EL PECADO[1] DEL HOMBRE:
GÉNESIS 3:
I.
Tentación (3:1–6):
A. El Tentador.
Dios
no es el autor del pecado, ni Él tienta a las personas a pecar; esto es la obra
del diablo (Stg. 1:13). Ya hemos visto que Satanás cayó en pecado antes de la
obra de Génesis 1:3ss. Al principio era un bello ángel, regocijándose en la
creación divina (Job 38:4–7), pero pecó y Dios lo juzgó (Is. 14:12–17; Ez. 28:11–19).
Nótese: que Satanás vino a
Eva disfrazado de serpiente, porque se disfraza y le aparece a la gente en su
verdadero carácter. En Génesis 3 Satanás es la serpiente que engaña
(2 Cor. 11:3); en
Génesis 4 es el mentiroso que mata (Jn. 8:44). Debemos cuidarnos
para evitar sus sendas engañosas.
B. El Blanco.
Satanás
apuntó a la mente de Eva (2 Cor. 11:1–3; 1 Tim. 2:9–15) y tuvo éxito en engañarla.
La mente del hombre es una parte de su ser creado a imagen de Dios (Col. 3:9–10),
de modo que Satanás ataca a Dios cuando ataca la mente humana. Satanás usa
mentiras. Es mentiroso y padre de mentiras (Jn. 8:44).
C.
La Táctica.
Mientras
que la mente se aferre a la verdad de Dios, Satanás no puede ganar; pero una
vez que la mente duda de la Palabra de Dios, hay campo para que se introduzcan
las mentiras del diablo. Satanás cuestiona la Palabra de Dios (v. 1), la niega
(v. 4) y luego la sustituye con sus propias mentiras (v. 5).
Nótese: que Satanás
procura socavar nuestra fe en la bondad de Dios; le sugirió a Eva que Dios
estaba «privándoles de algo» al decirles que se abstuvieran del árbol de
la ciencia del bien y del mal. Cuando cuestionamos la bondad de Dios y dudamos
de su amor, jugamos precisamente en las manos de Satanás, quien hace que la
tentación parezca maravillosa al hacerles una oferta: «¡Seréis como Dios!» Satanás mismo quiso ser «semejante al
Altísimo» (Is. 14:14) y siglos más tarde le ofreció a Cristo «todos los reinos
del mundo» si le adoraba (Mt. 4:8).
D.
La Tragedia.
Eva
no debió haberle dado «lugar al diablo» (Ef. 4:27); debió haberse
aferrado a la Palabra de Dios y resistido al diablo. Nos preguntamos dónde
estaba Adán durante esta conversación. En cualquier caso, Eva quitó de la
Palabra al omitir «libremente» (v. 2); añadió a la Palabra al ampliar
«ni le tocaréis»
(v. 3); y cambió la Palabra al hacer el «ciertamente moriréis» de Dios como «para que no muráis»
(v. 3).
En
el versículo 6 vemos la trágica operación de los deseos de la carne («bueno para comer»),
el deseo de los ojos («agradable a los ojos») y el orgullo de la vida («codiciable para
alcanzar la sabiduría»), véase 1 Juan 2:15–17. Es difícil pecar
solo. Algo en nosotros nos hace querer pecar con otros. Adán deliberadamente
pecó y sumergió al mundo en juicio (1 Tim. 2:14).
II.
Condenación (3:7–19):
A. Interna (vv. 7–13).
De
inmediato vino la pérdida de la inocencia y la gloria y un sentido de culpa.
Trataron de cubrir su desnudez con sus obras, ropajes que Dios no aceptó (v.
21). Aún más, vemos una pérdida del deseo de comunión con Dios. Cuando oyeron que
Dios se acercaba, ¡se escondieron!
La
culpa, el temor y la vergüenza rompieron la comunión con Dios que disfrutaban
antes de su desobediencia.
Nótese: también
que hubo una actitud creciente de autodefensa:
el hombre le echó la culpa a la mujer y la mujer culpó a la serpiente. Vemos
aquí el trágico efecto interno del pecado.
B.
Externa (vv. 14–19).
Es
probable que la serpiente que Satanás usó no fuera la criatura rastrera que
conocemos hoy. El nombre sugiere brillo y gloria, pero debido a que la criatura
se sometió a Satanás y participó en la tentación, fue juzgada y condenada a
arrastrarse en el polvo. El juicio de la mujer incluyó concepción y dolor en el
alumbramiento. Fue puesta en sujeción a su marido.
Nótese: que Pablo sugiere
que las mujeres cristianas que se casan con Inconversos pueden tener peligros
especiales al criar a los hijos (1 Tim. 2:8–15). El juicio sobre el
hombre involucra su trabajo: el paraíso se reemplazaría con el desierto y el gozo del
ministerio en el jardín con el sudor y el esfuerzo en el campo. El trabajo no
es la pena de Dios, porque el trabajo no es pecaminoso (2:15). Es el sudor y el
esfuerzo del trabajo y los obstáculos de la naturaleza que nos recuerdan de la
caída del hombre. Toda la creación está bajo maldición y en esclavitud debido
al pecado (Rom. 8:15–25).
C.
Eterna (v. 15).
Este
es el primer evangelio declarado en la Biblia:
las buenas nuevas de que la simiente de la mujer (Cristo) a la larga derrotaría a Satanás y a su simiente (Gál. 4:4–5).
A partir de aquí y en adelante el torrente se divide: Satanás y su familia (simiente)
se opone a Dios y a su familia. Dios mismo puso la enemistad (hostilidad) entre
ellas y Él llevará al clímax la guerra cuando arroje a Satanás al infierno (Ap.
20:10).
Repase
la parábola de la cizaña en Mateo 13 y note que Satanás tiene hijos así como
Dios los tiene. En Génesis 4 Caín mata a Abel y 1 Juan 3:12 nos informa que
Caín «era del
maligno»; hijo del diablo. El AT., es la historia de dos simientes
en conflicto; el NT. Nos narra el nacimiento de Cristo y su victoria sobre
Satanás mediante la cruz.
III.
Salvación (3:20–24):
El
único evangelio que Adán oyó fue lo que Dios dijo en 3:15, sin embargo, lo
creyó y fue salvo. ¿Cómo lo sabemos?
Debido a que llamó a su mujer «Eva» que significa «vida» o «dadora de vida». Dios dijo: que Adán y Eva morirían y Adán murió
físicamente a los 930 años. Pero también murió espiritualmente, cuando se
separó de Dios debido al pecado. Dios prometió el nacimiento de un Salvador por
medio de la mujer, y Adán creyó esta promesa y fue salvo. Dios no
cambió los resultados físicos del pecado, pero sí remitió las consecuencias
eternas: el
infierno.
Las
túnicas de pieles en el versículo 21 son cuadros de la salvación que tenemos en
Cristo. Debe haber habido derramamiento de sangre, el ofrecimiento de vida
inocente por el culpable. Adán y Eva trataron de cubrir su pecado y vergüenza
con hojas (3:7), pero Dios no aceptó estas buenas obras. ¡Él tampoco acepta tales obras hoy!
Los
vestidos en la Biblia a menudo son un cuadro de la salvación. Véanse Isaías 61:10
y Zacarías 3. El hijo pródigo fue vestido de nuevo cuando regresó a casa (Lc.
15:22). Los vestidos de justicia propia y buenas obras son trapos de inmundicia
a los ojos de Dios (Is. 64:6).
Nótese:
que Dios quiere que Adán y Eva se cubran; Él aprobó su
sentido de vergüenza. Es siempre una señal de degeneración cuando la gente
revierte eso y se vuelve a la desnudez. «Ropa decorosa»
es siempre
la norma de Dios (1 Tim. 2:9).
Los
versículos 22–24 muestran una extraña acción de la gracia de Dios: ¡sacó al
hombre y a la mujer del huerto! Habían abandonado su derecho al
árbol de la vida al desobedecer a Dios. Si hubieran comido de ese árbol,
hubieran vivido para siempre en su estado pecaminoso.
Lo
cual significa que el Salvador, el segundo Adán, no podría haber venido para
morir para librar a los seres humanos del pecado. Así, al echar a Adán y Eva
del paraíso, Dios mostraba su gracia y misericordia a la raza humana entera. La
espada que colocó en el jardín guardaba el camino. Es posible traducir esto
como «una llama
parecida a una espada»: el fuego de Dios que habla de su santidad
(Heb. 12:29).
Conclusión:
Romanos
5 y 1 Corintios 15:42–49 explican los contrastes entre el primer Adán y el
postrer Adán, Cristo. Adán fue hecho de la tierra, pero Cristo descendió del
cielo. Adán fue tentado en un jardín perfecto, mientras que Cristo fue tentado
en un terrible desierto. Adán deliberadamente desobedeció y sumergió a la raza
humana en pecado y muerte, pero Cristo obedeció a Dios y trajo justicia. Como
ladrón Adán fue expulsado del paraíso. Hablándole al ladrón, Jesús le dijo: «Hoy estarás
conmigo en el paraíso» (Lc. 23:43).
Nótese: que en Romanos
5 tenemos varias afirmaciones «mucho más» (9, 15, 17, 20), indicando que la
muerte de Cristo no sólo nos puso de regreso donde Adán estaba. Nos dio mucho
más de lo que Adán jamás tuvo. ¡Somos reyes y sacerdotes para Dios y reinaremos con Cristo
para siempre!
___________
Nota:
[1]H2398 חָטָא = kjatá: raíz prim; propiamente errar; de aquí, (figurativamente y generalmente)
pecar; por inferencia pérdida, falta, expiar, arrepentirse, (causativo) hacer
descarriar, condenar:- cometer, culpable, daño, defraudar, delinquir, errar, expiar,
limpiar, ofrecer por el pecado, pecador, pecar, pervertir, prevaricar,
purificación, purificar, reconciliar. (Strong).
H2398 חטא = QAL:
1) Perder el objetivo,
fallar dar en el blanco (Prov.8:36).
2) Echar de menos, sentir la
falta de algo (Job 5:24).
3) Faltar, fallar, ofender
(2 R.18:14).
4) Ser culpable de algo (Gn.43:9).
5) Pecar contra Dios, contra
el prójimo o contra sí mismo (Gn.20:6; 1 Sam.19:4; Prov.20:2). — Perf. חָטָא;
Impf. יֶחֱטָא; Inf. חֲטוֹא; Part. חֹטֵא; Suf. חֹטְאִי.
PIEL:
1) Hacer compensación, pagar
el daño (Gn.31:39).
2) Purificar o liberar del
pecado o de sus efectos a una persona, a un altar, a una casa, etc. (Num.19:19;
Lev.8:15; 14:49).
3) Ofrecer una víctima como
sacrificio por el pecado (Lev.6:19-26). — Perf. חִטֵּא; Impf. יְחַטֵּא; Inf. חַטֵּא;
Part. מְחַטֵּא.
HIFIL:
Fallar dar en el blanco
(Jueces 20:16).
2) Hacer pecar (1 R.14:16;
Ex.23:33). — Perf. הֶחֱטִיא; Impf. יְחֲטִיא; Vaif. וַיַּחֲטִיא, וַתַּחֲטִא;
Inf. הַחֲטִיא.
HITPAEL:
1) Purificarse de pecado
(Num.8:21).
2) Retroceder (Job 41:17). —
Impf. יִתְחַטָא.
-Clase Para El Domingo.
-Pastor: Carlos Ramírez Jiménez. 10//08//2017.
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