VENGAN A MÍ:
(Juan 6:30-40)
“Le
dijeron entonces: ¿Qué señal, pues, haces tú, para que veamos, y te creamos?
¿Qué obra haces?... Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está
escrito: Pan del cielo les dio a comer… Y
Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: No os dio
Moisés el pan del cielo, mas mi Padre os da el verdadero pan del cielo… Porque
el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo… Le dijeron: Señor, danos
siempre este pan… Jesús les dijo: Yo soy el pan de
vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá
sed jamás… Mas os he dicho, que aunque me habéis visto, no creéis…”
(Juan
6:30-40)
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
Introducción:
¿ Qué
señal pues haces tú?
(V.30).
Pero ¿cómo podían ellos pedir “una señal[1]”,
cuando muchos de ellos apenas un día antes habían presenciado una “señal”
como nunca había sido concedida a los hombres; cuando después de presenciarla,
con dificultad fueron constreñidos de no hacerlo rey; cuando le habían seguido
de una parte del lago a la otra; y cuando, en el principio de este mismo
discurso, él les había echado en cara el que le buscaran “no porque habían visto las señales”,
sino por los panes?
La verdad parece ser que ellos estaban
confundidos por las pretensiones nuevas que nuestro Señor acababa de presentar.
Al proponer hacerlo rey, fue con propósitos muy diferentes del de dispensar el
pan de vida eterna; y cuando él parecía elevar sus pretensiones aún más alto,
presentándolas como la “gran obra de Dios” que ellos creyesen en él como
el Enviado de Dios, ellos vieron muy claramente que él estaba haciendo una
demanda más allá de lo que ellos estaban preparados para concederle, y más allá
de lo que se había hecho antes a hombre alguno.
De
Ahí Su Pregunta: “¿Qué Obras?”.
El
pronombre personal tú (v. 30) es enfático.
Parece que ellos ahora entienden que
Jesús está reclamando ser “el enviado de Dios”, el Mesías, y demandan
pruebas para convencerles que es así como él dice. Nos sorprende que, los que hubieran
visto y comprobado el milagro de la alimentación de los cinco mil el día
anterior, ahora están pidiendo todavía otra señal. Quizá lo que tenían en mente
era algo todavía más espectacular.
Los Sinópticos relatan que “para probarle le
pidieron que les mostrara una señal del cielo” (Mateo 16:1; ver
Marcos 8:11; Lucas 11:16) y esto luego de la alimentación de los cuatro mil.
Creamos en ti traduce una construcción sin la preposición gr., que se traduce
mejor “creamos a ti”; en cambio, la
construcción usada por Jesús incluye la preposición griega eis G1519 y se
traduce “creer
en el que” (v. 29).
La Demanda De
Una Señal:
“Vinieron los fariseos y los saduceos para tentarle, y le
pidieron que les mostrase señal del cielo”. (Mateo 16:1).
Mateo
16:1: Los fariseos y saduceos demandaban señales en el cielo.
Intentaban explicar los milagros de Jesús como experta manipulación, casualidad
o uso de poderes malignos, pero creían que sólo Dios podría hacer señales en los cielos.
Estaban seguros que esa sería una proeza que Jesús no podría realizar. A pesar
de que Jesús pudo impresionarlos con facilidad, no quiso hacerlo. Sabía que ni
un milagro en el cielo logrará convencerlos de que era el Mesías. Ya de
antemano habían decidido no creer en El.
1B121: El participio
πειράζοντες
expresa la idea de propósito: con el propósito de probarle.
“Vinieron
entonces los fariseos y comenzaron a discutir con él, pidiéndole señal del
cielo, para tentarle”. (Marcos 8:11).
Marcos 8:11: Los fariseos trataban de explicar
los milagros anteriores de Jesús diciendo que fueron obras de la suerte, la
coincidencia o el poder de Satanás. Demandaban una señal en el cielo, algo que
solo Dios podría hacer. Jesús rechazó tal demanda porque sabía que ni un milagro
como ese bastaría para convencerlos. Ya habían resuelto no creer. Los corazones
pueden llegar a ser tan duros que ni siquiera los acontecimientos y
demostraciones más convincentes los hacen cambiar.
“Otros, para tentarle, le pedían señal del cielo”. (Lucas 11:16)
El verbo “creer” se encuentra 98 veces en
Juan y cuando se omite la preposición significa más bien “creer en algo hecho o dicho por una persona”;
en cambio, cuando se emplea la preposición gr. eis[2], significa
confianza en, y compromiso con, la persona.
Los galileos relacionan la
multiplicación de los panes y los peces con el maná que comieron los israelitas
durante 40 años en el desierto, entre Egipto y la Tierra Prometida. Parece que
lo que estaba en sus mentes era la posibilidad de que Jesús sería otro profeta
como Moisés, quien les daría ya no el pan de cebada que habían comido el día
anterior, sino el maná que cae del cielo, ¡y eso todos los días! Tal expectativa se encuentra
en varios de los escritos judíos extra-bíblicos.
En
comparación, según ellos, Jesús habría hecho menos que Moisés: Jesús les
alimentó una vez, Moisés 40 años; Jesús les dio pan común, Moisés dio pan del
cielo; Jesús alimentó a unos cinco mil, Moisés a una nación entera. Si Jesús
cumpliera con esta expectativa, entonces ellos serían sus seguidores. Si esa
fue su intención, Jesús no accede a sus demandas.
Nótese: en
el v. 32 la antítesis establecida entre
Moisés y mi Padre, y entre los verbos ha dado y da. La versión RVR-1960 traduce el verbo de tiempo perfecto ha dado como si fuera
un aoristo (“dio”), lo cual aumenta el contraste, pero no es fiel al texto
original. Con todo, hay un claro contraste entre los dos verbos ha dado y da,
este describiendo una acción perpetua. Jesús no demora en responder con una
corrección y una afirmación, subrayando la importancia de las dos ideas con esa
doble partícula afirmativa gr. amén, amén. Parece que ellos atribuían a Moisés
el milagro del maná en el desierto. Jesús les corrige diciendo que Moisés fue
meramente el medio, no el autor de ese milagro.
Algunos
comentaristas sugieren que el pensamiento central de este capítulo se encuentra
en la segunda parte de este versículo: Mi Padre os da el verdadero pan del
cielo. A continuación Jesús debe mostrar que él mismo es el pan verdadero que
desciende del cielo no visible, mientras que el maná[3] que sus
antepasados comieron era pan terrenal que descendió del cielo visible.
Al mencionar el verdadero pan del cielo,
por primera vez Jesús comienza a distinguir claramente entre el maná y lo que
él ofrece.
Jesús
comienza a identificar lo que es “el verdadero pan”:
es
de Dios, es personal, desciende del cielo invisible y provee vida para todo el
mundo, no sólo al pueblo judío. Este solo versículo encierra todo un curso de
teología. El término aquel, traduce una sola letra griega (o) que es el
artículo definido, masculino, singular, nominativo.
Aquí se usa como un relativo,
acompañando el participio griego desciende y puede referirse al pan o al Hijo
de Dios. La RVA., lo traduce como que se refiere al pan, omitiendo el acento
personal en aquel, y esto concuerda con el antecedente (pan) y con el versículo siguiente
donde todavía los judíos hablaban de pan material.
El
Pan[4] (Juan 6:35):
El pan siempre ha sido importante para
el pueblo de Dios; fue su provisión en el desierto, en forma de “maná”
(Éxodo 16:4), que literalmente quiere decir:
“¿Qué es esto?”.
Hacer
Pan Era Un Acto Diario De Las Mujeres y Las Niñas De La Familia:
· Se hacía de trigo
o de cebada que había sido previamente molido entre dos piedras; la harina se mezclaba
con agua y un poco de la masa del día anterior;
· luego la
amasaban y dejaban que se “hinche”.
· Después se
formaban los panes y los cocinaban en los hornos de barro que tenían afuera de
sus casas.
Para la gente pobre el pan era
primordial en su dieta, y muchas veces tenían que comer pan de cebada que era
considerado muy inferior al pan de trigo. En verdad, los rabinos lo
consideraban comida para los animales, y uno de los castigos para el soldado
romano era el de darle a comer pan de cebada.
Sin embargo, éste es el pan mencionado
en 6:9; y el milagro que Jesús hizo recobra un mayor significado, al saber que
el dueño de los panes era un niño muy pobre, pero que puso todo lo que tenía en
las manos de Jesús, quien de este “poco” dio de comer a más de 5,000 personas.
Jesús nos enseñó a pedir a Dios “nuestro pan de
cada día” (Juan 6:11), símbolo de lo necesario para sostener nuestra
vida de hoy, de mañana y de los días que siguen. Tan esencial para la vida es
el concepto del pan que Jesús lo usa como una de las definiciones de su persona: “Yo soy el pan de
vida” (Juan 6:35).
Jesús va más allá con esta verdad
diciendo que cualquiera que recibe y come este pan no tendría hambre jamás,
porque él es el verdadero pan que ha descendido del cielo.
El título Señor usado en el v. 34
llevaría meramente el sentido de respeto, pero un respeto creciente; faltaba
todavía la dimensión de fe y compromiso. Dos cosas de la explicación de Jesús
habrían captado la atención de los espectadores la referencia al pan
descendiendo del cielo y su poder vivificador. Desciende del cielo, siendo un
participio griego en el tiempo presente, comunica la idea de algo que está
descendiendo en forma ininterrumpida.
El imperativo aoristo danos expresa la
súplica por una acción inmediata y urgente. Querían asegurarse de una provisión
diaria y para siempre, como el maná de antaño. Con todo, era una súplica
egoísta, como la de la mujer samaritana que quería una fuente permanente de
agua (Juan 4:15).
Nótese: la
expresión mesiánica Yo soy, y el cambio de la tercera persona en el v.
33 a la primera en el v. 35. El pronombre Yo es enfático y el verbo en el tiempo
presente soy expresa el eterno ser divino.
Tres veces en este pasaje
Jesús repite esta afirmación (vv. 41, 48, 51;
ver 4:26). También es la primera de siete
afirmaciones distintas “yo soy”, unidas con una metáfora (8:12; 10:7, 9, 11, 14;
11:25; 14:6; 15:1, 5). Cada metáfora revela un
aspecto importante y distinto de la vida y el ministerio de Jesús. ¿Sería
simbólico el número siete?
Muchos comentaristas opinan que sí, que
llama la atención a Jesús en el cual se encuentra la absoluta perfección de la
unión de lo terrenal (cuatro) con lo celestial (Trinidad).
En esta ocasión él se presenta como el
pan, una metáfora que se emplea como símbolo del sustento básico de la vida. Lo
que el pan material es para la vida física, Jesús lo es para la vida
espiritual, completamente esencial para su existencia.
Además del pan, el agua es el otro
elemento esencial para la vida. En el sentido espiritual, Jesús satisface
completamente y para siempre ambas necesidades. Las expresiones “venir a Jesús”
y “creer en
él” son sinónimas.
Hay distintas maneras de expresar la
conversión; aquí Jesús usa la idea de venir a él (ver vv. 37, 44, 45, 65),
implicando el dar la espalda al mundo con la vida vieja, y la unión vital con
la misma fuente de la vida. En mí cree emplea la preposición griega que connota
la confianza personal en él, y el compromiso obediente con él (ver v. 29).
No y jamás traducen, cada término, una
doble negación griega enfática que significa algo como “no, no tendrá sed jamás, jamás” o “no tendrá sed en
absoluto, en ningún momento, para siempre jamás”. Es la forma más
categórica para expresar una negación.
La conjunción adversativa Pero del v. 36
expresa un contraste fuerte y marcado. El contraste estaría relacionado con la
respuesta que él deseaba recibir de ellos y que no se produjo. He dicho es más
bien “dije”,
pero no sabemos cuándo lo dijo, a menos que fuera una referencia general al
planteamiento que estaba en progreso.
Otra vez observamos lo que se llama el “tono patético o
trágico” (ver 5:40) en este Evangelio. No sólo que habían visto al
Hijo de Dios en persona, sino que habían presenciado y probado un notable
milagro y, contrario a lo que se esperaría (ver 20:29-31), no estaban
dispuestos a creer en él como el Mesías.
Nótese: cómo Jesús va
agregando, v. 37, conceptos nuevos en el desarrollo del intercambio con los
galileos. Plummer llama a los vv. 37-40 una digresión en que Jesús presenta la
bienaventuranza de los que creen en él. Todo lo que es un neutro inclusivo en
el texto griego, abarcando la totalidad de las cosas, pero seguramente
incluyendo a los seres humanos (ver 3:35).
Hay dos nuevos conceptos en este
versículo:
· la soberanía del Padre
en mover hacia su Hijo, por medio del Espíritu Santo (16:8-11), a todos
los que han de creer en él; y
· su promesa de
que jamás echará fuera a los tales.
Viene
es un participio griego en el tiempo presente, indicando un proceso en marcha: “el que está
viniendo a mí”. Jamás traduce el doble negativo griego ou me, la
forma más enfática de expresar una negación. El hecho de “venir a Jesús” es un sinónimo de “creer en Jesús”
(ver v. 35). Ambos conceptos implican un cambio de mente y orientación en la
vida, lo que es la esencia de una conversión espiritual.
Un nuevo concepto es ahora añadido en el
v. 38: Jesús afirma cuatro veces en este pasaje que ha descendido del cielo
(vv. 38, 50, 51, 58), lo cual se implica tres veces más (vv. 33, 41, 42).
Este
versículo explica dos razones por las cuales no echará a ninguno que el Padre
le da:
· ha descendido
del lado del Padre, enviado por él como su representante personal y en perfecta
armonía con él;
· también ha
venido explícitamente para hacer la voluntad del Padre, eso es, guardar a los
que el Padre le da.
El tiempo perfecto del verbo he
descendido indica que el resultado de la acción sigue vigente.
La seguridad eterna del creyente en
Cristo se apoya en dos verdades: es la voluntad del soberano Padre y él ha
encomendado el cumplimiento de esa voluntad a su amado Hijo (ver 10:28-30).
Plummer comenta que el cuidado que Jesús
tuvo con los pedazos de comida después de la alimentación de los cinco mil no
sería mayor que el cuidado de las almas de los creyentes. Que yo no pierda es
una cláusula que se introduce con una conjunción que expresa propósito: “para que”.
El Padre envió al Hijo para realizar esa
misión, de no perder nada de lo que él le había entregado. Esa misión termina
cuando resucite todo lo que el Padre le ha dado. El objeto del ministerio de
Jesús se expresa otra vez, no en términos masculinos, como se esperaría, sino
como neutro: todo lo que… lo resucite.
Parece que el uso del neutro en todo
este pasaje contempla a todos los salvados como constituyendo un cuerpo
(soma G4983 es neutro), o una
unidad. La expresión en el día final es peculiar a Juan, encontrándose en
varios pasajes (vv. 40, 44, 54; 11:24; 12:48).
Dicha expresión se refiere a la segunda
venida de Cristo para efectuar el juicio y resurrección de vida (ver 5:29) para
los creyentes.
Nótese: la
repetición de la voluntad de mi Padre en los vv. 38-40, la cual Jesús estaba cumpliendo y la que sigue en marcha
hoy y seguirá hasta que él venga en gloria.
Mira traduce el verbo (theoreo
G2334) que lleva la idea de “contemplar detenidamente”, no el verbo más
común “ver” (jorao G3708).
Los galileos estaban
viendo a Jesús, pero no lo contemplaban para discernir su identidad divina. La
contemplación seria y detenida llevará a uno a creer en él. Mira y cree son
verbos del tiempo presente, enfatizando acción continuada.
Cuando Jesús vivió en este mundo
invitaba a la gente a ir a ÉL y hoy sigue haciendo lo mismo (Juan 6:35). Pero
¿qué tiene ÉL y su PADRE CELESTIAL que nosotros necesitemos?
Concluimos:
Verdades Que Aprender, Sobre Jesús:
SALVACIÓN: Jesús es el
único camino para obtener el PERDÓN de pecado y la promesa del cielo: “para que todo
aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna”. (Juan 3:15).
PROPÓSITO: Debemos seguir a
Jesús con todo el corazón, alma, mente y fuerzas: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su
cruz, y sígame” (Marcos 8:34).
CONSUELO: En la prueba o
la tristeza, Él: “Dios de toda consolación, […] nos consuela en todas nuestras
tribulaciones” (2 Corintios 1:3-4).
SABIDURÍA: Necesitamos una
sabiduría superior a la nuestra para tomar decisiones: “si alguno de vosotros tiene falta de
sabiduría, pídala a Dios, […] y le será dada”
(Santiago 1:5).
FUERZA: Cuando estemos
cansados: “El
Señor dará fuerza a su pueblo” (Salmo 29:11 LBLA)
VIDA ABUNDANTE: La vida plena se
encuentra en una relación personal con Jesús: “yo he venido para que tengan vida, y para
que la tengan en abundancia” (Juan 10:10).
JESÚS AFIRMÓ: “al que a mí viene, no le echo fuera” (Juan 6:37).
JESÚS
NOS INVITA A IR A ÉL PARA TENER VIDA:
___________
Notas y
Bibliografía:
[1] semeion = (σημει̂ον,
G4592), señal, marca,
indicación, prenda. Se utiliza:
(a) De aquello que
distinguía a una persona o cosa de otras (p.ej., Mateo 26:48; Lucas 2:12; Romanos
4:11; 2 Cor.12:12 a); 2 Ts.3:17: «signo», donde el apóstol se refiere al hecho
de haber tomado la pluma con su propia mano, en lugar de su amanuense, siendo
su autógrafo testimonio de la autenticidad de sus Epístolas;
(b) de una señal
como de advertencia o amonestación (p.ej., Mateo 12:39: «la señal del profeta
Jonás; Mateo 16:4; Lucas 2:34; 11:29-30);
(c) de actos
milagrosos:
(1) como prendas de
autoridad y poder divinos (p.ej., Mateo 12:38-39 a; Juan 2:11; Juan 3:2:
«señales»; Juan 4:54: «Esta segunda señal»; Juan 10:41; 20:30); en 1 Cor.1:22:
«los judíos piden señales» indica que los apóstoles se encontraban con la misma
demanda que los judíos habían hecho a Cristo: «Abundantes fueron las señales
que se concedieron, señales del poder y amor de Dios, pero no eran estas las
señales que ellos buscaban … Ellos querían señales de un reino mesiánico
externo, de triunfo temporal, de grandeza material para el pueblo escogido. Con
tales anhelos, el evangelio de un «Mesías crucificado» les era ciertamente una
piedra de tropiezo» (Lighfoot); 1 Cor.14:22;
(2) efectuadas por
demonios (Ap.16:14);
(3) por falsos
maestros o profetas, indicaciones de una autoridad usurpada (p.ej., Mateo
24:24; Marcos 13:22);
(4) por Satanás por
medio de sus agentes especiales (2 Ts.2:9; Ap.13:13-14; 19:20);
(d) de señales de eventos
del porvenir (p.ej., Mateo 24:30, donde «la señal del Hijo del Hombre»
significa, subjetivamente, que el Hijo del Hombre es él mismo la señal de lo
que está a punto de hacer; Marcos 13:4; Lucas 21:7; 21:11; 21:25; Hechos 2:19;
Apocalipsis 12:1; 12:3; 15:1).
Los judíos
recibieron señales confirmativas de lo que Dios había cumplido en el sacrificio
expiatorio de Cristo, su resurrección y ascensión, y del envío del Espíritu
Santo, para que dieran su reconocimiento, como en Pentecostés, así como actos
sobrenaturales en el ministerio apostólico, así como las operaciones
sobrenaturales en las iglesias, tales como los dones de lenguas y de profecía.
No hay registro de permanencia de tales dones después de las circunstancias
registradas en Hech.19:1-20. (VINE).
[2] pisteuo =
(πιστευω,
G4100), creer, también ser persuadido de, y por ello fiarse de,
confiar. Significa, en este sentido de la palabra, apoyarse en, no una mera
creencia. Se halla con gran frecuencia en los escritos del apóstol Juan,
especialmente en su Evangelio. No usa el nombre (véanse pistis, en FE). En
cuanto a la primera utilización del verbo, véase Juan 1:50. De los escritores
de los Evangelios, Mateo usa el verbo en diez ocasiones, Marcos diez, Lucas
nueve, Juan noventa y nueve. En Hechos 5:14 se traduce el participio presente
del verbo como «creyentes». Véanse CONFIAR, CREYENTE, ENCOMENDAR, FIAR. (VINE).
[3] manna = (μάννα, G3131), el
alimento provisto sobrenaturalmente a Israel durante su peregrinación por el
desierto (para detalles, consultar éxodo 16
y Números 11). El equivalente hebreo se da en Éxodo 16:15 (rvr77, margen: «man-ha»).
La traducción es: «¿Qué es esto?» Se
lo describe en Salmo 78:24-25 como «trigo de los cielos» y «pan de nobles»
(rvr77: «pan de los fuertes»); en 1 Cor.10:3 recibe la apelación de «alimento
espiritual». La vasija dispuesta para contenerlo como memorial para siempre era
de oro (Heb.9:4, comp. Ex.16:33). El Señor se refiere al maná como tipo de sí
mismo, el verdadero Pan del Cielo, impartiendo vida eterna y sustento a
aquellos que por la fe participan espiritualmente de él (Juan 6:31-35). El
«maná escondido» es prometido como una de las recompensas para el vencedor
(Apocalipsis 2:17); es así sugerente de la excelencia moral de Cristo en su
vida sobre la tierra, escondido de los ojos de los hombres, para quienes fue
«despreciado y desechado»; el camino del vencedor es un reflejo de su vida.
No debe
identificarse ninguna de las sustancias naturales llamadas maná con el que Dios
dio a Israel. (VINE).
[4] artos = (ἄρτος, G740),
pan; término quizá derivado de aro,
conjuntar, o de una raíz ar
–, tierra. Significa:
(a) una hogaza o
torta pequeña, compuesta de harina y agua, cocida, de forma oblonga o redonda,
y de un grosor como del pulgar. Estas tortas no se cortaban, sino que se
partían y se consagraban al Señor cada día de reposo, recibiendo el nombre de
pan (u hogazas) de la presentación: «pan de la proposición» (Mateo 12:4).
Cuando el pan de la proposición fue reinstituido por Nehemías (Neh.10:32) se
impuso sobre los judíos un tributo de un tercio de ciclo por cabeza (Mateo 17:24);
(b) el pan de la
Cena del Señor (p.ej., Mateo 26:26: «tomó Jesús el pan»); el partimiento del
pan llegó a ser el nombre de esta institución (Hechos 2:42; 20:7; 1 Corintios
10:16; 11:23);
(c) pan de
cualquier tipo (Mateo 16:11);
(d) metafóricamente,
de Cristo como el pan de Dios y de vida (Juan 6:33; 6:35);
(e) los alimentos
en general, las cosas necesarias para el mantenimiento de la vida (Mateo 6:11;
2 Cor.9:10, etc.).
- El Pan Diario. 2017.
- e-Sword-the. LEDD.
- Biblia de Estudio RYRIE.
- Pastor: Carlos Ramírez Jiménez. 06//07//2017.
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