jueves, 16 de junio de 2016

Parte I LA VISIÓN DE DIOS: (Ez.1:4-28)

Parte I

LA VISIÓN DE DIOS:
(Ez.1:4-28)
Por: Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:

La Visión De La Gloria Divina:
“Aconteció en el año treinta, en el mes cuarto, a los cinco días del mes, que estando yo en medio de los cautivos junto al río Quebar, los cielos se abrieron, y vi visiones de Dios… En el quinto año de la deportación del rey Joaquín, a los cinco días del mes,… vino palabra de Jehová al sacerdote Ezequiel hijo de Buzi, en la tierra de los caldeos, junto al río Quebar; vino allí sobre él la mano de Jehová… Y miré, y he aquí venía del norte un viento tempestuoso, y una gran nube, con un fuego envolvente, y alrededor de él un resplandor, y en medio del fuego algo que parecía como bronce refulgente,… y en medio de ella la figura de cuatro seres vivientes. Y esta era su apariencia: había en ellos semejanza de hombre… Cada uno tenía cuatro caras y cuatro alas…”.
(Ez.1:4-28)

INTRODUCCIÓN:
El libro de Ezequiel comienza como si tuviera el propósito de continuar.

Después de una de las más breves introducciones narrativas, se nos presenta el primero de una serie de oráculos que constituyen el libro. Este oráculo inicial pertenece al grupo de profecías altamente visuales cuyo prefacio es la expresión “la mano del Señor fue sobre mí”.
Ezequiel fue un sacerdote y profeta hebreo, que ejerció su ministerio entre 595 y 570 a.C., durante el cautiverio judío en Babilonia. El nombre Ezequiel (del hebreo יְחֶזְקֵאל, = Ijezkél) significa "Dios es mi fortaleza". Sus profecías se encuentran en el Libro de Ezequiel, siendo su mensaje de reverencia para con la santidad de Dios e incluyó reflexiones sobre la futura reconstrucción del Templo de Jerusalén, enfatizando asimismo la responsabilidad moral de cada individuo.

VV.4–28: Esta apocalíptica revelación divina, cargada de símbolos, puede ser dividida en tres partes:
·      vv. 4-14 (la tormenta y los cuatro seres vivientes);
·      vv. 15-21 (las cuatro ruedas); y
·      vv. 22-28 (la expansión y el trono).
Una visión similar se describe en el cap. 10, donde la presencia de Dios abandona el templo. Aunque la visión es muy intrincada y difícil de interpretar en algunos aspectos, su intención es revelar que el Dios soberano está a punto de intervenir en la historia para juzgar a Judá; el Señor ha escogido a Ezequiel, quien con gran temor se postra sobre el rostro respetuoso (v. 28), para advertir al pueblo.

  “y en medio de ella la figura de cuatro seres vivientes. Y esta era su apariencia: había en ellos semejanza de hombre”. (Ez. 1:5)

El Objeto De Estas Visiones: 4-14:

1) Infundir en la mente del profeta altos y honorables pensamientos de Dios por quien era comisionado.
Lo que vio (v.28) fue la apariencia de la imagen de la gloria de Jehová”. Un Dios tan Grande como éste había de ser servido con reverencia y piadoso temor.

2) Aterrorizar a los pecadores que quedaban en Sion, lo mismo que a los que habían llegado ya a Babilonia, y que, tanto unos como otros, habían menospreciado las amenazas de la ruina de Jerusalén.
Esta referencia a la destrucción de Jerusalén parece clara si comparamos esta porción con 43:3.

3) Consolar a los temerosos de Dios, que se habían humillado bajo la poderosa mano del Señor.


Que sepan  que, aunque están exiliados en Babilonia, tienen a Dios cerca de ellos; aunque no tengan el lugar del santuario, sin embargo tienen al Dios del santuario. Ahora que la congregación de Israel iba a ser plantada, para largo tiempo, en otro país, el Señor muestra Su gloria en medio de ellos, como lo hizo cuando los constituyó como nación en el desierto. La primera parte de la visión presenta a Dios asistido y servido por ángeles.


Aunque no declarado explícitamente, este oráculo representa la comisión de Ezequiel como profeta. La visión fue intensa. Se nos dice que después de ella el profeta se sentó atónito por varios días.
En la visión él ve a un ser radiante sentado sobre un trono de zafiro debajo del cual se mueven rápidamente cuatro criaturas futuristas. El oye una voz que le dice que será enviado a declarar lo que el Señor dice al pueblo de Israel en el exilio. Se le advierte acerca de la obstinación del pueblo; sin embargo, debe hablar, sea que escuchen o no.
Hay mucho en esta visión que no está explicado, especialmente en relación con los querubines y sus guías acompañantes semejantes a ruedas. El sentido general del simbolismo es transmitir la majestad de Dios que todo lo abarca.

Cada uno de los temibles querubines exhibía caras representando las formas más elevadas de la vida:
·      El hombre,
·      el león (rey de las bestias),
·      el becerro (primero de los animales domésticos), y
·      el águila (principal de las aves del aire).
Ellos viajaban como si fueran “relámpagos” acompañados por sus ruedas-guías llenas de ojos alrededor. Sin embargo, estas magníficas criaturas eran sólo asistentes del trono. Estaban bajo el trono de Dios. Si los asistentes eran temibles, cuánto más lo era el rey mismo.
Le fue dicho a Ezequiel que él sería enviado al pueblo de Israel y su mensaje contendría advertencias y ayes, pero que él las hallaría dulces (Ezequiel 3:1-4). La experiencia toda cambió la vida de Ezequiel. Se le daría poder para entregar su mensaje, a pesar de la resistencia de su pueblo al mismo. El necesitaba tal fortaleza, porque su tarea no sería fácil.
No fue por la razón, o la fría lógica, o la contemplación de beneficios de largo alcance que Ezequiel sintiera su llamado profético. Fue porque había vislumbrado lo aterrador y la majestad de Dios. Los mandatos de Dios son más fáciles de obedecer cuando contemplamos a quien los ha dado.

1:1-3: Ezequiel, Hijo De Buzi, Experimenta Visiones Enviadas Por Dios.

I.      LOS CUATRO SERES VIVIENTES: 1:4-14:


Introducción a esta visión de los ángeles es magnífica y despertador (v.4). El profeta miró y vio que venía del norte un viento tempestuoso. Del norte le había venido a Israel las grandes calamidades (compare con Jr.1:14, 15; 4:6). La representada ahora era, por supuesto, la invasión total de la Tierra Santa a manos de los caldeos. Pero, como la visión de Isaías 6, el objetivo principal era expresar la absoluta soberanía de Dios.

La Visión Misma.

1) El pabellón de Dios en el que descansa y el carro en que se pasea es una gran nube (v.4b, compare con Salmos 18:11; 104:3).
La nube va acompañada de fuego fulgurante, como en el Sinaí, donde Jehová era como un fuego abrasador (éx.24:16, 17). La primera aparición de Dios a Moisés fue también en una llama de fuego en medio de una zarza (éx.3:2). Y continua Ezequiel (v.4b): y alrededor de él (el fuego) un resplandor.
Comenta Ryrie: “Ezequiel vio una nube que fulguraba desde un centro de metal reverberante”. El hebreo lo llama jashmal e indica una mezcla brillante de oro y plata, que los LXX vertieron por élektron, y la Vulgata Latina por electrum, y de ahí pasó al castellano en forma de electro. Una consideración devocional se desprende de todo esto: Si queremos hallar a Dios, es cierto que no podremos ver el centro de la luz inaccesible en que habita (1 Tim.6:16), pero podrems ver el resplandor que le rodea. Tampoco Moisés pudo ver el rostro de Dios, sino sólo la espalda (éx.33:23).

2) Del Centro (v.5) emergía la figura de cuatro seres vivientes, identificados como querubines (10:15, 20; v. nota en Ap.4:6).
Los querubines son un orden de ángeles, interesados en guardar la Santidad de Dios. Guardaban el acceso al árbol de la vida (Gn.3:24) (Ryrei). Vemos que no eran Dios, sino criaturas de Dios, obra de Sus manos. Su aspecto general era como una semejanza (heb. Demut, el mismo vocablo de Gn.1:26: “…conforme a nuestra semejanza”).

NOTA: V.5: Cuatro seres vivientes. Identificado como un querubín[1] (10:15, 20; véase Apocalipsis 4:6) Los querubines son una orden angelical, ocupados con guardar la santidad de Dios. Guardaron el acceso al árbol de la vida (Gn. 3:24) y una representación de estos estaba junto al propiciatorio colocado encima del arca (Ex.25:18-22). Satanás era un querubín (Ez.28:14, 16).
Apocalipsis 4:6: Cuatro seres vivientes. Estos podrían ser ángeles, probablemente los ophanim junto a los querubines (“ruedas”, en nuestras versiones), de Ez.10:9 ss., o podrían ser representaciones de los atributos de Dios mismo, especialmente si se entiende en este sentido la frase del original “en medio del trono”.

Esto se dice especialmente para hacer notar que tienen inteligencia, no son animales. De ellos se nos dan los siguientes detalles:
(a) Cada uno tenía cuatro caras y cuatro alas (v.6).
De las alas, el detalle general es que (v.9) con las alas se juntaban el uno al otro. Más adelante (v.11b), vemos que tenían sus alas extendidas por encima, las cuales se juntaban, esto es, la derecha de uno con la izquierda de otro; y las otras dos cubrían sus cuerpos. Puede verse la diferencia, en esto, con las de los serafines de Isaías 6:2. Se notara en esta último lugar que los serafines ocultaban con dos alas su rostro, no su cuerpo, con otras dos sus pies, y necesitaban otras dos para volar, mientras que los querubines de Ezequiel 1:5 y ss, no volaban, sino que caminaban (v.12); no necesitaban, pues, cubrir los pies, sino el cuerpo, por reverencia a Jehová. El rostro quedaba cubierto, según la más probable explanación (ya ofrecida por el Rashí), de forma que “dos de las cuatro alas de cada criatura estaban extendidas por encima del rostro y unidas por ambos lados a las alas del respectivo vecino, de forma que cada rsotro quedaba oculto por las alas” (citado por Fisch).
(b) En cuanto a las caras, la cara frontal (v.10) era de hombre; la del lado derecho, de león; la del lado izquierdo de buey; y por detrás, de águila. Dicen los rabinos, según cita Ryrie: “El hombre está exaltado entre las criaturas; el águila, entre las aves; el buey entre los animales domésticos; el león entre las fieras; y todos cuatro han recibido dominio y se les ha dado grandeza; sin embargo, están estacionados debajo de la carroza del Santo”. Otra explicación puede verse en el comentario a Apocalipsis 4:7.
(c) Los pies o piernas de los cuatro seres vivientes eran derechos (v.7), es decir, sin junturas como la de la odilla, a fin de estar listos para moverse rápidamente en cualquier dirección; la planta era (v.7b) como planta de pie de becerro, es decir, “redonda, para volverse lisamente en cualquier dirección” (Lofthouse, citado por Fisch); añade que los pies (v.7c) centelleaban a manera de broce muy bruñido (compare con Dn.10:6; Ap.1:15). Recordemos que el bronce es símbolo de la ira, o de la majestad severa, de Dios.
(d) Además de las caras, las alas y los pies, se añade (v.8) que, debajo de sus alas, a sus cuatro lados, tenían manos, esto es, cuatro manos, de hombre. Feinberg comprendía del siguiente modo el significado de todos los miembros:

(e) Finalmente, se nos dice (v.9, y se repite en los vv. 12 y 17) que no se volvían cuando andaban, sino que cada uno caminaba derecho hacia adelante. Para que el lector pueda imaginarse fácilmente estos movimientos, ténganse en cuenta estos tres puntos:
·      Primero, que los cuatro seres vivientes forman un cuadro en el que las respectivas caras de hombre miran al frente,
·      Segundo, que, al tener cada uno una cara a cada lado, no necesitan volverse cuando se les ordena cambiar la dirección del movimiento;
·      Tercero, que caminan (v.12b) hacia donde el espíritu les mueve a que anden; no siguen sus propios impulsos, sino los del espíritu divino que les anima. El caminar derecho, como dice Feinberg, “nos declara la verdad de que los principios de la Soberanía de Dios siguen su curso sin desviación”. Según la dirección a las que el espíritu les impulsaba, estos seres vivientes (v.14) corrían y volvían a semejanza de relámpagos, ¡tal era su rapidez!

3) El Versículo 13 Es Vertido De Dos Maneras:
(a) El texto masorético dice: “Y la semejanza de los seres vivientes (era: su apariencia como de carbones de fuego, ardiendo como la apariencia de antorcha; fulguraba de un lado a otro en medio de los seres vivientes; el fuego resplandecía; y del fuego salía el relámpago” (lit.).
(b) Algunas versiones modernas (no la NVI) siguen a los LXX, la Vulgata y a ciertas versiones muy antiguas, y cambian del modo siguiente la primera frase del versículo: “Y en medio de los seres vivientes, una visión como de carbones de fuego encendidos, etc.”. El cualquiera de los dos casos, y no hay por qué apartarse del texto hebreo, el sentido es claro: El profeta vio estos seres vivientes a la luz misma que de ellos emanaba, debido al resplandor como de brasas ardientes que había en el centro del cuadro que ellos formaban. Los ángeles son criaturas de luz y están en la luz, pero nosotros los vemos a ellos y sus obras como a través de antorchas que fulguran de un lado a otro por entre ellos; cuando se marchen las sombras y despunte el día, los veremos con toda claridad.

Tienen forma humana, pero cada uno tiene cuatro caras y dos pares de alas.

Los rostros son como los de:
·      hombre[2],
·      león[3],
·      becerro[4], y
·      águila[5].

Los seres vivientes se desplazan yendo y viniendo como relámpagos.

II.    LAS CUATRO RUEDAS: 15-21:


1.      La Visión De Las Ruedas (vv.15-21):
La gloria de Dios no aparece solamente en el esplendor del mundo superior, sino también en la firmeza de Su gobierno en el mundo inferior. Mientras Ezequiel (v.15) miraba los seres vivientes y contemplaba cosas tan gloriosas, se presenta ante sus ojos otra visión.
a. Las dispensaciones de la Providencia son comparadas a las ruedas de una carroza. Las ruedas, aunque no se mueven por sí mismas como los ángeles, son sin embargo movibles.
A los cuatro lados, junto a los seres vivientes, había una rueda sobre la tierra. Había tal conexión entre los vivientes y las ruedas, que juntos se movían y juntos descansaban (vv. 19 y ss.). La razón es (v.20, al final) porque el espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas. Advierte Feinberg que “esta descripción no tiene absolutamente nada que ver con ninguna invención ni con ningún descubrimiento moderno”.

b. En los versículos 15 y 16 vemos que había una rueda al lado de cada ser viviente; en realidad, era una rueda “doble” (v.16, al final): “como una rueda en medio de otra rueda”. Dice Asencio: “Ruedas misteriosas a tono con toda la visión…; “dobles” todas ellas y cruzadas perpendicularmente de modo que pudiesen seguir el movimiento de los animales (mejor sería que dijese: de los seres vivientes) sin cambiar”.

c. El versículo 16 comienza así textualmente: “La apariencia de las ruedas (heb. opharim, vocablo con el que también se designa un grado inferior de querubines) y de su hechura (era) como ojo de Tarsis…”. Esta expresión, que vuelve a salir en 28:13, indica una piedra preciosa, “una de las especies del crisólito, quizás el topacio” (Fisch). En el versículo 18 se nos dice que los aros, es decir las llantas de estas ruedas, eran altos y atemorizadores, pues estaban llenos de ojos alrededor en las cuatro. Dice Feinberg: “Los ojos en los aros simbolizan la Omnisciencia Divina en las obras de la naturaleza y de la historia (v. Zc. 3:9; 4.10; Ap.4:6; 2 Cron.16:9; Prov.15:3)”. No hay nada que se escape de la mirada de Dios.

2.      La Visón De La Bóveda (vv.22-25):
“Y por encima de las cabezas (v.22) de los seres vivientes (había una) semejanza de expansión (heb. raquía, el mismo vocablo de Génesis 1:1-8, para designar la bóveda del firmamento), como el ojo –es decir, el color- de un hielo terrible” (lit.), esto es, de un cristal aterrador. La extensión y el resplandor de esta bóveda produjeron en Ezequiel un sentimiento de reverencia pavorosa. Dios está en lo alto, por encima del firmamento; estos seres vivientes están presentados como debajo del firmamento, lo cual denota sumisión y sujeción al dominio de Dios. Ezequiel oyó el sonido de las alas de los ángeles (v.24), a fin de despertarle la atención a lo que Dios iba a decirle desde encima de la bóveda (v.25). Oyó una voz del que se sienta en el trono.
Y, cuando resonaba esta voz, los ángeles plegaban sus alas (v.25, al final) con lo que cesaba el ruido que producían sus alas, y toda la atención del espectador podía dirigirse hacia el que hablaba desde encima de la bóveda.
La voz de Dios sólo puede percibirse bien cuando se cierran los oídos a las voces y a los ruidos del mundo.


Dios no está restringido a Jerusalén, sino que rige la vida y la historia. A pesar de que los cautivos habían experimentado grandes cambios, Dios todavía llevaba las riendas.

Véase ------------> Parte II:





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