Parte I:
La
Historia y La Arqueología Bíblica
La
Salvación Bíblica La Biblia y La Vida En El Espíritu Santo:
(Hechos 1:1-3).
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
La Promesa Del Espíritu Santo:
“En el primer tratado, oh Teófilo, hablé acerca de todas las cosas que Jesús
comenzó a hacer y a enseñar,… hasta el día en que fue recibido arriba, después
de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que había
escogido;… a quienes también, después de haber padecido, se presentó vivo con
muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y
hablándoles acerca del reino de Dios”.
(Hechos
1:1-3).
Introducción:
En el primer tratado.
I es, EL EVANGELIO de Lucas. Teófilo significa “querido de Dios”
o “amigo de Dios”. Probablemente, era un funcionario romano,
puesto que el título “excelentísimo”
(Lucas 1:3) indica en Hechos 23:26; 24:3; 26:25 una posición oficial.
Lucas 1:3 cuarenta días. La única referencia
al tiempo del ministerio de Cristo en la tierra entre Su Muerte y Su Ascensión.
Es menester hacer notar en el v. 1 la
expresión con que Lucas caracteriza el primer relato (el Evangelio de Lucas): ... todas las cosas que Jesús comenzó
a hacer y a enseñar. Lucas indica que Jesús, además de su enseñanza, mostró el
ejemplo de su vida.
El tercer Evangelio, más que para proveer
información histórica, está para nuestra edificación. En griego hay que dar
pleno valor al verbo “comenzar”.
Jesús comenzó a hacer y a enseñar, una locución que se interpreta como si Lucas
quisiera decir que el ministerio público de Jesús no era sino principio de su
obra, cuya continuación ahora va a narrar él en Los Hechos. De hecho, podemos
concluir que la obra de los apóstoles se presenta como continuación y
complemento de la de Jesús. Podemos decir que la afirmación de las verdades que
encontramos en el NT., representa la consecuencia inevitable de la predicación
del evangelio de Jesucristo.
Notamos:
la mención que Lucas hace del Espíritu Santo al referirse a los mandamientos
que Jesús da a los apóstoles. El griego permite que la frase por el Espíritu
Santo (v. 2) puede referirse también a la elección de los apóstoles.
Pudiera
ser que Lucas se refiera a las dos cosas:
Ø
Mandamientos,
y
Ø
Elección.
Hechas
ambas por Jesús, movido por el Espíritu Santo.
Cuando Lucas habla de que Jesús da esos mandamientos por el Espíritu
Santo, continúa la norma que sigue en el Evangelio de Lucas,
donde muestra inspiración especial en hacer destacar la intervención del
Espíritu Santo: en la concepción de
Jesús (Lucas 1:15, 35, 67), en la presentación de éste en el templo (Lucas 2:25–27) y cuando realiza las actividades de
su ministerio público (Lucas 4:1, 14, 18; 10:21; 11:13).
Es obvio, entonces, que también ahora lo
sigue haciendo por el Espíritu Santo. También es obvio que el Espíritu Santo no
llegó por primera vez en el día de Pentecostés.
En este estudio veremos el aporte de la
Arqueología Bíblica y su aporte de las evidencias de los hechos Bíblicos en la
historia de la humanidad; La Salvación es un interés especial de parte de Dios
por medio de su Amado Jesucristo; y el obrar actual del Espíritu de Dios
refrendada en la Palabra de Dios [La Biblia], el estudio que nos acercará al
Creador Dios.
Tama I:
La Historia y La
Arqueología Bíblica:
Datos útiles de los tiempos bíblicos:
Es cierto que la
Biblia permanece completa en sí misma y que ella misma es su mejor intérprete,
pero es muy útil también saber algo de la historia de los tiempos bíblicos. La
Biblia misma es el libro de historia más maravilloso en todo el mundo, y más de
la mitad de su contenido se clasifica como historia.
(En
una Biblia de 1,281 páginas, por ejemplo, ¡681 páginas enteras son dedicadas a
la historia!)
Cuando consideramos que el tema de la Biblia es Jesucristo, entonces
verdaderamente la historia es la historia de él.
1.1. Los Bosquejos y Los Datos Siguientes Acerca De
La Historia De La Biblia Son Recogidos Para Tu Información e Inspiración:
Recuerda que cuando toda la historia se
haya terminado sólo lo que fue hecho para Cristo durará.
1. El Período Desde Adán a Abraham: 4000–1921 a. C.:
Aunque no hay un sistema de cronología
bíblica con aceptación general, en Génesis 5 los números parecen indicar que
pasaron 1,656 años desde Adán hasta el diluvio, y en Génesis 11 parecen indicar
427 desde el diluvio hasta el llamamiento de Abraham, o sea, un total de 2,083
años desde Adán hasta Abraham. El mundo antediluviano estaba corrompido y lleno
de violencia.
Los arqueólogos, al excavar en las
ruinas antiguas del Oriente Próximo, encuentran a menudo antiguas ciudades
fortificadas cubiertas de un estrato grueso de depósito diluviano. Ur de los
caldeos de donde originó Abraham, era una ciudad-estado inicua y sofisticada,
con una población grande.
Los arqueólogos han descubierto
evidencias de palacios, ejércitos, comercio, casas con comodidades internas, y
también sacrificios de humanos, templos para ídolos, armas, y muchos escritos
en tablillas de barro e inscripciones en piedras. Dios apartó a Abraham de
aquellas culturas idólatras. Abraham se hizo un extranjero y peregrino que
buscaba una ciudad celestial (Hebreos 11:8–16). Desde Adán hasta Abraham, Dios
también enseñó a su pueblo a ofrecer sacrificios de sangre para la expiación de
los pecados, una figura que señala hacia Cristo.
2. El Período Patriarcal Desde Abraham Hasta Moisés:
1921–1451 a. C.:
Durante este período, los patriarcas
vagaron como extranjeros y peregrinos en la tierra prometida. Sus descendientes
bajaron a Egipto bajo la protección de José. Éxodo 12.40 habla de 430 años en
Egipto y Gálatas 3:17 habla de 430 años desde el pacto de Abraham hasta Moisés
y la ley.
Así como Abraham sin duda había sido
expuesto a la sabiduría y la corrupción de la civilización sumeria antes de su
llamamiento, así también Moisés fue expuesto a la sabiduría y la corrupción de
la civilización egipcia antes de que fuera llamado por Dios a guiar a Israel de
Egipto.
Josefo registra la tradición que Moisés
había sido un general valiente que guió a los ejércitos egipcios a una victoria
sobre los etíopes, y que fue allí donde consiguió a su esposa etíope. A lo
menos sabemos que Moisés pudiera haber sido un príncipe en Egipto si no hubiera
querido identificarse con el pueblo de Dios (Hebreos 11:24–27).
Nota: las
cuatro transigencias de mundaneria que Faraón ofreció a Moisés para intentar
entrampar a los hebreos (Éxodo
8:25, 28; 10:10, 24). Puesto que estas cosas
son figuras de las transigencias que Satanás ofrece a la iglesia, ¿qué
representan? Antes de que los hebreos pudieran escapar de Egipto, tenían que
ponerse bajo la sangre del cordero de la pascua, una figura de Cristo. Los
cuarenta años en el desierto a causa de la desobediencia nos llevan al año 1451
a. C.
3. El Período De Los Jueces: 1451–1095 a. C.:
Pudiéramos decir que cuando Josué cruzó
el Jordán y comenzó la conquista de Canaán, estaba sirviendo como el primero de
los jueces. La palabra “Josué” significa “libertador”, y los jueces son
llamados “libertadores”
en Nehemías 9:27. Cuando el pueblo pecó, Dios hizo levantar a los opresores
para molestarlo. Él quería purificarlo y por medio del sufrimiento y la
aflicción hacerlo pedir la ayuda de él.
Entonces él levantó a libertadores para
derrotar al enemigo y dar descanso a su pueblo. Lo triste es que en los tiempos
de prosperidad y paz, el pueblo estaba propenso a olvidar a Dios y a seguir a
los ídolos de los cananeos. Durante este período de los jueces, no había otro
rey sobre el pueblo de Dios salvo Dios mismo.
Así que esto era un tiempo de teocracia (gobernación
por Dios) por medio de los jueces y los profetas. El descanso perfecto para el
pueblo de Dios llegó sólo cuando vino el Salvador perfecto.
4. El Período De Los Reinos: 1095–587 a. C.:
Una de las rebeliones más tristes del
pueblo de Dios ocurrió cuando rechazaron a Dios como su único rey y demandaron
un rey como las naciones del mundo (1 Samuel 8:5, 7; 12:19). Samuel les
profetizó que sus reyes los oprimieron, los pillaría, y los reclutaron para
el trabajo forzado y para la guerra (1 Samuel 8:9–22).
Mientras que el reinado directo de Dios
fue caracterizado por lo que Dios les daba, el rey tomaría mucho de ellos. Saúl
(1095–1055), David (1055–1015), y Salomón (1015–975) reinaron y conquistaron
mucho territorio, pero cuando murió Salomón el pueblo fue dividido en dos
reinos llenos de celos y de guerra civil.
El templo fue dedicado en 1004, pero
después de todo, era sólo un templo hecho a mano. Llegó el día cuando la
gloriosa manifestación visible de Dios huyó del templo profanado y guió al
pueblo al destierro.
El reino de Israel duró sólo del año 975
hasta 721 a.C., y luego el pueblo fue llevado a la cautividad. La Biblia enseña
claramente que Dios reina y domina entre las naciones del mundo, estableciendo
reyes y quitándoles. Él llamó a los asirios y a los otros enemigos para
castigar a su pueblo rebelde (Isaías 10:5–16). Dios se revela como el Juez de
toda la tierra (Génesis 18:25).
Detrás de las escenas de la historia es
Dios que gobierna todo y dirige los eventos. Pero él no sólo gobierna las
fuerzas de la naturaleza, también se interpone en la guerra espiritual entre
los ángeles y hace que las naciones o se eleven o caigan (Daniel 2:21, 37;
4:17, 25; 10:13). En 587 a.C. el reino de Judá también fue a la cautividad bajo
su vara.
5. El Período De La Restauración: 587–400 a.C.:
Después de los años del destierro y la
cautividad, Dios cumplió sus promesas y restableció a su pueblo en su propia
tierra. Allí reconstruyeron el templo y los muros de Jerusalén. El templo nuevo
fue dedicado en 516 a.C. y Nehemías volvió en 445 para gobernar y para reparar
los muros.
Profeta tras profeta recordó a los
judíos que su vocación era ser un reino de sacerdotes, viviendo en santidad y
humildad ante Dios (Éxodo 19:4–6), pero ellos codiciaban un reino de fuerza y
poder y esplendor terrenal. Viendo su obstinación Dios les dio el rey que
pedían, pero cuando se endurecieron en su pecado tuvo que quitarles el reino,
recordándoles que él es el rey sobre todos los paganos (Salmo 47:2, 7–8).
Después de la cautividad babilónica,
Judea permaneció como una provincia menor bajo el gobierno persa por 200 años.
Malaquías, el último profeta del Antiguo Testamento, no profetizó más de la
restauración de un reino judío carnal. Se preocupó de preparar al pueblo para
la venida del Mesías y de un pacto nuevo (Malaquías 3:1).
6. El Período Entre Los Dos Testamentos: 400–4 a.C.:
Dios había profetizado por medio de
Daniel que había cuatro imperios grandes que afectarían a su pueblo:
· El babilónico (que duró hasta que
Babilonia fue capturada en el año 536 a.C. por Ciro);
· el imperio persa (que duró hasta 330, cuando fue
conquistado por Alejandro Magno);
· el imperio griego o helenístico (establecido por
Alejandro y en su muerte fue dividido entre sus generales y sus sucesores, Tolomeo,
Antíoco, etc.); y
· finalmente, el
Imperio Romano.
Durante el período entre los
Testamentos, por medio de la rebelión de los macabeos y su dinastía, los judíos
ganaron su independencia por un tiempo breve, 166–63. En 63 el general romano,
Pompeyo, capturó Jerusalén y el país llegó a ser una provincia de Roma. Fue
gobernada en parte por los gobernantes romanos y en parte por los reyes
herodianos, hasta que el estado fue destruido en el año 70 a. D.
Durante el período entre los
Testamentos, se escribieron los libros apócrifos, pero ni los judíos, ni
Cristo, ni la iglesia primitiva jamás los reconocieron como libros inspirados
como lo es la Biblia. Ni Cristo ni los apóstoles jamás citaron de los libros
apócrifos; no se usaron en el Nuevo Testamento. Sin embargo, contienen muchos
dichos y ejemplos sabios (así como unos absurdos) y han sido citados por muchos
líderes de la iglesia.
7. El Período Del Nuevo Testamento: 4 a.C.–96 a.D.:
Jesucristo nació cerca del año 4 a.C.,
en “el
cumplimiento del tiempo”. Fue circuncidado como infante, confirmado
como un hijo del pacto cuando tenía doce años (esto fue considerado por los
judíos la edad en que el niño se hacía responsable por sí mismo), y fue
bautizado y entró en su ministerio a la edad de treinta años.
Su nacimiento de una virgen, su vida,
sus enseñanzas, su muerte, su resurrección, y su ascensión a lo alto para
sentarse en su trono —todas estas cosas fueron demostraciones milagrosas y
maravillosas del poder sobrenatural de Dios. Su ministerio fue precedido por el
de Juan el Bautista, el último y el mayor de los profetas. (Pero Cristo dijo
que el más pequeño en el reino de Dios es mayor que Juan. ¿Por qué? Se habla de
él como el mayor nacido de mujer, ¡pero el más pequeño en el reino del cielo es nacido de
nuevo, nacido del Espíritu!).
1.2. Así Que Desde Allí En Adelante, Cristo Presenta Una Dimensión Nueva Del Reino De Dios. Antes Del Ministerio De Cristo,
Existían Estos Reinos Bajo La Época Del Antiguo Testamento:
1. El Reino Original, Absoluto De Dios, En La Creación.
Génesis 1:
Las afirmaciones bíblicas en cuanto a la
creación del universo están en un marco histórico específico y contienen datos
comunes y de interés a la historia y a la ciencia. No fueron hechas en un
vacío, sino en medio de muchos otros relatos de creación.
El lenguaje y el marco de referencia son
los de las culturas mesopotámica y egipcia, ambas predominantes e influyentes
al pueblo de Dios. Los elementos o hechos presentados son selectos y reflejan
intereses religiosos dentro de una cultura específica.
2. El Reino De Satanás (Mateo 12:26):
Después de su rebelión contra Dios,
habla de él como el príncipe de este mundo (Juan 12:35; 14:30; 16:11). Entre
sus súbditos están los ángeles caídos o los poderes y gobernantes demoníacos (Efesios
6:12). El reino de Satanás no es absoluto; es limitado y refrenado por el poder
dominante de Dios (Job 1:10–12); él puede hacer sólo lo que Dios permite (Job
2:6). En este sentido es usado como instrumento de prueba.
3. Los Reinos Humanos Del Mundo:
Corrompidos por la influencia de Satanás
en la avaricia y la ambición de hombres (Lucas 4:5–6), pero aún están bajo el
poder dominante de Dios (Daniel 2:21, 37; 4:17, 25).
Satanás
y los hombres tienen poder; Dios es todopoderoso.
4. Un Reino De Sacerdotes (Éxodo 19:6):
Compuesto de siervos escogidos de Dios
—profetas, sacerdotes, gente, y aun sacerdotes-reyes como Melquisedec. Todos
éstos eran una orden especial de misioneros y mensajeros de la voluntad de
Dios. Los sacerdotes-reyes hacen tres
cosas: interceden, profetizan (o predican), y gobiernan (o juzgan).
5. El Reino
Carnal Concedido Por Dios Como Un Convenio Con Los Judíos Rebeldes (1 Samuel
8:7–22; 12:19).
Éstas,
entonces, fueron las cinco clases de reinos en el Antiguo Testamento: el reino de
Dios, el reino de Satanás, los reinos mundanos, el reino de sacerdotes, el
reino judío carnal. Pero desde el principio de su ministerio, nuestro Señor
predicó una dimensión nueva del reino de Dios —algo nuevo que armoniza con el
pacto nuevo. ¿Cuál era esa dimensión nueva, superior a cualquier cosa ofrecida
bajo el Antiguo Testamento? Tiene que ser entendido como un reino en que se
entra sólo por el nuevo nacimiento, el nacimiento del Espíritu Santo.
Por tanto, es superior al reino del
Antiguo Testamento, un reino de sacerdotes y profetas. Los súbditos de aquel
reino fueron inspirados por el Espíritu, pero sólo nacidos de mujeres. Estudia
Mateo 11:11; Lucas 7:28. Aquí hay una lista de las características del nuevo
reino:
•
Su llegada es la buena novedad —¡el evangelio
del reino de Dios! (Lucas 8:1).
• Se ha acercado (Marcos 1:15).
•
Hay que arrepentirse para entrar en él
(Mateo 4:17).
•
Hay que ser convertido para entrar en
él (Mateo 18:3).
•
Hay que nacer de nuevo para entrar en
él (Juan 3:5).
•
Hay que nacer de nuevo para aun verlo
(Juan 3:3).
•
Se recibe, recibiendo a Cristo (Juan
1:12–13; Hebreos 12:28; Lucas 18:17).
•
Ha llegado cuando entra en el corazón
(Mateo 12:28; Lucas 11:20).
•
No es de afuera, sino de adentro (Lucas
17:20–21).
•
Pertenece a los pobres en espíritu y a
los perseguidos (Mateo 5:3, 10).
•
Consiste en justicia, paz, y gozo
interno (Romanos 14:17).
•
No puede heredarse por carne y sangre
(1 Corintios 15:50).
•
No consiste en palabras, sino en poder
(1 Corintios 4:20).
•
Es quitado de los que no llevan ningún
fruto (Mateo 21:43).
•
No es de este mundo, con pompa y poder
terrenal (Juan 18:36).
•
Es un reino de sacerdotes (1 Pedro 2:9;
Apocalipsis 1:6; 5:9–10).
•
Tiene una ley real (Santiago 2:8).
•
Los que están en el reino son liberados de la esclavitud de Satanás (Colosenses 1:13; Gálatas 1:4).
•
Sus llaves pertenecen a los que
confiesan a Cristo (Mateo 16:19).
•
Los que están en él ahora, reinan ahora
con Cristo (Efesios 2:6; Apocalipsis 3:21).
•
Existe en los corazones que están
sujetos a la monarquía de Cristo (Juan 18:37).
Un
reino tiene que tener las cosas siguientes para ser un reino verdadero: un rey, unos
súbditos sobre los cuales él reina, una ley y una constitución real, poder y
autoridad, un trono, una esfera o un territorio sobre el cual reina el rey. El
reino del Nuevo Testamento de Dios introducido por Jesucristo llena todos estos
requisitos: Cristo es el Rey; los
cristianos son sus súbditos; su ley real es la ley de amor (Santiago 2:8); su
constitución es el Sermón del Monte; su poder es del Espíritu Santo; su trono
está en el cielo; ¡y su territorio es los corazones de los hombres!
Pero esto era un reino muy diferente de
lo esperado por la mayoría de los judíos en los días de nuestro Señor. Lo que
ellos anhelaban era una restauración del reino judío carnal. Se les había
olvidado o habían rechazado la enseñanza de la Biblia acerca del reino de
sacerdotes, que existía en los primeros tiempos. Todavía deseaban un reino malo
y transigido como él de las naciones paganas. Podemos ver cómo era esto al
estudiar la historia de los partidos judíos.
En
los días de nuestro Señor, había cinco partidos judíos importantes: los saduceos,
los herodianos, los fariseos, los esenios y los zelotes. Los saduceos eran la
casta aristocrática y sacerdotal que gobernaba la elección del sumo sacerdote.
Eran mundanos y racionalistas, y estaban resueltos a seguir los lujos de la
cultura griega. Rechazaban el mundo sobrenatural y negaban la existencia de
ángeles, de la resurrección, de la vida después de la muerte, y de las cosas
espirituales. Temían profundamente cualquier amenaza contra la autoridad
romana, porque podría causar una rebelión que los privaba de su posición.
Por esto tenían miedo de la venida del
Mesías porque suponían que él restaurara un reino judío carnal (Hechos 23:8;
Juan 11:48). Cristo advirtió contra la levadura de los saduceos, la cual es
mezclar la religión y la mundaneria.
Después estaban los herodianos. Eran el
partido político que defendía el dominio ilegal de la familia herodiana (los
edomitas) sobre los judíos. Estos hombres inmediatamente sospechaban a
cualquiera que se declaraba el Mesías porque temían una rebelión contra
Herodes. Ellos odiaban a Cristo como un posible rival para el trono y trataron
de atraparle con la pregunta acerca de si uno debiera pagar el tributo. (Si él
dijera que no, podrían arrestarlo por traición; si dijera que sí, podrían
denunciarlo a los demás judíos como colaboracionista con los romanos.)
La respuesta de Cristo señaló claramente
la separación de la iglesia y el estado, la separación entre el reino
espiritual de Dios y los reinos terrenales de este mundo. Debemos pagar el
tributo al gobierno, pero debemos dar nuestros cuerpos y nuestras vidas, hechos
a la imagen de Dios, solamente a él.
La
levadura de los herodianos era la mezcla de la religión y la política. Esta levadura
todavía engaña a mucha gente religiosa a que participen en la guerra y en la
política. El cínico rey Herodes edificó templos para los griegos, lo mismo que
uno para los judíos. Como político quería engañar y gobernar a todos los grupos
religiosos. Napoleón dijo una vez: “En Egipto fui musulmán; aquí [en Francia] seré
católico... y si gobierna una nación de judíos, reconstruir el templo de
Salomón”.
Los fariseos eran el partido religioso
que creía en una separación estricta del mundo. Pero su separación había
degenerado y era no más que un orden externo que ocultaba la corrupción
interna. Cristo advirtió que la levadura de los fariseos es la hipocresía
—profesar ser algo que no somos. Los fariseos esperaban la restauración del
reino judío carnal y la destrucción del gobierno romano. Demandaron que Cristo
les dijera cuándo establecería ese reino, pero él contestó que el reino de Dios
es un reino espiritual dentro de los corazones de los creyentes (Lucas 17:20–21).
Ellos no querían esta clase de reino.
También estaban los esenios, el partido
del aislamiento religioso. Ellos pensaban que las condiciones eran tan malas
que los judíos verdaderos tienen que aislarse del mundo y esperar la
restauración del reino judío carnal. Se fueron a los desiertos y establecieron
comunidades pequeñas como la que estaba cerca del Mar Muerto. Ésta la excavaron
los arqueólogos, y allí encontraron los famosos pergaminos del Mar Muerto. Unos
de los esenios también vivían en sus propias comunidades en los pueblos.
Puede ser que Juan el Bautista fuese
enseñado en una de sus escuelas en el desierto. Aunque él reconoció a Cristo
como el Mesías, cuando fue capturado y estaba a punto de ser matado por
Herodes, Juan comenzó a dudar. Creía que ciertamente el Mesías establecería un
reino judío carnal y lo libraría por fuerza. La respuesta que Cristo le dio fue
que el evangelio fue predicado para que el reino se estableciera en poder
espiritual, no en poder carnal (Mateo 11:2–11).
También
estaban los zelotes; eran el partido político más radical de todos. Creían en la
revolución violenta contra los romanos y en el establecimiento de un reino
mundial de “poder
judío”. Su reacción ante Cristo era intentar hacerle un rey carnal a
la fuerza. “Pero
entendiendo Jesús que iban a venir para apoderarse de él y hacerle rey, volvió
a retirarse al monte él solo” (Juan 6:15). Cuando le ofrecieron un
reino judío carnal, nuestro Señor huyó y se escondió de ellos. Años después
ciertamente se rebelaron y sumergieron a la nación entera en sangre y ruina que
colmó en la destrucción de Jerusalén en el año 70 a. d. Cristo afirmó repetidas
veces que su reino es un reino espiritual, pero parece que los discípulos no lo
entendieron.
Pedro tomó la espada y trató de defender
a Cristo, pero se le mandó meter la espada en la vaina —no tiene ningún lugar
en su reino espiritual. Aun un poco antes del día de Pentecostés, en Hechos 1:6,
los discípulos todavía preguntaban a Cristo cuándo restaurara el reino judío
carnal.
Cristo respondió que no les tocaba a
ellos saber los tiempos que ha puesto Dios en su sola potestad, pero que sí recibirán poder del Espíritu Santo... no poder militar y político, sino poder
espiritual... y que el reino espiritual se establecería cuando naciera la
iglesia.
La historia del Nuevo Testamento sigue a
través del libro de los Hechos y las epístolas y termina en Apocalipsis. El
período de tiempo que abarca el libro de los Hechos probablemente llega hasta
justo antes de que el apóstol Pablo fuera decapitado en el año 67 a. d. Poco
después de eso, los ejércitos romanos asediaron a Jerusalén.
Cuando aparecieron los ejércitos
romanos, los cristianos se alejan de Jerusalén, recordando las advertencias
de Cristo acerca de la destrucción de la ciudad. La enseñanza bíblica acerca de
Jerusalén es muy semejante a la enseñanza acerca del reino.
1.3. Hay Una Revelación Progresiva Que Muestra Que
Dios Aparta a Su Pueblo Del Patriotismo Terrenal, Mostrándolo Su Ciudadanía Celestial:
1. La Jerusalén Original (la ciudad de paz) Estaba
En El Cielo (Gálatas 4:26).
2. Abraham era
un peregrino que iba a la Jerusalén celestial, no a la terrenal (Hebreos 11:10,
13–16).
3. Melquisedec, el
sacerdote-rey gentil de (Jerusalén), era un adorador de Dios como Rey de la
tierra (Génesis 14:18–19) y era también una figura de Cristo (Hebreos 6:20).
4. La Jerusalén
terrenal fue conquistada y reconstruida por David (fue destruida y reconstruida
varias veces), pero aun en los días de Cristo y los apóstoles, ellos la
estimaron como esclavizada espiritualmente y una ciudad carnal (Gálatas 4:25;
Apocalipsis 11:8).
5. La Jerusalén
terrenal fue estimada por la iglesia como un lugar pasajero e inferior (Hebreos
13:14).
6. La Jerusalén
espiritual ahora es la iglesia en la tierra (Hebreos 12:22–23), la ciudad
amada, rodeada de enemigos (Apocalipsis 20:9).
7. La Jerusalén
celestial descenderá para morar en la tierra nueva —la nueva Jerusalén, la
ciudad santa, la esposa de Cristo (la iglesia) (Apocalipsis 21:2, 10, 22–23).
El libro de Apocalipsis, el último libro
del Nuevo Testamento, fue escrito cerca del año 96 a. d. Poco después de eso,
el apóstol Juan murió, y eso fue el fin del período del Nuevo Testamento,
puesto que él era el último de los apóstoles.
1.4. Además De La Nueva Dimensión Espiritual Del
Reino De Dios, El Nuevo Testamento Revela Otras Dimensiones Del Reino, Lo Mismo
Que El Antiguo Testamento Lo Hizo:
1. El reino
espiritual de Dios en el corazón de los cristianos (Juan 3:5; Lucas 17:20–21).
2. El reino de
Satanás —limitado por el poder de Cristo (Mateo 12:26; Hebreos 2:15;
Apocalipsis 20:2; Judas 6; 1 Corintios 10:13; Colosenses 2:15; 1:13; Efesios 6:12,
etc.).
3. Los reinos de
los hombres —corrompidos por Satanás (Lucas 4:5, 6), pero todavía bajo el poder
dominante de Dios (Romanos 13:1; Lucas 22:25).
4. El poder monárquico de Cristo sobre todos (Mateo
28:18).
El Nuevo Testamento enseña que cuando
Cristo ascendió para sentarse a la diestra de su Padre, él tomó el gobierno
directo sobre los santos, también domina indirectamente en los reinos de los
hombres, y limita y restringe a los demonios. Su reino continuará hasta que el
último enemigo (la muerte) sea derrotado en el día del juicio (Efesios 1:20–23;
Colosenses 1:13–20; 2:10; 1 Corintios 15:25–28). En el día del juicio su
victoria será completa; todo el poder y todos los enemigos estarán debajo de
él, y él devolverá el reino a Dios el Padre (1 Corintios 15:24; Apocalipsis
20:11; Mateo 25:31–32).
5. El reino
eterno de Dios, los cielos nuevos y la tierra nueva (Apocalipsis
11:15, 21–22).
En los últimos cien años, la arqueología
(la ciencia de estudiar las ruinas y las reliquias antiguas) ha confirmado
muchos datos disputados de la Biblia. ¡Los
modernistas antes habían afirmado que la escritura ni siquiera había sido
inventada en los días de Moisés! Pero después de eso se ha encontrado
evidencias innumerables de que la escritura fue conocida mucho antes de los
días de Moisés. Se ha hallado bibliotecas enteras de tablillas de barro, de las
cuales muchas contienen datos que atestiguan adicionalmente a los relatos de la
Biblia.
El comercio de Salomón, su marina, sus
carros, etc., que la Biblia menciona han sido confirmados abundantemente por el
descubrimiento de sus minas y los fundidores de cobre, los cimientos de sus
establos, sus rutas de comercio hacia el sur, etc. Se ha encontrado las ruinas
de la casa de marfil del rey Acab; las ruinas desoladas de Babilonia han sido
descubiertas; y se ha hecho muchos descubrimientos acerca del Egipto antiguo de
los faraones del éxodo. Aun se ha hallado inscripciones que prueban que una
parte del salario de los peones que trabajaron por fuerza en las pirámides
consistía de puerros, cebollas, ajos, pepinos, y melones (Números 11:5). La
arqueología de los días del Nuevo Testamento también ha descubierto muchas,
muchas pruebas del relato de la Biblia. Los modernistas aun habían dudado de la
existencia de tal persona como Poncio Piloto, ¡hasta que fueron encontradas piedras en
las cuales habían grabado su nombre y sus títulos! Las ruinas de
Antioquía, Efeso, y Corinto han sido exploradas y muchos sitios del Nuevo
Testamento han sido redescubiertos. La arqueología confirma muchas veces la
exactitud de los relatos de la Biblia en cuanto a la historia.
Al haber ahora resumido brevemente la
historia de la Biblia, desde Génesis hasta Apocalipsis, tal vez sería bueno
recordar al lector que toda la historia es sólo un espacio breve de tiempo
rodeado por la eternidad. Génesis (el libro de principios) presenta temas que
Apocalipsis (el libro de conclusiones) completa. Génesis habla de la creación
de los cielos y la tierra por Dios; ¡Apocalipsis habla del cielo nuevo y la tierra nueva que
han de venir! Génesis muestra la creación del mar; Apocalipsis habla
de su desaparición. Génesis muestra la creación de dos grandes luces, el sol y
la luna; Apocalipsis habla de que ya no más se necesitará su luz, porque el
Cordero será la luz de esa ciudad. Génesis habla del origen de la muerte;
Apocalipsis dice que la muerte ya no más existirá. Génesis habla del nacimiento
del dolor; Apocalipsis habla de que no habrá más dolor.
Génesis
cuenta de la maldición; Apocalipsis cuenta de su remoción. Génesis presenta
a Satanás como el engañador de la humanidad; Apocalipsis le destierra para
siempre. Génesis relata cómo Adán y Eva fueron ahuyentados del árbol de la
vida; Apocalipsis registra la reaparición del árbol de la vida, disponible para
los redimidos para siempre. Génesis muestra al hombre ahuyentado del rostro de
Dios; Apocalipsis dice que verán su rostro.
En Génesis, el hogar original del hombre
era un huerto, al lado de un río; en Apocalipsis, el hogar del hombre redimido
será por toda la eternidad al lado de un río de vida fluyendo del trono de
Dios, una ciudad —huerta del paraíso, ¡la nueva Jerusalén! ¡Gloria al Cordero!
Durante la historia de la Biblia podemos
ver la revelación progresiva del reino de Dios... desde el original, a los
reinos de los hombres, al reino de los sacerdotes, al reino carnal, al reino
espiritual, y al reino final eterno. Vemos la misma progresión al estudiar los
templos de la Biblia. El templo original está en el cielo (Hebreos 9:23;
Apocalipsis 7:15).
El tabernáculo de Moisés y el templo de
Salomón no fueron más que semejanzas y sombras, santuarios carnales hechos a
manos (Hebreos 9:1–11, 24; 8:5; Hechos 7:48). Cristo mismo descendió y habitó
(el griego dice:
“tabernáculo”) entre los hombres (Juan 1:14). El cristiano es un
templo santo de Dios, en que mora el Espíritu Santo (1 Corintios 3:16; 6:19–20).
La iglesia es el templo espiritual de
Dios ahora (Efesios 2:20, 22; Hebreos 13:10; 9:11; Hechos 15:16; 17:24). El
templo final está en el cielo que descenderá a la tierra; en verdad, “no vi en ella
templo: porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero”
(Apocalipsis 21:22).
Verdaderamente, la historia es la
historia de Dios; es el relato de cómo creó Dios al hombre para su gloria, como
cayó el hombre, y como Dios mandó a Cristo para redimir al hombre y restaurarlo
a la comunión con Dios. El significado de la historia no es el relato de los
hechos de los imperios sangrientos que se levantan y caen; su significado es la
obra de Dios para redimir al hombre por medio de Cristo y su iglesia.
El reino de Dios
Jamás puede permanecer un reino
mundanal,
Mas tu iglesia, oh Jesús, por siempre
sigue igual.
Amurallada ella es, cimientos tiene
Sion;
Oímos la solemne voz de la eternal
canción.
No como los reinos de aquí, es tu
pueblo, oh Dios;
Aun entre amenaza cruel y tempestad
feroz
Firme es como tu propio ser: inmóvil,
eternal;
Es piedra que conquistará; casa no
terrenal.
“Oh, Cristo, arrebátame”. Tu iglesia
implora,
“Ven, juzga al mundo y danos la nueva
Jerusalén”.
—A. C.
Coxe y W. McGrath.
Preguntas de estudio para diálogo en la clase y la
iglesia:
1. ¿Qué tema pasa como un hilo de
escarlata desde Adán hasta Abraham?
2. Hablen de las cuatro transigencias que
Faraón ofreció a Moisés.
3. ¿Quién era el verdadero rey durante los
días de los jueces?
4. ¿En qué manera establece Dios a los
gobernantes en los reinos humanos?
5. ¿Qué es la diferencia entre el reino de
sacerdotes y el reino carnal?
6. ¿Por qué no consideramos como Escritura
inspirada los libros apócrifos?
7. ¿Qué dimensión nueva del reino de Dios
trajo Cristo?
8. Hablen de las características del reino
nuevo.
9. Hablen de los
diferentes tipos de partidos entre los judíos en los días del Nuevo Testamento.
10. Hablen de la revelación progresiva de
las varias Jerusalén.
11. ¿Qué podemos aprender de la
arqueología?
12. Hablen de los diferentes tipos de
templos en el plan de Dios.
Véase Parte II:
No hay comentarios.:
Publicar un comentario