Parte II:
NO TEMAS:
(Jr. 1:8)
Por: Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
La famosa
extensión de agua de Galilea se llama de tres maneras: Mar de Galilea,
Mar de Tiberíades y Lago de Genesaret. Tiene unos veinte metros de largo por
trece de ancho. Está situado en una depresión de la superficie de la Tierra a
210 metros bajo el nivel del mar, lo que le da un clima casi tropical. En los
días de Jesús tenía nueve poblaciones agrupadas en sus orillas, ninguna de
menos de 15,000 habitantes.
Genesaret es realmente el nombre de la
hermosa llanura que está al Oeste del lago, y que es muy fértil. A los judíos
les encantaba jugar con las etimologías, y le atribuían tres diferentes a
Genesaret que destacaban su hermosura:
(a) De kinnor, que
quiere decir arpa, ya fuera porque «sus frutos son tan dulces como el sonido del arpa»,
o porque "la
voz de sus ondas es tan agradable como la voz del arpa».
(b) De gan, jardín,
y sar, príncipe; de ahí, «el príncipe de
los jardines».
(c) De gan, jardín,
y asher, riquezas; de ahí, "El
jardín de las riquezas».
Aquí nos
encontramos con un cambio decisivo en la carrera de Jesús. La última vez
que le encontramos predicando estaba en una sinagoga, y ahora se encuentra a la
orilla del lago. Es verdad que volveremos a encontrarle en la sinagoga; pero se
acerca la hora en que se le cerrará esa puerta, y su iglesia es ahora la costa
o el camino abierto, y su púlpito, una barca. Irá adonde haya gente dispuesta a
escucharle.
John Wesley
decía: "Los que formaron nuestras
congregaciones eran los que iban vagando por las montañas oscuras, que no
pertenecían a ninguna iglesia cristiana; pero despertaron a la predicación de
los metodistas, que los habían seguido por los descampados de este mundo hasta
los caminos y los vallados, los mercados y las ferias, los cerros y los valles;
que habían puesto el estandarte de la Cruz en las avenidas y en los callejones
de las ciudades, en las aldeas, en los pajares y en las cocinas de las granjas,
etc.; y todo esto hecho de tal manera y hasta tal punto como no se había hecho
nunca desde los tiempos de los apóstoles».
«Me
gusta un salón amplio -dice en otro lugar-, con un buen cojín y un púlpito
majo; pero la predicación en los campos salva almas». Cuando se le
cerraba la sinagoga, Jesús salió a los caminos abiertos.
En esta historia encontramos lo que
podríamos llamar una lista de condiciones para un milagro:
(a)
El ojo que ve.
No hay por qué creer que Jesús creó un banco de peces en aquella ocasión. En el
Mar de Galilea había bancos fenomenales que ponían el agua como si estuviera
hirviendo en grandes extensiones. Lo más probable es que la aguda vista de
Jesús percibiera aquel banco de peces, y ahí estuvo el milagro. Necesitamos
ojos que vean de veras. Mucha gente ha visto salir vapor por la tapadera de la
cafetera, pero fue a James Watt al que se le ocurrió que se podía aplicar para
hacer una máquina de vapor. Mucha anta ha visto caer una manzana; pero sólo a
Newton le sugirió aquello la ley de la gravedad. La Tierra está llena de
milagros que esperan unos ojos que los vean.
(b)
El espíritu dispuesto a hacer un esfuerzo. Puesto que Jesús lo decía, Pedro
estaba dispuesto a probar otra vez, aunque estaba muy cansado. El desastre de
muchas vidas es que se rinden antes del último esfuerzo que podría cambiar las
cosas.
(c) El espíritu dispuesto a probar lo que parece
inútil. La noche, que era el tiempo de la pesca, había pasado. Todas las
circunstancias estaban en contra; pero Pedro dijo: "¡Sean las circunstancias las que sean, si Tú lo dices estoy dispuesto a probar otra vez!».
Muchas veces no hacemos nada porque nos
parece que no es el tiempo oportuno. Pero, si esperamos a que las
circunstancias sean ideales, jamás empezaremos nada: Si queremos un milagro, tenemos que
fiarnos de la palabra de Jesús cuando nos dice que probemos lo imposible.
1.6. Pablo: Hechos 27:24:
“diciendo: Pablo, no temas; es necesario que comparezcas ante
César; y he aquí, Dios te ha concedido todos los que navegan contigo”.
1) Tened Buen Ánimo
(vv. 21-26).
Durante los difíciles días de la
tormenta pasaron muchos días sin comer (v. 21). La situación desesperada,
agravada quizá por el mareo, hacía que los viajeros no quisieran tomar ya
ningún alimento; entregados a la desesperación, sólo aguardaban el momento en
que el barco se fuera a pique. De repente, cuando habían perdido todas las
esperanzas, sucedió algo sorprendente, porque está claro que Pablo tomó el
mando.
El prisionero se convirtió en capitán,
debido a que era el único hombre que todavía tenía valor. Pablo les recordó a
sus compañeros de sufrimiento que debieron haber escuchado su consejo tocante a
su oposición de salir de Creta. Si ellos se hubieran quedado en Buenos Puertos
como se les aconsejó se habrían salvado de este daño y pérdida (v. 21b).
Cuando habían perdido todas las
esperanzas, Pablo se paró para darles consuelo: Pero ahora os insto a tener buen ánimo (v. 22), pues el Señor le
había prometido en una visión que aunque el barco se perdería, no se perdería
ninguna vida de los que se encontraban a bordo (276 personas, v. 37).
La autoridad de su profecía estaba
basada en las palabras que había recibido de Dios, de quien soy y a quien sirvo
(v. 23), a través de un ángel. Sobre la base de esta revelación divina Pablo exhorta
una vez más a sus oyentes: Tened buen ánimo, porque yo confío en Dios... (v.
25). El Dios de Pablo era capaz de resguardar sus vidas para que se pudiera
llevar a cabo su voluntad, ahora que había determinado que Pablo comparecería
ante el César.
A catorce noches de haber zarpado de
Buenos Puertos, atravesando el mar Adriático a la deriva, el barco continuaba a
merced del temporal. A la media noche los marineros oían el romper de las olas
en alguna costa distante; bajaron las anclas para disminuir la velocidad del
barco que podía chocar contra rocas que no se podían ver. Fue entonces otra vez
cuando Pablo tomó el mando. Los marineros quisieron escaparse en un pequeño
bote que hubiera sido inútil para 276 personas; pero Pablo frustró el plan.
Él se dio cuenta de las maniobras
engañosas de los marineros y les dijo al centurión y a los soldados que todos
se perderían a menos que la tripulación permaneciera en la nave (v. 31). Y en
esta ocasión el centurión se daba cuenta de que debía escuchar a Pablo. De modo
que los soldados cortaron las amarras del pequeño bote para que cayera al mar.
De aquí en adelante todos los de la tripulación y los pasajeros estarían juntos
en lo que habría de suceder.
Anécdota: Remedio
Para El Temor:
En el año 1,735 Juan
Wesley viajó desde Inglaterra a Colonia de Georgia en las Américas. En medio del Atlántico el buque encontró una
tempestad que puso en peligro la vida de los tripulantes y de los
pasajeros.
Juan Wesley se encerró en
su cuarto; pero allí pudo oír el canto de un grupo de moravos que, no teniendo
recursos que quedarse en la cubierta y sufrir la furia de la tempestad.
Después el señor Wesley
preguntó a uno de los moravos cómo ellos y sus niños podían cantar en
circunstancias tan terribles. El moravo
le contestó con una pregunta: “Señor Wesley,
¿conoce usted a Jesucristo? Para el creyente
Jesús echa fuera el temor”.
Concluyo:
El Temor De Dios, Bíblicamente:
• El temor de Dios trae confianza y seguridad a los que andan en
integridad (Prov. 14:26-27).
• El temor de Dios es aborrecer el mal (Prov. 8:13).
• El temor de Dios es sabiduría (Job 28:28; Salm. 111:10; Prov. 1:7;
9:10).
El temor de Dios es una actitud de reverencia y respeto hacia Dios, que
pasa progresivamente por las siguientes etapas:
• Una conciencia de que Dios es el dueño de nuestras almas, y tiene
el poder de otorgarnos la salvación eterna o condenarnos a la destrucción.
Aunque la motivación que genera este temor es completamente egoísta, es
preferible a no tener ningún temor de Dios.
• Una conciencia de que Dios está permanentemente mirando todo lo
que pensamos, decimos y hacemos, y que Él tiene el poder para premiarnos o
castigarnos de acuerdo a nuestra conducta; lo cual nos debería motivar a ser
cuidadosos y apartarnos del mal.
• Un deseo consciente y permanente de agradar a Dios en todo lo que
hacemos y no ofender Su santidad.
• Un reconocimiento humilde de que Él es Dios y nosotros somos Sus
criaturas, y por lo tanto, Él es digno de ser temido y reverenciado.
___________
Nota
y Bibliografía:
[1] yare = (יָרִֵא, H3372),
«temer,
temor reverente, temor». Este verbo se encuentra en ugarítico y
hebreo (bíblico y pos-bíblico). Hay alrededor de 330 casos durante todos los
períodos del Antiguo Testamento.
Básicamente, el
verbo connota la reacción sicológica que llamamos «temor». Yare puede indicar temor de algo o de alguien. Jacob oró: «Líbrame ahora de la mano de mi hermano,
de la mano de Esaú, porque le temo; no venga acaso, y me hiera la madre con los
hijos» (Gn.32:11).
Cuando se usa
con relación a una persona de alto rango, yare connota «temor reverente». Es más que simple temor; es la actitud con que
una persona reconoce el poder y la condición de la persona a la que se
reverencia y se le rinde el debido respeto. Con este significado, la palabra
puede implicar sumisión en una debida relación ética con Dios. El ángel del
Señor dijo a Abraham: «Ya conozco que
temes a Dios, pues que no me rehusaste tu hijo, tu único» (Gn.22:12). El
verbo puede usarse absolutamente con el fin de hacer referencia a los atributos
celestiales y santos de alguna persona u objeto: «¡Cuán terrible es este lugar! No es otra cosa que casa de Dios y
puerta del cielo» (Gn.28:17). El pueblo que se liberó de Egipto vio el gran
poder de Dios, «temió a Jehová, y
creyeron a Jehová y a Moisés su siervo» (Ex.14:31). Encontramos aquí más
que un temor sicológico. El pueblo demostró además la debida «reverencia» hacia Dios, con temor
hacia él y su siervo, como lo demuestra el cántico que entonaron (éxodo 15).
Después de experimentar los truenos y relámpagos, el sonido de la trompeta y un
monte humeante, los israelitas se «atemorizaron»
y retrocedieron; entonces Moisés les dijo que no tuvieran temor: «No temáis, porque Dios ha venido para
probaros, a fin de que su temor esté delante de vosotros para que no pequéis»
(Ex.20:20 rva). En este pasaje, yare quiere decir «temor» o «pavor» del
Señor. Este mismo sentido se encuentra en los pasajes en que Dios dice «no temáis» (Gn.15:1). (VINE)
Yare puede
usarse absolutamente (sin complemento directo), con el significado de «sentir temor». Adán dijo a Dios: «Tuve miedo, porque estaba desnudo»
(Gn.3:10: primer caso del vocablo). También se puede sentir «temor» de alguna situación, como
cuando Lot «tuvo miedo de quedarse en
Zoar» (Gn.19:30).
……….0000………
¿Qué Es El
Temor?
También
se encuentra en: Sinónimos.
Temor
s. m.
1.
Sentimiento
de inquietud y angustia que mueve a rechazar o a tratar de evitar las cosas que
se consideran peligrosas, arriesgadas o capaces de hacer daño. Miedo.
2. Creencia o
sospecha de que va a pasar o que ha pasado algo malo o desagradable: cuando
supe que había tenido un accidente, se confirmó mi temor.
Diccionario Manual de la Lengua Española
Vox. © 2007 Larousse Editorial, S.L.
Temor.
m.
Pasión del ánimo que incita a rehusar las cosas que se consideran dañosas o
arriesgadas.
Presunción,
recelo, esp. de un daño futuro.
Diccionario
Enciclopédico Vox 1. © 2009 Larousse Editorial, S.L.
Temor
(te'moɾ).
Sustantivo
masculino.
1.
miedo
que experimenta una persona ante algo considerado negativo o perjudicial El
estado económico de la empresa causaba temor a sus empleados.
2. sospecha de que
algo pueda ser perjudicial o tener efectos negativos No dijo la verdad por
temor a que lo reprendieran.
- e-Sword-the.
LEDD.
- MATTHEW,
Henry. Comentario. Edit. Clie.
- Pastor:
Carlos Ramírez Jiménez. 18//06//2016.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario