Parte III:
LA RESURRECCIÓN
DEL HIJO DE DIOS:
(Juan 20:1-31)
Por: Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
era impartido.
Haremos bien en recordar que el mismo término griego se traduce “viento”,
“aliento”
y “espíritu”.
El mandato Recibid el Espíritu Santo, combinado con el soplar, implica esta
verdad. Entonces en este versículo tenemos la anticipación y promesa de
Pentecostés.
Sólo aquí, v.
23, en este Evangelio el verbo traducido remitáis se usa en relación con
pecados, pero es frecuente en los Sinópticos (ver Mt. 6:12; 9:5; Mr. 2:5; Lc.
5:23). Algunas traducciones emplean “perdonar” en vez de “remitir” e “imputar” en vez de “retener”.
Hay una partícula griega condicional, usada al comienzo de las dos cláusulas, y
que puede traducirse “si” o “cuando”, pero es omitida por muchos
traductores. Existe una relación directa entre la recepción del Espíritu Santo,
mencionada en el versículo anterior, y la autoridad de la iglesia de declarar
algunos pecados remitidos y otros retenidos. Esta autoridad no es automática,
ni arbitraria, ni individual, sino que se debe expresar por la comunidad
cristiana únicamente bajo el discernimiento y la dirección del Espíritu Santo.
Brown, fiel a su tradición, entiende que la construcción gramatical señala una
interpretación sacramental.
Por ejemplo, Morris cita a Brown en una publicación de éste con fecha de 1967 en que afirma: “El poder
para absolver y para retener los pecados del hombre se da explícitamente a los
doce en 20:23”. Aunque sigue con la interpretación sacramental, en
su comentario publicado en 1978 es menos categórico.
Brown aprovecha algunas variantes en el texto griego para
reforzar su posición.
Otros comentaristas rechazan categóricamente la interpretación sacramental. La
autoridad fue dada a todos los discípulos presentes, incluyendo a varios además
de los diez (ver Lc. 24:33), no estando presente Tomás.
Varios observan
que esta autoridad fue dada en relación con el cumplimiento de la misión de la
predicación del evangelio. Siendo así, la interpretación más natural sería que,
al proclamar o enseñar el evangelio del reino, el vocero tiene la autoridad de
anunciar las condiciones para que uno reciba el perdón de pecados. Si uno
cumple las condiciones, se declara que sus pecados han sido perdonados; si no
las cumple, se declara que han sido retenidos.
Nótese: que el que presenta el evangelio no
perdona ni retiene pecados, sino declara lo que Dios ha hecho basado en las
promesas de su Palabra.
Plummer llama la atención al uso plural de “ambos lados”, de los que declaran el
perdón y los que lo reciben. Este hecho indicaría que se trata de la autoridad
de la comunidad y no de un individuo, y de los hombres pecadores en general, y
no un pecador individual. Este análisis armoniza con la autoridad que Jesús dio
a Pedro y a los demás discípulos en relación con la confesión de Cesárea de
Filipos (ver Mt. 16:18 s.; 18:18).
(3) La Aparición a Tomás, 20:24–29.
El sobrenombre Dídimo, una transliteración del griego,
significa “el doble” o “mellizo”. Juan lo identifica de modo
que no hubiera posibilidad de confundirlo: nombre propio, sobrenombre, uno de
los doce, y el único de los once que faltó a la reunión la semana antes. No se
nos dice el motivo por la falta de Tomás el primer día de la resurrección.
¿Sería por temor de los judíos, una enfermedad contagiosa, una aguda depresión
o la pérdida de fe en Jesús y su causa? El gran error de Tomás comenzó con su
duda, y luego con su falta de confianza en el testimonio de sus propios
compañeros.
Durante la
semana que había transcurrido, los diez discípulos, y quizás otros, habían
realizado un ministerio de animar y exhortar a Tomás. Compartían el testimonio
de sus propias dudas y luego de su convicción de la realidad de las
resurrecciones basadas en encuentros personales con el Señor resucitado. El
verbo traducido decían (v. 25) está en el tiempo imperfecto, indicando la
repetición de su testimonio: “estaban diciéndole…”.
No debemos
olvidar que todos los otros discípulos que habían creído en la resurrección lo
hicieron basados en la evidencia que ellos habían visto personalmente. Parece
que ninguno creyó solamente por el testimonio de otros que habían visto al
Señor resucitado. Pero Tomás es más exigente. No confía en el testimonio de sus
hermanos, ni en el testimonio de sus propios ojos; demanda la prueba de la visión
y también del toque de sus propias manos. Además, tendría que meter su dedo en
la marca de los clavos y su mano en su costado para poder creer. Su demanda es
categórica. La expresión traducida no creeré jamás emplea una doble negación,
haciéndola muy enfática. Algunos opinan que Juan incluye esta insistencia de
Tomás para refutar a los docetas que negaban que Jesús tenía un cuerpo físico.
Sin duda el texto puede usarse con ese propósito, pero es muy dudable que Juan
haya tenido eso en mente.
La expresión Ocho días después (v. 26) se calcula a
partir de la quinta aparición en el
primer día de la resurrección, o sea, el domingo siguiente.
Aparentemente estaban en el mismo
aposento alto y habían cerrado las puertas con llave por temor de los judíos
(ver v. 19). Un dato muy importante es que Tomás estaba con ellos esta vez. Se
repite la descripción de la entrada de Jesús y la salutación, excepto que en el relato del
domingo anterior el verbo entró estaba en aoristo y aquí está en el tiempo
presente descriptivo y debe traducirse “Jesús entra…”.
Algunos opinan que Jesús deliberadamente
esperó hasta el domingo siguiente con el fin de establecer ese día como el
nuevo “sábado”, es decir, el día
señalado para el culto semanal en que celebraban la resurrección de su Señor.
Plummer dice que no es
claro por qué los discípulos aún no habían iniciado el viaje a Galilea de
acuerdo con el mandato de Jesús (ver Mt. 28:7; Mr. 16:7).
Jesús no se había hecho visible durante
la semana que transcurrió entre la última aparición y ésta, pero había sido un
oyente invisible de las demandas de Tomás (v. 25). En esta ocasión, parece que
descuidó a los otros discípulos y se concentró sólo en Tomás como que este
fuera el único propósito de su visita. Jesús lo desafía a cumplir con lo que
había exigido.
Plummer
comenta
que la reproducción de las mismas palabras de Tomás por Jesús sirve para
enfatizar lo grosero de sus demandas. Varios comentaristas observan que la
oferta de Jesús parece contradecir la prohibición a María Magdalena de no
tocarle (v. 17). En ambos casos Jesús atendió la necesidad del momento.
Hull
comenta
que en esa aparición, él tuvo que enseñar a María que la realidad de su persona
no era sólo física, pero en esta ocasión tuvo que enseñar a Tomás que la
realidad de Jesús no era sólo espiritual. En estos dos extremos, el evangelio
es protegido del historicismo, por un lado, y del gnosticismo, por el otro. La
fe cristiana no puede basarse enteramente en lo tangible, ni en lo intangible,
sino en un sano equilibrio entre los dos.
El mandato de Jesús, no seas incrédulo
sino creyente, traduce un imperativo en el tiempo presente, el cual enfatiza la
cesación de una cosa y el comienzo de otra:
“No continúes siendo incrédulo, sino (al contrario,
continúa siendo) creyente”. La conjunción adversativa sino es
enfática. El término traducido incrédulo o “no creyente” (apistos G571) es
igual que creyente (pistos G4103), excepto que el primero
tiene lo que se llama una “alfa-privativa”
que priva el sentido de la palabra; por ejemplo ateo, “sin Dios” o “el que no cree
en Dios”.
Beasley-Murray cita varias
tradiciones que presentan a Pedro, y a los demás, tocando las manos y el
costado de Jesús. Sin embargo, el mismo autor resta valor a esas tradiciones y
opina que Tomás fue convencido de la realidad de la resurrección por la vista,
como los otros discípulos, sin haberle tocado. Si hubiera llegado a convencerse
hasta tocar a Jesús, seguramente Juan lo hubiera comentado.
Literalmente la
exclamación del v. 28 es: “¡El Señor de mí y el Dios de mí!”.
Nótese: el doble uso del pronombre personal
posesivo “de mí” o “mío”, con el cual Tomás expresa una relación
personal de fe. La descripción revela a uno quebrantado por la vista del
glorioso Señor con las marcas claramente visibles de su sufrimiento y muerte.
· Los nombres propios de la Deidad que ÉL usa (Mt.22:42-45; Jn.8:58);
· Los Atributos
de la Deidad que Él reclama (santidad, Jn.8:46; Omnipotencia y Omnipresencia, Mt.28:21); Omnisciencia,
Jn.11:11-14);
· Las cosas que Él aseguró poder hacer, que sólo Dios las puede hacer (perdonar
pecados, Mt.2:5-7; Resucitar a los muertos, Jn.5:28-30; 11:43; Juzgar a todos
los hombres, Jn.5:22, 27).
¡Notable
es el hecho de que el que había dudado y que había rechazado el testimonio de
sus compañeros es el mismo que ahora declara más explícitamente que cualquier
otro la completa divinidad de Jesús! Esta confesión surge de la profundidad
de su alma, mientras que probablemente Tomás caía de rodillas, o se postraba, a
los pies de su Señor. Tomás fue más allá de la creencia en la resurrección de
Jesús, se somete a él como su Señor absoluto y lo reconoce como Dios mismo.
Hemos notado muchas veces en el
ministerio que la persona más cerrada al evangelio, cuando se convierte, llega
a ser el creyente más ferviente. El ejemplo más notable de esta verdad es el
testimonio del apóstol Pablo.
Hovey cita a Godet quien comentó que “el último
llega a ser por el momento el primero, y la fe de los apóstoles, según la
profesión de Tomás, llega finalmente a la cumbre de la verdad divina expresada
en el prólogo”. Es el primero en reconocer explícitamente que Jesús
es Dios y es, a la vez, el último que confiesa su fe en Jesús en este
Evangelio. Es importante notar que Jesús recibe este reconocimiento de él como
Dios.
La respuesta de Jesús en el v. 29 es
otra evidencia de que Tomás no extendió su dedo y manos para tocarle. La RVA.,
sigue la puntuación del texto griego de las Sociedades Bíblicas Unidas,
marcando la primera cláusula de la respuesta como una pregunta. Las
traducciones están divididas sobre esta cláusula, algunas la traducen como una
declaración (NVI), otras como una pregunta (RVA).
Plummer
dice
que es mitad pregunta y mitad exclamación (ver 1:51; 16:31), Brown supone que es una declaración.
Algunos opinan que si fuera una pregunta, indicaría una suave reprensión.
Sin embargo, Hovey opina que el significado es esencialmente el mismo si es una
declaración, una exclamación, o una interrogación. El verbo has creído,
estando en el tiempo perfecto, indica una acción que se realizó en el pasado
cuyos resultados continúan en el presente.
La bienaventuranza que Jesús pronunció
no es comparativa en sí, es decir, él no dice que “más” bienaventurados son los
que creen sin ver, aunque esto podría ser implicado. Él aceptó y aprobó la fe
por la vista de Tomás como verdadera, pero omite decir que es bienaventurado.
Tomás tuvo la oportunidad de creer en la
resurrección basado en el testimonio de sus compañeros, sin evidencia visual, y
no la aprovechó. Aparentemente, Jesús estaba mirando hacia adelante cuando sus
futuros discípulos tendrían que creer sin poder ver y se adelanta para
pronunciar una bendición sobre ellos.
Culpepper observa que a
través del Evangelio, Juan ha analizado la relación entre el ver y el creer,
presentando una serie de señales, pero animando a los lectores a una fe que no
se basa en señales. Tomás sirve como ejemplo para los lectores que podrían
demandar señales, pero Jesús busca y se complace en un nivel de fe que es
superior.
Westcott acota que la
última y más grande de las bienaventuranzas es el tesoro persistente de la
iglesia posterior.
II. EL PROPÓSITO DEL EVANGELIO Juan 20:30, 31:
Este párrafo tiene toda la apariencia de
una conclusión del Evangelio y también expresa el propósito que el autor tuvo
en escribirlo. Por esta razón, muchos comentaristas opinan que el texto
original termina aquí. Parece que el propósito del Evangelio se ha logrado.
Jesús se había aparecido a todos los discípulos, les había comisionado y les
había dado simbólicamente el Espíritu Santo, Tomás había pronunciado la
confesión más elevada y Jesús había pronunciado una bendición especial sobre
los que creerían en él, sin verlo. Por esto, se piensa que el cap. 21 fue
agregado más adelante por el mismo autor.
La expresión Por cierto o “ciertamente”,
según Mateos-Barreto, traduce dos
partículas griegas que tienen la idea de “por consiguiente”, “por
lo tanto” o “entonces”, lo cual enfatiza la conclusión de
lo que antecede, en vez de lo que sigue. Juan mira hacia atrás y afirma que
Jesús hizo muchas otras señales, refiriéndose a todos los milagros que había
realizado durante su ministerio terrenal, no sólo a las apariciones después de
la resurrección.
Luego
afirma dos cosas acerca de todas esas señales:
· No fueron hechas
en secreto, sino en presencia de sus discípulos, y
· muchas no fueron
registradas en este Evangelio (ver 21:25).
Juan insinúa que había escogido de entre
todas las señales de Jesús las que más claramente apuntaban a él como el Hijo
de Dios.
Entonces, es un Evangelio selectivo con
un propósito definido.
El verbo traducido han sido escritas (v. 31) está en el tiempo perfecto,
enfatizando el valor permanente del Evangelio (ver 19:22). En este versículo el
autor expresa en forma clara y concisa el propósito del Evangelio. La
conjunción de propósito, para que (jina G2443), usada tan frecuentemente
en este Evangelio, introduce el propósito. El verbo traducido creáis
es un subjuntivo en el tiempo aoristo en la mayoría de los mss., pero en el
tiempo presente en otros. Si se toma como aoristo, enfatizaría el comienzo de
la fe, pero si se toma como presente, enfatizaría la continuación y afirmación
de la fe ya existente. El Evangelio cumple ambos propósitos: anima
la fe inicial de salvación, y fortalece y aumenta la fe de los que ya son
creyentes.
Por otro lado, Beasley-Murray advierte del peligro de interpretar con demasiado
rigor el significado del tiempo de los verbos.
Nótese: que el propósito no es de crear fe como
el objeto final, sino de convencer a los hombres de la naturaleza verdadera de
Jesús. No es un mero hombre, ni tampoco sólo un buen hombre, sino que es el
Cristo, el Mesías de Dios, prometido largamente a través del AT., el enviado
personal de Dios con una misión especial y encarnado en la persona de Jesús.
Pero tampoco termina allí, sino que el Evangelio tiene el propósito de
convencer a los hombres que ese Mesías es divino, es el Hijo de Dios, y es Dios
mismo, tal cual confesó Tomás. Como en las palabras de Tomás, ese
convencimiento debe llevar a una confianza y compromiso con Cristo como “su Señor y su
Dios”.
El segundo propósito, o mejor dicho, la
finalidad última del Evangelio y el resultado benéfico de creer se expresa en
la cláusula para que creyendo tengáis vida en su nombre. Este libro
frecuentemente se llama “El Evangelio de vida”. El término vida se
refiere a la plenitud de vida espiritual o “vida eterna” que sólo se logra en su nombre
(ver 1:4; 3:15; 10:10).
El
verbo traducido tengáis es un subjuntivo en el tiempo presente. Una vez que uno
cree en Cristo como el Hijo de Dios:
v Primera,
recibirá la vida, y
v Segunda, seguirá
teniendo vida para siempre.
Concluyo:
Entonces el Evangelio de Juan tiene un
propósito decididamente evangelístico
y misionero. Está en perfecto acuerdo
con el propósito para el cual Jesús vino al mundo. En esta forma y en el último
versículo, Juan une magistralmente los dos temas dominantes en el Evangelio: “creer” y “vida”.
Podríamos culminar con los dichos del
apóstol Pablo: “y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en
vuestros pecados”.
(1 Cor. 15:17).
Vv.13-19: Si la Resurrección corporal de
Cristo es falsa, entonces el mensaje del evangelio es una mentira (v.15), la fe
cristiana se queda sin un contenido que significa algo (v.17), y los cristianos
se quedan sin esperanza en su perspectiva para el futuro (vv.18-19).
__________________
[1]
sinóptico, ca. (Del lat. synoptĭcus, y
este del gr. συνοπτικός). adj. Que tiene forma o caracteres de sinopsis*. Tabla
sinóptica. || 2. m. Cada uno de los Evangelios sinópticos. □ V. cuadro ~,
Evangelios. *Sinopsis. (Del lat.
synopsis, y este del gr. σύνοψις; de σύν, con, y ὄψις, vista). f. Disposición
gráfica que muestra o representa cosas relacionadas entre sí, facilitando su
visión conjunta. || 2. Exposición general de una materia o asunto, presentados
en sus líneas esenciales. || 3. Sumario o resumen. Microsoft® Encarta® 2009.
- e-Sword-the.LEDD.
- Biblia de Estudio RYRIE.
- Por: Carlos Ramírez Jiménez. 04-/04//2015.
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