jueves, 30 de junio de 2016

Parte I: Los Diez Mandamientos De Dios: (Éxodo 20:1-17)

Parte I:
Los Diez Mandamientos De Dios:
Por: Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:

Los Diez Mandamientos:
“Y habló Dios todas estas palabras, diciendo:… Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre… No tendrás dioses ajenos delante de mí… No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra… No te inclinarás a ellas, ni las honrarás;  porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen,… y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos… No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano;  porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano… Acuérdate del día de reposo para santificarlo… Seis días trabajarás, y harás toda tu obra;… más el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna,  tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas… Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó… Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da… No matarás… No cometerás adulterio… No hurtarás. No hablarás contra tu prójimo falso testimonio. No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo…”.
(Éxodo 20:1-17)

Prolegómeno:*
Los diez mandamientos, o las diez palabras, son principios fundamentales para la vida y ética del AT., y forman la base para la legislación de Israel. Después de la Pascua, el decálogo constituye el segundo de los dos enfoques fundamentales del libro de Éxodo, y se repite en Deut.5:6-21 con unas pocas variaciones.

¿Cómo debía vivir la nación santa (Deut.19:6)? El pueblo elegido necesitaba una constitución y el Señor se la dio en la forma del decálogo (vv. 2-17). El capítulo describe, además, el temor del pueblo ante la presencia y la revelación de Jehová  (vv. 18-21), e introduce la división del escrito conocido como Libro del Pacto (20:21-23:33).

Los Diez Mandamientos tratan dos temas:
Ø La relación correcta entre el pueblo y Jehová,  y
Ø La relación buena entre los miembros de la comunidad.
A pesar de que algunos consideran que la división incluye cinco reglas para cada sección, parece mejor dividirlas en cuatro (vv. 2-11) y seis (vv. 12-17; ver Mt.19:18-19).

La constitución moral de Israel es positiva en su expresión y en su empuje. La expresa de dos maneras:
(1) Por el uso de tres verbos positivos, y
(2) por el empleo de las formas negativas.
Los verbos positivos, yo soy (v. 2), acuérdate (v. 8) y honra (v. 12), introducen tres principios positivos:
·      La relación correcta con Dios (vv. 2-7),
·      La manera correcta de adorar a Dios (vv. 8-11), y
·      La manera correcta de vivir en la comunidad del pacto (vv. 12-17).

Las expresiones negativas explican lo que significan los conceptos positivos e indican en sí elementos positivos:
Ø Una prohibición veda la acción en un área solamente, dejando otras áreas sin restricciones.
Ø Un mandamiento positivo es más inclusivo: Se puede hacer únicamente lo especificado y se dejan áreas más grandes totalmente excluidas.
Ø Un mandamiento positivo no permite contemplar experiencias fuera de la cultura o tecnología de aquel momento.
Las prohibiciones anuncian principios y no formulan un código legal. Cada generación y cultura tendrán que aplicar los principios eternos a su época.

Lo negativo también indica que hay limitaciones puestas sobre la libertad absoluta. Las reglas son dirigidas al individuo (notar el uso de la segunda persona singular) que vive en la comunidad del pacto. Son individuales en forma; sin embargo, son colectivas en aplicación.
El individuo está relacionado estrechamente con el grupo. Israel, como nación, estaba en el jardín de infantes. Tal como un niño tiene que aprender la obediencia antes de entender por qué hacerlo, el pueblo tuvo que pasar por la etapa del temor, la falta de sazón, antes de poder comprender una lealtad que resulta en el amor (ver Jn.14:15). Los Diez Mandamientos son leyes que contrarrestan la tendencia del ser humano hacia un comportamiento egoísta, y ponen freno sobre el comportamiento antisocial. Las reglas éticas sirven de guía para el individuo y de protección para la comunidad contra abusos particulares; favorecen el bienestar del pueblo sobre la libertad del individuo.

La palabra hebrea para ley es torah[1]  H8451, que proviene de una raíz que significa "arrojar", "tirar", o "disparar". El significado derivado es "señalar", "enseñar", o "mostrar el camino". Así pues, la ley significa instrucción, dirección, o revelación divina. Como tal, la ley es una parte fundamental de la revelación del pacto que enseña al pueblo de Dios cómo vivir diariamente.

Etimología:
H8451 תּוֹרָה = torá: o תֹּרָה = torá; de H3384; precepto o estatuto, especialmente el Decálogo o Pentateuco:- derecho, dirección, enseñanza legal, ley. (Strong).

Para los fieles de Israel, la ley era una bendición (ver Salm. 1:2; 19:7-11; 19:119, especialmente v. 97; Gal.3:19-25; Rom.3:19-20; 5:13; 5:20; 7:7). Jesús dijo de ella: No penséis que he venido para abrogar la Ley o los Profetas. No he venido para abrogar, sino para cumplir (Mt.5:17). Por supuesto, se debe hacer una distinción entre la ley del AT., y las tradiciones orales de los rabinos derivadas de la ley. En la época de Jesús los fariseos habían dejado al lado los principios de la ley y habían instituido un sistema legal, detallado y complicado, de cómo cumplir con todas las categorías identificadas de ella.

Una vez le preguntaron a Jesús por qué sus discípulos no andaban de acuerdo con la tradición de los ancianos, sino que comían pan con las manos impuras. Jesús les respondió que ellos, los que hacían la pregunta, habían dejado los mandamientos de Dios y se habían aferrado a la tradición de los hombres (Marcos 7:5-8). Jesús no asignaba igual validez a la tradición oral de los rabinos que a la Torah del AT. Estaba dispuesto a hacer a un lado una ley particular en obediencia a una ley superior (Mt.5:17-48). 
____________
*prolegómeno. (Del gr. προλεγόμενα, preámbulos). m. Tratado que se pone al principio de una obra o escrito, para establecer los fundamentos generales de la materia que se ha de tratar después. U. m. en pl. || 2. Preparación, introducción excesiva o innecesaria de algo. U. m. en pl. Déjate de prolegómenos y ve al grano. Microsoft® Encarta® 2009.


Parte 1
Los Diez Mandamientos De Dios:
Los Diez Mandamientos: (Éx. 20:1-17): 
1. Y habló Dios todas estas palabras, diciendo:
2.  Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre.
3.  No tendrás dioses ajenos delante de mí. I
4.  No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra.
5.  No te inclinarás a ellas, ni las honrarás;  porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, II
6.  y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos.
7.  No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano. III
8.  Acuérdate del día de reposo para santificarlo.
9.  Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; IV
10.  mas el séptimo día es reposo para Jehová tú Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas.
11.  Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó.
12.  Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da. V
13.  No matarás. VI
14.  No cometerás adulterio. VII
15.  No hurtarás. VIII
16.  No hablarás contra tu prójimo falso testimonio. IX
17.  No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo. X
                                               (Biblia RV1960)
Introducción:
Hace unos años, en una reunión de pastores de cierta ciudad, alguien que acababa de preparar un estudio sobre el decálogo [2] preguntó en voz alta a los presenta qué decía el octavo mandamiento de la ley de Dios. Primero hubo un ronroneo, luego algún sonrojo y finalmente balbucearon unos una cosa y otros otra.
Si el apuro es a nivel de pastores ¿qué será a nivel del pueblo llano? Una voz autorizada nos da testimonio de que Inglaterra está enfrentando una tercera generación de niños educada en la casi absoluta ignorancia de los Diez Mandamientos y sus implicaciones personales. La decaída moral de este país es evidente, entre otras naciones primermundistas.
Existe, por lo tanto, la necesidad de revisitar unos Mandamientos salidos del propio dedo de Dios para ponerlos por obra en nuestras vidas y enseñarlos a nuestros hijos. Recordemos, no obstante, que como creyentes no estamos bajo la ley “como pacto de obras” sino como “reglas de vida”, es decir, no para ganar la Salvación sino como norma de vida que agrada a Dios; y que es la gracia del Evangelio y el Espíritu de Cristo quien nos capacita para hacer libre y gratuitamente lo que Dios ha revelado en la ley.
El propósito del presente estudio, que será entregado en cuatro partes, si Dios quiere, es comprobar cómo la ley es aún fundamental para nuestra vida cristiana porque nos ayuda a ver la Santidad de Dios, ayuda a definir el pecado y nos ayuda a mantenernos en el Camino cuando nos desviamos.
También es nuestro deseo que por la meditación de los diez mandamientos muchos lectores puedan considerar el estado de sus almas ante el Creador y puedan arrepentirse de sus pecados y volverse en fe a Jesucristo quien es la meta hacia la que la ley se mueve (Romanos 10:4).

“porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree”.

Cristo es la terminación de la ley. Esta no podía proveer justicia basada en méritos, pero Cristo provee justicia basada en la gracia de Dios en respuesta a la fe (3:20; Hechos 13:39).

I:
“No tendrás dioses ajenos delante de mí”. (Ex.20:1-3).

1.    Exclusividad:
La primera característica que queremos destacar de este Mandamiento es su exclusivismo. Aquí el Señor se presenta como el único Dios verdadero que debe ser adorado, implicando con ello la falsedad de todos los demás llamados dioses y la necesidad de servirle o confiar en ellos. Yo, yo YHVH [3], y fuera de mí no hay quien salva (Isaías 43:11). No se trata por lo tanto de un dios tribal que gobierna sobre un pueblo determinado, en este caso Israel, mientras que otros pueblos o cultura adoptan creencias o religiones igualmente verdaderas y salvadoras. Su exclusividad es absoluta; Yo soy el primero, y yo soy el postrero, y fuera de mí no hay Dios (Isaías 33:6).
Si todos llamados dioses fueran de verdad lo que dicen ser nos hallaríamos ante la confusión más absoluta posible pues cada uno presenta su propia cosmovisión [4] del mundo con enseñanzas dispares en lo esencial para la existencia del hombre como son la realidad de la vida y la certeza de la muerte. En medio de todo este quirigay asoma esplendorosa la luz de Aquel quien con su Palabra y Espíritu da suficientes evidencias de ser quien dice ser y con autoridad demanda: “No habrá para ti otros dioses que yo”. Y aunque este exclusivismo parece intolerante, y “políticamente incorrecto” a los ojos del mundo en que vivimos, es lo que enseña la Biblia y creemos los cristianos.
Por eso evangelizamos. Si todas las religiones fueran igualmente verdaderas y todas condujeran a los hombres al cielo la evangelización sería completamente superflua. Cuando Cristo declaro: “Yo soy el camino, la verdad y la vida, nadie viene al Padre sino por mí” y luego en Hechos de los apóstoles leemos que “En ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo dado a los hombres, en que podamos ser salvos”, nos damos cuenta nuevamente de esta demanda de exclusividad universal que se encuentra sólo en el Ser del Dios Trino y Verdadero. Porque “el que me ha visto a mí ha visto al Padre” y “el Padre y yo uno somos” dice Cristo de sí mismo, “por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” (Mt. 28:19).

2.    Personalidad:
En segundo lugar nos topamos con la personalidad de este Dios. Se trata de un Dios con “nombre y apellidos”, es decir, un Dios reconocido, identificable y por lo tanto personal. Yo* soy YHVH tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre (Ex.20:2). Este y sólo ÉL debe ser adorado. El primer Mandamiento además de prohibir la Adoración de los falsos dioses nos dirige hacia el único Dios Verdadero de forma clara y contundente, de tal modo que nadie con acceso a esta revelación pueda confundirse.

Etimología:
*אָנֹכִי = anokí: pronombre primario; yo:- yo, mi, mí. (Strong).

ÉL es, el que es, el Gran YO SOY, el Dios autosuficiente reconocible por sus obras poderosas, “te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre”. Él es el:
·      Creador,
·      Redentor, y
·      Gobernador del Mundo [Y El Universo].
A él deben murar todas las naciones de la tierra…”porque lo que de Dios se conoce les es manifestado, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por las cosas hechas, de modo que no tienen excusa” (Rom.1:19-20).

Nunca antes, nación ninguna, distinta a los israelitas, había utilizado jamás el nombre de YHVH. Es este el nombre del Dios del pacto con Su pueblo. YHVH era el Dios que había elegido a Israel de entre todas las naciones de la tierra, y a través de ellos bendeciría a todas las naciones de la tierra (Gn.12:2-3) ÉL propósito de Dios al presentarse con esta nombre en la introducción a los diez Mandamientos es evidente: Ofrecer la garantía de un Dios absolutamente fidedigno que cumplía las promesas que hacía.

3.    Intimidad:
El Dios verdadero, el Dios que debe ser Adorado, no es un Dios lejano. Según Brian Edwards [5], la frase “delante de mí”[6] (Ex.20:3) es la traducción de dos palabras hebreas (al pani) que significan “ante mi rostro”. Todo cuanto el hombre hace, dice o piensa no se escapa del escrutinio de Dios. Su presencia está continuamente delante de los hombres. Dice el salmista “¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás tú; Y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás”. Hasta los poetas griegos habían intuido que “en Dios vivimos, nos movemos y somos” (Hech.17:28).
Como Ser Supremo y Soberano de su Creación, el Dios Verdadero, YHVH = יהוה, quien quiere bendecir a sus criaturas, amarlas y ser amado por ellas, de ahí la necesidad del hombre de tener una relación única y personal con este Dios, Fuente de toda gracia. Esta relación íntima es asunto del corazón y su bandera es el amor. Cuando nuestro Señor Jesucristo fue preguntado acerca del gran Mandamiento en la ley su respuesta fue: “Amaras al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primer y grande mandamiento”.

En Conclusión:

No hay sitio para otros dioses en presencia de este Dios Santo. El hombre tiene una clara elección: puede tener a Dios o no. Lo que nunca puede tener es el privilegio de su presencia y al mismo tiempo enredarse en las falsas religiones del mundo.
Elegir al Señor siempre significa una elección que excluye todas las demás posibilidades. Elegir dignifica Amarlo y Obedecerlo. Jesús mismo dijo: “si me amáis guarda mis Mandamientos” (Jn.14:15) y Juan, el discípulo amado, apostilla: “Y este en su mandamiento (de Dios): Que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos amemos unos a otros como nos lo ha mandado”.

La violación del primer mandamiento: El ser humano viola el primer Mandamiento de la Ley de Dios cada vez que sus ambiciones, intereses, amores, deseos, orgullo o egoísmo ocupan el primer lugar en su vida.
Igualmente lo violan aquellos que consultan a los médiums y brujas (os); los que visitan al quiromántico, los supersticiosos que tocan madera cruzan los dedos, espolvorean sal o leen su horóscopo diario.
Por supuesto infringen clamorosamente el primer mandamiento los que dan culto de adoración a la personalidad de alguien, sea un deportista, músico, o religiosos. Todos necesitamos el perdón de Dios por quebrantar el primer mandamiento y este perdón se nos ofrece gratuitamente en Cristo.
Véase---------> Parte II










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