viernes, 4 de noviembre de 2016

Parte III: JESÚS: LOS CUARENTA DÍAS PERDIDOS: (Hechos 1:7-9)

Parte III:
JESÚS: LOS CUARENTA DÍAS PERDIDOS:
(Hechos 1:7-9)

Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:

La ascensión
“Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad;… pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra… Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos. (Hechos 1:7-9)


Capítulo II

Segundo Encuentro: Camino A Emaús:
(Lucas 24:13-35).
La caminata a Emaús (cf. Marcos 16:12, 13). El v. 16 quiere decir que Dios impidió que los dos discípulos reconocieron a Jesús y no que él tuviera una apariencia distinta (aunque ver Marcos 16:12).

Lc. 24:13: Καὶ1   Kai G2532  Y  →  he  ἰδού2   idou G2400  aquí,  δύο3   dyo G1417  dos  ἐξ ex G1537  de  αὐτῶν5   autôn G846  ellos  ‹  ἦσαν6 πορευόμενοι7 ›   êsan poreuomenoi G2258 G4198  iban  ἐν8   en G1722  •  →  el  αὐτῇ9   autê G846  mismo  ‹  τῇ10 ἡμέρᾳ11 ›   tê hêmera G3588 G2250  día  εἰς12   eis G1519  a  →  una  κώμην13   kômên G2968  aldea  ‹  ᾗ19 ὄνομα20 ›   hê onoma G3739 G3686  llamada  Ἐμμαούς21   Emmaous G1695  Emaús,  →  que  ἀπέχουσαν14   apechousan G568  estaba  →  a  ἑξήκοντα16   hexêkonta G1835  sesenta  σταδίους15   stadious G4712  estadios  ἀπὸ17   apo G575  de  Ἱερουσαλήμ18   Hierousalêm G2419  Jerusalén. (Interlineal RV1960)

Emaús: G1695 Ἐμμαούς = Emaoús: probablemente de origen hebreo [Compare H3222]; Emaús, lugar en Palestina:- Emaús. (Strong).

Dos de ellos. Uno de ellos es identificado como Cleofás (v.18); el otro podría haber sido su mujer (v.32, “nuestro corazón”). Muchos identifican a Cleofás con la persona mencionada en Jn.19:25, en cuyo caso el nombre de su mujer María. Emaús. Su situación es incierta, aunque se hallaba a menos de 12 Km., de Jerusalén.
Pretendiendo no saber nada, se enteró de qué era lo que les entristecía y que se rumoreaba que su tumba estaba vacía. Estaban seguros de que Jesús había sido un profeta (lo máximo a que podían llegar aquellos que no creían en su resurrección). Habían esperado que él fuese quien redimiese a Israel, pero no podían entender cómo había sido rechazado por los gobernantes. Recordaban que había existido una profecía de su resurrección al tercer día, pero no habían sabido de nadie que lo hubiera visto. Jesús respondió que el sufrimiento era un preludio necesario para que el Mesías entrara en su gloria como rey y les dirigió a las Escrituras que así lo profetizaban (ver sobre Lucas 18:31).
El lenguaje usado para describir cómo tomó el pan, dio gracias a Dios, lo partió y lo compartió inevitablemente hace recordar —al menos para los lectores de Lucas— la descripción de Jesús en los milagros de alimentación y en la última cena (Lucas 9:16; 22:19; Marcos 8:6). Sea que los dos discípulos hayan o no recordado (¿habrían estado presentes en alguno de ellos?), fue como que un velo hubiera caído de sus ojos y pudieron reconocer a Jesús. Se dieron cuenta de que, aun desde mucho antes, mientras Jesús les iba hablando en el camino, habían sentido una extraña sensación. Inmediatamente, se levantaron para ir a Jerusalén de regreso y contarlo a los demás.
El breve resumen de Marcos 16:12 (que no es una parte genuina del texto del Evangelio) dice que los discípulos no les creyeron, pero esto se refiere a su incredulidad en un momento posterior de la historia (vv. 37, 41).

Notas. Emaús a menudo se identifica con el-Qubeibeh, a unos 11 km. Al noroeste de Jerusalén, pero quizá es más probable que sea Amwas (hoy Nicópolis) a unos 31 km. al noroeste. (Si es así deberíamos seguir algunos mss. de Lucas que mencionan una distancia de 160 estadios.) Cleofas puede ser el mismo de Juan 19:25. Su compañero, ignoramos su nombre, pudo haber sido su esposa, pero no tenemos forma de saberlo. Los discípulos sabían que Jesús había dicho que algo importante ocurriría al tercer día y que se daba por sentado que su tumba estaba vacía. Pero eso no era una evidencia adecuada de la resurrección que sólo podría probarse con la aparición del mismo Señor. Las Escrituras judías consistían en tres partes: la Ley de Moisés (de Génesis a Deuteronomio), los Profetas (Josué, Jueces, de 1 Samuel a 2 Reyes y los profetas, excepto Daniel) y los Escritos (todos los demás libros del AT.). La omisión aquí del tercer grupo (en contraste con el v. 44) no es significativa; los escritos del AT., aquí se describen en términos de su contenido profético más bien que como una lista. Sobre la aparición a Simón, ver 1 Corintios 15:5.

Veamos Un Pasaje Paralelo: Marcos 16:9-20:

Ante todo según la Biblia Plenitud:
Nota: Muchos eruditos cuestionan la autenticidad de vv. 9-20, fundamentalmente porque no aparecen en los manuscritos más antiguos, y porque su estilo es algo diferente al resto de Marcos. Sin embargo, escritores cristianos del siglo II, como Justino Mártir, Ireneo y Tertuliano, dan testimonio a favor de la inclusión de estos versículos; y las más antiguas traducciones, al latín, siríaco y cóptico, los incluyen. De todas maneras, el pasaje refleja la experiencia y las expectativas de la iglesia primitiva sobre el empleo de los dones carismáticos, pero la cuestión sobre su autenticidad debe permanecer abierta.

Marcos 16:9-20 El suplemento. Como se ha mencionado en la Introducción, la iglesia primitiva tuvo que encarar la misma pregunta que nos interesa a nosotros: por qué Marcos terminó tan abruptamente; especialmente dado que los demás Evangelios dan una presentación tan completa de las apariciones de Jesús después de la resurrección. 
Estos incluyen detalles tomados de los otros Evangelios o de Hechos, con algunos agregados tomados también de las tradiciones de la iglesia primitiva. No se puede decir que sean parte de las Escrituras (como lo es el resto del Evangelio), pero parecen ser un esfuerzo sincero para “completar” la historia de Jesús.
Los vv. 9-18, mayormente tomados del Evangelio de Juan, explican cómo María Magdalena fue la primera en ver al Jesús resucitado. Los vv. 12, 13 hacen alusión a la aparición de Jesús a los dos discípulos en Emaús (Lucas 24:13-32), y el v. 14 tiene paralelos en los otros Evangelios, aunque la ocasión exacta no es clara.















Capítulo III

Tercer Encuentro: Jesús Aparece A Los Discípulos:
(Lucas 24:36-49)
Lc.24:36-53 Jesús vuelve a aparecer a los discípulos (cf. Mateo 28:16-20; Marcos 16:14-20; Juan 20:19-23).

Cinco veces fue visto el Señor el mismo día en que resucitó:
·      Por María Magdalena en el huerto (Jn.20:14),
·      por las mujeres mientras iban a dar las nuevas a los discípulos (Mt.28:9),
·      por Pedro solo,
·      por los dos discípulos que iban a Emaús, y
·      ahora a la noche por los once y los que estaban con ellos.
Vemos ahora: gran sorpresa que se llevaron los de allí reunidos, cuando se les apareció el Señor mientras comentaban estas cosas. Poniendo  así fin a los comentarios con la prueba contundente de su propia presencia.

Lc. 24:364  Mientras  αὐτῶν3   autôn G846  ellos  δὲ2   de G1161  aún  λαλούντων4   lalountôn G2980  hablaban  →  de  Υαῦτα1   Tauta G5023  estas  ←  cosas,  αὐτὸς5   autos G846  •  ‹  ὁ6 Ἰησοῦς7 ›   ho Iêsous G3588 G2424  Jesús  →  se  ἔστη8   estê G2476  puso  ἐν9   en G1722  en  μέσῳ10   mesô G3319  medio  →  de  αὐτῶν11   autôn G846  ellos,  καὶ12   kai G2532  y  αὐτοῖς14   autois G846  les  λέγει13   legei G3004  dijo:  Εἰρήνη15   Eirênê G1515  Paz  →  a  ὑμῖν16   hymin G5213  vosotros.

Los discípulos necesitaban ser convencidos de que estaban viendo a una persona auténtica y que realmente era Jesús, y que se calmaran sus temores ante esta manifestación sobrenatural. Por eso, Jesús les mostró su cuerpo físico de carne y hueso, y sus manos y pies con las señales de los clavos. Para dar más pruebas de la realidad de su presencia, comió algo mientras estaba con ellos. Veamos dos puntos interesantes:
(1)   El consuelo que les dio el Señor con su saludo: Paz a vosotros (v.36b). Con esto les daba a entender que era una visita de afecto, de amistad y de consuelo. Puesto que no prestaban pleno crédito a quienes le habían visto, se presentaba El personalmente. Les había prometido que, después de su Resurrección, le verían en Galilea. Pero estaban tan deseosos de verles, que adelantó el encuentro, y vino a verles en Jerusalén. Cristo es a veces mejor que su palabra, pero nunca es peor. Con su saludo inicial, daba bien a entender el Señor que no venía a altercar con Pedro por haberle negado repetidamente, ni a los demás apóstoles por haber huido vergonzosamente en el huerto, siendo que vino a ellos con toda amabilidad y mansedumbre, para darles a entender que les perdonaba completamente.
(2)   El susto que ellos se llevaron: “Entonces, espantados y atemorizados creían ver un espíritu” (v.37) puesto que lo vieron en medio de ellos antes de que pudieran apercibirse de su llegada. El vocablo usado en Mateo 14:26 es phántasma = espectro, aparición o fantasma; pero el usado aquí es pneuma = espíritu, en sentido de alma desencarnada.

Hay una repetición de la instrucción dada a los dos discípulos en el camino a Emaús, como para lograr que todos los discípulos entendieran las profecías del AT., sobre la venida de Jesús. Otros dos factores se introducen. El mandato de predicar el arrepentimiento y la remisión de pecados en todas las naciones fue presentado y demostrado que se basaba en las profecías del AT. Los que fueron testigos de las apariciones después de la resurrección (un grupo mayor que los once) recibieron la promesa de Dios de que su poder los capacitará para testificar de Jesús.
Finalmente, los llevó fuera de Jerusalén a Betania donde les dio una bendición de despedida y luego fue llevado de ellos al cielo. Volvieron a Jerusalén y esperaron allí en gozosa expectativa el cumplimiento de su promesa.

Notas. 36-53: La historia tiene semejanzas no sólo con la de Juan 20:19-23, sino también con la de Mateo 28:16-20 en la que Jesús aparece a los discípulos en Galilea y les da sus últimas instrucciones. No hay grandes problemas con que Jesús apareciera a los discípulos tanto en Jerusalén (como en Lucas, Hechos y Juan 20) y en Galilea (como en Marcos y Juan 21). La aparición final de Mateo 28 no coincide con la ascensión y es posible que Jesús repitiera su mandato más de una vez a los discípulos.

Podría tomarse la narración como si la resurrección y la ascensión ocurrieron el mismo día, el domingo de Pascua. Pero esto contradiría la posterior afirmación de Lucas en Hechos. De allí se deduce que aquí tenemos descrito brevemente lo que debe haber ocurrido en un período más largo. La descripción del Señor resucitado en términos definidamente físicos perturba a algunos lectores, pero si su encarnación involucra al Hijo de Dios vistiéndose de carne y huesos verdaderos, es difícil entender por qué su cuerpo resucitado no debería incorporar lo mismo. Sobre la profecía de la predicación a los gentiles, ver Isaías 2:3; 42:6; 49:6; 51:4, 5; Romanos 15:9-12. Betania estaba al pie del monte de los Olivos (cf. Hech 1:12). Continuamente no debe entenderse demasiado lit. (cf. 2:37) como muestra Hechos 1:13, 14.

Veamos el paralelo de Juan. La aparición a los diez discípulos, Jn.20:19–23:
Según el arreglo de A. T. Robertson, la aparición a los diez discípulos que se describe en esta sección fue la quinta de once. La segunda fue a un grupo de mujeres (Mt. 28:8–10), la tercera a los dos discípulos en camino a Emaús (Mr.16:12 s.; Lucas 24:13–32) y la cuarta el informe de la aparición a Pedro (Lc. 24:33–35). Esta quinta y última aparición que tuvo lugar en el mismo día de la resurrección, sucedió en horas avanzadas de la noche, estando ausente Tomás. Se relata también en Marcos 16:14 y Lucas 24:36–43. Aunque el relato de Juan es paralelo al de Lucas, cada uno enfatiza los aspectos que le importan más. En el relato de Lucas, Jesús mostró a los discípulos sus manos y pies, pero en Juan les mostró sus manos y el costado. Lucas describe el temor de los discípulos al ver a Jesús, pensando que era un fantasma, pero no menciona el soplo, ni el Espíritu Santo, ni la autoridad de perdonar o retener los pecados.
Vemos en esta sección una declaración explícita de la relación entre el ministerio terrenal de Jesús y la misión de los discípulos.
Hull opina que las apariciones tenían el propósito de efectuar una transición de lo visible a lo invisible, de lo temporal a lo eterno, de lo limitado a lo universal, de lo físico a lo espiritual. En medio de esta situación, la iglesia también estaba experimentando una transformación: de un grupo temeroso a uno confiado, de espectador a testificar, de impotente a lleno del Espíritu Santo, de uno vacilante a uno autoritativo.

Nótese: la precisión y el lujo de detalles que el autor presenta en el v. 19. Aunque era una hora muy tarde, quizá cerca de la medianoche, siendo ya el segundo día de la semana según el método judío de calcular los días, Juan lo describe como el primero de la semana, o literalmente: “en el día aquel en el primero de sábados” (ver v. 1). Los discípulos habían regresado de Emaús y era tarde cuando comenzaron el regreso, un viaje de unos 11 km (Lc. 24:29, 33).

Con la expresión estando las puertas cerradas, o bien cerradas”, Juan cumplió dos propósitos: recordaba que el miedo a los judíos seguía siendo una realidad, pero también quería aclarar que la entrada fue un milagro en sí. Debemos entender que cerradas significa cerradas con llave”. Jesús no llamó a la puerta y nadie se la abrió. Solo Juan menciona este detalle y quiere dejar constancia de que Jesús pasó por la puerta cerrada (ver v. 26).
Después de la resurrección, el cuerpo de Jesús no estaba sujeto a las leyes del cuerpo físico, pues no era visible ni tangible; sin embargo, él se hizo visible y tangible para convencer a los discípulos de la realidad de su resurrección.
Plummer comenta que antes de la crucifixión era visible a menos que deseara ser invisible, pero después de la resurrección era invisible a menos que deseara manifestarse visible (ver Lc. 24:31). El grupo reunido incluía a los once, pero también a otros de sus seguidores, quizás incluyendo a las mujeres (ver Lc. 24:33).
La salutación “¡Paz a vosotros!”, Shalom* en hebreo, expresa el mismo deseo que Jesús les comunicó en las últimas palabras antes de su arresto y crucifixión (14:27; 16:33; ver 1 Sam. 25:6; Lc. 24:36).
*Paz: G1515 εἰρήνη = eirene: probablemente de un verbo primario εἴρω = eiro (unir); paz (literalmente o figurativamente); por implicación prosperidad:- paz. (Strong).

Se piensa que los discípulos estaban reunidos en el mismo aposento alto donde Jesús comió la última cena con ellos. Morris comenta que, después de la conducta de los discípulos durante el arresto y los juicios, ellos podrían esperar una reprensión, pero recibieron una promesa de paz. Sin embargo, Marcos relata que Jesús “les reprendió por su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado” (16:14).
Jesús les mostró las manos y el costado para asegurarles que era el mismo que había sido crucificado, es decir, una prueba inconfundible de su identidad y de su misión cumplida.
Hull comenta que las marcas en sus manos y costado eran prueba de la victoria por la cual él había hecho posible la verdadera paz que les había prometido. Ellos no habían creído por el testimonio de algunos de los suyos que habían visto al Señor resucitado, pero ya no tendrían más dudas y por eso el tremendo gozo que sentían.
El gozo es una de las bendiciones fundamentales que pertenece a los miembros del reino de Dios (ver Is. 25:6–9; 54:1–5; 61:1–3). Él seguía siendo el Jesús que había caminado con ellos, pero también ahora lo reconocen como su Señor en el sentido absoluto del título, uno digno de su adoración. De aquí en adelante Juan empleará este título al referirse a Jesús. La promesa que Jesús les hizo en el aposento alto de que vendría a ellos (14:18), que ellos lo verían (14:19) y que su tristeza se transformaría en gozo (15:11; 16:20–24), ahora se cumplía.
Sus temores ya se habían calmado y pudieron recibir todo el impacto de la paz que Jesús les ofrecía. Una condición necesaria para que pudieran cumplir la misión que estaba por asignarles sería que experimentaran la paz que solo Jesús podría darles. El verbo ha enviado (v. 21) traduce un verbo griego que significa enviar con una misión y de este verbo se deriva, por transliteración, el término apóstol”. Jesús fue el apóstol (Heb. 3:1) del Padre para realizar la misión redentora, la cual ya había cumplido con absoluta perfección.
Lo que faltaba sería ofrecer esa redención a todo el mundo, con todos los beneficios acompañantes. Esa magna misión fue encomendada a los que ya se han beneficiado de esa redención. El adverbio Como, o en la misma manera”, expresa la íntima relación entre la misión asignada a Jesús por el Padre y la que él asignaba a los suyos (ver 17:18). El verbo envío está en el tiempo presente; estoy enviando”, indica acción continua, y ¡continuará hasta que él vuelva por segunda vez! Algunos habían comenzado ya esa misión al anunciar su encuentro con el Cristo viviente con la convicción de su resurrección.
El anuncio de la resurrección llegó a ser un elemento integrante y básico en el evangelio que los apóstoles anunciaban (ver Hech. 1:22; 2:32; 4:2, 33; 17:32; 23:6; 24:21).
Véase Parte IV.









 




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