Parte II:
HOMBRES QUE DESEARON LA MUERTE:
(Jonás 4:3; Números 11:15); 1 Reyes 19:4;...).
Por: Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
Lección 3
ELÍAS:
(1 Reyes 19:1-21)
“Y
él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un
enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no
soy yo mejor que mis padres”.
I.
ELÍAS Y SUS VICTORIA Y DEPRESÍO:
1) Elías Ante
Jehová En Horeb 19:1-18.
Vv. 1, 2. Acab informó a Jezabel... Acab
es todavía el rey de Israel. Será así, pero parece como si fuera otra cosa, ya
que lo primero que hace Acab es informar a Jezabel de lo acontecido en el monte
Carmelo.
La construcción
gramatical del heb. Indica que Acab no dejó fuera ninguno de los detalles en el
informe. Dado el carácter de la esposa de Acab, no es difícil saber quién era
el verdadero poder detrás del trono. !Así
me hagan los dioses y aun me añadan...! Jezabel, en su furia como la
sacerdotisa de Baal, comunica a Elías por medio de un mensajero que él podría morir
degollado al día siguiente. Llama la atención que a ella le interesaba poco que
la sequía hubiera terminado; lo único que pasaba por su mente era el desquite.
No es sorprendente que una falsa fe produce un falso vivir.
Walsh opina que la amenaza de Jezabel a Elías
no hay que tomarla lit.; asevera que si Jezabel hubiera querido la muerte
del profeta, no se la hubiera anunciado de antemano. Más bien, sugiere dicho
estudioso que lo deseado por Jezabel era que Elías se ausentara del país; tenga
Walsh razón o no, lo comprobado es
que Elías tuvo miedo y huyó del alcance de la reina.
Vv.
3. Así llegó a Beerseba... Tal era su susto que el profeta de Jehová no tan
solo abandona el territorio de Israel (reino del norte) sino que se esconde en
lo más remoto de Judá (reino del sur). Al igual que Jonás huyó de Israel para
escaparse de sus responsabilidades ante Jehová, así Elías abandona el
territorio nacional para escaparse de la furia de Jezabel.
Vv.
4-8. Se fue un día de camino por el desierto... Habiendo dejado
a su siervo en la aldea de Beerseba, sigue camino para adentrarse en el
desierto del Néguev. Buscaba distanciarse lo más posible de la influencia de la
reina. Probablemente deja a su siervo para no comprometerlo y exponerlo a
tortura; si el siervo no sabía adónde iba, no podría divulgar su escondite.
!Basta ya, oh Jehová! !Quítame la vida*!... Reconociendo que era buscado por todas las fuerzas del poder
ejecutivo de Israel, Elías empieza a dudar de sus propias esperanzas. Elías
sabe muy bien que Jezabel es capaz de cumplir su amenaza. Atemorizado, pierde
la fe y el valor; se pone al borde de la desesperación y de la depresión.
*H4191
מוּת
= mut: raíz primaria; morir (lit. o
fig.); caus. matar:- cadáver, consumir, difunto, fallecer, finado, hacer
matar, hacer morir, matar, morir, mortal, mortuorio, muerte, muerto, perecer.
(Strong).
Elías dependía
tanto de Dios que quería morir.
Aunque nosotros no
sabemos, Dios sabe qué designio tiene para nosotros, qué servicios, qué
pruebas, y Él se encargará de darnos gracia suficiente.
En esta crisis pierde el deseo de vivir. Es como si dijera: "Señor, me siento solo. ¿Para qué seguir
luchando? Todo es inútil". ¡Cuánto
se parece a Pedro quien, después de cortarle la oreja a Malco para defender a
su Maestro, lo niega ante una mujer!
Se recostó debajo de un arbusto... Y he aquí, un
ángel le tocó... Pero Dios no
abandona a su siervo. Lo sostiene en su necesidad física y le infunde aliento
para seguir adelante.
Se levantó, comió y bebió... hasta Horeb, el monte
de Dios.
Y el humano Elías recobra tanta fuerza con aquel pan milagroso, que puede
caminar por 40 días como unos 500 kms., hasta llegar a una cueva. Se cree que
en esta misma se escondió Moisés una vez (Ex.33:22).
Vv.
9-18. ¿Qué haces aquí, Elías? En una cueva en Horeb Dios habla con Elías. No se le escape al lector que en el mismo monte
Dios había hablado con Moisés. El ambiente en la cueva no sería el mismo que
Elías había experimentado en el monte Carmelo. Ahora el mismo profeta se siente
derrotado, luego de haber enfrentado con victoria a los 450 profetas de Baal.
Permite que las circunstancias le afecten negativamente de tal manera que cree
que todo está perdido. Le parece que la causa de Jehová peligra por la
apostasía de su pueblo. Para colmo, aun su propia vida peligra a manos de
Jezabel.
Sal afuera y ponte de pie en el monte, delante de
Jehová... Dios
no permite que su profeta permanezca en el escondite; ordena que se ubique en
el lugar de la revelación (como Moisés). Es
como si Dios le dijera: “Te has salido
del ministerio que te entregué. Recuerda que todavía sigues siendo mi profeta.
No has terminado tu carrera”. Elías se excusa ante Dios, pero el Soberano
no entra en discusiones con su siervo.
Viento... terremoto... fuego... Entonces, Dios
le da a Elías una demostración visible de su poder. En el AT., Dios se
manifiesta por el viento, el fuego y los terremotos (Ex.19:18; Job 18:7-13; 2
Sam.5:24; Job 38:1; Ez.1:4). Dios puede manifestar su gloria en diferentes
formas. El usa los elementos de la naturaleza para mostrar su presencia y
poder. Lo hace en forma ruidosa e impetuosa, pero también por medio de un
sonido apacible y delicado (v. 12).
Elías necesitaba
aprender que “después
de la tormenta viene la calma”. Que
la paciencia y la confianza son también necesarias para servir y llevar
adelante los propósitos y la obra de Dios.
Nótese: que después de esta lección, Elías siente
tanto temor de la presencia de Dios que, impresionado por esta escena, se cubre
el rostro (Ex.3:6).
A pesar de toda
la manifestación de Dios, Elías aún no se compone. Ante la insistente pregunta
de Dios: ¿Qué haces aquí, Elías? (v.
13), el profeta repite su ya acostumbrado gemido. Llama la atención cuántas
veces Elías se centra en sí mismo. Jehová insiste en que Elías no debe estar
lejos de Israel, fuera del lugar de su ministerio.
Walsh comenta lo siguiente respecto a la pregunta de
Dios:
“La respuesta de
Elías a la pregunta es idéntica a su discurso en el v. 10, pero, al igual que
en la pregunta repetida de Jehová, ciertos eventos dan al discurso una nueva
dimensión de significado. En el v. 10 Elías emplea una aparente amenaza de
renuncia para obligar a Jehová a que intervenga a favor del profeta. Después,
Jehová llama de nuevo a Elías a su servicio, y le concede una impresionante
teofanía[1], pero
esto no basta para el profeta terco. Se niega a estar ‘delante de Jehová’,
insiste en su propio aislamiento, y sigue evitando llamarse ‘profeta’. La
repetición textual de su discurso anterior demuestra que ni los mandatos
divinos, ni la majestuosa y misteriosa autor revelación de Dios lo afectan con
respecto a sus propósitos”.
Ve, regresa por tu camino, por el desierto, a
Damasco...
Elías había intentado huir no tan solo del peligro; huía también de sus
responsabilidades como profeta. Con la misma insistencia, Dios no permite que
su profeta abdique a su ministerio. Al profeta que buscaba la seguridad en la
huida, ahora Dios lo comisiona a una nueva misión. Por cierto, no va a ser una
misión carente de peligro, pero ya el énfasis va a ser distinto. No se centrará
en la seguridad del profeta sino en los propósitos de Jehová.
Ungirás a Hazael... a Jehú... a Eliseo. Esta comisión
la cumplirá Elías solo en el caso de Eliseo, su sucesor. El mandato a que se
inmiscuya en la política de Aram o Siria no se espera. Lo normal era que los
profetas centrasen sus labores dentro de Israel. En el caso de Elías, no
obstante, había precedentes en que Jehová ya había demostrado su poder mediante
el profeta en territorio de los sidonios. Lo había hecho por medio de la
sequía, el sustento del profeta por la viuda y la protección del profeta contra
Jezabel. Con el tiempo, sería Eliseo mismo quien cumpliría el resto de la
comisión dada a Elías (2 R.8:7-15; 9:1-13).
Pero yo he hecho
que queden en Israel 7,000... La repetida aseveración de que solo Elías había
permanecido fiel al pacto y todos los demás eran apóstatas es desmentida aquí
por Dios mismo. Implícita en la frase está la idea de que si Elías insiste en
renunciar a su oficio como profeta, Jehová tiene muchos a su disposición para
reemplazarlo. Usualmente en la literatura hebrea, el número siete (en este caso
7,000) es más simbólico que cuantificador. Simplemente quiere decir que hay “muchos” que no se han apostatado de la
fe en Israel.
Aprendamos Ahora Algunas Lecciones Importantes:
(1) Es posible, a veces, que sintamos que
nuestra tarea no lleva frutos. Trabajamos, pero no se ven de una vez los
resultados, entonces hay que tener paciencia.
(2) Hay que seguir adelante. A veces
podremos comenzar, pero otros terminarán la tarea en un tiempo corto o lejano.
A veces, a los siervos de Dios se les toma en cuenta no tanto por lo que
hicieron, sino por lo que anunciaron (Jr.1:10).
(3) Nunca debemos pensar que somos los únicos
fieles. La obra es de Dios, y él nunca está en situación desesperada,
aunque huyamos del campo de batalla.
(4) El Espíritu
Santo no necesita de manifestaciones ruidosas para hacer su obra. A veces, Dios
habla a y por nuestra conciencia por medio del sonido apacible.
(5) Contestemos ahora a estas preguntas:
¿Se arrepintió el mundo por el diluvio? ¿Cuántos se salvaron en Sodoma y
Gomorra? Vendrán terremotos, tempestades y sequías, pero siempre habrá
corazones tan duros como el de Jezabel.
(6) “No con
ejército ni con fuerza, sino con el Espíritu...” (Zc.4:6). “Conoce el Señor a los que son suyos” (2 Tim.2:19).
(7) Los grandes siervos de Dios tienen su “arbusto de
retama”. Después de una gran
victoria, puede venir la tentación del desaliento. Y trataremos de convertirnos
en víctimas para causarle lástima hasta de Dios.
(8) Es recomendable
no descansar en los triunfos pasados.
___________
[1] Teofanía del griego antiguo Θεοφάνεια:
· theos
-"dios"-,
y
· faino- "manifestación",
"aparición".
Es la
manifestación local de una deidad a seres humanos; como pueden ser las
apariciones visibles. Posiblemente la primera referencia escrita de una
teofanía sea la Epopeya de Gilgamesh;[1] y son comunes en la literatura
clásica, como la Ilíada.
La mayor parte
de las teofanías se describen como experiencias terribles, que llenan a sus
testigos de un sentimiento de miedo; pues la presencia física de la divinidad
suele entenderse como incompatible con la vida de los mortales. Así le ocurre a
Arjuna cuando presencia la teofanía de Krishna; o a Semele, que llega a morir a
causa de la teofanía de Zeus, obligado a presentarse ante ella en forma mortal.
En la tradición judeocristiana, ninguno puede en realidad ver el rostro de Dios[2] y vivir[3].
2.2. Teofanías inter-testamentales.
Algunas
tradiciones judías inter-testamentales personifican esta expresión de Dios como
un ángel especial que tiene la tarea de representar a Dios ante los hombres.
Este ángel es llamado el Ángel del Rostro, el Ángel de la Presencia o Metatron,
o en hebreo anan o mal'ak, y se dice que tiene el máximo lugar en el Cielo,
junto a Dios, y que intercede por Israel.
De acuerdo al
filósofo judío Filón de Alejandría (siglo I -su obra es anterior por muy poco
al Nuevo Testamento-), Dios es puramente trascendente, así que sus
interacciones con el mundo material se dan a través de una expresión de sí
mismo: su
Logos o palabra. Es a través de
esta Palabra que, en Génesis 1, Dios crea el mundo.
Lección 4
Job:
(Job 3:1—26)
“¿Por
qué se da luz al trabajado, Y vida a
los de ánimo amargado, Que esperan la
muerte, y ella no llega, Aunque la buscan más que tesoros”.
I. CONGOJA DE JOB SOBRE LA MUERTE:
1. 3:1-26 Primer
Discurso De Job En El Que Expresa Su Dolor
Con este
monólogo de Job nos encontramos de pronto lanzados de la grandeza épica y lo
premeditado del prólogo (caps. 1, 2) a la dramática desesperación de la poesía
(Job 3:1—42:6); de las descripciones externas del sufrimiento a la experiencia
interior de Job:
·
En
el discurso se nota un movimiento desde el pasado (3-10) hacia el futuro
(20-26), y
·
de
la experiencia del hombre Job (3-19) proyectándose hacia afuera para abarcar la
experiencia de la humanidad en general (20-22).
En este discurso
no hay mención alguna al significado del sufrimiento, ni pregunta sobre si es
merecido o no, ni cavilaciones sobre su origen. Job no se adjudica la culpa, ni
culpa a Dios. Eso vendrá más adelante, pero aquí tenemos sencillamente al
hombre Job en la violencia de su dolor.
2. 3:3-10:
Maldice El Día En Que Fue Concebido y En Que Nació.
Una maldición
por lo general va dirigida al futuro, pero tal es la desesperación de Job que
expresa su maldición hacia el pasado. Es, sin dudas una maldición completamente
inútil, porque el pasado no puede ser cambiado.
“Perezca*
el día en que yo nací, Y la noche en que
se dijo: Varón es concebido”.
(Job 3:3)
*H6
אָבַד = abad: raíz primaria; propiamente a
descarriarse, es decir, perderse; por implicación perecer (causativo
destruir):- acabar,
alejar, arruinar, corromper, derribar, desaparecer, desbaratar, desfallecer,
deshacer, destrucción, destruir, desvanecer, esparcir, exterminar, faltar,
fenecer, hacer perecer, huida, infortunio, morir, perder, perdido, perecer,
privar, raer. (Strong)
NOTA: Con una
maldición (vv. 3-13) y un lamento (vv. 14-26), Job derrama un torrente de dolor
y amargura, y se considera a sí mismo una víctima de la ira de Dios. Ansía
descansar. No maldice a Dios, como Satanás quiso que hiciera, pero sí maldice
la hora en que él mismo fue concebido y nació. Este exabrupto puede
ser considerado una forma de apelar a la compasión y la simpatía de sus amigos.
Desea que el día
de su nacimiento y concepción (considerado poéticamente como un solo evento)
pudiera ser borrado (4-6a) de manera que ni hubiera aparecido en el calendario
del año (6b, c); desea que los hechiceros que ponen una maldición sobre los
días pudieran haberlo convertido en uno de los días de mala suerte, en que a
sus padres les hubiera resultado imposible concebirlo o que su madre lo diera a
luz (8a, 10a). 8 Ciertos hechiceros de la antigüedad por lo visto creían que
podían instigar al Leviatán, el monstruo marino (cf. Salmo 104:26; Isaías 27:1)
y dragón del caos, que podía tragarse el sol, causando así la oscuridad de un
eclipse.
3. 3:11-19 Desea
Haber Podido Morir Al Nacer.
Job pasa en este discurso de la desesperación a las
preguntas.
Ya que la maldición sobre el día de su nacimiento obviamente nunca había sido
echada, pasa a preguntar por qué, ya que tuvo que nacer, no pudo haber muerto
al nacer (11a) o, por lo menos nacer muerto (16). La muerte ahora se ha convertido en algo más dulce que la vida,
y compara la paz silenciosa y el descanso del mundo subterráneo (Seol) con su
presente destino lleno de aflicciones y ansiedad (13-19).
V.14: Los reyes del Oriente con frecuencia
hacían alarde de haber reconstruido las ruinas de ciudades famosas del pasado.
NOTA: V.11: Job estaba
experimentando un dolor físico extremo así como también el dolor de haber
perdido a su familia y sus posesiones. No se le puede culpar por desear estar
muerto. El dolor de Job colocó su fe en una encrucijada, al desbaratar muchas
de las ideas erróneas que tenía acerca de Dios (tales como: lo hará rico,
siempre le evitará problemas y dolor, o protege a sus seres queridos). Su
desesperación más profunda lleva a Job de regreso a los fundamentos de su fe en
Dios. Sólo tenía dos opciones:
(1) maldecir a Dios
y rendirse, o
(2) confiar en
Dios, obtener su fortaleza y continuar adelante.
4. 3:20-26: El
Enigma Del Sufrimiento En La Existencia.
Job sigue con
una pregunta más amplia. Ahora no sólo pregunta por qué, ya que nació, él mismo
tiene que seguir viviendo, sino también por qué las personas en general no pueden
sencillamente morir cuando están listas (20-23). En los últimos versículos
(24-26) nuevamente habla directamente de sí mismo.
Todo el poema termina con la nota que ha resonado a
lo largo del mismo:
A diferencia del descanso del mundo subterráneo, que es lo que anhela, la vida
de Job no tiene tranquilidad, quietud ni sosiego, sino sólo desesperación.
V.23: Anteriormente, el cerco protector de
Dios alrededor de su vida (cf. 1:10) le había asegurado su bienestar; pero
ahora que quiere morir, piensa en la preservación de su vida por parte de Dios
únicamente como una prolongación de su miseria; el cerco se ha convertido en
una prisión en lugar de un muro de defensa. V.25: El temor anterior de Job sobre
desastres futuros explica su gran cuidado de asegurar que no se adjudique
ningún pecado a su familia (Job 1:5; cf. 15:20-26).
Job había tenido
cuidado de no adorar a sus posesiones materiales sino únicamente a Dios. Ahora
estaba abrumado por todas estas calamidades que se burlaban de su precaución, y
se quejó de las pruebas que habían llegado, a pesar de su vida recta. Todos los
principios bajo los cuales había vivido estaban desmoronándose, y Job comenzó a
perder su perspectiva.
Las pruebas y el
sufrimiento, ya sean temporales o duraderos, no destruyen el propósito real de
la vida. La vida no se nos da simplemente para una felicidad o una realización
personal, sino para servir a Dios y honrarle.
El valor y el
significado de la vida no se basan en lo que sentimos, sino en la única
realidad que nadie nos puede quitar: el amor de Dios hacia nosotros. No suponga
que porque Dios lo ama, le evitará sufrimientos. Es más, lo opuesto puede ser
cierto.
El amor de Dios
no puede ser medido o limitado por lo mucho o poco que podamos sufrir. Rom.8:38-39
nos enseña que nada nos puede separar del amor de Dios.
Véase ----------> Parte III:
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