miércoles, 12 de octubre de 2016

Parte III: EL ISLAM: LA TRADICIÓN ISLÁMICA

Parte III:

EL ISLAM:
LA TRADICIÓN ISLÁMICA
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez: 

Tema 6:
El Corán y Un Cristianismo Corrupto:
Mahoma y el Corán no entienden la diferencia entre el cristianismo del Nuevo Testamento y el cristianismo corrupto practicado por los que profesaban ser cristianos en la península árabe de los siglos VI y VII. El hecho que el Corán refleje esta ineficiencia muestra que su autor (o autores) no tuvo guía divina y no fue iluminado para detectar las distorsiones del folclor rabínico de su tiempo en cuanto al Antiguo Testamento. La clase de cristianismo que se refleja prominentemente en el Corán es el catolicismo (e.g., Sura 57:27—el monacato; Sura17:56—la adoración de los santos).
Cualquiera que esté familiarizado con los primeros cinco siglos de la historia de la iglesia está completamente consiente de la extensión a la que se había llegado a pervertir y distorsionar la religión cristiana. Estas perversiones atrajeron la atención del autor del Corán. Sin embargo, aunque se critica justificadamente la doctrina a la cual Mahoma se oponía, ese criticismo a menudo contiene una aprobación implícita de otros elementos que son contrarios a las enseñanzas del Nuevo Testamento.
Por ejemplo, el Corán hace referencia a Jesús como el “hijo de María” 22 veces. Alá mismo pronuncia la mayoría de estas alusiones (Sura 2:87,253; 3:45; 4:171; 5:17,46,75,78,110,114,116; 9:31; 19:34; 23:50; 33:7; 43:57; 57:27; 61:6,14).
Pero el Nuevo Testamento contiene esta frase solamente una vez—y en este único caso, fue pronunciada por gente anónima cuyo uso de esta frase muestra que solamente conocía a Jesús en términos de Su relación terrenal, i.e., un carpintero hijo de María, que tenía hermanos y hermanas (Marcos 6:3).
El Corán demuestra un énfasis indebido y no-bíblico en cuanto a María, reflejando por ende la noción católica que caracterizaba el tiempo del escrito (cf. Sura 5:116). El énfasis abrumador en el Nuevo Testamento es en Jesús como el “Hijo de Dios” (Marcos 1:1; Lucas 1:35; Juan 1:34; 3:18; 5:25; 10:36; 11:4; Hechos 9:20; Romanos 1:4; 2 Corintios 1:19; Hebreos 4:14; 7:3; 10:29; 1 Juan 3:8; 4:15; 5:10, 13, 20; et.al.)—un reconocimiento que incluso Satanás y los demonios hicieron (Lucas 4:3, 9, 41; 8:28).
[NOTA: se refleja la noción de María como intercesora de los que están en la Tierra (Abbott, 1966, pp. 96,630) en el rol comparable que los musulmanes asignan a Mahoma (Geisler y Saleeb, 1993, pp. 85-86)].

El autor del Corán sin duda había escuchado la disputa entre cristianos y judíos (Sura 2:113). Al asumir erróneamente que ellos seguían el mismo libro, el Corán demuestra una falta de entendimiento en cuanto a la distinción entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, como también la relación entre el judaísmo y el cristianismo. Esta idea equivocada superficial sin duda contribuyó a la conclusión errónea que la Biblia había sido corrompida, y que no podía expresar la voluntad de Dios de manera exacta.
El Corán posee muchas características que demuestran su origen no-inspirado (humano). Una de ellas es no distinguir entre el cristianismo que el Nuevo Testamento enseña y la forma distorsionada de cristianismo al cual el autor del Corán estuvo expuesto. Involuntariamente aprueba las características corruptas que caracterizaban al cristianismo bizantino que se manifestó en Arabia en los siglos VI y VII después de Cristo.
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REFERENCIAS:
- Abbott, Walter, ed. (1966), Los Documentos del Vaticano II [The Documents of Vatican II] (Nueva York: America Press).
- Geisler, Norman L. y Abdul Saleeb (1993), Respondiendo al Islamismo [Answering Islam] (Grand Rapids, MI: Baker).
-  Dave Miller, Ph.D. Derechos de autor © 2008 Apologetics Press, Inc.




Tema 7:
El Corán: ¿El Sol Se Oculta En Una Fuente Lodosa?:
El Corán contiene una cantidad considerable de folclore no-inspirado de fuentes judías (y otras). También incorpora ocasionalmente elementos de mitología y cuentos en sus páginas. En una sura que las fuentes musulmanas identifican como una sura en que Mahoma respondió las preguntas que algunos rabíes judíos diseñaron para retar su llamamiento como profeta (Pickthall, s.d., pp. 211-212), el Corán relata la historia de Dhu‘l-Qarneyn—“El Bicorne”. Al transmitir la historia, el Corán da crédito a la superstición extravagante que el Sol se oculta en una fuente lodosa:
Le habíamos dado poderío en el país y le habíamos facilitado todo. Siguió, pues, un camino hasta que, a la puesta del sol, encontró que éste se ocultaba en una fuente pecinosa [lodosa—DM], junto a la cual encontró a gente. Dijimos: «Bicorne! Puedes castigarles o hacerles bien. Dijo: «Castigaremos a quien obre impíamente y, luego, será llevado a su Señor, que le infligirá un castigo horroroso. Pero quien crea y obre bien tendrá como retribución lo mejor y le ordenaremos cosas fáciles».
Luego, siguió otro camino hasta que, a la salida del sol, encontró que éste aparecía sobre otra gente a la que no habíamos dado refugio para protegerse de él. Así fue. Nosotros teníamos pleno conocimiento de lo que él tenía (Sura, 18:84-91, énfasis añadido).
Observe que el relato del Corán no está expresado en una manera que se preste al lenguaje fenomenal—incluso si hablamos de la salida y puesta del sol. La inclusión de la ubicación de la puesta del sol—una fuente lodosa—coloca al relato directamente en el reino del mito.
Se comete el mismo error en la misma sura (vss. 10-27) cuando el Corán da crédito a la leyenda de los “Siete Durmientes de Éfeso” (vea Campbell, 2002; Gilchrist, 1986). La leyenda (que precede al Corán) habla de siete (el número varía) cristianos nobles que escaparon a la persecución durante el reino de Decio, el emperador romano que murió en 251 d.C.
Los jóvenes se refugiaron en una cueva cerca de Éfeso, pero luego fueron encerrados para morir. No obstante, sus vidas fueron preservadas milagrosamente cuando entraron en un sueño profundo que duró casi 200 años, un sueño que el Corán dice que duró 309 años (vs. 26). El hecho que el Corán dignifique estos cuentos extravagantes desaprueba su propia inspiración.
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REFERENCIAS:
- Campbell, William (2002), El Corán y la Biblia a la Luz de la Historia y la Ciencia [The Quran and the Bible in the Light of History and Science] [En-línea], URL: http://answering-islam.org.uk/Campbell/contents.html.
- Gilchrist, John (1986), Mahoma y la Religión del Islam [Muhammad and the Religion of Islam] [En-línea], URL: http://answering-islam.org.uk/Gilchrist/Vol1/5c.html.
- Pickthall, Mohammed M. (sine data), El Significado del Glorioso Corán [The Meaning of the Glorious Koran] (Nueva York: Mentor).
- Dave Miller, Ph.D. Derechos de autor © 2008 Apologetics Press, Inc.



Tema 8:
El Infierno Y El Corán:
La doctrina clásica del cristianismo en cuanto al infierno recibe un trato especial en el Corán. Este libro provee un número de detalles fantásticos y adornos enigmáticos. En el Día del Juicio, los incrédulos serán “arrastrados boca abajo al Fuego” (Sura 54:48) “que arrancará el cuero cabelludo” (Sura 70:16). Sus rostros se tornarán “hoscos [oscuros—MP]” (Sura39:60). Se les colocaran argollas en los cuellos y se les encadenarán (Sura 34:33; 40:71; 76:4). Una Sura incluso declara que la esposa de Abu Lahab (uno de los enemigos amargos de Mahoma) tendrá en su “cuello una cuerda de fibras” (Sura 111:5)—aparentemente una fibra a prueba de fuego.
Según el Corán, el infierno es un lugar de fuego que arde con ferocidad y violencia (Sura73:12; 92:14; 101:11), con llamas que saltan, penetran y queman (Sura 4:10; 17:97; 25:11; 37:10; 48:13; 77:30-31; 85:10; 104:6-7), en el que la gente no puede “morir ni vivir” (Sura 87:12-13). Aparte de las llamas, el infierno también contiene viento abrasador, humo negro (Sura 56:42-43) y agua muy caliente en la que se arrastrará a los incrédulos (Sura 40:71-72; 55:44). De hecho, los incrédulos beberán y serán empapados con agua hirviente:
Hemos preparado para los impíos un fuego cuyas llamas les cercarán. Si piden socorro, se les socorrerá con un líquido como de metal fundido, que les abrasará el rostro. ¡Mala bebida! Y ¡mal lugar de descanso! (Sura 18:29, énfasis añadido).

Estos son dos grupos rivales que disputan sobre su Señor. A los infieles se les cortarán trajes de fuego y se les derramará en la cabeza agua muy caliente, que les consumirá las entrañas y la piel; se emplearán en ellos focinos de hierro. Siempre que, de atribulados, quieran salir de ella se les hará volver. «¡Gustad el castigo del fuego de la gehena!» (Sura 22:19-22, énfasis añadido; cf. 6:70; 10:4; 37:67; 44:48; 56:54,93).
Aparte del líquido, la dieta del incrédulo incluirá algunas comidas sólidas: “Ese día, unos rostros, humillados, preocupados, cansados, arderán en un fuego abrasador. Se les dará de beber de una fuente hirviente. No tendrán más alimento que de dari, que no engorda, ni sacia” (Sura 88:2-7, énfasis añadido). El Corán afirma la existencia de un árbol específico del cual los ocupantes del infierno comerán:
¿Es esto mejor como alojamiento o el árbol de Zaqqum? Hemos hecho de éste tentación para los impíos. Es un árbol que crece en el fondo del fuego de la gehena, de frutos parecidos a cabezas de demonios. De él comerán y llenarán el vientre. Luego, beberán, además, una mezcla de agua muy caliente (Sura37:62-67).
«¡[S]erán reunidos en el momento fijado de un día determinado!». Luego, vosotros, extraviados, desmentidores, comeréis, sí, de un árbol, del Zaqqum, de cuyos frutos llenaréis el vientre. Y, además, beberéis agua muy caliente, sedientos como camellos que mueren de sed.... Ese será su alojamiento el día del Juicio (Sura 56:50-56).
El árbol de Zaqqum es el alimento del pecador. Es como metal fundido, hierve en las entrañas como agua hirviente (Sura 44:43-46).

El folclor judío no inspirado también propone el mismo árbol (cf. Sukka 32).

El Corán también clama que el infierno posee “guardianes” o “precipitantes” (Sura 40:49; 96:18). Malik es el principal ángel a cargo del infierno, quien dirige los tormentos que se imponen a los incrédulos: “Los pecadores, en cambio, tendrán la gehena como castigo, eternamente.... Llamarán: «¡Malik! ¡Que tu Señor acabe con nosotros!». Él dirá: «¡Os quedaréis ahí!»” (Sura 43:74,77).

Desde luego, la Biblia no dice nada de los supuestos guardianes del infierno. De hecho, la Biblia enseña que incluso Satanás todavía no está en el infierno. En cambio, nuestro “adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” (1 Pedro 5:8; comp. Job 1:7; 2:2).
Parece que la Biblia indica que algunos ángeles malos están encerrados en un lugar de espera previo al Día del Juicio: “Y a los ángeles que no guardaron su dignidad, sino que abandonaron su propia morada, los ha guardado bajo oscuridad, en prisiones eternas, para el juicio del gran día” (Judas 6). Pero Satanás y sus ángeles serán arrojados al lago de fuego al final del tiempo (Mateo 25:41; Apocalipsis 20:10).

Las alusiones adicionales en el Corán a conceptos no-bíblicos (y extravagantes) en cuanto al infierno (también prestados de la literatura rabínica antigua no-inspirada) incluyen: (1) un velo entre el infierno y el paraíso (Sura 7:46), que es una idea sacada de la leyenda sobre Eclesiastés 7:14 que la Midra registra (cf. Tisdall, 1905, p. 124), también como un lugar entre los dos que permite que el que clama se comunique con ambos lados (Sura 7:44); y (2) el reporte de los ángeles que escuchan a escondidas a Dios (Sura 15:18; 37:8-10; cf. Hagiga 6:1).
Incluso al tener en cuenta la dificultad de representar un reino eterno inmaterial en lenguaje que permita que los humanos obtengan un entendimiento suficiente del horror del infierno, el Corán comete el error de describir al infierno como un lugar para los cuerpos físicos. Ofrece detalles abundantes que descartan la impresión que el infierno es un reino espiritual. No muestra un entendimiento adecuado o conciencia de la eternidad que envuelve a este reino espiritual donde los espíritus humanos se revestirán de nuevos cuerpos espirituales.

Por otra parte, la Biblia clarifica esos asuntos, dando solamente la información suficiente para que el lector honesto y objetivo llegue a este mismo punto—i.e., que este será un reino inmaterial e implicará dolor sin final y sufrimiento para el cuerpo espiritual (Mateo 25:31-46; Lucas 12:4-5; Juan 5:28; 1 Corintios 15:35-55). La Biblia es suficientemente genérica para ser creíble.
El Corán está plagado de los adornos que se esperaría de un autor humano no-inspirado. Su cantidad de detalles sobre este tema no se puede descartar como simplemente figurativos.
Aparte de la doctrina del monoteísmo, la doctrina del infierno y el castigo recibe más atención que ninguna otra doctrina en el Corán—incluso tal vez más que el monoteísmo. De hecho, para el lector imparcial, el Corán es demasiado pesado—completamente desequilibrado—en su constante énfasis en el fuego, el tormento y el castigo eterno.
Teniendo en cuenta que hay 114 suras en el Corán, observe que la palabra “infierno” se encuentra 102 veces en la traducción de Pickthall (95 en la de Ali) en 54 suras. “Fuego” se encuentra 161 veces (203 en Ali) en 65 suras. “Castigar y/o castigo” se encuentra 115 veces (169 en Ali) en 43 suras. “Condenación” se encuentra 215 veces en Pickthall en 62 duras. Esto significa que el Corán hace referencia al infierno, fuego, condenación y castigo en 92 de sus 114 suras—¡el 80 por ciento del Corán!
En crudo contraste, el Nuevo Testamento—que tiene aproximadamente la misma longitud que el Corán—usa la palabra “infierno” (geenna) solamente 12 veces (Mateo 5:22, 29-30; 10:28; 18:9; 23:15,33; Marcos 9:43, 45, 47; Lucas 12:5; Santiago 3:6).
Aunque la Biblia ciertamente enfatiza la certidumbre e inevitabilidad del castigo eterno, coloca el tema en una perspectiva adecuada y provee una discusión divinamente balanceada.

Por otra parte, el Corán se ocupa completamente en presentar amenazas de castigo ad infinitum. Su obsesión desmesurada en el infierno, fuego, tormento y castigo es otra prueba de su origen humano.
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REFERENCIAS:
- Ali, Abdullah Yusuf (1934), The Qur’an (Elmhurst, NY: Tahrike Tarsile Quran), novena edición.
- Pickthall, Mohammed M. (sine data), The Meaning of the Glorious Koran (New York: Mentor).
- Rodwell, J.M., trad. (reimpresión de 1950), The Koran (London: J.M. Dent and Sons).
- Dawood, N.J., trad. (reimpresión de 1976), The Koran (Harmondsworth, Middlesex: Penguin).
- Sale, George, trad. (sine data), The Koran (New York: Hurst).
- Tisdall, W. St. Clair (1905), The Original Sources of the Quran (London: Society for Promoting Christian Knowledge).
- Dave Miller, Ph.D. Derechos de autor © 2007 Apologetics Press, Inc.



            Tema 9:
El Más Allá y El Corán:
La descripción del Corán en cuanto al más allá y el reino de los espíritus es una mezcolanza confusa de ideas prestadas de una variedad de fuentes, como también de los conceptos equivocados del mismo autor. Aunque la Biblia no clarifica todo aspecto de la vida más allá de la tumba, ni responde toda pregunta que se pueda tener acerca de ese reino, proporciona un entendimiento consistente, unido y definitivo que se encuentra en crudo contraste con el Corán. Por ejemplo, considere la manera en que el Corán aborda los conceptos del cielo y el paraíso.

¿Siete Cielos?
El Corán hace referencia frecuentemente a la existencia de siete cielos. Considere las siguientes alusiones: “Él es Quien creó para vosotros cuanto hay en la tierra. Y subió al cielo e hizo de él siete cielos. Es omnisciente” (Sura 2:29, énfasis añadido); “Di: «¿Quién es el Señor de los siete cielos, el Señor del Trono augusto?». Dirán: «¡Alá!» Di: «¿Y no le teméis?»” (Sura 23:86,87, énfasis añadido); “Le glorifican los siete cielos, la tierra y sus habitantes” (Sura 17:44, énfasis añadido).
Hablando de la creación del Universo, el Corán declara: “«Decretó que fueran siete cielos, en dos días, e inspiró a cada cielo su cometido. Hemos engalanado el cielo más bajo con luminares, como protección” (Sura 41:12, énfasis añadido). Las amonestaciones de Noé incluyeron las actividades creativas de Alá: “¿No habéis visto cómo ha creado Alá siete cielos superpuestos y puesto en ellos la luna como luz y el sol como lámpara?” (Sura 71:15,16, énfasis añadido; vea también 23:17; 65:12; 67:12; 67:3; 78:12).

En crudo contraste a los “siete” cielos del Corán, la Biblia habla solamente de tres.
El “primer cielo” es la atmósfera de la Tierra, donde las aves vuelan (Génesis 1:20; 8:20; Isaías 55:10; Lucas 13:19).
El “segundo cielo” es el “espacio exterior”, donde están el Sol, la Luna y las estrellas (Génesis 15:5; 22:17; Deuteronomio 4:19; Nahúm 3:16).
A estos dos cielos hace referencia el primer versículo de la Biblia: “En el principio creó Dios los cielos [plural—DM] y la tierra(Génesis 1:1, énfasis añadido). Según la Biblia, el “tercer cielo” es el reino espiritual más allá del reino físico, donde Dios y otros seres celestiales residen (Deuteronomio 10:14; 26:15; 1 Reyes 8:27,30). A menudo se hace referencia a este cielo como el “cielo de los cielos”—un semitismo en el cual se usa un genitivo para enfatizar un grado superlativo—significando el cielo más alto o el último cielo (comp. “Rey de reyes, Señor de señores”).
Aunque la Biblia usa el número siete frecuentemente, nunca menciona nada acerca de siete cielos—incluso en el libro de Apocalipsis donde se utiliza el número siete figurativamente y prominentemente (54 veces).

¿De dónde obtuvo el Corán su noción de los siete cielos? Las fuentes no-inspiradas clarifican este asunto. Los rabinos judíos frecuentemente hablaban de siete cielos (Ginzberg, 1909, 1:9; 1910, 2:260,313; 1911, 3:96; 1925, 5:9-11, 23, 30). Ellos también decían que el infierno tenía siete puertas (Ginzerbg, 5:19,267; 1928, 6:438), otra noción copiada en el Corán que está en conflicto con la Biblia: “La gehena es el lugar de cita de todos ellos. Tiene siete puertas y cada una tendrá un grupo definido de ellos” (Sura 15:43,44). No se puede considerar las alusiones del Corán como poéticas o figurativas, ya que ninguna de las citas del Corán provee indicación de sentido figurativo.

El Paraíso:
El término “paraíso” es de origen persa. Hace referencia a “un área o terreno espléndido, tierra de caza, parque, que tiene sombra y mucha agua” (Thayer, 1901, p. 480). Los judíos usaban este término para hacer referencia a “un huerto, una tierra de placer, una arboleda, un parque”, y llegó a aplicarse a la parte del hades donde se pensaba que “era la morada de las almas de los justos hasta la resurrección” (p. 480). Considerando este trasfondo lingüístico, la Biblia usa esta palabra en tres sentidos diferentes:
(1) Se usa en la Septuaginta [Biblia de los LXX, Griega] (Génesis 2:8, 9, 10, 15, 16; 3:2, 3, 4, 9, 11, 24, 25), la traducción griega del Antiguo Testamento, para hacer referencia al Huerto del Edén en la Tierra donde Adán y Eva vivieron (Septuaginta, 1970, pp. 3-5). Normalmente se traduce como “huerto” en las versiones en español;
(2) en un libro muy figurativo del Nuevo Testamento (Apocalipsis 2:7), se usa para hacer referencia a la morada final de los salvos, i.e., el cielo; y
(3) se usa en conexión con el reino del hades. El término hebreo del Antiguo Testamento para este lugar de espera es Sheol, y el término del Nuevo Testamento es hades.

El Corán ignora la distinción de estos términos bíblicos. En cambio, aboga por la existencia de sietes cielos (como se señaló anteriormente), el paraíso (que aparentemente está entre los siete cielos) y el infierno (un reflejo evidente de la influencia no-inspirada de fuentes judías y persas de los siglos sexto y séptimo).

De acuerdo a la Biblia, “hades” es un término que designa la morada de los espíritus incorpóreos donde todos los humanos que mueren esperan el regreso del Señor (Lucas 16:19-31; 23:43; 2 Corintios 12:4) antes de la resurrección (1 Corintios 15:35-54), el Juicio y la separación final de todos los seres humanos a uno de los dos últimos reinos eternos, i.e., el cielo y el infierno.
El hades consta de dos “partes”: una para los justos muertos y otra para los impíos muertos. El área que los justos habitan es el “paraíso”, mientras que los impíos habitan en el “tártaro”. La Biblia provee realmente muy poca información en cuanto a la descripción del hades.
De hecho, la única descripción que se provee (Lucas 16:19-31) indica que en el hades (1) se describe al paraíso como el lugar donde se es “consolado” (vs. 25), y
(2) está separado del tártaro por una “gran sima” (vs. 26). ¡Correcto! No se da ninguna explicación adicional concerniente al paraíso—no hay sofás, doncellas, ríos de agua, copas de oro.
El hades, en el cual se encuentra el paraíso y el tártaro, es realmente un reino temporal que será destruido en el Juicio (Apocalipsis 20:13,14). Desde ese momento en adelante, solamente existirán dos reinos eternos: el cielo y el infierno.
La única descripción detallada que la Biblia ofrece en cuanto al cielo se encuentra en el libro de Apocalipsis—un libro auto-denominado apocalíptico (apocalipsis—“revelación”—1:1), que constituye una representación figurativa que no se debe entender literalmente (vea Swete, 1911, pp. xxii-xxxii; Gasque, 1975, 1:200-204; Thomson, 1939, 1:162-163).
Por ende, se declara explícitamente que la “calle de oro” (21:21), el “río limpio de agua viva” (22:1), el “árbol de la vida” (22:2) y la ciudad amurallada en forma cuadrada situada sobre doce cimientos de piedras preciosas y las puertas de perlas (21:19-21) son estrictamente figurativos. Parece que la Biblia intencionalmente evita describir un reino intangible, espiritual y eterno a los humanos que viven en un reino físico y finito.
Solamente revela lo suficiente para “despertar el apetito” del investigador honesto de la verdad, sin caer en el error de abrumar al lector con una impresión completamente carnal del cielo.

El Corán comete precisamente este error. Siempre describe al paraíso en términos literales y materialistas:
Alá les preservará del mal de ese día y les llenará de esplendor y alegría. Les retribuirá, por haber tenido paciencia, con un Jardín y con vestiduras de seda. Reclinados allí en sofás, estarán resguardados allí del calor y del frío excesivo. Cerca de ellos, les cubrirán sus sombras; sus frutos podrán ser cogidos muy fácilmente. Se harán circular entre ellos vasijas de plata y copas de cristal, de un cristal de plata, de medidas determinadas.
Allí se les servirá una copa que contendrá una mezcla de jengibre, tomada de una fuente de allí, que se llama Salsabil. Y circularán entre ellos criadas jóvenes de eterna juventud. Viéndoles, se les creería perlas desparramadas. Cuando se mira allá, no se ve sino delicia y suntuosidad. Vestirán de verde satén y de brocado y llevarán brazaletes de plata. Su Señor les servirá una bebida pura. «Esto se os ha dado como retribución. Vuestro esfuerzo ha sido agradecido» (Sura 76:11-22, énfasis añadido).
Para quien, en cambio, haya temido comparecer ante su Señor, habrá dos jardines...frondosos...con dos fuentes manando. ¿Cuál, pues, de los beneficios de vuestro Señor negaréis? En ellos habrá dos especies de cada fruta. ¿Cuál, pues, de los beneficios de vuestro Señor negaréis? Estarán reclinados en alfombras forradas de brocado. Tendrán a su alcance la fruta de los dos jardines. ¿Cuál, pues, de los beneficios de vuestro Señor negaréis?
Estarán en ellos las de recatado mirar, no tocadas hasta entonces por hombre ni genio...cual Jacinto y coral. ¿Cuál, pues, de los beneficios de vuestro Señor negaréis? La retribución del bien obrar ¿es otra que el mismo bien obrar? ¿Cuál, pues, de los beneficios de vuestro Señor negaréis?
Además de esos dos, habrá otros dos jardines...verdinegros...con dos fuentes abundantes. ¿Cuál, pues, de los beneficios de vuestro Señor negaréis? En ambos habrá fruta, palmeras y granados, ¿cuál, pues, de los beneficios de vuestro Señor negaréis? [E]n ellos habrá buenas, bellas...huríes, retiradas en los pabellones...no tocadas hasta entonces por hombre ni genio. ¿Cuál, pues, de los beneficios de vuestro Señor negaréis? Reclinados en cojines verdes y bellas alfombras. ¿Cuál, pues, de los beneficios de vuestro Señor negaréis? ¡Bendito sea el nombre de tu Señor, el Majestuoso y Honorable! (Sura 55:46-78, énfasis añadido).
Además de los múltiples jardines y paraísos (55:46,62; cf. 83:18,19; Lings, pp. 95,202) con sofás, cojines verdes, alfombras, vestiduras de seda, brazaletes de plata, vasijas de plata, sombra, follaje, fuentes abundantes, palmeras y granados, criadas de eterna juventud y vírgenes, el paraíso también incluirá platos de oro y copas (43:71), prados (42:22), un vino generoso y sellado (no embriagante—56:19), con un dejo de almizcle, mezclado con agua de Tasnim (83:25-28), múltiples cámaras altas o mansiones (29:58; 34:37; 39:20), carne de aves (56:21), azufaifos sin espinas (56:28) y liños de acacias (56:29).
Las referencias al paraíso en tales términos materialistas son innumerables en el Corán (cf. 15:45-47; 18:32; 22:23; 35:33; 37:41-49; 38:51-53; 44:51-55; 47:15; 52:17-28; 88:8-16; et.al.). El contexto en que se presentan estas descripciones descartan la explicación musulmana frecuente que estas son “figurativas”. De hecho, un versículo incluso iguala el fruto en la Tierra con el fruto en el paraíso: “Anuncia la buena nueva a quienes creen y obran bien: tendrán jardines por cuyos bajos fluyen arroyos. Siempre que se les dé como sustento algún fruto de ellos, dirán: «Esto es igual que lo que se nos ha dado antes». Pero se les dará algo sólo parecido” (Sura 2:25, énfasis añadido).
Se pensaría que las mujeres musulmanas se sintieran estafadas en el más allá. El paraíso para los hombres incluirá doncellas: “esposas purificadas” (2:25; 3:15; 4:57), “esposas...huríes de grandes ojos” (44:54; 52:20—o “hermosas, de ojos brillantes”—Ali; cf. 55:72) como “huevos (de avestruz) bien guardados” y “perlas ocultas” (37:49; 56:23), “las de recatado mirar” (37:48; 38:53—o “mujeres castas que contienen su mirar, compañeras de igual edad”—Ali; cf. 55:56; 78:33), que son “buenas, bellas” (55:70), “vírgenes” (56:36), “no tocadas hasta entonces por hombre ni genio” (55:56,74). Estas descripciones lascivas y lujuriosas que apelan a las pasiones sensuales y sexuales son aparentes, y son típicas de los autores varones que no son guiados por un poder superior.
Adicionalmente, el Corán y la Biblia están en conflicto en cuanto al tema del matrimonio en el más allá. El Corán sin duda indica que el matrimonio continuará en el paraíso (Sura 13:23; 36:55; 40:8; 43:70). De hecho, Dios mismo realizará las ceremonias: “Los que teman a Alá estarán, en cambio, en lugar seguro, entre jardines y fuentes, vestidos de satén y de brocado, unos enfrente de otros. Así será. Y les daremos por esposas a huríes de grandes ojos” (44:51-54; énfasis añadido; cf. 52:20). Pero Jesús refutó firmemente esta noción en su discusión con los saduceos: “Porque en la resurrección ni se casarán ni se darán en casamiento, sino serán como los ángeles de Dios en el cielo” (Mateo 22:30).
El énfasis en la comida, bebida y los placeres físicos en las descripciones coránicas del más allá reflejan una perspectiva que se esperaría de un árabe beduino vinculado al desierto. Este interés en las cosas carnales y las comodidades materiales es evidencia de inspiración humana, y se encuentra en crudo contraste con la enseñanza bíblica sobre el tema del más allá. Este es el mismo caso con las frases repetitivas: “jardines con ríos que fluyen” (usada 32 veces en Pickthall, una traducción inglesa del Corán—vea Al-nasir). La descripción coránica del más allá verifica su origen humano.
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REFERENCIAS:
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- Ali, Abdullah Yusuf (1934), The Qur’an (Elmhurst, NY: Tahrike Tarsile Quran), novena edición.
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- Ginzberg, Louis (1909-1939), The Legends of the Jews, traducción por Henrietta Szold (Philadelphia, PA: The Jewish Publication Society of America), [En-línea], URL:http://answering-islam.org/Books/Legends/v1_3.htm.
- Lings, Martin (1983), Muhammad (Rochester, VT: Inner Traditions International).
- Pickthall, Mohammed M. (sine data), The Meaning of the Glorious Koran (New York: Mentor).
- Rodwell, J.M., traducción (1950 reimpresión), The Koran (London: J.M. Dent and Sons).
- Septuagint Version of the Old Testament (1970 reimpresión), (Grand Rapids, MI: Zondervan).
- Swete, Henry (1911), Commentary on Revelation (Grand Rapids, MI: Kregel, 1977 reimpresión).
- Thayer, Joseph H. (1901), A Greek-English Lexicon of the New Testament (Grand Rapids, MI: Baker, 1977 reimpresión).
- Thomson, J.E.H. (1939), “Apocalyptic Literature,” The International Standard Bible Encyclopedia, ed. James Orr (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1974 reimpresión).
- Dave Miller, Ph.D. Derechos de autor © 2007 Apologetics Press, Inc.

Véase Parte IV:





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