jueves, 30 de junio de 2016

Parte I: El Mundo Os Aborrecerá: (Juan 15:18)

Parte I:
El Mundo Os Aborrecerá:
(Juan 15:18)
Por: Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:

“Si el mundo os aborrece*, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros”
(Juan 15:18)


Los profetas perseguidos en el Antiguo Testamento
La Crucifixión de Jesucristo

Los creyentes perseguidos por los judíos

Los creyentes perseguidos por los paganos
Los creyentes perseguidos por las iglesias católicas (Roma y Griega)
Los creyentes perseguidos por la iglesia católica y por los protestantes

Los creyentes perseguido por los musulmanes y comunistas
                                    30 d de. C                                          313                  1525                       1920 ----à


LOS CREYENTES PERSEGUIDOS:

Etimología:
*G3404 μισέω = miséo: de un primario μῖσος = mísos  (aborrecido, odiado); detestar (específicamente perseguir); por extensión amar menos:- aborrecer, aborrecible. (Strong)

Introducción:
En esta porción, Cristo habla del odio, que es la característica y espíritu del reino del diablo, así como el amor (agape) lo es del reino de Jesucristo. Vemos:

A.   En Quiénes Se Encuentra Este Odio:
En los que son del mundo, como contrapuestos a los que son de Dios. Al llamarles “mundo” (en sentido peyorativo, como se ve por el contexto), Cristo da a entender:
1)   Su número; hay un “mundo”* de gentes que se oponen a Cristo y al cristianismo. Es de temer que, si se pusiera a votación en nuestra sociedad escoger entre el partido de Satanás y el de Jesucristo, Satanás se llevaría la mayoría absoluta de los votos
2)   Su confederación; aun cuando los mundanos se aborrecen unos a otros (Tito 3:3), sin embargo, cuando se trata de odiar a los creyentes y de perseguirlos, se juntan, se coligan y se hacen amigos (v. Salm.2:2; Lc.23:12; Hech.4:27) entre sí.
3)  Su espíritu y disposición; son hombres “del mundo”. Los hijos de Dios son instruidos y exhortados a odiar el pecado, pero no a odiar al pecador, sino a amar y hacer el bien a todos los hombres (Gál.6:10). La envidia, el odio, el desprecio, no son plantas del jardín de Cristo, sino del mundo “que yace en el Maligno” (1 Jn.5:19).[1]

Etimología:
*G2889 κόσμος = kósmos:[2] probablemente de la base de I2865; arreglo ordenado,i.e. decoración; por implicación el mundo (en un sentido amplio o estrecho, incluído sus habitante literalmente o figurativamente [moralmente]:- mundo, atavío. (Strong).

Cuando Adán y Eva le desobedecieron, Dios se retiró a los cielos y la raza humana no le ha vuelto a ver. Nuestro Padre Dios ya no aparece para andar con nosotros “al aire del día” como andaba en el huerto del Edén. Pero nosotros sabemos tan bien como la primera pareja que Dios existe y que le vamos a ver después de la muerte.

¿Cómo es que sabemos que hay un Dios, aunque no le hemos visto?
La Biblia dice que la fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve(Heb.11:1) Por la fe, pues creemos en Dios: Dios el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo.

Desde la Creación los hijos de Dios han vivido por la fe. Por medio de la fe “conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas taparon bocas de leones, apagaron fuego impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros” (Heb.11:33-34).

Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín. Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte. Por la fe Noé preparó el arca. Por la fe Abraham alcanzó la justicia de Dios y recibió la promesa de un Salvador.

Muchos profetas y fieles creyentes en Dios murieron por su fe antes de la venida de Jesucristo, el autor y consumador de la fe (Heb.12:2). Pero notemos ahora el ejemplo de Jesús y de unos de sus primeros seguidores:

v Jesucristo: ejemplo de la fidelidad. Aunque Jesucristo era Dios (Dios el Hijo), él andaba en el mundo como humano. Ya que soportaba tentaciones y vituperios aquí, necesitaba una fe grande y firme en la obra de Dios el Padre. No pecó ni una sola vez. Su propia familia y su propio pueblo le rechazaron. Los líderes del pueblo judío le persiguieron con odio durante todo su ministerio. Al fin, incitaron a los romanos a matarle y éstos le clavaron en la cruz.

Pero Jesús nunca se desmayó. Por la fe tenía su mirada en “el gozo puesto delante de él”. Así ganó para nosotros la salvación eterna y “se sentó a la diestra del trono de Dios” (Heb.12:2).

Mártir = (gr. martys = μάρτυς) significa etimológicamente testigo, ya se trate de un testimonio en el plano histórico, en el jurídico o en el religioso.

Pero en el uso establecido por la tradición cristiana el nombre de mártir se aplica exclusivamente al que da el testimonio de la sangre. Este uso está ya atestiguado en el NT. (Hech.22:20; Ap. 2:13; 6:9; 17:6); el mártir es el que da su vida por fidelidad al testimonio, tributado a Jesús (cf. Hech. 6:56).
Mártir = (gr., martys, martyr, testimonio, testigo). Debido a su uso en relación con Esteban (Hech.22:20*) y otros que murieron por Cristo, la palabra llegó a describir a uno que pagó el precio máximo por la fidelidad a Cristo. Antipas fue un testigo fiel (Ap.2:13). La ramera, Babilonia, estaba embriagada con la sangre de los mártires (Ap.17:6).
*Nota: martus o martur = (μάρτυς, G3144), de donde proviene la voz castellana mártir, uno que da testimonio mediante su muerte. Denota a uno que puede certificar o certifica aquello que ha visto u oído, o conoce. Se emplea: (a) de Dios (Rom.1:9; 2 Cor.1:23; Filp.1:8; 1 Ts.2:5; 2:10 b);
(b) de Cristo (Ap.1:5; 3:14);
(c) de aquellos que dan testimonio de Cristo hasta la muerte (Hech.22:20; Ap.2:13; 17:6);
(d) de los intérpretes de los consejos de Dios, que aún han de ser testigos en Jerusalén en la era del anticristo (Ap.11:3);
(e) en un sentido legal (Mt.18:16; 26:65; Mr.14:63; Hech.6:13; 7:58; 2 Cor.13:1; 1 Tim.5:19; Heb.10:28);
(f) en un sentido histórico (Lc.11:48; 24:48; Hech.1:8; 1:22; 2:32; 3:15; 5:32; 3:15; 5:32; 10:39; 10:41; 13:31; 22:15; 26:16; 1 Ts.2:10 a; 1 Tim.6:12; 2 Tim.2:2; Heb.12:1: «una nube de testigos», de aquellos mencionados en el cap. 11, aquellos cuyas vidas y acciones dieron testimonio del valor y efecto de la fe, y cuya fe queda registrada en la Escritura; 1 P.5:1). (VINE).

B.    Cristo Crucificado:

Jesús mismo es con título eminente mártir de Dios, y por consiguiente el tipo de mártir. En su *sacrificio voluntariamente consentido da, en efecto, testimonio supremo de su fidelidad a la *misión que le ha confiado el Padre. Según san Juan, Jesús no sólo conoció de antemano, sino que aceptó libremente su muerte como el perfecto homenaje tributado al Padre (Jn. 10:18); y en el momento de su condenación proclama: "He nacido y he venido al mundo para dar testimonio de la verdad" (18:37; cf. Ap. 1:5; 3:14).
Lucas pone de relieve en la pasión de Jesús los rasgos que en adelante definirán al mártir:
Ø Confortamiento de la gracia divina en la hora de la angustia (Lc. 22:43);
Ø silencio y paciencia ante las acusaciones y los ultrajes (23:9);
Ø inocencia reconocida por Pilato y Herodes (23:4.14s.22);
Ø olvido de sus propios sufrimientos (23:28);
Ø acogida dispensada al ladrón arrepentido (23:43);
Ø perdón otorgado a Pedro (22:61), y a los perseguidores mismos (22:51; 23:34).

Todavía más profundamente, el conjunto del NT., reconoce en Jesús al siervo doliente anunciado por Isaías. En esta perspectiva la pasión de Jesús aparece como esencial a su misión. En efecto, así como el siervo debe sufrir y morir "para justificar a multitudes" (Is. 53:11), así Jesús debe pasar por la muerte "para aportar a multitudes la redención de los pecados" (Mt. 20:28 p). Tal es el sentido del "es necesario" que Jesús afirma repetidas veces: el designio de salvación de Dios pasa por el sufrimiento y la muerte de su testigo (Mt. 16:21 p; 26:54,56; Lc. 17:25; 22:37; 24:7, 26, 44). Por lo demás, todos los *profetas fueron perseguidos y entregados a la muerte (Mt. 5:12 p; 23:30ss; Hech. 7:52; 1 Ts. 2:15; Heb. 11:36ss). Esto no puede ser una coincidencia casual; Jesús reconoce en ello un plan divino que halla en él su acabamiento (Mt. 23:31s). Así marcha "resueltamente" hacia Jerusalén (Lc. 9:51), "pues no conviene que un profeta perezca fuera de Jerusalén" (13:33).
Esta pasión hace de Jesús la víctima expiatoria que sustituye a todas las víctimas antiguas (Heb. 9:12ss). El creyente descubre aquí la ley del martirio: "Sin efusión de sangre no puede haber redención" (Heb. 9:22). Se comprende que María, tan estrechamente asociada a la pasión de su Hijo (Jn. 19:25; cf. Lc. 2:35), sea saludada más tarde como la reina de los mártires cristianos.

2. El Mártir Cristiano:
El glorioso martirio de Cristo fundó la Iglesia: "Cuando sea elevado de la tierra, había dicho Jesús, atraeré a todos los hombres a mí" (Jn. 12:32). La Iglesia, cuerpo de Cristo, es llamada a su vez a dar a Dios el testimonio de la sangre por la salud de los hombres. Ya la comunidad judía había tenido sus mártires, particularmente en la época de los Macabeos (2 Macabeos 6-7 Apócrifo).

3. El Martirio de Los Cristianos:
Pero en la Iglesia cristiana el martirio adquiere un nuevo sentido, que Jesús mismo revela: es la imitación plena de Cristo, la participación acabada en su obra de salvación: "El siervo no es mayor que su señor; si me persiguieron a mí, también a vosotros os perseguirán" (Jn. 15:20).
A sus tres íntimos anuncia Jesús que le seguirán en su pasión (Mr. 10:39 p; Jn. 21:18ss); y a todos revela que sólo el grano que muere en tierra lleva mucho fruto (Jn 12,24).
Así el martirio de Esteban, que evoca tan fuertemente la pasión, determinó la primera expansión de la Iglesia (Hech. 8:4s; 11:19) y la conversión de Pablo (22:20).
Durante toda la historia de la humanidad los mártires del Antiguo Testamento, y El Nuevo ha marcado un hito por ser fieles a Dios, y a Jesucristo, como reza en la historia de la iglesia y el pueblo (los hebreos) de Dios.
Finalmente, la gloria de los mártires se celebra en el Apocalipsis, que muestra en ellos el triunfo de la vida sobre la muerte (Ap. 6:9s; 7:14-17; 11:11s; 20:4ss).

“Vi a la mujer ebria de la sangre de los santos, y de la sangre de los mártires de Jesús; y cuando la vi, quedé asombrado con gran asombro”. Ap. 17:6: 

¿Quién Es Esta Ramera (mujer ebria), En La Historia De La Iglesia?
Ap.17:5: Las prostitutas romanas debían llevar una cinta con sus nombres sobre la frente. BABILONIA: Para los primeros cristianos Roma era Babilonia (véanse v. 9; 1 P.5:13). LA MADRE de la idolatría y todos sus males.
 INTERPRETACIÓN DISPENSACIONALISTA: BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS, se ha servido de todos los pueblos de la tierra para satisfacer sus intereses egoístas.
En los vv. 1-6, ella representa la mayor de las prostitutas religiosas y morales, que se identifica y manipula a los poderes gubernamentales siempre que pueda sacar alguna ventaja de ello. Simboliza y encabeza, por lo tanto, la apostasía religiosa de los últimos días.
Ap.17:9: La ciudad de Roma se asienta sobre siete colinas.
 INTERPRETACIÓN DISPENSACIONALISTA: Los siete montes han hecho que algunos identifiquen a la mujer con Roma y su papado. (Biblia Plenitud de Estudio).

Nota: BABILONIA LA GRANDE: Aunque la famosa ciudad de Babilonia estaba asentada sobre el río Éufrates, parece ser que aquí el nombre es una referencia simbólica a Roma (comp. v.9 y 1 P.5:13). En el cap.17, Babilonia representa el falso sistema religioso cuyo centro será Roma durante el período de la tribulación. En el cap. 18, representa más bien el aspecto político y comercial del redivivo Imperio Romano capitaneado por el Anticristo. De este modo, el vocablo expresa simultáneamente una ciudad y un sistema (religioso y comercial) relacionado con una ciudad (algo así como “La Casa Blanca” en Estados Unidos; un edificio y la política de un determinado presidente, lo mismo digamos del “Vaticano”, etc.). Sobre otras referencias a Babilonia, véase Gn. 10:10; 11:9 (“Babel”); Is.13:19-20; Jr.50-51. MADRE DE LA RAMERA. El falso sistema religioso es infiel al Señor y por eso se describe como una ramera (vv.1, 15-16). (Biblia de Estudio RYREI Pág. 1800)
Las quemas en el nombre “Del Santo Papa, de Roma”.


C.    El Odio A Cristo Y A Sus Seguidores:

Cristo nuestro Salvador, en el Evangelio de San Mateo, oyendo la confesión de Simón Pedro, el cual, antes que todos los demás, reconoció abiertamente que Él era el Hijo de Dios, y percibiendo la mano providencial de Su Padre en ello, lo llamó (aludiendo a su nombre) una roca, roca sobre la cual El edificaría Su Iglesia con tal fuerza que las puertas del infierno no prevalecerían contra ella. Y con estas palabras se deben observar tres cosas:
·      Primero, que Cristo tendría una iglesia en este mundo.
·      Segundo, que la misma Iglesia sufriría una intensa oposición, no sólo por parte del mundo, sino también con todas las fuerzas y poder del infierno entero.
·      Y en tercer lugar, que esta misma Iglesia, a pesar de todo el poder y maldad del diablo, se mantendría.

Esta profecía de Cristo la vemos verificada de manera maravillosa, por cuanto todo el curso de la Iglesia hasta el día de hoy no parece más que un cumplimiento de esta profecía:
v Primero, el hecho de que Cristo ha establecido una Iglesia no necesita demostración.
v Segundo, ¡con qué fuerza se han opuesto contra la Iglesia príncipes, reyes, monarcas, gobernadores y autoridades de este mundo!
v Y, en tercer lugar, ¡cómo la Iglesia, a pesar de todo, ha soportado y retenido lo suyo! Es maravilloso observar qué tormentas y tempestades ha vencido.
Y para una más evidente exposición de esto he preparado esta historia, con el fin, primero, de que las maravillosas obras de Dios en Su Iglesia redunden para Su gloria; y también para que al exponerse la continuación e historia de la Iglesia, pueda redundar ello en mayor conocimiento y experiencia para provecho del lector y para la edificación de la fe cristiana.
Como no es nuestro propósito entrar en la historia de nuestro Salvador, ni antes ni después de Su crucifixión, sólo será necesario recordar a nuestros lectores el desbarate de los judíos por Su posterior resurrección. Aunque un apóstol le había traicionado; aunque otro le había negado, bajo la solemne sanción de un juramento, y aunque el resto le había abandonado, excepto si exceptuamos aquel «discípulo que era conocido del sumo sacerdote», la historia de Su resurrección dio una nueva dirección a todos sus corazones, y, después de la misión del Espíritu Santo, impartió una nueva confianza a sus mentes. Los poderes de los que fueron investidos les dieron confianza para proclamar Su nombre, para confusión de los gobernantes judíos, y para asombro de los prosélitos gentiles.
Ahora bien daremos ciertos hechos de los apóstoles, entre ellos a Juan el Bautista primo hermano del Señor Jesús, en cuanto a su martirio según la tradición, aunque algunos hechos no están registrados por los autores bíblicos, son hechos y reales en cuanto a su martirio de muchos de ellos, veamos:

1. Juan el Bautista:
Fue decapitado por Herodes por ser denunciado  por Juan de haber tomado la mujer de su hermano, el rey le ofreció a Salome su hijastra parte del reino para que bailara para él, ella en vez de pedir parte del reino le  pidió la cabeza de Juan en una bandeja.

2. Esteban:
Esteban fue el siguiente en padecer. Su muerte fue ocasionada por la fidelidad con la que predicó el Evangelio a los entregadores y matadores de Cristo. Fueron excitados ellos a tal grado de furia, que lo echaron fuera de la ciudad, apedreándole hasta matarlo. La época en que sufrió se supone generalmente como la pascua posterior a la de la crucifixión de nuestro Señor, y en la época de Su ascensión, en la siguiente primavera.

A continuación se suscitó una gran persecución contra todos los que profesaban la creencia en Cristo como Mesías, o como profeta. San Lucas nos dice de inmediato que «en aquel día se hizo una grande persecución en la iglesia que estaba en Jerusalén», y que «todos fueron esparcidos por las tierras de Judea y de Samaria, salvo los apóstoles». Alrededor de dos mil cristianos, incluyendo Nicanor, uno de los siete diáconos, padecieron el martirio durante «la tribulación que sobrevino en tiempo de Esteban».

Véase--------> Parte II:

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