Parte III:
Los Diez Mandamientos De Dios:
Por: Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
Parte
3
Los Diez
Mandamientos De Dios:
V.
QUINTO MANDAMIENTO:
“Honrarás
a tu padre y a tu madre”.
Introducción:
Salidos del dedo de Dios, cada uno de
los Diez Mandamientos ocupa su lugar perfecto en el decálogo. En primer lugar
YHVH = יהוה se presentado a
sí mismo como Señor Soberano y Redentor de su Pueblo describiendo su Autoridad
y Particularidad. Seguidamente nos recuerda que con Él no se puede jugar pues
se debe Adoración Absoluta en espíritu y verdad. Ahora se dirige a un pueblo
mostrándoles cómo vivir relaciones sanas en medio de un mundo corrompido, y
como no podía ser de otro modo, comienza por el principio.
כַּבֵּד1 H3513:VpAISM2 Honra אֶת2 H853:PA a ךָ4 RBSM2 tu אָבִי3 H1:NCcSMS padre וְ5 CC y אֶת6 H853:PA a ֶךָ8 RBSM2 tu אִמּ7 H517:NCcSFS madre, לְמַעַן9 H4616:CX para ← que ךָ12 RBSM2 tus ‹ יָמֶי11 עַל13 › H5921:NCcPMS, Pu días → se יַאֲרִכוּן10 H748:VhAMPM3 alarguen ◄ 11 en הָ14 XD la אֲדָמָה15 H127:NCcSFNH tierra אֲשֶׁר16 H834:XN que יהוה17 H3068:NPDSMN Jehová ךָ19 RBSM2 tu אֱלֹהֶי18 H430:NCcPMS Dios ‹ ל21 ָךְ22 › PL, RBSM2 te נֹתֵן20 H5414:VqAvSM-N da. (Éx. 20:12. Interlineal RV1960).
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1.1. Universalidad.
Todo ser humano
ha llegado a este mundo procedente de un padre y una madre. Eso nos iguala y
nos hermana de alguna manera aunque solo
sea por tener en última instancia un mismo origen, el de la primera pareja
creada por Dios. A Él atribuimos la feliz idea de la familia.
Cuando meditamos en esta “célula” de la sociedad no tardamos en
comprender su importancia. La declaración en 1948 afirmaba claramente que “la familia es
la unidad fundamental de la sociedad”.[7] Ciertamente la familia es el cimiento de una
sociedad, ésta se mantendrá en pie, se tambaleará o caerá dependiente del
estado en que se encuentre la familia.
Por lo tanto no se entiende la erosión
con la que se quiere dañar a la familia en las últimas décadas, facilitando el
divorcio, el aborto o la eutanasia.
1.2.
Responsabilidad.
La responsabilidad de los padres es muy
grande en el seno familiar. Deben cuidar, formar y evangelizar a los hijos en
el hogar.
Cuidar: Desde que
nacemos estamos al cuidado de nuestros padres. Por nosotros mismos y dejados a
la intemperie tendríamos las horas de vida contadas. El amor natural de los
padres se encarga desde el principio de brindarnos la atención, alimento y
recurso necesario para sobrevivir. Esos primeros años de vida marcarán para
siempre el futuro de cualquier criatura dejando marcas indelebles en el alma.
Pero la historia no acaba ahí si no que
la gran responsabilidad de los padres continua dando forma al carácter aún
moldeable de los hijos. Este es el tiempo cuando los padres irán transmitiendo
a sus hijos el conocimiento, la educación y valores adquiridos.
Los padres creyentes además se preocupan
de enseñarles la Palabra de Dios pues no sólo se trata de enseñarles a vivir
sino de vivir bien, es decir con calidad de vida y la calidad de vida se
adquiere viviendo con Dios. Conducir a los hijos a Cristo debe ser la prioridad
en el corazón de unos padres amantes de sus hijos. Para ello, la oración y la
instrucción en la Palabra son vitales.
1.3.
Autoridad.
Los padres han sido dotados por Dios de
la autoridad necesaria para llevar adelante semejante gobierno, ¿cómo si no
podrían los padres ejercer sus funciones de instrucción y corrección?
Por lo tanto el hogar es lugar donde el
niño tiene su primer encuentro con la autoridad. Podemos asegurar de que en la
medida que esta autoridad se establezca en el carácter del niño, éste sabrá
desenvolverse en las distintas esferas sociales con son la escuela, el trabajo,
la iglesia, etc.
La desobediencia, por desgracia,
comenzando en el hogar ha llegado a todos los rincones de la sociedad
promoviendo desorden y caos por doquier y no es más que una muestra del alcance
del pecado en el mundo. Es aquí donde el tema de la disciplina toma cuerpo.
Descartar la disciplina en el trato con los hijos es rehusar a utilizar una
herramienta establecida por Dios en su Palabra para el buen gobierno de la
prole. “Quien
ama a su hijo lo disciplina”. Alquilen ha dicho: “el castigo es una píldora amarga que
debe ir recubierta de sabiduría y ser administrada con amor, de lo contrario se
rechazará”.
2. LA HONRA ES EL
MEDIO:
Del mismo modo en que Dios pone al
hombre como cabeza de la familia (Ef.5:22-28; 1 P. 3:1-7) pone a ambos cónyuges
como cabeza de los hijos (Ef.6:1-3).
Los hijos deben mostrar igual honra al
padre como a la madre y ésta debe manifestarse en obediencia, respeto y
lealtad.
2.1.
Obediencia.
Honrar a los padres significa que les
obedecerán y tomarán en serio la instrucción, que escucharán cuidadosamente las
enseñanzas paternas.
La enseñanza bíblica es clara: Hijos
obedeced a vuestros padres en todo. Sólo debemos hacer aquí una salvedad y
decir que respetar no es adorar, que por encima de los padres está Dios mismo,
No estamos diciendo que por cualquier causa o diferencia de opiniones haya que
desobedecer sino que se debe obedecer como Cristo obedeció a sus padres
terrenales y podemos imaginarnos cuanto les costaría, siendo ÉL prefecto,
sujetarse. La clave de la obediencia es obedeceré en el Señor, es decir, como
corresponde a los que están unidos al Señor, por respeto al Señor, para agradar
al Señor
2.2.
Respeto.
El respeto a los padres debe estar
adornado con toda deferencia en el lenguaje y los modales con los que los hijos
se dirigen a sus progenitores. No se debe reaccionar como a uno le dé la gana,
cuando un niño le saca la lengua a sus padres eso significa que los considera
como nada o sea una total falta de respeto. “Los modales son los frenos que la
conciencia provee para hacer que dejemos de pensar sólo en nosotros mismo y en
lo que nos agrada”. “Por eso las normas de conducta son una parte tan
importante de la disposición moral”.
2.3.
Lealtad.
Honrar significa también ser leal, no
abandonar a los padres cuando son ancianos o “no sirven”.
Los hijos deben mostrar siempre su
agradecimiento a los padres, visitarlos periódicamente y acompañados en su
soledad, especialmente en la vejes. Apoyarles espiritualmente en los años
difíciles y también proveer para ellos económicamente si fuera necesario (Mt.
15:4-9; 1 Tim.5:4)
El amor a los padres implica sacrificio, por tanto
los hijos deben estar dispuestos a soportar las situaciones difíciles a lo que
se enfrenta un padre inválido, con enfermedades degenerativas o Alzheimer. Por
último y dado los tiempos que corren los hijos deberán proteger a sus padres de
leyes como la eutanasia que van más allá
de querer aparte a los viejos de la sociedad sino que quieren acabar con ellos
porque ya “no sirven”, no producen a
sólo generan gasto.
3. LA PROMESA ES EL
FRUTO:
3.1. Bendición.
“Honrar a tu padre ya a tu madre, que es el primer Mandamiento con
promesa…” (Ef.6:2ª).
Guardar
este Mandamiento comporta bendición. Estamos ante el primer Mandamiento con
una promesa especial y personal ya que la promesa en el segundo Mandamiento es
general. Como hemos visto es fundamental para el buen orden familias y el sano
desarrollo de la sociedad. Dios mismo se compromete a bendecir la obediencia y
de una promesa, es decir, pone su palabra en juego. Dios mismo asegura
longevidad y prosperidad a los hijos que honran a sus padres.
3.2
Longevidad.
Una
vida longeva será el fruto de guardar este Mandamiento. Quien obedece y
honra a sus padres se verá libre de muchos males que acortan la vida. El
Alcohol, las drogas, la mala vida, el suicidio, etc., se llevan por delante a muchas
personas antes de alcanzar una edad madura y aún los adultos podrían vivir
mucho más en esta tierra su hubiesen seguir las instrucciones de sus padres
cuando les recomendaban abstenerse de según qué prácticas o vicios. Aquí
debemos decir que toda regla tiene sus excepciones porque ha habido creyentes y
habrán buenos creyentes que morirán sin conocer la vejes por lo que nos hacemos
eco de lo que afirman los antiguos comentarista: “Una vida larga es demostración de la
gracia del Señor para con aquellos que le temen, pero su gloria o la salvación
de los elegidos podría hacer aconsejable también una vida corta”.
También podemos decir con propiedad que
los piadosos son bendecidos igualmente en todos los países, como lo eran los
judíos en la tierra que Dios les dio. Esta promesa es siempre cumplir, ya sea
literalmente o por una bendición superior: una bendición espiritual y eterna.
3.3.
Prosperidad.
El hijo obediente he instruido en la
palabra por sus padres crecerá como árbol plantado junto a corrientes de las
aguas. Podemos tener la certeza que de suyo crecerá, que la buena semilla
plantada se desarrollará, dará su fruto…
y prosperará. Es verdad que la prosperidad mala administrada genera maldición
pero como alguien ha dicho “la prosperidad externa, si sigue al hecho de andar con
Dios, es muy dulce, como el cero, que cuando sigue a un dígito aumenta el valor
de su número, aunque él mismo, en sí, no es nada”.
Conclusión:
Dios
sabe lo que hace.
Todos y cada uno de los Mandamientos tienen un propósito definido y el quinto
en particular quiere preservar la semilla de la vida en el núcleo familiar,
guardando este Mandamiento cada uno de nosotros estaremos poniendo el cimiento
de la bendición para nuestra propia vida y el mundo en que vivimos mientras
esperamos la venida de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo quien por su
obediencia y con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los
santificados, es decir, a aquellos que reciben por la fe en Jesucristo el
perdón de los pecados.
(Hechos 26:18) (Hebreos 10:14).
“para que abras sus ojos,
para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a
Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y herencia entre
los santificados”. (Hechos
26:18)
“porque con una sola
ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados”. (Heb 10:14)
Ver --------> Parte IV:
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