lunes, 3 de octubre de 2016

Parte II: ENCARNACIÓN DEL HIJO DE DIOS: (Juan 1:1-18)

Parte II:
ENCARNACIÓN DEL HIJO DE DIOS:
(Juan 1:1-18)
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:

El Verbo Hecho Carne:
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios… Este era en el principio con Dios… Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres”.
(Juan 1:1-4) 

Morris encuentra una explicación en la prominencia acordada a Juan por algunos de sus seguidores. A pesar de que los Evangelios presentan a Juan como el precursor y testigo de Jesús, parece que algunos de sus seguidores querían elevar aún más a su maestro, hasta que algunos se preguntaban si Juan no sería el Mesías esperado (ver Lucas 3:15).

El verbo “hubo”, egeneto (aoristo del verbo ginomai  G1096), se usa en relación con Juan y se traduce lit. “llegó a ser” o “llegó a haber”, indicando un comienzo en el tiempo y el espacio. En contraste, como ya hemos visto, el verbo eimi  G1510 se usa al referirse a Jesús, indicando un ser eterno. Enviado por Dios es una expresión usada frecuentemente en el AT y el NT.
Se usa en este Evangelio de todos los siervos de Dios y especialmente al referirse a Jesús (ver 5:20; 6:38, 57; 17:8, 18; 20:21). Aquí se usa en relación con Juan el Bautista (ver 1:33; 3:28), indicando a uno que goza de una misión divina, no humana, y el respaldo de Dios mismo. El autor, al marcar una distinción muy clara entre Jesús y Juan, de ninguna manera tiene la intención de rebajar a éste.

Que se llamaba Juan es una expresión que, según algunos, apunta implícitamente al apóstol Juan como el autor del Evangelio.
Morris pregunta: “¿Quién más introduciría al Bautista como Juan, sin mayor descripción?”. Esta evidencia adquiere más peso cuando observamos el cuidado que el autor normalmente toma para evitar confusión de nombres (6:71; 12:4; 13:2; 14:22; 18:2; 19:25, 38). Es cierto que los otros Sinópticos hacen lo mismo, pero con menos frecuencia. El nombre “Juan”, Yohanan en heb., significa “Jehová ha sido misericordioso”, él [Este] vino como testimonio indica el propósito de la misión que Dios asignó al Bautista. El término “testimonio” (marturia  G3141) es el mismo del cual proviene nuestro “mártir”.
El sustantivo gr. marturía se usa 14 veces en este Evangelio y 37 veces total en el NT, mientras que el verbo martureo  G3140 aparece 33 veces en Juan.
Plummer observa que la forma sustantiva y verbal aparecen frecuentemente en Juan, pero, en cambio, el adjetivo mártir (martus  G3144) no se emplea. A veces el término se usa para referirse al testimonio porque se consideraba que el testimonio supremo se daba al morir como mártir de la fe cristiana.
El testimonio es una afirmación o aseveración de una cosa de la cual uno está absolutamente seguro. El mártir cristiano, al morir, daba testimonio de su fe en Jesucristo y de la veracidad del evangelio.

Juan insistía que lo que escribía era verídico y que había muchos que daban testimonio a ese hecho. Se mencionan siete que dan testimonio de Jesús:
-      El Padre (5:31, 37; 8:18),
-      Cristo mismo (8:14, 18),
-      el Espíritu Santo (15:26; Ver 16:14),
-      las obras de Jesús (5:36; 10:25),
-      las Escrituras (5:39, 45 ss.),
-      Juan el Bautista y una serie de otras personas, entre las cuales figuran la mujer samaritana (4:39),
-      la multitud (12:17) y los discípulos (15:27).
A través del Evangelio, Juan el Bautista se presenta como el que da testimonio. Tal es que muchos opinan que el título “Juan el Testigo” sería más apropiado que “Juan el Bautista”. Es cierto que Juan fue enviado a bautizar, pero el Evangelio pone más énfasis en él como el que da “testimonio” (1:7, 15, 23, 26, 27, 29, 32-34, 36, 40; 3:26-30; 5:33).

A fin de dar testimonio de la luz define más concretamente la misión de Juan, es decir, la naturaleza de su testimonio. Su testimonio sería “con respecto a la luz” o “acerca de la luz”, y el contexto aclara que la luz era el Verbo, el Hijo de Dios (ver 8:12; 9:5).
Le tocaría a Juan el identificar a Jesús como “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (1:29).
En los Sinópticos se enfatiza la predicación de arrepentimiento y la práctica del bautismo, inclusive el bautismo de Jesús.
En cambio, Juan no menciona el bautismo de Jesús pero enfatiza su misión de dar testimonio.
Nótese: la repetición del término “testimonio” en el v. 7, un mecanismo usado frecuente en Juan para dar énfasis.

Para que todos creyesen por medio de él indica que el hecho de dar testimonio acerca de Jesús no era un fin en sí, sino que apuntaba a un propósito evangelístico, que todos creyesen en la luz. Juan se conoce como el “Evangelio de la fe” por el énfasis que el autor pone sobre esta respuesta a Dios. Es un evangelio universal en el sentido de que está abierto a todos. Dios no excluye a nadie.
El verbo creyesen es un subjuntivo del aoristo que apunta a una acción definitiva de fe. Este verbo, como es empleado en Juan, se refiere a mucho más que a un mero asentimiento mental.
Requiere conocimiento de los hechos básicos del evangelio, un cambio de pensar, una confesión de fe y un compromiso de vida y de por vida. Por medio de él podría gramaticalmente referirse a Jesús o a Juan, pero es claro que se refiere a éste último. El NT., afirma que uno cree en Jesús para la salvación; no es que cree “por medio de” él.
No era él la luz es una categórica negación de que Juan el Bautista fuera el Mesías, como algunos de sus seguidores aparentemente habían llegado a pensar. Su audacia y la autoridad con que predicaba y denunciaba el pecado del pueblo habían llevado a algunos a esa conclusión.
El pronombre “él” traduce el término griego ekeinos  G1565 que suele traducirse “aquel”; en la NVI., es “él mismo”, con un sentido enfático.

Sino que vino para dar testimonio de la luz repite la naturaleza limitada de la misión de Juan el Bautista. Se concentraba en una sola cosa: “dar testimonio de la luz”. Se introduce con el adversativo fuerte “sino”, marcando un agudo contraste. El verbo vino, en el texto de la RVA., no figura en el texto griego; es una construcción abrupta que enfatiza lo que sigue.

1.4.   El Verbo y Su Relación Con El Mundo. Juan 1:9-13:

Con esta sección, el autor vuelve a la consideración del Verbo y agrega dos hechos asombrosos. El Verbo eterno, siendo verdadero Dios, tomó sobre sí la naturaleza humana, y segundo, cuando lo hizo, la humanidad en general no quiso recibirlo. Morris comenta: “Juan toma cuidado para que no perdamos de vista ni las buenas nuevas de la encarnación de Dios, ni la tragedia del rechazo de parte de la humanidad”.

Aquel era la luz verdadera es una respuesta categórica a las pretensiones exageradas de los discípulos de Juan respecto a su amado maestro, o de cualquier otra persona que se proclamara el Mesías de Dios. Juan contrasta la luz del Verbo, la verdadera, con todas las demás luces. En comparación, la más brillante de esas luces es como la de un fósforo al lado de la del Sol.
El pronombre Aquél no está en el texto original, pero se sobreentiende, apoyándose en la última palabra del versículo anterior. El término “verdadero” o “la verdad” es otro tema central en el cuarto Evangelio. El término griego alethinos  G228 enfatiza lo completo, lo auténtico, lo perfecto y lo genuino, mientras que en el hebreo, que está detrás de la LXX (Septuaginta), agrega los conceptos “digno de confianza”, “fidelidad”, “duradero” y “lo que se ajusta a la realidad”.

Que alumbra a todo hombre que viene al mundo es una construcción complicada en el texto original, admitiendo dos traducciones distintas. El problema consiste en determinar cuál es el sujeto del verbo “que viene”. La RVA entiende que el sujeto es “todo hombre”, pues el género y caso de “hombre” concuerda con el participio griego “que viene” y se ubica inmediatamente antes.
Sin embargo, Juan nunca habla de los hombres que vienen al mundo, ni de la humanidad que viene al mundo. La expresión “que viene al mundo” se reserva para el Hijo de Dios y, por eso, muchos traductores se inclinan para una traducción que refleje esa opinión, tal como, por ejem.: “Esa luz verdadera, la que alumbra a todo ser humano, venía a este mundo” (NVI).

El autor no define el significado de alumbra a todo hombre. Juan aclara que los que rechazan a Cristo andan en tinieblas (3:19 ss.) y hay un sentido en que la luz alumbra sólo a aquellos que creen en Cristo. Sin embargo, la “luz verdadera” ha irradiado una iluminación general suficiente para que toda la humanidad sea responsable si la rechaza (ver Romanos 1:20).

En el mundo estaba introduce tres ideas en cuanto al Verbo de Dios:
·      Primero, el verbo estaba es del tiempo imperfecto, indicando una presencia continua.
·      Segundo, y el mundo fue hecho por medio de él repite el concepto del v. 3, recordando que todo lo que existe en el mundo “llegó a existir” por su intervención personal.
·      Tercero, Juan llega a la culminación de su argumento: pero el mundo no le conoció.

Nótese: la progresión del argumento. El Verbo de Dios vino personalmente al mundo, creó el mundo y todo lo que en él hay, pero trágicamente el mundo no le conoció.
Obsérvese el cambio en el significado del término mundo empleado tres veces en este versículo:
Ø Primero, se refiere al mundo habitado;
Ø segundo, se refiere al mundo terrenal y todo lo que en él está;
Ø tercero, se refiere a la humanidad caída y, sin embargo, el objeto del amor de Dios (Romanos 3:16).

No le conoció merece una atención especial. El verbo es de tiempo aoristo, indicando una acción decisiva, de una vez. Se refiere a un conocimiento más que intelectual; Juan tiene en mente un conocimiento íntimo y personal, que incluye un compromiso.
La razón por esta falta de conocimiento, como se aclara luego, no es falta de oportunidad, ni conocimiento intelectual, sino se debe a la voluntad contraria, rebelde, el eterno no querer (ver 5:40; también Isaías 29:16; 51:13; Os.8:14) .

Juan emplea frecuentemente la repetición como mecanismo para enfatizar un concepto. El v. 11 cumple este propósito. La tragedia del rechazo se presenta en su dimensión más lamentable e inexcusable. A lo suyo vino es lit. “a sus propias cosas vino” o “a sus posesiones vino”.
Morris comenta que la expresión se traduce “en su casa” en otros pasajes (por ejem., Jn.19:27). Hay un ligero cambio entre lo suyo y los suyos:
- el primero, de género neutro, se refiere a todas las cosas,
- pero el segundo, de género masculino, a seres humanos.

Lo lógico es que los suyos, los judíos, de entre toda la humanidad, tendrían que haberlo recibido primero. No es que vino a una tierra extraña, a un pueblo extraño, ni al mundo en general, sino que vino a Israel, el pueblo de Dios que había gozado abundantes bendiciones de su mano.
Esta vez Juan no dice “no le conoció” (v. 10), sino que no le recibieron, pero las dos expresiones están íntimamente relacionadas, la primera dando lugar a la segunda. El verbo recibieron implica una bienvenida o una recepción a una relación personal e íntima, tal como la conyugal (ver 14:3; Mateo 1:20; 1:24). El tiempo aoristo del verbo indica una acción decisiva y final.

Pero a todos los que le recibieron indica dos cosas:
- primero, el rechazo no fue total, y
- segundo, la decisión de recibirle dependía de la disposición de cada uno.
En vez de todos, “todos cuantos” capta mejor el término griego josos  G3745.
Plummer encuentra una ligera distinción entre “recibieron” (paralambano  G3880) en el v. 11 y recibieron (lambano  G2983) en el v. 12: el primero lleva la idea de “recibir algo de la mano de otro, o aceptar lo que es ofrecido” mientras que el segundo señala “la recepción espontánea de individuos, sean judíos o gentiles”.

A los que creen en su nombre es una repetición para énfasis y aclaración del concepto en la cláusula anterior. Según Juan, “recibirle” y “creer en su nombre” son expresiones sinónimas.

Les dio derecho de ser hechos hijos de Dios encierra tres términos importantes en la cristología juanina. El Verbo de Dios les dio, a los que creen en su nombre, la gracia o dádiva de aceptar. La salvación es una dádiva, o gracia, de Dios de principio a fin. Derecho de ser se entiende como “autoridad” o “privilegio” más bien que “poder”. Además, el verbo ser traduce un término griego que significa “llegar a ser”. Las personas que reciben a Jesús, reciben a la vez la autoridad de ese enorme privilegio de llamarse “niños de Dios”.
El tercer término, hijos, en griego tekna  G5043, es lit. “niños”.
El NT., presenta a Dios como Padre de todos los seres humanos, pues es su Creador, pero sólo son hijos, o niños, de Dios los que nacen espiritualmente por fe en Jesús (cap. 3).

Los cuales nacieron introduce una explicación de cómo los seres humanos entran en la familia de Dios, empleando tres veces la negativa y finalizando con la positiva. No de sangre, o lit., “de sangres”, una expresión por cierto extraña. El plural puede apuntar a la sangre de ambos padres, o, según algunos comentaristas, al hecho de que el nacimiento involucra muchas gotas de sangre.
Ni de voluntad de la carne probablemente se refiere al deseo sexual, es decir, el que surge de los impulsos naturales del cuerpo humano. Carne aquí no lleva la connotación pecaminosa que se observa en los escritos paulinos. Ni de la voluntad de varón, o del esposo, quizás una indicación de que la iniciativa sexual generalmente proviene de él.

En una variante de menor valor en el texto gr., el verbo “nacido” en singular, da lugar a una referencia a la encarnación del Verbo de Dios, como un milagro de acción divina, así anticipando el v. 14. Según algunos comentaristas Juan quiso relacionar el milagro de la regeneración de los creyentes con el milagro de la encarnación.

Sino de Dios es una cláusula en que Juan emplea una conjunción adversativa fuerte para poner en contraste las tres posibles fuentes del nacimiento espiritual con la fuente verdadera. No fue por descendencia, ni deseo, ni poder humano. Se excluye toda iniciativa humana; el nacimiento espiritual es un verdadero milagro de Dios.
Juan emplea una figura audaz en el verbo nacieron (gennao  G1080), el cual se refiere a menudo a la acción del varón en la concepción de un hijo. Hay un énfasis especial en el texto griego por ubicar el verbo como última palabra en el versículo. En el texto original se lee así: “los cuales no de sangres, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios nacieron”.

1.5.   El Verbo y Su Encarnación. Juan 1:14-18:

Llegamos a uno de los misterios más grandes de la fe cristiana.
Plummer dice que Filón bien pudo haber afirmado las verdades en los vv. 9-13, pero hubiera retrocedido ante las declaraciones de esta sección.
 Juan no describe los eventos históricos en relación con el nacimiento de Jesús como lo hacen Lucas y Mateo, mostrando su independencia de ellos, pero expresa la misma verdad en forma más escueta y filosófica.
Recién en esta sección Juan revela el hecho de que el Verbo eterno y Jesús de Nazaret son la misma persona.
Y el Verbo si hizo carne es otra frase cargada de verdad evangélica, constituyendo una de las afirmaciones teológicas básicas del cristianismo. El término Verbo se repite tres veces en el v. 1 y sólo aparece otra vez hasta aquí, pero todo el Prólogo enfoca su persona. La conjunción Y (kai  G2532) retoma el pensamiento del v. 1.
El Verbo eterno, introducido como coexistente con Dios, aquí llega a participar plenamente de la naturaleza humana. El agente de la creación llega a ser (egeneto).

Concluyó:

Unigénito no sugiere el nacimiento terrenal de Jesús, sino que describe la relación amorosa y única del Hijo con el Padre.
Dios se comunicó mediante varias personas en el Antiguo Testamento, por lo general profetas que recibían mensajes específicos. Pero nadie vio a Dios.
En Cristo, Dios revela su naturaleza y esencia de una forma que podía verse y tocarse. En Cristo, Dios se hizo hombre y habitó entre nosotros.

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Notas y Bibliografía:
[1] logos = (λόγος, G3056), palabra o dicho. Significa también relato, y se traduce también como «cuenta», en los siguientes pasajes: Mateo 12:36; 25:19; Lucas 16:2; Romanos 14:12, (rv: «razón»); Filp.4:17; Heb.4:13; Heb.13:17; 1 Pedro 4:5. Véanse ASUNTO, CAUSA, COSA, DECIR, DERECHO, DICHO, DISCURSO, FAMA, HABLAR, HECHO, MANDAMIENTO, MENSAJE, NOTICIA, PALABRA, PLEITO, PREDICAR, PREGUNTA, PROPUESTA, RUDIMENTO, SENTENCIA, TRATADO, VERBO.
Notas: (1) El verbo ellogeo, poner en la cuenta de una persona, se traduce en Filemón 1:18  «ponlo en mi cuenta»; se usa también de inculpar de pecado en Rom.5:13: «se inculpa». Véase INCULPAR. (2) El verbo istemi, poner en pie, estar en pie, poner, establecer, se traduce en Hech.7:60: «tomes en cuenta». Véanse ESTAR EN PIE, PONER EN PIE. (3) El verbo sumpsefizo se traduce en Hech.19:19: «hecha la cuenta». (4) Epignosis, véanse CIENCIA, CONOCIMIENTO, se traduce «tener en cuenta (a Dios)» en Rom.1:28. (5) Logizomai (véase A, Nº 6), se usa propiamente: (a) de cálculo numérico (p.ej., Lucas 22:37: «fue contado»); (b) metafóricamente, por una relación de características o de razones, tomar en cuenta (Rom.2:26: «¿no será tenida?»), de contar la incircuncisión como circuncisión en la estimación de Dios en contraste de la estimación de los judíos con respecto a su propia condición (v. 3); en 4:3,5,6,9,11,22, 23,24, de contar la fe como justicia, o de imputar justicia a personas; en el v. 4: «no se le cuenta el salario como gracia», se trata el tema considerando el contraste entre gracia y deuda, lo cual involucra el contar de una recompensa por unas obras; lo que se debe como deuda no puede ser considerado como una gracia, pero la fe de Abraham y de sus hijos espirituales los sitúa fuera de la categoría de aquellos que buscan ser justificados mediante los propios esfuerzos, y, viceversa, estos últimos quedan excluidos de la gracia de la justicia, que se otorga solo bajo la condición de la fe; así también en Gal.3:6: «le fue contado» (rv: «le fue imputado»); ya que Abraham, como todos los descendientes naturales de Adán, era pecador, estaba destituido de justicia a los ojos de Dios; si, por ello, se había de rectificar su relación con Dios, esto es, si había de ser justificado ante Dios, la rectificación no podría ser conseguida por su parte mediante obras meritorias; en Stg.2:23: «le fue contado», se considera este tema desde una perspectiva diferente (véase bajo JUSTIFICACIÓN, B, los cuatro últimos párrafos); para otros casos de ser contados a este respecto, véase Rom.9:8 : «son contados»; 2 Cor.5:19: «no tomándoles en cuenta» (rv: «no imputándoles»); (c) considerar, calcular (Rom.6:11: «consideraos», rv: «pensad»; Rom.8:36: «somos contados», rv: «somos estimados»; 2 Cor.10:11: «tenga en cuenta», rv: «piense»); (d) suponer, juzgar, considerar (Rom.2:3: «piensas»; Rom.3:28: «concluimos»; Rom.8:18: «tengo por cierto»; 2 Cor.11:5: «pienso»); véase A, Nº 6. (6) anangello, traer palabra de vuelta, vino a tener en el griego tardío el mismo significado que apangello, anunciar, declarar; se traduce «dando cuenta» en Hech.19:18. Véanse ANUNCIAR, AVISO, DAR AVISO, REFERIR. (VINE).
[2] ginomai = (γίνομαι, G1096), devenir. Significa un cambio de condición, estado o lugar. El verbo «haber» se usa en algunos casos meramente como auxiliar para formar tiempos de otros verbos (p.ej., Mateo 5:18: «se haya cumplido»; Mateo 11:20: «había hecho»; 21: «se hubieran hecho», etc.). Se traduce también propiamente con el verbo «haber»; p.ej., «habrá» (Mateo 24:21, dos veces; Marcos 13:19; Juan 10:16); «hubo» (Juan 27:45; Lucas 1:5; 22:24; 23:44; Juan 1:6; 3:25; 7:43). Véanse ACABAR, ACONTECER, ALCANZAR, APARECER, CELEBRAR(SE), COMPORTAR(SE), CONSTITUIR, CONVERTIR, CUMPLIR, EFECTUAR(SE), ESTAR, HACER(SE), INCURRIR, IR, LEVANTAR(SE), LLEGAR, LLENAR(SE), NACER, PARAR, PASAR, PONER(SE), PRODUCIR, QUEDAR, RESULTAR, SALIR, SER, SOBREVENIR, SUCEDER, SURGIR, TENER, TOMAR, VENIR, VOLVER(SE). (VINE).
[3] ontológico, ca. adj. Perteneciente o relativo a la ontología*. □ V. argumento. *ontología. (Del gr. ὄν, ὄντος, el ser, y -logía). f. Parte de la metafísica que trata del ser en general y de sus propiedades trascendentales. Microsoft® Encarta® 2009.
[4] faino = (φαίνω, G5316) significa, en la voz activa, resplandecer; en la pasiva, ser traído a la luz, hacer evidente, aparecer. Se usa de la aparición de Cristo a sus discípulos (Marcos 16:9); de su futura aparición en gloria como el Hijo del Hombre, mencionada como señal para el mundo (Mateo 24:30); allí el genitivo es referido al sujeto, siendo la señal la aparición del mismo Cristo; de Cristo como la luz (Juan 1:5); de Juan Bautista (Juan 5:35); de la aparición de un ángel del Señor, bien visiblemente (Mateo 1:20), o en un sueño (Mateo 2:13); de una estrella (Mateo 2:7); de los hombres que actúan para ser vistos públicamente; de un vapor, o neblina (Stg.4:14); de cosas físicas en general (Hebreos 11:3); se lo usa impersonalmente en Mateo 9:33 , «nunca se ha visto cosa semejante»; también de lo que aparece a la mente, y así se usa en el sentido de pensar, de parecer (Marcos 14:64; Lucas 24:11). Véanse ALUMBRAR, BRILLAR, MOSTRAR, PARECER, RESPLANDOR, VER(SE). (VINE).
-    e-Sword-the. LEDD.
-    Pastor: Carlos Ramírez Jiménez. 03//10//2016.





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