Parte I:
La Oración
Sacerdotal De Jesús:
(Juan 17:1-26)
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
Jesús Ora Por
Sus Discípulos:
“Estas cosas habló Jesús, y levantando los ojos al cielo, dijo:
Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te
glorifique a ti;… como le has dado potestad sobre toda carne, para que dé vida
eterna a todos los que le diste… Y esta es la vida eterna: que te conozcan a
ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado… Yo te he glorificado
en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese… Ahora pues, Padre,
glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el
mundo fuese…”.
(Juan
17:1-26)
Introducción:
Desde una altura
de 320 kilómetros, Chris Hadfield, astronauta canadiense y comandante de la
Estación Espacial Internacional, se unió a un grupo de alumnos en un estudio en
la Tierra para cantar una canción titulada ¿Hay alguien cantando?, escrita en
forma conjunta por Hadfield y Ed Robertson.
Una
frase de la canción nos llama la atención: “No se
distinguen las fronteras desde aquí arriba”. Aunque los
seres humanos trazamos muchas líneas para separarnos los unos de los otros
(nacionales, étnicas, ideológicas, y aun religiosas), la canción no hace pensar
que Dios no percibe tales distinciones.
Siempre que un predicador se va de jira
lo primero que se nos pregunta de qué denominación [camiseta interdenominacional, o sea los hay líderes radicales “selo del
Señor”] eres para poder invitarte a predicar [aún para hospedarte y darse alimentos], en esto últimos tiempo
tiene que ser de la misma denominación el argumento es: “para cuidar la sana doctrina”.
Hum, Hum, Hum…
Ejemplo: Quienes
fueron los que rompieron esa UNIDAD, para ser sinceros los primeros siervos que vinieron de
afuera [claro aportaron
mucho, pero de paso hicieron muchos daño a la obra, Hasta hoy], cada uno fundo su propia camiseta, cuando yo trabaje en
otra denominación evangélica había una historia verídica:
Se dice que avía un misionero americano y un sueco
que comenzaron bien y la obra [apostólica] comenzó a crecer, hasta el momento todo era alegría y
felicidad, una vez en la Cena del Señor se puso una copa de vino, y ahí fue la discordia de la
separación, el sueco quería que todos participen de la misma copa se pasaba
de mano en mano para que los miembros participen, pero el americano se opuso que eso no era bíblico y tenía que ponerse el
vino en copitas, y ahí empezó las dos nuevas obras que hoy conocemos, por
suerte yo estuve en ambas organizaciones evangélicas y puedo corroborar esta
historia; Sí yo escuche este testimonio de
boca del misionero sueco don Pedrito Anderas; aún en muchas predicas de extranjeros piden perdón por
estos hechos.
No estoy pidiendo la unida con Roma, o
los Sabáticos, pero si con la iglesia Evangélica
Verdadera [No con los traficantes de la prosperidad entre otros que han hecho mucho
daño la a iglesia del Señor…dinero y más dinero, pactos y más pactos…].
Ya que la primera usa muchos ídolos [Roma], y el segundo [sabáticos] niega la
deidad de Cristo, entre otros asuntos doctrinales…
Lo importante para el Señor es que lo
amemos a ÉL y los Unos a los otros (Marcos 12:30-31). En este artículo lo más
importante es la UNIDAD que el Señor deseo para sus discípulos y a los
futuros siervos de Él.
Marco Histórico a Juan 17:
Algunos consideran este capítulo como el
pasaje más solemne, profundo y elevado en este Evangelio, si no en el NT.
Culpepper afirma que “teológicamente,
Juan 17 es uno de los capítulos más importantes en este Evangelio”.
Puesto que es un acto de intercesión, se conoce comúnmente como la “oración del
Sumo Sacerdote”, o “la oración sacerdotal de Jesús”. Este título
se ha aplicado a esta oración por lo menos desde el tiempo de Cirilo de
Alejandría (444 a. de J.C.).
Otros la llaman la “oración de consagración”, pero
este título no contempla la amplitud de la oración. El cuadro de Jesús lavando
los pies de los discípulos en el cap. 13, juntamente con las enseñanzas en los
caps. 14—16, encuentran su culminación en la intercesión de él en este
capítulo.
Hull comenta que sólo Jesús podría orar
en tal manera, combinando así el completo sometimiento al Padre y la completa
soberanía sobre los hombres. El ejemplo de Jesús orando nos permite contemplar,
como en ningún otro lugar, su íntima relación con el Padre, su preocupación
sincera por el bien de sus discípulos y su anticipación de muchos que habrían
de creer en el futuro por el testimonio de los suyos.
No hay consenso en cuanto al lugar donde
Jesús pronunció esta oración, si en el aposento alto, en el patio del templo o
cerca del arroyo Quedrón (18:1).
En los Sinópticos [Mateo, Marcos, y Lucas], Jesús ora en el huerto de Getsemaní
inmediatamente antes del arresto, pero Juan ubica la oración antes de llegar al
huerto (ver 18:1). Sólo la primera parte de la oración en el cap. 17 se compara
con la de Getsemaní, y esto en términos muy generales. Esta es la oración más
larga de Jesús que se registra en las Escrituras. Juan, en contraste con los
Sinópticos, en ninguna parte dice que Jesús oraba (ver Mateo 14:23; Marcos
1:35; Lucas 3:21; 5:16; 6:12; 9:18).
Además de este capítulo, Juan registra
pocas palabras de oración (ver 11:41; 12:27). Morris comenta que muchas veces
se piensa que esta oración es muy sombría, siendo ubicada inmediatamente antes
de su arresto y crucifixión.
Sin embargo, recién Jesús había afirmado: “¡…yo he,
vencido al mundo!” (16:33) y, partiendo de esta nota, mira hacia
adelante a la cruz con la plena esperanza y gozo de victoria y reencuentro con
el Padre. Marca el fin de su ministerio terrenal y mira hacia adelante al
ministerio desde el cielo.
Hemos venido estudiando el discurso de
despedida de Jesús (caps. 13—16), pero en realidad este capítulo constituye el “mensaje”
final, un tipo de testamento, un “adiós”, pues luego viene su arresto y ya no
tiene otra oportunidad de comunión con los discípulos.
Como clase de literatura, tales
expresiones de despedida se encuentran en las Escrituras:
Ø Jacob (Génesis
49),
Ø Moisés (Deut.
33),
Ø Samuel (1 Sam.
12), y
Ø Pablo (Hechos 20:17-38).
La Oración Se Divide Naturalmente En Varios
Objetivos, El Estudio Se Basa En Tres Secciones:
(1) Oración por su propia glorificación (vv. 1-5),
(2) Oración
por los once discípulos (vv. 6-19), y
(3) Oración
por los que habrían de creer por el ministerio de los discípulos (vv. 20-26).
- Oración por la unidad de los creyentes (vv.21-22),
- Oración por la glorificación final de
los creyentes (v.24)
Es esencialmente
una INTERCESIÓN por los que formarán la Iglesia (vv.6-26).
Al repasar el capítulo, uno no debe
perder de vista el deseo de Jesús de que el propósito redentor y misionero del
Padre sea cumplido, veamos.
I. Jesús Ora Por La Glorificación Del Hijo De Dios.
Juan 17:1-5:
En el sermón del Monte Jesús enseñó a
los discípulos la manera de orar y los motivos por los cuales orar, es decir,
lo que ellos debían desear para sí mismos (Mt.6:5-15). En cambio, en la primera
sección de este capítulo él expresa su más profundo deseo para sí mismo (vv.
1-5), el cual es esencialmente el cumplimiento de la voluntad del Padre.
La
expresión estas cosas se refieren al discurso de despedida. La referencia a
su postura, levantando los ojos al cielo, describe una práctica común de los
que oraban (ver 11:41) cuando miraban confiadamente hacia la fuente de sus
sostén, al Padre celestial. Con una actitud de humillación y entrega personal
de parte de Jesús en Getsemaní, se postró en el suelo (Mateo 26:39).
El publicano, expresando una profunda
contrición, oraba de pie, pero no se atrevía a levantar los ojos al cielo.
Jesús se dirige a Dios como su Padre, tomando él la posición del Hijo. En
Marcos 14:36 lo llama “Abba, Padre”, cuando oraba en Getsemaní. “Abba”
es la transliteración del termino arameo que significa “Padre” (ver Marcos 14:36;
Romanos 8:15; Gálatas 4:6). “Padre” traduce el término pater[1] G3962. El uso de este nombre indica
una relación íntima y de confianza.
Varias
veces durante su ministerio terrenal Jesús había dicho: “Todavía no ha llegado mi hora” (Juan 2:4; ver
7:6, 8, 30; 8:20), refiriéndose a la crucifixión, pero ahora es consciente que
la hora ha llegado (ver 12:23, 27; 13:1; 16:32). Expresa esa consciencia en voz
alta en presencia de sus discípulos, los cuales tendrían que haber entendido
ahora su significado.
El Hijo pide la glorificación de sí
mismo, lo cual tomado fuera del contexto podría dar la idea de un deseo
vanidoso, para su propio engrandecimiento. Sin embargo, la glorificación del
Hijo se refiere concretamente al cumplimiento de su misión en la crucifixión y
resurrección. En un sentido más profundo la glorificación del Hijo significa el
revelarlo tal cual es, en su naturaleza más esencial y auténtica.
Solamente
la cruz lograría la exhibición de la naturaleza divina del Hijo. En vez de ser
una oración egoísta, es precisamente lo opuesto. Significa algo como “ahora, Padre,
estoy pronto para ir a la cruz con el fin de lograr la redención de la
humanidad”.
Hull comenta que algunos oran por lo que
piensan recibir de Dios; Jesús oró por lo que él podría devolverle a Dios: una vida de
servicio obediente.
La glorificación del Hijo y la del Padre
estaba íntimamente relacionada; la glorificación del Hijo resultaría en
glorificación para el Padre.
El término autoridad traduce un vocablo
compuesto (exousia[2] G1849; “fuera del ser”) y comunica
distintos significados, además de la traducción en este versículo, de acuerdo
al contexto:
poder, habilidad, libertad, dominio, jurisdicción, privilegio. El
Padre le dio esta autoridad al Hijo con dos propósitos definidos: “para hacer
juicio” (5:27) y para que dé vida eterna.
La expresión sobre todo hombre es
literalmente “de
toda carne”, una frase hebrea que significa “toda humanidad” (ver Isaías 40:5).
La traducción literalmente de la segunda frase del versículo sería: “para que a
todo lo que le has dado les dé vida eterna”. “A todo lo que” traduce
un pronombre singular neutro, refiriéndose a la humanidad como un grupo. Morris
opina que este pronombre neutro singular apunta a la unidad de la raza.
Se observa, además, que este pronombre
está en una posición enfática. Luego vuelve al pronombre masculino plural que
se traduce les. Todo este versículo nos hace recordar lo dicho en 1:12.
Lindars opina que vida eterna en Juan
corresponde al concepto del “reino de Dios” en la oración modelo (ver
Mateo 6:5 ss.); por lo tanto, este autor sugiere que los dos primeros
versículos de Juan 17 corresponden con la apertura de la oración modelo. Si no
hay una correspondencia obvia entre los dos términos, por lo menos hay una
estrecha relación. Se puede afirmar que el reino de Dios se compone de los que
gozan de la vida eterna y están sometidos al señorío del Cristo glorificado.
Jesús mismo define la vida eterna en
términos de un conocimiento de Dios y de su Hijo. Varios comentaristas, basados
en el tiempo presente, opinan que el verbo traducido conozcan no se refiere a
un conocimiento pleno, ni a un reconocimiento, sino “al aprender a conocer”. No es
un conocimiento perfecto, sino incipiente y creciente.
Gracias a Dios, él no requiere pleno
conocimiento de su Hijo para obtener la salvación, ni se lo da en el momento de
la salvación. Jesús insiste en la unicidad de Dios, el único Dios (ver Isaías 37:20),
y también su autenticidad y confiabilidad, verdadero (ver 1:9; 4:23; Éxodo 34:6).
Nótese: que el conocimiento del Padre y el del
Hijo están íntimamente relacionados, más, están identificados.
El conocer al Hijo es equivalente a
conocer al Padre (Éxodo 14:9).
Hull comenta que aquí tenemos una de las
más claras indicaciones en el NT., de que la fe y el conocimiento pueden ser
equivalentes, en vez de antitéticos.
Beasley Murray afirma que tal
conocimiento avanza más allá que el intelecto para incluir relación y comunión.
La expresión a quien tú has enviado traduce un verbo del tiempo aoristo (“enviaste”)
y se refiere a la encarnación.
El verbo enviado es un término mesiánico
que enfatiza su origen divino y expresa su misión redentora (ver 3:17). El
nombre Jesucristo se encuentra solo aquí y en 1:17, pero es frecuente en los
escritos después de la resurrección.
Lindars cuestiona si Jesús mismo lo
hubiera usado.
Westcott, Hull y Barrett lo llaman “una nota al pie de la página”, o un “entre paréntesis”, escrita por Juan.
Otros lo traducen “conocer a Jesús como el Cristo”.
NOTA: Juan 17:3: Esta es la definición que Cristo de la Salvación, especialmente si
añadimos lo que claramente se entiende: enviado para ser el Salvador del Mundo (Jn.3:16; 4:42;
6:33; 1 Juan 4:14; 5:20).
El pronombre personal Yo
(v. 4) es doblemente enfático y el verbo he glorificado está en el tiempo
aoristo (“glorifiqué”)
en vez de perfecto. Jesús contemplaba su obra en la tierra como ya acabada,
habiendo acabado la obra que me has dado, aunque, según Lindars, faltaba la
segunda etapa, la muerte vicaria en la cruz (ver 12:28).
Sin embargo, pocos comentaristas dividen
así el ministerio de Jesús en dos etapas distintas, una antes de la cruz y otra
en la cruz. Cuando Jesús, antes de la hora de la crucifixión, se entregó a la
voluntad del Padre para ir a la cruz, en principio su obra estaba acabada,
aunque faltaba la realización de la decisión tomada.
El verbo habiendo acabado está en el
tiempo aoristo (“que
acabé”) y traduce el mismo verbo que Jesús pronunció desde la cruz: “¡Consumado
es!” (Tiempo perfecto, 19:30).
Plummer y Morris señalan que la
expresión me has dado indica que Cristo no escogió para sí su obra, sino que la
iniciativa fue del Padre (ver 3:35; 4:34).
Jesús llega al fin de la petición a su
favor, volviendo al deseo expresado en el v. 1, su propia glorificación. Tiene
sus ojos ya puestos en la cruz (ver Lucas 9:51), y más allá de la cruz, al
retorno a la misma presencia y gloria con el Padre. Es una de las afirmaciones
más claras en el NT., de la preexistencia del Cristo eterno (ver 1:1-3; 8:58;
16:28). Él estaba con el Padre antes que existiera el mundo, allá en la remota
eternidad pasada.
Además,
afirma que tenía una gloria particular en la presencia del Padre. Como se
estableció arriba, la gloria de Jesús significa esencialmente la revelación de
su persona, tal cual es, en todo su esplendor divino. En el monte de la
transfiguración, esa gloria irradió a través del manto de su carne; en su vida
y obras los hombres vieron destellos de esa gloria; pero en su muerte su gloria
se vio como en ningún otro momento.
Sin embargo, solo los hombres y mujeres
de fe pudieron y pueden apreciar esa gloria.
Plummer comenta que el Cristo eterno con
el Padre antes de la creación, el Jesús nacido de María y ministrando en el
mundo y muriendo en la cruz, y el Jesucristo que resucitó, ascendió y está al
lado del Padre en gloria, es una y la misma persona. Esta es la primera de 18
menciones en este capítulo del término mundo, indicando una preocupación especial
por la relación y testimonio de los discípulos con el mundo.
Jesús, cerca del comienzo de su
ministerio público, escogió a doce discípulos para estar con él y para enviarlos
en una misión
[este es el nombre que usan muchos para determinar que el misionero de es de
más grado, y honor] (ver Marcos 3:13-14).
Realizó un ministerio de predicación y
sanidad entre las multitudes, sí, pero su atención durante los tres años de
ministerio público estuvo concentrada principalmente en la preparación de los
discípulos para este momento (ver Robert Coleman, Plan supremo de
evangelización, CBP, Art. No. 13816).
Les había prometido enviar “otro
Consolador” para acompañarlos y morar dentro de ellos. Ahora, dedica
la mayor parte de esta oración a ellos, tiernamente encomendándolos al cuidado
del Padre.
Esta
Sección Admite Tres Subdivisiones:
- la base para la
intercesión (vv. 6-8);
- luego Jesús
presenta al Padre las razones por las cuales intercede por ellos (vv. 9-11a); y
- finalmente eleva
la intercesión misma (vv. 11b-19).
Jesús inicia esta sección, mencionando
el cumplimiento de su misión al mundo, con una expresión inusual. He manifestado
tu nombre aparentemente es equivalente a “glorificar al Padre” (ver v. 4). Aunque el
verbo está en el tiempo aoristo (“manifesté”), se traduce como si estuviera en
el tiempo perfecto, enfatizando un resultado que continúa. Brown opina que
Jesús se refiere a la manifestación literal del nombre “Jehová”, en griego ego
= eimi; sin embargo, pocos le
acompañan en esta interpretación. Es mejor entender que se refiere a su propia
vida y obras por medio de las cuales reveló la naturaleza, o gloria, del Padre.
Nótese: que esta manifestación fue
limitada a los que el Padre había dado al Hijo. La referencia a
los que el Padre dio al Hijo se menciona dos veces en este versículo y un total
de ocho veces en este capítulo, enfatizando la participación soberana y directa
del Padre en la obra redentora del Hijo.
Jesús
mantenía en un justo equilibrio las dos doctrinas:
- La soberanía de
Dios, y
- el libre
albedrío del hombre.
A
veces es el Padre que da o atrae a los hombres a Cristo (ver v. 24; Marcos
6:37; 6:44; 6:65; 10:29; 18:9); a veces es Cristo quien los escoge (ver 6:70;
15:16); pero siempre los hombres pueden rechazar la iniciativa de Dios (1:11,
12; 3:18, 19; 12:47, 48). La expresión del mundo emplea una preposición que
enfatiza el origen de los discípulos de entre toda la humanidad.
Jesús
Presenta Tres Descripciones De Sus Discípulos:
Ø Primera, al decir Tuyos eran, Jesús reconoce una
relación especial entre el Padre y los que respondieron con fe al Hijo. Por
supuesto, todos los seres humanos pertenecen a Dios en un sentido general por
ser él su Creador, pero los que responden en fe son su propiedad en un doble
sentido: por
nacimiento físico y espiritual.
Ø Segunda, me los diste indica que el Padre
entregó al Hijo los que eran su propiedad.
Ø Tercera, los discípulos han guardado tu palabra
(logos[3]
G3056), la característica inequívoca de los que aman al Hijo
y al Padre (ver 13:34; 14:15, 21).
Al fin los discípulos habían reconocido,
y por lo tanto conocen, que Jesús era divino. Fue un proceso lento, pero
ascendente. En 16:30 los discípulos pretendían este conocimiento, pero Jesús
les mostró su falta. Esta afirmación (v. 7) de Jesús indica que habían dado un
paso importante en su comprensión de su persona.
Esto no significa que hayan logrado una
comprensión cabal de su naturaleza, pero sí, entendían que era el enviado de
Dios, el Mesías prometido, y que sus enseñanzas y obras procedían del Padre. La
expresión procede de ti es literalmente “de ti son”. El verbo está en el tiempo
presente, describiendo una realidad continua y permanente.
El énfasis en el v. 8 recae sobre la
actitud de los discípulos, no en cuanto a la persona de Jesús, sino en cuanto a
las palabras que les había compartido. Jesús declara que fue fiel en
compartirles a los discípulos todas las palabras y mandamientos, sin excepción,
que el Padre le había dado.
Plummer y otros señalan una distinción
entre el término palabras, usado aquí y siempre en el plural (rema[4]
G4487: 5:47; 6:63, 68; 8.47; 12:47; 15:7), que significa los
dichos particulares, en contraste con “palabra” (v. 6, logos G3056: 6:60; 8:43, 51; 12:48;
15:3) que se refiere al mensaje entero, o la comunicación total.
Luego Jesús describe a sus discípulos en
este versículo con tres expresiones: ellos recibieron sus palabras, creyeron en
su procedencia divina y que él era el enviado del Padre. El verbo provengo,
traducido aquí como en el tiempo presente, realmente es un aoristo (“salí”),
apuntando a la encarnación.
El pronombre tú es enfático, subrayando
la verdad de que su presencia en el mundo se debía a la voluntad del Padre. El
término enviaste traduce un verbo griego del cual se deriva “apóstol”,
uno enviado con una misión.
El pronombre Yo[5] (v. 9) es
enfático y el verbo ruego está en el tiempo presente, “estoy rogando”. Una traducción
que capta el énfasis de la primera frase sería “Yo estoy rogando acerca de ellos”.
El verbo “rogar”
es uno de varios que se emplean para referirse a la oración. Originalmente
significaba “preguntar
algo”, pero llegó a significar también “pedir algo” y es el que
Jesús empleaba generalmente en sus oraciones (ver 14:16; 16:26). Aclara que su
oración tiene referencia a las necesidades particulares de sus discípulos.
Como a menudo sucede, Jesús expresa una
verdad en modo positivo, luego negativo, y aquí vuelve al positivo. Es una
manera de expresar una verdad en la forma más categórica, eliminando toda
posibilidad de un malentendido.
El término “el mundo”[6] (kosmos G2889) se refiere a la humanidad
incrédula, que quizá contempla también una actitud rebelde y hostil. Repite el hecho
de que los discípulos son un regalo del Padre al Hijo, explicando que él puede
dárselos porque le pertenecían a él (v. 7).
Las expresiones Todo lo mío y todo lo
tuyo traducen un pronombre neutro plural, señalando una unidad general, o sea,
toda la creación. Algunos comentaristas limitarían la expresión a los hombres,
porque parece que el pronombre plural ellos, un pronombre masculino, mira atrás
en el versículo a “todo”.
Lutero dijo que cualquiera puede decir
lo primero, Todo lo mío es tuyo, pero sólo el Hijo de Dios puede decir lo
segundo, todo lo tuyo es mío. Esta expresión recíproca enfatiza la perfecta
unión entre el Hijo y el Padre. El verbo he sido glorificado traduce
correctamente el tiempo perfecto, indicando una acción que comenzó en el pasado
pero los resultados continúan en el presente: “he sido y todavía estoy siendo
glorificado en ellos”. Antes Jesús había dicho que él había
glorificado al Padre y viceversa.
Ahora son los discípulos los que lo
glorifican por manifestar en su vida y testimonio el poder transformador que
provino de Jesús, lo cual se vería más claramente después de Pentecostés (ver
Hechos 4:13). En los discípulos el mundo comenzaría a percibir la naturaleza
verdadera de Jesús y en esa manera aquéllos le glorificarían. Aunque en un
sentido limitado los discípulos habían glorificado a Jesús, esta expresión
anticipaba una mayor glorificación en el futuro.
Jesús estaba intercediendo por sus
discípulos porque ellos le habían aceptado y guardaban sus palabras (vv. 6-8).
NOTA: Juan 17:6: He manifestado tu nombre.
I., es, He Revelado Tu Verdadera Naturaleza. Esta Revelación Divina es la base
sobre la que está establecida la Iglesia.
En el v. 11 presenta otra razón por su
intercesión: la protección y unidad entre ellos. La urgencia de la oración se
debe a la partida inminente de Jesús. Está tan cerca su partida que puede
hablar como si ya no estuviera en el mundo. La situación de los discípulos es
muy distinta, ellos siguen en el mundo, pero pronto sin la presencia física de
su Señor.
En la expresión y yo voy a ti el
pronombre yo es enfático y el verbo voy está en el tiempo presente, “estoy yendo”
o “estoy
viniendo”. Jesús tenía “un pie en el estribo” y estaba en el proceso
de “marchar” al Padre.
El título Padre Santo aparece sólo aquí
(v. 11), aunque se refiere a la santidad de Dios en el:
- AT., (Veer
Lv.11:44; 19:2; 20:26; Job 22:3; Is.6:3; 41:14), y
- el NT. (Ver 1
Jn.2:20; Ap. 6:10).
El término santo significa “separado” o
“apartado”,
con referencia a la separación moral y espiritual más que la geográfica. En el
grado supremo Dios es santo, pero manda que sus hijos sean santos (ver 1 Pedro 1:16),
así reflejando su propia naturaleza. Este título está de acuerdo con el deseo
de Jesús para sus discípulos (vv. 17, 19).
La expresión guárdalos en tu nombre
admite, según Lindars, por lo menos dos interpretaciones: guardarlos “por” tu nombre, eso es,
protegerlos de acuerdo a tu rol como Padre y en el poder de tu nombre; o
guardarlos “en” tu nombre como lugar seguro, eso es, guardarlos seguros en la
profesión de su fe de acuerdo con la revelación que han recibido.
Brown opina que ambas interpretaciones
se aplican.
La expresión que me has dado, basada en
distintas variantes en el texto gr., presenta una dificultad. Las Sociedades
Bíblicas Unidas, en su texto gr., optan por la lectura en la cual esta
expresión se refiere claramente a tu nombre.
La RVA., sigue esta lectura. Sin
embargo, otras variantes, quizás por la dificultad de saber lo que significa
esa interpretación, indican que se refiere a los discípulos que me has dado. Si
se refiere al nombre de Dios, sería equivalente a la revelación del carácter de
Dios que fue confiada al Hijo. Este significado del nombre de una persona es
común en las Escrituras. Entonces Jesús ruega al Padre que sus discípulos sean
guardados fieles a esa revelación del carácter divino de Dios.
La expresión para que, seguida por un
verbo en el modo subjuntivo, traduce una conjunción de propósito que comunica
el anhelo de Jesús para sus discípulos. Ese anhelo es para que sean una cosa.
El verbo está en el tiempo presente.
Jesús no está rogando que lleguen a ser uno, sino que continúen siéndolo. Esta
preocupación de Jesús por la unidad de sus discípulos es dominante en la
intercesión (ver 21, 22, 23). No solamente desea que haya unidad, sino que
califica la clase de unidad a que se refiere, así como nosotros lo somos, una
meta imposible para alcanzar en esta vida, pero una que requiere un esfuerzo
sincero y constante de todos sus seguidores.
El v. 21 aclara también que es una
unidad “en”[7]
el Padre y “en”
el Hijo (v. 21). La unidad que Jesús anhelaba para sus discípulos no significa
algo obligado o impuesto por cualquier manera que sea, ni uniformidad, ni que
no haya libertad para expresar opiniones distintas. Tampoco es la unión de
organizaciones, como a veces desean los movimientos ecuménicos.
Esta clase de unidad es posible sólo en
un grupo de creyentes que gozan de la plenitud del Espíritu Santo, quienes
desean la gloria de Dios y el avance de su reino más que el de sus propios
intereses.
Westcott comenta que no es sólo unidad
de voluntad y amor, sino de carácter, de disposición espiritual, realizada
perfectamente en armonía absoluta en Cristo.
Jesús sigue orando como si ya no
estuviera con los discípulos (ver v. 11) al decir Cuando yo estaba con ellos.
El pronombre yo es enfático. Jesús describe el cuidado que tuvo con ellos
durante su ministerio terrenal, pero ahora cambia la situación y la necesidad
de ellos es otra.
El verbo guardaba[8] (tereo G5083) significa “vigilar”
para proteger. Según el mejor texto griego, que me has dado se refiere a tu
nombre y no a los discípulos. Lo que Jesús había realizado durante los tres
años de ministerio terrenal, pide que el Padre lo realice de aquí en adelante
(ver v. 11).
El verbo cuidé traduce un verbo griego (fulasso
G5442) en el tiempo
aoristo constativo que resume toda la acción del pasado en su totalidad como un
solo acto. De este verbo se deriva el término gr. para cárcel, es decir, donde
uno es cuidado para no escapar. El cuidado, mencionado aquí, es el resultado de
“guardar”
o “vigilar”.
Jesús cuidaba tan bien de los suyos que
ninguno de ellos se perdió en el sentido espiritual, en su relación con él y el
Padre. La expresión el hijo de perdición, usado solo aquí y en 2 Ts.2:3, emplea
un genitivo descriptivo que apunta al carácter de la persona que tiene en
mente, no a su destino.
Véase Parte II:
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