viernes, 19 de agosto de 2016

Palabra De Vida y Luz: (1 Juan 1:1-10)

Palabra De Vida y Luz:
(1 Juan 1:1-10)
El Principio y El Fin: Griego y hebreo:

Pastor: Carlos Ramírez Jiménez.

“Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocantes al Verbo de vida… (Porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó);… lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo… Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido…”.
(1 Juan 1:1-10)
Introducción:
Juan escribió esta carta para poner a los cristianos otra vez en el camino, mostrándoles la diferencia entre la luz y las tinieblas (la verdad y el error), y animando a la iglesia a crecer en amor genuino para Dios y los demás.
Esta Persona divina, el Verbo de vida, el Verbo de Dios se manifestó en naturaleza humana para ser Autor y Dador de la vida eterna a la humanidad por medio de la redención por su sangre y el poder de su Espíritu regenerador.
Los apóstoles declaran lo que han visto y oído para que los creyentes compartieran sus bendiciones y ventajas eternas. Tenían libre acceso a Dios Padre. Tuvieron una feliz experiencia de la verdad en sus almas, y mostraron su excelencia en sus vidas. Esta comunión de los creyentes con el Padre y el Hijo empieza y es sustentada por el poder del Espíritu Santo.
Los beneficios que Cristo concede, no son las mezquinas posesiones del mundo que causan envidia en los demás, sino el gozo y la felicidad de la comunión con Dios son absolutamente suficientes, de modo que cualquier cantidad de personas puede participar de ellos; y todos los autorizados para decir que en verdad su comunión es con el Padre, desearán guiar a otros a participar de la misma bienaventuranza.
También escribió para asegurarles a los creyentes verdaderos que poseían vida eterna y para ayudarles a conocer que su fe era genuina, de modo que pudieran disfrutar de todos los beneficios de ser hijos de Dios, el siguiente capítulo se Bosqueja así:
I. El autor sagrado expone primero el objetivo de su escrito (1:1-4);
II. Describe después las condiciones para una verdadera comunión con Dios:
1. Conformidad con una norma (vv.5-7), y
2 Confesión de todo pecado conocido (vv.8-10).

I.      El Autor Sagrado Expone Primero El Objetivo De Su Escrito. 1 Juan 1:1-4):
V.1 El vocablo inicial gr., traducido lo que, es neutro.
NOTA: V.1: *Era: El verbo significa “ya existía”, no que “comenzó a existir”. I, es, desde el principio ya existía (Eternamente) cuando comenzó la Creación. Palparon. El mismo verbo griego se usa en una de las apariciones de Cristo después de Su Resurrección (“palpad”, Lucas 24:39).

Etimología:
*G2258 ῆ̓ν = jén: imperfecto de G1510**; Yo (tú, etc.) estaba (estabas, estabamos):- (yo) era, estuviere, (tú) eras, estuvieres, fui, fuimos.
**G1510 εἰμί = eimí: primario pers. Singular presente indicativo; forma prolongada de un un verbo primario y defectivo verb; yo existo (usado solo cuando es enfático):- ser. Véase también G1488, G1498, G1511, G2258, G2071, G2070, G2075, G2076, G2771, G2468, G5600, G5607. (Strong).

Por ello pareciera referirse al mensaje del evangelio y no a una persona en particular. Pero a continuación Juan escribe de oír, de ver y aun de tocar, lo que nos lleva a pensar en Jesús. Lo mismo ocurre con el Verbo de vida, porque si bien este término puede describir el evangelio, no debemos olvidar que a Jesús se le llama “el Verbo”[1], y “la vida”[2] (Juan 1:1; 14:6), se dice que “en él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres” (Juan 1:1, 4). Este extraño comienzo, entonces, nos recuerda tanto del evangelio en sí como de aquél alrededor de quien está centrado el evangelio.
Desde el principio significa que el evangelio no fue una idea tardía; fue siempre parte del plan de Dios. A continuación Juan trata de la factibilidad de todo ello que es, para él, lo principal. El evangelio no habla de una figura mítica como las formas esfumadas de los misterios griegos, sino de una persona históricamente genuina. Escribe de lo que fue oído, visto y “palpado”[3] (compare Lucas 24:39; Juan 20:20, 24–27).
Hay un énfasis creciente en cuanto a la realidad de Jesús. Juan no se refiere a visiones sino a una existencia física. Por ello dice: lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos. La primera persona plural se usa mucho en esta carta (aparece en 51 de 105 versículos de acuerdo con Brown, Epistles of John, p. 158). El cambio de sujeto de “nosotros” a nuestras manos puede ser únicamente de estilo, o hay un énfasis sobre el contacto físico. Es lo que nuestras manos hicieron.

V.2. Juan tiene la costumbre de hacer hincapié en una idea echando mano del más simple de los recursos: la repetición.
Aquí comienza un poco al margen, toma la palabra vida, último vocablo del v. 1 y la repite tres veces. Escribe sobre la vida, pero no de la vida en términos generales. Lo que le interesa es la vida que fue manifestada; se está refiriendo claramente a la venida de Jesús, quien se describió a sí mismo como “la vida” (Juan 14:6). También es la vida que nosotros hemos visto.
Ya habló de verla y lo hará de nuevo en el v. 3; le encanta machacar sobre una idea. Más aun, él y los que la vieron pueden decir que testificamos y anunciamos. Ya habló de ella como “que era desde el principio”. El mismo pensamiento lo expresa de otra manera cuando habla de la vida eterna.
Insiste en sus repeticiones cuando piensa en la vida como que nos fue manifestada. En el Evangelio a Jesús se lo denomina “la vida” (Juan 14:6). De esto podemos deducir que es Jesús de quien se testifica y a quien se anuncia. Podemos arribar a la misma conclusión a partir de la expresión con el Padre, donde se aplica la misma construcción gramatical que se utilizó para “el Verbo” en Juan 1:1. Padre, por supuesto, es Dios, según la característica designación cristiana. Figura 12 veces en la epístola.

V.3. Una vez más Juan se refiere a lo que hemos visto y oído.
No hay que pasar por alto el énfasis que pone en los testigos oculares, ni el hecho de que está vinculado a lo anunciamos. Todo esto carece de sentido si pensamos en nosotros como “nosotros los cristianos”. Tiene que referirse exclusivamente a los que realmente vieron a Jesús en la carne. Estas personas “anuncian” lo que vieron al resto de la iglesia. Sale a luz una de las metas de Juan: para que vosotros también tengáis comunión con nosotros. Continúa de inmediato hablando de nuestra comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo.
Al hablar de comunión (gr. koinonia) la idea básica es la de poseer algo en común, es decir, de participar o de compartir en compañerismo. A menudo se utiliza la expresión en asuntos comerciales (compare Lucas 5:10).
La comunión cristiana significa compartir la vida común en Cristo por medio del Espíritu Santo. Vincula a los creyentes unos a otros, pero lo más importante es que los vincula también a Dios. No debemos pasar por alto que la comunión es continua. Los apóstoles tenían comunicación con Cristo y, por lo tanto, con Dios.
Ellos habían guiado a otros a la fe y así los habían incorporado al mismo compañerismo (un proceso que continúa hasta hoy). Es la comunión con el Padre, y con su hijo Jesucristo. Observemos que Jesucristo está vinculado al Padre al comienzo de la epístola. Uno de los mayores énfasis que pone Juan es sobre el lugar elevado que le corresponde a Cristo, y no pierde tiempo en señalarlo.

V.4. También hay cierto énfasis sobre los vocablos nosotros y escribimos.
El mensaje es de un carácter preciso y permanente y escrito por quienes tenían plena autoridad para escribir. Hay Manuscritos que apoyan “vuestro gozo”, pero es más correcto nuestro gozo.
Solamente en la medida en que Juan logre introducir a sus amigos en esta clase de comunión de la cual acaba de escribir que su gozo será completo, y por supuesto, lo mismo se cumple a la inversa, es decir, de ellos con respecto a él. “Nuestro gozo” y “vuestro gozo” van tomados de la mano. Para ambos, el verdadero gozo se obtiene solamente en la comunión con Dios.

II.      Describe Después Las Condiciones Para Una Verdadera Comunión Con Dios:
2.1.   Conformidad Con Una Norma. 1 Juan 1:5-7:

1:5-2:6. COMUNIÓN CON DIOS:
Juan deja claramente sentado que su propósito es el de atraer a sus lectores a la comunión con Dios y con los otros creyentes. Procede ahora a deducir, a partir de la naturaleza de Dios, las condiciones de la comunión.

1 Juan 1:5. Dios Es Luz.
Este es el mensaje subraya lo que sigue como significativo; en realidad como una síntesis del mensaje cristiano. Es un mensaje derivativo, hemos oído de parte de él, y no se debe a la originalidad de los apóstoles o de otros.
Hay un problema planteado sobre el significado de la frase de él, problema que se repetirá a lo lago de la epístola. No existe ningún antecedente obvio. El Padre y el Hijo fueron mencionados en el v. 3, y aquí puede referirse a cualquiera de los dos. Tal vez la mayor probabilidad se incline hacia el Hijo, pero ambos están íntimamente ligados.
El contenido del mensaje se halla sintetizado en la expresión Dios es luz (compare Juan 8:12; 9:5) a la cual se le agrega (de una manera que nos recuerda al cuarto Evangelio donde es común la conjunción de positivo y negativo) y en él no hay ningunas tinieblas (compare Salmo 27:1; Juan 1:4–9).
En el Evangelio de Juan se menciona a menudo la luz, pero relacionada más bien con el Hijo, en tanto que aquí es con el Padre.
Figura seis veces en esta epístola (1:5, 7 [dos veces]; 2:8, 9, 10). Decir que Dios es luz es llamar la atención a su integridad, a su justicia. La luz es un símbolo natural de una justicia atractiva, lo mismo que las tinieblas lo son de la oscuridad del pecado. Hay una doble negación enfática en cuanto a las tinieblas; no hay oscuridad alguna en Dios; él es toda luz.
También probablemente va implícito el pensamiento de que nuestras vidas están expuestas a la iluminación que irradia de Dios. Nada se le esconde (compare Salmo 90:8). Y como él es luz es importantísimo que su pueblo ande en luz (v. 7).

NOTA: V.5: de él. I., es, de parte de él, de Cristo. Dios es luz. I, es, Dios es santo y puro. Juan usaba mucho este símbolo (Jn.1:4; 3:19-21: 8:12). Nótese también las otras dos definiciones de Dios en el NT.: “Dios es Espíritu” (Juan 4:24) y “Dios es Amor” (1 Juan 4:8, 16).

(1) 1 Juan 1:6, 7. El Primer Error:
A Juan le gusta subrayar lo que quiere decir formulando una suposición, y aquí hay una lista de cláusulas que comienzan con el condicional si (vv. 6–10; nuevamente en 2:1). Trata sobre tres obstáculos a la comunión. El primero se centra en la pretensión de que tenemos comunión con Dios. Juan ya les dijo que su propósito era que sus lectores disfrutaran de esta comunión (v. 3). Ahora aclara que las palabras solas no pueden producir comunión con Dios.

V.6. Todo aquel que afirme que disfruta de esa comunión pero continúa andando en tinieblas miente, puesto que Dios es luz (compare 2:21, 22).
Se necesita más que un sentimiento religioso confortable. Debemos probar nuestros sentimientos por la revelación que Dios nos ha dado.
El error que Juan está denunciando es el de rechazar aceptar la luz que Dios ha dado en la revelación entregada por medio de los profetas, apóstoles y otros, prefiriendo las tinieblas de su propio camino. Juan argumenta en forma negativa.
No practicamos la verdad es una expresión muy poco usada que figura también en Juan 3:21 (y en los Manuscritos de Qumran). Hablamos de “decir la verdad”, pero la verdad puede ser una cualidad tanto de la acción como del pensamiento. La verdad que Dios nos ha hecho conocer debe vivirse en las vidas de sus siervos.

V.7. Ahora viene la suposición contraria, es decir, de que realmente andamos en luz.
El “andar” es una expresión metafórica para expresar todo un estilo de vida. Destaca la verdad de que el cristiano debe progresar sin pausa, aun cuando no sea en forma espectacular.
Andamos en luz significa vivir día a día ajustados a estrictas normas de integridad. Se refuerza al máximo la expresión cuando se añade como él está en luz (compare Mt. 5:48). No podemos juguetear con la idea de mantener niveles bajos, como si todo lo que interesara es lograr normas humanas decentes.
El cristiano es un siervo de Dios, y como tal, ajusta sus normas a los requerimientos de Dios. Ha de vivir según se lo estipule Dios.
Luego del v. anterior donde se niega la comunión con Dios a los que caminan en tinieblas (v. 6), cabría imaginar que los que andan en luz gozarán de la comunión con Dios. Al contrario, hallamos que tenemos comunión unos con otros. Por supuesto que ello incluye comunión con Dios (compare v. 3), pero no debe impedirnos ver lo que Juan quiere expresar. La comunión que los creyentes disfrutan unos con otros es de valor inapreciable.
A todo lo anterior Juan añade el ingrediente de que la sangre de su Hijo Jesús nos limpia de todo pecado[4] (o “cada pecado”; el gr. puede indicar ambas cosas). La palabra pecado aparece en esta breve carta 17 veces (también 17 veces en el Evangelio de Juan; los únicos escritos del Nuevo Testamento con más menciones son Rom. y Heb.). Jesús es el nombre humano del Salvador, y con las palabras su Hijo se hace hincapié en que es único en su género. No debemos perder de vista la significación de ambas expresiones. Limpia es un verbo de tiempo continuo.
No se trata de una limpieza de una vez y para siempre, sino de una actividad progresiva que se realiza día a día. Un poco más adelante Juan reconoce la imposibilidad de que el creyente se vea libre de todo pecado (compare vv. 9, 10).
Por consiguiente, no se refiere a una perfección con ausencia total de pecado. Sostiene que cuando tenemos por hábito andar en la luz, es decir, andar con Dios, los pecados que cometemos son limpiados.
Juan reconoce que debemos vivir muy cerca de Dios, y que aun aquellos que así viven necesitan ser limpiados continuamente. Esta limpieza se basa en la muerte propiciatoria de Jesús; la sangre no significa vida librada de la carne, como algunos afirman, sino la vida rendida en la muerte.

NOTA: V.7: pero si andamos en luz. Andar en luz es vivir en obediencia a los Mandamientos de Dios. El contraste entre la luz y las tinieblas caracteriza a la sección 1:5-2:17.

2.2.   Confesión De Todo Pecado Conocido. 1 Juan 1:8-10:
(2) 1 Juan 1:8, 9. El Segundo Error:

V.8. Juan cristaliza el segundo error en forma sucinta: si decimos que no tenemos pecado. La expresión “tenemos” pecado no es común; hay otras referencias en Juan: 9:41; 15:22, 24; 19:11. Significa más que “cometer” un pecado; se refiere al principio interno del cual los actos pecaminosos son sus manifestaciones externas. El pecado es algo que persiste, se adhiere al pecador.
Al igual que en el caso precedente y en la próxima suposición, la declaración positiva se refuerza por una acertada negativa (la verdad no está en nosotros). Cuando decimos que no tenemos pecado nos engañamos a nosotros mismos (¡por cierto que no engañamos a ningún otro!) y la verdad no está en nosotros. Concebimos la verdad en forma dinámica. Puede morar en hombres de verdad.
Pero el afirmar una cosa a todas luces falsa: que no tenemos pecado, excluye la posibilidad de que la verdad more en nosotros. Esto viene muy bien al caso para el hombre moderno que asegura que el pecado es una enfermedad o una debilidad, y afirma que tiene su génesis en los factores hereditarios, en el medio ambiente, en la necesidad o cosas por el estilo, por lo cual lo considera su suerte y no su culpa. Tal hombre se engaña a sí mismo.

V.9. En contraste, podemos confesar nuestros pecados.

NOTA: V.9: Confesamos: El Término griego significa decir lo mismo que Dios dice respecto al pecado.

El uso del plural es significativo: confesamos pecados específicos, no simplemente que pecamos. Porque Dios es fiel y justo perdona (compare Deut. 32:4. Miq. 7:18–20; Rom. 3:25). Es posible confiar plenamente en él.

NOTA: V:9:
 “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”. (1 Jn. 1:9)

Ahondemos un poco más esta cita bíblica v.9: Observamos algunos detalles importantes:
1- El verbo griego que aquí usa Juan para lo de “confesamos”[5] es homologómen. Este verbo ocurre 26 veces en el Nuevo Testamento (su compuesto, exomologuéo, diez veces) Según su etimología, significa “decir –o hablar- lo mismo”. Así que “confesar significa decir, acerca del pecado, lo mismo que Dios dice” (Ryrie). De este modo, según lo dicho al comienzo de esta sección, “nos ponemos en línea con Dios” con respecto a este punto.
2- Una vez puestos de acuerdo con Dios, nuestra comunión con Él es restaurada: Dios nos perdona los pecados que le hemos confesado y nos limpia de toda iniquidad. Dice Stott: “En la primera frase el pecado es una deuda que Él remite, y en la segunda es una mancha que Él remueve” Ambos conceptos, culpabilidad y contaminación del pecado, explican la razón por la que, en Levítico 4:1-6:7, hallamos dos series distintas de sacrificios para cubrir ambos aspectos.
3- Juan añade que Dios hará eso porque “es fiel y justo”. Es fiel a sí mismo, porque no puede negarse a sí mismo (2 Tim.2:13), y es Él mismo quien compromete su CARÁCTER INMUTABLE al hacer sus promesas, una de las cuales entraba precisamente en el Nuevo Pacto, promulgado por medio de Jeremías: “perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado” (Jeremías 31:34). Pero, ¿cómo puede ser justo perdonando el pecado que merece condenación? Aunque es cierto que la misericordia de Dios aparece a veces bajo el apelativo de justicia (v. por ejemplo Dn.9:16), es más probable (compare 2:2) que Juan se refiere aquí al hecho de que, mediante la propiciación llevado a cabo en la CRUZ, Dios permanece justo al justificar al impío que cree (Romanos 3:25, 26; 4:5; 2 Cor.5:21).
4- Aunque todo el contexto muestra que dicha confesión ha de hacerse a Dios, no estará de más recalcarlo, a fin de que no quepa ninguna duda de que Juan así lo quiere dar a entender, sin pararle por las mentes que la confesión que menciona haya de hacerse a otra persona especialmente capacitada para otorgarle el perdón. Por otra parte, los mismos autores católicos (Rodríguez-Molero, Salguero) están de acuerdo en que el autor sagrado no se refiere aquí a la confesión “sacramental”. Esto no impide el que, cuando se ha ofendido a un hermano, a él haya que acudir también en busca de perdón, acusándonos sinceramente de la ofensa que le hicimos (Stg.5:16, como un eco de Mateo 5:23-26; 6:15, 15; 18:15-35, también Ef.4:32b).[6]

Nada nos dice de qué manera va a limpiarnos de toda maldad. Pero no olvidemos el v. 7. Es la sangre de Cristo la que limpia. Ninguna otra cosa puede quitar nuestras manchas.

(2) 1 Juan 1:10. El tercer error.
La siguiente suposición es si decimos que no hemos pecado. Todo el trato que Dios tiene con los hombres parte de la base de que el hombre es pecador y necesita la salvación (compare Rom. 3:23). Negar que uno sea un pecador es hacerlo a él mentiroso. En la forma negativa significa que su palabra no está en nosotros.
En muchas partes de la Biblia la “palabra” tiene un carácter dinámico. Cumple el propósito de Dios (compare Isaías 55:11). Todo aquel que niega ser un pecador y que con esa actitud hace de Dios un mentiroso muestra, por ese hecho, que la palabra efectiva de Dios no mora en él.

NOTA: V.10: que no hemos pecado: I, es, que no hemos cometido pecado. También los creyentes pecan; si negamos nuestros pecados pasados y nuestras culpas presentes, nos engañamos a nosotros mismos, nos burlamos de Dios y no caminamos en la luz.

1 Juan 2:1, 2. La Propiciación[7] Por Los Pecados:

NOTA: V.1: Abogado. Lit., uno a quien se llama para que venga al lado nuestro, un ayudador o defensor en un caso ante los tribunales. Sólo Juan lo usa en el Nuevo Testamento, y es traducido “Consolador” (aplicado al Espíritu Santo) en Juan 14:16, 26; 15:26; 16:7.

V.1. A menudo Juan designa a sus destinatarios con el nombre de hijitos. Aquí utiliza un cariñoso diminutivo, hijitos míos (gr. teknia; se repite siete veces en 1 Jn. y una o tal vez dos veces en todo el resto del Nuevo Testamento). Les dice que la razón que le mueve a escribirles es para que no pequéis.
Ya nos ha dicho que les escribe para que sus lectores disfruten de comunión con ellos (1:3) y para que su gozo sea completo (1:4).
El tercer motivo que aduce concuerda con los anteriores, pues el pecado desbarata la comunión y destruye el gozo. El pecado y un cristianismo vital son incompatibles (compare 3:6, 9; 5:18). Pero si el cristiano no vive en pecado también es cierto que nunca en su vida se libera totalmente del pecado (1:8).
Mientras más cerca estemos de Dios, más sensibles estarán nuestras conciencias y más nos daremos cuenta de que somos pecadores. Una consecuencia paradójica de esto es que llegamos a apreciar el hecho de que en nuestro estado pecaminoso somos indignos de acercarnos a nuestro Dios grande y santo. Necesitamos ayuda.
Y Juan nos asegura que tenemos la ayuda que necesitamos. Juan nos dice ahora que si alguno peca, abogado tenemos delante del Padre, a Jesucristo el justo. Abogado (gr. parakletos) tiene una connotación legal y a menudo indica el abogado defensor. Es el amigo con que contamos en el juicio. “La imagen es la de la corte real en la cual un suplicante necesita a alguien más grande que él, uno que sea oído por el rey, para pe dir por su caso” (J. L. Houlda, A Commentary on the Johnannine Epistles [Black, 1973], p. 64).
El uso del término nos dice que el pecador no tiene un caso fácil. Su situación es comprometida ante el Padre y necesita ayuda. Su libertador es Jesucristo el justo. Más lógico habría sido “misericordioso” o algo por el estilo. Pero concuerda con el contexto de todo el Nuevo Testamento que Dios perdona de una manera que satisface su justicia. El perdón no abroga la ley moral sino que la establece.

V.2. A Cristo también se lo denomina la expiación por nuestros pecados, lo cual significa que no se trata solamente de quitar la culpabilidad por el pecado, ya que expiación (gr. hilasmos) significa anular la ira.

NOTA: V.2: propiciación. I.es, satisfacción por el pecado. Cristo es la única ofrenda que satisfizo a Dios en relación con el pecado. Un término sale en Romanos 3:25, en sentido de instrumento de propiciación, y en Hebreos 9:5, en sentido de lugar de propiciación. Véase *hebreos 2:17.
*Hebreos 2:17: para expiar. O, para hacer propiciación. La propiciación se refiere a la ira de Dios, que queda satisfecha por la muerte de Cristo (Romanos 3:25; Jn.2:2). La expiación enfatiza la retirada del pecad mediante el sacrificio que satisfizo a Dios. El pecado interrumpe las relaciones normales con Dios, la expiación retira el pecado y restaura la relación.

Hay una ira divina contra toda forma de pecado (compare Rom. 1:18), y el perdonar no significa ignorar esta ira. Una manera de ver la obra salvadora de Cristo es mirarla como propiciación. Esto no constituye toda la historia pero sí una parte de la misma, una verdad que muchos teólogos modernos pasan por alto. Y Cristo forjó una provisión amplia; su propiciación es eficaz para los pecados de todo el mundo.
Aquellos que se oponen a la idea de propiciación a veces lo hacen basados en que eso significa poner a Jesús en contra del Padre celestial. Por supuesto, éste no es el caso. El Padre y el Hijo están de acuerdo en la manera en que se lleva a cabo la salvación, como lo están en todo lo demás.
Hay una ira divina contra todo mal, y si los pecadores han de ser perdonados algo debe hacerse para lograrlo. Un aspecto del perdón de Dios tiene que ver con su enojo contra el pecado (Salmo 78:38); y un aspecto de la obra expiatoria de Cristo tiene que ver con la ira divina contra el mal. Tanto el Padre como el Hijo consideran al pecado como algo serio y en su obra expiatoria Jesús está haciendo la voluntad del Padre (compare Heb. 10:7).

Concluimos:

En esta epístola Juan se enfrentó a las enseñanzas falsas de los herejes:

1:6, 8, 10.
Negaban la realidad del pecado. Juan dice que, si seguimos pecando, no podemos afirmar que somos de Dios. Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y nos negamos a aceptar la verdad.
Todos los que andan cerca de Dios, en santidad y justicia, están conscientes de que sus mejores días y sus mejores deberes están contaminados con el pecado. Dios ha dado testimonio de la pecaminosidad del mundo proveyendo un Sacrificio eficaz y suficiente por el pecado, necesario en todas las épocas; y se muestra la pecaminosidad de los mismos creyentes al pedirles que confiesen continuamente sus pecados y recurran por fe a la sangre del Sacrificio.
Declarémonos culpables ante Dios, humillemonos y dispongamonos a conocer lo peor de nuestro caso. Confesemos honestamente todos nuestros pecados en su plena magnitud, confiando totalmente en su misericordia y verdad por medio de la justicia de Cristo, para un perdón libre y completo y por nuestra liberación del poder y la práctica del pecado.
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Notas y Bibliografía:
[1] G3056 λόγος = lógos: de G3004; algo dicho (incluido el pensamiento); por implicación tema (sujeto del discurso), también razonamiento (facultad mental) o motivo; por extensión cálculo; específicamente (con el artículo en Juan) la Expresión Divina (i.e. Cristo):- noticia, palabra, plática, pleito, predicar, pregunta, propuesta, razón, sentencia, tratado, verbo, arreglar, asunto, cosa, cuenta, decir, derecho, dicho, discurso, doctrina, evangelio, exhortar, fama, frase, hablar, hecho, mensaje. (Strong).
[2] G2222 ζωή = zoé: de G2198; vida (literalmente o figurativamente):- vida, vivir. Compare H5590. (Strong).
[3] G5584 ψηλαφάω = pselafáo: de la base de G5567 (Compare G5586); manipular, i.e. verificar por contacto; figurativamente buscar por:- palpar. (Strong).
[4] G266 ἁμαρτία = jamartía: de G264; pecar (propiamente abstractamente):- pecado, pecaminoso, pecar. (Strong).
jamartia = (ἁμαρτία, G266) , es, lit., errar el blanco, pero este significado etimológico se pierde de vista en gran medida en el NT. Es el término más inclusivo de distorsión moral. Se usa del pecado como principio o fuente de la acción, o un elemento interno productor de acciones, p.ej., Romanos 3:9; 5:12-13; 5:20; 6:1-2; 7:7, abstracto por concreto; Romanos 7:8, dos veces, 9,11,13: «el pecado, para mostrarse pecado», esto es, «el pecado me vino a ser muerte, a fin de poder quedar evidenciado en todo lo repelente de su carácter». En la última cláusula: «el pecado llegase a ser sobremanera pecaminoso», esto es, mediante la santidad de la ley, el propósito era que la verdadera naturaleza del pecado fuese manifestada a la conciencia(VINE).
[5] omologeo = (ὁμολογέω, G3670) se traduce «declarar» en Mateo 7:23; véase CONFESAR, etc.
jomologeo = (ὁμολογέω, G3670) , lit., hablar la misma cosa (jomos = mismo; lego = hablar), asentir, estar de acuerdo. Denota bien:
(a) confesar, declarar, admitir (Juan 1:20; Hech.24:14; Heb.11:13);
(b) confesar en el sentido de admitir la propia culpa de la que se ha sido acusado, resultado de la convicción interna (1 Jn.1:9);
(c) declarar abiertamente, hablando con libertad, siendo tal confesión el efecto de una profunda convicción de unos hechos (Mateo 7:23: «declararé», rv : «protestaré»; Mateo 10:32, dos veces; Lucas 12:8, véase el siguiente párrafo; Juan 9:22 ; 12:42; Hech.23:8: «afirman», RV: «confiesan»; Rom.10:9-10; 1 Tim.6:12: «habiendo hecho», lit., «habiendo profesado, o confesado»; Tito 1:16: «profesan»; 1 Jn.2:23; 4:2-3; 4:15; 2 Jn.1:7); en las Epístolas de Juan es la necesaria antítesis al docetismo gnóstico; también en Ap.3:5, en los mss. Más acreditados los hay que aquí tienen el Nº 2;
(d) confesar con una celebración de alabanza (Heb.13:15);
(e) prometer (Mateo 14:7).
En Mateo 10:32 y Lucas 12:8 la construcción de este verbo con en, en, seguida del caso dativo del pronombre personal, tiene un especial significado; esto es, confesar en nombre de otra persona, quedando determinada la naturaleza de la confesión por el contexto; siendo lo que se sugiere el hacer una confesión pública. Así, la afirmación «A cualquiera, pues, que me confiese (lit., en mí, esto es, en mi caso) delante de los hombres, yo también le (lit., en él, esto es, en su caso) confesaré delante de mi Padre», conlleva el pensamiento de confesar adhesión a Cristo como el dueño y Señor de uno, y, por otra parte, del reconocimiento, por su parte, de aquel fiel como su adorador y siervo, su fiel seguidor; esto es coherente con la idea original en omologeo de estar identificado en pensamiento o lenguaje. Véanse AFIRMAR, DECLARAR, HACER (PROFESIÓ), PROFESI & 0acute; N (HACER), PROMETER. (VINE).
G3670 ὁμολογέω = jomologuéo: de un compuesto de la base de G3674 y G3056; asentir, i.e. pacto, reconocimiento:- profesar, prometer, confesar, declarar, hacer. (Strong).
[6] MATTHEW, Henry. Comentario Bíblico. Edit. Clie. Pág. 1878.
[7] jilasmos = (ἱλασμός, G2434), relacionado con jileos, misericordioso, propicio, significa expiación, un medio por el cual el pecado es cubierto y remitido. Se utiliza en el NT., del mismo Cristo como «la propiciación» (Juan 2:2); «su Hijo en propiciación» (Juan 4:10), significando que él mismo, por medio del sacrificio expiatorio de su muerte, es el medio personal por el cual Dios muestra misericordia al pecador que cree en Cristo como aquel que ha sido dado como tal provisión. En el primer pasaje mencionado se le describe como «la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por todo el mundo». La adición, en bastardilla en la vm, de «los de» (o la inclusión en el texto de rv, rvr, rvr77, sin indicación, de lo mismo), da una mala interpretación. Lo que se indica es que se ha efectuado una provisión para todo el mundo, de manera que nadie queda, por predeterminación divina, excluido de la esfera de la misericordia de Dios; sin embargo, la eficacia de la propiciación se hace real para aquellos que creen. En 4:10, el hecho de que Dios «envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados» es expuesto como la gran expresión del amor de Dios hacia el hombre, y la razón de por qué los cristianos debieran amarse unos a otros. En la lxx se utiliza en Levítico 25:9; Núm.5:8; 1 Cron.28:20; Salmo 130:4; Ezequiel 44:27; Amos 8:14. (VINE).
-   e-Sword-the. LEDD.
-   Biblia de Estudio RYRIE.
-   Pastor: Carlos Ramírez Jiménez. 18//08/2016.



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