Parte I
Porqué Los PASTORES
Adúlteros No Debieran Ser Restaurados:
Por: Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
El Arrepentimiento No Es Suficiente Que Han Caído Regresen Al
Púlpito.
“El
verdadero perdón no implica, necesariamente, la restauración al liderazgo”, escribió Kenneth
Kantzer (editor de una prestigiosa revista cristiana) luego del fracaso
moral de varios prominentes líderes cristianos evangélicos. Sin embargo, hay
una marcada tendencia a vincular el perdón con la restauración al ministerio.
En este artículo dos pastores-teólogos
hablan de la importancia de separar la restauración al cuerpo de Cristo de la
restauración al liderazgo pastoral.
La iglesia se ve
seriamente acosada por la pregunta “¿Qué
haremos con un pastor adúltero?”.
Durante la última década y en forma repetida, la iglesia se ha visto tambalear
con revelaciones de conducta inmoral por parte de sus más respetados líderes.
¿Cómo respondemos a quienes han caído sexualmente y han traído desgracia sobre
sí mismos, avergonzando a sus familiares y deteriorando su liderazgo?
Lo que comúnmente
sucede es lo siguiente: El pastor es
acusado de un pecado sexual y se lo declara culpable:
· Él confiesa su pecado, por lo general con profundo pesar.
Su iglesia o sus superiores en la denominación a que pertenece prescriben unos meses,
o a menudo un año, en que el pastor debe buscar ayuda.
· Luego entonces es restaurado a su anterior posición de
líder, a veces en otra ciudad. Generalmente se lo considera un “sanador herido”, alguien que ahora sabe lo que significa caer,
experimentar la gracia de Dios de manera profunda.
Si bien cada situación debe manejarse con sabiduría
pastoral, y si bien algunos pastores que han caído por cierto algún día podrían
ser restaurados al liderazgo, creemos que esta situación cada vez más común es
tanto públicamente incorrecto como también profundamente dañino para el bien
del pastor caído, el bien de su matrimonio y de la iglesia de Jesucristo.
Nuestro Señor Jesús
fue tentado en todas las cosas así como nosotros somos tentados, pero lo que lo
hizo fuerte fue la tentación en sí, no el fracaso ante la tentación. Si no
razonamos con claridad, tal vez sutilmente estemos animando a la gente a
cometer un serio pecado a fin de experimentar más gracia y así poder ministrar
de manera más efectiva. Resulta difícil de creer, pero en este contexto hay
quienes dicen cosas que implican precisamente eso.
I. EL CRITERIO DEL PERDÓN:
Esta perspectiva dice que un pastor arrepentido y
perdonado que anteriormente llenaba todos los requisitos para su posición de
pastor, sigue llenando esos requisitos en base al perdón de Dios. ¿Cumplía antes los requisitos? ¿Ha
confesado su pecado? ¿Lo ha perdonado Dios? Entonces nosotros debemos hacer lo mismo.
Esta lógica parte de la presunción no bíblica de que el
perdón de pecados equivale al estar libre de culpa (o al carácter intachable)
que se pide de los pastores en 1 Timoteo 3:2 y Tito 1:6. Si aceptamos esta
premisa, todo lo que Dios pide es que un pastor que ha caído sea perdonado.
Requisitos De Los Obispos:
“Pero
es necesario que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio,
prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar”.
(1 Tim. 3:2).
Requisitos De Ancianos y Obispos:
“El
que fuere irreprensible, marido de una sola mujer, y tenga hijos creyentes que
no estén acusados de disolución ni de rebeldía”.
(Tito
1:6)
a) Sin embargo, esto
confunde el fundamento de nuestra comunión con Cristo con el liderazgo público
y el cargo en la iglesia. Nadie dice que el pastor que ha caído no puede ser
perdonado. Nadie debe argumentar que ese pastor no puede ser devuelto a la comunión
de la Iglesia de Cristo aquí en la tierra:
·
Pero perdonar a un pastor que ha caído y
restaurarlo a la membresía de la iglesia es muy distinto que restaurarlo a su
cargo de pastor.
b) El “criterio del perdón” es inadecuando
porque no tiene debidamente en cuantos dos hechos:
· En primer lugar, el adulterio es un pecado muy serio;
· en segundo lugar. El adulterio de un pastor es un pecado más serio aun.
c) Hay falsedades
repetidas a menudo que a veces llegan a considerarse verdades –como por ejemplo
la nación de que básicamente no hay diferencia entre el adulterio mental y el
mismo acto de adulterio (ver Mt.5:27-28; Stg.2:10).
Jesús y el adulterio:
“Oísteis
que fue dicho: No cometerás adulterio…[1]
Pero yo os digo que
cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su
corazón”. (Mateo 5:27-28).
“Porque
cualquiera que guardare toda la ley,[2]
pero ofendiere en un
punto, se hace culpable de todos”. (Stg
2:10).
Por el contrario, haciendo eco a la
interpretación histórica de la iglesia.
Nosotros creemos que mientras la codicia, los celos, el orgullo y el odio
conducirán al infierno tan ciertamente como las manifestaciones externas
(adulterio, fornicación, asesinato), las manifestaciones físicas son pecados
más serios en vista del daño que producen tanto en la persona que peca como en la
persona contra quien se peca:
1) El
adulterio es u pecado serio precisamente porque infringe el pacto matrimonial.
Viola el cuerpo de otra persona. Puede ser causal de divorcio.
2) El
adulterio mental no tiene estas consecuencias. La intención que tuvo Jesús en
Mateo 5:27-28 no fue reducir el adulterio al nivel de la codicia, sino mostrar
que la codicia puede destruir el alma tanto como el adulterio.
3) De la
misma manera, comparemos el pecado mental de odiar con el acto de matar (ver
Mt.5:21-22). En el primer caso la persona que odia se ve afectada por el odio,
pero en el segundo caso alguien muere. ¡Hay
diferencia!
“…perdonar
a un pastor que ha caído y restaurarlo a la membresía de la iglesia es muy
distinto que restaurarlo a su cargo de pastor”
4) Además,
la inmensidad del adulterio es evidente en 1 Corintios 6:18-20, donde el
apóstol Pablo declara que el pecado sexual es contra el propio cuerpo. El
contexto del pasaje demuestra que el pecado sexual está en una categoría
propia. Las relaciones sexuales violan la unión hombre/mujer por la
cual ellos se vuelven “una
sola carne” (Gn.2:24). La profundidad de esta unión, que
Dios reconoce como pacto, demuestra cuán profundo es la violación de ese pacto
a la luz de la eternidad.
El
comentarista Charles Hodge escribió
en el siglo pasado que 1 Corintios 6 enseña que la fornicación “es totalmente singular en sus efectos sobre el cuerpo; no tanto
en sus efectos físico sino en sus efectos morales y espirituales”. Pablo está diciendo a los corintios que la totalidad del
cuerpo y el alma de una persona –por
lo tanto la persona toda como ser humano-
se ve involucrada en la relación sexual. Como consecuencia, hay grandes daños
resultantes de tal pecado.
Hodge agrega
que el adulterio es un pecado contra el propio cuerpo porque es “incompatible… con el propósito de su
creación, con su destino inmoral”. Gordon
Fee, reconocido experto contemporáneo en Nuevo Testamento, escribe de
manera similar: “La particular
naturaleza del pecado sexual no está tanto en que uno peca contra uno mismo,
sino contra el cuerpo –considerado éste de acuerdo a su lugar en la historia de
la Redención”.
Por otra parte, el adulterio del pastor es un
pecado aún más serio. ¿Por
qué? Algunos pecados dañan más que otros
precisamente en razón de la persona que los comete. Como bien dice el Catecismo de Westminster, las personas
eminentes por su profesión, dones y cargos son ofensores particularmente serios
en vista de la influencia que tienen sobre otros. Esta seriedad adicional se
hace realidad en cada caso de los pastores que cometen adulterio.
Agreguemos
a esto Santiago 3:1, que indica que los pastores serán considerados dignos de
mayor juicio, y tenemos un argumento de mucho peso: el adulterio pastoral es un
pecado aún más grave que el adulterio en general.
La lengua:
“Hermanos
míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor
condenación”.
Aunque hoy muchos apelan al criterio del perdón como
respuesta compasivo hacia el pastor caído, este criterio no es compasivo ya que
no aborda la profundidad de la cuestión.
Pero
¿por qué el adulterio hace que un pastor quede inhabilitado para su cargo?
II. EL CRITERIO DE SER IRREPRENSIBLE:
En las
Epístolas Pastorales hay varias explicaciones directas de los requisitos para
el Ministerio Pastoral. En 1 Timoteo 4:12 vemos un resumen: “… sé
ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza”. Tito 1:6 agrega que el anciano debe ser irreprensible.
La palabra griega aquí significa imposible de asir, inexpugnable. El
comentarista William Hendriksen se
refiere a este ser intachable diciendo, “los enemigos pueden proferir toda clase de acusaciones, pero
cuando se aplica justos métodos de investigación, tales acusaciones resultan
sin fundamentos”.
El
adulterio no es el único pecado que inhabilita a un pastor para volver a su
cargo, pero es uno de los pecados más visibles y confusos que plagan a la
iglesia actual.
Lo que
es particularmente penoso en cuanto a este pecado es el abuso de poder que a
menudo lo acompaña. Como resultado de la aventura amorosa del pastor, hay un
profundo dolor en la otra parte, y un dolor aún más profundo en la esposa del
pastor. Este que ha recibido un cargo de honor a través del cual fue llamado a
servir a personas vulnerables y que han sufrido abusos, con su proceder ha
violado la confianza depositada en él.
… el adulterio pastoral hace que el pastor quede descalificado.
El
pastor anglicano Michel Peers
manifestó: “Es un problema
de raíces profundas y sombría”, y a
menudo está protegido por los demonios hermanos, “negación
y control”. Don Posterski declara: “Cuando el poder que tiene el pastor es usado para su
gratificación sexual, constituye un abuso sexual de poder”.
Nos
entristece que tan pocos líderes “caídos”
reconozcan el abuso de poder inherente al adulterio pastoral. Y menos aún están
dispuestos a hablar sobre la destrucción de la confianza como resultado de sus
pecados. Muchos se escudan en conceptos psicoterapéuticos tales como sanidad y
recuperación como razones para volver al Ministerio Pastoral, pero no con el
genuino reconocimiento de la patología que se manifiesta en el abuso de poder.
El
consenso en la historia de la iglesia demuestra con firmeza que el adulterio
pastoral hace que el pastor queda descalificado. El historiador luterano Carl A. Volz en su libro Pastoral Life
and Practice in the Early Church (Vida y práctica pastoral en la iglesia
primitiva) declara en forma categórica que la iglesia excluyo del ministerio
público a pastores como consecuencia de “desliz
moral” y “herejía”. Volz señala que la ordenación no
protegía a los presbíteros; lo que había sido conferido podía ser quitado. El
notable presbítero Hipólito, del
segundo siglo, atacó enérgicamente la inmoralidad entre los líderes de la
iglesia, e insistió en su inmediata remoción del cargo. El antiguo documento “La enseñanza de los apóstoles”, de
principios del segundo siglo, expresa que quien había sido ordenado como pastor
o presbítero pero luego había desobedecido la Palabra de Dios, debía ser
inhabilitado porque tal hombre había mentido al tomar sus votos de lealtad y
pureza ante Cristo y su iglesia. Tal quebrantamiento de los votos de ordenación
era considerado como una atroz contravención del Tercer Mandamiento.
Los reformadores protestantes eran de la
misma opinión. Juan
Calvino prescribió:
“A fin obviar todos los escándalos de conducta será necesaria la disciplina de
los pastores… a la cual todos deben someterse. Esto ayudará a asegurar que el
pastor sea tratado con respecto y que la Palabra de Dios no sea deshonrada ni
burlada por la mala fama de los pastores y ancianos. Además, como la disciplina
será impuesta a quien la merece, no habrá necesidad de suprimir calumnias ni
falso testimonio que injustamente se emite contra inocentes”.
Como
hemos establecidos, el cargo requiere que el pastor o anciano sea sin tacha. No
hay dudas de que 1 Timoteo 3:1-7 requiere, entre otras cualidades, que los episkopos (o ancianos de la iglesia)
sean marido de una sola mujer, es decir, hombres de pureza moral cuya esposa es
la única con quien tiene relaciones sexuales.
Etimología:
G1984 ἐπισκοπή =
episkopé:[3] de G1980; inspección (para alivio); por
implicación superintendencia; específicamente «episcopado» cristiana:- obispado, oficio, visitación. (Strong).
Deben
ser hombres que guardan el pacto de Dios y mantienen puro el lecho matrimonial
(Heb.13:4). Pablo enfatizó a la iglesia en Éfeso, donde el pecado sexual era
común entre los inconversos paganos, que la inmoralidad ni siquiera debía
nombrase en la iglesia (Ef.5:3).
Lo
trágico es que el quebrantar el pacto de esta manera, hay un oprobio que
perdura en el pastor caído, y esto tendrá consecuencias de largo plazo. El
sabio Salomón lo expresó de manera solemne: “Mas el que comete adulterio es falso de entendimiento;
corrompe su alma el que tal hace. Heridas y vergüenza hallará, y su afrenta
nunca será borrado” (Prov.6:32-33).
Una de
las preguntas problemáticas que a menudo surgen en cuanto a esta cuestión de
ser “irreprensible”* es la siguiente: ¿Es el conocimiento público del
pecado la cuestión principal en cuanto a que el pastor sea irreprensible, o
acaso hay algo en la naturaleza de este pecad que hace que el no tener tacha
sea un asunto más importante que el conocimiento público? Diciéndolo sin rodeos: ¿Puede el hombre convertirse es
irreprensible yendo a vivir a otra comunidad, a otra iglesia, y empezar otra
vez de cero? En el nuevo lugar, se alega a menudo, otros
no tendrán conocimiento de su fracaso pasado.
Etimología:
*anepilemptos = (ἀνεπίλημπτος, G423), lit: que no puede ser tomado; de ahí,
no expuesto a censura, irreprensible (de a, privativo; n, eufónico, y epilambano, asirse de).
Se usa en 1 Tim.3:2 y 5:7: «irreprensible» en ambos pasajes; 6:14: «sin… reprensión».
Véase ----------->Parte II:
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