Parte II:
EL DISCURSO SOBRE EL BUEN PASTOR:
(Juan 10:1-42)
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
Parábola Del Redil:
“De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y salteador… Mas el que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es… A éste abre el portero, y las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por nombre, y las saca…”.
(Juan 10:1-3)
La RVA., coloca un punto al fin del v.
14, lo cual establece una ruptura en el flujo del pensamiento del versículo
anterior, dejándolo como una idea independiente. Parece más lógico colocar un
punto y coma en lugar del punto y considerar este versículo como una
descripción del conocimiento mutuo entre el buen pastor y las ovejas; es decir,
es como el conocimiento mutuo, íntimo y personal entre el Padre e Hijo.
Es una ilustración, pero lógicamente no
significa el mismo grado o la misma naturaleza de relación (ver 14:20; 15:10;
17:8, 10, 21). Repite el concepto de poner su vida por las ovejas, pero en el
v. 11 se expresa en tercera persona, mientras que aquí en primera persona
singular. Aquí describe la obediencia desinteresada de parte del Hijo en su
relación con el Padre.
Morris sugiere que quizás Jesús expresa
la parte final del versículo al pensar en el amor que existía antes entre él y
el Padre.
Hemos mencionado el marcado concepto
universal que se encuentra en este Evangelio al usar frecuentemente “mundo”
(ver 1:29; 3:16, 17, 19; 4:42, etc.). La expresión otras ovejas que no son de
este redil (v. 16) recalca aún más el concepto universal. La interpretación más
natural es que redil se refiere al judaísmo y otras ovejas a los gentiles, no a
los judíos en territorios gentiles como algunos sugieren.
Hovey opina que con esta expresión Jesús
responde a la pregunta desdeñosa Deut.7:35 donde los enemigos especulan que él
iba a la dispersión para enseñar a los griegos. Al decir tengo otras ovejas…, Jesús anticipa la conversión de
los gentiles y los consideraba ya parte de su rebaño.
Me es necesario traer emplea el verbo
impersonal dei G1163 que
expresa un deber moral y el verbo traer significa más bien “guiar o conducir”. No los
traería obligados, sino los conduciría suavemente por el Espíritu Santo.
Tampoco lo haría personalmente, excepto a medida que él habitaría en la vida de
sus mensajeros en generaciones venideras.
En la misma manera que las ovejas oyen y
reconocen la voz del buen pastor, y que los verdaderos creyentes oyeron y
obedecieron la voz del buen pastor, así en generaciones siguientes los verdaderos
creyentes oirían y obedecerán las palabras de Jesús pronunciadas por sus
siervos.
El
resultado de este proceso es que así habrá un solo rebaño y un solo pastor. El verbo habrá
es más bien “llegará
a haber”, indicando un proceso. Varias versiones antiguas emplean el
término “redil”
en vez de rebaño, creando confusión y llevando a una interpretación errónea.
Las traducciones pierden el juego en las palabras griegas: mia G3391 poimne G4167, eis G1520 poimen G4166.
Nótese: que hay una coma, no una conjunción, entre
un rebaño, un pastor.
Este pasaje refleja la visión profética
del AT., de que la bendición del Mesías se desbordaría de la nación judía,
alcanzando a las naciones gentiles (ver Génesis 12:1-3; Isaías 52:15; Miq.4:2).
En los Sinópticos esta visión se amplía y se afirma (ver Mateo 8:11; Mateo
13:24-30; 28:19; Lucas 13:29).
Plummer comenta que el reclamo de los
judíos de ser la primera nación para recibir el evangelio se afirma, pero su
reclamo de exclusividad se niega.
El texto del v. 17 dice literalmente “por esta causa me ama…”. La pregunta
natural que surge de este versículo es si el amor del Padre para con el Hijo
depende de su muerte en la cruz. Beasley Murray contesta diciendo: “Este evento
no se presenta naturalmente como el origen de ese amor sino como su
manifestación suprema”. Ciertamente el Padre ama al Hijo por ser su
único, de su misma naturaleza, y por la coexistencia eterna de los dos.
Borchert
evita el problema con esta traducción: “Porque el
Padre me ama, esa es la razón que pongo mi vida”. Notamos: aquí la estrecha relación
entre la muerte y la resurrección del Hijo para la salvación del mundo, la una
no siendo completa sin la otra. él pone su vida con el fin, o propósito (jina
G2443), de volverla a tomar.
La expresión pongo mi vida se repite tres veces (vv. 11, 15, 17), enfatizando
el hecho de que fue por su propia voluntad, en perfecta armonía con la del
Padre.
Morris cita a Strachan y Hoskyns quienes
afirman que en el NT., Jesús nunca se representa como levantándose de la muerte
por su propio poder, sino que es el Padre quien lo levanta, excepto aquí y en
2:19. Sin embargo, hay otros pasajes que indican, o más bien implican, que
Jesús mismo se levanta (ver Marcos 8:31; Lucas 24:7; Hechos 10:41; 17:3; 1 Ts.4:14).
Jesús contempla su muerte y resurrección como un hecho ya realizado, o en el
proceso de realizarse.
Nada es más claro en el NT., que el
hecho de que la muerte de Jesús fue un acto voluntario de su parte. Del punto de
vista de Dios, la cruz no fue un accidente, ni el fruto del odio de los líderes
religiosos, aparte del control y la voluntad divina. Nótese el contraste entre
Nadie y yo (v. 18). Jesús estuvo siempre en control de su vida, aun en la
cruz.
Poder traduce el sustantivo griego que
significa “autoridad,
derecho, libertad, poder, habilidad”. En los escritos juaninos
abundan las referencias al término mandamiento: 11 veces en el Evangelio y 18 en las epístolas.
Toda la vida de Jesús se realizaba bajo la dirección
y en perfecta obediencia de la voluntad, o mandamiento, del Padre. La cruz y
resurrección fueron la culminación gloriosa de una vida obediente al propósito
redentor del Padre.
II.
El Rechazo Final De Los Judíos:
La
Reacción De Los Judíos. Juan 10:19-21:
Las palabras, acciones y obras de Jesús
despertaron no sólo hostilidad y violencia hacia él, de parte de algunos, sino
crearon perplejidad y divisiones entre otros del pueblo. Sin embargo, ni el
pueblo, ni las autoridades religiosas, pudieron ignorarlo.
Fueron obligados a reconocer que
realizaba milagros cual nadie jamás había obrado, pero con todo Jesús no se
conformaba a su expectativa mesiánica, ni a sus costumbres religiosas.
El verbo hubo del v. 19 es más bien “llegó a
suceder” o “surgió” una división, indicando un proceso
que resultó en la división. El término división* traduce scisma G4978, el resultado de una rotura
en dos, como el velo en el templo cuando Jesús fue crucificado. No es la
primera vez que esto sucede y Juan no pierde la oportunidad para mencionarla
(ver 6:52, 60, 66; 7:12, 25 ss.; 8:22; 9:16, 17; 10:19, 24).
Etimología:
*G4978
σχίσμα = sjísma: de G4977;
división o brecha («cisma»), literalmente o figurativamente:- rotura,
desavenencia, disensión, división. (Strong).
La causa explícita de esta división
fueron las palabras de Jesús, especialmente su reclamo de ser el Hijo de Dios
destinado a:
- morir,
y
- luego
resucitar.
Tales
ideas no concordaban con la expectativa de un mesías:
- Tipo
rey militar,
- que
libraría al pueblo del yugo romano.
No pocos de los que formaban una parte
de la división estaban diciendo, o repitiendo, su explicación por el poder con
que Jesús obraba. Todavía tenían en mente la sanidad del hombre nacido ciego.
No podía negarlo, ni ignorarlo. No estando dispuestos a reconocer que procedía
de Dios; la otra alternativa sería que obraba con el poder del demonio, una
acusación que había usado varias veces antes (ver 7:20; 8:48, 52) o tal vez
demente.
Morris comenta que las únicas ocasiones
en los Evangelios cuando se menciona demonio son cuando otros acusan a Jesús, o
cuando él se defiende de esas acusaciones.
La expresión está fuera de sí traduce un
verbo griego que se encuentra solo aquí en Juan y un total de cinco veces en el
NT. Significa “estar
desordenado en sus pensamientos, o incoherente”. Desde que, según
ellos, él tenía un demonio o era incoherente en su hablar, no valía la pena
escucharle. No tomaron en cuenta las evidencias objetivas.
“Os expulsaran de las sinagogas“.
Aunque no sabemos la localidad precisa
de la comunidad a la cual este Evangelio es dirigido, sabemos con certeza que
su comunidad incluía creyentes judíos que habían sido expulsados de las
sinagogas por su fe en Jesús (véase 9:22, 34; 12:42; 16:2).
La sinagoga significaba para ellos más
que solamente un lugar de culto; era el centro social y comunitario para todos
los vecinos.
Ser
expulsado de ella era experimentar la deslocalización de sus vidas. Ellos habían
sido desplazados de su hogar espiritual y se ven reflejadas sus heridas en las
fuertes palabras en contra de los judíos a través del libro.
Tal vez es difícil para nosotros
entender su dolor porque actualmente no hay persecución aguda en los países de
habla castellana, pero al leer cuidadosamente la señal del hombre nacido ciego
(cap. 9) se puede entender mejor esta verdad.
La realidad ahora en muchas partes del
mundo es que las personas son perseguidas, muchas veces hasta la muerte, por su
fe. Se dice que hay más mártires hoy que durante cualquier época de la iglesia.
La realidad de las palabras de Jesús por la
persecución, expulsión y muerte que van a experimentar sus seguidores se ve en
16:3: “Esto
harán, porque no conocen ni al Padre ni a mí”.
III. El Rechazo Final De Los Judíos. Juan
10:22-42.
La otra parte de la división, no tan
atada al legalismo de los fariseos y más dispuesta a reflexionar sobre los
eventos, cuestionaba la explicación de la otra parte. Usan una lógica sencilla
y directa.
Presentan
dos evidencias para defender su posición:
- ni las palabras
de Jesús, que para ellos eran coherentes y convincentes,
- ni sus obras,
que siempre resultaban para el bien de las personas, representaban la presencia
de un demonio.
Se negaron a
condenar a Jesús, pero tampoco indicaron una creencia en él.
El plural de ciegos podría indicar otros
eventos de sanidad que Juan no menciona, o sólo una referencia general a ese
tipo de milagro.
Juan
10:22-42:
Esta
sección abarca tres divisiones que:
- Incluyen un
discurso sobre la unidad del Padre y el Hijo,
- la respuesta de
Jesús a las acusaciones de blasfemia, y
- el retiro de
Jesús más allá del Jordán.
Algunos consideran que los eventos
relatados hasta ahora en el cap. 10 tuvieron lugar inmediatamente después de la
fiesta de los Tabernáculos.
Si ese es el caso, hubo un período de
silencio de unos dos o tres meses, o sea, desde mediados de octubre hasta fines
de diciembre. Se discute si Jesús permaneció en Jerusalén durante este período,
o si salió y ahora regresa para la fiesta de la Dedicación.
Algunos comentaristas opinan que en ese
ínterin tuvieron lugar los eventos relatados en Lucas 10:17—Juan 11:12,
inclusive el envío de los setenta.
Las fiestas religiosas en Juan Para entender los capítulos 5 al 12 del
evangelio de Juan hay que conocer bien las fiestas religiosas de los judíos y
su significado. De esta forma se puede entender mejor la enseñanza que Jesús da
en relación a la fiesta y el propósito de ella.
Los judíos tenían muchas fiestas, tres
de las cuales requerían a todo judío varón hacer el peregrinaje a Jerusalén
para celebrarla. Estas son:
- Tabernáculos,
- Pascua,
y
- Pentecostés (fiesta de las
Semanas).
Cada una de estas fiestas tenía sus
rituales especiales y conmemoraban eventos significantes en la vida del pueblo.
(Véase Lev. 23 y Deut. 16).
1) Tabernáculos
(Succot) que empieza el decimoquinto
día del séptimo mes (Tishri) es una
fiesta de toda una semana que celebra la cosecha del otoño y los cuarenta años
del éxodo cuando anduvieron en el desierto antes de entrar en la tierra
prometida por Dios. Se construyen cabañas (Succot)
y la gente vive en ellas durante esta semana. Es una fiesta de mucha alegría.
2) Pascua (Pesaj) y la fiesta de los Panes sin
Levadura empieza el decimocuarto día del primer mes (Nisan) y conmemora la noche cuando el ángel del Señor mató a los
primogénitos de los egipcios pero pasó de largo por las casas de los hijos de
Israel y así libró a su pueblo. Se comen durante siete días panes sin levadura
para recordar aquella noche cuando el pueblo salió en forma tan rápida que el
pan no había tenido tiempo para leudar.
3) Pentecostés (Shabuot) es la fiesta de
la cosecha de la primavera, el día de las primicias, de los primeros frutos. A
la vez se celebra para conmemorar que Dios los había librado de la esclavitud
de Egipto y los había traído a la tierra que podría suplir todas sus
necesidades. Esta fiesta empieza siete semanas después de la fiesta de la
Pascua, y así es llamada la Fiesta de las semanas o Pentecostés (50 días).
Había otras fiestas que no requerían el
peregrinaje a Jerusalén, pero que eran de gran importancia para el pueblo. La
fiesta de las Trompetas (Rosh Hashanah)
que celebra el Año Nuevo (el primer día de Tishri
y el pacto hecho entre Dios y su pueblo en el Sinaí.
La gran fiesta sagrada del día de la
Expiación (Yom Kippur) cuando la
gente pide el perdón de Dios por sus pecados. Se pasa el día en ayunas, y en
los tiempos bíblicos sacrificaban animales tanto por el pecado del sumo
sacerdote como por el pueblo. A la vez se dejaba a un macho cabrío suelto en el
desierto como símbolo de que éste llevaba todas las iniquidades del pueblo. En
la celebración de este acto, el cordero había cumplido su función de ser la
Expiación. Es para los judíos un día de gran solemnidad y de los más sagrados
del año.
La fiesta del Templo o de la Dedicación
(Jánuca) se celebra el vigésimo
quinto día del mes de diciembre (Kislev)
cuando durante una semana se celebran la re dedicación del templo por Judas Macabeo en el año 164
a. de J.C., después de su profanación por los seléucidas, especialmente
Antíoco IV Epífanes. Es un tiempo de gran alegría cuando se dan regalos a
los familiares y amigos y se celebra con comidas especiales. Se menciona esta
fiesta en Jn.10:22 como la fiesta de la Dedicación.
La
fiesta de Purim se celebra el decimotercer día del duodécimo mes (Adar).
Esta
fiesta celebra los eventos relatados en el libro de Ester, cuando ella ayudó a
evitar la conspiración de Amán contra los judíos en Persia. Hoy día es una
fiesta especial para los niños cuando, con alegría, se visten con disfraces y
hacen representaciones de estos eventos.
a.
La unidad del Padre y el Hijo. Jn.10:22-30.
Los líderes volvieron a insistir en que
Jesús se identificará claramente y contestara si en realidad se consideraba
como el Mesías de Dios. Jesús se refiere otra vez a sus obras como prueba de su
identidad como Hijo de Dios y agrega que sus ovejas oyen su voz, le siguen y
que les promete seguridad para siempre, culminando con una afirmación de la
unidad entre él y el Padre.
La fiesta de la Dedicación, llamada
también la fiesta de las Luces, se celebraba en memoria de la re dedicación del
templo por Judas Macabeo en 164 a. de J.C., después de haber sido profanado por
Antíoco Epífanes, rey de Siria. Este rey mandó sacrificar un cerdo sobre el
altar en el templo, derramando los jugos del sacrificio sobre los rollos
sagrados.
Este sacrilegio tan repugnante para los
judíos sirvió para despertar en ellos en vivo anhelo de derrocar a Epífanes (el ilustre), llamado por los
judíos “Epímanes” (el loco). La fiesta de ocho días se
celebraba a partir del 25 del mes de Kislev
(nuestro noviembre/diciembre).
La figura de luces, que se destacaban
como parte integral del festejo, no miraba hacia atrás a la dirección divina en
el tiempo de Moisés, sino hacia adelante a un nuevo y glorioso día que el
Mesías inauguraría, asegurando una independencia nacional y prosperidad
material. Jesús aprovechó la esperanza mesiánica, especialmente intensa durante
la fiesta, para presentarse.
Quizás el dato era invierno se agregó
para el beneficio de los gentiles, aunque el término gr. se puede traducir “mal tiempo”. Algunos consideran que la
expresión es simbólica: “la tormenta”
de persecución que estaba por desatarse o que “las nubes del invierno pesaban sobre el
escenario” (ver 13:30).
La
fiesta de la Dedicación (Jánuca). La fiesta de la Dedicación o Hanukkah
celebra la restauración del templo después de su profanación por Antíoco IV
Epífanes. Solamente se menciona en la Biblia en Juan 10:22, pero el período
en que tiene su origen se relata en los libros apócrifos llamados “Macabeos”.
Antíoco había procurado completar la
helenización del pueblo judío, y al ver su resistencia, prohibió todo acto
religioso judío. ¡Para colmo implantó un
ídolo (Zeus) en el templo e hizo sacrificios paganos en el altar! Estos
hechos eran inconcebibles para los judíos ortodoxos. En el año 164 a. de J. C.,
y después de una larga revuelta contra sus opresores, Judas Macabeo guió al
pueblo a la victoria sobre ellos.
La
ceremonia de la Dedicación del templo fue empezada por Judas Macabeo. Él mandó que se
repitiera cada año en memoria de la libertad del pueblo y la dedicación de
nuevo de su templo. Puesto que una de las ceremonias más importantes era la de
encender las lámparas del templo, es conocida también como “La fiesta de las Luces”. Josefo dice: “Supongo... porque esta
libertad que era más allá de nuestras esperanzas se apareció a nosotros;... así
el nombre de Luces” (Antigüedades, 12.7.7).
Hannukah tenía que ser
como Tabernáculos, una fiesta de gran alegría, de ocho días de celebración que
incluiría la recitación diaria del Hallel (Sal 113—118), pero especialmente
118:27. Desde la destrucción del Templo en el año 70 d. de J.C., han encendido
un candelabro de ocho brazos (la Menoráh)
para conmemorar la milagrosa provisión del aceite para las lámparas del templo,
el mismo que debía durar durante ocho días. Actualmente es una fiesta muy
alegre, que incluye celebraciones familiares y comunitarias, aun con regalos a
los niños y otros seres queridos.
Plummer comenta que es posible
considerar la fiesta de la Dedicación como una referencia a la dedicación del
templo de Salomón, la cual se celebraba durante la fiesta de los Tabernáculos
(ver 1 R.8:2; 2 Cron.5:3). Sin embargo, pocos eruditos favorecen esta
posibilidad.
Véase Parte III:
No hay comentarios.:
Publicar un comentario