domingo, 8 de diciembre de 2019

SALVADOS POR SU GRACIA: EFESIOS 2:


SALVADOS POR SU GRACIA:
EFESIOS 2:
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
El capítulo 1 enfatiza nuestras posesiones en Cristo; el capítulo 2 enfatiza nuestra posición en Cristo. Su posición determina sus posesiones y autoridad. Sin importar dónde esté el presidente de Estados Unidos, su posición como el hombre que se sienta a su escritorio en la Casa Blanca le da poder y autoridad.
Así es con el cristiano. Independientemente del lugar en que estemos (Pablo estaba preso cuando escribió esta carta), tenemos poder y autoridad en el campo espiritual debido a nuestra posición en Cristo.

I.      Nos Resucitó y Nos Hizo Sentar En El Trono (Ef.2:1–10):

A.     Lo Que Éramos (vv. 1–3).
¡Qué cuadro del pecador perdido! Para empezar, los pecadores están muertos espiritualmente; o sea, el hombre interior está muerto a las cosas espirituales y no puede responder a ellas. Los Evangelios describen cómo Jesús resucitó a tres personas:
(1) Una muchacha de doce años. Lucas 8:49–55;
(2) Un joven. Lucas 7:12–15; y
(3) Un hombre adulto. Juan 11.

Cada uno estaba muerto; la única diferencia era su estado de descomposición.
¡Lázaro hedía ya!, hacía cuatro días que lo habían sepultado. Todo pecador está muerto, sin importar su edad; la única diferencia entre el miembro de la iglesia inconverso y el vagabundo en los tugurios es el estado de putrefacción.
Los pecadores no sólo están muertos, sino que son esclavos del mundo y viven para sus placeres y costumbres. Dígales que este mundo está bajo condenación de Dios y desaparecerá, y se reirán de usted.
También son esclavos de Satanás, el cual obra en las vidas de los inconversos. Esto no quiere decir que necesariamente los convierte en borrachos u homicidas; su táctica usual es darles una falsa seguridad mediante la justicia propia. Jesús llamó a los fariseos «hijos del diablo» (Jn. 8:44), sin embargo, eran muy religiosos, ciudadanos de mucha reputación.
Nacimos por naturaleza hijos de ira; cuando rechazamos a Cristo a sabiendas después de llegar a la edad de responsabilidad, nos convertimos en hijos de desobediencia por elección propia. Cuando confiamos en Jesucristo, nos convertimos en hijos de Dios.

B.      Lo Que Hizo Dios (vv. 4–9).
«Pero Dios». Estas palabras están entre las más grandiosas de la Biblia. Dios pudo dejarnos seguir en el pecado y vivir eternamente con el diablo en el infierno, pero en lugar de eso Él decidió salvarnos. Nos dio vida (movimiento), nos resucitó de la tumba del pecado y ¡nos sacó del cementerio! Más que eso, ¡nos hizo miembros de Cristo! Nos dio vida, nos resucitó y nos hizo sentar juntamente con Él en los lugares celestiales. Dios lo hizo debido a que es rico en misericordia y grande en amor. Misericordia significa que Dios no me da lo que merezco; gracia significa que me da lo que no merezco.

C.     Lo Que Somos Ahora (v. 10).
Somos hechura suya, su nueva creación (2 Cor. 5:17). Lea Filipenses 2:12, 13 y ¡atrévase a creer que Dios obra en usted! ¿Qué nos depara el futuro? No lo sabemos, pero sí sabemos quién tiene el futuro en sus manos. El mismo Padre amante que me escogió, me llamó y me salvó, ¡también ha trazado un plan maravilloso para mi vida! «¡Oh, qué deudor a la gracia a diario debo ser!».

II.     Nos reconcilió y colocó en el templo (Ef.2:11–22):
En la primera parte de este capítulo Pablo nos ha dicho lo que Dios ha hecho por los pecadores en general; ahora habla de los judíos y gentiles en particular. Dios no ha hecho ningún pacto mesiánico con los gentiles, sino que Dios les ha prometido a los judíos un reino. ¿Cuál es la situación de judíos y gentiles en el programa actual de Dios?

A.     Lo Que Eran Los Gentiles (vv. 11–12).
Dios hace una distinción entre judíos y gentiles (1 Cor. 10:32) como raza no así como individuos (Rom. 10:11–13). Los gentiles estaban sin Cristo; o sea, no tenían la promesa de un Mesías. No eran parte de la nación de Israel; es más, las leyes del AT., ponían un gran abismo entre judíos y gentiles. En lugar de ser «el pueblo de Dios», los gentiles eran extraños.
Eran extranjeros, sin esperanza y sin el verdadero Dios en el mundo. Contraste esta triste situación con la posición privilegiada de Israel que se describe en Romanos 9:4, 5. El versículos 13 resume en dos palabras la condición de los gentiles: «estaban lejos». En tanto que el problema de los pecadores en general (vv. 1–10) era la muerte espiritual, el de los gentiles en particular era su distancia espiritual de Dios y sus bendiciones.

Nótese: en los Evangelios que siempre que Cristo ayudó a un gentil, lo hizo a distancia (Mt. 8:5–13; 15:22–28).

B.      Lo Que Hizo Dios (vv. 13–17).
«Pero ahora» en el versículo 13 traza un paralelo con el «pero Dios» del versículo 4. Cuando Cristo murió en la cruz rompió toda barrera que se interponía entre judíos y gentiles. En el templo judío había una muralla que separaba el «atrio de los gentiles» del resto de la estructura; y sobre esta pared había un rótulo que advertía que matarían a cualquier gentil que pasara más allá de ese punto. ¡Jesús derribó esa pared! Derribó la pared física porque en Él todos son hechos uno (v. 15, y véase Gál. 3:28, 29). Derribó también la pared espiritual y acercó a los gentiles que estaban «lejos» (v. 13). Destruyó la pared legal porque cumplió la Ley y dio término al reinado de la Ley Mosaica que separaba a judíos y gentiles (vv. 14–15). Cristo no sólo hizo la paz entre los pecadores y Dios (Rom. 5:1), sino también entre judíos y gentiles.
Tomó a los judíos pecadores y a los gentiles pecadores y mediante su cruz hizo «un nuevo hombre»: la Iglesia.
Tenga presente que el misterio de la Iglesia se reveló a través de Pablo (como veremos en el capítulo 3) y que a los judíos cristianos les llevó algún tiempo comprender el nuevo programa de Dios. Por siglos, Dios mantuvo a judíos y gentiles separados, y los judíos enseñaban que la única manera en que un gentil se podía acercar a Dios era convirtiéndose en judío.
Ahora se revelaba la verdad de que la cruz de Cristo condena como pecadores tanto a judíos como a gentiles, pero que también reconcilia a Dios en un cuerpo a los que creen en Jesús.

C.      Lo Que Son Ahora Los Gentiles y Los Judíos (vv. 18–22).
Ambos tienen acceso al Padre en el Espíritu. Bajo el sistema judío solamente el sumo sacerdote podía entrar a la presencia de Dios y eso una vez al año. Pero en la nueva creación todo creyente tiene el privilegio de entrar al Lugar Santísimo (Heb. 10:19–25). Tanto judíos como gentiles ahora pertenecen a la familia de Dios, y el judío no puede tener privilegios mayores. Es mediante la fe en su sangre que judíos y gentiles son justificados.
Pablo finaliza describiendo a la iglesia como un templo. Esto sería una figura apropiada no sólo para judíos, quienes reverenciaban al templo santo de Jerusalén, sino también para los efesios, quienes tenían al gran templo de Diana en su ciudad (Hch. 19:21–41). Cada creyente es una piedra viva colocada en el templo (1 P. 2:4–8). Los apóstoles y profetas (profetas del NT., 4:11) no son el fundamento; colocaron el fundamento puesto que fueron los primeros en proclamar el mensaje. Cristo es el fundamento de la iglesia local (1 Cor. 3:11) y la piedra angular de todo el edificio.
La iglesia hoy es un templo vivo, creciente; cuando se complete, Cristo vendrá y llevará el templo a su gloria. Dios moraba en el tabernáculo judío (Éx. 40:34), en el templo de Salomón (2 Crón. 7:1) y en el templo del cuerpo de Cristo (Jn. 1:14; 2:18–22), y hoy en el creyente (1 Cor. 6:19–20) y en la iglesia (Ef. 2:21, 22). ¡Qué privilegio ser la misma habitación de Dios a través del Espíritu!



Clase Para El Miércoles:

Lea Su Biblia, Lea Su Biblia, Lea Su Biblia.




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