“…Pero ahora voy al que me
envió; y ninguno de vosotros me pregunta: ¿A dónde vas?... Antes, porque os he
dicho estas cosas, tristeza ha llenado vuestro corazón… Pero yo os digo la
verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador[1]
no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré…”.
(Juan
16:5-6)
1. La Advertencia De Persecuciones. Juan
16:1-4:
En los versículos
finales del capítulo anterior (15:26, 27) y la segunda parte de este (16:4b-15)
es dominante el tema del ministerio del Espíritu Santo. Insertada entre esos
pasajes encontramos una advertencia de las persecuciones que los discípulos
tendrían que soportar. ¿Sería un entre paréntesis independiente, o tendría una
relación con el tema del Espíritu Santo? Depende del significado de “Os he dicho
esto para que…” en 16:1. Recordemos que estamos en medio del
discurso de despedida (caps. 13—17) en que Jesús estaba preparando a sus
discípulos para su salida del mundo.
Lo que llama la atención al comenzar la
lectura de este capítulo es esa “fórmula” que Juan emplea para señalar el
comienzo de un tema nuevo, o una división en temas (ver 14:25; 15:11; 16:1, 4,
6, 25, 33): Os he dicho esto…, o
literalmente:
“Estas cosas he hablado a vosotros…”. “Estas cosas” se refiere a
todo el discurso de despedida, pero especialmente a lo que dijo referente al
odio del mundo hacia él y ellos (ver 15:18, 19). La referencia al Espíritu
Santo en los versículos anteriores tendría el propósito de dar confianza y
firmeza a los discípulos al encontrarse frente a una oposición tenaz de parte
del mundo.
Por esto, Plummer asigna el título “El mundo y el
Paracleto” a los versículos 1—11.
El verbo en la expresión no os
escandalicéis es la transliteración del gr. que significa “hacer tropezar” o “encerrarse en
una trampa”. Se refiere concretamente al gatillo de una trampa donde
se coloca la carnada para tentar al animal. El mundo tiene múltiples maneras de
tender un tropiezo ante los seguidores de Jesús, pero Jesús estaba
preparándolos para reconocer y evitar tales intentos.
El odio y la persecución de los líderes
religiosos podrían hacer caer a los discípulos desprevenidos en su trampa.
Lindars sugiere que el verbo no os escandalicéis, en este contexto, significa “para que no os
apartéis”; ejemplos de esto serían la negación de Pedro y la huida
de todos cuando Jesús fue prendido.
Jesús les advierte, en el v. 2, de dos
medidas que los líderes judíos emplearían para frenar el avance del
cristianismo y aun eliminarlo. La expulsión del ciego sanado de la sinagoga
(ver 9:22, 34; 12:42) sería un anticipo de lo que ellos mismos experimentarían.
La expresión y aun, que connota la idea de graduación a algo más severo,
traduce una conjunción adversativa fuerte que normalmente se traduce “pero”.
Algunas versiones lo traducen “y no solo esto, pero…”. Parece que Jesús está
diciendo que si ellos pensaban que la primera medida sería mucho, en contraste
no sería nada en comparación con la segunda medida. La expresión rinde
servicio, u “ofrece
servicio”, es traducida por algunos como “rinde ofrenda a Dios”.
Hay un dicho de que “la sangre de los mártires es la semilla de
la iglesia”, indicando que, en vez de frenar el avance del
cristianismo, el martirio ha servido para acelerarlo. La historia del
cristianismo, desde el primer siglo hasta nuestros días, está repleta de
relatos del martirio de seguidores de Jesús, instigado generalmente por
personas o instituciones religiosas que piensan que están sirviendo a Dios. En
vez de menguar la incidencia de martirios por motivos religiosos, parece que se
incrementa al pasar los años. La advertencia que Jesús dio a sus discípulos es
tan apropiada para nuestra generación como si fuera pronunciada esta misma
mañana.
El pronombre Esto (v. 3) es de género
neutro plural (“Estas
cosas”), refiriéndose a todas las clases de oposición y persecución
que el hombre pueda usar en contra de ellos. “Estas cosas” harían a los
seguidores de Jesús por una sencilla razón: no conocen ni al Padre ni a mí. El
verbo conocen, traducido aquí como en el tiempo presente, es realmente un
aoristo: “no
conocieron” o “no reconocieron”. Se implica que tuvieron la
oportunidad y no la aprovecharon (ver 1:10, 11; 3:19; 15:21-15); más aún, con
toda determinación resistieron lo que tendrían que haber sabido que era obra de
Dios. Esta nota trágica se repite en este Evangelio y en nuestros días.
La
conjunción.
Sin embargo, que se usa en el v. 4, traduce un término adversativo fuerte (ver
v. 2b). Esas cosas vendrían para ellos, y ciertamente ya han venido. La
expresión os he dicho estas cosas repite textualmente la primera parte del v. 1
donde Jesús quería evitar para ellos el escándalo de la cruz. En cambio, aquí
el propósito es positivo: para que… os
acordéis… de las advertencias.
La profecía de estas cosas cumplida
sería otra señal de la divinidad de Jesús y otro motivo para mantenerse firmes
ante la oposición. Jesús no especifica cuándo vendría su hora, es decir, de las
persecuciones. Vino mucho antes que los discípulos pensaban; su venida no sería
por un período breve, sino para todos los siglos hasta el fin del mundo.
2. El Ministerio Del Espíritu Santo,
16:4b-15.
Ante la perspectiva de la persecución
que les esperaba, Jesús ahora les anima con el recurso principal que Dios
provee, la presencia del Espíritu Santo.
Morris comenta que, habiendo presentado
al Espíritu Santo como un ayudante y abogado (ver 14:16 s., 26; 15:26 s.),
ahora lo presenta como el Acusador Oficial, convenciendo a los pecadores de su
mal.
La expresión al principio (ver 15:27) se
refiere al comienzo del ministerio público de Jesús, cuando recién había
llamado a los discípulos. La razón de su demora en compartir estas verdades con
ellos en el principio, y aún durante los tres años de su ministerio, es que él
estaba con ellos. Su presencia física con ellos serviría para afirmarlos en los
momentos de crisis. Pero ante la perspectiva de su inminente “partida”,
era necesario prepararlos sin más demora. Otra razón, no mencionada aquí, por
la demora de advertirles de estas cosas es que antes no estaban preparados.
Jesús les compartía las verdades del reino a medida que ellos mostraban
comprensión y madurez para comprender y aceptarlas (ver 15:15).
En contraste con la mención de “yo estaba con
vosotros” (v. 4b), Jesús anuncia su partida inminente pero en
términos ambiguos. Realizó todo su ministerio en la conciencia de que era “el enviado”
del Padre. La afirmación de Jesús de que ninguno de vosotros me pregunta: “¿A dónde
vas?“, parece una clara contradicción de lo que Juan menciona antes
en este mismo discurso de despedida (ver 13:36; 14:5).
Barrett sugiere que se soluciona la
aparente contradicción si damos el valor debido al tiempo del verbo pregunta;
está en el tiempo presente y lleva el significado de: “ninguno de vosotros me está preguntando
ahora…”.
Plummer y Morris piensan que la solución
se encuentra en tomar nota del contexto distinto aquí en contraste con el de la
ocasión anterior. Allí estaban considerando solo su propia pérdida en vez de la
ganancia para él; aquí habrían dejado atrás esa perspectiva egoísta y tendrían
interés sincero en el destino de su Maestro.
Jesús notó la tristeza en el rostro de
sus discípulos por la mención de su inminente partida. Al saber que volvía a su
gloria eterna con el Padre, tendrían que haberse gozado. Evidentemente, todavía
estaban esperando que Jesús evitara la muerte y estableciera el reino a Israel,
según la expectativa mesiánica popular.
Nótese: que Jesús emplea corazón en singular
cuando se refiere al de todos ellos (ver 14:1), pero la referencia es al centro
de sus emociones, no al órgano físico. El tiempo perfecto del verbo se ha
llenado, si se toma en su significado normal, indicaría una acción del pasado
cuyos efectos continúan. Jesús prometió que su tristeza se convertiría en gozo
(v. 20), pero eso sucedería luego de verlo resucitado.
El v. 7 comienza con la conjunción
adversativa fuerte Pero, estableciendo un contraste marcado con la tristeza que
se notaba en sus rostros. El pronombre yo es doblemente enfático, en contraste
con la emoción de tristeza que ellos sentían en ese momento.
Su sentimiento de tristeza no estaba
basado en la verdad; Jesús estaba por compartirles la verdad (ver 8:45 s.;
14:6) que cambiaría esas emociones. El verbo conviene traduce un término griego
compuesto que significa literalmente “conllevar”, o “traer juntos”, implicando algo
bueno o provechoso.
Morris observa que el verbo conviene es
el mismo que utilizó Caifás (11:50) cuando dijo: “…os conviene que un solo hombre muera
por el pueblo”. Pero como frecuentemente sucede, Dios invierte los
propósitos de los hombres para que sean lo opuesto a lo que ellos pensaban.
Los discípulos pensaban que su salida
sería la más grande tragedia para ellos y el reino de Dios. Las palabras de
Jesús les parecían incomprensibles, sino una burla, hasta que él explicó en qué
sentido sería para su ventaja.
Nótese: el énfasis en la necesidad de su
partida para la venida del Espíritu Santo; lo expresa en forma negativa y luego
en la positiva.
Morris cita a
Gore, quien dijo:
“La venida del Espíritu Santo no fue meramente para suplir la ausencia del
Hijo, sino para completar su presencia”. La conveniencia de su salida
se expresa en dos maneras:
· Primera, es mejor para ellos el no tener que
depender de la presencia visible y tangible de su Señor, de aprender a caminar
por fe y no por vista.
· Segunda, y más importante, es que él no vendría
hasta la partida de Jesús, eso es, la obra redentora completada en la cruz y
resurrección.
Antes Jesús había explicado que el
Espíritu Santo no había venido porque él no había sido glorificado (ver 7:39),
refiriéndose a la crucifixión.
En resumen, la obra principal del
Espíritu Santo se basaría en la obra redentora completada por Jesús. Por eso,
su venida en plenitud esperaba la realización completa y final de la obra
redentora y por eso les convenía a los discípulos que Jesús se fuera.
El pronombre él (v. 8) se presenta en
género masculino, porque se refiere al Paracleto (ver vv. 13, 14). Cuando se
refiere al Espíritu Santo se usa el género neutro, porque en el griego el
término “Espíritu”
es de ese género. Esta es la única referencia a la obra del Espíritu Santo en
relación con el mundo; las demás tienen que ver con su ministerio en y por medio
de los creyentes.
Ya se ha aclarado cuándo vendría el
Espíritu; ahora describe su triple función, o su función en tres áreas:
· Antes el
Espíritu se presentó como el Consolador,
· Ayudante, y
· Abogado.
El término convencerá describe la
función del abogado acusador quien examina al acusado para descubrir y exhibir
(traer a luz) las evidencias de culpabilidad con el fin de convencerle a él y
al juez de su crimen.
Algunas versiones traducen el verbo como
“reprobar”
o “exponer”.
Los hombres viven en la ignorancia o negación de su condición espiritual
verdadera.
Westcott comentó que el mundo
consideraba a Jesús como pecador (ver 9:24), pero a sí mismo como justo ante
Dios (Lucas 18:9). El Espíritu tiene la misión de invertir ese concepto.
El término pecado (v. 9) traduce el
vocablo griego que significa “errar el blanco”. Dios había enviado a su
Hijo como su representante personal para revelar la naturaleza de Dios y su
propósito para el mundo.
En el hecho de rechazar ese testimonio,
de no creer en Jesús, consiste la misma esencia del pecado, de “errar el
blanco” establecido por Dios. La crucifixión revelaría más que
cualquier otra cosa la actitud rebelde del hombre hacia Dios, manifestada por
cierto durante la vida terrenal de Jesús, pero llegando a su culminación en la
demanda de su muerte.
El texto admite hasta tres
interpretaciones, de acuerdo con el significado de la conjunción traducida
porque, pero la RVA., ha escogido la que es más natural y lógica. La obra del
Espíritu con el incrédulo comienza en este punto, de convencerle de su rebelión
en contra de Dios. Antes tenía que ver con el no creer en Dios, pero ahora es
el no creer en su Hijo. Por cierto, hay otros pecados graves, pero en el fondo
el que condena al incrédulo es el no creer en el enviado del Padre. Aparte de
este ministerio del Espíritu, el incrédulo nunca vería con claridad la gravedad
de su condición espiritual ante Dios, ni sentiría la pesada convicción de esa
actitud.
En segundo lugar, el Espíritu convencerá
al mundo incrédulo en cuanto a justicia. El término justicia, que goza de una
gran variedad de matices y numerosas referencias en las Escrituras, se
encuentra sólo aquí en este contexto en este Evangelio.
En Juan se refiere a la justicia de Dios
provista por Cristo en la cruz (ver Rom.1:17; 2 Cor.5:21; Filp.3:9). La
expresión me voy al Padre no se refiere sólo al hecho de ir al Padre, sino a la
manera en que iría al Padre.
Ese ir al Padre lo llevaría por el
camino de la obediencia hasta la muerte, una muerte en que pagó el precio por
el pecado de toda la humanidad, haciendo posible la justicia de Dios para todo
aquél que cree en él. Esta es la justicia de Dios como opuesta a la que el
hombre pudiera lograr por obedecer ciertas reglas (ver Mateo 5:20). La
expresión no me veréis más puede referirse al entierro de su cuerpo, o a la
ascensión.
En resumen, el pecado consiste en no
creer y no obedecer al Hijo de Dios; por otro lado, la justicia se logra por el
creer en Jesús que resulta en la obediencia de sus mandatos.
El
Espíritu Santo “convencerá al mundo” también
en cuanto a juicio.
El término juicio también tiene varios matices en este Evangelio.
Lindars
lo analiza así:
· se refiere al
criterio (Mateo 3:19),
· al acto de
juzgar (Mateo 5:24),
· a dar la
sentencia (Mateo 5:27),
· a la condenación
(Mateo 5:29), o
· a un acto
judicial (Mateo 12:31).
El
último ejemplo se aplica aquí. El mundo tiene sus propias normas o
criterios falsos de lo que es el pecado, la justicia y el juicio. El Espíritu
tiene la enorme tarea, humanamente imposible, de convencer al mundo del error
de su pensar y actuar. Seguramente los líderes judíos, y detrás de ellos el
príncipe de este mundo (ver 12:31; 14:30), celebraron su “victoria” cuando Jesús fue
crucificado.
Sin embargo, lo que parecía victoria
para ellos fue en realidad su derrota en que fueron juzgados y condenados.
Jesús veía ese resultado como un hecho ya realizado al decir que el príncipe de
este mundo ha sido juzgado.
El verbo ha sido juzgado está en el
tiempo perfecto, indicando una acción realizada en el pasado, cuyos resultados
continúan. Satanás sigue su programa de engaño y conquista de los
desprevenidos, pero lo hace sabiendo que su condenación fue establecida en la
cruz y en la resurrección de Jesús.
Morris observa que estos tres aspectos
de la obra del Espíritu Santo se interpretan a la luz de la persona y obra de
Cristo.
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