que se usaba comúnmente
para los maestros (didaskalos G1320)
de su día.
Instructor: G1320 διδάσκαλος =
didáskalos: de G1321; instructor (generalmente o específicamente):- doctor,
maestro, padre (de familia). (Strong).
Uno pensaría que María hubiera captado
la identidad del “jardinero” por el tono de su voz, pero no fue
así. Fue cuando Jesús pronunció su nombre personal que la revelación gloriosa
de la presencia del Cristo resucitado invadió su mente. Parece que hubo algo en
la manera en que Jesús pronunció su nombre que la sacudió del estupor de su
tristeza, o el mismo hecho de que este extraño la hubiera conocido por nombre.
Ella se volvió antes (v. 14) para mirar a Jesús, pero no lo reconoció, y se
volvió de nuevo hacia la tumba. Esta vez era distinto; en un instante todas las
dudas fueron disipadas, sus lágrimas y la tristeza que habían consumido su
corazón desaparecieron, estaba frente a frente con la más grande “señal”
de los siglos.
Beasley-Murray describe el
encuentro: María contestó a Jesús en
la manera en que ella estaba acostumbrada a dirigirse a él, marcada solo con la
sorpresa que era apropiada para la circunstancia: ¡Raboni!
Todo el amor, la fe y el gozo de que era capaz su mente y corazón iluminado
fueron volcados en esa palabra: “¡Maestro!”.
El Pastor había llamado a su “oveja” por nombre y ésta reconoció la voz y
respondió con inmenso gozo (ver 10:3 s.).
El v. 17, al ser comparado con los Sinópticos, presenta algunos problemas.
La RVA traduce el verbo dijo como aoristo, pero está en el tiempo presente
descriptivo: “Jesús le dice”. El verbo
traducido Suéltame, realmente significa “deja de tocarme”. El tiempo
presente del imperativo significa la prohibición de continuar una acción que ya
había comenzado. La RVR-1960 lo traduce “no me toques”. Parece que la reacción natural
de María Magdalena era de prenderse a Jesús como una expresión de adoración, o
como un intento de impedir que se fuera. Se pregunta por qué se prohíbe la
continuación de tocarle en esta ocasión cuando en la segunda aparición se dice
que varias mujeres “acercándose… abrazaron sus pies y le adoraron” (Mt.
28:9). También, una semana más tarde invita a Tomás a tocarle (ver v. 27).
Bernard
y
otros procuran resolver la dificultad suponiendo que el verbo original, que
según ellos significaba “no te alarmes”, haya sido corrompido por un
verbo muy parecido al que tenemos ahora en el texto bíblico. La razón que Jesús
le da por esta prohibición es que aún no he subido al Padre. No es del todo
claro qué tiene que ver esta afirmación con la prohibición. Quizás Jesús estaba
recordándole que estaba en una transición de su vida terrenal, cuando la
relación física era normal, a su ministerio celestial, cuando ya la relación
física cedería el lugar a una relación espiritual.
Lindars dice que en un sentido esta
afirmación no es verdad, porque él ya había ido al Padre por medio de su muerte
y resurrección. Es verdad solo en que las apariciones son un acomodo a las
necesidades de los discípulos mientras que ellos se ajustan a la nueva
situación.
En vez de permitir que ella se quedara
prendida de sus pies, Jesús le envió en una misión: ve a mis hermanos y diles. Ella tendría el honor de ser la
primera predicadora de la resurrección y ascensión de Jesús. El término mis
hermanos, normalmente una referencia a sus propios hermanastros (ver 2:12; 7:3,
5, 10; Mt. 12:50), aquí se refiere a los once discípulos. Hay otro caso donde
Jesús se refiere a sus discípulos como “mis hermanos” (Mt. 28:10). Es cierto que sus
hermanastros no habían creído en él durante su ministerio terrenal (ver 7:5),
pero pronto después de la resurrección llegaron a la fe en él como el Hijo de
Dios (ver Hech. 1:14). La afirmación Yo subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi
Dios y a vuestro Dios indica una relación que Jesús gozaba con el Padre que era
distinta a la que tenían los discípulos. El contraste entre los pronombres mí y
vuestro apoya este concepto.
Morris cita a Lightfoot, quien comenta que los
discípulos nunca deben olvidar que, mientras que la filiación de él con el
Padre como Hijo es por naturaleza y derecho, la de ellos con el Padre es por
adopción y por gracia. El verbo subo está en el tiempo presente y Brown insiste
en que debemos mantener la fuerza natural de este tiempo, “estoy subiendo”, la cual
describe acción en progreso.
María entendió que la referencia de
Jesús a “mis
hermanos” se refería a sus discípulos (v. 18) y aparentemente en
este momento sus hermanastros no figuraban en el grupo. Es importante el orden
de los dos anuncios. Antes de compartir lo que Jesús le había mandado,
compartió su experiencia personal.
Mateos-Barreto comenta que no
es un anuncio que nace de la lectura de un hecho (ver 20:8), sino un mensaje
recibido de Jesús vivo y presente.
Hull agrega que,
considerando el hecho de que María era mujer, que había sufrido el ataque de
siete demonios y era oriunda de Magdala, ciudad famosa por su inmoralidad, es
notable que a ella, la menos indicada según las reglas humanas, le haya sido
confiada la noticia más monumental en la historia de la humanidad.
|
|
|
No hay comentarios.:
Publicar un comentario