EL LLAMADO, Y
COMISIÓN DE EZEQUIEL (I):
(Ezequiel 1:1-28; 2:1-10; 3:1-27)
La Visión De La
Gloria Divina:
“Aconteció en el
año treinta, en el mes cuarto, a los cinco días del mes, que estando yo en
medio de los cautivos junto al río Quebar, los cielos se abrieron, y vi
visiones de Dios… En el quinto año de la
deportación del rey Joaquín, a los cinco días del mes,… vino palabra de Jehová al sacerdote Ezequiel hijo de Buzi, en
la tierra de los caldeos, junto al río Quebar; vino allí sobre él la mano de
Jehová… Y miré, y he aquí venía del norte un
viento tempestuoso, y una gran nube, con un fuego envolvente, y alrededor de él
un resplandor, y en medio del fuego algo que parecía como bronce refulgente,…
y en medio de ella la figura de cuatro seres vivientes.
Y esta era su apariencia: había en ellos semejanza de hombre… Cada uno tenía
cuatro caras y cuatro alas…”.
(Ezequiel
1:1-28; 2:1-10; 3:1-27)
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
Introducción:
EZEQUIEL = «Dios fortalecerá»:
(a) Descendiente
de Aarón. Su
familia vino a formar la clase vigésima de sacerdotes (1 Cron. 24:16).
(b) Hijo de Buzi
(1:3);
sacerdote y uno de los cuatro grandes profetas.
En 593 a.C., cuando ya tenía 30 años (Ez.
1:1), la edad cuando por lo general se iniciaba el ministerio sacerdotal,
Ezequiel tuvo visiones por las que recibió su vocación profética (Ez.
1-3).
Fue llevado al exilio con el rey Joaquín
el año 597 a.C., once años antes de la destrucción de Jerusalén, y se dedicó a
la labor entre los cautivos durante veintidós años. Cumplió fielmente sus
deberes, pronunciando en ocasiones duras reprensiones, pero dando aliento con
palabras llenas de gracia. Su profecía está llena de simbolismos y de
imaginería.
I.
EL LLAMADO Y LA COMISIÓN DE
EZEQUIEL. Ezequiel 1:1-28:
LA VISION DE EZEQUIEL JUNTO AL
RIO QUEBAR. CUATRO QUERUBINES Y RUEDAS.
1.1. Las Circunstancias De Ezequiel. Ez. 1:1-3:
V.1. Y fue—más
bien, “y aconteció, etc.”. Así como en Josué 1:1,
esta expresión se refiere a la historia escrita en el pasado, también aquí; y
en Rut 1:1, y Ester 1:1.
Se refiere a la historia no escrita que
había estado en la mente del escritor. Por medio de esta fórmula, por decirlo
así, el profeta continúa la historia de tiempos anteriores. En el cuarto año
del rey Sedequías (Jeremías 51:59), Jeremías envió por medio de Seraías un
mensaje a los cautivos (Jeremías cap. 29) en el cual los persuadía a que se
sometieran a Dios y abandonaran sus vanas esperanzas de una pronta
restauración.
Esta
comunicación fue hecha en el siguiente año, o sea el quinto, y el cuarto mes del
mismo rey (porque el cautiverio de Joaquín y la accesión de Sedequías coinciden
en cuanto al tiempo) y fue continuada más tarde por un profeta levantado de
entre los cautivos mismos, el enérgico Ezequiel.
A los treinta años—es decir,
contando desde el principio del reinado de Nabopolassar, padre de
Nabucodonosor, la era del imperio babilónico, 625 años a. de J. C., la cual
época coincide con el año décimo octavo de Josías, cuando fue hallado el libro
de la ley y comenzó la reforma consiguiente [Scaliger], o a los treinta años de
la vida de Ezequiel.
Así como el Señor iba a ser “un pequeño
santuario” (cap. 11:16) para los desterrados junto al río Quebar,
así Ezequiel iba a ser el sacerdote en funciones; por lo tanto, él señala desde
el principio de su ministerio su relación sacerdotal con Dios y con el pueblo;
el final que describe el templo futuro explica el principio. Al designarse a sí
mismo expresamente como “sacerdote” (v. 3), y habiendo llegado a los
treinta años, el año en que los sacerdotes acostumbraban empezar su vida
sacerdotal. Ezequiel declara su oficio como sacerdote entre los profetas.
De esta manera la primera visión
describe naturalmente la institución formal del templo espiritual en el cual él
ha de ministrar [Fairbairn]. Chebar—lo mismo que Chabor o Habor; es el lugar
donde habían sido transportadas las diez tribus israelitas por Tiglath-pilneser
y Salmanasar (2 R.17:6; 1 Cron.5:26).
El río Quebar desagua en el río Éufrates cerca de Carquemish o
Circesio, trescientos kilómetros al norte de Babilonia. visiones de Dios—Cuatro
expresiones se usan en cuanto a la revelación hecha a Ezequiel, relacionadas
las tres primeras con lo que le fue presentado desde afuera para asegurarle de
su realidad, y la cuarta relacionada con su preparación personal e interior que
le capacitó para recibir la revelación; “los cielos se abrieron” (así como en Mateo 3:16;
Hechos 7:56; 10:11; Ap.19:11); “y vi visiones de Dios”; “fue palabra de Jehová a Ezequiel” (v.
3).
“La palabra de Jehová fue verdaderamente” (siendo éste su
significado, más bien, que expresamente, como indica la Versión Inglesa, v. 3)
a “él” (no
fue ninguna alucinación); “fue allí sobre él la mano de Jehová” (Isaías 8:11;
Daniel 10:10; 10:18; Ap.1:17). El Señor, con su mano sobre él, lo fortaleció
para que llevara a cabo su ministerio grande y arduo para que pudiera
testificar e informar correctamente acerca de las revelaciones hechas a él.
V.2. transmigración del rey Joachín—en el año tercero o
cuarto de Joacim, padre de Joaquín, aconteció el primer destierro de los judíos
llevados cautivos de Jerusalén a Babilonia, y entre ellos se encontraba Daniel.
El segundo cautiverio ocurrió en el
reinado de Joaquín, cuando fue llevado Ezequiel. El tercero y último se llevó a
cabo cuando se tomó la ciudad de Jerusalén bajo Sedequías.
1.2. La Visión De Dios Dada a Ezequiel. Ez.1:1-14:
1) Los Cuatro Seres
Vivientes Y La Carroza. Ez. 1:4-14.
V.4. viento tempestuoso—simbólico
de los juicios de Dios (Jr.23:19; 25:32).
Venía
del aquilón—es
decir, desde Caldea, cuyas fuerzas hostiles invadirán a Judea desde el norte.
El profeta se imagina estar en el templo. Un fuego envolvente—abarcando todo lo que
estaba cerca y atrayéndolo a sí mismo como para devorarlo. Literalmente “prendiéndose a sí
mismo”, es decir, inflamandose. [Fairbairn].
La misma palabra hebrea se menciona en
Éxodo 9:24, en donde se habla de “fuego mezclado con el granizo”. En derredor
suyo un resplandor—es decir en derredor de la nube.
Y en medio—de en medio del fuego. Como de ámbar—centelleaba a
manera de bronce muy pulido. Literalmente, “el ojo”, y de ahí la apariencia reluciente del
metal pulido.
La palabra hebrea “chasmal” se compone de dos raíces:
· “liso”, y
· “bronce” (véase v. 7, y Ap.1:15) [Gesenius].
La Versión de los Setenta y la Vulgata
traducen “electrum”, un metal brillante compuesto de oro y plata.
V.5. Ezequiel
mismo era de una naturaleza gigantesca, y por lo tanto apto para contrarrestar
el espíritu babilónico de aquel tiempo, que gustaba de manifestarse en formas
gigantescas y grotescas. [Hengstenberg].
Animales—“seres vivientes”; así se debía haber traducido el
griego de un pasaje paralelo, Ap.4:6, y no “animales”, pues uno de los cuatro era un hombre, y
un hombre no puede ser descrito como “animal”.
El
cap. 10:20 demuestra que eran querubines. Semejanza de hombre—El hombre, el
más noble de los cuatro es el modelo ideal por el cual son formados los seres
vivientes (v. 10; cap. 10:14).
Etimología:
H3742 כְּרוּב = kerúb: de derivación incierta; querub o
figura imaginaria:- querubín, [plural] querubines. (Strong).
NOTA: Los cuatro querubines son acompañados cada uno por algo
semejante a ruedas. Estos querubines y ruedas son los mismos que Ezequiel había
visto antes.
Ez.10:2: La santidad perfecta de Dios demanda
castigo por el pecado. Los querubines son ángeles poderosos. Los brasas
encendidos esparcidos sobre la ciudad representan la purga del pecado. Para
Jerusalén, esto significaba la destrucción de todo el pueblo que pecó
flagrantemente y se negó a arrepentirse. Muy poco tiempo después de esta
profecía los babilonios destruyeron Jerusalén con fuego (2 R.25:9; 2
Cron.36:19).
El punto de comparación entre el hombre
y los animales que se mencionan, es la postura erguida de sus cuerpos, aunque
sin duda incluye la apariencia general. También “las manos” (cap. 10:21).
V.6. No
solamente había criaturas vivientes distintas, sino que cada una de ellas tenía
cuatro rostros, haciendo un total de dieciséis.
Los cuatro seres vivientes o querubines,
corresponden, por contraste, a las cuatro monarquías mundiales representadas
por cuatro “animales”,
a saber:
· Asiria,
· Persia,
· Grecia, y
· Roma (Daniel cap. 7).
Los
“padres” los identificaban con los cuatro Evangelios:
· Mateo el león,
· Marcos el buey,
· Lucas el hombre, y
· Juan el águila.
Dos querubines solamente posaban sobre
el arca en el templo; pero ahora se añaden dos más para dar a entender que
aunque la ley se retiene como base, es necesario darle una nueva forma para
impartirle nueva vida.
El número cuatro puede corresponder a
las cuatro partes del mundo, significando que los ángeles de Dios ejecutan sus
órdenes en todas partes:
· Cada una de las cuatro
cabezas tenía adelante el rostro de hombre,
como el primario, y
· más prominente; a la derecha, rostro de león;
· a la izquierda, el de buey;
· detrás el de águila.
Los querubines mosaicos eran similares,
solamente que los rostros humanos
fueron puestos mirándose uno a otro y mirando al mismo tiempo el propiciatorio,
que estaba entre ellos, siendo formados los querubines de oro puro como también
el propiciatorio. (Éxodo 25:19-20).
En Isaías 6:2 se habla de los serafines
que tenían seis alas, con dos de las cuales cubrían sus rostros, pero en este
caso los serafines están al lado del trono; mientras que los “seres vivientes”
de que habla Ezequiel, están debajo del trono. Allí Dios se digna consultarlos,
y al hacerlo su condescendencia evoca en los serafines la humildad de tal
manera que se cubren el rostro delante de él. En el relato de Ezequiel, los
querubines de que habla, ejecutan los mandamientos divinos. El rostro expresa
su inteligencia; las alas su rapidez en cumplir la voluntad de Dios. El
Shekinah, o llama, que significaba la presencia de Dios.
Y
la palabra escrita. JEHOVÁ, ocupaban el espacio
existente entre los querubines. Génesis 4:14; 4:16; y 3:24 (“puesto”,
propiamente, “poner
en un tabernáculo”), que los querubines fueron designados, al caer
en pecado el primer hombre, como símbolos de la presencia de Dios en un lugar
consagrado, y que allí debía adorarlo el hombre.
En la dispensación patriarcal, cuando el
diluvio había causado la mudanza de los querubines del Edén, los serafines o
terafines (dialecto caldeo) fueron hechos como modelos de aquéllos para uso
doméstico (Génesis 31:19, margen 30).
El silencio de Éxodo en los caps. 25 y
26 respecto a la configuración de los querubines, en tanto que todo lo demás
está minuciosamente descrito, se debe al hecho de que su forma era tan bien
conocida a Bezaleel y todo Israel, por la tradición, que no era necesaria una
descripción detallada.
Por lo tanto, Ezequiel (cap. 10:20)
inmediatamente los reconoce, porque los había visto repetidas veces en la
madera tallada del santuario exterior del templo de Salomón (1 R.6:23-29).
El profeta consuela, pues, a los
desterrados con la esperanza de tener los mismos querubines en el templo
renovado que se edificaría más tarde, y les asegura que el mismo Dios que
habitó entre los querubines del templo. Estaría también con su pueblo junto al
Quebar. Sin embargo, debemos notar que en el templo que edificó Zorobabel no había
querubines, de modo que el templo prometido por Ezequiel, si se toma
literalmente, cuanto a él se refiere. Pertenece al futuro.
El buey es escogido como el principal de los animales
domesticados, el león entre los salvajes, el águila entre las aves, y el hombre
como la cabeza de todos, en su ideal verificado por el Señor Jesús, combinando
así todas las excelencias del reino animal. Los querubines probablemente representan
los poderes reinantes:
· Por los cuales
actúa Dios en el mundo natural y moral.
· Por
consiguiente, a veces responden a los ángeles que ministran; otras veces, a los
santos redimidos (la iglesia elegida).
· Por quienes, de
igual manera que por medio de los ángeles Dios gobernará al mundo en el futuro
y proclamará su múltiple sabiduría (Mateo 19:28; 1 Cor.6:2; Ef.3:10; Ap.3:21; 4:6-8).
Los “leones” y “bueyes” entre las “palmas” y “flores” tallados en el templo, eran
los querubines de cuatro rostros, que estando calcados sobre una superficie
llana, presentaban solamente un aspecto de los cuatro que poseen. Los bueyes
con alas, y cabezas humanas y los dioses con cabeza de águila, hallados en
Nínive, esculpidos entre palmeras y flores con forma de tulipanes, fueron
copiados de una tradición adulterada de los querubines colocados en el Edén cerca
de los frutos y las flores de aquel jardín.
Así también el becerro de Aarón (Éxodo 32:4-5)
y los becerros de Jeroboam en Dan y Bethel. Fueron imitaciones cismáticas de
los símbolos sagrados que se veían en el templo de Jerusalén; lo mismo podemos
decir de las figuras de bueyes de Apis que aparecen en las arcas sagradas de
Egipto.
V.7. pies… derechos—es decir, piernas derechas, sin estar
torcidas en alguna parte como ocurre con las patas del buey,
sino derechas como las piernas del hombre [Grocio].
O como columnas sólidas que no pueden
doblarse, y no como las piernas de hombre que se doblan de las rodillas. En lugar de caminar más bien se deslizaban:
sus movimientos eran seguros, acertados y
producidos sin esfuerzo. [Kitto, Enciclopedia].
Planta de pie de becerro. Henderson supone por lo tanto que “pies derechos”
significa que los pasos no se proyectaban hacia adelante como el pie humano,
sino verticalmente como lo hace la pata de un buey. La sólida firmeza de la
pata redonda de un buey parece ser el punto de comparación. Centelleaba—“la apariencia resplandeciente”, que indica la “pureza” de
Dios.
V.8. Las manos de cada uno eran las manos de un hombre La
mano es el símbolo del poder activo guiado por la pericia (Salmo 78:72).
Debajo de sus alas—significando esto que
sus actos o movimientos están escondidos de nuestra observación demasiado
curiosa; y así como las “alas” significan algo más que lo humano, es
decir, la secreta insinuación de Dios, también da a entender que son movidas por
ella y no por su propio poder; por lo tanto, no hacen nada al azar, mas todo
según sabiduría divina.
Y sus rostros y sus alas por los cuatro lados—El profeta
vuelve a indicar lo que ya había dicho en v. 6; esto explica por qué tenían
manos en los cuatro lados. Se movían en la dirección que querían, no solamente
por energía activa, sino también con conocimiento (expresado por sus rostros) y
la dirección divina (expresada por sus “alas”).
V.9. cada uno
caminaba—no tenían necesidad de darse vuelta cuando cambiaban de dirección,
porque tenían un rostro (v. 6) mirando hacia cada uno de los cuatro puntos del
cielo.
No se equivocaban, y su trabajo no tenía necesidad
de ser hecho de nuevo. Sus alas se extendían por encima juntándose por pares
(véase v. 11).
V.10. la figura
de sus rostros era rostro de hombre—es decir, de frente.
· El rostro humano era
el primero y el más prominente, y la parte fundamental del compuesto entero.
· Al lado derecho
tenía el rostro de león:
· al izquierdo, el
de buey
(llamado “querubín”,
cap. 10:14), y
· detrás, desde
arriba, la cabeza
de águila.
V.11. Las puntas
de las dos alas abiertas se tocaban, mientras que las otras dos, en señal de
temor reverente y humilde.
Formaban un velo que tapaba la parte
inferior de sus cuerpos. Extendidas por encima—más bien, estaban “partidas desde
arriba” (véase Margen. Isaías 6:2. Nota).
Is.6:2. estaban—no quiere decir
precisamente que estaban de pie, sino que lo asistían [Maurer], manteniéndose
en el aire con las alas extendidas. Serafines—en ninguna otra parte se aplica
este nombre a los ángeles que asisten a Dios, sino a las serpientes ardientes y
voladoras (llamadas así, no por tener alas, sino por moverse rápidamente) que
mordieron a los israelitas (Núm.21:6), llamadas así por la venenosa inflamación
que causaban con sus mordeduras. Seraf
(en hebreo)
significa arder, lo que denota ardiente celo, deslumbrante brillantez (2
R.2:11; 6:17; Ez.1:13; Mateo 28:3) y rapidez de parte de los serafines, similar a la de la
serpiente, para servir a Dios. La forma de Satán, semejante a la serpiente
(Najash), al aparecerse a la mujer, quizás tenga alguna relación con su forma
original de un “seraf” de luz. La
cabeza de la serpiente era el símbolo de la sabiduría en Egipto
(comp. Num.21:8; 2 R.18:4). Los serafines, con seis alas y una faz, difícilmente
pueden ser identificados con los querubines, que tenían cuatro alas (los del
templo sólo tenían dos y cuatro rostros (Ez.1:5-12). (Más comp. con
Ap.4:8). El “rostro”
y los “pies” denotan forma humana; algo de una forma serpentina (acaso
la cabeza de un basilisco, como en los templos de Tebas), puede haberse incluido;
de ahí que el querub se compusiese de varias formas de animales. La voz seraf,
sin embargo, acaso provenga de una raíz que significa: a la semejanza de un
príncipe aplicada en Daniel 10:13 a Miguel [Maurer]; del mismo modo que
querub proviene de una raíz que significa noble cambiando la m en b).
Dos—sólo dos alas de las seis estaban dispuestas
para volar al punto para servir a Dios; dos velaban sus rostros, como indignos de mirar al Santo
Dios o de penetrar en sus secretos consejos, que ellos cumplían
(Éxodo 3:6; Job 4:18; 15:15), dos cubrían sus pies, o más bien todas las partes
inferiores de sus personas—práctica
observada en la presencia de los monarcas orientales, como señal de reverencia (comp.
Ez.1:11, sus cuerpos). El servicio del hombre a fortiori consiste en una espera
reverente, más bien que en un servicio activo prestado a Dios.
La unión de sus alas en la parte
superior significa que aunque los movimientos de la providencia en este mundo
pueden parecer confusos y antagónicos, sin embargo, si uno levanta sus ojos al
cielo.
Verá que se ligan admirablemente para
alcanzar al fin el objeto propuesto.
V.12. La misma
idea encontramos en el v. 9.
La repetición se debe a que nosotros,
los seres humanos, somos tardos para llegar a reconocer la sabiduría de las
acciones de Dios; ellas nos parecen tortuosas y confusas, pero todas tienden invariablemente
a un mismo propósito.
El espíritu—el impulso secreto por medio del cual Dios mueve a
sus ángeles hacia el fin designado. Ellos no se vuelven para atrás ni a los
costados mientras no hayan cumplido la tarea que les ha sido encomendada.
V.13. la semejanza… parecer—no es tautología.
Pues “semejanza”
expresa la forma general, mientras que “parecer”. Se refiere al aspecto particular de una
cosa. Carbones
de fuego—que denotan la justicia intensamente pura y ardiente por la
cual Dios castiga por medio de sus ángeles a aquellos quienes. Como Israel, se
han endurecido contra su gran paciencia. Así también en Isaías cap. 6, en vez
de querubines, aparece el nombre “serafines”, “los encendidos” o “ardientes”. Término que se aplica
para indicar la justicia consumidora de Dios: y por lo que sus voces se dirigen a él. Diciendo: Véase Parte II.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario