lunes, 20 de junio de 2016

Parte III: LA CONFUSIÓN ENTRE LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA Y SU VIRGINIDAD:

Parte III:
LA CONFUSIÓN ENTRE LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE MARÍA Y SU VIRGINIDAD:
Por Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:

LECCIÓN III

¿QUÉ DICE LAS SAGRADAS ESCRITURAS EN CUANTO A SU PERPETUA VIRGINIDAD?
La Biblia no dice nada acerca de que Dios haya preservado “inviolable la integridad virginal” de María, durante el parto, ni que María se haya abstenido de mantener relaciones sexuales con su esposo José después del nacimiento de Cristo. Por el contrario, la Palabra de Dios afirma que tuvo más hijos.
Sabemos que Jesús descendió a Capernaum con su “madre y sus hermanos” para asistir en una boda. De nuevo encontramos a “su madre y sus hermanos” en busca suya de nuevo en Capernaum (Mateo 12:46; Marcos 3:31; Lucas 8:19).

La madre y los hermanos de Jesús:

“Mientras él aún hablaba a la gente, he aquí su madre y sus hermanos estaban afuera, y le querían hablar”. (Mateo 12:46).

El verdadero parentesco de Jesús, 12:46-50. Los tres sinópticos relatan el episodio en el cual la madre y hermanos de Jesús se presentan, deseando hablar con él. Jesús aprovecha la ocasión para señalar la base para pertenecer a una nueva familia”. Mateo ubica este evento precisamente al fin de la confrontación entre Jesús y los líderes religiosos. Parece que su intención es la de mostrar que no todos los judíos pertenecían a esa perversa generación (v. 45b). Mateo omite el motivo de la venida de la madre y hermanos de Jesús (Marcos 3:21).
La actitud de Jesús, al enterarse de que su madre y hermanos le buscaban, llama la atención por dos razones:
§  Primero, no permitió que su presencia interrumpiera su ministerio, por lo menos en ese momento (comp. Lucas 2:49; Juan 2:4).
§  Segundo, señaló un parentesco espiritual que supera las relaciones meramente carnales.
La base de este nuevo y verdadero parentesco es la obediencia a la voluntad de Dios. Si la base fuera raza, riqueza, nacionalidad, color, posición social, inteligencia, popularidad, muchos serían excluidos.
Pero cualquiera que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos (v. 50) pertenece a la familia de Dios. Es una opción abierta a todos.
En ese momento, los parientes carnales de Jesús —incluyendo a su madre y hermanos— estaban buscándolo para prenderle, porque decían que estaba fuera de sí (Marcos 3:21). Los suyos”, sus parientes, estaban preocupados por su salud, o sencillamente porque él no estaba respondiendo a sus expectativas mesiánicas. Jesús tuvo que soportar no solamente la falta de comprensión y oposición de los líderes religiosos, sino la de sus familiares y amigos más allegados.
El v. 47 no se encuentra en los manuscritos más antiguos, y casi seguro debe omitirse. La omisión no cambia el sentido del pasaje. Probablemente fue introducido para aclarar la expresión al que hablaba con él (v. 48).

Al ser fruto del desprecio en el mismo pueblo donde había nacido, no deja de sorprendernos la siguiente pregunta de sus detractores: “¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María,, y sus  hermanos Jacobo, José, Simón, y Judas? ¿No están todas sus hermanas con nosotros?...”. (Mateo 13:55-56).

Juan llega a comentar que casi al final de su ministerio terrenal: “…ni aun sus hermanos creían en él” (Juan 7:5). Al parecer estos hermanos mar tarde se arrepintieron y creyeron. Esta afirmación se basa en el libro de los Hechos de los Apóstoles, después de la muerte, resurrección y ascensión del Señor Jesucristo, cuanto todos sus seguidores se reunieron para orar:

Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos”. (Hechos 1:14).

¿Qué concepto tenían los ciento veinte cristianos judíos (la iglesia en espera) del Espíritu Santo? No podemos imponer en la interpretación judía la plenitud de la doctrina cristiana del Espíritu Santo que la iglesia de hoy día ha heredado del NT., y de 2,000 años de pensamiento teológico-histórico.
Estas ideas serían muy extrañas al pensamiento de los judíos del primer siglo:
·      José (Mateo 1:18),
·      Elisabeth (Lucas 1:41),
·      Zacarías (Lucas 1:67),
·      María (Lucas 1:35),
·      Simeón (Lucas 2:25),
·      Juan el Bautista (Lucas 1:15), y
·      también para los apóstoles y otros discípulos en espera.
Para éstos debemos interpretarlo a la luz de la doctrina judía del Espíritu Santo, porque ésta, inevitablemente, es la forma en que José, María, Simeón y los discípulos de Jesús deben haber comprendido la idea del Espíritu Santo. ¿Qué es exactamente lo que estaban esperando en su espera del Espíritu Santo cuando oyeron a Jesús decir: ... recibiréis poder cuando el Espíritu Santo haya venido sobre vosotros (1:8)?
Hechos 1:14: Sus hermanos: antes no creían en él, compare Mateo 12:46; Marcos 3:21; Juan 7:3-5.

Mucho tiempo después el propio apóstol Pablo escribe, que en una ocasión visitando Jerusalén fue a ver a Jacobo el hermano del Señor (Gál.1:9), quién se había convertido en uno de los líderes de la congregación en esta ciudad (Gál.2:9-12; Hechos 15:13-21).
También en su carta a los Corintios, Pablo se refiere a los hermanos del Señor (1 Cor.9:5).

El argumento católico-romano es harto conocido, dicen ellos que no hay tales hermanos, sino primos. Es cierto que las palabras “adelphos” y hermana “adelphe”, pueden entenderse en un sentido más amplio. Pero no era necesario usar tal palabra, con tal fin.
Por ejemplo el apóstol Pablo usa la palabra “anepsios*”, que significa primo para identificar a Marcos como “el primo de Bernabé” (Col.4:10).
NOTA: anepsios* = (ἀνεψιός, G431), en Col.4:10, denota primo, y no sobrino (traducción está dada por rv, rvr; rvr77 corrige a «primo», como también lo traduce la vm ). «Primo» es su significado en varios períodos de la literatura griega. Es en este sentido que se utiliza en la lxx, en Núm. 36:11. En escritos posteriores denota sobrino; de ahí la traducción dada por las anteriores revisiones de Reina-Valera. Como dice Lightfoot, no hay ninguna razón que nos lleve a suponer que el apóstol hubiera utilizado este término en un sentido distinto al propio. Por ello, debemos entender que Marcos era primo de Bernabé.
anepsios = (ἁνεψιός, G431) , se emplea en Col.4:10: «sobrino» (rv, rvr; vm, Besson, rvr77, lba, nvi: «primo»). Para la explicación de esta diferencia de traducción, véase PRIMO. (VINE).



LECCIÓN IV

¿QUÉ DICE LAS SAGRADAS ESCRITURAS EN CUANTO A SU INMACULADA CONCEPCIÓN?

La Biblia enseña que el único que ha nacido sin pecado ha sido el Señor Jesucristo (2 Corintios 5:21; 1 Pedro 2:22; 1 Juan 3:5). No existe evidencias alguna otra excepción:

Eclesiastés  7:20:  כִּי1   H3588  Ciertamente  אֵין3   H369  no  ←  hay  אָדָם2   H120  hombre  צַדִּיק4   H6662  justo  בּ5  en  ָ6  la  אָרֶץ7   H776  tierra,  אֲשֶׁר8   H834  que  יַעֲשֶׂה־9   H6213  haga  • el  טּוֹב10   H2896  bien  וְ11  y  לֹא12   H3808  nunca  יֶחֱטָא13   H2398  peque. (Interlineal RV1960).

Ciertamente no hay hombre justo en la tierra, que haga el bien y nunca peque”.
(Eclesiastés 7:20)

Esta es una razón de frustración a la hora de considerarse libre de pecado: nadie está libre de culpa. Puede que Pablo haya estado citando estas palabras al argumentar sobre la pecaminosidad universal de la humanidad (Rom.3:10-20).

Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él”.
(2 Corintios 5:21).

Aquí está el núcleo mismo del evangelio: el Salvador sin pecado ha tomado sobre Sí nuestros pecados, a fin de que nosotros podamos tener la justicia de Dios.

El cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca”.
                                                                       (1 Pedro 2:22).

1 Pedro 2:22-24: El cual no hizo pecado… llevó él mismo nuestros pecados. El Jesús sin pecado fue el perfecto sustituto, en Su muerte, por los pecados de la humanidad.

Y sabéis que él apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en él”.
                                                                                                                         (1 Juan 3:5).

Del objetivo que tuvo la Primera Venida de Cristo, el autor sagrado deduce la necesidad de una vida santa por nuestra parte (vv.4-6).
Los ángeles en el cielo adoran al Señor proclamando, “…pues sólo tú eres santo…” (Apocalipsis 15:4). El Señor mismo dijo:

“Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo Dios”.
(Lucas 18:19).
El apóstol Pablo también es contundente en este aspecto:

por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”.
                                                                          (Rom.3:23).

Romanos 3:23: Cristo: La necesidad absoluta de cada ser humano, EVANGELIZACIÓN MUNDIAL. La evangelización mundial requiere que veamos a la gente tal como Dios la ve, como pecadores:
1) por naturaleza (3:10);
2) por decisión propia (3:23);
3) por su conducta (6:23).
Ciertas actitudes y pretextos ciegos han hecho que algunos creyentes en Cristo no adviertan la condición desesperada de los perdidos: «Porque la paga del pecado es muerte» (6:23).
El universalismo o reconciliación final son términos que describen la creencia errónea de algunos de que, al fin y al cabo, aun a los eternamente perdidos se les librará del juicio eterno.
Pero Pablo dijo: «Pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron» (2 Corintios 5:14). Porque él vio a los perdidos como Dios los ve, dijo: que el amor de Dios le «constreñía» a dedicarse a la evangelización mundial. Las naciones, es decir, todos los seres humanos, necesitan el evangelio desesperadamente, y están perdidos sin él. Un examen cuidadoso de la Palabra de Dios nos ayudará a captar y retener la convicción de que la humanidad entera necesita el evangelio. (Hechos 4:12; Romanos 10:13-15).

Romanos 3:24. Justificados significa ser declarados justos ante Dios.
Redención = apolutrosis  Strong #629: Una liberación asegurada por el pago de un rescate, liberación, dejar en libertad. La palabra, en el griego secular, describía a un conquistador soltando a los prisioneros, un amo redimiendo a un esclavo. En el NT, la palabra designa la liberación del mal y de la condenación del pecado por medio de Cristo. El precio que se pagó para la compra de esa liberación fue su sangre derramada.
NOTA: apolutrosis = (ἀπολύτρωσις, G629), denota redención (apo = de, desde; lutron = precio de liberación). Se traduce «rescate» en Heb.11:35. Por lo general la liberación tiene lugar mediante el pago de un rescate, del precio demandado, el lutron. (VINE).

María, al igual que cualquier otro ser humano no, era una pecadora que necesitaba ser redimida. Ella misma reconoció eso cuando oró:
“Entonces María dijo: Engrandece mi alma al Señor;… Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador”. 
(Lucas 1:46-47, 48-50).

Frecuentemente llamado “el Magníficat”, por la primera palabra de la versión latina. Hay en este poema 15 citas discernibles del AT., mostrando lo mucho que el AT., era conocido y amado en la casa en que fue criado el Señor Jesús.
El hecho de que María murió es prueba suficiente de que estaba sujeta a la pena total del pecado (Génesis 2:7; 3:19; Romanos 6:23). La iglesia Católica tampoco está de acuerdo con eso y afirma que María no murió debido al pecado, ya fuese personal o heredado. Más bien murió porque “a Dios le agradó que María se asemejase en todas las cosas a Jesús; y como el Hijo murió, era conveniente que la madre también muriera…” (Pío XII, Munificentissimus Deus, no 26). Además la Iglesia Católica cree en la ascensión corporal de María al cielo, su cuerpo no vio corrupción.



LECCIÓN V

LA MATERNIDAD DIVINA DE MARÍA Y SU VIRGINIDAD PERPETUA:

En esta última lección queremos definir  una mejor postura Bíblica al tema ya visto y tratado, sobre la postura Romana frente a la Palabra de Dios.

5.1.   La Maternidad De María Respecto Del Hijo De Dios:
Contra Nestorio, que ponía dos personas en Cristo, unidas moralmente, [1] haciendo así a María madre del hombre Jesús, pero no del Hijo de Dios, el Concilio de Éfeso (a. 431) definió: “Si alguien no confiesa que el Emmanuel (Cristo) es verdaderamente Dios, y por tanto, que la Santa Virgen es Madre de Dios (griego: “theotókos” = que dio a luz a Dios), ya que engendró según la carne al Verbo de Dios hecho carne, sea anatema” (Denzinger, 252). La definición, por tanto, es primordialmente cristológica, con el intento de preservar la unidad de persona en Cristo, no obstante la dualidad de naturaleza: divina, como Unigénito del Padre e igual a Él; humana, siendo hombre perfecto, aunque sin pecado.
Los pasajes novotestamentarios que avalan esta definición son:
a)      Lucas 1:35: “por lo cual también el Ser que nacerá santo, será llamado Hijo de Dios”;
b)     Lucas 1:43: “¿Por qué se me concede a mí, que la madre de mi Señor venga a mí?” (nótese que el “Kyrios” de Israel es el “Adonaí” [HA-SHEM ‘El Nombre’ Adonaí, en el pensamiento hebreo no se pronuncia el nombre sagrado de Dios, y se traduce, se pronuncia Adonaí] del Antiguo Testamento, o sea, Dios);
c)    Gálatas 4:4: “Dios envió a Su Hijo, nacido de mujer”. En un intento de confirmar esto, la Teología Católica Romana echa mano –correctamente- de la Metafísica “vulgarizada”, diciendo que María es Madre de Dios, porque ejército con la única persona de Jesús –el Hijo de Dios, que es Dios como el Padre- la misma función materna que nuestras madres ejercen respecto a nuestras personas, a pesar de que nuestras madres sólo nos suministran el organismo corporal, no el alma, donde se encuentra el principio radical de la individuación personal. El hecho de que el Nuevo Testamento jamás llame a la Virgen “Madre de Dios”, podría explicarse por la mala interpretación que a este epíteto hubiesen dado tanto los judíos (¡Madre de Jehová o Yahveh!) como los gentiles (¡una divinidad femenina!).
No debemos caer en el mismo error que Nestorio, mal interpretando este epíteto e imputando a la Iglesia de Roma lo que nunca ha enseñado. Roma no dice que María sea la madre de la naturaleza divina de Cristo, sino madre del Hijo de Dios según la carne. Por tanto, argüir que el llamar a María “Madre de Dios” equivale a convertirla en creadora de su Creador, es un despiste total.

5.2.   Falsas Consecuencias De La Definición De Éfeso:
Más, aunque la definición de Éfeso aparezca correcta, debemos hacer dos observaciones de suma importancia:
1) Nuestra personalidad emerge automáticamente de nuestra naturaleza humana, tan pronto como ésta es concebida en el seno materno, mientras que la persona (¡divina!) de Cristo preexistía desde la eternidad a Su naturaleza humana, formada en el seno de María, de tal manera que, mientras la formación de nuestra personalidad está fundamentalmente subordinada a la función materna de nuestras madres, la personalidad divina de Cristo trasciende infinitamente la función maternal, los derechos maternos y los poderes naturales de María.

2) Las conclusiones teológicas de la Dogmática de Roma han sobrepasado excesivamente el tenor de la definición de Éfeso (de que “la Santa Virgen engendró según la carne al Verbo de Dios hecho carne”), urgiendo indebidamente (unívocamente, es decir, equiparado totalmente la maternidad de María con la de nuestras madres) la relación maternal de María respecto del Hijo de Dios, hasta llegar a concluir:
a) que María pertenece internamente al orden hipostático trinitario, o sea, al círculo íntimo del Dios Trino, como “Madre del Hijo”;
b) que María fue ónticamente santificada por el mero hecho (formaliter) de su “maternidad divina”;
c) que, por tanto, María fue absolutamente impecable por necesidad moral. [2]

No estará de más advertir que la definición dogmática de la maternidad divina de María tuvo lugar en Éfeso, seguida de una procesión de antorchas, un siglo después que los gentiles hubieron entrado masivamente (oficialmente) en la Iglesia. ¿No verían los efesios en este título una base para un culto sucedáneo del de Diana (Hechos 19:34)? Comparando el título “Reina del Cielo”, de antigua tradición mariana, que se da a María en la Letanía lauretana, con los himnos romanos a Vesta, y el mismo título “Reina del Cielo”, dado a Astarté en Jeremías 44:17-19, 25, no será difícil establecer una conexión de raíz humanista entre el culto pagano a las deidades femeninos y ciertas exuberancias del culto a María.

5.3.   La Perpetua Virginidad De María:
El segundo dogma mariano (por orden cronológico) es el de la perpetua virginidad [3] de María (griego aeiparthénos), definido por el Constantinopolitano II (a. 553). Su origen va ligado al aprecio creciente de la vida monástica y al menosprecio del matrimonio (estado de interpretación). Lugares como 2 Corintios 11:2, y sobre todo, Apocalipsis 14:4, mal interpretado, sirvieron para reforzar el mismo sentimiento de sobrevaloración de la virginidad material.
Este asunto ha estado ligado a la interpretación que de la palabra “adelphós” se ha hecho en relación a los que el Nuevo Testamento llama “hermanos del Señor”. En la primera edición de la Biblia Nácar-Colunga, el dominico P. Colunga admitía que resultaba difícil encontrar en la Biblia un argumento concluyente a favor de la virginidad de María después del nacimiento virginal de Jesús, siendo la Tradición el único recurso definitivo para el “dogma”. En el lado opuesto, el evangélico obispo anglicano Ryle, en su comentario a Juan 2:12, defiende vigorosamente que los “hermanos” de Jesús bien pueden ser “primos”, de acuerdo con el uso del Antiguo Testamento.[4]
Ha sido enseñanza tradicional en la Iglesia de Roma que las palabras de María en Lucas 1:34 (“¿cómo será esto, ya que no conozco varón?”), implicaban un voto de perpetua virginidad, aunque los modernos teólogos encuentran muy problemático este caso. Sin embargo, todos ellos convienen en que los textos que parecen una objeción a tal virginidad pueden interpretarse de un modo favorable al dogma y añaden que Juan 19:26 presupone que María no tenía más hijos, pues de lo contrario resultaría incomprensible que el Señor hubiese encomendado a Juan el cuidado de su madre. Pero este argumento no tiene en cuenta el hecho de que Jesús había manifestado más de una vez que era el aspecto espiritual el importante en la relación con Él, mientras que sus  hermanos aparecen en el Evangelio como no-creyentes (véase Juan 7:5).


A lo largo de los siglos, un falso ascetismo condujo a representar a José, en el arte y en la literatura, como un anciano desposado con la joven María, y a ambos como ligados por sendos votos de castidad perpetua, para evitar el pensamiento mismo de que María y José hubiesen podido comportarse, después del nacimiento de Jesús, como cualquier otra pareja normal. A ello contribuyó la excesiva sacralización del seno fisiológico de María a partir de la Encarnación.

Concluimos:

Como evangélico cristiano creemos en la Concepción Virginal del Señor, por lo tanto en la Virginidad de María. Lo que rechazamos es su virginidad perpetua”, pues sujetos al testimonio de las Sagradas Escrituras (La Biblia = Holy Bible), no podemos con buena conciencia apoyar tal dogma, por el contrario creemos que María tuvo más descendencia. En cuanto a su inmaculada concepción y ascensión a los cielos, creemos que tales afirmaciones se contradicen con lo que Dios ha revelado en su Palabra.

___________
Notas y Bibliografía:
[1]  El error de confundir “persona” y “naturaleza” condujo a la herejía del Nestorianismo (dos naturalezas = dos personas) y a la del Monofisismo (una persona = una naturaleza).
[2]  El término filosóficos, la necesidad es: a) metafísica, cuando surge del concepto esencial de una cosa, como la redondez de un círculo (de ahí que la cuadratura del círculo sea un absurdo, fuera del objeto de la omnipotencia divina); b) física, cuando surge de las leyes físicas-químicas de la naturaleza, como es para el fuego el quemar (aunque el ejercicio de esta propiedad  puede ser suspendido milagrosa o naturalmente); c) moral, cuando surge de la dignidad de una persona o de las constantes ordinarias surge de la conducta humana, como es el galardón prefijado para un campeón o inventor.
[3]  virgen. (Del lat. virgo, -ĭnis). com. Persona que no ha tenido relaciones sexuales. U. t. c. adj. || 2. Persona que, conservando su castidad, la ha consagrado a una divinidad. || 3. f. por antonom. María Santísima, Madre de Dios. ORTOGR. Escr. con may. inicial. || 4. Imagen de María Santísima. || 5. Uno de los títulos y grados que da la Iglesia católica a las santas mujeres que conservaron su castidad y pureza. || 6. Cada uno de los dos pies derechos que en los lagares y molinos de aceite guían el movimiento de la viga. || 7. adj. Dicho de la tierra: Que no ha sido arada o cultivada. || 8. Dicho de una cosa: Que está en su primera entereza y no ha servido aún para aquello a que se destina. || 9. puro (ǁ libre de mezcla). || fíate de la Virgen, y no corras. expr. coloq. Se aplica a quien por estar demasiado confiado, no pone nada de su parte para conseguir algo. || viva la Virgen. loc. sust. com. coloq. Viva la virgen. □ V. aceite ~, cepa ~, cera ~, corcho ~, letanía de la Virgen, miel ~, zapatito de la Virgen. Microsoft® Encarta® 2009.
[4]  Sin embargo, no encontramos en el N. Testamento el empleo de “hermanos” por “primos” Lucas distingue bien entre “hermano” (“adelphós” – Lucas 8:21; 16:28) y “parientes” (“synguenís” – Lucas 1:36) e “hijo de una hermana” (Hechos 234:16).
[5]  LACUEVA, Francisco. CATOLICISMO ROMANO. TOMO VIII Edit. CLIE. Págs. 94-98.
-     Stanley Templeton G. Usado con permiso del mismo autor. “Tenía Jesús Hermanos”.
-     e-Sword-the. LEDD.
-     Biblia de Estudio RYRIE.

-     Por: Pastor: Carlos Ramírez Jiménez. 20//06//2016.

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