Parte I:
LAS PREDICCIONES DEL REY:
(Mateo 24:1-25:46)
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
Jesús Predice La Destrucción Del Templo:
“Cuando Jesús salió
del templo y se iba, se acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios
del templo… Respondiendo él, les dijo:
¿Veis todo esto?
De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea
derribada”. (Mt.
24:1-2).
Señales Antes Del Fin:
(Mr. 1:33-23; Lc. 2:17-24)
“Y estando él
sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte,
diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y
del fin del siglo?... Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad
que nadie os engañe… Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el
Cristo; y a muchos engañarán”. (Mt. 24:3-5 ss.).
El tema de esta
última gran colección de las enseñanzas de Jesús sigue con naturalidad al
capítulo anterior, con su clímax en la predicción de que el juicio estaba por
caer sobre Jerusalén.
NOTA: V.1: Los edificios del templo. Herodes el
Grande comenzó la edificación del Templo el 20 a. C., y fue terminado el 64
d.C. Las piedras de más de tres metros de largo serían perfectamente visibles.
Es de este punto que se inicia, con la predicción
más explícita en cuanto a la destrucción total del templo en el v. 2.
El
discurso que sigue fue en respuesta a la pregunta de los discípulos:
- ¿Cuándo
sucederán estas cosas? Pero la pregunta que le hicieron en la versión de Mateo
(no así en Marcos o en Lucas) liga la destrucción del templo (que en realidad
ocurrió en el año 70 d. de J.C., cuando los romanos sofocaron una revolución
judía),
- con un segundo
evento, tu venida (en gr. parousía) y el fin del mundo.
El principal
problema en la interpretación del cap. 24 es saber cuál de estos dos eventos
está en consideración en cada punto (ya para el cap. 25 hay un consenso general
de que el enfoque ha pasado del templo a la parousía de Jesús).
El comentario que sigue se basa en la
opinión de que hasta el v. 35 Jesús estaba hablando (con frecuencia en lenguaje
altamente simbólico) acerca de la destrucción del templo, que sucedería (como
así sucedió) antes de que pasara esta generación (34).
El día y hora desconocidos que se
introducen en el v. 36 inician su contestación a la segunda pregunta acerca de
su parousía
(la palabra se usa nuevamente en los vv. 37 y 39).
La mayoría de los intérpretes piensan
que el tema de la parousía comienza antes, incluyendo, por lo menos, los vv.
29-31. El espacio no nos permite dar un detalle amplio acerca de lo dicho.
I. El
Juicio Inminente y El Final. Mateo 24:1-26:2:
Esta sección constituye el quinto y
último discurso de Jesús (ver caps. 5-7; 10; 13; 18). Con la denuncia dirigida
a los escribas y fariseos, Jesús concluyó su ministerio público. En esta
sección concluye la preparación de los discípulos con el discurso sobre las
últimas cosas presentado en privado, terminando los eventos del día martes.
Hay un consenso entre los comentaristas
de que este es uno de los pasajes más difíciles en los cuatro Evangelios. Hay
por lo menos tres causas de la dificultad de interpretación:
- el contenido
escatológico,
- la naturaleza
apocalíptica, y
- los dos o tres
elementos mezclados de la pregunta de los discípulos.
El contenido es exclusivamente
escatológico[1] (del griego éscatos G2078), o sea, trata de las
últimas cosas. En este sentido, es una profecía predictiva. En esta profecía,
Cristo presenta un concepto de las últimas cosas que difiere radicalmente de
las otras filosofías de la historia.
Hay
por lo menos tres conceptos no cristianos en cuanto a la historia:
- el concepto cíclico, que dice que
la historia se repite;
- el concepto caótico, que es
fatalista, sin designios ni esperanza; y
- el concepto del progreso natural
inevitable,
que conduce a una especie de vaga utopía.
Jesús, en contraste, presenta un
concepto de la historia en el cual Dios es soberano, tiene un propósito
definido y está llevando a cabo ese propósito. Ese propósito incluye la
consumación de la historia en un gran día de juicio en el cual habrá una
separación entre justos e injustos, éstos condenados al castigo eterno y
aquellos llevados a la dicha eterna con Dios.
La consumación de los siglos, siendo un
evento futuro y con muchos elementos aún no definidos, da lugar a ciertas
dificultades de interpretación.
La naturaleza apocalíptica, o reveladora[2],
(del griego apokalúpto G601
"revelo")
de estos dos capítulos también da lugar a problemas de exégesis:
- La literatura
apocalíptica es el método que se usaba comúnmente para hablar de la
escatología.
- El simbolismo
poético de este discurso pertenece sin duda al método apocalíptico, aunque
faltan algunos elementos, (sueños, visiones y audiciones, o voces celestiales).
No es apocalíptico puro como Daniel o el
libro de Apocalipsis.
Quizá el problema principal de
interpretación se deriva de la manera en que Jesús contestó la pregunta de los
discípulos.
Describe dos eventos futuros —la destrucción
de Jerusalén y la Segunda Venida del Hijo de Dios— que, aunque
separados por un largo lapso, tienen elementos similares.
Por esta razón, y porque Jesús no trata
en un orden estricto los dos elementos, terminando uno antes de comenzar el
otro, es difícil saber a cuál de los eventos se refiere en varios versículos.
El propósito del pasaje no es el de
satisfacer la curiosidad de los discípulos en cuanto al futuro, sino de
prepararlos y fortalecerlos para poder enfrentar las adversidades venideras. El
propósito es práctico: ético, humanitario y misionero.
Jesús quiso advertirles a los discípulos
de los falsos mesías que vendrían y de la necesidad de vivir cada día en la
expectativa de su retorno: vigilantes,
preparados y cumpliendo la voluntad de su Señor como mayordomos que rinden el
fruto que él demanda.
El pueblo escogido de Dios (Israel),
según la carne, no cumplió el propósito misionero que Dios le asignó. Jesús
estaba iniciando el nuevo pueblo escogido, el Israel espiritual, el cual
llevaría a cabo ese propósito universal.
Aunque Marcos y Lucas relatan parte del
material encontrado en el cap. 24, con algunas variaciones, es de notar que
todo el cap. 25 es particular a Mateo. Por las razones mencionadas arriba, es
imposible hacer divisiones categóricas, especialmente en el cap. 24.
Un repaso de los comentarios arroja una gran
variedad de formas de bosquejar. Esta sección (24, 25) incluye la descripción
de la caída de Jerusalén, el fin del mundo y unas parábolas que tienen que ver
con estos eventos.
El Cuadro Del Dolor:
Hay una pintura muy conocida en donde se
muestra a Jesús sentado en la cima de un monte desde donde contempla la ciudad
de Jerusalén. El pintor, muy inspirado, creó la imagen en una zona de penumbra.
Es casi de
noche. Hay una luna muy pálida, casi enfermiza. La mirada de Jesús
roza como una caricia los techos de la ciudad. Las ventanas, muy breves todas,
esbozan tímidamente una luz rosada.
Detrás de Jesús aparecen envueltos en el
claroscuro anochecer un sinnúmero de árboles altos, con tintes plateados y verdosos.
Están levemente inclinados hacia la ciudad, expectantes de lo que allí pudiera
acontecer.
Son
los olivos, es el monte de los Olivos. Este es el sitio donde tantas veces el
Señor se detuviera a meditar sobre el futuro de Jerusalén (24:3), o el momento
de su entrada triunfal en la ciudad (21:1). Del mismo modo sería su escenario
de batalla cuando al pie de ese monte orara al Padre con tanta intensidad
(26:36), un lugar llamado Getsemaní. Es el lugar también donde Judas besa a
Jesús y el Maestro Es Arrestado. Por Eso
Este Cuadro Más Que Pintura Es Un
Lienzo Del Dolor:
Si uno hace un reconocimiento del sitio,
notará que el monte de los Olivos, en realidad, consta de tres cimas:
- Estas
están del lado oriental de la ciudad y corren de norte a sur.
- La
más meridional llamada El monte de la Ofensa; es la zona más baja.
- En
el centro se encuentra la cima desde donde se puede observar un hermoso
panorama, no sólo de la ciudad, sino también del templo que se erigía en los
tiempos de Jesús.
Este tope del monte está más de medio
km. del muro por lo que no era lejos el paso que debía andarse para llegar a
él. En el descenso se halla el Getsemaní, y sólo hay que cruzar el valle del
Quedrón. La cima está a una altura de 100 m. De ese olivar tan tupido hoy no quedan
sino algunos pocos olivos. Quien contribuyó, y en gran forma, al desmonte fue
Tito, el que sitiara la ciudad.
Es precisamente en la parte central del
monte de los Olivos donde se ubicó el pintor contemporáneo para imaginar a
Jesús sentado y lamentándose por el destino de Jerusalén. Quien pretende adivinar o interpretar un momento como ése, sea artista o no, no puede dejar de
vislumbrar un verdadero cuadro de dolor.
1.1. La Destrucción Del Templo: 24:1-2.
a. El Fondo Del Tema: tres preguntas, 24:1-3.
Jesús salió del
templo por última vez el martes, poco antes de ponerse el sol. El templo[3]
(jierón
G2411) se refiere al
patio de Israel o de los gentiles, pues Jesús nunca entró en el edificio
central [4]
(naós G3485), ni en el patio de los
sacerdotes.
Poco antes, él
había predicho la destrucción del templo (23:38), y saliendo del conjunto de
edificios, los discípulos se acercaron a él para llamar la atención a esas
construcciones.
Este Era El Tercer Templo Judío Construido
Sobre El Monte De Moriah En Jerusalén.
- El primero, fue construido por Salomón más o menos
en 950 a. de J.C. (1 R. 6-8) y destruido por los babilonios en 587 a. de J.C.
- El segundo, muy inferior, fue edificado bajo la
dirección de Zorobabel y dedicado en 515 a. de J.C. (Esd. 2:68-6:2).
- El tercero, fue construido por Herodes el Grande,
comenzando en 20 a. de J.C. y llevando unos cuarenta y seis años para
construir.
En realidad, todos los detalles del
templo apenas se completaron en 64 d. de J.C. o sea, seis años antes de su
destrucción. La construcción era una de
las maravillas de esa época.
Josefo describe el tamaño enorme de los
bloques de mármol blanco que usaron en la construcción, algunos hasta de 14 por
4 por 6 m.
Los discípulos, como todos los judíos,
sentían gran orgullo por Jerusalén y especialmente por el templo. Les costaba
creer que la profecía de Jesús (23:38) se cumpliría.
No quedará piedra sobre piedra (v. 2) es
una profecía que afirma y amplía lo que acababa de decir (23:38). La casa no
solamente quedaría desierta, sino arrasada hasta el suelo. Todavía ellos
estaban en las proximidades de los edificios, y Jesús advierte que el juicio de
Dios no perdonaría ni el mismo centro de adoración, por más hermosa y sólida
que fuese la edificación. La destrucción del templo sería definitiva y para
siempre. Nunca más se levantaría. Marcaría el fin de una etapa del plan eterno
de Dios, dando lugar al comienzo de otra etapa más eficaz, el nuevo Israel
espiritual.
Tito, el general romano, no quería
destruir el templo y sus edificios, pero se indignó de tal manera por la
resistencia de los judíos que mandó arrasarlo totalmente. Josefo presenta una
descripción patética del fanatismo de los judíos durante el largo sitio de la
ciudad. Mientras millares morían de hambre y hasta algunas madres comían a sus
propios hijos, los líderes exhortaban a la gente a esperar una intervención
milagrosa de Dios para salvarlos. El hecho de que hayan quedado pequeños restos
del muro del templo no contradice la profecía de Jesús —no quedará piedra sobre piedra (v. 2)— pues
estaba usando lenguaje popular.
El pequeño grupo salió de la ciudad,
bajó por la barranca de Quedrón y llegó al monte de los Olivos donde Jesús se
sentó. Fue allí, con la ciudad y el templo a la vista, a menos de un km. de
distancia, donde Jesús escuchó la pregunta de los discípulos y presentó el
discurso de despedida.
El
sol se reflejaba sobre los edificios blancos y los techos dorados. Josefo dice que
los techos dorados brillaban tanto al sol que uno tenía que volver la vista en
otra dirección para evitar el dolor.
La
Pregunta De Los Discípulos Tiene Tres Componentes:
(1) ¿Cuándo tendría
lugar la destrucción de Jerusalén?
(2) ¿Qué señal habrá de la (Segunda) Venida de Jesús?
(3) ¿Qué señal habrá del fin del mundo? En la mente de los discípulos, las tres preguntas se
referían a un solo evento.
1.2. Las Preguntas De Los Discípulos. 24:3.
NOTA: V.3: El Monte de los Olivos: Justamente al
Este de Jerusalén, al otro lado del Valle del Cedrón. En este discurso, Jesús
respondió a dos de las tres preguntas que le hicieron los discípulos. No
respondió a lo de: “¿cuándo serán estas cosas?”. Responde a lo de: “¿qué señal habrá
de tu venida?” en vv. 29-31, y habla de las señales del fin del
siglo en vv. 4-28. En los vv. 4-14 hallamos una serie de características de la
primera mitad del período de la Gran Tribulación, mientras que los vv. 15-28
trata de la segunda mitad de dicho período.
Venida[5] (v. 3b) traduce
el término griego parousía G3952,
que significa literalmente “presencia”, o “estar al lado”, y encierra
también la idea de permanencia. Solo Mateo, entre los cuatro Evangelios, emplea
el término en este sentido, pero se usa así frecuentemente en las epístolas.
Llega a ser una expresión técnica que se usa en referencia a la Segunda Venida
de Jesús. El fin del mundo (v. 3b) es otra expresión que se usa como sinónimo. Sunteleía[6]
G4930 significa literalmente “conclusión, o consumación de los siglos”.
El énfasis está más sobre la culminación de un proceso que sobre el punto
final. La escatología judía entendía que el Mesías traería a su consumación
este siglo y daría comienzo a un “siglo venidero”.
Del relato de Marcos (Mr.13:3), se sabe
que fueron cuatro los discípulos que llevaron a Jesús aparte y le hicieron la
pregunta, o sea, Pedro, Jacobo, Juan y Andrés. Expresaron ellos la inquietud de
los doce. La contestación y discurso, sin embargo, se dieron en presencia de
todos.
Ejemplo: La visita del dios Tupá Los guaraníes, tribu de aborígenes que habitó
diversas zonas en varios países sudamericanos, tenían por costumbre tomar mate.
Esto significa que elegían una pequeña calabaza como recipiente, le agregan una yerba molida y seca, luego añadían agua caliente y succionaba el brebaje
con una cañita. Pero esta yerba mate tenía su leyenda. Se dice que el dios de
la tribu, llamado Tupá, decidió un día visitar su gente.
Sin previo aviso
se presentó ante su gente pretendiendo darles una sorpresa, y de paso, ver cómo
sería su reacción al verle de regreso. Pero la gente se escondió, tapaban la
entrada de sus casas con hojas de palma y madera como un gesto de temor o de
rechazo. Solo un anciano le recibió amablemente, le ofreció comida y le sirvió
mate amargo. El dios Tupá quedó tan impresionado con este recibimiento que
pensó en agradecerle al anciano; quería hacer algo que perdurará para siempre.
Como el anciano era padre de una única hija que vivía con él, el dios Tupá la llamó y le dijo que desde ese día ella sería la diosa de la planta yerba mate y
que todos los que la bebieran quedaron enamorados de su gusto y se fomentaría
la amistad y el compañerismo. Es por eso que el mate tuvo ese matiz desde su
comienzo, el de la amistad, como la tuvieron Tupá y el viejo indio.
Pero
la leyenda nos dice también una gran verdad. Nos habla de la decepción que
tuvo el dios porque nadie le esperaba y ni siquiera se alegraron los de la
tribu cuando le vieron llegar. Si nosotros pensamos ahora en el día de la
visita de nuestro Salvador, cuando regrese a ver a su pueblo, ¿nos alegraremos
de su venida? ¿Estaremos preparados para recibirle? ¡Ojalá que sí!
1.3. Las Señales Del Fin De La Edad. 24:4-28.
b. Introducción General Sobre El Tema. Mt.24:4-14.
En esta sección Jesús advierte a los
discípulos de no dejarse llevar por los falsos profetas y las señales, todo lo
cual tiene que venir antes del fin. La advertencia y profecía de Jesús parecen
señalar la actividad de los zelotes quienes procuraban despertar al pueblo a
organizar un levantamiento violento para echar fuera a los romanos, al estilo
de los macabeos.
Ocurrieron muchos intentos en este
sentido, terminando en dos guerras entre judíos y romanos, la de años 66-70 y
la de años 132-135 d. de J.C. Durante estos disturbios se levantaron profetas
falsos quienes pretendían hablar en nombre de Dios y aun algunos que se
proclamaban como “el mesías”.
Mirad[7] (v. 4) es un
verbo en griego (G991) de modo imperativo del tiempo presente que
manda una constante vigilancia de parte de sus seguidores en contra de los que
engañarán a muchos (v. 5). “Engañar”[8] (G4105)
significa “desviar
deliberadamente con fingimientos o apariencias de la verdad”.
NOTA:
Vv.6-7:
Véase los mismos juicios en resumidos en Apocalipsis 6::1-8).
Jesús advierte que las señales que
muchos citaban (presencia de falsos “cristos”, guerras, rumores de guerra, hambre,
terremotos) como prueba de la proximidad del fin (v. 6), vendrían, sí, pero no
anunciaban el fin. Solo anunciaban principio de dolores (v. 8), como de parto.
Estos dolores que los seguidores de Cristo tendrían que soportar son “necesarios”
(comp. v. 6) en los designios de Dios. Forman parte de lo que falta de las tribulaciones
de Cristo a favor de su cuerpo, que es la iglesia (Col.1:24).
Hasta el día de hoy hay grupos
evangélicos en América Latina que se dedican, por predicación y distribución de
literatura, a asegurar la proximidad inmediata de la Segunda Venida de Cristo,
basándose en las señales mencionadas en este pasaje. Pero el Señor vendrá cuando él mismo lo
determine.
Mirad que no os turbéis[9] (v.
6b) es el segundo mandato con el imperativo del tiempo presente. El verbo en
griego (G3708) es distinto al
del v. 4. Allí se refiere más bien a dirigir los ojos a un objeto mientras aquí
tiene la idea de “observar, o
contemplar” con cuidado. Los creyentes no deben “turbarse”, o “atemorizarse”.
El verbo griego denotaba el “grito de angustia, o temor”.
La advertencia de Jesús (vv. 9-12) del
costo de ser sus discípulos describe con precisión lo que los mismos discípulos
sufrieron luego, y lo que los fieles han sufrido a través de los siglos, hasta
el día de hoy. Jesús hizo mención especial del peligro del engaño (vv. 5, 11)
por causa de falsos profetas.
NOTA:
V.9: Por causa de mi nombre. I, es., por ser Sus seguidores.
Otra consecuencia de las persecuciones y
maldad es que se enfriará el amor de muchos (v. 12). El comentarista Carr
observa que el uso por el Señor en este pasaje de una palabra que expresaba la
más alta y perdurable de las virtudes cristianas (1 Cor. 13), y que fue el
vínculo que unía la sociedad cristiana, es en sí profética. El término “amor”[10] (agápe G26) se usa en este sentido solamente aquí en los
Sinópticos.
Pero el que persevere hasta el fin será
salvo (v. 13). El pasaje no enseña explícitamente ni la seguridad de los santos
ni la posibilidad de la apostasía. Implica, sí, que no todos los creyentes
nominales serán salvos. Persevere[11] traduce un verbo griego (jupoméno G5278) que significa “permanecer
debajo de”, o “soportar”.
De este verbo viene el término “paciencia”,
o sea, la capacidad de sufrir largo tiempo sin reacciones indebidas. El
complemento del verbo se sobreentiende, o sea, las tribulaciones mencionadas.
Hasta el fin (v. 13) puede referirse al fin de las persecuciones, o al fin de
la vida. En aquel caso, será salvo (v. 13) significa que será salvado o librado
de las tribulaciones, pero en este caso significa será salvo para vida eterna.
Jesús estaba advirtiendo contra la tentación de negar o desertar de la
iglesia en tiempos de persecución.
La perseverancia, o la paciencia, juntamente con el amor
son dos de las virtudes cristianas más destacadas en la Biblia:
- La perseverancia
a través de pruebas es una de las evidencias de la fe que salva. En otras
palabras, la fe que salva es la fe que permanece fiel.
- Pablo enseña que
la tribulación produce paciencia y la paciencia produce carácter
aprobado y el carácter aprobado produce esperanza (Rom.5:3-4; trad. del autor).
Verdades Prácticas:
1. Los falsos cristos pueden engañar porque
nunca aceptaron la verdad y sólo han aprendido a mentir. En cambio, el creyente
sano, por amar la verdad, ni debe saber cómo mentir (comp. 24:5).
2. Todos los que han venido después de
Jesucristo diciendo que son "el Cristo" deberían haberse
crucificado, muerto y resucitado; pero ese plagio es muy costoso e incierto el
resultado.
3. En la desesperación nadie se detiene a
pensar quién puede ser su "salvador". Es como el náufrago en
el mar, dispuesto a aferrarse al salvavidas que cualquiera le arroje, aunque
este salvavidas sea de plomo. La consigna es: No os turbéis (Mt.24:6).
4. Las guerras comienzan cuando un país
contiende afirmando: "Esto es mío". Finalizan cuando ya
no se puede sostener lo mismo.
5. Einstein declaraba que no sabía cómo iba a
ser la tercera guerra mundial, pero afirmaba que la cuarta sería con flechas.
Hoy los futuristas confirman que si históricamente hubo dos circunstancias del
mismo tenor, como fueron las guerras, se dará también una tercera. Pero ya
nadie habla de una cuarta.
6. Las guerras y los rumores de guerra no nos
llevan al final de la historia sino al principio de las maldades humanas (comp.
24:8).
Mt.
24:14: Este evangelio del reino. Estas serán las Buenas Nuevas que han
de predicarse durante los días de la Tribulación, acerca de la Venida del
Mesías y del establecimiento de Su Reino.
c. Referencia Particular a La Destrucción De
Jerusalén Mt. 24:15-28.
NOTA: V.15: LA ABOMINACIÓN DESOLADORA: Este es el
hombre de pecado (2 Ts.2:3-4), el Anticristo, quien en este punto medio de la
Tribulación, quebrara el pacto que había hecho con el pueblo judío al comienzo
de la Tribulación (Dn.9:27), y demanda que los judíos y el mundo entero le
adoren. Quienes resistan serán
perseguidos, y muchos dirán mártires: ésta
es la razón de la urgencia que comportan las instrucciones de los vv.16-22.
Esta sección se refiere a la destrucción
de Jerusalén, con la posible excepción de los vv. 27 y 28. Sin embargo hasta
estos versículos se relacionan con la destrucción de Jerusalén en que ofrecen
una señal segura para distinguir a los falsos cristos del verdadero. En este
pasaje hay dos temas:
(1) la venida del
ejército romano y los consejos para huir de la ciudad (vv. 15-22);
(2) la advertencia
de no creer a los falsos cristos y falsos profetas (vv. 23-28).
Jesús describe la destrucción de
Jerusalén (vv. 15-21). Mateo no dice explícitamente que el pasaje se refiere a
la ciudad de Jerusalén, pero Lucas no deja lugar a dudas al respecto (Lucas 20:21).
La abominación desoladora (v. 15) es un término que se usa en la profecía de
Daniel (Dn.9:27; 9:31; 12:11).
Daniel pronosticó el sacrilegio horrible
que Antíoco IV, rey sirio, cometió en el año 168 a. de J.C., en el templo en
Jerusalén. Sacrificó un cerdo sobre el altar y derramó los jugos del cerdo
sobre los rollos sagrados. El apodo de este rey fue “Epífanes” (el ilustre), pero
sus enemigos le llamaban “Epímanes” (el loco). Este acto provocó el
levantamiento de los macabeos. Jesús utilizó la expresión la abominación
desoladora (v. 15) como profecía que tendría una segunda aplicación: la
destrucción del templo por los romanos.
El lugar santo (v. 15) se refiere al
templo, o quizá al mismo altar del templo. Abominación se refiere a algo
repugnante o detestable; desoladora describe una fuerza que produce un estado
desierto, abandonado, totalmente destruido (comp. 23:38). El término es un
genitivo de aposición, u objetivo, y expresa la naturaleza o resultado de la
abominación. Nuestra versión encierra entre paréntesis el que lee, entienda (v.
15). La mayoría de los traductores parece indicar que estas serían palabras de
Mateo y no de Jesús, aunque el texto original no tenía signos de puntuación.
Anticipando la tragedia que iba a caer
sobre Jerusalén, Jesús urge a sus seguidores a salir de la ciudad con toda
premura cuando ven que llega el ejército romano. Los montes proveerán refugio
hasta pasar lo peor de la invasión (v. 16). La urgencia de la huida se describe
con dos ejemplos:
(1) El que se
encuentre en la azotea no debe perder tiempo buscando cosas en su casa, pues la
vida vale más que las cosas (v. 17).
(2) El que se halla
trabajando en el campo no debe perder tiempo volviendo a casa a buscar su manto
(v. 18); tal acción podría costarle la vida.
Jesús expresa un “¡ay!” de profundo lamento ante
la gran dificultad que tendrían las mujeres embarazadas y las que amamantaban
todavía a sus pequeños, para huir de los peligros de la invasión (v. 19). Para
todos los creyentes habría gran dificultad para trasladarse rápidamente si
sucediera la invasión durante los meses fríos del invierno y aún más, si fuera
en el día sábado (v. 20). Cristo había anulado muchas de las restricciones
judaicas del sábado, por ejemplo las limitaciones en cuanto a las distancias
que podrían caminar. Sin embargo, sus seguidores de entre los judíos demoraron
muchos años en romper con la adoración en el templo y las tradiciones del
sábado.
Jesús describe la gran tribulación que vendrá como resultado de la invasión de los romanos. En cuanto a sufrimiento y
muerte, serían días incomparables de todos los tiempos:
- pasado y futuro
(v. 21).
- La construcción
en el texto griego es enfática, no usual y redundante, pues se emplea un triple
negativo que se traduce ni habrá jamás (v. 21b).
Tan grande sería la
matanza que si aquellos días no fuesen acortados (v. 22), ninguna persona
sobreviviría la experiencia. El evento es aún futuro, pero desde la óptica de
Dios es Véase Parte II:
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