viernes, 13 de mayo de 2016

Parte I: LA VID VERDADERA (Juan 15:1-27)



“Yo soy la vid* verdadera**, y mi Padre es el labrador***”. (Juan 15:1…)


Por:
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez.

I.     Jesús: La Vid Verdadera, 15:1-17:
Es muy tentador imaginarnos que Jesús y los discípulos hayan salido del aposento alto (ver 14:31b), y yendo hacia Getsemaní, se hayan detenido ante la fachada del templo. A la luz de la luna llena pudieron ver con claridad la vid, el símbolo de Israel, esculpida en el mármol sobre la entrada del templo.
O, si adoptamos la opinión de Morgan, ellos estaban sentados en un lugar cerca del arroyo Quedrón donde podían ver a la luz de la luna las viñas en su derredor. En numerosos pasajes vemos que el Señor es el dueño y labrador de su “viña” Israel (ver Salmo 80:8-19; Is.5:1-7; Is.27:2-6; Jr.2:21; 5:10; 6:9; 12:10-11; Ez.19:10 ss.). Él la había desarraigado de Egipto y la había trasplantado en Palestina.
La había cultivado, cuidado y limpiado, todo en la esperanza de que produjera fruto, buen fruto, mucho fruto. Pero su “viña” no produjo fruto, o produjo fruto agrio. Por lo tanto, él tenía que podarla, limpiarla y trabajarla, quemando los gajos infructíferos, para obtener lo que esperaba de ella.

Etimología:
*G288 ἄμπελος = ámpelos: probablemente de la base de G297 y la de G257; vid (como enrrollándose en un soporte):- uva, vid, viña.
**G228 ἀληθινός = aledsinós: de G227; verdadero, veraz:- sincero, verdadero.
***G1092 γεωργός = georgós: de G1093 y de la base de G2041; obrero, peón, i.e. agricultor, labrador:- labrador. (Strong).


Con este trasfondo en mente, Jesús presenta una sencilla alegoría a sus discípulos por medio de la cual enseña cuáles son las demandas del discipulado y lo que es necesario que ellos hagan para satisfacer sus demandas.
Jesús primero describe su relación con el Padre (vv. 1-4) y luego con sus discípulos (vv. 5-8). Uno de los temas principales del cap. 14 era Jesús como el camino para entrar en una relación personal con el Padre.
En el cap. 15 vemos el resultado de esa relación con el Hijo y con el Padre: la producción de abundante fruto que satisface la expectativa del Padre.

Beasley Murray observa en el discurso de Juan 15:1-17 dos subdivisiones naturales con temas estrechamente relacionados:
·      La viña y sus ramas, por un lado, y
·      el mandato a los discípulos de amarse mutuamente, por otro.

Sin embargo, no hay consenso en cuanto al punto preciso de división entre estos dos temas:
·      según Brown es 1-6 y 7-17;
·      Según Bultmann es 1-8 y 9-17;
·      según Borig es 1-10 y 11-17; y
·      según Schnackenburg es 1-11 y 12-17.
Este autor basa su opinión sobre la fórmula “Estas cosas os he hablado…” (v. 11) que a menudo señala un cambio de tema.
En nuestra opinión no es de vital importancia el establecer el punto preciso de división entre los dos temas y por lo tanto hemos dejado el bosquejo sin subdivisiones.

Al leer este pasaje uno debe notar especialmente los tres personajes destacados:
·      Jesús,
·      su Padre, y
·      los discípulos.

También hay tres palabras clave que, por su repetición y asociación entre sí, requieren una atención especial:
·      en,
·      permanecer”, y
·      fruto.
Jesús inicia este discurso con el último de los “Yo Soy” (ego  G1473 eimi  G1510; ver 6:35) en este libro, una expresión que enfatiza su “eterno ser”, esta vez haciéndose semejante a una vid.
Dos de los tres componentes básicos de la alegoría se presentan en este versículo. El término vid se refiere a una planta que produce uvas, no a la viña que comprende muchas plantas.
Es la única ocasión que agrega y mi Padre... al “Yo soy”, pero este concepto corre a través de Juan. Jesús se presenta como el mediador, el que obra en el mundo, pero en perfecto acuerdo y comunión con el Padre quien obra desde el cielo (ver 14:10).
Según Bultmann, el trasfondo de la figura de la vid es la idea gnóstica del “árbol de vida”.

Sin embargo, como se comentó antes, la mayoría de los comentaristas opinan que Jesús tenía en mente el simbolismo de la vid en el AT. Josefo, el historiador judío, describe una gran vid dorada, puesta en la entrada del templo que fue construido por Herodes.

Supongamos que Jesús se haya detenido con los discípulos ante el templo, con la figura de la vid, símbolo de Israel, esculpida en mármol a la vista con la luz de la luna llena, y mirando hacia arriba dijera: “ésa no, Yo soy la vid verdadera…”, ¡qué enfático, qué dramático y qué impresionante hubiera sido para los discípulos!
Plummer se imagina que quizás estaban todavía en el aposento alto y Jesús señalaba una rama de vid que entraba por la ventana. En efecto, él estaba comparándose con el Israel nacional, “la vid” del AT., y afirmando que ésa ya no era la verdadera, sino que estaba siendo reemplazada.
Jesús se presenta como la vid verdadera, genuina, ideal y perfecta. Él y únicamente él, no la nación judía, ni el cristianismo institucional que estaba por nacer, constituirían la vid nueva y verdadera (ver 1:9).
La del AT., no cumplió el propósito de Dios, pero la nueva y verdadera sí lo haría. Nótese la relación estrecha entre el Padre, quien es el labrador, y la vid, que es su Hijo. El término labrador traduce un vocablo griego compuesto de “tierra” y “obra”, dando la idea de uno que trabaja en la tierra. El Padre se presenta como realizando su voluntad por intermedio de su Hijo.

El término rama (v. 2) traduce un vocablo (klema  G2814) que se deriva de un verbo que significa “romper”, y de allí la idea de algo que “sale de” o “parte de” otra fuente. La RVR 1960 emplea el término “pámpano”, menos conocido, en lugar de rama.
A veces el término “gajo” también se emplea para traducirlo. Este término se usa en el NT., sólo en este pasaje (vv. 2, 4-6). La pequeña preposición en, que se escribe igual en el griego (en  G1722), juega un rol tremendamente importante en esta sección, con nada menos que 16 menciones.

NOTA: 15:2: Lo quitará: El vocablo significa literalmente esto (es el mismo que en 11:39) y sería, por tanto, una referencia a la muerte física de cristianos que no dan fruto (1 Corintios 11:30); o podría significar levantar (como en 8:59), lo que indicaría que el viñador anima y ayuda al creyente sin fruto, esperando que así responda y comience a llevar fruto, lo limpiará. I, es, podará; esto se hace mediante la Palabra de Dios, que limpia la vida (Salmo 119:9). En el v.3, el vocablo limpios es de la misma raíz.

En la gramática, la preposición sirve para establecer la relación entre dos o más objetos, y en este caso connota una relación estrecha y vital. No es al lado de, ni arriba de, ni debajo de, ni detrás de, ni delante de, ni alrededor de, sino en mí. Jesús había enfatizado esa clase de relación entre él y el Padre (ver 14:10, 11), entre el Espíritu Santo y los discípulos (14:17) y entre él, el Padre y los discípulos (14:20, 23).
Ahora esa unión vital es esencial para poder llevar fruto. Toda rama que en mí no está llevando fruto no se refiere a los judíos, ni a los gentiles, sino a los seguidores de Jesús. La RVA., capta bien el énfasis del participio griego en el tiempo presente no está llevando fruto, una construcción que describe una acción continua, un estilo de vida.

El labrador trabaja con la expectativa de una cosecha abundante y toda su atención se dirige a ese fin. Por eso, otro término importante en el pasaje es fruto, que aparece ocho veces. Jesús no define el significado del fruto, pero seguramente incluye principalmente las cualidades internas y espirituales, las del carácter cristiano (ver Mateo 3:8; 7:20; Rom.6:22; Gal.5:22 s.; Ef.5:9; Filp.1:11).
También el fruto deseado por el Padre incluirá a los nuevos discípulos ganados por el testimonio de ellos (ver Mateo 28:19-20; Hechos 1:8).

Nótese: la severidad con que el labrador poda la vid: la quita. El viñador sabe la necesidad de eliminar los gajos que sólo chupan la savia de la planta y que no rinden fruto. Además, los gajos estériles limitan la producción de las ramas fructíferas. Observando la operación desde afuera, no sabiendo el propósito del labrador, uno pensaría que está destruyendo la planta. Es una operación radical y dolorosa para la planta, pero necesaria para lograr mayor producción.

Morris comenta que esta eliminación es una parte de la alegoría, pero que no es prueba de que un verdadero creyente pudiera caer de la gracia. Pocas veces encontramos que todos los elementos de una alegoría ofrecen una interpretación obvia.

Ego eimi: Yo soy  Jesús usaba palabras metafóricas para ayudar a sus discípulos a entender sus enseñanzas profundas. Repetidas veces en el Evangelio de Juan él usa expresiones cortas que son inolvidables y presentan la verdad en forma impactante. A pesar de su brevedad y aparente sencillez, es un reto para el creyente profundizar en estos conceptos y aprender su significado para su vida personal. Entre estas palabras están las siete oraciones que empiezan con “Yo soy” (ego eimi).

El uso de las dos palabras “Yo soy” tiene un significado especial para el hebreo, porque les recuerda la respuesta que Dios dio a Moisés cuando éste quería saber el nombre divino antes de ir como enviado de Dios para librar a los hebreos de la esclavitud en Egipto. Dios le respondió: “Yo Soy el que Soy” (Éxodo 3:14).

“Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY[1] me envió a vosotros”. (Éxodo 3:14)

Para el hebreo el nombre de Dios era demasiado sagrado para pronunciarse, y aquí, vez tras vez, Jesús emplea estas mismas palabras, yo soy”. ¡Solamente Dios puede hablar así! ¿Podría él ser el Mesías?

En por lo menos siete ocasiones Jesús usa estas palabras para definir su misión, su divinidad, según Juan:
·      “Yo soy el pan de vida” (Jn.6:35);
·      “Yo soy la luz del mundo” (Jn.8:12);
·      “Yo soy la puerta” (Jn.10:7; 10:9);
·      “Yo soy el buen pastor” (Jn.10:11);
·      “Yo soy la resurrección y la vida” (Jn.11:25);
·      “Yo soy el camino, la verdad, y la vida” (Jn.14:6); y
·      “Yo soy la vid verdadera” (Juan 15:1; 15:5).
Con cada una de estas expresiones Jesús amplía la dimensión de la vida que él ha venido a traer a cada uno de los que creen en su nombre.

El trato con la rama que lleva fruto es muy distinto: la limpia para que lleve más fruto. Aun la rama fructífera tiene que someterse a las “tijeras” del labrador. Con cuidado y suma delicadeza, el labrador va limpiando los brotes o vástagos que tampoco cargan racimos y que restan savia de las ramas que llevan fruto.
Nótese: el contraste en el propósito entre quita (la eliminación; ver Mateo 3:10) y limpia (producción). El propósito de la limpieza es para que lleve más fruto. El labrador se propone aumentar la producción de cada vid en su viña cada año.

El pronombre vosotros, del v. 3, es enfático, refiriéndose a los once que estaban con Jesús. Sigue el pensamiento de la limpieza del versículo anterior, necesario para producir “más fruto”. Jesús aplica la alegoría a los discípulos en caso de que ellos no hubieran captado el propósito de su enseñanza, animándoles con Ya vosotros estáis limpios (ver 13:10).
La cláusula por la palabra significa “por causa, o por razón de la palabra”. La palabra (logos  G3056; ver 1:1) se refiere a la totalidad de las enseñanzas de Jesús, y os he hablado traduce un verbo en el tiempo perfecto que comunica la idea de algo que tiene vigencia permanente.
La palabra de Jesús tiene tres funciones en cuanto a nuestra limpieza moral:
·      es como un espejo que nos muestra tal cual somos espiritualmente, según la perspectiva de Dios;
·      nos muestra cómo corregir los defectos que van apareciéndose, y
·      nos exhorta a tomar las medidas necesarias cuanto antes.
Los que habían oído atentamente la palabra de Jesús, y habían permitido que tuviera entrada en sus vidas, estaban limpios.

Otro término que se repite a través de este pasaje es “permanecer” (11 veces), y unido con la preposición en (4 veces sólo en el v. 4), recalca la relación íntima, vital y perdurable que existe entre las ramas y la vid, y por analogía[2], que debe existir entre los discípulos y Jesús.

Esta relación de morada mutua es vital para la producción de fruto.
·      El imperativo de mandato se dirige a los once en la primera cláusula Permaneced en mí, y
·      se implica en la segunda “asegurad que yo permanezca en vosotros”, porque Jesús no se manda a sí mismo con y yo en vosotros.

Hovey cita a Godet, quien dijo que Jesús suprime el imperativo en la segunda cláusula porque la segunda acción se considera como la consecuencia inmediata y necesaria de la primera.
Lindars ofrece todavía otra interpretación: la fuerza del imperativo difícilmente se extiende a la segunda cláusula y debe ser equivalente a decir “como yo en vosotros”. Es obvio que la rama no puede producir uvas si no está bien conectada a la vid; tampoco el creyente puede llevar fruto si no está vitalmente unido a Jesús.
El v. 5 repite esencialmente la lección del anterior. Jesús usaba la repetición para grabar lecciones importantes en la mente de los discípulos. El “no permanecéis en mí” (v. 4) es equivalente a separados de mí (ver 1:3; Ef.2:12). Lo que había intimado antes, ahora lo declara explícitamente: las ramas en la alegoría representan a los discípulos.
Obsérvese el énfasis y el contraste entre los pronombres Yo y vosotros, como también el contraste entre la vid y las ramas. Aquí el resultado de la mutua morada perdurable, él en ellos y ellos en él, es que éste está llevando (verbo en el tiempo presente) mucho fruto.
Nótese: el énfasis en “fruto” (vv. 2, 4, 16), “más fruto” (v. 2), y mucho fruto (ver vv. 5, 8). Jesús termina declarando en los términos más categóricos que los creyentes separados de él no sólo no pueden llevar fruto, sino que no pueden hacer absolutamente nada. Una traducción literalmente sería: “porque aparte de mí, no podéis hacer nada”, empleando una doble negación. Este nada podéis hacer se refiere a todo lo que tiene que ver con la extensión del reino de Dios y su glorificación.

Jesús presenta, en el v. 6, las consecuencias de no permanecer en él. La expresión no permanece en mí sigue el pensamiento de “separados de mí” en el versículo anterior. Este episodio tenía lugar en la primavera cuando los labradores podaban las vides y, después de secarse las ramas, las quemaban.
Los dos verbos es echado fuera y se seca están en el tiempo aoristo; describen una acción puntual y apuntan a la naturaleza inevitable de las consecuencias de no permanecer en Cristo. Echado fuera sería fuera de la viña.
Varios comentaristas opinan que este versículo apunta al futuro, al día de juicio cuando los incrédulos serán echados en el fuego eterno, lo cual parece más lógico. Sin embargo, otros opinan que Jesús no tiene en mente el castigo eterno, sino que enseña que el discípulo que pierde la relación íntima con él es inútil, no produce fruto.

Vid:



Jesús sigue con el tema de la morada mutua en el v. 7, ellos en él y ahora sus palabras en ellos. Mis palabras en vosotros son equivalentes a él mismo en ellos. La morada mutua no solo es necesaria para producir fruto, sino que es un requisito para la oración eficaz. El tema avanza de mucho fruto a la oración eficaz. En el capítulo,...sigue la Segunda Parte.





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