miércoles, 9 de noviembre de 2016

Parte V b: EL SEXO Y LA SUPREMACÍA DE CRISTO:

Parte V b:
EL SEXO Y  LA SUPREMACÍA DE CRISTO:
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:

4.      Minimizar el pecado.  Luego de soltar su furia y descontrolarse, dice: “Sí, me molesté un poco”.  Luego de gritar e insultar con groserías, dice: “Sí, reconozco que no debo alzar mi voz tanto”.
             
Incluida en la confesión del pecado está la restitución.  Eso quiere decir que el ofensor, dentro de lo posible, procura reparar todo el daño que ha causado al afectado (Lucas 19:1-9; Filemón 19).  Si robó dinero, lo devuelve; si calumnió a una persona, rectifica el daño que hizo a la reputación de esa persona; si mintió, corrige su mentira con las personas que escuchó la escucharon; etc.  No siempre es posible reparar todo el daño; pero, dentro de lo posible, el ofensor debe procurar reparar y deshacer el daño que causó.  Es imposible que un chofer ebrio repare todo el daño que hizo a la salud de la persona que atropelló, pero debe pagar los gastos de su tratamiento en el hospital.
Luego de resolver todo el pecado propio, es necesario concentrarse en las necesidades de los otros que han pecado.  Debemos considerar nuestras responsabilidades hacia los que nos han ofendido.  En esta consideración, es necesario determinar si mi ofensor me ha pedido perdón o no.

La Necesidad en la Vida del Ofensor:
    
      
Entonces, con mucha oración vas discerniendo si tu ofensor está perdonado.  Si él o ella han reconocido su pecado y te ha pedido perdón, tu responsabilidad es perdonarle.  Algunas preguntas que te ayudarán a discernir si tu ofensor está perdonado son:


1.   ¿La persona que pecó contra ti ha reconocido su pecado?

2.  ¿Te ha pedido perdón?

3.   ¿Le perdonaste?

4.   ¿Le dijiste que está perdonado?

Durante la confesión y el arrepentimiento, también hay errores que debemos evitar:

1.      Perdonar con condiciones.  “¡Sí, te perdono, pero no lo hagas otra vez!  ¿Ya?”.
2.      Corregir en el perdón.  “Sí, te perdono aunque ese día fuiste un malcriado y me insultaste tanto frente a todos.  Pero, no importa.  Te perdono porque sé cómo eres”.
3.      Amenazar al ofensor cuando pide perdón.  “Te perdono, pero me has hecho tanto daño.  No quiero que entres a mi tienda otra vez porque si lo haces, no sé qué voy a hacer.  Ya sabes”.
4.      No expresar el perdón y minimizar el pecado.  “No te preocupes.  No era nada y sé que no fue tu intención”.
5.      No perdonar porque cree que sólo Dios perdona.  “No te perdono porque Dios es el que tiene que perdonarte.  Sólo Dios puede perdonar pecados”. 

En la mayoría de los casos, el ofendido piensa primero en la ofensa y el pecado.  Si tu ofensor no te ha pedido perdón, es tu responsabilidad ayudarle a obtener el perdón.  Para lograr que se arrepienta y pida perdón debes obedecer la Palabra de Dios buscándole y confrontándole amorosamente de su pecado.  Los pasos de la confrontación son mencionados en Mateo 18:15-18:

1.      Ir a solas y confrontarlo por su pecado.

2.      Ir con uno o dos y confrontarlo por su pecado.

3.      Si el ofensor es creyente y miembro de una iglesia, decir el pecado al pastor de su iglesia para que el pastor y su iglesia le hablen.

La Responsabilidad del Ofendido Hacia el Ofensor:
                                                                     


Entonces, con mucha oración vas discerniendo si has confrontado a tu ofensor por su pecado buscando su arrepentimiento y su restauración.  Si él o ella no han reconocido su pecado ni te ha pedido perdón, necesitas buscarle para que recapacite.  Algunas preguntas que te ayudarán a discernir si has confrontado correctamente a tu ofensor de su pecado son:

1.  ¿Has hablado con la persona haciéndole ver claramente que lo que hizo fue un pecado contra Dios?

2.  ¿Le comunicaste que te ofendió?

3.   Cuando le hablaste, ¿buscaste su arrepentimiento? 

4.  Cuando le hablaste, ¿fue sólo un desfogue de toda tu frustración para que sepa cuánto daño te hizo?

5.   ¿Has intentado ganar o ganar un argumento?

6.   ¿Lo evades porque no quieres hablarle más del asunto?

7.   ¿Has ido a solas suficientes veces?

8.   Si no se arrepintió cuando le hablaste a solas, ¿has llevado a otro contigo?

En la confrontación del pecado, hay algunos errores que debemos evitar:

1.          Hablar del ofensor y lo que hizo a otros, pero no hablar primero a él o ella de lo que hizo.
2.          Hablar con el ofensor una sola vez a solas y dejarlo allí.
3.          Ir a otra persona primero antes de hablarle a solas.
4.          No confrontar en amor sino sólo para desahogarme de todo lo que siento en mi corazón sacando toda mi frustración y enojo.  “¡Ya le dije todo lo que tenía que decirle!”
5.          Hablar del asunto con el ofensor en forma tan general que no entiende que se trata de su pecado y de la necesidad de arrepentirse.
6.          Tener más preocupación por mi ofensa que su arrepentimiento.
7.          Tener más interés en mi honor y mi imagen que en la gloria de Dios.  “Le dije cuánto daño me había hecho y la vergüenza que me hizo pasar”.
8.          No confrontar de su pecado porque cree que no dará resultado“No va a reconocer su falta.  Nunca reconoce nada.  ¿Ya para qué?  No se va a arrepentir; ya lo conozco”.
9.          Excusarse porque el ofensor sabe del asunto.  “El sabe lo que ha hecho”.
10.          No querer verle y hago muchas cosas para evitar la comunicación y el contacto con él o ella.
11.          No querer buscarle“Si quiere hablarme y pedirme perdón, sabe dónde vivo”.

Algunos no desean confrontar el pecado de su hermano y le dejan seguir en su error y llaman a esta actitud amor y perdón.  No es amor ni perdón sino falta de amor y consentimiento.  Esta es la actitud típica del mundo.  El mundo consiente el pecado llamándolo perdón.  Así hizo la iglesia de Corinto cuando no quiso confrontar a una persona dentro de la iglesia que vivía en fornicación (1 Corintios 5:1,2).

Luego de la confrontación, si el ofensor se arrepiente, le perdonamos y hemos logrado el objetivo – su arrepentimiento.  Desde ese momento, el pecado está solucionado.  Cabe decir que muchas veces hay consecuencias del pecado.  En algunos casos, el ofensor tendrá que dejar su cargo o trabajo, devolver bienes y recibir ayuda y consejería para su restauración.  Dos ejemplos:
Ø  El pastor que comete adulterio debe ser perdonado por su congregación, pero eso no quiere decir que seguirá en su cargo como pastor.  No se debe confundir el perdón con la anulación de los requisitos bíblicos del pastorado.
Ø  El tesorero que ha sustraído dinero de la tesorería.  La congregación le perdona, pero eso no quiere decir que él seguirá en su cargo como tesorero.  No se debe confundir el perdón con la anulación del requisito de integridad que el cargo requiere.

Si no se arrepiente y hemos seguido los pasos de Mateo 18, hemos cumplido con nuestra responsabilidad y hemos glorificado a Dios.  Seguimos amándolo sin resentimiento y glorificando a Dios hasta que logremos la meta – su arrepentimiento. 

En nuestros pecados y en las ofensas que sufrimos, la meta es siempre glorificar a Dios a través de Su gracia.  Ser perdonado, buscar el perdón de nuestro ofensor o perdonarle es posible por Su gracia.  No siempre logramos ver el arrepentimiento de nuestro prójimo en esta vida.  Lo único que podemos hacer es nuestra parte, dejando el resto al Señor y seguir glorificando por medio de Su gracia.  Es difícil glorificar a Dios cuando el que pecó contra nosotros no quiere reconocer su pecado.  Difícil es difícil, pero no es imposible. 

Es importante la manera en que usamos el pasado.  Lo usaremos para motivarnos a crecer o lo usaremos para nuestro propio daño, excusándonos de nuestra responsabilidad o haciéndonos las víctimas que no pueden cambiar por fuerzas mayores.

Según Salmo 103:2: ¿qué no debemos olvidar?     
          
Y no olvides ninguno de sus beneficios:

Debemos tener una memoria selectiva.  Seleccionamos las cosas que queremos recordar (Sus beneficios) y las que queremos olvidar (los pecados de nosotros y de otros).  ¿Estás glorificando a Dios con tu pasado?

4.1. Venciendo la Derrota del Pasado:
Todos nosotros hemos desobedecido a Dios en alguna forma con la sexualidad que nos ha dado.  Muchos y continuos han sido los pecados sexuales que hemos cometido contra nuestro Salvador.  Vez tras vez, la Biblia nos habla de cambiar nuestro modo de vivir y dejar atrás los pecados de nuestro pasado. 

Fíjate en: 1 Corintios 6:9-11; Efesios 2:1-7; Colosenses 3:5-14; 1 Pedro 4:1-6.
                          Pasado.                Pasado.               Pasado.                Pasado.
Debemos dar gracias a Dios por todos los cambios que Él ha hecho en nuestras vidas.  Sin embargo, debemos seguir creciendo en la santidad dejando atrás todo pecado que le ofende, incluyendo los pecados que cometemos en la intimidad con nuestra sexualidad.  Los pecados desconocidos e invisibles son los más difíciles de vencer; no es fácil dejarlos y seguimos practicándolos.  Nadie nos ve y ni nos confronta y nos engañamos pensando que no es tan importante o que debo soportarlo porque no puedo cambiar.

La Acción de Satanás en la Derrota:
En la tentación, antes de pecar Satanás menosprecia la santidad e inmutabilidad de Dios.   Dios quiere que vivamos en santidad como Él es santo y obedezcamos Su Palabra.  Satanás minimiza la ofensa contra Dios y la seriedad de las consecuencias del pecado diciendo: "No moriréis";  mientras magnifica el placer y beneficio de pecar.  Satanás dice: "Dios sabe que seréis sabios como Él".  Eso es con el fin de hacernos caer en la tentación y cometer el pecado.
Sin embargo, Satanás no estará contento después que el creyente cae en pecado.  Dios quiere que nos arrepintamos para perdonarnos y restaurar nuestra comunión con Él.  Satanás quiere destruir la vida del creyente y seguirá buscando su derrota total alejándose más de Dios luego de pecar.  Una de sus artimañas es engañarnos y convencernos que nuestro pecado es tan grave que no podemos ser perdonados y que las consecuencias son tan drásticas que ya no podemos ser útiles para servir a Dios diciendo: "Ya no eres digno de ser perdonado(a) y servirle.  Ya no puedes ser perdonado y útil para la obra de Dios".  También dice: "No puedes vencer el pecado".  Hace lo opuesto a lo que hizo.  Antes, magnificó los placeres del pecado y minimizó la ofensa contra Dios y las consecuencias.  Luego, magnifica la ofensa contra Dios y las consecuencias.  Pero en ambos momentos minimiza a Dios.  Luego de pecar, magnifica el pecado en nuestras mentes de tal forma que pensamos que nuestro pecado es más grande que Cristo y la ofensa es más grande que la gracia de Dios.  ¿No ves?  Minimiza a Dios en Su amor y misericordia.  Eso es con el fin de hacernos caer en el desánimo para continuar pecando.








La Ilustración:

                                        

                                                                                                                                                                                                                                                                                                           
En ambas situaciones, Satanás minimiza a Dios.  Su meta es destruirnos y lo logra cuando nos distanciamos Cristo.  Usando la mentira, nos motiva a pensar equivocadamente acerca de Dios.  Nuestra carne y Satanás quieren convencernos que no podemos ser cambiados.

En la guerra espiritual, el ser humano es el campo de la batalla.  Tanto el Señor como Satanás lucha por nuestra alma, mente y cuerpo.  La lucha es intensa y por eso las tentaciones son fuertes.  Los propósitos de ambos son distintos.
               
Los Propósitos de Dios y de Satanás en la Tentación:

Dios y Satanás tienen diferentes propósitos y ambos usan los eventos en nuestra vida para sus fines.  En cada tentación hay una prueba y en cada prueba hay una tentación.

En cuanto a Dios mismo: 
        Dios usa los eventos y circunstancias en nuestra vida para:
·         glorificarse en nosotros, y
·         hacer lo que Él quiere (Su voluntad).

        Satanás usa los eventos y circunstancias en nuestra vida para:
·         quitar la gloria de Dios, y
·         hacer lo que él quiere (su voluntad).

En cuanto a nosotros:

Dios usa los eventos y circunstancias en nuestra vida como un instrumento:
·         para probarnos.
·         para fortalecernos y edificarnos.
·         para ayudarnos a crecer y obedecer.


Satanás usa los eventos y circunstancias en nuestra vida como un arma:
·         para tentarnos.
·         para debilitarnos y destruirnos.
·         para hacernos caer y pecar.


DIOS:*
Satanás:

1 Pedro 5:8, 9.
Santiago 1:12-14.
Nos tienta.
Nos prueba.
Nos incita a pecar.
Nos motiva a confiar.
Quiere hacernos caer.
Quiere motivarnos a crecer.
Desea sacar lo peor de nosotros.
Desea poner lo mejor en nosotros.
Busca debilitar, dañar y destruir.
Busca fortalecer, edificar y perfeccionar.
Presiona para que hagamos su voluntad.
Invita para que hagamos Su voluntad.
Su propósito es quitar la gloria de Dios.
Su propósito principal es ser glorificado.
*OJO: No consideramos poner en una misma línea  a Dios con el diablo,  ya que el diablo es un ser creado por Dios siempre consideremos esto,  es el motivo que lo ponemos debajo de la línea ya que no es igual a Dios. Considere esto siempre.

Consideremos dos ejemplos:
·         Jesús.  Mateo 4:1 y Lucas 4:1.
·         David.  2 Samuel 24:1 y 1 Crónicas 21:1. (Satanás. Jueces 2: 3:1,4).

¿Qué hay en tu pasado?  ¿Hiciste muchas cosas que ofendieron a Cristo?  ¿Tu vida sexual pasada te trae mucha vergüenza?  ¿Hay escenas que quisieras olvidar?  ¿Tu experiencia en esta área ha sido lejos de la Palabra de Dios?  ¿Has sido manipulado y dominado por los deseos sexuales?  ¿Aborto?  ¿Eres madre soltera?  Para los varones, ¿tienen un bebé fuera del matrimonio?  ¿Tienes problemas con enfermedades sexuales? 

Es urgente que los pecados de ayer no nos impidan tener victoria hoy.  Nuestro pasado puede afectarnos negativamente en dos maneras:
·  Recordar constantemente nuestros pecados y sentirnos culpables, lo cual nos quita el gozo en Cristo.
·  Las fallas de nuestra juventud establecen hábitos dominantes que marcan nuestra vida y nos quitan la libertad en Cristo.

Más adelante estudiaremos este tema con mayor detalle.  Sin embargo, cabe decir que tu pasado no debe impedir tu gozo y libertad en Cristo.  Si te has arrepentido de tus pecados y has puesto tu fe en quien murió por ti, ¡regocíjate en el gran perdón de Dios!  No dudes del amor de Dios y Su gran perdón.  Fíjate en estos versículos. 

       Algunas metáforas en la Biblia que ilustran el gran perdón de Dios: (1 Cor. 6:9-11):


A)  Distancia.  Salmo 103:12.  Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo Dios alejar de nosotros nuestras rebeliones.


B)  Manchas LimpiadasIsaías 1:18.  Si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.


C)  DesapariciónIsaías 44:22.  Dios deshizo como una nube nuestras rebeliones, y como niebla nuestros pecados.


D) SepulturaMiqueas 7:19.  Dios sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados.


E)  BorrarIsaías 43:25.  Dios borra nuestras rebeliones por amor de sí mismo, y no se acordará de nuestros pecados.


 Véase Parte VI:

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