viernes, 17 de junio de 2016

Parte II: HOMBRES QUE DESEARON LA MUERTE: (Jonás 4:3; Números 11:15); 1 Reyes 19:4;...).

Parte II:
HOMBRES QUE DESEARON LA MUERTE:
(Jonás 4:3; Números 11:15); 1 Reyes 19:4;...).
Por: Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:


Lección 3

ELÍAS:
(1 Reyes 19:1-21)

“Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres”.

I.      ELÍAS Y SUS VICTORIA Y DEPRESÍO:


1) Elías Ante Jehová En Horeb 19:1-18.
Vv. 1, 2. Acab informó a Jezabel... Acab es todavía el rey de Israel. Será así, pero parece como si fuera otra cosa, ya que lo primero que hace Acab es informar a Jezabel de lo acontecido en el monte Carmelo.
La construcción gramatical del heb. Indica que Acab no dejó fuera ninguno de los detalles en el informe. Dado el carácter de la esposa de Acab, no es difícil saber quién era el verdadero poder detrás del trono. !Así me hagan los dioses y aun me añadan...! Jezabel, en su furia como la sacerdotisa de Baal, comunica a Elías por medio de un mensajero que él podría morir degollado al día siguiente. Llama la atención que a ella le interesaba poco que la sequía hubiera terminado; lo único que pasaba por su mente era el desquite. No es sorprendente que una falsa fe produce un falso vivir.
Walsh opina que la amenaza de Jezabel a Elías no hay que tomarla lit.; asevera que si Jezabel hubiera querido la muerte del profeta, no se la hubiera anunciado de antemano. Más bien, sugiere dicho estudioso que lo deseado por Jezabel era que Elías se ausentara del país; tenga Walsh razón o no, lo comprobado es que Elías tuvo miedo y huyó del alcance de la reina.

Vv. 3. Así llegó a Beerseba... Tal era su susto que el profeta de Jehová no tan solo abandona el territorio de Israel (reino del norte) sino que se esconde en lo más remoto de Judá (reino del sur). Al igual que Jonás huyó de Israel para escaparse de sus responsabilidades ante Jehová, así Elías abandona el territorio nacional para escaparse de la furia de Jezabel.

Vv. 4-8. Se fue un día de camino por el desierto... Habiendo dejado a su siervo en la aldea de Beerseba, sigue camino para adentrarse en el desierto del Néguev. Buscaba distanciarse lo más posible de la influencia de la reina. Probablemente deja a su siervo para no comprometerlo y exponerlo a tortura; si el siervo no sabía adónde iba, no podría divulgar su escondite.
!Basta ya, oh Jehová! !Quítame la vida*!... Reconociendo que era buscado por todas las fuerzas del poder ejecutivo de Israel, Elías empieza a dudar de sus propias esperanzas. Elías sabe muy bien que Jezabel es capaz de cumplir su amenaza. Atemorizado, pierde la fe y el valor; se pone al borde de la desesperación y de la depresión.

*H4191 מוּת = mut: raíz primaria; morir (lit. o fig.); caus. matar:- cadáver, consumir, difunto, fallecer, finado, hacer matar, hacer morir, matar, morir, mortal, mortuorio, muerte, muerto, perecer. (Strong).

Elías dependía tanto de Dios que quería morir.
Aunque nosotros no sabemos, Dios sabe qué designio tiene para nosotros, qué servicios, qué pruebas, y Él se encargará de darnos gracia suficiente.
En esta crisis pierde el deseo de vivir. Es como si dijera: "Señor, me siento solo. ¿Para qué seguir luchando? Todo es inútil". ¡Cuánto se parece a Pedro quien, después de cortarle la oreja a Malco para defender a su Maestro, lo niega ante una mujer!

Se recostó debajo de un arbusto... Y he aquí, un ángel le tocó... Pero Dios no abandona a su siervo. Lo sostiene en su necesidad física y le infunde aliento para seguir adelante.

Se levantó, comió y bebió... hasta Horeb, el monte de Dios. Y el humano Elías recobra tanta fuerza con aquel pan milagroso, que puede caminar por 40 días como unos 500 kms., hasta llegar a una cueva. Se cree que en esta misma se escondió Moisés una vez (Ex.33:22).

Vv. 9-18. ¿Qué haces aquí, Elías? En una cueva en Horeb Dios habla con Elías. No se le escape al lector que en el mismo monte Dios había hablado con Moisés. El ambiente en la cueva no sería el mismo que Elías había experimentado en el monte Carmelo. Ahora el mismo profeta se siente derrotado, luego de haber enfrentado con victoria a los 450 profetas de Baal. Permite que las circunstancias le afecten negativamente de tal manera que cree que todo está perdido. Le parece que la causa de Jehová peligra por la apostasía de su pueblo. Para colmo, aun su propia vida peligra a manos de Jezabel.

Sal afuera y ponte de pie en el monte, delante de Jehová... Dios no permite que su profeta permanezca en el escondite; ordena que se ubique en el lugar de la revelación (como Moisés). Es como si Dios le dijera: “Te has salido del ministerio que te entregué. Recuerda que todavía sigues siendo mi profeta. No has terminado tu carrera”. Elías se excusa ante Dios, pero el Soberano no entra en discusiones con su siervo.


Viento... terremoto... fuego... Entonces, Dios le da a Elías una demostración visible de su poder. En el AT., Dios se manifiesta por el viento, el fuego y los terremotos (Ex.19:18; Job 18:7-13; 2 Sam.5:24; Job 38:1; Ez.1:4). Dios puede manifestar su gloria en diferentes formas. El usa los elementos de la naturaleza para mostrar su presencia y poder. Lo hace en forma ruidosa e impetuosa, pero también por medio de un sonido apacible y delicado (v. 12).
Elías necesitaba aprender que “después de la tormenta viene la calma”. Que la paciencia y la confianza son también necesarias para servir y llevar adelante los propósitos y la obra de Dios.

Nótese: que después de esta lección, Elías siente tanto temor de la presencia de Dios que, impresionado por esta escena, se cubre el rostro (Ex.3:6).

A pesar de toda la manifestación de Dios, Elías aún no se compone. Ante la insistente pregunta de Dios: ¿Qué haces aquí, Elías? (v. 13), el profeta repite su ya acostumbrado gemido. Llama la atención cuántas veces Elías se centra en sí mismo. Jehová insiste en que Elías no debe estar lejos de Israel, fuera del lugar de su ministerio.

Walsh comenta lo siguiente respecto a la pregunta de Dios:

“La respuesta de Elías a la pregunta es idéntica a su discurso en el v. 10, pero, al igual que en la pregunta repetida de Jehová, ciertos eventos dan al discurso una nueva dimensión de significado. En el v. 10 Elías emplea una aparente amenaza de renuncia para obligar a Jehová a que intervenga a favor del profeta. Después, Jehová llama de nuevo a Elías a su servicio, y le concede una impresionante teofanía[1], pero esto no basta para el profeta terco. Se niega a estar ‘delante de Jehová’, insiste en su propio aislamiento, y sigue evitando llamarse ‘profeta’. La repetición textual de su discurso anterior demuestra que ni los mandatos divinos, ni la majestuosa y misteriosa autor revelación de Dios lo afectan con respecto a sus propósitos”.

Ve, regresa por tu camino, por el desierto, a Damasco... Elías había intentado huir no tan solo del peligro; huía también de sus responsabilidades como profeta. Con la misma insistencia, Dios no permite que su profeta abdique a su ministerio. Al profeta que buscaba la seguridad en la huida, ahora Dios lo comisiona a una nueva misión. Por cierto, no va a ser una misión carente de peligro, pero ya el énfasis va a ser distinto. No se centrará en la seguridad del profeta sino en los propósitos de Jehová.
Ungirás a Hazael... a Jehú... a Eliseo. Esta comisión la cumplirá Elías solo en el caso de Eliseo, su sucesor. El mandato a que se inmiscuya en la política de Aram o Siria no se espera. Lo normal era que los profetas centrasen sus labores dentro de Israel. En el caso de Elías, no obstante, había precedentes en que Jehová ya había demostrado su poder mediante el profeta en territorio de los sidonios. Lo había hecho por medio de la sequía, el sustento del profeta por la viuda y la protección del profeta contra Jezabel. Con el tiempo, sería Eliseo mismo quien cumpliría el resto de la comisión dada a Elías (2 R.8:7-15; 9:1-13).
Pero yo he hecho que queden en Israel 7,000... La repetida aseveración de que solo Elías había permanecido fiel al pacto y todos los demás eran apóstatas es desmentida aquí por Dios mismo. Implícita en la frase está la idea de que si Elías insiste en renunciar a su oficio como profeta, Jehová tiene muchos a su disposición para reemplazarlo. Usualmente en la literatura hebrea, el número siete (en este caso 7,000) es más simbólico que cuantificador. Simplemente quiere decir que hay “muchos” que no se han apostatado de la fe en Israel.

Aprendamos Ahora Algunas Lecciones Importantes:
(1) Es posible, a veces, que sintamos que nuestra tarea no lleva frutos. Trabajamos, pero no se ven de una vez los resultados, entonces hay que tener paciencia.
(2) Hay que seguir adelante. A veces podremos comenzar, pero otros terminarán la tarea en un tiempo corto o lejano. A veces, a los siervos de Dios se les toma en cuenta no tanto por lo que hicieron, sino por lo que anunciaron (Jr.1:10).
(3) Nunca debemos pensar que somos los únicos fieles. La obra es de Dios, y él nunca está en situación desesperada, aunque huyamos del campo de batalla.
(4) El Espíritu Santo no necesita de manifestaciones ruidosas para hacer su obra. A veces, Dios habla a y por nuestra conciencia por medio del sonido apacible.
(5) Contestemos ahora a estas preguntas: ¿Se arrepintió el mundo por el diluvio? ¿Cuántos se salvaron en Sodoma y Gomorra? Vendrán terremotos, tempestades y sequías, pero siempre habrá corazones tan duros como el de Jezabel.
(6) “No con ejército ni con fuerza, sino con el Espíritu...” (Zc.4:6). “Conoce el Señor a los que son suyos” (2 Tim.2:19).
(7) Los grandes siervos de Dios tienen su “arbusto de retama”. Después de una gran victoria, puede venir la tentación del desaliento. Y trataremos de convertirnos en víctimas para causarle lástima hasta de Dios.
(8) Es recomendable no descansar en los triunfos pasados.

___________
[1] Teofanía del griego antiguo Θεοφάνεια:
· theos -"dios"-, y
· faino- "manifestación", "aparición".
Es la manifestación local de una deidad a seres humanos; como pueden ser las apariciones visibles. Posiblemente la primera referencia escrita de una teofanía sea la Epopeya de Gilgamesh;[1] y son comunes en la literatura clásica, como la Ilíada.
La mayor parte de las teofanías se describen como experiencias terribles, que llenan a sus testigos de un sentimiento de miedo; pues la presencia física de la divinidad suele entenderse como incompatible con la vida de los mortales. Así le ocurre a Arjuna cuando presencia la teofanía de Krishna; o a Semele, que llega a morir a causa de la teofanía de Zeus, obligado a presentarse ante ella en forma mortal. En la tradición judeocristiana, ninguno puede en realidad ver el rostro de Dios[2] y vivir[3].

2.2. Teofanías inter-testamentales.
Algunas tradiciones judías inter-testamentales personifican esta expresión de Dios como un ángel especial que tiene la tarea de representar a Dios ante los hombres. Este ángel es llamado el Ángel del Rostro, el Ángel de la Presencia o Metatron, o en hebreo anan o mal'ak, y se dice que tiene el máximo lugar en el Cielo, junto a Dios, y que intercede por Israel.
De acuerdo al filósofo judío Filón de Alejandría (siglo I -su obra es anterior por muy poco al Nuevo Testamento-), Dios es puramente trascendente, así que sus interacciones con el mundo material se dan a través de una expresión de sí mismo: su Logos o palabra. Es a través de esta Palabra que, en Génesis 1, Dios crea el mundo.



Lección 4

Job:
(Job 3:1—26)

“¿Por qué se da luz al trabajado,   Y vida a los de ánimo amargado,  Que esperan la muerte, y ella no llega, Aunque la buscan más que tesoros”.

I.       CONGOJA DE JOB SOBRE LA MUERTE:


1. 3:1-26 Primer Discurso De Job En El Que Expresa Su Dolor

Con este monólogo de Job nos encontramos de pronto lanzados de la grandeza épica y lo premeditado del prólogo (caps. 1, 2) a la dramática desesperación de la poesía (Job 3:1—42:6); de las descripciones externas del sufrimiento a la experiencia interior de Job:
·      En el discurso se nota un movimiento desde el pasado (3-10) hacia el futuro (20-26), y
·      de la experiencia del hombre Job (3-19) proyectándose hacia afuera para abarcar la experiencia de la humanidad en general (20-22).
En este discurso no hay mención alguna al significado del sufrimiento, ni pregunta sobre si es merecido o no, ni cavilaciones sobre su origen. Job no se adjudica la culpa, ni culpa a Dios. Eso vendrá más adelante, pero aquí tenemos sencillamente al hombre Job en la violencia de su dolor.

2. 3:3-10: Maldice El Día En Que Fue Concebido y En Que Nació.
Una maldición por lo general va dirigida al futuro, pero tal es la desesperación de Job que expresa su maldición hacia el pasado. Es, sin dudas una maldición completamente inútil, porque el pasado no puede ser cambiado.

“Perezca* el día en que yo nací,  Y la noche en que se dijo: Varón es concebido”.
                                                                                                                 (Job 3:3) 
*H6 אָבַד = abad: raíz primaria; propiamente a descarriarse, es decir, perderse; por implicación perecer (causativo destruir):- acabar, alejar, arruinar, corromper, derribar, desaparecer, desbaratar, desfallecer, deshacer, destrucción, destruir, desvanecer, esparcir, exterminar, faltar, fenecer, hacer perecer, huida, infortunio, morir, perder, perdido, perecer, privar, raer. (Strong)

NOTA: Con una maldición (vv. 3-13) y un lamento (vv. 14-26), Job derrama un torrente de dolor y amargura, y se considera a sí mismo una víctima de la ira de Dios. Ansía descansar. No maldice a Dios, como Satanás quiso que hiciera, pero sí maldice la hora en que él mismo fue concebido y nació. Este exabrupto puede ser considerado una forma de apelar a la compasión y la simpatía de sus amigos.

Desea que el día de su nacimiento y concepción (considerado poéticamente como un solo evento) pudiera ser borrado (4-6a) de manera que ni hubiera aparecido en el calendario del año (6b, c); desea que los hechiceros que ponen una maldición sobre los días pudieran haberlo convertido en uno de los días de mala suerte, en que a sus padres les hubiera resultado imposible concebirlo o que su madre lo diera a luz (8a, 10a). 8 Ciertos hechiceros de la antigüedad por lo visto creían que podían instigar al Leviatán, el monstruo marino (cf. Salmo 104:26; Isaías 27:1) y dragón del caos, que podía tragarse el sol, causando así la oscuridad de un eclipse.

3. 3:11-19 Desea Haber Podido Morir Al Nacer.
Job pasa en este discurso de la desesperación a las preguntas. Ya que la maldición sobre el día de su nacimiento obviamente nunca había sido echada, pasa a preguntar por qué, ya que tuvo que nacer, no pudo haber muerto al nacer (11a) o, por lo menos nacer muerto (16). La muerte ahora se ha convertido en algo más dulce que la vida, y compara la paz silenciosa y el descanso del mundo subterráneo (Seol) con su presente destino lleno de aflicciones y ansiedad (13-19).
V.14: Los reyes del Oriente con frecuencia hacían alarde de haber reconstruido las ruinas de ciudades famosas del pasado.
NOTA: V.11: Job estaba experimentando un dolor físico extremo así como también el dolor de haber perdido a su familia y sus posesiones. No se le puede culpar por desear estar muerto. El dolor de Job colocó su fe en una encrucijada, al desbaratar muchas de las ideas erróneas que tenía acerca de Dios (tales como: lo hará rico, siempre le evitará problemas y dolor, o protege a sus seres queridos). Su desesperación más profunda lleva a Job de regreso a los fundamentos de su fe en Dios. Sólo tenía dos opciones:
(1) maldecir a Dios y rendirse, o
(2) confiar en Dios, obtener su fortaleza y continuar adelante.

4. 3:20-26: El Enigma Del Sufrimiento En La Existencia.
Job sigue con una pregunta más amplia. Ahora no sólo pregunta por qué, ya que nació, él mismo tiene que seguir viviendo, sino también por qué las personas en general no pueden sencillamente morir cuando están listas (20-23). En los últimos versículos (24-26) nuevamente habla directamente de sí mismo.
Todo el poema termina con la nota que ha resonado a lo largo del mismo: A diferencia del descanso del mundo subterráneo, que es lo que anhela, la vida de Job no tiene tranquilidad, quietud ni sosiego, sino sólo desesperación.
V.23: Anteriormente, el cerco protector de Dios alrededor de su vida (cf. 1:10) le había asegurado su bienestar; pero ahora que quiere morir, piensa en la preservación de su vida por parte de Dios únicamente como una prolongación de su miseria; el cerco se ha convertido en una prisión en lugar de un muro de defensa. V.25: El temor anterior de Job sobre desastres futuros explica su gran cuidado de asegurar que no se adjudique ningún pecado a su familia (Job 1:5; cf. 15:20-26).
Job había tenido cuidado de no adorar a sus posesiones materiales sino únicamente a Dios. Ahora estaba abrumado por todas estas calamidades que se burlaban de su precaución, y se quejó de las pruebas que habían llegado, a pesar de su vida recta. Todos los principios bajo los cuales había vivido estaban desmoronándose, y Job comenzó a perder su perspectiva.

Las pruebas y el sufrimiento, ya sean temporales o duraderos, no destruyen el propósito real de la vida. La vida no se nos da simplemente para una felicidad o una realización personal, sino para servir a Dios y honrarle.

El valor y el significado de la vida no se basan en lo que sentimos, sino en la única realidad que nadie nos puede quitar: el amor de Dios hacia nosotros. No suponga que porque Dios lo ama, le evitará sufrimientos. Es más, lo opuesto puede ser cierto.

El amor de Dios no puede ser medido o limitado por lo mucho o poco que podamos sufrir. Rom.8:38-39 nos enseña que nada nos puede separar del amor de Dios.

Véase ----------> Parte III:



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