viernes, 20 de diciembre de 2019

Parte II ¿PUEDE ALGUIEN SABERLO CON CERTEZA?

Parte II
¿PUEDE ALGUIEN SABERLO CON CERTEZA?
(Salvación[1]Su Certidumbre2])

“Les dijo: Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna...”.
(1 Juan 5:13).

Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:

En 1 Juan 5:1 leemos: «Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios...». Su fe en Jesucristo —su creencia de que Él es verdaderamente el Cristo, el Hijo de Dios— es lo que Dios requiere para formar parte de Su familia. Juan también nos dijo: «Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios» (1 Juan 4:15).
La gente podría ver a Jesús como el hombre más grande que haya vivido jamás, el supremo ejemplo a seguir, o la más impresionante revelación del amor de Dios. Pero si no lo confiesan como el Hijo de Dios, no son salvos.

¿Qué prueba la fe?
Su creencia en Jesucristo es una evidencia positiva de que el Espíritu Santo le ha dado nueva vida. Una persona hostil a Cristo o no receptiva no muestra ninguna evidencia de la vida que da el espíritu. Juan escribió:... Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado (1 Juan 3:24).
En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios (1 Juan 4:2). El apóstol Pablo afirmó: «... y nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo» (1 Corintios 12:3). Ahora bien, todos sabemos que cualquiera puede decir las palabras «Jesús es Señor». Pero Pablo se refiere a algo más que el solo hecho de producir esos sonidos. Quiere decir que nadie puede llamar a Jesús «Señor» como expresión de su profunda convicción interior «excepto por el Espíritu Santo».

¿Adónde le lleva esto?
Quizá se sienta intranquilo porque sospecha que su profesión de fe no fue real. Todos hemos visto ejemplos de esto. Un joven simula aceptar a Cristo porque una muchacha en la que está interesado le ha dicho que no lo aceptará hasta que se convierta a Cristo. Hay veces en que algunos profesan fe en Jesucristo en un momento de profunda perturbación emocional y se olvidan de ello a la mañana siguiente.
Si no está seguro de si su fe es verdadera, evalúe porqué se siente así. Podría ser que su antigua expresión de fe fuera verdaderamente superficial y no de corazón. Podría ser que nunca entendiera realmente hasta ahora todo lo que Cristo ha hecho por usted, y que no cediera cuenta de que no se puede ganar la entrada al cielo. Si es así, ponga ahora mismo su completa confianza en Cristo para que le salve.
Arraigue su fe en lo que la Biblia nos dice de Cristo. Tal vez pueda señalar un momento determinado en su vida cuando decidió sinceramente poner su confianza en Cristo como Salvador y Señor. Si es así, sus dudas actuales pueden tratarse más de sentimientos no confiables que de un indicador confiable de su verdadera condición espiritual. En este tipo de situación, el hecho de que esté genuinamente preocupado es una señal muy alentadora.
Si reconoció su pecado y admitió su necesidad de perdón, y si pidió a Cristo que lo salvara creyendo que Él pagó la pena por todos sus pecados, ha hecho todo lo que Dios exige. Puede estar seguro de que es salvo. Confíe en la promesa de Dios. Dele gracias por su salvación. Y cuando vengan dudas en el futuro, hable con Dios sobre ellas y reflexione sobre lo que la Biblia dice.

Reflexión.

¿Cree que Jesucristo murió en la cruz para pagar por sus pecados? ¿Confía en su obra consumada para salvación? ¿Descansa en lo que la Biblia dice? Si puede contestar Sí a esas preguntas, ¿qué debe hacer cuando empiecen a perturbar las dudas sobre su salvación? Si ha profesado fe en Cristo, ¿ha visto evidencia en su vida de que es hijo de Dios?

2.3. COLUMNA 3: Su Obediencia a Cristo:
Algunos departamentos de policía tienen una división canina adonde tienen perros específicamente adiestrados para trabajo policial. Es increíble ver a estos animales en acción.
Los perros tienen una relación especial con la persona con quien han de trabajar y para lo cual lo adiestran. Tienen un fuerte sentido de la lealtad y responden rápidamente a las órdenes de sus amos. Ya sea que estén caminando por la calle o persiguiendo a un criminal, no hay duda en cuanto a quien pertenecen esos perros. La pronta obediencia del perro de la policía a la voz de su maestro revela su identidad.
De la misma forma, los que creen en Jesucristo deberían identificarse fácilmente por su obediencia a su Señor y Maestro. Esta obediencia se caracteriza por guardar sus mandamientos y arrepentirse del pecado.

El Guardar Sus Mandamientos.
Si miramos de nuevo 1 Juan leemos: Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos (1 Juan 2:3). Este versículo nos dice que los que hemos aceptado a Jesús como Salvador podemos estar seguros de que nuestra salvación es genuina debido a nuestra obediencia a É1.
Quizá usted tenga un sólido conocimiento de la verdad doctrinal acerca de la obra consumada de Jesucristo y lo haya aceptado como Salvador, pero siga dudando de que su fe sea algo más que mero conocimiento intelectual. Tal vez se sienta alentado porque su preocupación por su estado espiritual es evidencia de que su fe es real, pero desea evidencias algo más tangibles. Bien, aquí hay una: considere su conducta. Aplíquese esta prueba: «¿guardó los mandamientos de Dios?».
No debería ser difícil para usted determinar si su vida se caracteriza o no por la obediencia. No estamos sugiriendo, naturalmente, que tenga que guardar todos los mandamientos de Cristo a la perfección. Nadie lo hace.

El hombre que cree obedece; la falta de obediencia es una prueba convincente de que no hay una fe verdadera.—A.W.Tozer.

El apóstol Juan había hablado ya muy enérgicamente en esta epístola en contra de aquellos que dicen «no tenemos pecado», (1:8) y «no hemos pecado» (1:10). Ya había dicho que Dios en su gracia perdona y purifica diariamente por medio de la confesión (1:9). Sin embargo, pone en claro a todo lo largo de su exposición que los creyentes deben vivir una vida caracterizada por la justicia, no por el pecado.
Evalúe honestamente su vida. Si se da cuenta de que ama al Señor Jesús y de que anda en obediencia a Él, puede tomar eso como una indicación de que ha nacido de nuevo. Recuerde, no tiene que ser perfecto y su salvación no se basa en la obediencia.
Pero si genuinamente quiere obedecer los mandamientos de Cristo, y si ve evidencia de su crecimiento en la santidad, tiene una razón más para creer que verdaderamente es salvo. El alejarse del pecado. La otra cara de nuestra obediencia a Cristo es el rechazo del pecado en nuestras vidas.Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad (1 Juan 1:6).
Todo aquel que permanece en él, no peca; todo aquel que peca, no le ha visto, ni le ha conocido. Hijitos, nadie os engañe; el que hace justicia es justo, como él es justo. El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios (1 Juan 3:6-9).
Estos versículos pueden sonar como si Juan estuviera diciendo que debemos ser perfectamente puros para estar seguros de que vamos al cielo. Pero eso no es lo que dice. El énfasis está en que los que hemos profesado fe en Cristo, hemos pasado de muerte a vida, de las tinieblas a la luz.
Si una persona afirma ser cristiana pero continúa viviendo en pecado, es decir, desobedeciendo los mandamientos de Cristo y viviendo como un incrédulo, entonces esa persona está engañada. La vida de un creyente no ha de caracterizarse por el pecado, sino por hacer lo correcto a los ojos de Dios. En otras palabras, lo que Juan dijo es esto:
v Si profesas fe en Cristo tu vida debe demostrarlo.
v No te vas a complacer en el pecado como estilo de vida.

Si nuestras vidas se caracterizan por la obediencia a Cristo, tenemos otra razón poderosa para estar seguros de que le pertenecemos.

Juan mencionó que los cristianos que pecan se pueden limpiar de su pecado (1 Juan 1:9). Aunque un cristiano peque, el pecado no lo domina ni él se entrega a un estilo de vida decadente (Romanos 6:11-14). Entonces, nuestra obediencia a Cristo tiene aspectos positivos y negativos: hemos de guardar Sus mandamientos y volvernos del pecado. Si nuestras vidas se caracterizan por esta clase de obediencia, tenemos otra razón poderosa para estar seguros de que pertenecemos a Cristo.

Reflexión.

Cuando lee la Biblia o escucha cuando alguien la enseña, ¿es presto a obedecer los mandamientos de Dios? Enumere algunas maneras en que su vida demuestra que es hijo de Dios y que tiene una relación con Cristo. Si sabe que ha confiado en Cristo pero ha estado andando en desobediencia, pídale perdón a Dios ahora mismo y exprésale que se compromete de nuevo a obedecerlo.

2.4. COLUMNA 4: Su Amor Por Otros Cristianos:
En muchas actividades de la vida, la gente se une por amor a algo, pero no necesariamente porque se amen unos a otros. Por ejemplo, los miembros de un equipo de béisbol puede que no se caigan bien mutuamente, pero juegan juntos porque aman el juego. O los miembros de una orquesta podrían no hablarse unos a otros, pero se reúnen porque aman la música.

Somos Distintos.
Los que creemos en Jesucristo debemos ser distintos. Debemos amarlo a Él antes que a nada en el mundo, y debemos acercarnos unos a otros por ese común interés. Pero la Biblia dice que debemos ir más allá. No sólo hemos de amar a Cristo, sino que hemos de amarnos unos a otros. De hecho, nuestro amor por otros cristianos está importante que es otra razón sobre la cual podemos basar nuestra seguridad.
Fíjese de nuevo en las palabras de 1 Juan: “Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos... Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad. Y en esto conocemos que somos de la verdad, y aseguraremos nuestros corazones delante de él (1 Juan 3:14, 18, 19).
Juan dijo que el amor que usted sienta por otros cristianos le dará la seguridad de que es miembro de la familia de Dios. Esa es una característica que debe ser obvia en su vida. Puede que no sepa con toda certeza a qué tipo de amor se refería Juan. La palabra amor sola puede significar muchas cosas a mucha gente. Pero cuando Juan habló de nuestro amor por los creyentes, fue bastante específico.

Somos Una Familia.
Juan usó la palabra amor para describir el sentido de unidad que tienen en Cristo todos los creyentes. Note: que mencionó específicamente el amar «a los hermanos», y que usó el término hermano seis veces (véanse los vv.13-17).
Es cierto que la Biblia dice claramente que los cristianos han de amar a toda la humanidad y desear la salvación de todos. Pero el apóstol Juan estaba diciendo aquí que nuestro amor por otros cristianos es una evidencia de salvación. Llamó nuestra atención al hecho de que somos una familia. Nos amamos unos a otros de una manera especial porque somos hermanos y hermanas en Cristo. Todo el concepto de «comunión» en esa primera epístola conlleva la idea de compartir.
Y ese compartir fluye de nuestro sentido de unidad en Cristo. ¿Le gusta estar con cristianos? ¿Le complace conversar con ellos sobre su común salvación? Si es así, puede tomarlo como una evidencia más de que es hijo de Dios.

Hemos De Estar Dispuestos a Sacrificarnos.
Ese amor entre hermanos no es meramente un sentimiento subjetivo que los cristianos han de sentir mutuamente. Es un amor activo. Está dispuesto a sacrificarse. El patrón es el amor sacrifica torio de Jesús por nosotros. En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos. Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él? (1 Juan 3:16, 17).
El amor cristiano abnegado y dispuesto a sacrificarse es una de las columnas sobre las que descansa la seguridad. El apóstol Juan, después de pedir una vida llena de amor y definir lo que eso significa, dijo lo siguiente: «Y en esto conocemos que somos de la verdad, y aseguraremos nuestros corazones delante de él» (3:19). Eso debería darle seguridad.

Reflexión.

¿Ama usted a Jesucristo?
¿Ama a su familia espiritual?
Lea 1 Corintios 13:4-6 y repase las características del amor. Lea Filipenses 2:1-11 y note la relación que existe entre nuestra unión con Cristo y nuestro amor por otros cristianos. ¿Hay barreras de amargura que le están impidiendo amar a otro creyente? Dé los pasos necesarios hoy para quitar esas barreras que impiden el amor fraternal.

ALBARDILLA: La Seguridad Del Espíritu:
Imagínese por un momento que usted es el piloto de un avión pequeño. Mientras vuela puede verificar su progreso mirando hacia abajo para buscar guías conocidas, o puede mirar los instrumentos de navegación del avión. Sería muy perturbador si la brújula le dijera que lleva el rumbo correcto, pero el paisaje le resulta desconocido, o viceversa. Más cuando los instrumentos y las guías visibles concuerdan, usted se siente más seguro de que está volando con el rumbo correcto.
Cuando hablamos de la seguridad del Espíritu hablamos de una confirmación interior de que somos hijos de Dios. La persona que cree la Biblia sabe que se ha convertido en hijo de Dios mediante la fe. Pero esa persona también tiene la presencia confirmadora del Espíritu Santo. En 1 Juan leemos:... Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado (3:24). El que cree en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo (5:10).

Confirma Lo Que Sabemos.
Nuestro propio espíritu puede decirnos que somos hijos de Dios porque nuestra seguridad se construye sobre cinco razones que ya hemos considerado:
La autoridad de la Biblia.
La obra de Cristo.
Nuestra fe en Cristo.
Nuestra obediencia a Cristo.
Nuestro amor por otros cristianos.
El Espíritu Santo confirma en nuestro corazón lo que ya creemos que es cierto. De hecho, sabemos que el Espíritu participa en cada paso del proceso. Es el Espíritu quien nos ayuda a reconocer la verdad de la Palabra de Dios. El Espíritu nos ayuda a reconocer la obra consumada de Cristo.
El Espíritu nos asegura que nuestra fe es genuina. Cuando vivimos en obediencia al Señor, Él nos alienta a seguir. Y es el Espíritu quien produce en nosotros el amor por nuestros hermanos en la fe y nos asegura que este amor es una marca del cristiano.

Coopera Con Nuestro Espíritu.
Nuestra experiencia cuadra con Romanos 8:16: «El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios».
Algunas versiones de la Biblia dicen que el Espíritu da testimonio con nuestro espíritu. Esto significa que Él fortalece el testimonio que ha hemos recibido de nuestro propio espíritu.

Produce Paz Interior.
Las religiones hechas por el hombre o las filosofías pueden ayudar a la gente a afrontar una tragedia o la muerte con valor. Hasta pueden inducir a algunos a dar su vida por una causa.

Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor... El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios”. —Romanos 8:15, 16.

Véase Punto III:


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