Palabra
De Vida y Luz:
(1 Juan 1:1-10)
El Principio y El Fin: Griego y hebreo:
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez.
“Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos
visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos
tocantes al Verbo de vida… (Porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y
testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se
nos manifestó);… lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también
vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es
con el Padre, y con su Hijo Jesucristo… Estas cosas os escribimos, para que
vuestro gozo sea cumplido…”.
(1
Juan 1:1-10)
Introducción:
Juan escribió
esta carta para poner a los cristianos otra vez en el camino, mostrándoles la
diferencia entre la luz y las tinieblas (la verdad y el error), y animando a la
iglesia a crecer en amor genuino para Dios y los demás.
Esta Persona divina, el Verbo de vida,
el Verbo de Dios se manifestó en naturaleza humana para ser Autor y Dador de la
vida eterna a la humanidad por medio de la redención por su sangre y el poder
de su Espíritu regenerador.
Los apóstoles declaran lo que han visto
y oído para que los creyentes compartieran sus bendiciones y ventajas eternas.
Tenían libre acceso a Dios Padre. Tuvieron una feliz experiencia de la verdad
en sus almas, y mostraron su excelencia en sus vidas. Esta comunión de los
creyentes con el Padre y el Hijo empieza y es sustentada por el poder del
Espíritu Santo.
Los beneficios que Cristo concede, no
son las mezquinas posesiones del mundo que causan envidia en los demás, sino el
gozo y la felicidad de la comunión con Dios son absolutamente suficientes, de
modo que cualquier cantidad de personas puede participar de ellos; y todos los
autorizados para decir que en verdad su comunión es con el Padre, desearán
guiar a otros a participar de la misma bienaventuranza.
También escribió para asegurarles a los
creyentes verdaderos que poseían vida eterna y para ayudarles a conocer
que su fe era genuina, de modo que pudieran disfrutar de todos los beneficios
de ser hijos de Dios, el siguiente capítulo se Bosqueja así:
I. El autor sagrado expone primero el
objetivo de su escrito (1:1-4);
II. Describe después las condiciones para
una verdadera comunión con Dios:
1. Conformidad con una norma (vv.5-7), y
2 Confesión de todo pecado conocido
(vv.8-10).
I. El Autor Sagrado Expone Primero El
Objetivo De Su Escrito. 1 Juan 1:1-4):
V.1 El vocablo inicial gr., traducido lo que, es
neutro.
NOTA: V.1: *Era: El verbo
significa “ya
existía”, no que “comenzó a existir”. I, es, desde el principio
ya existía (Eternamente) cuando comenzó la Creación. Palparon. El mismo verbo
griego se usa en una de las apariciones de Cristo después de Su Resurrección (“palpad”,
Lucas 24:39).
Etimología:
*G2258
ῆ̓ν = jén: imperfecto de G1510**;
Yo (tú, etc.) estaba (estabas, estabamos):- (yo) era, estuviere, (tú) eras, estuvieres,
fui, fuimos.
**G1510
εἰμί = eimí: primario pers. Singular
presente indicativo; forma prolongada de un un verbo primario y defectivo verb;
yo existo (usado solo cuando es enfático):- ser. Véase también G1488,
G1498, G1511, G2258, G2071, G2070, G2075, G2076, G2771, G2468, G5600, G5607.
(Strong).
Por ello pareciera referirse al mensaje
del evangelio y no a una persona en particular. Pero a continuación Juan
escribe de oír, de ver y aun de tocar, lo que nos lleva a pensar en Jesús. Lo
mismo ocurre con el Verbo de vida, porque si bien este término puede describir
el evangelio, no debemos olvidar que a Jesús se le llama “el Verbo”[1], y “la vida”[2]
(Juan 1:1; 14:6), se dice que “en él estaba la vida, y la vida era la luz
de los hombres” (Juan 1:1, 4). Este extraño comienzo, entonces, nos
recuerda tanto del evangelio en sí como de aquél alrededor de quien está
centrado el evangelio.
Desde el principio significa que el
evangelio no fue una idea tardía; fue siempre parte del plan de Dios. A
continuación Juan trata de la factibilidad de todo ello que es, para él, lo
principal. El evangelio no habla de una figura mítica como las formas esfumadas
de los misterios griegos, sino de una persona históricamente genuina. Escribe
de lo que fue oído, visto y “palpado”[3] (compare Lucas 24:39;
Juan 20:20, 24–27).
Hay
un énfasis creciente en cuanto a la realidad de Jesús. Juan no se
refiere a visiones sino a una existencia física. Por ello dice: lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos,
lo que contemplamos y palparon nuestras manos.
La primera persona plural se usa mucho en esta carta (aparece en 51 de 105
versículos de acuerdo con Brown, Epistles
of John, p. 158). El cambio de sujeto de “nosotros” a nuestras manos… puede ser únicamente de estilo, o hay
un énfasis sobre el contacto físico. Es lo que nuestras manos hicieron.
V.2. Juan tiene la costumbre de hacer hincapié en
una idea echando mano del más simple de los recursos: la repetición.
Aquí comienza un poco al margen, toma la
palabra vida, último vocablo del v. 1 y la repite tres veces. Escribe sobre la
vida, pero no de la vida en términos generales. Lo que le interesa es la vida
que fue manifestada; se está refiriendo claramente a la venida de Jesús, quien
se describió a sí mismo como “la vida” (Juan 14:6). También es la vida que
nosotros hemos visto.
Ya habló de verla y lo hará de nuevo en
el v. 3; le encanta machacar sobre una idea. Más aun, él y los que la vieron
pueden decir que testificamos y anunciamos. Ya habló de ella como “que era desde
el principio”. El mismo pensamiento lo expresa de otra manera cuando
habla de la vida eterna.
Insiste en sus repeticiones cuando
piensa en la vida como que nos fue manifestada. En el Evangelio a Jesús se lo
denomina “la
vida” (Juan 14:6). De esto podemos deducir que es Jesús de quien se
testifica y a quien se anuncia. Podemos arribar a la misma conclusión a partir
de la expresión con el Padre, donde se aplica la misma construcción gramatical
que se utilizó para “el Verbo” en Juan 1:1. Padre, por supuesto,
es Dios, según la característica designación cristiana. Figura 12 veces en la
epístola.
V.3. Una vez más Juan se refiere a lo que hemos
visto y oído.
No hay que pasar por alto el énfasis que
pone en los testigos oculares, ni el hecho de que está vinculado a lo
anunciamos. Todo esto carece de sentido si pensamos en nosotros como “nosotros los
cristianos”. Tiene que referirse exclusivamente a los que realmente
vieron a Jesús en la carne. Estas personas “anuncian” lo que vieron al resto de la
iglesia. Sale a luz una de las metas de Juan: para que vosotros también tengáis
comunión con nosotros. Continúa de inmediato hablando de nuestra comunión… con el Padre y con su Hijo
Jesucristo.
Al hablar de comunión (gr. koinonia)
la idea básica es la de poseer algo en común, es decir, de participar o de
compartir en compañerismo. A menudo se utiliza la expresión en asuntos
comerciales (compare Lucas 5:10).
La comunión cristiana significa
compartir la vida común en Cristo por medio del Espíritu Santo. Vincula a los
creyentes unos a otros, pero lo más importante es que los vincula también a
Dios. No debemos pasar por alto que la comunión es continua. Los apóstoles
tenían comunicación con Cristo y, por lo tanto, con Dios.
Ellos habían guiado a otros a la fe y
así los habían incorporado al mismo compañerismo (un proceso que continúa hasta
hoy). Es la comunión… con el Padre,
y con su hijo Jesucristo. Observemos que Jesucristo está vinculado al Padre al
comienzo de la epístola. Uno de los mayores énfasis que pone Juan es sobre el
lugar elevado que le corresponde a Cristo, y no pierde tiempo en señalarlo.
V.4.
También hay cierto énfasis sobre los vocablos nosotros y escribimos.
El mensaje es de un carácter preciso y
permanente y escrito por quienes tenían plena autoridad para escribir. Hay Manuscritos
que apoyan “vuestro
gozo”, pero es más correcto nuestro gozo.
Solamente en la medida en que Juan logre
introducir a sus amigos en esta clase de comunión de la cual acaba de escribir
que su gozo será completo, y por supuesto, lo mismo se cumple a la inversa, es
decir, de ellos con respecto a él. “Nuestro gozo” y “vuestro gozo” van tomados de la
mano. Para ambos, el verdadero gozo se obtiene solamente en la comunión con
Dios.
II. Describe
Después Las Condiciones Para Una Verdadera Comunión Con Dios:
2.1. Conformidad Con Una Norma. 1 Juan 1:5-7:
1:5-2:6. COMUNIÓN CON DIOS:
Juan deja claramente sentado que su
propósito es el de atraer a sus lectores a la comunión con Dios y con los otros
creyentes. Procede ahora a deducir, a partir de la naturaleza de Dios, las
condiciones de la comunión.
1 Juan 1:5. Dios Es Luz.
Este es el mensaje subraya lo que sigue
como significativo; en realidad como una síntesis del mensaje cristiano. Es un
mensaje derivativo, hemos oído de parte de él, y no se debe a la originalidad
de los apóstoles o de otros.
Hay un problema planteado sobre el
significado de la frase de él, problema que se repetirá a lo lago de la
epístola. No existe ningún antecedente obvio. El Padre y el Hijo fueron mencionados
en el v. 3, y aquí puede referirse a cualquiera de los dos. Tal vez la mayor
probabilidad se incline hacia el Hijo, pero ambos están íntimamente ligados.
El contenido del mensaje se halla
sintetizado en la expresión Dios es luz (compare Juan 8:12; 9:5) a la cual se
le agrega (de una manera que nos recuerda al cuarto Evangelio donde es común la
conjunción de positivo y negativo) y en él no hay ningunas tinieblas (compare
Salmo 27:1; Juan 1:4–9).
En el Evangelio de Juan se menciona a
menudo la luz, pero relacionada más bien con el Hijo, en tanto que aquí es con
el Padre.
Figura seis veces en esta epístola (1:5,
7 [dos veces]; 2:8, 9, 10). Decir que Dios es luz es llamar la atención a su
integridad, a su justicia. La luz es un símbolo natural de una justicia
atractiva, lo mismo que las tinieblas lo son de la oscuridad del pecado. Hay
una doble negación enfática en cuanto a las tinieblas; no hay oscuridad alguna
en Dios; él es toda luz.
También probablemente va implícito el
pensamiento de que nuestras vidas están expuestas a la iluminación que irradia de
Dios. Nada se le esconde (compare Salmo 90:8). Y como él es luz es
importantísimo que su pueblo ande en luz (v. 7).
NOTA: V.5: de
él.
I., es, de parte de él, de Cristo. Dios es luz. I, es, Dios es santo y puro.
Juan usaba mucho este símbolo (Jn.1:4; 3:19-21: 8:12). Nótese también las otras
dos definiciones de Dios en el NT.: “Dios es Espíritu” (Juan 4:24) y “Dios es Amor”
(1 Juan 4:8, 16).
(1) 1 Juan 1:6, 7. El
Primer Error:
A Juan le gusta subrayar lo que quiere
decir formulando una suposición, y aquí hay una lista de cláusulas que
comienzan con el condicional si (vv. 6–10; nuevamente en 2:1). Trata sobre tres
obstáculos a la comunión. El primero se centra en la pretensión de que
tenemos comunión con Dios. Juan ya les dijo que su propósito era que sus
lectores disfrutaran de esta comunión (v. 3). Ahora aclara que las palabras
solas no pueden producir comunión con Dios.
V.6. Todo aquel
que afirme que disfruta de esa comunión pero continúa andando en tinieblas
miente, puesto que Dios es luz (compare 2:21, 22).
Se necesita más que un sentimiento religioso
confortable. Debemos probar nuestros sentimientos por la revelación que Dios
nos ha dado.
El error que Juan está denunciando es el
de rechazar aceptar la luz que Dios ha dado en la revelación entregada por
medio de los profetas, apóstoles y otros, prefiriendo las tinieblas de su
propio camino. Juan
argumenta en forma negativa.
No practicamos la verdad es una
expresión muy poco usada que figura también en Juan 3:21 (y en los Manuscritos
de Qumran). Hablamos de “decir la verdad”, pero la verdad puede ser
una cualidad tanto de la acción como del pensamiento. La verdad que Dios nos ha
hecho conocer debe vivirse en las vidas de sus siervos.
V.7. Ahora viene la suposición contraria, es
decir, de que realmente andamos en luz.
El
“andar” es una expresión metafórica para
expresar todo un estilo de vida. Destaca la verdad de que el cristiano
debe progresar sin pausa, aun cuando no sea en forma espectacular.
Andamos
en luz significa vivir día a día ajustados a estrictas normas de integridad. Se refuerza al
máximo la expresión cuando se añade como él está en luz (compare Mt. 5:48). No
podemos juguetear con la idea de mantener niveles bajos, como si todo lo que
interesara es lograr normas humanas decentes.
El cristiano es un siervo de Dios, y
como tal, ajusta sus normas a los requerimientos de Dios. Ha
de vivir según se lo estipule Dios.
Luego del v. anterior donde se niega la
comunión con Dios a los que caminan en tinieblas (v. 6), cabría imaginar que
los que andan en luz gozarán de la comunión con Dios. Al contrario, hallamos
que tenemos comunión unos con otros. Por supuesto que ello incluye comunión con
Dios (compare v. 3), pero no debe impedirnos ver lo que Juan quiere expresar.
La comunión que los creyentes disfrutan unos con otros es de valor
inapreciable.
A todo lo anterior Juan añade el
ingrediente de que la sangre de su Hijo Jesús nos limpia de todo pecado[4]
(o “cada
pecado”; el gr. puede indicar ambas cosas). La palabra pecado
aparece en esta breve carta 17 veces (también 17 veces en el Evangelio de Juan;
los únicos escritos del Nuevo Testamento con más menciones son Rom. y Heb.).
Jesús es el nombre humano del Salvador, y con las palabras su Hijo se hace hincapié
en que es único en su género. No debemos perder de vista la significación de
ambas expresiones. Limpia es un verbo de tiempo continuo.
No se trata de una limpieza de una vez y
para siempre, sino de una actividad progresiva que se realiza día a día. Un
poco más adelante Juan reconoce la imposibilidad de que el creyente se vea
libre de todo pecado (compare vv. 9, 10).
Por consiguiente, no se refiere a una
perfección con ausencia total de pecado. Sostiene que cuando tenemos por hábito
andar en la luz, es decir, andar con Dios, los pecados que cometemos son limpiados.
Juan reconoce que debemos vivir muy
cerca de Dios, y que aun aquellos que así viven necesitan ser limpiados
continuamente. Esta limpieza se basa en la muerte propiciatoria de Jesús; la
sangre no significa vida librada de la carne, como algunos afirman, sino la
vida rendida en la muerte.
NOTA: V.7: pero si
andamos en luz. Andar en luz es vivir en obediencia a los
Mandamientos de Dios. El contraste entre la luz y las tinieblas caracteriza a la
sección 1:5-2:17.
2.2. Confesión De Todo Pecado Conocido. 1 Juan
1:8-10:
(2) 1 Juan 1:8, 9. El
Segundo Error:
V.8.
Juan
cristaliza el segundo
error en forma sucinta:
si decimos que no tenemos pecado. La expresión “tenemos” pecado no es común;
hay otras referencias en Juan: 9:41; 15:22, 24; 19:11. Significa más que “cometer”
un pecado; se refiere al principio interno del cual los actos pecaminosos son
sus manifestaciones externas. El pecado es algo que persiste, se adhiere al
pecador.
Al igual que en el caso precedente y en
la próxima suposición, la declaración positiva se refuerza por una acertada
negativa (la verdad no está en nosotros). Cuando decimos que no tenemos pecado
nos engañamos a nosotros mismos (¡por cierto que no engañamos a ningún otro!) y
la verdad no está en nosotros. Concebimos la verdad en forma dinámica. Puede
morar en hombres de verdad.
Pero
el afirmar una cosa a todas luces falsa: que no tenemos pecado, excluye la posibilidad de que la
verdad more en nosotros. Esto viene muy bien al caso para el hombre
moderno que asegura que el pecado es una enfermedad o una debilidad, y afirma
que tiene su génesis en los factores hereditarios, en el medio ambiente, en la
necesidad o cosas por el estilo, por lo cual lo considera su suerte y no su
culpa. Tal hombre se engaña a sí mismo.
V.9. En contraste, podemos confesar nuestros
pecados.
NOTA: V.9: Confesamos:
El
Término griego significa decir lo mismo que Dios dice respecto al pecado.
El
uso del plural es significativo: confesamos pecados específicos, no
simplemente que pecamos. Porque Dios es fiel y justo perdona (compare Deut.
32:4. Miq. 7:18–20; Rom. 3:25). Es posible confiar plenamente en él.
NOTA:
V:9:
“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para
perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”. (1 Jn. 1:9)
Ahondemos
un poco más esta cita bíblica v.9: Observamos algunos detalles importantes:
1- El verbo griego
que aquí usa Juan para lo de “confesamos”[5] es homologómen.
Este verbo ocurre 26 veces en el Nuevo Testamento (su compuesto, exomologuéo,
diez veces) Según su etimología, significa “decir –o hablar- lo mismo”. Así que “confesar
significa decir, acerca del pecado, lo mismo que Dios dice” (Ryrie).
De este modo, según lo dicho al comienzo de esta sección, “nos ponemos en línea con Dios” con
respecto a este punto.
2- Una vez puestos
de acuerdo con Dios, nuestra comunión con Él es restaurada: Dios nos perdona los pecados que
le hemos confesado y nos limpia de toda iniquidad. Dice Stott: “En la
primera frase el pecado es una deuda que Él remite, y en la segunda es una
mancha que Él remueve” Ambos conceptos, culpabilidad y contaminación
del pecado, explican la razón por la que, en Levítico 4:1-6:7, hallamos dos
series distintas de sacrificios para cubrir ambos aspectos.
3- Juan añade que
Dios hará eso porque “es fiel y justo”. Es fiel a sí mismo, porque
no puede negarse a sí mismo (2 Tim.2:13), y es Él mismo quien compromete su CARÁCTER
INMUTABLE al hacer sus promesas, una de las cuales entraba
precisamente en el Nuevo Pacto, promulgado por medio de Jeremías: “perdonaré la
maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado” (Jeremías
31:34). Pero, ¿cómo puede ser justo perdonando el pecado que merece condenación?
Aunque es cierto que la misericordia de Dios aparece a veces bajo el apelativo
de justicia (v. por ejemplo Dn.9:16), es más probable (compare 2:2) que Juan se
refiere aquí al hecho de que, mediante la propiciación llevado a cabo en la CRUZ,
Dios permanece justo al justificar al impío que cree
(Romanos 3:25, 26; 4:5; 2 Cor.5:21).
4- Aunque todo el
contexto muestra que dicha confesión
ha de hacerse a Dios, no estará de más recalcarlo, a fin de que no quepa
ninguna duda de que Juan así lo quiere dar a entender, sin pararle por las mentes
que la confesión que menciona haya de hacerse a otra persona especialmente
capacitada para otorgarle el perdón. Por otra parte, los mismos autores católicos
(Rodríguez-Molero, Salguero) están de acuerdo en que el autor sagrado no se
refiere aquí a la confesión “sacramental”. Esto no impide el que, cuando
se ha ofendido a un hermano, a él haya que acudir también en busca de perdón,
acusándonos sinceramente de la ofensa que le hicimos (Stg.5:16, como un eco de
Mateo 5:23-26; 6:15, 15; 18:15-35, también Ef.4:32b).[6]
Nada
nos dice de qué manera va a limpiarnos de toda maldad. Pero no
olvidemos el v. 7. Es la sangre de Cristo la que limpia. Ninguna otra cosa
puede quitar nuestras manchas.
(2) 1 Juan 1:10. El
tercer error.
La
siguiente suposición es si decimos que no hemos pecado. Todo el trato
que Dios tiene con los hombres parte de la base de que el hombre es pecador y
necesita la salvación (compare Rom. 3:23). Negar que uno sea un pecador es
hacerlo a él mentiroso. En la forma negativa significa que su palabra no está en
nosotros.
En
muchas partes de la Biblia la “palabra”
tiene un carácter dinámico. Cumple el propósito de Dios (compare Isaías 55:11).
Todo aquel
que niega ser un pecador y que con esa actitud hace de Dios un mentiroso
muestra, por ese hecho, que la palabra efectiva de Dios no mora en él.
NOTA: V.10: que
no hemos pecado: I, es, que no hemos
cometido pecado. También los creyentes pecan; si negamos nuestros pecados
pasados y nuestras culpas presentes, nos engañamos a nosotros mismos, nos burlamos
de Dios y no caminamos en la luz.
1 Juan 2:1, 2. La Propiciación[7]
Por Los Pecados:
NOTA: V.1: Abogado.
Lit., uno a quien se llama para que venga al lado
nuestro, un ayudador o defensor en un caso ante los tribunales. Sólo Juan lo
usa en el Nuevo Testamento, y es traducido “Consolador”
(aplicado al Espíritu Santo) en Juan 14:16,
26; 15:26; 16:7.
V.1. A menudo Juan designa a sus destinatarios
con el nombre de hijitos. Aquí utiliza un cariñoso diminutivo, hijitos míos
(gr.
teknia; se repite siete veces en 1 Jn. y una o tal vez dos veces en
todo el resto del Nuevo Testamento). Les dice que la razón que le mueve a
escribirles es para que no pequéis.
Ya nos ha dicho que les escribe para que
sus lectores disfruten de comunión con ellos (1:3) y para que su gozo sea
completo (1:4).
El tercer motivo que aduce concuerda con
los anteriores, pues el pecado desbarata la comunión y destruye el gozo. El
pecado y un cristianismo vital son incompatibles (compare 3:6, 9; 5:18). Pero
si el cristiano no vive en pecado también es cierto que nunca en su vida se
libera totalmente del pecado (1:8).
Mientras más cerca estemos de Dios, más
sensibles estarán nuestras conciencias y más nos daremos cuenta de que somos
pecadores. Una consecuencia paradójica de esto es que llegamos a apreciar el
hecho de que en nuestro estado pecaminoso somos indignos de acercarnos a
nuestro Dios grande y santo. Necesitamos ayuda.
Y Juan nos asegura que tenemos la ayuda
que necesitamos. Juan nos dice ahora que si alguno peca, abogado tenemos
delante del Padre, a Jesucristo el justo. Abogado (gr. parakletos) tiene una
connotación legal y a menudo indica el abogado defensor. Es el amigo con que
contamos en el juicio. “La imagen es la de la corte real en la cual un
suplicante necesita a alguien más grande que él, uno que sea oído por el rey,
para pe dir por su caso” (J. L. Houlda, A Commentary on the
Johnannine Epistles [Black, 1973], p. 64).
El uso del término nos dice que el
pecador no tiene un caso fácil. Su situación es comprometida ante el Padre y
necesita ayuda. Su libertador es Jesucristo el justo. Más lógico habría sido “misericordioso”
o algo por el estilo. Pero concuerda con el contexto de todo el Nuevo
Testamento que Dios perdona de una manera que satisface su justicia. El perdón
no abroga la ley moral sino que la establece.
V.2. A Cristo
también se lo denomina la expiación por nuestros pecados, lo cual significa que
no se trata solamente de quitar la culpabilidad por el pecado, ya que expiación
(gr. hilasmos) significa anular la
ira.
NOTA: V.2: propiciación.
I.es, satisfacción por el pecado. Cristo es la única
ofrenda que satisfizo a Dios en relación con el pecado. Un término sale en
Romanos 3:25, en sentido de instrumento de propiciación, y en Hebreos 9:5, en
sentido de lugar de propiciación. Véase *hebreos 2:17.
*Hebreos 2:17: para expiar. O, para
hacer propiciación. La propiciación se refiere a la ira de Dios, que queda satisfecha
por la muerte de Cristo (Romanos
3:25; Jn.2:2). La expiación enfatiza la retirada del pecad mediante el sacrificio
que satisfizo a Dios. El pecado interrumpe las relaciones normales con Dios, la
expiación retira el pecado y restaura la relación.
Hay una ira divina contra toda forma de
pecado (compare Rom. 1:18), y el perdonar no significa ignorar esta ira. Una
manera de ver la obra salvadora de Cristo es mirarla como propiciación. Esto no
constituye toda la historia pero sí una parte de la misma, una verdad que
muchos teólogos modernos pasan por alto. Y Cristo forjó una provisión amplia;
su propiciación es eficaz para los pecados…
de todo el mundo.
Aquellos que se oponen a la idea de
propiciación a veces lo hacen basados en que eso significa poner a Jesús en
contra del Padre celestial. Por supuesto, éste no es el caso. El Padre y el
Hijo están de acuerdo en la manera en que se lleva a cabo la salvación, como lo
están en todo lo demás.
Hay una ira divina contra todo mal, y si
los pecadores han de ser perdonados algo debe hacerse para lograrlo. Un aspecto
del perdón de Dios tiene que ver con su enojo contra el pecado (Salmo 78:38); y
un aspecto de la obra expiatoria de Cristo tiene que ver con la ira divina
contra el mal. Tanto el Padre como el Hijo consideran al pecado como algo serio
y en su obra expiatoria Jesús está haciendo la voluntad del Padre (compare Heb.
10:7).
Concluimos:
En
esta epístola Juan se enfrentó a las enseñanzas falsas de los herejes:
1:6,
8, 10.
Negaban la realidad del pecado. Juan dice que,
si seguimos pecando, no podemos afirmar que somos de Dios. Si decimos que no
tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y nos negamos a aceptar la
verdad.
Todos los que andan cerca de Dios, en
santidad y justicia, están conscientes de que sus mejores días y sus mejores
deberes están contaminados con el pecado. Dios ha dado testimonio de la
pecaminosidad del mundo proveyendo un Sacrificio eficaz y suficiente por el
pecado, necesario en todas las épocas; y se muestra la pecaminosidad de los
mismos creyentes al pedirles que confiesen continuamente sus pecados y recurran
por fe a la sangre del Sacrificio.
Declarémonos culpables ante Dios, humillemonos y dispongamonos a conocer lo peor de nuestro caso. Confesemos
honestamente todos nuestros pecados en su plena magnitud, confiando totalmente
en su misericordia y verdad por medio de la justicia de Cristo, para un perdón
libre y completo y por nuestra liberación del poder y la práctica del pecado.
___________
Notas y
Bibliografía:
[1] G3056 λόγος = lógos: de G3004;
algo dicho (incluido el pensamiento); por implicación tema (sujeto del
discurso), también razonamiento (facultad mental) o motivo; por extensión
cálculo; específicamente (con el artículo en Juan) la Expresión Divina (i.e.
Cristo):-
noticia, palabra, plática, pleito, predicar, pregunta, propuesta, razón,
sentencia, tratado, verbo, arreglar, asunto, cosa, cuenta, decir, derecho,
dicho, discurso, doctrina, evangelio, exhortar, fama, frase, hablar, hecho,
mensaje. (Strong).
[2] G2222 ζωή = zoé: de G2198; vida
(literalmente o figurativamente):- vida, vivir. Compare H5590.
(Strong).
[3] G5584 ψηλαφάω = pselafáo: de la base de G5567
(Compare G5586); manipular, i.e. verificar por contacto;
figurativamente buscar por:- palpar. (Strong).
[4] G266
ἁμαρτία = jamartía: de
G264; pecar (propiamente abstractamente):- pecado, pecaminoso,
pecar. (Strong).
jamartia
= (ἁμαρτία, G266) , es,
lit.,
errar el blanco, pero este significado etimológico se pierde de
vista en gran medida en el NT. Es el término más inclusivo de distorsión moral.
Se usa del pecado como principio o fuente de la acción, o un elemento interno
productor de acciones, p.ej., Romanos 3:9; 5:12-13; 5:20; 6:1-2; 7:7, abstracto
por concreto; Romanos 7:8, dos veces, 9,11,13: «el pecado, para mostrarse pecado»,
esto es, «el
pecado me vino a ser muerte, a fin de poder quedar evidenciado en todo lo
repelente de su carácter». En la última cláusula: «el pecado llegase a ser sobremanera
pecaminoso», esto es, mediante la santidad de la ley, el propósito
era que la verdadera naturaleza del pecado fuese manifestada a la conciencia… (VINE).
[5] omologeo = (ὁμολογέω, G3670) se traduce
«declarar» en Mateo 7:23; véase CONFESAR, etc.
jomologeo
= (ὁμολογέω, G3670)
, lit., hablar la misma cosa (jomos = mismo; lego = hablar),
asentir, estar de acuerdo. Denota bien:
(a) confesar, declarar, admitir (Juan
1:20; Hech.24:14; Heb.11:13);
(b) confesar en el sentido de admitir
la propia culpa de la que se ha sido acusado, resultado de la convicción
interna (1 Jn.1:9);
(c) declarar abiertamente, hablando
con libertad, siendo tal confesión el efecto de una profunda convicción de unos
hechos (Mateo 7:23: «declararé», rv : «protestaré»; Mateo 10:32, dos veces; Lucas
12:8, véase el siguiente párrafo; Juan 9:22 ; 12:42; Hech.23:8: «afirman», RV:
«confiesan»; Rom.10:9-10; 1 Tim.6:12: «habiendo hecho», lit., «habiendo
profesado, o confesado»; Tito 1:16: «profesan»; 1 Jn.2:23; 4:2-3; 4:15; 2 Jn.1:7);
en las Epístolas de Juan es la necesaria antítesis al docetismo gnóstico;
también en Ap.3:5, en los mss. Más acreditados los hay que aquí tienen el Nº 2;
(d) confesar con una celebración de
alabanza (Heb.13:15);
(e) prometer (Mateo 14:7).
En Mateo 10:32 y Lucas 12:8 la
construcción de este verbo con en,
en, seguida del caso dativo del pronombre personal, tiene un especial
significado; esto es, confesar en nombre de otra persona, quedando determinada
la naturaleza de la confesión por el contexto; siendo lo que se sugiere el
hacer una confesión pública. Así, la afirmación «A cualquiera, pues, que me
confiese (lit., en mí, esto es, en mi caso) delante de los hombres, yo también
le (lit., en él, esto es, en su caso) confesaré delante de mi Padre», conlleva
el pensamiento de confesar adhesión a Cristo como el dueño y Señor de uno, y,
por otra parte, del reconocimiento, por su parte, de aquel fiel como su adorador
y siervo, su fiel seguidor; esto es coherente con la idea original en omologeo de estar identificado en
pensamiento o lenguaje. Véanse AFIRMAR, DECLARAR, HACER (PROFESIÓ), PROFESI &
0acute; N (HACER), PROMETER. (VINE).
G3670 ὁμολογέω = jomologuéo: de un compuesto de la base de G3674
y G3056; asentir, i.e. pacto, reconocimiento:- profesar, prometer, confesar, declarar,
hacer. (Strong).
[6] MATTHEW, Henry. Comentario Bíblico.
Edit. Clie. Pág. 1878.
[7] jilasmos = (ἱλασμός, G2434), relacionado
con jileos, misericordioso, propicio, significa expiación, un medio por el cual
el pecado es cubierto y remitido. Se utiliza en el NT., del mismo Cristo como
«la propiciación» (Juan 2:2); «su Hijo en propiciación» (Juan 4:10),
significando que él mismo, por medio del sacrificio expiatorio de su muerte, es
el medio personal por el cual Dios muestra misericordia al pecador que cree en
Cristo como aquel que ha sido dado como tal provisión. En el primer pasaje
mencionado se le describe como «la propiciación por nuestros pecados; y no
solamente por los nuestros, sino también por todo el mundo». La adición, en
bastardilla en la vm, de «los de» (o la inclusión en el texto de rv, rvr, rvr77,
sin indicación, de lo mismo), da una mala interpretación. Lo que se indica es
que se ha efectuado una provisión para todo el mundo, de manera que nadie
queda, por predeterminación divina, excluido de la esfera de la misericordia de
Dios; sin embargo, la eficacia de la propiciación se hace real para aquellos
que creen. En 4:10, el hecho de que Dios «envió a su Hijo en propiciación por
nuestros pecados» es expuesto como la gran expresión del amor de Dios hacia el
hombre, y la razón de por qué los cristianos debieran amarse unos a otros. En
la lxx se utiliza en Levítico 25:9; Núm.5:8; 1 Cron.28:20; Salmo 130:4; Ezequiel
44:27; Amos 8:14. (VINE).
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e-Sword-the. LEDD.
- Biblia de Estudio RYRIE.
- Pastor: Carlos Ramírez Jiménez. 18//08/2016.
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