LA
VENIDA DEL SEÑOR (I):
(1 Tesalonicenses 4:13-18)
La Venida Del
Señor:
“Tampoco
queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen[1], para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza… Porque
si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los
que durmieron en él… Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que
nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no
precederemos a los que durmieron… Porque el Señor mismo con voz de mando,
con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los
muertos en Cristo resucitarán primero… Luego nosotros los que
vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en
las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el
Señor… Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras”.
(1
Tesalonicenses 4:13-18)
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
Introducción:
Estaba esperando
a mi esposa en un punto indicado de la ciudad, de repente vi como las personas
corrían de aquí para allá todo era un loquerio, de repente ella se apareció y
mirando mi reloj le dije por un segundo el Señor vino y se ha llevado a muchas
personas y por tu culpa nos hemos quedamos, ella me quedo mirando, pero gracias
al Señor Jesucristo que solo era un sueño mío, como será este acontecimiento
que la Biblia habla por medio de su Palabra el Señor.
Esta promesa está latente, muchos hemos
olvidado esta promesa por el afán del vivir diario, y nuestras preocupaciones,
problemas familiares, sociales, etcétera, que nos da el diario vivir de la
vida, tan igual como lo presenta el apóstol, cuando se dirigió a los
tesalonicenses en el Nuevo Testamento sobre la partida de los santos, y el
Retorno del Señor Jesús.
Los
que duermen son tesalonicenses que habían muerto desde la partida de Pablo. Habían surgido
comentarios sobre cómo se benefician los muertos del regreso de Jesús. La respuesta de Pablo va al grano:
· Ellos se levantarán primero y los vivos los
seguirán
(vv. 16, 17).
Ahora
bien, la pregunta es ésta: Si un creyente muere antes de que Venga el Señor, ¿le hace la muerte
perder toda esperanza de participar en el reino glorioso de Cristo? La respuesta de Pablo es que, sin duda
alguna, los muertos resucitarán y participaran en el Reino.
I. Enseñanza Respecto A Los Muertos:
V.13. Como el tema principal de Pablo en su
predicación en Tesalónica había sido el reino venidero (Hechos 17:7), algunas
personas lo pervirtieron en motivo de
temor respecto de amigos recién
fallecidos, como si éstos hubieran de ser excluidos de la gloria que compartirán solamente los que quedaran vivos.
Este error
corrige el apóstol Pablo aquí (véase capítulo 5:10).
“quien murió por
nosotros para que ya sea que velemos, o que durmamos[1], vivamos juntamente con él”.
NOTA: V.10.
murió por nosotros—Griego “a favor de nosotros”. O que velemos, o que durmamos[1]—sea que en la venida de Cristo nos hallemos despiertos,
es decir vivos, o dormidos en nuestros sepulcros. Juntamente todos nosotros
juntos; no tomando los vivos la delantera a los muertos en la glorificación “con él” en su venida
(capítulo 4:13).
Tampoco queremos. Algunos manuscritos,
no los más antiguos, dicen: “No quiero”.
Mis colaboradores (Silas y Timoteo) y yo mismo deseamos que no ignoréis.
Los que duermen. Los manuscritos
más antiguos leen:
· “los que están durmiendo” (presente);
· son los mismos
que “los muertos
en Cristo” (v. 16), para cuyos cuerpos (Daniel 12:2, no sus almas;
Ecls.12:7; 2 Cor.5:8) la muerte es un sueño tranquilo y santo, del cual los
despertará a la gloria la resurrección.
La palabra “cementerio” quiere decir lugar de dormir[1].
Tómese
nota:
· La gloria y la esperanza principal de los
cristianos no han de realizarse en la muerte, sino en la venida del Señor;
· la una no ha de
adelantarse a la otra, sino que todos los creyentes han de ser glorificados juntos
en la venida de Cristo (Cols.3:4; Heb.11:40).
NOTA: 1 Ts.4:13: LOS QUE DUERMEN: El cuerpo (no el alma) del creyente que ha muerto es el que se llama dormir
durante el tiempo que media entre la muerte y la Resurrección.
La muerte afecta al mero individuo, más
la venida de Jesús afectará a toda la iglesia; en la muerte nuestra alma está
invisible e individualmente con el Señor; en la venida de Cristo la iglesia
entera, con todos sus miembros en cuerpo y en alma, estará visible y
colectivamente con él. Como esto se presenta como un consuelo a los afligidos
deudos, el reconocimiento mutuo de los santos en la venida de Cristo se da por
entendido en esto.
Que no os entristezcáis como los
otros—Griego, “los
demás”; todos los que no son cristianos. No se prohíbe todo duelo
natural por nuestros amigos fallecidos, porque nuestro Señor Jesús y Pablo sin
pecado se entregaron a él (Juan 11:31; 11:33; 11:35; Filp.2:27).
Pero tristeza como si no hubiese “esperanza ninguna”,
la cual en efecto no tenían los paganos (Ef.2:12), sí, se prohíbe.
La “esperanza[2]” de
los cristianos mencionada aquí es la de la resurrección.
“En aquel tiempo
estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos
de la promesa, sin esperanza[2] y sin Dios en el mundo”.
Ef. 2:12.
NOTA: Ef.2:12: En aquel tiempo estabais sin
Cristo—Griego, “separados
de Cristo”;
no teniendo parte alguna en él; lejos de él. Se necesitaría una palabra
distinta griega (aneu) para expresar, “Cristo no estaba presente con vosotros”. [Tittm]., alejados de la república
de Israel—Griego, “enajenados
de”. No meramente “separados de”. Los judíos fueron “cortados” o excluidos
de la “república” de Dios, porque se consideraban justos en sí mismos, cuando eran indolentes e indignos, y no como alejados y
extranjeros. [Crisósmo]. La expresión “alejados de”
da a entender que los gentiles, antes de apostatar de la fe primitiva, habían
sido participantes de la luz y de la vida (comp. cap. 4:18, 23). La esperanza de la redención por el
Mesías, así como su apostasía subsiguiente, estaba incorporada en una “república” o bien común (griego “politía”),
la “de Israel”, de la cual los gentiles estaban
enajenados. Contrátese v. 13; cap. 3:6; 4:4, 5, con Salmo 147:20. Extranjeros a los pactos de la promesa—“La promesa” definida, es decir, “a ti y a tu simiente daré esta tierra” (Rom.9:4; Gal.3:16). El plural “los
pactos”, da a entender
las varias repeticiones del pacto con Abrahán, con Isaac, con Jacob, y con todo
el pueblo en el Sinaí. [Alford]. El término “promesa”
es singular, para significar que el pacto, en realidad y sustancialmente, es
uno y el mismo siempre, y es sólo diferente en sus accidentes y circunstancias
externas (comp. Heb.1:1, “muchas veces y en muchas maneras”).
Sin esperanza—Más allá de esta vida (1 Cor.15:19). Las suposiciones de los filósofos
paganos en cuanto al porvenir fueron vagas y del todo inadecuadas. No tenían
ninguna “promesa” divina, y por lo tanto, ningún
fundamento de “esperanza”. Epicuro y Aristóteles no creían en
ninguna vida futura. Los platonistas creían que el alma pasaba por cambios
perpetuos, unas veces felices, otras miserables. Los estoicos creían que la
vida existiría sólo hasta el tiempo de la consumación de todas las cosas. Y sin
Dios—Griego, “ateos”; es decir, que ellos no tenían un “Dios” en el sentido en que usamos nosotros la palabra, el Ser
Eterno, quien hizo y gobierna todas las cosas (comp. Hechos 14:15, “Que de estas vanidades os convirtáis al
Dios vivo, que hizo el cielo y la tierra. y la mar, y todo lo que hay en ellos”); mientras que los judíos tenían ideas
claras acerca de Dios y la inmortalidad. Comp. Gal.4:8: “No conociendo a Dios, servíais a los que por naturaleza no son
dioses” (1 Ts.4:5). De modo que todos los panteístas son ateos, porque un dios
impersonal no es dios ninguno, y una inmortalidad ideal no es inmortalidad.
[Tholuck]. En el mundo—En contraste con el privilegio de pertenecer a “la república de Israel”. Antes tenían su porción y su todo en
este mundo vano e impío (Salmo 17:14), del cual Cristo liberta a su pueblo (Juan 15:19; 17:14;
Gal.1:4).
Véase Salmo 16:9; 16:11; 17:15; 73:24;
Prov.14:32, muestran que los creyentes del Antiguo Testamento, aunque no tan
claramente (Isaías 38:18-19), sin embargo tenían esta esperanza. En contraste
leemos del poeta Catulo, Isaías 5:4; “Cuando al fin se ponga el sol de este corto día, tenemos que
dormir una noche interminable”.
Las inscripciones sepulcrales de la
Tesalónica pagana expresan esta perspectiva desesperante acerca de los muertos;
así como escribe Esquilo, “De uno ya muerto no hay resurrección”.
Aunque algunos filósofos paganos
tuvieron ciertas vislumbres de la existencia del alma después de la muerte,
absolutamente ninguna tuvo acerca del cuerpo (Hechos 17:18; 17:20; 17:32).
V.14. Porque si—Confirmación de su dicho del v. 13 de que el
borrar la ignorancia en cuanto a
los creyentes muertos quitaría la tristeza indebida respecto de ellos.
Véase
v. 13, “esperanza[2]”. De ahí que aparece que nuestra
esperanza se apoya en nuestra fe (“si creemos”). “Tan seguramente
como creemos que Cristo murió y resucitó (la misma doctrina
especificada como enseñada en Tesalónica, Hechos 17:3), así también traerá Dios con él a los que durmieron en Jesús”.
Los creyentes son acostados en sueño por Jesús, y así serán traídos
del sueño con Jesús en su séquito
cuando venga. Aquí no se habla de las almas separadas del cuerpo; se hace
referencia a los cuerpos que duermen.
Los
hechos de la experiencia de Cristo son repetidos en la experiencia del creyente:
· Él murió, y
· luego resucitó:
· así los creyentes morirán y luego
resucitarán con él.
Pero en el caso de él, muerte es la
palabra usada, 1 Cor.15:3; 15:6; etc.; en el caso de ellos, sueño; porque la
muerte de él ha quitado para ellos el aguijón de la muerte. La misma mano que
los resucitará es la que los acostó en sueño. Durmieron en Jesús—lit., “acostados en sueño
por Jesús”, que corresponde con “muertos en Cristo” (v. 16).
“Porque
primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por
nuestros pecados, conforme a las Escrituras;… Después apareció a más
de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven aún, y otros ya duermen”. (1 Cor. 15:3,
6).
VV.15-18. El
anuncio triple de la venida del Señor, LA VENIDA DEL MESÍAS.
Este es uno de los más amados pasajes
acerca de la Segunda
Venida, y también uno de los más detallados.
Se nos dice que se producirá un anuncio
triple de la venida del Señor: un grito o sonido fuerte, la voz de un arcángel y la
trompeta de Dios (v. 16).
Además
de esto, se ofrece una triple promesa a los creyentes:
1) los muertos en Cristo
resucitarán;
2) los que estemos vivos en ese momento seremos arrebatados;
y
3) estaremos siempre con
el Señor (vv. 16, 17).
La palabra «rapto» no se usa en la Biblia, pero
la idea de que los santos serán «arrebatados» para reunirse todos en la Segunda Venida del
Señor, aparece aquí y en Mateo 24:30-31.
“Entonces aparecerá la señal del Hijo del
Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y
verán al Hijo del Hombre “viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran
gloria… Y
enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de
los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro”. Mateo 24:30-31.
NOTA: Referencia particular a la Segunda Venida, Mateo 24:29-31. El texto parece sugerir que la Segunda Venida se efectuará inmediatamente después de los eventos descritos anteriormente, o
sea, la destrucción de Jerusalén. Algunos autores sostienen que Jesús esperaba
que sucediera así, pero que estaba equivocado. Sin embargo, hay otras
alternativas que se pueden ofrecer. Se puede considerar el lenguaje del v. 29 como una descripción críptica en
términos simbólicos de la ruina de Jerusalén. Un evento en que cerca de un
millón de personas murieran, y otros tantos llevados como presos, tendría que
describirse en términos apocalípticos (comp. Hechos
2:19-20).
Una solución quizá más satisfactoria sería la de considerar el
adverbio inmediatamente como modificador del verbo se oscurecerá (v. 29). Jesús señala dos eventos de inmenso
significado, en secuencia, pero sin especificar el lapso entre ellos. Entonces
se traduciría así: Pero después de la tribulación de aquellos días (destrucción de
Jerusalén), el
sol se oscurecerá inmediatamente... (Segunda Venida). El adverbio se entiende en el sentido de “de inmediato”, o “repentinamente", sin
previo aviso. Entendido así, este versículo constituye una transición entre los
dos eventos. Los dos versículos que siguen describen claramente la Segunda Venida de Cristo y el fin del mundo.
La señal del Hijo del Hombre en el cielo (v. 30) es una expresión que ha dado lugar a
muchas conjeturas. Sin embargo, es mejor considerar del Hijo del Hombre como un
genitivo de aposición, o sea, la señal es la aparición del Hijo del Hombre. El
duelo se producirá entre los que han escuchado el evangelio y no aprovecharon
su oportunidad, o de los que despreciaron al Hijo del Hombre y reconocen que
ahora él viene para juzgarlos. En el v. 30 se unen dos pasajes del AT: Zacarías 12:10-12 describe el duelo del pueblo sobre el
que atravesaron; y Daniel 7:13-14 presenta la venida triunfante del Hijo del hombre (comp. Hechos 1:9;
Hechos 1:11).
Ángeles con un gran sonar de trompeta (v. 31) describe la función del heraldo que
toca fuertemente la trompeta para anunciar la llegada del rey. Por tercera vez
en este capítulo se menciona a los escogidos (vv. 22, 24, 31). Algunos opinan que el término se
refiere a los judíos creyentes en Cristo (comp. Isaías 65:9), pero parece más bien referirse a todos
los creyentes en Cristo de todas las naciones sobre la faz de la tierra. Esta
profecía contempla la extensión del cristianismo hasta los confines de la
tierra. También indica que Jesús no esperaba la Segunda Venida en
relación con la destrucción de Jerusalén, como algunos sostienen
equivocadamente.
La esperanza de su venida debe ser una
fuente de consuelo para los que estamos en espera de su retorno (Mateo
5:18). (Hechos 1:10-11; Mateo 25:13).
V.15. en palabra del Señor—Es decir, en virtud de una
revelación directa del Señor a mí. Así en 1 R.20:35.
Este es el misterio, una verdad antes
escondida, ahora revelada, que Pablo declara (1 Cor.15:51-52).
“He aquí, os
digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados,…
en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final
trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados
incorruptibles, y nosotros seremos transformados”. (1 Cor. 15:51-52).
NOTA: En los
vv. 51, 52, Pablo comienza a usar
terminología y conceptos clásicamente apocalípticos. Esta terminología es la
que los judíos empleaban para describir los eventos que tendrían lugar al final
de la era presente. La expresión “He aquí” implica que el Apóstol tiene algo muy especial que
contarles a los corintios. La palabra “misterio”
connota una cosa incomprensible para la mente
humana, pero a la vez una cosa revelada y hecha comprensible por Dios (ver
2:6, 7; 13:2; 14:2; Rom.11:12). A los tesalonicenses (1 Ts.4:13-17) Pablo los consuela al decir que los muertos en el Señor
antes de la venida de Cristo no estarían con desventaja. Les asegura que los
que “se dormían” antes
de la parusía[4] serían resucitados primero. No serían dejados como
estaban. Al decir “no todos dormiremos”, el Apóstol expresa su convicción de que él, entre otros,
estaría vivo todavía al regresar el Mesías. Esto implica, desde luego, que
Pablo creía en el retorno inminente de Cristo. Ciertamente pensaba que volvería
durante su propia existencia sobre la tierra (1 Ts.4:17). Eso sí, insiste en que todos, fueran los ya difuntos o
los vivos, tendrían que experimentar una transformación. A los dos grupos
tendría que dárseles un nuevo cuerpo espiritual. Esta acción se realizaría
“en un instante, en un abrir y cerrar de ojos, a la
trompeta final”. El vocablo “instante” es traducción de
atomon G823, un espacio de tiempo
tan breve que no se puede medir. No se encuentra este vocablo en ninguna otra
parte del NT. Casi no hace falta comentar la expresión de Pablo “en un abrir y cerrar de ojos”, o sea, un guiño. Con esta expresión idiomática el Apóstol quiere
expresar una acción instantánea. El hecho de la transformación no tan sólo se
realiza de forma rápida, sino que también coincide con el sonido de “la trompeta final”. El
tocar la trompeta era parte normal del culto en el templo judío (ver 1
Cron.13:8; Ez.3:10; Job 47:5). La trompeta final,
sin embargo, juega el papel del heraldo que anuncia la llegada de la parusía[4]. Es interesante
notar que la trompeta forma parte importante en la literatura apocalíptica (ver
Isaías 27:13; Joel 2:1). Se tocaría la trompeta en
la ocasión del regreso de los judíos del exilio babilónico a la tierra
prometida. También en 1 Ts.4:16 ss. “la trompeta
de Dios” suena en el momento de la llegada
de Cristo, se levantan los muertos en Cristo, y los creyentes vivientes serán
arrebatados con ellos en las nubes. Acá se nos dice que es la trompeta final,
tal vez significando así que con el retorno de Cristo a la tierra se cierra el
orden presente del mundo. Este texto se puede comparar con Apocalipsis 11:15
ss. En donde la última de las siete trompetas suena
para anunciar la consumación del reino de Dios. Todo lo relacionado con la
trompeta y su significado se toman de la apocalíptica judía, y Pablo lo adapta
para sus propósitos en su mensaje a los corintios. Es muy importante para Pablo
que los muertos sean “resucitados sin corrupción”.
Esto es así no tan sólo por su insistencia en la
necesidad de una transformación, sino que también en la muerte ya están en un
estado de corrupción. Esto no puede seguir, porque su estado de corrupción no
es apto para estar en la presencia de Dios. No únicamente los muertos necesitan
la transformación para salir de su condición de corrupción, sino que también
los vivos serán “transformados”. Nuevamente, Pablo emplea la primera persona plural en el
verbo, y eso indica que considera que él estará entre los vivos que necesitarán
la transformación.
Delanteros—“No tomaremos la delantera a los que durmieron”
(J. J. DE LA TORRE). Tan lejos estaban los primeros cristianos de considerar
que sus hermanos fallecidos les tomasen la delantera a ellos entrando en la
gloria al fallecer, que ellos necesitaban ser asegurados de que los que quedarán en vida hasta la venida del Señor “no se adelantarán” a los que están muertos en la
fe.
El “nosotros” quiere decir quienquiera de nosotros
que vivamos y quedemos hasta la venida de Cristo. El Espíritu propuso que los
creyentes de cada edad sucesiva vivieran en la constante expectativa de la
venida del Señor, no sabiendo sino que ellos estarían entre los hallados con
vida en su venida (Mateo 24:42). Es un triste alejamiento de esta
bienaventurada esperanza el que la mayoría de los hombres esperan la muerte,
más bien que la venida de nuestro Señor.
Velad,
pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor. Mateo 24:42.
Véase parte II
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