viernes, 23 de septiembre de 2016

Job Confía En Que Dios Lo Justificará: (Victoria, Gracia y Verdad) (Job 2:11-13; 19:25, 26)

Job Confía En Que Dios Lo Justificará:
(Victoria, Gracia y Verdad)
(Job 2:11-13; 19:25, 26)
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:

“Yo sé que mi Redentor vive, Y al fin se levantará sobre el polvo;Y después de deshecha esta mi piel, En mi carne he de ver a Dios”.
(Job 19:25-26)
 
Introducción:
Durante buena parte de mi vida compartí la perspectiva de aquellos que claman contra Dios por permitir el Sufrimiento. No podía encontrar ninguna manera de justificar un mundo tan tóxico como este.
Sin embargo, al visitar personas cuyo dolor era mucho mayor que el mío, me sorprendí de sus efectos. Al parecer, el Sufrimiento podía actuar reforzando la FE o, de los contrario, sembrando dudas.
Mi enojo en cuanto al dolor ha desaparecido principalmente por una razón: Conocía Dios. ÉL me ha dado gozo, amor, felicidad y bondad. Me brinda FE en una Persona, una FE tan sólida que no hay ningún grado de Sufrimiento que pueda erosionarla.
Veamos como este varón de Dios paso estas circunstancias de dolor y sufrimientos, sin conocer las causas de sus padecimientos, pero confiaba en Dios y su redención.

1.      La Gracia De Dios Sobre La Vida:

Aun con todo lo que derramó sobre su víctima, Satanás no pudo quebrar la comunión de Job con Dios. No pudo moverlo, ni haciéndole perder riqueza, familiar o salud. Pero el enemigo siempre se reserva una sorpresa. Y como muchas veces sucede, la sorpresa del enemigo en este caso fueron ciertos creyentes.
Satanás envió tres creyentes para consolar a Job. Vinieron armados de la verdad; conocían bien la doctrina. Pero el padre de las mentiras no tenía que temer a la verdad en esta ocasión porque sabía que estos hombres no la envolverán con la gracia.
Satanás odia la gracia. Y con buena razón. El estándar absoluto de Dios es la verdad. Nadie podría alcanzar ese estándar si no fuera por la gracia. La gracia viene a ser todo lo que Dios puede hacer por el hombre debido a la obra de Cristo en la cruz.
Sólo por gracia puede el ser humano tener una relación con Dios. Lo peor, desde el punto de vista de Satanás, es que la gracia da toda la gloria a Dios porque la gracia sólo puede ser recibida, nunca ganada, nunca merecida.

Jesucristo exhibió la gloria de Dios por la plenitud de la gracia y la verdad en perfecto equilibrio en Su vida (Jn. 1:14).
Cuando la gracia, que viene de la plenitud del Espíritu Santo y la verdad, que viene del estudio de la Palabra, están equilibradas en nuestra vida, recibimos poder para servir; somos embajadores eficaces de Cristo. Cuando están desequilibradas, servimos a alguien que no es Cristo.

“Y tres amigos de Job[1], Elifaz[2] temanita, Bildad[3] súbita, y Zofar[4] naamatita, luego que oyeron todo este mal que le había sobrevenido, vinieron cada uno de su lugar; porque habían convenido en venir juntos para condolerse de él y para consolarlo. Los cuales, alzando los ojos desde lejos, no lo conocieron, y lloraron a gritos; y cada uno de ellos rasgó su manto, y los tres esparcieron polvo sobre sus cabezas hacia el cielo. Así se sentaron con él en tierra por siete días y siete noches, y ninguno le hablaba palabra, porque veían que su dolor era muy grande”. (Job 2:11-13)

Estos tres amigos eran príncipes, hombres influyentes. Parece ser que sentían algo de simpatía y compasión por Job y se pusieron de acuerdo para ir y confortarlo. Sus motivos eran buenos.
Siguiendo la costumbre, se sentaron y guardaron silencio, esperando que su anfitrión fuera el primero en hablar. Job no dice palabra durante siete días. Su dolor, agonía, sufrimiento y ansiedad son tan intensos que tiene miedo de abrir la boca.
Es bueno que aprendamos a cerrar la boca, sellar nuestros labios porque una vez que algo ha sido dicho no se puede retractar. Job tiene una batalla tan tremenda en su alma que por dentro hierve, y sella su boca por miedo a que si la abre, de ella saldrá un chorro de cosas indebidas. Hay mucha ira y amargura dentro de Job y más adelante las exterioriza. Pero en este momento guarda silencio.
Pasados siete días, Job habla. Entonces sus amigos también rompen el silencio y resulta claro que habiendo venido para alentar a Job no tienen palabras de aliento para él.
Desde este momento en adelante, los tres amigos de Job empiezan a bombardearlo con lo que saben y con lo que ellos creen que le está pasando. Ni siquiera pueden ponerse de acuerdo entre ellos, excepto en una cosa: que ellos tienen razón y que Job está equivocado. Desde el capítulo 3 hasta el 32 juzgan, acusan, y debaten con Job. En todo este tiempo no pronuncian ni una palabra de consuelo, de apoyo, de aliento, simpatía o compasión.

2.      Los Errores En Los Creyentes:

El creyente equivocado puede hacer más daño con su verdad que Satanás con sus mentiras. Es muy fácil tergiversar y caer en malas acciones a pesar de tener buenas intenciones.
Estos tres amigos de Job son creyentes; son hombres brillantes que tienen una comprensión profunda de la doctrina. Pero están sirviendo a los propósitos de Satanás. Atacando a Job con la lógica de que si está sufriendo es porque ha pecado, logran lo que todas las demás tragedias no pudieron lograr. Consiguen que Job altere su comunión con Dios y se desvíe de Su plan.

Sufrimiento:

No hay manera de quitar el dolor al sufrimiento. La tarea de la fe no es quitar el dolor, sino darnos la fuerza para soportarlo; sólo en la debilidad podemos ver revelada la suficiencia de Dios (2 Cor. 2:16, 3:5, 12:9, 10). El sufrimiento es parte del plan de Dios para Sus hijos. La fe refinada por el fuego hace que Jesucristo sea real para nosotros y hasta serlo no podemos hacer que sea real para nadie más. Así que, si queremos crecer en la vida espiritual, sufriremos.
Hay cierto paralelo entre las cinco etapas de crecimiento espiritual y las cinco etapas de sufrimiento bosquejadas en 1 Pedro.
1. Prueba y tentación (1 Pedro 1:6, 7).
Las primeras pruebas que tenemos que dominar como niños creyentes son por lo general las pruebas y las tentaciones de la vida diaria. La cuestión es cómo encaramos las irritaciones cotidianas, las pequeñeces que no andan bien, las exasperaciones que son el resultado natural de vivir en el mundo y en comunidad. Cada vez que encaramos una prueba enfrentamos también una tentación; la de reaccionar con nuestros sentimientos y razonamiento humano, valemos del abastecimiento humano, encarar lo que tenemos por delante con cualquier cosa excepto la fe.
2. Sufrimiento inmerecido (1 Pedro 2:19).
La próxima prueba, que sucede tarde o temprano a todo creyente adolescente, es cómo reaccionamos al sufrimiento inmerecido. ¿Podemos soportar silenciosamente la calumnia, la injusticia, la incomprensión, sin venganzas o represalias, sin ceder a pecados de actitud mental? En el matrimonio, en las amistades, en las relaciones de trabajo seremos probados en este aspecto una y otra vez. Cuando alguien menos capaz recibe la promoción que nosotros merecíamos, cuando nuestra reputación se ve comprometida por las mentiras de alguien, ¿nos defenderemos, o dejaremos que Dios nos defienda?
3. El sufrimiento por causa de la justicia (1 Pedro 3:14, 15).
Sufrir por algo que no hicimos es una cosa, pero sufrir por el bien que hemos hecho es otra. Al sufrir por causa de la justicia puede que nos entreguemos corazón y espíritu a un ministerio para luego ser acusado de una falsa motivación. Puede ser que nos demos de lleno a enseñar una clase de escuela dominical y después, porque hay celos y resentimientos, se nos quita el puesto. Este tipo de sufrimiento tarde o temprano sucederá al creyente maduro cuyo servicio empieza a tener un impacto en su mundo. La cuestión es ésta: ¿Podemos permanecer enfocados en Jesucristo o permitiremos que nuestro dolor nos amargue?
4. Compartir los sufrimientos de Cristo (1 Pedro 4: 12, 13).
¿Por qué sufrió Cristo? Sufrió para acercarnos a Dios; se sacrificó a Sí mismo para que tuviéramos vida. Compartir el sufrimiento de Jesucristo significa que nos hemos desplazado a un ministerio eficaz donde constantemente hacemos sacrificios y constantemente recibimos ataques y oposición porque estamos cumpliendo la causa continua de Cristo, o sea, evangelizando a los perdidos y edificando a los creyentes por medio del aliento y la enseñanza de la Biblia. Ya que Satanás es el dios de este mundo, el príncipe de los poderes de las tinieblas, utilizará todas las fuerzas a su disposición para que los creyentes no promuevan a Jesucristo.
No le importa si nos promovemos a nosotros mismos, pero detesta cuando nuestro centro es Cristo, cuando lo único que nos importa es que cuando los demás nos miran vean a Jesucristo y se sientan motivados a crecer en la gracia y conocimiento de Él. Cuando empieza a suceder esto, Satanás comienza a sentirse amenazado.
Cuando nos movemos en el área de compartir los sufrimientos de Jesucristo, nos convertimos en héroes de la fe.
5. Ataque personal satánico (1 Pedro 5:8).
Si avanzamos lo suficiente (y unos pocos lo han logrado en el curso de la historia), llegará la hora cuando tendremos que enfrentar un ataque satánico personal. Sabemos que Satanás ataca a todos los creyentes y trata de impedir su crecimiento y el plan de Dios en su vida, pero también sabemos que no es omnipresente. Satanás sólo puede estar en un lugar a la vez. Tiene bastantes demonios para asignar a los creyentes comunes, pero se guarda algunos trabajos para realizarlos él mismo. Cuando anda como león rugiente buscando a quien devorar ¿qué clase de personas busca? Personas como Job, personas como Pedro, como Pablo. Las personas que empiezan a tener un impacto histórico personal inevitablemente serán atacadas por Satanás. ¿Qué sucede en ese caso? No es nada lindo. Job empieza a sentir lástima de sí mismo bajo el ataque de sus amigos; Pedro niega al Señor. Cuando el creyente es zarandeado por Satanás, no parecerá gran cosa al mundo, pero lo que piensa el mundo no importa porque el campeón del cristiano es Dios.

Hay un principio que aprender aquí: No creamos que porque alguien sufre se debe a que ha hecho algo malo. Este razonamiento es infantil. La Biblia da más razones por las cuales sufrimos que nada tienen que ver con el pecado, y la Biblia menciona pocas razones del sufrimiento como resultado del pecado.
Los discípulos aprenden esto en Juan 9. Un día caminaban con el Señor cuando vieron a un hombre ciego de nacimiento. Inmediatamente se les ocurre una pregunta teológica y le preguntan a Jesús quién pecó para causar la ceguera, tenía que ser un pecado de él y o de sus padres.
Según ellos, o los padres habían pecado, lo que causó que el niño naciera ciego; o Dios sabía que un día comete algún pecado terrible, por lo que nació ciego como una especie de juicio por anticipado.

Hay gente a la que le encanta dedicarse a asuntos teológicos, pero no tienen ningún interés o amor por las personas. Los amigos de Job se dedicaron a su disputa teológica, pero no se preocuparon mucho de Job.
A los discípulos no les preocupaba tanto la situación del hombre como persona, sino las implicaciones de su situación. Para ellos el hombre era un detalle; mientras que la cuestión teológica, la doctrina correcta era lo que importaba.
Era claro que para Jesucristo lo más importante era el hombre. Para él había venido a morir en la cruz. Así que a la pregunta de ellos, el Señor les dice que ni el hombre ni sus padres pecaron, como para causar este mal. Les dijo que la ceguera del ciego nada tenía que ver con el pecado, pero sí tenía mucho que ver con el hecho de que este ciego había sido escogido por Dios en la eternidad para traer este día gloria al Señor Jesucristo por medio de su ceguera.

Imaginémonos estar en el lugar de este hombre, habiendo sido ciegos toda nuestra vida, habiendo orado pidiendo ser sencillamente normales, habiéndonos preguntado una y mil veces: "¿Por qué a mí?". Un día oímos pasos que se acercan y alguien susurra en nuestro oído:

"¡Viene el Hijo de David!":
-      Primero escuchamos la arrogante pregunta de los discípulos y sabemos que todo el mundo nos está mirando, especulando sobre las cosas terribles que habremos hecho para merecer esto.
-      Y luego oímos Su voz y las palabras más gloriosas que hemos escuchado en nuestra vida: "Este hombre nació ciego para que yo sea glorificado. Ha soportado 40 años de ceguera para que yo fuera honrado". Estas palabras acaso ¿No harían que todos los sufrimientos y todos los desprecios que hemos sufrido fueran como nada? Así fue con Job.

“Yo sé que mi Redentor[5] vive, y al fin se llevan tara sobre el polvo; y después de deshecha esta mi piel, en mi carne he de vera Dios[6].
(Job 19:25, 26)

Entre el capítulo 3, donde Job rompe el silencio maldiciendo el día que nació, y el capítulo 38, donde el Señor contesta a Job desde un torbellino, este hombre de Dios tuvo sus altibajos. La proverbial "paciencia de Job" ha sido exagerada. Job sí apartó sus ojos del Señor y también perdió su perspectiva.
Pero en medio de todo, Job mantiene la convicción de que su Redentor vive. Sabe que alguien tiene que mediar entre el Dios santo y el hombre pecador, y sabe que quien lo haga tiene que ser uno igual a Dios y al hombre (Job 9:32, 22). Tiene confianza de que Dios proveerá. Entre tanto, expresa su disposición de servir a Dios venga lo que venga. "He aquí, aunque él me matare, en él esperaré" (Job 13:15).

3.      Dios Responde A Job:

Cuando Dios por último rompe su silencio (Job 38-41), no le dice: "Mira Job, déjame explicarte por qué te pasó todo esto y cómo estuvo el asunto". No.
Dios le dice algo así: "Job, ¿puedes tú comprender cómo llega la mañana? ¿Puedes ordenar que aparezca el amanecer? ¿Puedes separar la luz de la oscuridad? ¿Puedes entender cómo vuela el águila? ¿Puedes explicar el vuelo del gavilán? Si puedes, si entiendes todas estas cosas puedes tomar mi lugar. ¿O me vas a atacar simplemente para justificarte a ti mismo? ¿Yo tengo mis razones por lo que hago, y aceptas como un hombre lo que yo permito que suceda?".
Y entonces Job se pone de pie y se sacude las cenizas y reconoce que no lo sabe todo (Job 42:1-6). Decide dejar que Dios sea Dios. No fue sino mucho tiempo después de que Job muriera que comenzó a verse la magnitud de su impacto histórico sobre el mundo. Dios tuvo Sus razones al permitir el sufrimiento de Job.

El Señor Dios Todopoderoso, observando a todos los seres humanos...dijo: "Job será el próximo campo de batalla en la guerra invisible. Permitiré que todas las fuerzas del enemigo lo ataquen. Le daré fuerza y lo sostendré en su dolor y su desastre.
Será visto, por hombres y ángeles y demonios, que la vida espiritual del trono de los cielos basta para atraer el alma. En un mundo donde la prosperidad y el lujo son las metas de los más grandes esfuerzos, donde la salud y felicidad personal es el objeto de la mayoría de las oraciones, donde el compañerismo de nuestros seres queridos es el mejor compañerismo, permitiré que el enemigo quite las manadas y el ganado. Permitiré que mueran sus hijos y sus hijas. Dejaré que su cuerpo sea atacado por la plaga y torturado por el dolor.
Dejaré que su esposa lo abandone y se ponga del lado del enemigo. Enviaré a sus amigos para que le den el consejo de la desesperación. Será llevado a la peor desolación humana y todavía permanecerá sentado intransigente, imperturbable, firme con sus ojos puestos en cosas eternas y su mente consciente de las realidades más allá de lo que puede abarcar la visión humana. Comprenderá que no hay voluntad que puede competir con la voluntad de Dios. Y como resultado de esta batalla no sólo será él vindicado en su firme resolución, sino que también será un consuelo a miles y miles de almas en los siglos venideros y a Satanás le será dado un bocado de polvo".
(Barnhouse, The Invisible War, 141).

La Buena Batalla De La Fe:

Libramos una batalla espiritual. Cuanto más comprendamos la naturaleza espiritual de este conflicto, más fácil nos será sobrellevarlo. La lucha espiritual es peor que cualquier otro tipo de lucha. Tenemos que luchar en el área de los pensamientos y los sentimientos. Somos atacados constantemente con información conflictiva (no hay nada tan confuso como el ámbito espiritual) y sin embargo es de esperar no sólo que subsistamos, sino que funcionemos. En la batalla espiritual tenemos:
Enemigos espirituales (Ef. 6:12).
Armas espirituales (2 Cor. 10:4; Ef. 6:17b),
Armadura espiritual (Ef. 6:11-17a).
Estrategia espiritual (1 Sam. 17:47).
Victoria espiritual (2 Cor. 2:14).
Recompensa espiritual (2 Tim. 4:8).

¿Por qué es la buena batalla?
1. Es la buena batalla porque la dirige el Hombre más noble y más honorable que jamás haya vivido. Es la buena batalla porque es la causa de Jesucristo.
2. Es la buena batalla porque Su victoria es la victoria de la cruz, donde el que es perfecto dio Su vida como sacrificio por el ser humano imperfecto.
3. Es la buena batalla porque es una batalla por el alma de los hombres.
4. Es la buena batalla porque es contra Satanás.
5. Es la buena batalla porque se libra con el amor de Dios, lo cual es la motivación más noble del universo.

Concluimos:

El Señor se identifica con Job, y aun en nuestros dolores en el cual es el proceso natural mientras estemos en esta vida por causa del pecado de nuestros primeros padres que afectó a la raza humana y aun a la creación. Jesús se sintió dolido, sangro, clamó y sufrió [ahora el sufrimiento no es porque usted no diezma, o está en pecado es el proceso natural del hombre].
Ha dignificado para la Eternidad a todos los que Sufren al haber experimentado los mismos que ellos. Pero un día, reunirá los ejércitos del cielo y los enviará para derrotar completamente a los enemigos de Dios. El mundo verá un último y aterrador período de Sufrimiento antes de que se produzca la victoria final.
Entonces, el Señor creará para nosotros un mundo nuevo e increíble y ya no habrá más dolor, ni sufrimientos (Lea Apocalipsis 19:11-22:6).

EL SUFRIMIENTO NOS PONDRÁ EN CONTRA DE DIOS[6] O NOS ACERCARÁ A ÉL:

___________
Notas y Bibliografía:
[1] H347 אִיּוֹב = Iyob: de H340 odiado (i.e. perseguido); Iyob, patriarca famoso por su paciencia:- Job.
[2] H464 אֱלִיפַז = Elifaz: de H410 y H6337; Dios de oro; Elifaz, nombre de uno de los amigos de Job y de un hijo de Esaú:- Elifaz.
[3] H1085 בִּלְדַּד = Bildad: de derivación incierta; Bildad, uno de los amigos de Job:- Bildad.
[4] H6691 צוֹפַר = Tsofár: de H6852; partir; Tsofar, amigo de Job:- Zofar. (Strong).
[5] gaal = (גָּאַל, H1350), «redimir, liberar, vengar, asumir responsabilidad de pariente». Este grupo semántico se usa unas 90 veces, sobre todo en el Pentateuco, Salmo s, Isaías y Rut. La raíz parece ser casi exclusivamente hebrea, ya que el único cognado que se conoce es un nombre propio amorreo.
La primera cita en que se encuentra goel es Génesis 48:16 (rva): «El Ángel que me redime [Jacob] de todo mal»; en este caso «redimir» quiere decir «liberar». Se usa básicamente para referirse a la liberación de personas y propiedades vendidas para cancelar deudas, como se puede ver en Levíticos 25:25 (rva): «Si tu hermano se empobrece y vende algo de su posesión, vendrá su pariente más cercano y rescatará lo que su hermano haya vendido». Si consigue los recursos para hacerlo, la misma persona puede efectuar la «redención» (Lv.25:26). Por otro lado, un hombre empobrecido puede venderse a sí mismo a otro israelita (Lv.25:39) o a algún extranjero que morase en Israel (Lv.25:47). Quien tenía la responsabilidad de «redimir» era el pariente más cercano: hermano, tío, primo o el pariente varón más próximo (Lv.25:25; 25:48-49). La persona (pariente) que «redimía» al que estaba en dificultades económicas se conocía como «pariente redentor». Esta es la idea implícita en Rut 2:20. En Deut.19:6 el redentor lleva el nombre de «vengador de la sangre» o «vengador» y tenía la responsabilidad de ejecutar al homicida de su pariente. El verbo aparece 12 veces con este significado (p. ej., Núm.35:12; 35:19; 35:21; 35:24; 35:27). (VINE).
[6] H433 אֱלוֹהַּ = elóaj: rara vez (abreviación) אֱלֹהַּ = elóaj; probablemente prolongado (enfáticamente) de H410; una deidad o la Deidad:- Dios, dios. Véase H430. (Strong).
-   e-Sword-the. LEDD.
-   Gene Cunningham. Las Bases de la Fe.
-   Pastor: Carlos Ramírez Jiménez. 23//09//2016.



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