Parte III:
JESÚS: LOS CUARENTA DÍAS PERDIDOS:
(Hechos 1:7-9)
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
La
ascensión
“Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las
sazones, que el Padre puso en su sola potestad;… pero recibiréis poder, cuando
haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en
Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra… Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le
recibió una nube que le ocultó de sus ojos”.
(Hechos 1:7-9)
Capítulo II
Segundo
Encuentro: Camino A Emaús:
La caminata a
Emaús (cf. Marcos 16:12, 13). El v. 16 quiere decir que Dios impidió que los
dos discípulos reconocieron a Jesús y no que él tuviera una apariencia distinta
(aunque ver Marcos 16:12).
Lc. 24:13: Καὶ1 Kai G2532 Y
→ he ἰδού2 idou G2400 aquí,
δύο3 dyo G1417 dos ἐξ4 ex
G1537 de αὐτῶν5 autôn G846 ellos
‹ ἦσαν6 πορευόμενοι7
› êsan poreuomenoi G2258 G4198 iban ἐν8 en G1722 •
→ el αὐτῇ9 autê G846 mismo
‹ τῇ10 ἡμέρᾳ11
› tê hêmera G3588 G2250 día εἰς12 eis G1519 a → una
κώμην13 kômên
G2968 aldea ‹ ᾗ19
ὄνομα20 › hê onoma
G3739 G3686 llamada Ἐμμαούς21 Emmaous G1695 Emaús,
→ que ἀπέχουσαν14 apechousan G568 estaba
→ a ἑξήκοντα16 hexêkonta G1835 sesenta
σταδίους15 stadious
G4712 estadios ἀπὸ17 apo G575 de Ἱερουσαλήμ18 Hierousalêm G2419 Jerusalén. (Interlineal RV1960)
Emaús: G1695
Ἐμμαούς = Emaoús: probablemente de
origen hebreo [Compare H3222]; Emaús, lugar en Palestina:- Emaús.
(Strong).
Dos
de ellos. Uno de ellos es identificado como Cleofás (v.18); el otro podría
haber sido su mujer (v.32, “nuestro corazón”). Muchos identifican a
Cleofás con la persona mencionada en Jn.19:25, en cuyo caso el nombre de su
mujer María. Emaús. Su situación es incierta, aunque se hallaba a menos de 12
Km., de Jerusalén.
Pretendiendo
no saber nada, se enteró de qué era lo que les entristecía y que se rumoreaba
que su tumba estaba vacía. Estaban seguros de que Jesús había sido un profeta
(lo máximo a que podían llegar aquellos que no creían en su resurrección).
Habían esperado que él fuese quien redimiese a Israel, pero no podían entender
cómo había sido rechazado por los gobernantes. Recordaban que había existido
una profecía de su resurrección al tercer día, pero no habían sabido de nadie
que lo hubiera visto. Jesús respondió que el sufrimiento era un preludio
necesario para que el Mesías entrara en su gloria como rey y les dirigió a las
Escrituras que así lo profetizaban (ver sobre Lucas 18:31).
El
lenguaje usado para describir cómo tomó el pan, dio gracias a Dios, lo partió y
lo compartió inevitablemente hace recordar —al
menos para los lectores de Lucas— la descripción de Jesús en los milagros
de alimentación y en la última cena (Lucas 9:16; 22:19; Marcos 8:6). Sea que
los dos discípulos hayan o no recordado (¿habrían estado presentes en alguno de
ellos?), fue como que un velo hubiera caído de sus ojos y pudieron reconocer a
Jesús. Se dieron cuenta de que, aun desde mucho antes, mientras Jesús les iba
hablando en el camino, habían sentido una extraña sensación. Inmediatamente, se
levantaron para ir a Jerusalén de regreso y contarlo a los demás.
El
breve resumen de Marcos 16:12 (que no es una parte genuina del texto del Evangelio)
dice que los discípulos no les creyeron, pero esto se refiere a su incredulidad
en un momento posterior de la historia (vv. 37, 41).
Notas. Emaús a menudo se identifica con el-Qubeibeh, a unos 11 km. Al noroeste
de Jerusalén, pero quizá es más probable que sea Amwas (hoy Nicópolis) a
unos 31 km. al noroeste. (Si es así deberíamos seguir algunos mss. de Lucas que
mencionan una distancia de 160 estadios.) Cleofas puede ser el mismo de Juan
19:25. Su compañero, ignoramos su nombre, pudo haber sido su esposa, pero no
tenemos forma de saberlo. Los discípulos sabían que Jesús había dicho que algo
importante ocurriría al tercer día y que se daba por sentado que su tumba
estaba vacía. Pero eso no era una evidencia adecuada de la resurrección que
sólo podría probarse con la aparición del mismo Señor. Las Escrituras judías
consistían en tres partes: la Ley de
Moisés (de Génesis a Deuteronomio), los Profetas (Josué, Jueces, de 1 Samuel a
2 Reyes y los profetas, excepto Daniel) y los Escritos (todos los demás libros del
AT.). La omisión aquí del tercer grupo (en contraste con el v. 44) no es significativa;
los escritos del AT., aquí se describen en términos de su contenido profético más
bien que como una lista. Sobre la aparición a Simón, ver 1 Corintios 15:5.
Veamos
Un Pasaje Paralelo: Marcos 16:9-20:
Ante
todo según la Biblia Plenitud:
Nota: Muchos eruditos cuestionan la autenticidad de vv. 9-20,
fundamentalmente porque no aparecen en los manuscritos más antiguos, y porque
su estilo es algo diferente al resto de Marcos. Sin embargo, escritores
cristianos del siglo II, como Justino
Mártir, Ireneo y Tertuliano, dan testimonio a favor de la inclusión de
estos versículos; y las más antiguas traducciones, al latín, siríaco y cóptico,
los incluyen. De todas maneras, el pasaje refleja la experiencia y las
expectativas de la iglesia primitiva sobre el empleo de los dones carismáticos,
pero la cuestión sobre su autenticidad debe permanecer abierta.
Marcos 16:9-20
El suplemento. Como se ha mencionado en la Introducción, la iglesia primitiva
tuvo que encarar la misma pregunta que nos interesa a nosotros: por qué Marcos terminó tan abruptamente;
especialmente dado que los demás Evangelios dan una presentación tan completa
de las apariciones de Jesús después de la resurrección.
Estos
incluyen detalles tomados de los otros Evangelios o de Hechos, con algunos agregados
tomados también de las tradiciones de la iglesia primitiva. No se puede decir
que sean parte de las Escrituras (como lo es el resto del Evangelio), pero
parecen ser un esfuerzo sincero para “completar” la historia de Jesús.
Los
vv. 9-18, mayormente tomados del Evangelio de Juan, explican cómo María
Magdalena fue la primera en ver al Jesús resucitado. Los vv. 12, 13 hacen
alusión a la aparición de Jesús a los dos discípulos en Emaús (Lucas 24:13-32),
y el v. 14 tiene paralelos en los otros Evangelios, aunque la ocasión exacta no
es clara.
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Capítulo III
Tercer
Encuentro: Jesús Aparece A Los Discípulos:
Cinco veces fue visto el Señor el mismo
día en que resucitó:
· Por María
Magdalena en el huerto (Jn.20:14),
· por las mujeres
mientras iban a dar las nuevas a los discípulos (Mt.28:9),
· por Pedro solo,
· por los dos
discípulos que iban a Emaús, y
· ahora a la noche
por los once y los que estaban con ellos.
Vemos ahora: gran sorpresa que se llevaron los de allí reunidos, cuando se les
apareció el Señor mientras comentaban estas cosas. Poniendo así fin a los comentarios con la prueba
contundente de su propia presencia.
Lc. 24:36 ► 4 Mientras
αὐτῶν3 autôn
G846 ellos δὲ2 de G1161 aún
λαλούντων4 lalountôn
G2980 hablaban →
de Υαῦτα1 Tauta G5023 estas
← cosas, αὐτὸς5 autos
G846 • ‹ ὁ6
Ἰησοῦς7 › ho Iêsous
G3588 G2424 Jesús →
se ἔστη8 estê G2476 puso ἐν9 en G1722 en μέσῳ10 mesô
G3319 medio →
de αὐτῶν11 autôn G846 ellos,
καὶ12 kai G2532 y αὐτοῖς14 autois G846 les
λέγει13 legei
G3004 dijo: Εἰρήνη15 Eirênê G1515 Paz
→ a ὑμῖν16 hymin G5213 vosotros.
Los discípulos necesitaban ser
convencidos de que estaban viendo a una persona auténtica y que realmente era
Jesús, y que se calmaran sus temores ante esta manifestación sobrenatural. Por
eso, Jesús les mostró su cuerpo físico de carne y hueso, y sus manos y pies con
las señales de los clavos. Para dar más pruebas de la realidad de su presencia,
comió algo mientras estaba con ellos. Veamos dos puntos interesantes:
(1)
El consuelo que
les dio el Señor con su saludo: “Paz a vosotros” (v.36b). Con esto les daba a
entender que era una visita de afecto, de amistad y de consuelo. Puesto que no
prestaban pleno crédito a quienes le habían visto, se presentaba El
personalmente. Les había prometido que, después de su Resurrección, le verían
en Galilea. Pero estaban tan deseosos de verles, que adelantó el encuentro, y
vino a verles en Jerusalén. Cristo es a veces mejor que su palabra, pero nunca
es peor. Con su saludo inicial, daba bien a entender el Señor que no venía a
altercar con Pedro por haberle negado repetidamente, ni a los demás apóstoles
por haber huido vergonzosamente en el huerto, siendo que vino a ellos con toda
amabilidad y mansedumbre, para darles a entender que les perdonaba
completamente.
(2)
El susto que
ellos se llevaron:
“Entonces,
espantados y atemorizados creían ver un espíritu” (v.37) puesto que
lo vieron en medio de ellos antes de que pudieran apercibirse de su llegada. El
vocablo usado en Mateo 14:26 es phántasma = espectro, aparición o
fantasma; pero el usado aquí es pneuma = espíritu, en sentido de
alma desencarnada.
Hay una repetición de la instrucción
dada a los dos discípulos en el camino a Emaús, como para lograr que todos los
discípulos entendieran las profecías del AT., sobre la venida de Jesús. Otros
dos factores se introducen. El mandato de predicar el arrepentimiento y la
remisión de pecados en todas las naciones fue presentado y demostrado que se
basaba en las profecías del AT. Los que fueron testigos de las apariciones
después de la resurrección (un grupo mayor que los once) recibieron la promesa
de Dios de que su poder los capacitará para testificar de Jesús.
Finalmente, los llevó fuera de Jerusalén
a Betania donde les dio una bendición de despedida y luego fue llevado de ellos
al cielo. Volvieron a Jerusalén y esperaron allí en gozosa expectativa el
cumplimiento de su promesa.
Notas. 36-53: La historia tiene semejanzas no sólo
con la de Juan 20:19-23, sino también con la de Mateo 28:16-20 en la que Jesús
aparece a los discípulos en Galilea y les da sus últimas instrucciones. No hay
grandes problemas con que Jesús apareciera a los discípulos tanto en Jerusalén
(como en Lucas, Hechos y Juan 20) y en Galilea (como en Marcos y Juan 21). La aparición
final de Mateo 28 no coincide con la ascensión y es posible que Jesús repitiera
su mandato más de una vez a los discípulos.
Podría tomarse la narración como si la
resurrección y la ascensión ocurrieron el mismo día, el domingo de Pascua. Pero
esto contradiría la posterior afirmación de Lucas en Hechos. De allí se deduce
que aquí tenemos descrito brevemente lo que debe haber ocurrido en un período
más largo. La descripción del Señor resucitado en términos definidamente
físicos perturba a algunos lectores, pero si su encarnación involucra al Hijo
de Dios vistiéndose de carne y huesos verdaderos, es difícil entender por qué
su cuerpo resucitado no debería incorporar lo mismo. Sobre la profecía de la
predicación a los gentiles, ver Isaías 2:3; 42:6; 49:6; 51:4, 5; Romanos
15:9-12. Betania estaba al pie del monte de los Olivos (cf. Hech 1:12). Continuamente
no debe entenderse demasiado lit. (cf. 2:37) como muestra Hechos 1:13, 14.
Veamos el paralelo de Juan. La aparición a los diez
discípulos, Jn.20:19–23:
Según el arreglo de A. T. Robertson, la
aparición a los diez discípulos que se describe en esta sección fue la quinta
de once. La segunda fue a un grupo de mujeres (Mt. 28:8–10), la tercera a los
dos discípulos en camino a Emaús (Mr.16:12 s.; Lucas 24:13–32) y la cuarta el
informe de la aparición a Pedro (Lc. 24:33–35). Esta quinta y última aparición
que tuvo lugar en el mismo día de la resurrección, sucedió en horas avanzadas
de la noche, estando ausente Tomás. Se relata también en Marcos 16:14 y Lucas
24:36–43. Aunque el relato de Juan es paralelo al de Lucas, cada uno enfatiza
los aspectos que le importan más. En el relato de Lucas, Jesús mostró a los
discípulos sus manos y pies, pero en Juan les mostró sus manos y el costado.
Lucas describe el temor de los discípulos al ver a Jesús, pensando que era un
fantasma, pero no menciona el soplo, ni el Espíritu Santo, ni la autoridad de
perdonar o retener los pecados.
Vemos en esta sección una declaración
explícita de la relación entre el ministerio terrenal de Jesús y la misión de
los discípulos.
Hull opina que las apariciones tenían el
propósito de efectuar una transición de lo visible a lo invisible, de lo
temporal a lo eterno, de lo limitado a lo universal, de lo físico a lo
espiritual. En medio de esta situación, la iglesia también estaba
experimentando una transformación: de un grupo
temeroso a uno confiado, de espectador a testificar, de impotente a lleno del
Espíritu Santo, de uno vacilante a uno autoritativo.
Nótese: la precisión y el lujo de detalles que
el autor presenta en el v. 19. Aunque era una hora muy tarde, quizá cerca de la
medianoche, siendo ya el segundo día de la semana según el método judío de
calcular los días, Juan lo describe como el primero
de la semana, o literalmente: “en el día aquel en el primero de sábados”
(ver v. 1). Los discípulos habían regresado de Emaús y era tarde cuando
comenzaron el regreso, un viaje de unos 11 km (Lc. 24:29, 33).
Con la expresión estando las puertas
cerradas, o “bien
cerradas”, Juan cumplió dos propósitos: recordaba que el miedo a los judíos seguía siendo una realidad,
pero también quería aclarar que la entrada fue un milagro en sí. Debemos
entender que cerradas significa “cerradas con llave”. Jesús no llamó a la
puerta y nadie se la abrió. Solo Juan menciona este detalle y quiere dejar
constancia de que Jesús pasó por la puerta cerrada (ver v. 26).
Después de la resurrección, el cuerpo de
Jesús no estaba sujeto a las leyes del cuerpo físico, pues no era visible ni
tangible; sin embargo, él se hizo visible y tangible para convencer a los
discípulos de la realidad de su resurrección.
Plummer comenta que antes de la
crucifixión era visible a menos que deseara ser invisible, pero después de la
resurrección era invisible a menos que deseara manifestarse visible (ver Lc.
24:31). El grupo reunido incluía a los once, pero también a otros de sus
seguidores, quizás incluyendo a las mujeres (ver Lc. 24:33).
La salutación “¡Paz a vosotros!”, Shalom* en
hebreo, expresa el mismo deseo que Jesús les comunicó en las últimas palabras
antes de su arresto y crucifixión (14:27; 16:33; ver 1 Sam. 25:6; Lc. 24:36).
*Paz: G1515 εἰρήνη = eirene: probablemente de un verbo primario εἴρω = eiro (unir); paz (literalmente o
figurativamente); por implicación prosperidad:- paz. (Strong).
Se piensa que los discípulos estaban
reunidos en el mismo aposento alto donde Jesús comió la última cena con ellos.
Morris comenta que, después de la conducta de los discípulos durante el arresto
y los juicios, ellos podrían esperar una reprensión, pero recibieron una
promesa de paz. Sin embargo, Marcos relata que Jesús “les reprendió por su incredulidad y dureza
de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado” (16:14).
Jesús les mostró las manos y el costado
para asegurarles que era el mismo que había sido crucificado, es decir, una
prueba inconfundible de su identidad y de su misión cumplida.
Hull comenta que las marcas en sus manos
y costado eran prueba de la victoria por la cual él había hecho posible la
verdadera paz que les había prometido. Ellos no habían creído por el testimonio
de algunos de los suyos que habían visto al Señor resucitado, pero ya no
tendrían más dudas y por eso el tremendo gozo que sentían.
El gozo es una de las bendiciones
fundamentales que pertenece a los miembros del reino de Dios (ver Is. 25:6–9;
54:1–5; 61:1–3). Él seguía siendo el Jesús que había caminado con ellos, pero
también ahora lo reconocen como su Señor en el sentido absoluto del título, uno
digno de su adoración. De aquí en adelante Juan empleará este título al
referirse a Jesús. La promesa que Jesús les hizo en el aposento alto de que
vendría a ellos (14:18), que ellos lo verían (14:19) y que su tristeza se
transformaría en gozo (15:11; 16:20–24), ahora se cumplía.
Sus temores ya se habían calmado y
pudieron recibir todo el impacto de la paz que Jesús les ofrecía. Una condición
necesaria para que pudieran cumplir la misión que estaba por asignarles sería
que experimentaran la paz que solo Jesús podría darles. El verbo ha enviado (v.
21) traduce un verbo griego que significa “enviar con una misión” y de este verbo se
deriva, por transliteración, el término “apóstol”. Jesús fue “el apóstol” (Heb. 3:1) del
Padre para realizar la misión redentora, la cual ya había cumplido con absoluta
perfección.
Lo que faltaba sería ofrecer esa
redención a todo el mundo, con todos los beneficios acompañantes. Esa magna
misión fue encomendada a los que ya se han beneficiado de esa redención. El
adverbio Como, o “en la misma manera”, expresa la íntima
relación entre la misión asignada a Jesús por el Padre y la que él asignaba a
los suyos (ver 17:18). El verbo envío está en el tiempo presente; “estoy enviando”,
indica acción continua, y ¡continuará hasta que él vuelva por segunda vez! Algunos
habían comenzado ya esa misión al anunciar su encuentro con el Cristo viviente con
la convicción de su resurrección.
El anuncio de la resurrección llegó a
ser un elemento integrante y básico en el evangelio que los apóstoles
anunciaban (ver Hech. 1:22; 2:32; 4:2, 33; 17:32; 23:6; 24:21).
Véase Parte IV.
Véase Parte IV.
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