parte I
Humillación y Exaltación De Cristo:
(Filipenses 2:5-11)
Por: Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
“Sino que se despojó a sí
mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres”.
(Filipenses
2:7)
INTRODUCCIÓN:
Muchas personas,
incluso cristianos, viven solo para dar una buena impresión a los demás o para
satisfacerse a sí mismas. Pero la "contienda o vanagloria" trae
discordias. Pablo, sin embargo, enfatiza la unidad espiritual, pidiendo a los
filipenses amarse unos a otros y trabajar juntos con un corazón y un propósito.
Cuando trabajamos juntos, soportando los
problemas de otros como si fueran nuestros, demostramos el ejemplo de Cristo
que pone primero a los demás y experimentamos la unidad.
No se concentre en dejar una buena
impresión o en satisfacerse a sí mismo de modo que afecte su relación con otros
en la familia de Dios.
El ejemplo de nuestro Señor Jesucristo
es puesto ante nosotros. Debemos parecernos a Él en su vida, si deseamos el
beneficio de su muerte.
Fijémonos
En Las Dos Naturalezas De Cristo:
· Su naturaleza Divina
(Juan 1:1-10), y
· La Humana
(Mateo 1:21).
Siendo en la forma de Dios: participó de la naturaleza divina, como
el eterno Hijo Unigénito de Dios, Juan 1: 1, y no estimó que fuera usurpación
ser igual a Dios y recibir la adoración de los hombres que corresponde a la
Divinidad.
Su naturaleza humana: en ella se hizo
como nosotros en todo excepto el pecado.
Así, humillado, por su propia voluntad,
descendió de la gloria que tenía con el Padre desde antes que el mundo fuese.
I. Cristo:
Modelo De Vida y Misión. Filp. 2:5-11:
Este
párrafo es uno de los pasajes más hermosos y ricos en contenido en los escritos
de Pablo. También es uno de los pasajes más controvertidos, y es importante
tener en cuenta que Pablo no conocía todos los debates teológicos de los siglos
siguientes acerca de la persona de Cristo.
Por ello la interpretación de estos
versículos debe tomar muy en cuenta el lugar que ocupan en la carta, el texto
mismo, el vocabulario y el estilo de la propia epístola.
El ritmo poético del texto en el
original griego, el paralelismo antitético con que se suceden las frases y
oraciones, el cuidado con que se han escogido las palabras, hacen pensar que se
trata de un himno que se cantaba en la iglesia primitiva aun antes de Pablo, y
que el Apóstol lo cita porque el contenido de estas estrofas conecta de la
manera más natural con la enseñanza que él quiere trasmitir.
Hay también estudiosos que piensan que
Pablo mismo compuso el himno, aunque por varias razones técnicas es más
probable que él se haya servido de un poema ya existente. Ya que estas líneas
han dado lugar a mucha controversia y a ricas elaboraciones teológicas, es
importante recordar el contexto dentro del cual Pablo lo cita. No es que él se
haya sentado como teólogo académico a escribir una cristología para la
posteridad. Lo que está ofreciendo es consejo pastoral a una iglesia local y
para dar base a ese consejo recurre al himno. En el apóstol Pablo, la teología
no es un ejercicio académico sino que está al servicio de la vida de la iglesia
y de la acción pastoral.
Además, en el caso de haber sido de
veras un himno, anterior a Pablo o compuesto por él, este pasaje tiene como
finalidad la adoración más que la especulación y se cita en un contexto
misionero y pastoral.
La frase que introduce la cita (v. 5)
reitera el tema del v. 2 y presenta a Cristo como el modelo de la actitud que
Pablo espera que caracterice a los filipenses. Sin embargo, no se trata sólo de
proponer un modelo de conducta.
Nótese:
· Que la primera parte (vv. 6-8), se refiere a
actitudes que pueden servir como modelo y que los seres humanos pueden imitar,
· Pero la segunda parte (vv. 9-11), se refiere
específicamente al señorío de Jesucristo, donde la imitación no cabe.
· La actitud de la
cual Jesucristo es un ejemplo sólo puede ser imitada por el ser humano si la
vida está sometida a ese señorío de Jesucristo, y todo en última instancia es
obra de Dios mismo (v. 13) quien opera en los humanos.
Este himno que algunos llaman "el salmo
de Cristo" resume la historia de la salvación.
Para efectos de predicación o enseñanza
se acostumbra dividirlo en tres estrofas que corresponden a:
· la preexistencia
de Jesús (v. 6),
· su encarnación y
muerte (vv. 7, 8), y
· luego su
exaltación (vv. 9-11).
No hay razón que impida esta división
con propósito homilético o pedagógico.
Sin embargo, al prestar atención a la
estructura morfológica y sintáctica no se encuentra con tanta claridad esa
nítida división en tres estrofas.
Parece
Más Adecuado Dividir El Himno En Dos Partes:
Ø Una (vv. 6-8), cuyo sujeto es él (v. 6, se refiere al
pronombre relativo "el cual" [Dios Habla Hoy]) es decir
Jesucristo el preexistente; y
Ø La segunda parte (vv. 9-11), que tiene a
Dios (v. 9) como sujeto de la oración principal.
Cada parte a su vez está dividida en
tres, de manera que tenemos seis partes en verso, cada una de ellas con tres
líneas, o quizás con dos líneas que se cantaban antifonalmente. Estas seis
partes coinciden casi completamente con la división en versículos, en el
formato poético en que se han dispuesto en nuestra traducción.
El himno se inicia con una referencia a
la preexistencia de Jesucristo y el hecho de que él compartía la naturaleza
divina. En la expresión existiendo en forma de Dios la palabra traducida forma
(griego morfé[1]
G3444) no se debe entender como "apariencia". Pablo
usa esta palabra únicamente en esta carta, y ha sido objeto de mucha
investigación.
Los comentaristas evangélicos
influyentes tales como Trench, Lightfoot y Warfield, prestaron especial
atención al uso de morfé en el griego clásico, en el cual esta palabra aunque
no es sinónimo de "esencia", se refiere a la suma
total de características esenciales, aquello que hace que Dios sea Dios. Lo que
estaría diciendo esta línea del himno sería entonces que Cristo tenía "participación
en la esencia" de Dios, es decir lo que afirma el término
paralelo en el mismo v. 6, ser igual a Dios.
Sin embargo prestando atención al
posible trasfondo aramaico del himno, otros estudiosos han investigado el uso
de morfé en la Septuaginta, es decir en la traducción del hebreo al griego. En
ésta la palabra morfé se usa como sinónima de eikón G1504 (imagen)[2] y dóxa G1391 (gloria)[3] para traducir la
palabra hebrea temunah. La comprensión adecuada del pasaje debe tomar en cuenta
estos dos elementos, porque si bien Pablo está escribiendo a una iglesia
mayormente gentil, y por lo tanto a una mentalidad griega, por otra parte la
persona de Cristo y el evangelio sólo pueden entenderse plenamente tomando en
cuenta su origen hebreo.
Lo que el texto dice es que Jesucristo
antes de revelarse en forma humana, tuvo una existencia divina. La idea de que
dicha existencia era gloriosa y privilegiada tiene paralelos en otros escritos
de Pablo (2 Cor.8:9) donde también se vincula con la disposición al abandono de
los privilegios y la gloria.
En otros escritos Pablo hace referencia
a esta preexistencia de Cristo, presentándolo como agente de la creación (1 Cor.8:6;
Col.1:16-17). Habiéndose afirmado esta igualdad con Dios, la fuerza del pasaje,
sin embargo, está en que Jesucristo no consideró el ser igual a Dios como algo
a que aferrarse.
Aferrarse* traduce bien el sentido del
griego arpagmós G725 que no da la idea de que
Jesucristo quería apoderarse de la naturaleza divina o usurparla, sino que
teniéndola ya, con toda su gloria y esplendor, estaba dispuesto a renunciar a
ella. Esa es la actitud de desprendimiento en medio mismo de su grandeza divina
a la cual Pablo llama la atención de sus lectores.
Etimología:
*jarpagmos = (ἁρπαγμός, G725),
relacionado con jarpazo, arrebatar, llevarse por la fuerza, se traduce «por
usurpación» en Filp.2:6 (rv, Besson); rvr traduce «cosa a que aferrarse» (vm:
«cosa a que debía aferrarse»; lba: «algo a que aferrarse»). Se trata bajo AFERRAR.
(VINE).
El v. 7 hace referencia a la kenosis[4]
(de kenóo G2758), la acción
por medio de la cual Jesucristo se despojó a sí mismo y tomó la forma humana.
Recordemos que el contenido del texto no tiene como intención dar respuesta
clara a las preguntas teológicas planteadas por los debates posteriores acerca
de la persona de Cristo.
La mención específica del despojamiento
o vaciamiento a fin de asumir la condición humana no entra en detalles sobre la
naturaleza y alcances exactos de ese despojamiento. Esta línea no dice que
Jesucristo haya renunciado a su naturaleza divina, sino que despojándose de la
gloria implícita en esa naturaleza ha adoptado las características de un siervo
y la condición humana. Lo que sí señala con claridad es la humillación que
estaba involucrada en el hecho de adoptar la forma de siervo y de ir
obedientemente hasta la muerte, en una de las formas más vergonzosas de muerte
en esa época: la de cruz.
Nótese: la sincronía entre las dos expresiones
forma de Dios (v. 6), y forma de siervo (v. 7), recordando que no se trata de
una "apariencia"
únicamente sino de un verdadero asumir la condición de hombre.
El descenso ha sido verdadero y ha
culminado en la humillación final de la muerte en la cruz. Todo esto es un acto
de obediencia a la voluntad de Dios, a la cual Jesucristo se sometió. Esta
disposición a despojarse a sí mismo por los demás es precisamente lo que Pablo
está proponiendo paradigmáticamente como la manera de pensar que debiera
caracterizar también a los filipenses. Si se presta atención a las raíces
griegas, se puede advertir que la kenosis (v. 7) de Jesús, quien se despoja
a sí mismo, contrasta con la vanagloria* (kenodoxía G2754, v. 3) que lleva a
rivalidades destructivas en la iglesia.
Etimología:
*kenodoxia = (κενοδοξία, G2754),
de kenos = vano, vacío, y doxa = gloria; se emplea en Filp.2:3. (VINE)
G2754 κενοδοξία = kenodoxía: de G2755;
gloriarse vanamente, i.e. vanagloria:- vanagloria. (Strong).
II. Señor:
Nombre Sobre Todo Nombre. Filp.2: 9, 11:
Por la humildad, abnegación y obediencia, Dios da a
su Ungido un nombre muy especial. Era el nombre con el cual él se identificó a
Moisés como "YHWH"
que con la fusión de "Adonai" se tradujo "YAHWEH",
nombre que los hebreos no pronunciaban por temor a blasfemar.
En la Septuaginta, versión griega del AT.,"YAHWEH" o Jehovah, fue
traducido como "Kúrios", que es el equivalente a SEÑOR.
De manera que la palabra Dios y Señor tenían o tienen un mismo significado.
Entonces, ¿cuál es el nuevo nombre que
Dios Le dio a Jesucristo? No podemos estar del todo seguros de lo que Pablo
tenía en mente, pero lo más probable es que el nombre nuevo fuera Señor.
El Gran Título por el que se conocía a
Jesús en la Iglesia Primitiva era Kyrios, Señor, que tiene una historia
iluminadora:
(1) Empezó
significando amo o propietario.
(2) Se tomó como el
título oficial de los emperadores Romanos.
(3) Llegó a ser el
título que se daba a los dioses paganos.
Fue la traducción que dieron los judíos
al tetragrámaton Jehová en la traducción al griego de sus Sagradas Escrituras.
Así que, cuando los cristianos llamaban a Jesús Kyrios, Señor.
Le reconocían como el Dueño y
Propietario del universo; era el Rey de reyes y el Señor de señores, Rey y
Señor por encima de toda realeza y señorío; Señor ante Quien los dioses paganos
no eran más que ídolos mudos e impotentes. No era nada menos que divino.
Cristo Jesús, que fue rechazado,
traicionado y humillado "hasta la cruz", es ahora exaltado
por Dios con el nombre de Señor, nombre que concentra el concepto de soberanía,
poder, autoridad, dominio, dignidad en adoración y obediencia plena. Él es el
fundamento y el objeto de adoración ante quien "un día toda rodilla se doblará, y
toda lengua confesará a Dios".
Por lo tanto nosotros hoy que le tenemos
como el Salvador, hemos de proclamarle como el Señor de nuestras vidas. Dios el
Padre lo ha hecho el paradigma ideal y nosotros hemos de tomarle como el modelo
de nuestras vidas, cuyo ejemplo seguir. Dios le ha puesto sobre la cabeza la
corona de Rey; debemos por tanto entregarle el cetro del señorío de nuestra
vida a él y sólo a él.
La muerte en la cruz es el preludio de
la resurrección que este pasaje no menciona directamente, pero que era un punto
central de la predicación apostólica y esencial también en el evangelio que
Pablo predicaba (Hechos 2:32-36; 13:27-30; 1 Cor.15:1-4). Ahora Pablo afirma
que a Jesucristo, que fue hasta la cruz en su obediencia, Dios lo exaltó hasta
lo sumo (v. 9).
Nótese: ahora
una sincronía paralela a la que señalábamos antes: el nombre sobre todo
nombre que le es dado a Jesús (v. 9) y el poder y señorío vinculado ahora a ese
nombre (v. 10).
La adoración y
sumisión de todo el universo y la raza humana se expresa en el doblar de las
rodillas cuando se pronuncia el nombre de Jesucristo. Algunos creen que una
parte del culto de la iglesia primitiva puede haber sido que la congregación se
arrodillaba cuando el nombre del Señor Jesús era mencionado anunciando su
resurrección y señorío. "Ante ese nombre" (Dios Habla Hoy)
expresa mejor el griego.
Las rodillas
dobladas y las lenguas que confiesan el Señorío de Jesús son las de toda la
humanidad, que es lo que quieren expresar las frases:
· en los cielos,
· en la tierra,
y
· debajo de la tierra
(v. 10).
“para que en el nombre de
Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y
debajo de la tierra”.
(Filipenses 2:10).
Vea-----> Parte II.
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