jueves, 26 de mayo de 2016

Parte III DISCUSIÓN ACERCA DE LOS MANJARES OFRECIDOS A LOS ÍDOLOS: (1 Corintios 8:1-13; 10:14-33)

Parte III
DISCUSIÓN ACERCA DE LOS MANJARES OFRECIDOS A LOS ÍDOLOS:
(1 Corintios 8:1-13; 10:14-33)

Por: Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:

Tema III:

No Participar En Las Fiestas De Los ídolos:
(1 Corintios 10:14-22)
Con este texto (v. 14) el Apóstol comienza una sección de considerable extensión (14-22) en la cual aborda la incompatibilidad entre la fe cristiana y la idolatría. Por la lectura del AT se descubre que la historia de Israel comprueba que, pese a la gracia de Dios, el pueblo del pacto no quedaba eximido de la tentación de la idolatría.
Se aprecia que vez tras vez el pueblo le era infiel a Dios, sucumbiendo ante la presión tenaz de la idolatría de sus vecinos paganos. Su resistencia ante los embates del paganismo no era automática ni asegurada. Este concepto sirve de trasfondo para la exhortación de Pablo a los corintios.
No bastaba que los corintios desaprobaran la idolatría; debían huir de cualquier tentación al respecto. Esto implicaba que ellos necesitaban evitar toda ocasión en la que se pudiera ofrecer adoración a un ídolo. Esto ocurría muy a menudo en las fiestas paganas celebradas en los templos. Parece que algunos creyentes corintios solían frecuentar estas fiestas. Por su “conocimiento” de la naturaleza de los ídolos, se creían inmunes a sus tentaciones.

Abandonando por el momento la analogía entre las experiencias de los israelitas con las de los corintios, el Apóstol ahora basa sus razonamientos en las experiencias cotidianas de sus lectores. Ellos se consideraban a sí mismos inteligentes, y Pablo confirma esto al exigirles que ocupen sus criterios para juzgar sobre sus razonamientos respecto a la analogía entre la Cena del Señor y las fiestas idolátricas. Sobre todo apela al sentido común de los corintios.

La toma de Sardis: La ciudad de Sardis estaba en medio de unos acantilados que la hacía inexpugnable ante el enemigo. No había forma como llegar a ella por sorpresa y atacarla. Esta posición la hizo estar siempre confiada frente al enemigo.

Se dice que Ciro de Persia quería tomar la ciudad, y con paciencia aguardó por algún detalle para poder atacar. Cierto día vio como un soldado, que había dejado caer el casco, bajaba por el acantilado sin perder tiempo y en esa misma forma subió. Esa misma noche Ciro atacó a Sardis, por el mismo lugar donde el soldado había bajado a recoger el casco.

Este texto (v. 16) en unión con el que sigue representa una de las dos veces que Pablo aborda la Cena del Señor. (La segunda, mucho más larga, se halla en 11:17-34.) Aunque su enfoque sobre la ordenanza no pasa de ser sólo alusivo y demasiado escueto para los deseos de muchos, sí nos informa algo de cómo se entendía y se practicaba esta ordenanza durante su tiempo. Se debe aclarar que Pablo menciona el origen de la Cena del Señor sólo en 11:23-25. Los demás comentarios del Apóstol tienden a desarrollar el modo correcto de empleo de la ordenanza.
“La copa de bendición” (16a) era la tercera de las cuatro copas de vino que se tenían que beber en la celebración de la Pascua judía. Era también la copa final que se acostumbraba tomar al finalizarse cualquier comida. La tercera copa de vino en la Pascua era designada así porque, al llenarse la copa, se expresaban las gracias a Dios por los elementos. Normalmente la expresión de gracias se formulaba así: “Bendito eres tú, o Señor nuestro Dios, que nos das el fruto de la viña”. Desde luego, al hablar de la Cena del Señor, Pablo le da un sesgo distinto a la formulación judaica. Una de las preguntas que se hacen en torno a los relatos paulinos sobre este tema tiene que ver con la tradición que el Apóstol habría recibido de otros y su propia interpretación de ella.
Lo que hay que recordar es que los relatos más primitivos de la Cena del Señor provienen de la pluma de Pablo. Sus palabras en torno al tema preceden a los Evangelios casi una década. La antigüedad de sus relatos, no obstante, no anula el hecho de que el Apóstol admitida mente recibió su información de otros (ver explicación en 11:23). Es evidente, sin embargo, que Pablo se sintió libre para cambiar algunos de los detalles en la tradición. Esto se aprecia en el orden de la presentación de los elementos en este pasaje inmediato.
Aunque la tradición repetida en 11:24, 25 comienza con el pan, en 10:16 Pablo habla primero del vino. Su razón puede ser simplemente que desea desarrollar después el tema del pan. También hay que reconocer que en la versión más breve de la institución de la Cena del Señor en Lucas 22:17-19a el vino precede al pan. La palabra que se traduce como “comunión”[1] es el vocablo griego koinonia G2842. Puede significar comunión o participación. Algunos eruditos se preguntan cuál es la mejor traducción en este caso. A la larga, sin embargo, la pregunta se hace inválida porque ambos significados se pueden ver. La razón es porque el vino, símbolo de la sangre de Cristo vertida en la cruz, representa su muerte expiatoria. Al beber el vino, el creyente expresa simbólicamente su aceptación por la fe de los beneficios de la muerte de Cristo.

También al participar del vino el cristiano se une simbólicamente a Cristo. Koinonia G2842 llega a significar también comunión, porque estos mismos beneficios del sacrificio de Cristo son compartidos entre todos los creyentes. Los creyentes como el cuerpo de Cristo reciben por la fe los beneficios de la muerte de Cristo (simbolizada está en el vino) y los tienen en común; por ende, la comunión. En la Pascua judía se parte el pan. Pablo aquí habla del pan que es partido como una comunión del cuerpo de Cristo.
Probablemente el Apóstol se refiera a la iglesia (ver 12:27; Rom.12:5) con esta metáfora. Es significativo que aquí Pablo no hable de los elementos como cosa material. En la Cena del Señor los creyentes comparten juntos los beneficios de Cristo. El contexto de esta sección, sin embargo, demanda que la participación en la Cena del Señor de forma mecánica no impida el juicio divino si la vida del creyente no cuadra persistentemente con su profesión.

Varios comentaristas concuerdan en que el griego de este texto (v. 17) es complejo y en cierto modo enigmático. No obstante esto, RVA parece acertar en la traducción que nos da. En la Pascua judaica siempre había un solo pan que se partía para que todos participaran. Aunque Pablo puede tener la celebración de la Pascua como trasfondo, ciertamente cobra en letra del Apóstol un significado más pertinente para los corintios. Ya se nos ha dicho que el pan único es la participación en el cuerpo de Cristo: su iglesia.
Pero hay que recordar que el pan, según la tradición apostólica, también simbolizaba el cuerpo de Jesús en su sacrificio. Hubo una sola expiación en la cruz; y hubo un solo Jesús. Eso sí, los creyentes en Cristo son muchos en número, pero forman un solo cuerpo de Cristo: la iglesia. Es importante reconocer que también hay muchas expresiones locales de la iglesia de Cristo. Idealmente la unicidad y la unidad de la iglesia de Cristo deben reflejarse en cada expresión local de la iglesia. Esta unidad se concreta simbólicamente en la participación del pan de la Cena del Señor.
Es una de las grandes tragedias de la historia cristiana que la Cena del Señor, dada por el Señor para simbolizar la unidad, haya sido uno de los elementos eclesiásticos más divisorios. Las distintas interpretaciones radicalmente disparejas de la Cena del Señor han venido a dividir en lugar de unir a los cristianos.

Con estas palabras (v. 18) Pablo invita a los corintios a que observen las prácticas culticas de los judíos con el fin de hacer una analogía. La expresión “el Israel según la carne”, desde luego, distinguía entre los israelitas de raza y los miembros espirituales del nuevo Israel por la fe en Cristo. Aunque los corintios eran en su mayoría gentiles, por el uso del AT en la iglesia tenían que estar percatados de algunos de los pormenores del culto del templo en Jerusalén. Todavía al escribirse esta carta a los corintios el culto judío seguía practicándose en el templo.
El Apóstol les llama la atención al hecho de que los sacerdotes y levitas comían de la carne sacrificada en el altar (Lv.10:12-15). Lo mismo hacían los judíos laicos que ofrendaban los animales (Lv.7:11 ss.; 1 Sam.1:4). Los sacrificios, pues, se convertían en una comida en comunidad; representaban un medio por el cual el ofrendan te compartía con Dios y los demás participantes momentos de comunión.
Ya que los sacrificios se daban sobre el altar de Dios, dicho altar llegaba a ser una mesa de comunión. A los lectores de estas palabras no se les escaparía la intención del Apóstol. Si los judíos participaban del altar en sus sacrificios y los creyentes se identificaban con Cristo en la cena del Señor, ellos, al participar en las fiestas idolátricas, se unían también en compañerismo a los dioses paganos.

Los vv. 19, 20 se ven juntos, porque el sentido de ambos se capta mejor. Pablo opina que los lectores ya deben entender la naturaleza malévola de lo sacrificado a los ídolos, pero procede a probar que la comunión con el único Dios en la Cena del Señor descarta y prohíbe la posibilidad de tener comunión con los demonios al participar de su altar. Al hacer esto, no obstante, el Apóstol vuelve a una objeción anterior (1 Sam.8:4). Los corintios “sabios” ya habían objetado que los ídolos en realidad no eran nada, por lo tanto no importaba su participación en las fiestas idolátricas.
Al responder, Pablo pareciera contradecirse porque concuerda con los “sensatos” en que los ídolos no son nada. Al hacerlo, el Apóstol simplemente refleja el sentir común del judaísmo helénico. Éste afirmaba que los dioses paganos eran entidades no existentes o nulas.
A la vez, Pablo afirma que los ídolos representan cierta realidad: son demonios. El Apóstol, al afirmarlo, se basa en Deut.32:17 y Salm.106:37. Aunque metafísicamente no existen los dioses paganos por ser sólo madera, piedra o metal, el participar con ellos en el altar los convierte en dioses y hace que los participantes lleguen a esclavizarse a ellos. ¡Esto no podía aceptarse entre creyentes!

La diferencia entre la poderosa realidad del Señor y la ilusoria realidad de un ídolo mudo, inerte e impotente era tal que no existía la posibilidad de que se tuviera comunión con ambos. La misma idea de hacer tal cosa era repugnante para el Apóstol. El participar en la Cena del Señor y luego asistir a fiestas o actos culticos de los paganos no sería otra cosa sino el más craso sincretismo. La historia hebrea advertía copiosamente en contra de tal cosa. Cuando los israelitas durante su estadía en el desierto procuraban mezclar la adoración al Señor con la pagana, la ira del Señor se encendía. Así dice Deut.32:17; 32:21 en el Cántico de Moisés: “Ofrecieron sacrificios a los demonios, no a Dios… Ellos me provocaron a celos con lo que no es Dios; me indignaron con sus vanidades…”. Precisamente estas palabras del Antiguo Pacto serían instructivas para los corintios; serían como una advertencia.
De ahí las palabras del Apóstol en el v. 22. La fuerza incomparable del Señor estriba justamente en que es un Dios viviente; los demás dioses carecen de vida o vitalidad, por lo tanto no son nada en realidad. Se prestan para ser usados por las fuerzas malignas demoníacas, pero ellos mismos son impotentes. Si los dioses de los paganos no pueden compararse con el poder vital del Señor, no compete a los creyentes hacerlo tampoco. La única fortaleza de los creyentes es la del Señor mismo.

Respeto a La Conciencia De Otros. 1 Cor.10:23—11:1.

El tratado de Pablo sobre el comer carne sacrificada a los ídolos va llegando a su fin. Casi se palpa la idea de que el Apóstol se detiene momentáneamente para leer lo dictado hasta ahora. Con esta nueva sección vuelve a algunos principios suyos y a algunas cargadas frases crípticas de sus opositores. Al hacerlo, cambia bastante de tono. En vez de abordar peligros propios de los creyentes, ya empieza a enfocar problemas de otros, tal como lo hizo en el cap. 8.
Vuelve a reiterar su interés en que los corintios piensen en el bienestar de otros y la influencia que sobre ellos tengan sus acciones. Parte de este cambio de tono está implícito también en el hecho de que el Apóstol ahora deje de hablar de la participación en fiestas y comidas dentro de templos paganos. Más bien, ahora habla de la presencia de los creyentes en hogares de otros creyentes.
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[1] koinonia = (κοινωνία, G2842), tener en común (koinos), compañerismo, comunión. Denota: (a) la parte que uno tiene en cualquier cosa, participación, un compañerismo reconocido y gozado; así, se usa de las experiencias e intereses comunes de los cristianos (Hech.2:42 : «comunión»; Gal.2:9: «en señal de compañerismo», rv: «de compañía»); de la participación en el conocimiento del Hijo de Dios (1 Cor.1:9: «comunión», rv: «participación»); de compartir en la conciencia de los efectos de la sangre, esto es, la muerte, de Cristo y de su cuerpo, como ello es proclamado por los emblemas en la Cena del Señor (1 Cor.10:16: «comunión»); de la participación en lo que se deriva del Espíritu Santo (2 Cor.13:14: «comunión», rv : «participación»; Filp.2:1: «comunión»); de la participación en los sufrimientos de Cristo (Filp.3:10: «participación»); de compartir en la vida de resurrección poseída en Cristo, y así de la comunión con el Padre y el Hijo ( 1 Jn.1:3; 1 Jn.1:6-7: «comunión»); negativamente, de la imposibilidad de la comunión entre la luz y las tinieblas (2 Cor.6:14: «comunión»); (b) la comunión manifestada en los hechos, los efectos prácticos de la comunión con Dios, producidos por el Espíritu Santo en las vidas de los creyentes como resultado de la fe (Film.1:6: «participación», rv: «comunicación»), y hallando expresión en el servicio conjunto a los necesitados (Rom.15:26: «ofrenda», rv: «colecta»; lit., «hacer cierta comunión»; 2 Cor.8:4: «participar», rv: «comunicación»; 2 Cor.9:13: «contribución», rv: «contribuir»; Heb.13:16: «ayuda mutua», rv: «comunicación»); y en el coadyuvar en la extensión del evangelio mediante la aportación de dones (Filp.1:5: «comunión en el evangelio»). (VINE).



Tema IV
Idolatría: Desde Puntos De Vista Diferentes:


Adoración y veneración de Juan Pablo II, en Brasil.
Idolatría es un concepto abrahámico para la adoración indebida que se da a los ídolos. En todas las religiones Abrahámicas la idolatría está severamente prohibida, aunque las interpretaciones de lo que constituye idolatría varían entre ellas. En otras religiones el uso de imágenes de culto es aceptado. Qué imágenes, ideas u objetos constituyen idolatría a menudo es objeto de considerables disputas. La evitación del uso de imágenes por razones religiosas es llamada aniconismo. La destrucción de imágenes religiosas dentro de una sociedad es llamada iconoclasia.
El comportamiento considerado idólatra o potencialmente idólatra puede incluir la creación de cualquier tipo de imagen de una deidad u otras figuras de importancia religiosa como profetas, santos y clérigos, la creación de imágenes de personas o animales cualesquiera, y el uso de símbolos religiosos o seculares.
Además, los teólogos han extendido el concepto para incluir a la importancia indebida de cualquier otro aspecto religioso, o secular de la vida en general, que no incluyen necesariamente el uso de imágenes.
Por ejemplo: el Catecismo de la Iglesia católica sostiene: «La idolatría no sólo se refiere a la adoración falsa del paganismo. El hombre comete idolatría cada vez que venera y reverencia a una criatura en lugar de a Dios, ya sea este dioses, demonios (por ejemplo satanismo), poder, placer, raza, ancestros, Estado, dinero, etc…».[1]
El uso del término se da principalmente en la literatura religiosa judía y cristiana, y la interpretación del concepto ha sido parte de grandes divisiones entre distintas denominaciones cristianas, en especial entre el protestantismo y el catolicismo romano. En la historia del cristianismo encontramos diferentes posiciones de las autoridades civiles y religiosas frente al tema de la adoración de imágenes. La expansión del cristianismo en los primeros siglos después de Cristo, se acompañó de imágenes de mártires y santos, a los que se sumaron las imágenes de María después del Concilio de Éfeso.[2]
En el contexto actual, sin embargo, la idolatría también puede referirse a fenómenos sociales donde son creadas y adoradas falsas percepciones, e inclusive usada como término en la industria del entretenimiento para quien goza de una alta popularidad y admiración. Este artículo se limitará a su acepción religiosa.

1.      Etimología:
La palabra idolatría proviene por haplología de las palabras griegas εἰδωλολατρία eidololatria, parasíntesis de εἰδωλολάτρης, de εἴδωλον eidolon, "imagen, figura", y λάτρις latris" devoto"[3] o λατρεύειν latreuein "adoración", de λάτρον latron "tributo".
Aunque el origen griego parece ser una traducción griega de la frase hebrea avodat elilim encontrada en la literatura rabina (e.g., bChul., 13b, Bar.), mientras que el término griego no es encontrado en sí mismo en Septuaginta, Filón de Alejandría, Flavio Josefo u otros escritos judíos helenos.
Tampoco es encontrado en la literatura griega pre-cristana. En el Nuevo Testamento, la palabra griega solo es encontrada en las cartas de Pablo, Pedro, Juan y Revelaciones, donde tiene un sentido despectivo, como uno de los vicios. También se encuentra en el Didaché y el Concilio de Jerusalén incluye una prohibición de la «contaminación de los ídolos». Términos hebreros para la idolatría incluyenavodah zarah (adoración extranjera) y avodat kochavim umazalot (adoración de los planetas y las constelaciones).[4]

2.      Judaísmo:
La idolatría está prohibida en la Torah y es, junto con la ira, el asesinato y el incesto, pecados que no deben cometerse ni siquiera para salvar la vida. Aun así, de acuerdo a la Biblia la idolatría persistió en el antiguo Israel; ejemplos de ello son el culto a Baal, a Astarot, a Moloch, a los astros y la prostitución sagrada. Los rabinos prohibieron todo contacto con los idólatras, inclusive compartir alimentos con ellos.[5]

3.       Cristianismo:
El punto de vista cristiano de la idolatría puede ser dividido de manera general en dos categorías:
·      la postura católica-ortodoxa, que acepta el uso de iconos religiosos y otras imágenes, y
·      La interpretación protestante, que no aceptan iconos religiosos y otras imágenes.
 
NOTA: Del Dibujo: Crucifijo, Basílica de Vézelay. El cuerpo de Cristo en la cruz es un tradicional símbolo usado por las iglesias católica, ortodoxa, anglicana y luterana, en contraste con algunos grupos protestantes  y que solo usan la una cruz simple. La naturaleza del significado idólatra de la efigie de Dios como hombre crucificado es discutida en el cristianismo. Las otras religiones Evangélicos abrahámicas, especialmente el Islam, lo ven como idolatría, mientras que en el judaísmo es llamado Avodah Zarah, una forma menor de idolatría.[6 7 8]

3.1. Protestantes: Evangélicos.
Protestantes fundamentalistas a menudo acusan a los otros cristianos de idolatría, iconolatría e incluso paganismo por fallar en la "purificación de su fe" en el uso de imágenes; en la Reforma Protestante tales términos fueron comunes a todos los protestantes. Los grupos puritanos adoptaron una posición similar a aquellas del judaísmo y el islam, condenando todas las imágenes religiosas, ya se trate de figuras en tres o dos dimensiones, e incluyendo también a la cruz plana.[9]

El problema deriva de las diferentes interpretaciones de los Diez Mandamientos:
No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Yahveh = [Jehová = Ha-Shem, Añadido] tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos. Éxodo 20:3-6.[10]

NOTA. Éxodo 20: 2: Este es el comienzo de las “Diez Palabras” de la Ley (Compare 34:28) que fueron escritas en dos tabas de piedra (compare 31:18):
·      Los judíos consideraban el v.2 como el primer mandamiento y los vv. 3-6 como el segundo.
·      La Iglesia Católica Romana también agrupa los vv. 3-6, pero los considera como el primer mandamiento, luego divide el v.17 en dos mandamientos para tener un total de diez.
·      La mayoría de los protestantes y evangélicos consideran el v.3 como el primer mandamiento; vv. 4-6 como el segundo y el v.17 como el décimo.
(Biblia de Estudio RYRIE. Pág. 131. Añadido).

3.2. Catolicismo.

En el protestantismo suele criticarse el uso que la Iglesia católica hace de imágenes y ídolos de representación humana de sus santos, para relacionarse con una serie de personas distintas a Dios, venerándolas, basándose, por vía de exégesis, en algunos versículos de la Santa Biblia. Entre las formas de veneración existentes en el catolicismo destacan:
•   La dulía, o veneración a los santos, y
•   La hiperdulía, veneración reservada a María (madre de Jesús). (Dibujo).----------------------------------------------------->
El magisterio católico ha definido formas distintivas de culto hacia dichas personas, no asociadas a su imagen y no permitiendo en ningún momento la adoración fuera de Dios. Respecto del culto referido a la Virgen María, los padres conciliares señalaron:
Este culto, tal como existió siempre en la Iglesia, a pesar de ser enteramente singular, se distingue esencialmente del culto de adoración tributado al Verbo encarnado, lo mismo que al Padre y al Espíritu Santo, y lo favorece eficazmente.[11]
Concilio Vaticano II, Constitución dogmática Lumen gentium 66.

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BIBLIA RV1960: Vea los diez Mandamientos en número romano:
Éxodo 20:3  No tendrás dioses ajenos delante de mí. [I]
Éx. 20:4  No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra.
Éx. 20:5  No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen. [II]
Éx. 20:6  y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos.
Éx. 20:7  No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano. [II]
Éx. 20:8  Acuérdate del día de reposo[a] para santificarlo.
Éx. 20:9  Seis días trabajarás, y harás toda tu obra. [IV]
Éx. 20:10  más el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas.
Éx. 20:11  Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó.
Éx. 20:12  Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da. [V]
Éx. 20:13  No matarás. [VI]
Éx. 20:14  No cometerás adulterio. [VII]
Éx. 20:15  No hurtarás. [VIII]
Éx. 20:16  No hablarás contra tu prójimo falso testimonio. [IX]
Éx. 20:17  No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo. [X]

Conclusión:

Nunca participe de aquellas cosas que han sido dedicadas a ídolos, tarde o temprano tendrá las consecuencias.
Incluso hoy día los siervos de Jesús deben guardarse de los ídolos. (1 Jn. 5:21.) La Biblia profetiza que se ejercerían grandes presiones sobre todos los habitantes de la Tierra para que adorasen a la simbólica “bestia salvaje” y a su “imagen”.
Nadie que persista en tal adoración idolátrica recibirá el premio que Dios da: la vida eterna. “Aquí está lo que significa aguante para los santos”. (Ap. 13:15-17; 14:9-12).

La idolatría ha robado la gloria directa a Dios, por medio de su Hijo Jesucristo, para llegar a ÉL.

 












No al Cristo de Velázquez (Español) de (Tánger-África), si al Cristo resucitado:

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Referencias:
1. Catechism of The Catholic Church, passage 2113, p.460, Geoffrey Chapman, 1999
2. Gruyters, Antonio HM (2007). Imágenes e idolatría (1 edición). Bogotá, Colombia: Editorial San Pablo. ISBN 958692971X.
3. idolater at Wordnik
4. Stern, Sacha. Jewish Identity in Early Rabbinic Writings. p. 9. Consultado el 18 de octubre de 2013.
5. Cohn-Sherbok, Dan (2003). Breve historia del judaísmo. Madrid, España: Ediciones Istmo. p. 116. ISBN 8470904086. «LA idolatría está prohibida en la Torá».
6. Roth, Rabbi Simchah. «TRACTATE AVODAH ZARAH». BET MIDRASH VIRTUALI. Rabbinical Assembly in Israel and the Masorti Movement. Consultado el 31 de mayo de 2013.
7. "Practically speaking, however, the vast majority of the poskim agree that Christianity is considered avodah zarah and a Jew is forbidden to enter a church" Neustadt, Rabbi Doniel. «Visiting a Church or a Mosque – Avodah Zarah». The Weekly Halacha Discussion. Consultado el 31 de mayo de 2013.
8. "The teachings of the Torah focus on actual Avodah Zarah, and into the times of the Mishnah and Gemara Jews found themselves living among people who practiced pagan religions. Over time, however, new religions developed whose basis is in Jewish belief – such as Christianity and Islam – which are based on belief in the Creator and whose adherents follow commandments that are similar to some Torah laws (see the uncensored Rambam in his Mishneh Torah, Hilkhot Melakhim 11:4). All of the rishonim agree that adherents of these religions are not idol worshippers and should not be treated as the pagans described in the Torah. Moslems certainly worship a single God and do not offer libations of wine. There are different approaches to Christians, where we find that the Rambam views them as basically pagans, while Tosafot – and even more so the Me'iri – view them as monotheists. Therefore, although many of the laws limiting interaction with non-Jews remain in place in order to avoid intermarriage and assimilation, other laws – e.g. limits on business dealings prior to their holidays – are assumed to be permitted. This is based on statements made in the Gemara that in the Diaspora it is impossible for Jews to avoid such interactions (Avodah Zarah 7b) and that non-Jews living in Diaspora countries are not truly idol worshippers, they are just following the traditions of their fathers (Hullin 13b)."Steinsaltz, Rabbi Adin. «Introduction – Masechet Avodah Zarah». The Coming Week's Daf Yomi. Consultado el 31 de mayo de 2013.
9. Richardson, R.C. (1972). Puritanism in north-west England : a regional study of the diocese of Chester to 1642. Manchester, England: Manchester University Press. p. 26.ISBN 978-0-7190-0477-3.
10. «Éxodo 20:3-6». Reina-Valera 1960. Consultado el 4 de marzo de 2014.
11. Concilio Vaticano II (1976). Documentos del Vaticano II (31ª edición). Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos. p. 107. ISBN 84-220-0010-5.
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Bibliografía General:
-e-Sword-the. LEDD.
-Biblia de Estudio RYRIE.
-Por: Pastor: Carlos Ramírez Jiménez. 26//05//2016.





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