Parte II
DISCUSIÓN ACERCA
DE LOS MANJARES OFRECIDOS A LOS ÍDOLOS:
(1 Corintios 8:1-13; 10:14-33)
Por: Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
Tema II:
Sobre Lo
Sacrificado A Los Ídolos:
(1 Corintios 8:1-13)
Se reconoce que
la cuestión de comer carne ofrecida a los ídolos forma una parte de la unidad
mayor sobre la libertad cristiana. Ésta abarca un gran segmento de la carta comprendido
entre 8:1-13; 10:1ss.
Por esto se puede esperar que Pablo
hable sobre varios temas que generalmente encajan dentro de la temática mayor. Solo
queremos destacar los capítulo 8 tiene que ver con las cuestiones del
conocimiento, el amor, los ídolos y el hermano más débil. Y El capítulo 10
aborda la libertad cristiana y su relación con la obediencia moral y la
comunión alrededor de la mesa.
Aunque a veces los corintios hubieran
querido que el Apóstol contestara sus preguntas con un contundente “sí” o
“no”,
éste se niega a hacerlo. Ya estaba acostumbrado al legalismo del judaísmo, y
ciertamente no quería esto para los creyentes gentiles. En lugar de dar leyes,
Pablo ofrecía principios que pudieran servir dentro de una variedad de
situaciones. Eso sí, cada principio se basaba en la gracia de Dios y no en un
legalismo muerto.
Es bastante claro que los corintios
mismos fueron los que abordaron el tema de la carne sacrificada a los ídolos en
su carta al Apóstol. Ya se ha observado el uso de la expresión “Con respecto
a…” cuando Pablo quiere llamar su atención a una pregunta presentada
por los corintios. Esta pregunta la haría cierto elemento de la iglesia con
bastantes escrúpulos respecto a la posibilidad de contaminarse espiritualmente
con carne ofrecida en los ritos de los templos paganos. Pablo a la postre va a
referirse a estos escrupulosos como “los hermanos débiles”, quizás porque no
habían captado la enseñanza respecto a la libertad cristiana.
Esta libertad incluía especialmente la
cuestión de la dieta desde el tiempo de Jesús mismo (ver Marcos 7:15). Mucha de
la carne que se compraba en las carnicerías públicas de Corinto era producto de
los animales ofrecidos a los ídolos. Es más, ésta era la carne más deseada por
el público, ya que los animales sacrificados en los templos eran de la mejor
calidad. Sólo una parte de los animales era quemada en holocausto ante los
dioses; parte de la carne pertenecía a los sacerdotes y sus familias; la parte
sobrante se vendía en las carnicerías.
Varias preguntas surgían ante el dilema
de los creyentes corintios que deseaban incluir carne en su dieta. ¿Se
contaminarían con la idolatría si la comían en sus casas? ¿Se podía aceptar una
invitación a un hogar de vecinos paganos en el cual se comería de seguro esta
clase de carne?
Su dilema era agudizado por la presencia
en la iglesia de unos gnósticos cristianos que se reían de sus escrúpulos. Éstos
eran los mismos que decían “Todas las cosas me son lícitas” (1 Cor. 6:12).
Estos son los mismos que hacían alarde de su “conocimiento”. Las palabras “sabemos que
todos tenemos conocimiento” vienen siendo una cita directa de la
carta de los corintios, y expresa el sentir de los gnósticos. Pablo puede
concordar con ellos en la veracidad de su frase pero no con su espíritu altivo.
El verbo “envanecer”
literalmente quiere decir “inflar” (ver 4:6, 18, 19; 5:2). Pablo
reconoce el valor del conocimiento, pero quiere asegurarles a los gnósticos
corintios que el conocimiento no lo es todo. El conocimiento sin amor es
destructivo en las relaciones, pero el conocimiento con amor construye. Resulta
que los que podían comer carne sacrificada a los ídolos con una conciencia
limpia debían ayudar con amor a sus hermanos más débiles en la fe.
“Al dios no conocido“.
Hechos 17:23.
Los griegos se jactaban de ser muy religiosos
y llegaron a tener, en solo Atenas, cerca de 30 mil dioses, incluyendo
el altar al “dios
no conocido”.
Todos los dioses que el hombre fabrica
no son divinos, son solo meras creaciones hechas por la mano del hombre.
Los gnósticos corintios fanfarroneaban
de ser peritos en cuanto a su conocimiento de Dios. Creían que la esencia de la
fe cristiana era ser conocedores de grandes doctrinas. Desdeñaban a los que no
llegaban a su nivel de conocimiento. Pablo insiste en que la fe cristiana tiene
su esencia en la relación con Dios y con los demás creyentes.
Por mucho que el Apóstol pudiera
aprobar, tal vez, el contenido de la “doctrina pura” de los gnósticos, reconocía
que su actitud sólo destruía la armonía y el compañerismo dentro de la iglesia.
El camino que conduce a un verdadero
conocimiento de Dios es el del amor. Es importante ver que el amor de uno para
Dios resulta en que sea conocido por Dios. Siempre que el hombre conozca a
Dios, la iniciativa parte de Dios mismo, no del hombre (ver 13:12; Rom.8:29;
Gal.4:9).
Esto refleja el sentir no tan sólo de
Pablo sino del Apóstol Juan también (1 Jn.4:7). La iniciativa aludida de parte
de Dios es su acción redentora en Cristo a favor del hombre. Si el hombre ama a
Dios, da señales de ser partícipe y receptor de esta iniciativa divina. Una de
las marcas de la persona creyente es que podrá distinguir claramente la
diferencia entre el frío conocimiento y el amor.
Tipos
de sacrificios: El
capítulos 8 se muestran dos tipos de sacrificios que se hacían en los templos
paganos, y que tenían mucha similitud con los que se hacían en el templo en
Jerusalén.
1.
El sacrificio público:
1. Se quemaba una
parte de la víctima en el altar.
2. Otra parte era
dada al sacerdote por el sacrificio.
3. Otra parte era
para los magistrados del templo.
4. Las partes de
los sacerdotes y magistrados se vendían en las carnicerías que se encontraban
alrededor del templo.
2.
El sacrificio privado:
1. Una parte se quemaba en el altar.
2. Una porción era para el sacerdote,
quien la vendía en las carnicerías.
3. La persona que
ofrecía recibía otra parte de la carne de la víctima, con esto ofrecía un
banquete a sus amigos en uno de los salones del templo pagano.
Los
vv. 4-6 abordan un tema que Pablo necesita aclarar con precisión. Tiene que andar
con cuidado para no ser malentendido por sus lectores. Con la letanía usual (“acerca de”), Pablo introduce una
cuestión presentada por los corintios en su carta. La frase de los corintios
gnósticos sería “sabemos
que el ídolo nada es en el mundo y que no hay sino un solo Dios”.
Pablo en parte concuerda con ellos, pero siente la necesidad de comentar más.
Esta necesidad obedece a la base del argumento de los corintios gnósticos en la
primera parte de su planteamiento.
En efecto, decían que por su “conocimiento”
eran superiores a los ignorantes en su derredor, los mismos ignorantes que
adoraban a los ídolos. El énfasis en la frase de los corintios era que por su
conocimiento superior ellos no tenían que preocuparse por la cuestión de comer
carne sacrificada a los ídolos. Era una nulidad. Cuando agregan la misma
esencia de la confesión de todo buen judío
“Escucha, Israel: Jehovah nuestro Dios, Jehovah uno
es” (Deut.6:4), puede ser que los corintios estuvieran partiendo,
más bien, de bases filosóficas en el estoicismo. Había cierta tendencia
monoteísta en este movimiento. Pablo estaría de acuerdo con los corintios si
ellos afirmaban que los ídolos eran sólo cosas de madera o plata, pero no
concordaba con ellos si insistían en que los dioses paganos no tenían
significado alguno (ver 10:19-21).
El Apóstol sí creía en la existencia de
seres demoníacos, y éstos se aprovechaban de los ritos de esos dioses “nulos”.
Era muy evidente que el paganismo en Corinto representaba un peligro para los
creyentes. Esos dioses y señores (v. 5) eran los seres demoníacos que
amenazaban la fe de los corintios.
Obviamente, el Apóstol no cree en la
existencia de muchos dioses, porque, como buen judío, creía en un solo Dios. No
obstante esto, había muchos supuestos “dioses” y “señores”. La gente en todo el
imperio se refería a sus dioses como “señores”. Un señor era a quien la gente
pertenecía, como el esclavo pertenecía a su “señor”.
Este mismo título se aplicó al emperador
romano por primera vez durante el reinado de Tiberio. El Apóstol emplea el
título para el Jesús histórico en 7:10; la mayor parte de las veces, sin
embargo, usa el término para referirse al Cristo resucitado (ver 2:8; Rom.10:9;
4:5; Filp.2:10).
Aquí Pablo bautiza cristianamente el
credo judío (Shemá) que se encuentra en Deut.6:4. El Dios de los cristianos es
el Padre de Jesucristo. Éste es creador de todas las cosas (cosa que los
paganos no atribuían a sus “dioses”).
En contraste con los muchos “señores”
de los paganos, hay un solo Señor, y éste es Jesucristo (v. 6). No tan sólo le
pertenecemos por la fe, sino que este mismo Señor fue el agente divino en la
creación de todas las cosas. No tan sólo realizó la creación sino también la
redención. Es por medio de la redención que llegamos a ser auténticamente hijos
de Dios. Nuestra existencia es una dádiva de él.
Con el versículo siguiente (v. 7) pide
que los corintios, con dicho conocimiento respecto a la nulidad de los ídolos,
tomen en cuenta a sus hermanos en la fe que posiblemente no tengan ese
conocimiento. Para los creyentes corintios con trasfondo netamente pagano, los
ídolos eran más que eso; habían sido sus dioses. Dándose cuenta de esta
situación, el Apóstol apela para que los corintios enterados no hagan nada que
venga a dañar la sensibilidad espiritual de sus hermanos en Cristo. Lo
interesante en este texto es que Pablo no se preocupa por rectificar “el
conocimiento defectuoso” de estos hermanos “débiles”. Es obvio que aún se
sentían muy incómodos cuando se encontraban en una situación en la cual tenían
que comer carne que había sido sacrificada a dioses paganos. El Apóstol no se
dirige a ellos para corregir sus “conceptos equivocados”. Más bien, el Apóstol
sigue dirigiéndose a los que hacen alarde de su libertad cristiana para poder
comer la carne sacrificada a los ídolos. Afirma que hay cierta verdad en lo que
dicen acerca de la comida.
El reformador protestante Juan Calvino
pensaba que esta frase había sido tomada directamente de la carta de los
corintios a Pablo. Al citarla, éste posiblemente accede a la verdad de la
declaración, pero fija el escenario para que diga que hay algo de mayor
importancia de por medio. Los que sí comían eran los que se creían superiores;
los corintios que por sus escrúpulos no comían la carne sacrificada a los
ídolos eran considerados inferiores. Los corintios gnósticos no tan sólo “se inflaban”
por su conocimiento, sino que despreciaban a los que no poseían su “conocimiento
superior”.
El Apóstol desea que los corintios se
den cuenta de que el amor para con los hermanos es de mayor valor que la
percepción intelectual. La RVA acierta en la traducción de la palabra
exousia G1849 como “libertad”
en esta frase (v. 9), pero el vocablo también lleva el sentido de “derecho”
o “poder autoritativo”.
Es claro que esta libertad pertenece a “los fuertes”. El Apóstol no da en ninguna
parte una definición teórica de la libertad; más bien, siempre concibe la
libertad en términos muy pragmáticos.
Los fuertes pueden ejercerla por su
conocimiento, pero los “débiles”, al verlos a ellos comer la carne,
van a resultar con la conciencia dañada. Para las personas más inmaduras en la
fe el actuar en contra de su conciencia resulta en daño a su ser psicológico y
emocional.
El ejercicio de la libertad de parte de
los “fuertes”,
sin tomar en cuenta con amor al hermano más inmaduro, va a resultar en su
perjuicio, ya que va a ser tentado a actuar en contra de su propia carencia de
libertad. Esto obedece al hecho de que los creyentes que habían llevado muchos años
como paganos creyeran que los dioses participaban de la comida ofrecida ante
ellos. No se podía esperar que se deshicieran de sus ideas de inmediato. Por
esto, Pablo los llama “los débiles”, no porque en su conciencia no
supieran la diferencia entre el bien y el mal, sino porque la tenían carente
del conocimiento de la libertad en Cristo.
Es importante ver que el Apóstol se
dirige a los “fuertes”,
no a los “débiles”.
Sus palabras son recriminatorias en tono. Por su ufano uso del conocimiento sin
una demostración de su amor para con su hermano en la fe, resulta en el
debilitamiento y el truncamiento de su vida cristiana y su testimonio; Pablo
dice casi la misma cosa (con el mismo verbo) en Rom.14:15. “Perderse” en este contexto no
implica la condena eterna del “débil” sino que se anulan sus perspectivas en
el servicio.
La expresión “por quien Cristo murió” indica
el valor inestimable que tienen los más “débiles” para Dios. Las palabras en el v. 12
reflejan el mismo sentir que hallamos en Jesús (ver Mateo 25:40). Por grande
que sea el conocimiento de un hermano maduro en la iglesia, si su orgullo hace
que un hermano más sencillo se sienta inepto o de menor utilidad, ofende a
Cristo.
Es interesante ver que por mucho que el
Apóstol aconseje a los “fuertes” de la congregación en Corinto, nunca
da órdenes. Más bien, da una orientación indirecta; expresa lo que su propio
sentir y actuación serían, dadas las mismas circunstancias.
Aunque el Apóstol tenía mucho más
conocimiento que los corintios, impera más el amor en su consideración para con
los hermanos sin tal madurez. Pablo agrega que si el simplemente comer carne
(no la sacrificada a ídolos) va a redundar en una ofensa para sus hermanos,
dejará de comer carne de cualquier clase. El Apóstol está dispuesto a sacrificar
su propia libertad con tal de que los hermanos no encuentren en él un tropiezo.
Aspectos De La Libertad 8:9.
La Libertad Se Puede Mirar Bajo Cuatro Aspectos:
1. Como capacidad de poder.
2. Como un derecho legítimo sobre alguien.
3. El ejercicio normal de la autoridad.
4. Como un poder sobre los demás.
Los cristianos de Corinto estaban en
capacidad de usar la libertad como trampa para hacer escandalizar al hermano, o
de ejercerla en beneficio de ellos.
Véase -----> Parte III.
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