domingo, 28 de agosto de 2016

Parte I: LAS PREDICCIONES DEL REY: (Mateo 24:1-25:46)

Parte I:
LAS PREDICCIONES DEL REY:
(Mateo 24:1-25:46)
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:

Jesús Predice La Destrucción Del Templo:
“Cuando Jesús salió del templo y se iba, se acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios del templo… Respondiendo él, les dijo: ¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada”. (Mt. 24:1-2).

Señales Antes Del Fin:
(Mr. 1:33-23; Lc. 2:17-24)
“Y estando él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?... Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe… Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán”. (Mt. 24:3-5 ss.).
El tema de esta última gran colección de las enseñanzas de Jesús sigue con naturalidad al capítulo anterior, con su clímax en la predicción de que el juicio estaba por caer sobre Jerusalén.

NOTA: V.1: Los edificios del templo. Herodes el Grande comenzó la edificación del Templo el 20 a. C., y fue terminado el 64 d.C. Las piedras de más de tres metros de largo serían perfectamente visibles.

Es de este punto que se inicia, con la predicción más explícita en cuanto a la destrucción total del templo en el v. 2.
El discurso que sigue fue en respuesta a la pregunta de los discípulos:
-      ¿Cuándo sucederán estas cosas? Pero la pregunta que le hicieron en la versión de Mateo (no así en Marcos o en Lucas) liga la destrucción del templo (que en realidad ocurrió en el año 70 d. de J.C., cuando los romanos sofocaron una revolución judía),
-      con un segundo evento, tu venida (en gr. parousía) y el fin del mundo.

El principal problema en la interpretación del cap. 24 es saber cuál de estos dos eventos está en consideración en cada punto (ya para el cap. 25 hay un consenso general de que el enfoque ha pasado del templo a la parousía de Jesús).
El comentario que sigue se basa en la opinión de que hasta el v. 35 Jesús estaba hablando (con frecuencia en lenguaje altamente simbólico) acerca de la destrucción del templo, que sucedería (como así sucedió) antes de que pasara esta generación (34).
El día y hora desconocidos que se introducen en el v. 36 inician su contestación a la segunda pregunta acerca de su parousía (la palabra se usa nuevamente en los vv. 37 y 39).
La mayoría de los intérpretes piensan que el tema de la parousía comienza antes, incluyendo, por lo menos, los vv. 29-31. El espacio no nos permite dar un detalle amplio acerca de lo dicho.

I.     El Juicio Inminente y El Final. Mateo 24:1-26:2:


Esta sección constituye el quinto y último discurso de Jesús (ver caps. 5-7; 10; 13; 18). Con la denuncia dirigida a los escribas y fariseos, Jesús concluyó su ministerio público. En esta sección concluye la preparación de los discípulos con el discurso sobre las últimas cosas presentado en privado, terminando los eventos del día martes.
Hay un consenso entre los comentaristas de que este es uno de los pasajes más difíciles en los cuatro Evangelios. Hay por lo menos tres causas de la dificultad de interpretación:
-      el contenido escatológico,
-      la naturaleza apocalíptica, y
-      los dos o tres elementos mezclados de la pregunta de los discípulos.

El contenido es exclusivamente escatológico[1] (del griego éscatos  G2078), o sea, trata de las últimas cosas. En este sentido, es una profecía predictiva. En esta profecía, Cristo presenta un concepto de las últimas cosas que difiere radicalmente de las otras filosofías de la historia.
Hay por lo menos tres conceptos no cristianos en cuanto a la historia:
-      el concepto cíclico, que dice que la historia se repite;
-      el concepto caótico, que es fatalista, sin designios ni esperanza; y
-      el concepto del progreso natural inevitable, que conduce a una especie de vaga utopía.

Jesús, en contraste, presenta un concepto de la historia en el cual Dios es soberano, tiene un propósito definido y está llevando a cabo ese propósito. Ese propósito incluye la consumación de la historia en un gran día de juicio en el cual habrá una separación entre justos e injustos, éstos condenados al castigo eterno y aquellos llevados a la dicha eterna con Dios.
La consumación de los siglos, siendo un evento futuro y con muchos elementos aún no definidos, da lugar a ciertas dificultades de interpretación.

La naturaleza apocalíptica, o reveladora[2], (del griego apokalúpto  G601 "revelo") de estos dos capítulos también da lugar a problemas de exégesis:
-  La literatura apocalíptica es el método que se usaba comúnmente para hablar de la escatología.
-    El simbolismo poético de este discurso pertenece sin duda al método apocalíptico, aunque faltan algunos elementos, (sueños, visiones y audiciones, o voces celestiales).
No es apocalíptico puro como Daniel o el libro de Apocalipsis.
Quizá el problema principal de interpretación se deriva de la manera en que Jesús contestó la pregunta de los discípulos.
Describe dos eventos futuros —la destrucción de Jerusalén y la Segunda Venida del Hijo de Dios— que, aunque separados por un largo lapso, tienen elementos similares.
Por esta razón, y porque Jesús no trata en un orden estricto los dos elementos, terminando uno antes de comenzar el otro, es difícil saber a cuál de los eventos se refiere en varios versículos.

El propósito del pasaje no es el de satisfacer la curiosidad de los discípulos en cuanto al futuro, sino de prepararlos y fortalecerlos para poder enfrentar las adversidades venideras. El propósito es práctico: ético, humanitario y misionero.
Jesús quiso advertirles a los discípulos de los falsos mesías que vendrían y de la necesidad de vivir cada día en la expectativa de su retorno: vigilantes, preparados y cumpliendo la voluntad de su Señor como mayordomos que rinden el fruto que él demanda.
El pueblo escogido de Dios (Israel), según la carne, no cumplió el propósito misionero que Dios le asignó. Jesús estaba iniciando el nuevo pueblo escogido, el Israel espiritual, el cual llevaría a cabo ese propósito universal.

Aunque Marcos y Lucas relatan parte del material encontrado en el cap. 24, con algunas variaciones, es de notar que todo el cap. 25 es particular a Mateo. Por las razones mencionadas arriba, es imposible hacer divisiones categóricas, especialmente en el cap. 24.
Un repaso de los comentarios arroja una gran variedad de formas de bosquejar. Esta sección (24, 25) incluye la descripción de la caída de Jerusalén, el fin del mundo y unas parábolas que tienen que ver con estos eventos.

El Cuadro Del Dolor:


Hay una pintura muy conocida en donde se muestra a Jesús sentado en la cima de un monte desde donde contempla la ciudad de Jerusalén. El pintor, muy inspirado, creó la imagen en una zona de penumbra. Es casi de noche. Hay una luna muy pálida, casi enfermiza. La mirada de Jesús roza como una caricia los techos de la ciudad. Las ventanas, muy breves todas, esbozan tímidamente una luz rosada.
Detrás de Jesús aparecen envueltos en el claroscuro anochecer un sinnúmero de árboles altos, con tintes plateados y verdosos. Están levemente inclinados hacia la ciudad, expectantes de lo que allí pudiera acontecer.
Son los olivos, es el monte de los Olivos. Este es el sitio donde tantas veces el Señor se detuviera a meditar sobre el futuro de Jerusalén (24:3), o el momento de su entrada triunfal en la ciudad (21:1). Del mismo modo sería su escenario de batalla cuando al pie de ese monte orara al Padre con tanta intensidad (26:36), un lugar llamado Getsemaní. Es el lugar también donde Judas besa a Jesús y el Maestro Es Arrestado. Por Eso Este Cuadro Más Que Pintura Es   Un Lienzo Del Dolor:
Si uno hace un reconocimiento del sitio, notará que el monte de los Olivos, en realidad, consta de tres cimas:
-      Estas están del lado oriental de la ciudad y corren de norte a sur.
-      La más meridional llamada El monte de la Ofensa; es la zona más baja.
-      En el centro se encuentra la cima desde donde se puede observar un hermoso panorama, no sólo de la ciudad, sino también del templo que se erigía en los tiempos de Jesús.
Este tope del monte está más de medio km. del muro por lo que no era lejos el paso que debía andarse para llegar a él. En el descenso se halla el Getsemaní, y sólo hay que cruzar el valle del Quedrón. La cima está a una altura de 100 m. De ese olivar tan tupido hoy no quedan sino algunos pocos olivos. Quien contribuyó, y en gran forma, al desmonte fue Tito, el que sitiara la ciudad.

Es precisamente en la parte central del monte de los Olivos donde se ubicó el pintor contemporáneo para imaginar a Jesús sentado y lamentándose por el destino de Jerusalén. Quien pretende adivinar o interpretar un momento como ése, sea artista o no, no puede dejar de vislumbrar un verdadero cuadro de dolor.

1.1.   La Destrucción Del Templo: 24:1-2.

a. El Fondo Del Tema: tres preguntas, 24:1-3.
Jesús salió del templo por última vez el martes, poco antes de ponerse el sol. El templo[3] (jierón  G2411) se refiere al patio de Israel o de los gentiles, pues Jesús nunca entró en el edificio central [4] (naós  G3485), ni en el patio de los sacerdotes.
Poco antes, él había predicho la destrucción del templo (23:38), y saliendo del conjunto de edificios, los discípulos se acercaron a él para llamar la atención a esas construcciones.

Este Era El Tercer Templo Judío Construido Sobre El Monte De Moriah En Jerusalén.
-     El primero, fue construido por Salomón más o menos en 950 a. de J.C. (1 R. 6-8) y destruido por los babilonios en 587 a. de J.C.
-      El segundo, muy inferior, fue edificado bajo la dirección de Zorobabel y dedicado en 515 a. de J.C. (Esd. 2:68-6:2).
-      El tercero, fue construido por Herodes el Grande, comenzando en 20 a. de J.C. y llevando unos cuarenta y seis años para construir.
En realidad, todos los detalles del templo apenas se completaron en 64 d. de J.C. o sea, seis años antes de su destrucción. La construcción era una de las maravillas de esa época.
Josefo describe el tamaño enorme de los bloques de mármol blanco que usaron en la construcción, algunos hasta de 14 por 4 por 6 m.
Los discípulos, como todos los judíos, sentían gran orgullo por Jerusalén y especialmente por el templo. Les costaba creer que la profecía de Jesús (23:38) se cumpliría.

No quedará piedra sobre piedra (v. 2) es una profecía que afirma y amplía lo que acababa de decir (23:38). La casa no solamente quedaría desierta, sino arrasada hasta el suelo. Todavía ellos estaban en las proximidades de los edificios, y Jesús advierte que el juicio de Dios no perdonaría ni el mismo centro de adoración, por más hermosa y sólida que fuese la edificación. La destrucción del templo sería definitiva y para siempre. Nunca más se levantaría. Marcaría el fin de una etapa del plan eterno de Dios, dando lugar al comienzo de otra etapa más eficaz, el nuevo Israel espiritual.

Tito, el general romano, no quería destruir el templo y sus edificios, pero se indignó de tal manera por la resistencia de los judíos que mandó arrasarlo totalmente. Josefo presenta una descripción patética del fanatismo de los judíos durante el largo sitio de la ciudad. Mientras millares morían de hambre y hasta algunas madres comían a sus propios hijos, los líderes exhortaban a la gente a esperar una intervención milagrosa de Dios para salvarlos. El hecho de que hayan quedado pequeños restos del muro del templo no contradice la profecía de Jesús —no quedará piedra sobre piedra (v. 2)— pues estaba usando lenguaje popular.
El pequeño grupo salió de la ciudad, bajó por la barranca de Quedrón y llegó al monte de los Olivos donde Jesús se sentó. Fue allí, con la ciudad y el templo a la vista, a menos de un km. de distancia, donde Jesús escuchó la pregunta de los discípulos y presentó el discurso de despedida.
El sol se reflejaba sobre los edificios blancos y los techos dorados. Josefo dice que los techos dorados brillaban tanto al sol que uno tenía que volver la vista en otra dirección para evitar el dolor.

La Pregunta De Los Discípulos Tiene Tres Componentes:
(1) ¿Cuándo tendría lugar la destrucción de Jerusalén?
(2) ¿Qué señal habrá de la (Segunda) Venida de Jesús?
(3) ¿Qué señal habrá del fin del mundo? En la mente de los discípulos, las tres preguntas se referían a un solo evento.

1.2.   Las Preguntas De Los Discípulos. 24:3.

NOTA: V.3: El Monte de los Olivos: Justamente al Este de Jerusalén, al otro lado del Valle del Cedrón. En este discurso, Jesús respondió a dos de las tres preguntas que le hicieron los discípulos. No respondió a lo de: “¿cuándo serán estas cosas?”. Responde a lo de: “¿qué señal habrá de tu venida?” en vv. 29-31, y habla de las señales del fin del siglo en vv. 4-28. En los vv. 4-14 hallamos una serie de características de la primera mitad del período de la Gran Tribulación, mientras que los vv. 15-28 trata de la segunda mitad de dicho período.

Venida[5] (v. 3b) traduce el término griego parousía  G3952, que significa literalmente “presencia”, o “estar al lado”, y encierra también la idea de permanencia. Solo Mateo, entre los cuatro Evangelios, emplea el término en este sentido, pero se usa así frecuentemente en las epístolas. Llega a ser una expresión técnica que se usa en referencia a la Segunda Venida de Jesús. El fin del mundo (v. 3b) es otra expresión que se usa como sinónimo. Sunteleía[6]  G4930 significa literalmente “conclusión, o consumación de los siglos”. El énfasis está más sobre la culminación de un proceso que sobre el punto final. La escatología judía entendía que el Mesías traería a su consumación este siglo y daría comienzo a un “siglo venidero”.

Del relato de Marcos (Mr.13:3), se sabe que fueron cuatro los discípulos que llevaron a Jesús aparte y le hicieron la pregunta, o sea, Pedro, Jacobo, Juan y Andrés. Expresaron ellos la inquietud de los doce. La contestación y discurso, sin embargo, se dieron en presencia de todos.

Ejemplo: La visita del dios Tupá  Los guaraníes, tribu de aborígenes que habitó diversas zonas en varios países sudamericanos, tenían por costumbre tomar mate. Esto significa que elegían una pequeña calabaza como recipiente, le agregan una yerba molida y seca, luego añadían agua caliente y succionaba el brebaje con una cañita. Pero esta yerba mate tenía su leyenda. Se dice que el dios de la tribu, llamado Tupá, decidió un día visitar su gente.
Sin previo aviso se presentó ante su gente pretendiendo darles una sorpresa, y de paso, ver cómo sería su reacción al verle de regreso. Pero la gente se escondió, tapaban la entrada de sus casas con hojas de palma y madera como un gesto de temor o de rechazo. Solo un anciano le recibió amablemente, le ofreció comida y le sirvió mate amargo. El dios Tupá quedó tan impresionado con este recibimiento que pensó en agradecerle al anciano; quería hacer algo que perdurará para siempre. Como el anciano era padre de una única hija que vivía con él, el dios Tupá la llamó y le dijo que desde ese día ella sería la diosa de la planta yerba mate y que todos los que la bebieran quedaron enamorados de su gusto y se fomentaría la amistad y el compañerismo. Es por eso que el mate tuvo ese matiz desde su comienzo, el de la amistad, como la tuvieron Tupá y el viejo indio.

Pero la leyenda nos dice también una gran verdad. Nos habla de la decepción que tuvo el dios porque nadie le esperaba y ni siquiera se alegraron los de la tribu cuando le vieron llegar. Si nosotros pensamos ahora en el día de la visita de nuestro Salvador, cuando regrese a ver a su pueblo, ¿nos alegraremos de su venida? ¿Estaremos preparados para recibirle? ¡Ojalá que sí!

1.3.   Las Señales Del Fin De La Edad. 24:4-28.

b. Introducción General Sobre El Tema. Mt.24:4-14.
En esta sección Jesús advierte a los discípulos de no dejarse llevar por los falsos profetas y las señales, todo lo cual tiene que venir antes del fin. La advertencia y profecía de Jesús parecen señalar la actividad de los zelotes quienes procuraban despertar al pueblo a organizar un levantamiento violento para echar fuera a los romanos, al estilo de los macabeos.
Ocurrieron muchos intentos en este sentido, terminando en dos guerras entre judíos y romanos, la de años 66-70 y la de años 132-135 d. de J.C. Durante estos disturbios se levantaron profetas falsos quienes pretendían hablar en nombre de Dios y aun algunos que se proclamaban como “el mesías”.

Mirad[7] (v. 4) es un verbo en griego (G991) de modo imperativo del tiempo presente que manda una constante vigilancia de parte de sus seguidores en contra de los que engañarán a muchos (v. 5). “Engañar”[8] (G4105) significa “desviar deliberadamente con fingimientos o apariencias de la verdad”.

NOTA: Vv.6-7: Véase los mismos juicios en resumidos en Apocalipsis 6::1-8).

Jesús advierte que las señales que muchos citaban (presencia de falsos “cristos”, guerras, rumores de guerra, hambre, terremotos) como prueba de la proximidad del fin (v. 6), vendrían, sí, pero no anunciaban el fin. Solo anunciaban principio de dolores (v. 8), como de parto. Estos dolores que los seguidores de Cristo tendrían que soportar son “necesarios” (comp. v. 6) en los designios de Dios. Forman parte de lo que falta de las tribulaciones de Cristo a favor de su cuerpo, que es la iglesia (Col.1:24).

Hasta el día de hoy hay grupos evangélicos en América Latina que se dedican, por predicación y distribución de literatura, a asegurar la proximidad inmediata de la Segunda Venida de Cristo, basándose en las señales mencionadas en este pasaje. Pero el Señor vendrá cuando él mismo lo determine.

Mirad que no os turbéis[9] (v. 6b) es el segundo mandato con el imperativo del tiempo presente. El verbo en griego  (G3708) es distinto al del v. 4. Allí se refiere más bien a dirigir los ojos a un objeto mientras aquí tiene la idea de “observar, o contemplar” con cuidado. Los creyentes no deben “turbarse”, o “atemorizarse”. El verbo griego denotaba el “grito de angustia, o temor”.

La advertencia de Jesús (vv. 9-12) del costo de ser sus discípulos describe con precisión lo que los mismos discípulos sufrieron luego, y lo que los fieles han sufrido a través de los siglos, hasta el día de hoy. Jesús hizo mención especial del peligro del engaño (vv. 5, 11) por causa de falsos profetas.

NOTA: V.9: Por causa de mi nombre. I, es., por ser Sus seguidores.

Otra consecuencia de las persecuciones y maldad es que se enfriará el amor de muchos (v. 12). El comentarista Carr observa que el uso por el Señor en este pasaje de una palabra que expresaba la más alta y perdurable de las virtudes cristianas (1 Cor. 13), y que fue el vínculo que unía la sociedad cristiana, es en sí profética. El término amor[10] (agápe  G26) se usa en este sentido solamente aquí en los Sinópticos.

Pero el que persevere hasta el fin será salvo (v. 13). El pasaje no enseña explícitamente ni la seguridad de los santos ni la posibilidad de la apostasía. Implica, sí, que no todos los creyentes nominales serán salvos. Persevere[11] traduce un verbo griego (jupoméno  G5278) que significa “permanecer debajo de”, o “soportar”.
De este verbo viene el término “paciencia”, o sea, la capacidad de sufrir largo tiempo sin reacciones indebidas. El complemento del verbo se sobreentiende, o sea, las tribulaciones mencionadas. Hasta el fin (v. 13) puede referirse al fin de las persecuciones, o al fin de la vida. En aquel caso, será salvo (v. 13) significa que será salvado o librado de las tribulaciones, pero en este caso significa será salvo para vida eterna. Jesús estaba advirtiendo contra la tentación de negar o desertar de la iglesia en tiempos de persecución.

La perseverancia, o la paciencia, juntamente con el amor son dos de las virtudes cristianas más destacadas en la Biblia:
-      La perseverancia a través de pruebas es una de las evidencias de la fe que salva. En otras palabras, la fe que salva es la fe que permanece fiel.
-      Pablo enseña que la tribulación produce paciencia y la paciencia produce carácter aprobado y el carácter aprobado produce esperanza (Rom.5:3-4; trad. del autor).

Verdades Prácticas:
1.     Los falsos cristos pueden engañar porque nunca aceptaron la verdad y sólo han aprendido a mentir. En cambio, el creyente sano, por amar la verdad, ni debe saber cómo mentir (comp. 24:5).
2.    Todos los que han venido después de Jesucristo diciendo que son "el Cristo" deberían haberse crucificado, muerto y resucitado; pero ese plagio es muy costoso e incierto el resultado.
3.     En la desesperación nadie se detiene a pensar quién puede ser su "salvador". Es como el náufrago en el mar, dispuesto a aferrarse al salvavidas que cualquiera le arroje, aunque este salvavidas sea de plomo. La consigna es: No os turbéis (Mt.24:6).
4.   Las guerras comienzan cuando un país contiende afirmando: "Esto es mío". Finalizan cuando ya no se puede sostener lo mismo.
5.    Einstein declaraba que no sabía cómo iba a ser la tercera guerra mundial, pero afirmaba que la cuarta sería con flechas. Hoy los futuristas confirman que si históricamente hubo dos circunstancias del mismo tenor, como fueron las guerras, se dará también una tercera. Pero ya nadie habla de una cuarta.
6.    Las guerras y los rumores de guerra no nos llevan al final de la historia sino al principio de las maldades humanas (comp. 24:8).

Mt. 24:14: Este evangelio del reino. Estas serán las Buenas Nuevas que han de predicarse durante los días de la Tribulación, acerca de la Venida del Mesías y del establecimiento de Su Reino.

c. Referencia Particular a La Destrucción De Jerusalén Mt. 24:15-28.

NOTA: V.15: LA ABOMINACIÓN DESOLADORA: Este es el hombre de pecado (2 Ts.2:3-4), el Anticristo, quien en este punto medio de la Tribulación, quebrara el pacto que había hecho con el pueblo judío al comienzo de la Tribulación (Dn.9:27), y demanda que los judíos y el mundo entero le adoren. Quienes  resistan serán perseguidos, y muchos dirán mártires: ésta es la razón de la urgencia que comportan las instrucciones de los vv.16-22.

Esta sección se refiere a la destrucción de Jerusalén, con la posible excepción de los vv. 27 y 28. Sin embargo hasta estos versículos se relacionan con la destrucción de Jerusalén en que ofrecen una señal segura para distinguir a los falsos cristos del verdadero. En este pasaje hay dos temas:
(1) la venida del ejército romano y los consejos para huir de la ciudad (vv. 15-22);
(2) la advertencia de no creer a los falsos cristos y falsos profetas (vv. 23-28).

Jesús describe la destrucción de Jerusalén (vv. 15-21). Mateo no dice explícitamente que el pasaje se refiere a la ciudad de Jerusalén, pero Lucas no deja lugar a dudas al respecto (Lucas 20:21). La abominación desoladora (v. 15) es un término que se usa en la profecía de Daniel (Dn.9:27; 9:31; 12:11).
Daniel pronosticó el sacrilegio horrible que Antíoco IV, rey sirio, cometió en el año 168 a. de J.C., en el templo en Jerusalén. Sacrificó un cerdo sobre el altar y derramó los jugos del cerdo sobre los rollos sagrados. El apodo de este rey fue “Epífanes” (el ilustre), pero sus enemigos le llamaban “Epímanes” (el loco). Este acto provocó el levantamiento de los macabeos. Jesús utilizó la expresión la abominación desoladora (v. 15) como profecía que tendría una segunda aplicación: la destrucción del templo por los romanos.

El lugar santo (v. 15) se refiere al templo, o quizá al mismo altar del templo. Abominación se refiere a algo repugnante o detestable; desoladora describe una fuerza que produce un estado desierto, abandonado, totalmente destruido (comp. 23:38). El término es un genitivo de aposición, u objetivo, y expresa la naturaleza o resultado de la abominación. Nuestra versión encierra entre paréntesis el que lee, entienda (v. 15). La mayoría de los traductores parece indicar que estas serían palabras de Mateo y no de Jesús, aunque el texto original no tenía signos de puntuación.

Anticipando la tragedia que iba a caer sobre Jerusalén, Jesús urge a sus seguidores a salir de la ciudad con toda premura cuando ven que llega el ejército romano. Los montes proveerán refugio hasta pasar lo peor de la invasión (v. 16). La urgencia de la huida se describe con dos ejemplos:
(1) El que se encuentre en la azotea no debe perder tiempo buscando cosas en su casa, pues la vida vale más que las cosas (v. 17).
(2) El que se halla trabajando en el campo no debe perder tiempo volviendo a casa a buscar su manto (v. 18); tal acción podría costarle la vida.

Jesús expresa un “¡ay!” de profundo lamento ante la gran dificultad que tendrían las mujeres embarazadas y las que amamantaban todavía a sus pequeños, para huir de los peligros de la invasión (v. 19). Para todos los creyentes habría gran dificultad para trasladarse rápidamente si sucediera la invasión durante los meses fríos del invierno y aún más, si fuera en el día sábado (v. 20). Cristo había anulado muchas de las restricciones judaicas del sábado, por ejemplo las limitaciones en cuanto a las distancias que podrían caminar. Sin embargo, sus seguidores de entre los judíos demoraron muchos años en romper con la adoración en el templo y las tradiciones del sábado.

Jesús describe la gran tribulación que vendrá como resultado de la invasión de los romanos. En cuanto a sufrimiento y muerte, serían días incomparables de todos los tiempos:
-      pasado y futuro (v. 21).
-      La construcción en el texto griego es enfática, no usual y redundante, pues se emplea un triple negativo que se traduce ni habrá jamás (v. 21b).
Tan grande sería la matanza que si aquellos días no fuesen acortados (v. 22), ninguna persona sobreviviría la experiencia. El evento es aún futuro, pero desde la óptica de Dios es 

        Véase Parte II:

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