Job
Confía En Que Dios Lo Justificará:
(Victoria, Gracia y Verdad)
(Job 2:11-13; 19:25, 26)
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
“Yo sé que mi Redentor
vive, Y al fin se levantará sobre el polvo;… Y después de deshecha esta mi piel, En mi carne he de ver a Dios”.
(Job
19:25-26)
Introducción:
Durante buena
parte de mi vida compartí la perspectiva de aquellos que claman contra Dios por
permitir el Sufrimiento. No podía encontrar ninguna manera de justificar un
mundo tan tóxico como este.
Sin embargo, al visitar personas cuyo
dolor era mucho mayor que el mío, me sorprendí de sus efectos. Al parecer, el
Sufrimiento podía actuar reforzando la FE o, de los contrario, sembrando dudas.
Mi enojo en cuanto al dolor ha
desaparecido principalmente por una razón: Conocía Dios. ÉL me ha dado gozo, amor,
felicidad y bondad. Me brinda FE en una Persona, una FE tan sólida que no hay
ningún grado de Sufrimiento que pueda erosionarla.
Veamos como este varón de Dios paso
estas circunstancias de dolor y sufrimientos, sin conocer las causas de sus
padecimientos, pero confiaba en Dios y su redención.
1. La Gracia De Dios Sobre La Vida:
Aun con todo lo
que derramó sobre su víctima, Satanás no pudo quebrar la comunión de Job con
Dios. No pudo moverlo, ni haciéndole perder riqueza, familiar o salud. Pero el
enemigo siempre se reserva una sorpresa. Y como muchas veces sucede, la
sorpresa del enemigo en este caso fueron ciertos creyentes.
Satanás
envió tres creyentes para consolar a Job. Vinieron armados de la verdad;
conocían bien la doctrina. Pero el padre de las mentiras no tenía que temer a
la verdad en esta ocasión porque sabía que estos hombres no la envolverán con
la gracia.
Satanás
odia la gracia. Y con buena razón. El estándar absoluto de Dios es la
verdad. Nadie podría alcanzar ese estándar si no fuera por la gracia. La gracia
viene a ser todo lo que Dios puede hacer por el hombre debido a la obra de
Cristo en la cruz.
Sólo
por gracia puede el ser humano tener una relación con Dios. Lo peor, desde
el punto de vista de Satanás, es que la gracia da toda la gloria a Dios porque
la gracia sólo puede ser recibida, nunca ganada, nunca merecida.
Jesucristo exhibió la gloria de Dios por
la plenitud de la gracia y la verdad en perfecto equilibrio en Su
vida (Jn. 1:14).
Cuando la gracia, que viene de la
plenitud del Espíritu Santo y la verdad, que viene del estudio de la Palabra,
están equilibradas en nuestra vida, recibimos poder para servir; somos embajadores
eficaces de Cristo. Cuando están desequilibradas, servimos a alguien que no es
Cristo.
“Y tres amigos de Job[1], Elifaz[2] temanita,
Bildad[3] súbita,
y Zofar[4] naamatita,
luego que oyeron todo este mal que le había sobrevenido, vinieron cada uno de
su lugar; porque habían convenido en venir juntos para condolerse de él y para consolarlo.
Los cuales, alzando los ojos desde lejos, no lo conocieron, y lloraron a gritos;
y cada uno de ellos rasgó su manto, y los tres esparcieron polvo sobre sus
cabezas hacia el cielo. Así se sentaron con él en tierra por siete días y siete
noches, y ninguno le hablaba palabra, porque veían que su dolor era muy grande”. (Job 2:11-13)
Estos
tres amigos eran príncipes, hombres influyentes. Parece ser que
sentían algo de simpatía y compasión por Job y se pusieron de acuerdo para ir y
confortarlo. Sus motivos eran buenos.
Siguiendo la costumbre, se sentaron y
guardaron silencio, esperando que su anfitrión fuera el primero en hablar. Job
no dice palabra durante siete días. Su dolor, agonía, sufrimiento y ansiedad
son tan intensos que tiene miedo de abrir la boca.
Es bueno que aprendamos a cerrar la
boca, sellar nuestros labios porque una vez que algo ha sido dicho no se puede
retractar. Job tiene una batalla tan tremenda en su alma que por dentro hierve,
y sella su boca por miedo a que si la abre, de ella saldrá un chorro de cosas indebidas.
Hay mucha ira y amargura dentro de Job y más adelante las exterioriza. Pero
en este momento guarda silencio.
Pasados
siete días, Job habla. Entonces sus amigos también rompen el silencio y
resulta claro que habiendo venido para alentar a Job no tienen palabras de
aliento para él.
Desde este momento en adelante, los tres
amigos de Job empiezan a bombardearlo con lo que saben y con lo que ellos creen
que le está pasando. Ni siquiera pueden ponerse de acuerdo entre ellos, excepto
en una cosa:
que ellos tienen razón y que Job está equivocado. Desde el capítulo
3 hasta el 32 juzgan, acusan, y debaten con Job. En todo este tiempo no
pronuncian ni una palabra de consuelo, de apoyo, de aliento, simpatía o
compasión.
2. Los Errores En Los Creyentes:
El creyente equivocado puede hacer más
daño con su verdad que Satanás con sus mentiras. Es muy fácil tergiversar y
caer en malas acciones a pesar de tener buenas intenciones.
Estos tres amigos de Job son creyentes;
son hombres brillantes que tienen una comprensión profunda de la doctrina. Pero
están sirviendo a los propósitos de Satanás. Atacando a Job con la lógica de que
si está sufriendo es porque ha pecado, logran lo que todas las demás tragedias
no pudieron lograr. Consiguen que Job altere su comunión con Dios y se desvíe
de Su plan.
Sufrimiento:
No hay manera de quitar el dolor al sufrimiento. La tarea de la
fe no es quitar el dolor, sino darnos la fuerza para soportarlo; sólo en la debilidad
podemos ver revelada la suficiencia de Dios (2 Cor. 2:16, 3:5,
12:9, 10). El sufrimiento es parte del plan de
Dios para Sus hijos. La fe refinada por el fuego hace que Jesucristo sea real
para nosotros y hasta serlo no podemos hacer que sea real para nadie más. Así
que, si queremos crecer en la vida espiritual, sufriremos.
Hay cierto paralelo entre las cinco etapas de crecimiento espiritual
y las cinco etapas de sufrimiento bosquejadas en 1 Pedro.
1. Prueba y
tentación (1 Pedro 1:6, 7).
Las primeras pruebas que tenemos que dominar como niños creyentes
son por lo general las pruebas y las tentaciones de la vida diaria. La cuestión
es cómo encaramos las irritaciones cotidianas, las pequeñeces que no andan bien,
las exasperaciones que son el resultado natural de vivir en el mundo y en
comunidad. Cada vez que encaramos una prueba enfrentamos también una tentación;
la de reaccionar con nuestros sentimientos y razonamiento humano, valemos del
abastecimiento humano, encarar lo que tenemos por delante con cualquier cosa excepto
la fe.
2. Sufrimiento
inmerecido (1 Pedro 2:19).
La próxima prueba, que sucede tarde o temprano a todo creyente
adolescente, es cómo reaccionamos al sufrimiento inmerecido. ¿Podemos soportar silenciosamente
la calumnia, la injusticia, la incomprensión, sin venganzas o represalias, sin
ceder a pecados de actitud mental? En el matrimonio, en las amistades, en las
relaciones de trabajo seremos probados en este aspecto una y otra vez. Cuando
alguien menos capaz recibe la promoción que nosotros merecíamos, cuando nuestra
reputación se ve comprometida por las mentiras de alguien, ¿nos defenderemos, o
dejaremos que Dios nos defienda?
3. El
sufrimiento por causa de la justicia (1 Pedro 3:14, 15).
Sufrir por algo que no hicimos es una cosa, pero sufrir por el
bien que hemos hecho es otra. Al sufrir por causa de la justicia puede que nos
entreguemos corazón y espíritu a un ministerio para luego ser acusado de una
falsa motivación. Puede ser que nos demos de lleno a enseñar una clase de escuela
dominical y después, porque hay celos y resentimientos, se nos quita el puesto.
Este tipo de sufrimiento tarde o temprano sucederá al creyente maduro cuyo servicio
empieza a tener un impacto en su mundo. La cuestión es ésta: ¿Podemos permanecer
enfocados en Jesucristo o permitiremos que nuestro dolor nos amargue?
4. Compartir los
sufrimientos de Cristo (1 Pedro 4: 12, 13).
¿Por qué sufrió Cristo? Sufrió para acercarnos a Dios; se sacrificó
a Sí mismo para que tuviéramos vida. Compartir el sufrimiento de Jesucristo
significa que nos hemos desplazado a un ministerio eficaz donde constantemente
hacemos sacrificios y constantemente recibimos ataques y oposición porque
estamos cumpliendo la causa continua de Cristo, o sea, evangelizando a los perdidos
y edificando a los creyentes por medio del aliento y la enseñanza de la Biblia.
Ya que Satanás es el dios de este mundo, el príncipe de los poderes de las
tinieblas, utilizará todas las fuerzas a su disposición para que los creyentes
no promuevan a Jesucristo.
No le importa si nos promovemos a nosotros mismos, pero detesta cuando
nuestro centro es Cristo, cuando lo único que nos importa es que cuando los
demás nos miran vean a Jesucristo y se sientan motivados a crecer en la gracia
y conocimiento de Él. Cuando empieza a suceder esto, Satanás comienza a
sentirse amenazado.
Cuando nos movemos en el área de compartir los sufrimientos de Jesucristo,
nos convertimos en héroes de la fe.
5. Ataque personal
satánico (1 Pedro 5:8).
Si avanzamos lo suficiente (y unos pocos lo han logrado en el
curso de la historia), llegará la hora cuando tendremos que enfrentar un ataque
satánico personal. Sabemos que Satanás ataca a todos los creyentes y trata de
impedir su crecimiento y el plan de Dios en su vida, pero también sabemos que
no es omnipresente. Satanás sólo puede estar en un lugar a la vez. Tiene bastantes
demonios para asignar a los creyentes comunes, pero se guarda algunos trabajos
para realizarlos él mismo. Cuando anda como león rugiente buscando a quien
devorar ¿qué clase de personas busca? Personas como Job, personas como Pedro,
como Pablo. Las personas que empiezan a tener un impacto histórico personal
inevitablemente serán atacadas por Satanás. ¿Qué sucede en ese caso? No es nada
lindo. Job empieza a sentir lástima de sí mismo bajo el ataque de sus amigos; Pedro
niega al Señor. Cuando el creyente es zarandeado por Satanás, no parecerá gran
cosa al mundo, pero lo que piensa el mundo no importa porque el campeón del
cristiano es Dios.
Hay
un principio que aprender aquí: No creamos que porque alguien sufre se
debe a que ha hecho algo malo. Este razonamiento es infantil. La Biblia da más
razones por las cuales sufrimos que nada tienen que ver con el pecado, y la Biblia
menciona pocas razones del sufrimiento como resultado del pecado.
Los
discípulos aprenden esto en Juan 9. Un día caminaban con el Señor cuando
vieron a un hombre ciego de nacimiento. Inmediatamente se les ocurre una
pregunta teológica y le preguntan a Jesús quién pecó para causar la ceguera,
tenía que ser un pecado de él y o de sus padres.
Según ellos, o los padres habían pecado,
lo que causó que el niño naciera ciego; o Dios sabía que un día comete algún
pecado terrible, por lo que nació ciego como una especie de juicio por
anticipado.
Hay gente a la que le encanta dedicarse
a asuntos teológicos, pero no tienen ningún interés o amor por las personas.
Los amigos de Job se dedicaron a su disputa teológica, pero no se preocuparon
mucho de Job.
A los discípulos no les preocupaba tanto
la situación del hombre como persona, sino las implicaciones de su situación.
Para ellos el hombre era un detalle; mientras que la cuestión teológica, la
doctrina correcta era lo que importaba.
Era
claro que para Jesucristo lo más importante era el hombre. Para él había
venido a morir en la cruz. Así que a la pregunta de ellos, el Señor les dice
que ni el hombre ni sus padres pecaron, como para causar este mal. Les dijo que
la ceguera del ciego nada tenía que ver con el pecado, pero sí tenía mucho que
ver con el hecho de que este ciego había sido escogido por Dios en la eternidad
para traer este día gloria al Señor Jesucristo por medio de su ceguera.
Imaginémonos estar en el lugar de este
hombre, habiendo sido ciegos toda nuestra vida, habiendo orado pidiendo ser
sencillamente normales, habiéndonos preguntado una y mil veces: "¿Por
qué a mí?". Un día oímos pasos que se acercan y alguien susurra
en nuestro oído:
"¡Viene
el Hijo de David!":
- Primero escuchamos
la arrogante pregunta de los discípulos y sabemos que todo el mundo nos está
mirando, especulando sobre las cosas terribles que habremos hecho para merecer esto.
- Y luego oímos Su
voz y las palabras más gloriosas que hemos escuchado en nuestra vida: "Este
hombre nació ciego para que yo sea glorificado. Ha soportado 40 años de ceguera
para que yo fuera honrado". Estas palabras acaso ¿No harían que
todos los sufrimientos y todos los desprecios que hemos sufrido fueran como
nada? Así fue con Job.
“Yo sé que mi Redentor[5] vive, y al fin se llevan tara sobre
el polvo; y después de deshecha esta mi piel, en mi carne he de vera Dios[6]”.
(Job 19:25, 26)
Entre el capítulo 3, donde Job rompe el
silencio maldiciendo el día que nació, y el capítulo 38, donde el Señor
contesta a Job desde un torbellino, este hombre de Dios tuvo sus altibajos. La
proverbial "paciencia
de Job" ha sido exagerada. Job sí apartó sus ojos del Señor y también
perdió su perspectiva.
Pero en medio de todo, Job mantiene la
convicción de que su Redentor vive. Sabe que alguien tiene que mediar entre el
Dios santo y el hombre pecador, y sabe que quien lo haga tiene que ser uno
igual a Dios y al hombre (Job 9:32, 22). Tiene confianza de que Dios proveerá.
Entre tanto, expresa su disposición de servir a Dios venga lo que venga. "He aquí,
aunque él me matare, en él esperaré" (Job 13:15).
Cuando Dios por último rompe su silencio
(Job 38-41), no le dice: "Mira Job, déjame explicarte por qué te pasó todo
esto y cómo estuvo el asunto". No.
Dios le dice algo así: "Job, ¿puedes tú comprender cómo
llega la mañana? ¿Puedes ordenar que aparezca el amanecer? ¿Puedes separar la
luz de la oscuridad? ¿Puedes entender cómo vuela el águila? ¿Puedes explicar el
vuelo del gavilán? Si puedes, si entiendes todas estas cosas puedes tomar mi
lugar. ¿O me vas a atacar simplemente para justificarte a ti mismo? ¿Yo tengo
mis razones por lo que hago, y aceptas como un hombre lo que yo permito que
suceda?".
Y entonces Job se pone de pie y se
sacude las cenizas y reconoce que no lo sabe todo (Job 42:1-6). Decide dejar
que Dios sea Dios. No fue sino mucho tiempo después de que Job muriera que
comenzó a verse la magnitud de su impacto histórico sobre el mundo. Dios tuvo
Sus razones al permitir el sufrimiento de Job.
El
Señor Dios Todopoderoso, observando a todos los seres humanos...dijo: "Job será el próximo
campo de batalla en la guerra invisible. Permitiré que todas las fuerzas del
enemigo lo ataquen. Le daré fuerza y lo sostendré en su dolor y su desastre.
Será visto, por
hombres y ángeles y demonios, que la vida espiritual del trono de los cielos basta
para atraer el alma. En un mundo donde la prosperidad y el lujo son las metas
de los más grandes esfuerzos, donde la salud y felicidad personal es el objeto
de la mayoría de las oraciones, donde el compañerismo de nuestros seres
queridos es el mejor compañerismo, permitiré que el enemigo quite las manadas y
el ganado. Permitiré que mueran sus hijos y sus hijas. Dejaré que su cuerpo sea
atacado por la plaga y torturado por el dolor.
Dejaré que su esposa
lo abandone y se ponga del lado del enemigo. Enviaré a sus amigos para que le
den el consejo de la desesperación. Será llevado a la peor desolación humana y
todavía permanecerá sentado intransigente, imperturbable, firme con sus ojos
puestos en cosas eternas y su mente consciente de las realidades más allá de lo
que puede abarcar la visión humana. Comprenderá que no hay voluntad que puede
competir con la voluntad de Dios. Y como resultado de esta batalla no sólo será
él vindicado en su firme resolución, sino que también será un consuelo a miles
y miles de almas en los siglos venideros y a Satanás le será dado un bocado de
polvo".
(Barnhouse, The Invisible War, 141).
La Buena Batalla
De La Fe:
Libramos una batalla
espiritual. Cuanto más comprendamos la naturaleza espiritual de este conflicto,
más fácil nos será sobrellevarlo. La lucha espiritual es peor que cualquier
otro tipo de lucha. Tenemos que luchar en el área de los pensamientos y los sentimientos.
Somos atacados constantemente con información conflictiva (no hay nada tan
confuso como el ámbito espiritual) y sin embargo es de esperar no sólo que
subsistamos, sino que funcionemos. En la batalla espiritual tenemos:
• Enemigos espirituales (Ef. 6:12).
• Armas espirituales (2 Cor. 10:4; Ef. 6:17b),
• Armadura espiritual (Ef. 6:11-17a).
• Estrategia espiritual (1 Sam. 17:47).
• Victoria espiritual (2 Cor. 2:14).
• Recompensa espiritual (2 Tim. 4:8).
¿Por qué es la buena batalla?
1. Es la buena batalla
porque la dirige el Hombre más noble y más honorable que jamás haya vivido. Es
la buena batalla porque es la causa de Jesucristo.
2. Es la buena batalla porque Su victoria es la victoria de la cruz, donde
el que es perfecto dio Su vida como sacrificio por el ser humano imperfecto.
3. Es la buena batalla porque
es una batalla por el alma de los hombres.
4. Es la buena batalla porque
es contra Satanás.
5. Es la buena batalla porque
se libra con el amor de Dios, lo cual es la motivación más noble del universo.
Concluimos:
El Señor se identifica con Job, y aun en
nuestros dolores en el cual es el proceso natural mientras estemos en esta vida
por causa del pecado de nuestros primeros padres que afectó a la raza humana y
aun a la creación. Jesús se sintió dolido, sangro, clamó y sufrió [ahora el
sufrimiento no es porque usted no diezma, o está en pecado es el proceso natural
del hombre].
Ha dignificado para la Eternidad a todos
los que Sufren al haber experimentado los mismos que ellos. Pero un día, reunirá los ejércitos del cielo y los enviará para derrotar completamente a los
enemigos de Dios. El mundo verá un último y aterrador período de Sufrimiento
antes de que se produzca la victoria final.
Entonces, el Señor creará para nosotros
un mundo nuevo e increíble… y ya no habrá
más dolor, ni sufrimientos (Lea Apocalipsis 19:11-22:6).
EL SUFRIMIENTO NOS PONDRÁ
EN CONTRA DE DIOS[6] O
NOS ACERCARÁ A ÉL:
___________
Notas y Bibliografía:
[1] H347 אִיּוֹב = Iyob: de
H340 odiado (i.e. perseguido); Iyob, patriarca famoso por su
paciencia:- Job.
[2] H464 אֱלִיפַז = Elifaz:
de H410 y H6337; Dios de oro; Elifaz, nombre de uno de
los amigos de Job y de un hijo de Esaú:- Elifaz.
[3] H1085 בִּלְדַּד = Bildad:
de derivación incierta; Bildad, uno de los amigos de Job:- Bildad.
[4] H6691 צוֹפַר = Tsofár:
de H6852; partir; Tsofar, amigo de Job:- Zofar. (Strong).
[5] gaal = (גָּאַל, H1350), «redimir, liberar, vengar, asumir
responsabilidad de pariente». Este grupo semántico se usa unas 90
veces, sobre todo en el Pentateuco, Salmo s, Isaías y Rut. La raíz parece ser
casi exclusivamente hebrea, ya que el único cognado que se conoce es un nombre
propio amorreo.
La primera cita en que se
encuentra goel es Génesis 48:16 (rva): «El Ángel que me redime [Jacob] de todo
mal»; en este caso «redimir» quiere decir «liberar». Se usa básicamente para
referirse a la liberación de personas y propiedades vendidas para cancelar deudas,
como se puede ver en Levíticos 25:25 (rva): «Si tu hermano se empobrece y vende
algo de su posesión, vendrá su pariente más cercano y rescatará lo que su hermano
haya vendido». Si consigue los recursos para hacerlo, la misma persona puede
efectuar la «redención» (Lv.25:26). Por otro lado, un hombre empobrecido puede
venderse a sí mismo a otro israelita (Lv.25:39) o a algún extranjero que morase
en Israel (Lv.25:47). Quien tenía la responsabilidad de «redimir» era el
pariente más cercano: hermano, tío, primo o el pariente varón más próximo (Lv.25:25;
25:48-49). La persona (pariente) que «redimía» al que estaba en dificultades
económicas se conocía como «pariente redentor». Esta es la idea implícita en
Rut 2:20. En Deut.19:6 el redentor lleva el nombre de «vengador de la sangre» o
«vengador» y tenía la responsabilidad de ejecutar al homicida de su pariente.
El verbo aparece 12 veces con este significado (p. ej., Núm.35:12; 35:19; 35:21;
35:24; 35:27). (VINE).
[6] H433 אֱלוֹהַּ = elóaj: rara vez (abreviación) אֱלֹהַּ =
elóaj; probablemente prolongado
(enfáticamente) de H410; una deidad o la Deidad:- Dios, dios. Véase H430.
(Strong).
- e-Sword-the.
LEDD.
- Gene Cunningham. Las Bases de la Fe.
- Pastor: Carlos Ramírez Jiménez.
23//09//2016.
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