miércoles, 12 de octubre de 2016

Parte II: EL ISLAM: LA TRADICIÓN ISLÁMICA

Parte II:

EL ISLAM:
LA TRADICIÓN ISLÁMICA
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez: 

Tema 2:
Alá Vs. El Dios De La Biblia:
Una lectura honesta y objetiva del Corán y la Biblia revela un conflicto significativo entre los dos concerniente a cómo conceptualizar a Dios, también como lo revelan sus representaciones respectivas del comportamiento de la deidad. Alá dice y hace cosas que el Dios de la Biblia no dijo, dijera o hiciera. La representación del Corán de la soberanía de Dios (como del calvinismo) contradice el carácter de Dios al atribuirle acciones que son diferentes a las de la deidad.
Por ejemplo, el Corán representa repetidamente a Dios, en el caso de la creación de Adán, requiriendo que los ángeles (djinn) se postren y adoren a este primer hombre. Todos hacen eso con la excepción de Iblis (i.e., Satanás), quien rechaza hacerlo sobre el fundamento que Adán era un simple mortal:
Hemos creado al hombre de barro arcilloso, maleable, mientras que a los genios los habíamos creado antes de fuego de viento abrasador. Y cuando tu Señor dijo a los ángeles: “Voy a crear a un mortal de barro arcilloso, maleable, y, cuando lo haya formado armoniosamente e infundido en él de Mi Espíritu, caed prosternados ante él”.
Todos los ángeles, juntos, se prosternaron, excepto Iblis, que rehusó unirse a los que se prosternaban. Dijo: “¡Iblis! ¿Qué tienes, que no te unes a los que se prosternan?”. Dijo: “Yo no voy a prosternarme ante un mortal que Tú has creado de barro arcilloso, maleable”. Dijo: “¡Sal de aquí! ¡Eres un maldito! ¡La maldición te perseguirá hasta el día del Juicio!”. (Sura15:26-35, énfasis añadido; cf. 2:34; 7:11,12; 17:61; 18:51; 20:116; 38:72-78).

Esta caracterización de la deidad es completamente inaceptable. Solamente este incidente ilustra que Alá no es el Dios de la Biblia. El Dios de la Biblia simplemente no haría lo que el Corán dice que hizo. Numerosos versículos bíblicos expresan que la adoración de un simple humano es una indecencia completa—incluso una blasfemia.
Se prohíbe a los seres humanos que adoren a otros seres humanos (Hechos 10:25,26; 14:14,15). Se les prohíbe a los seres humanos adorar a los ángeles (Colosenses 2:18; Apocalipsis 19:10; 22:8,9).
Y, desde luego, los ángeles no deben adorar a los que son simplemente humanos. La Ley de Moisés declaró que la adoración debe ser dirigida a Dios (Deuteronomio 6:13; 10:20). Cuando Satanás tentó a Jesús, y le urgió a adorarle, Jesús citó la declaración deuteronómica de la Ley de Moisés, y luego añadió Su propio comentario divino: “y a él sólo servirás(Mateo 4:10, énfasis añadido). Nadie, ni ninguna cosa, es legítimamente objeto de adoración —¡excepto la deidad!
Aunque interesantemente, el razonamiento de Satanás, como registrado en el Corán, fue realmente bíblico y correcto. Satanás reconoció que no solamente los ángeles no debían adorar a los humanos, sino en vista de su propia condición angélica, Adán ocupaba un estatus que estaba por debajo de su existencia celestial avanzada—un hecho afirmado en la Biblia: “¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites? Le has hecho poco menor que los ángeles, y lo coronaste de gloria y de honra” (Salmos 8:4,5; cf. Hebreos 2:9).
El registro coránico que representa a Dios como ordenando a Iblis (Satanás) que adore a Adán es una violación seria de la propiedad divina y una indicación adicional del conflicto del Corán con la Biblia. [Una vez más, parece que el Corán ha sido influenciado por fuentes judías, ya que los talmudistas también representan a los ángeles como confiriendo honra y honor a Adán (Sanhedrín29; Midrash Rabbah on Genesis, paragraph 8)].
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-   Dave Miller, Ph.D. Apologetics Press: Temas Doctrinales.
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Tema 3:
El Corán y el Perdón:
El Corán rechaza directamente el rol crucial de la muerte y resurrección de Jesús (Sura 4:157-158; 3:55). Por consiguiente, el Corán debe dar la impresión que Dios simplemente puede perdonar a la gente si ellos se arrepienten y se someten (i.e., llegan a ser musulmanes). “Creer” significa aceptar a Alá como el único Dios, y aceptar a Mahoma como el gran mensajero final de Alá. El medio del perdón en el Corán es la resignación y la sumisión de la voluntad personal ante este principio fundacional (las shahadas), juntamente con las buenas obras en la vida. Considere los siguientes pasajes:
En cuanto a quienes crean y obren bien, Él les remunerará debidamente (Sura 3:57, énfasis añadido).
En cuanto a quienes hayan creído y obrado bien, Él les dará, por favor, Su recompensa y aún más. Pero a quienes hayan tenido a menos servirle y hayan sido altivos, les infligirá un castigo doloroso (Sura 4:173, énfasis añadido).
¡Creyentes! Si teméis a Alá, Él os concederá un Criterio, borrará vuestras malas obras y os perdonará. Alá es el Dueño del favor inmenso (Sura 8:29, énfasis añadido).
Mientras que a quienes hayan creído y obrado el bien se les introducirá en jardines por cuyos bajos fluyen arroyos y en los que estarán, con permiso de su Señor, eternamente. Como saludo oirán: «¡Paz!» (Sura 14:23, énfasis añadido).
Di: «¡Siervos que habéis prevaricado en detrimento propio! ¡No desesperéis de la misericordia de Alá! Alá perdona todos los pecados. Él es el Indulgente, el Misericordioso». ¡Volveos a vuestro Señor arrepentidos! ¡Someteos a Él antes de que os alcance el castigo, porque luego no seréis auxiliados! (Sura39:53-54, énfasis añadido).
Estos versículos enfocan la formula coránica para la salvación. Arrepentirse de la incredulidad y volver a Alá es el fundamento específico por el cual Alá puede perdonar los pecados pasados y extender perdón continuo al creyente (cf. Sura 11:3; 26:51; 45:30; 46:31). El Corán no solamente carece de una explicación más profunda por la cual el perdón divino se otorga (i.e., expiación por medio de la sangre), sino también declara que la creencia genuina (i.e. sincera) y las buenas obras rectifican el pecado:
En cambio, borrará las malas obras y mejorará la condición de quienes hayan creído, obrado bien y creído en la revelación hecha a Mahoma, la cual es la Verdad que viene de su Señor (Sura 47:2, énfasis añadido).
Quien combate por Alá combate, en realidad, en provecho propio. Alá, ciertamente, puede prescindir de las criaturas. A quienes hayan creído y obrado bien les borraremos, sí, sus malas obras y les retribuiremos, sí, con arreglo a sus mejores obras....A quienes hayan creído y obrado bien hemos de hacer que entren a formar parte de los justos (Sura 29:6-7,9, énfasis añadido).

Se ve otro ejemplo en la siguiente pronunciación coránica:
Verás a los impíos temer por lo que han merecido, que recaerá en ellos, mientras que los que hayan creído y obrado bien estarán en los prados de los jardines y tendrán junto a su Señor lo que deseen. ¡Ése es el gran favor! Ésta es la buena nueva que Alá anuncia a Sus siervos, que creen y obran bien. Di: «Yo no os pido salario a cambio, fuera de que améis a los parientes». A quien obre bien, le aumentaremos el valor de su obra. Alá es indulgente, muy agradecido. O dirán: «Se ha inventado una mentira contra Alá». Alá sellará, si quiere, tu corazón. Pero Alá disipa lo falso y hace triunfar la Verdad con Sus palabras. Él sabe bien lo que encierran los pechos. Él es Quien acepta el arrepentimiento de Sus siervos y perdona las malas acciones. Y sabe lo que hacéis. Escucha a quienes creen y obran bien y les da más de Su favor. Los infieles, en cambio, tendrán un castigo severo (Sura 42:22-26, énfasis añadido).
El Corán explica que cuando las advertencias de Alá y las señales finalmente ocurran, “no aprovechará su fe a nadie que antes no haya creído o que, en su fe, no haya hecho bien.... Quien presente una buena obra, recibirá diez veces más” (Sura 6:158,160, énfasis añadido). Estos versículos enfatizan el hecho que el medio por el cual Alá puede perdonar los pecados es que los musulmanes realicen buenas obras (cf. Sura 25:70; 39:35; 64:9).
De hecho, las buenas obras deben superar a las malas obras en el Día del Juicio: “Entonces, el autor de obras de peso gozará de una vida agradable, mientras que el autor de obras ligeras tendrá un abismo por morada. Y ¿cómo sabrás qué es? ¡Un fuego ardiente!” (Sura101:6-11). El Corán incluso declara explícitamente que las obras buenas anulan las obras malas:
Ciertamente, tu Señor remunerará a todos sus obras sin falta. Está bien informado de lo que hacen. Sé recto como se te ha ordenado y lo mismo los que, contigo, se arrepientan. ¡No seáis rebeldes! Él ve bien lo que hacéis....Haz la azalá en las dos horas extremas del día y en las primeras de la noche. Las buenas obras disipan las malas. Ésta es una amonestación para los que recuerdan. ¡Y ten paciencia! Alá no deja de remunerar a quienes hacen el bien (Sura 11:111-112,114-115, énfasis añadido).
De hecho, Alá simplemente pasará por alto las malas obras de aquellos que llegan a ser musulmanes: “Estos son aquéllos de cuyas obras aceptaremos lo mejor y pasaremos por alto sus malas obras. Estarán entre los moradores del Jardín, promesa de verdad que se les hizo (Sura 46:16, énfasis añadido). Así que según el Corán, el perdón de Alá se funda en y depende del hecho de llegar a ser un musulmán y mantener ese estatus con obras buenas.
No es una sorpresa que los terroristas musulmanes del 11 de septiembre de 2001 pudieron visitar un club de strip-tease antes de su misión suicida (Farrington, 2001). Ellos entendieron la enseñanza del Corán que las obras “buenas” hacen que Dios pase por alto las malas.

La Biblia claramente enseña que las obras buenas son necesarias para la salvación (Hechos 10:35; Romanos 2:6). De hecho, la fe misma es una obra—una obra que el hombre debe hacer (Juan 6:29). El arrepentimiento, la confesión de la deidad de Jesús y el bautismo son igualmente requisitos necesarios para obtener el perdón de Dios (Hechos 2:38; 17:30; Romanos 10:9-10). Sin embargo, el Nuevo Testamento enseña que la obediencia a las obras especificadas divinamente no hacen que estas obras sean meritorias, i.e., estas obras no nos hacen merecedores de la salvación. Son condiciones de la salvación—no los fundamentos de la salvación. No borran o rectifican el pecado pasado. Todavía se debe realizar la expiación para todos los pecados cometidos previamente (Isaías 59:1-2).

Una gran parte de la cristiandad ha sido engañada en este punto. Especialmente desde la Reforma Protestante, la tendencia ha cambiado a la opinión extrema y no-bíblica que todo lo que se necesita es “creer”, lo que Martín Lutero calificó como “sola fide” (fe solamente) [cf. Lewis, 1991, pp. 353-358; Butt, 2008]. El Corán sostiene el extremo opuesto igualmente incorrecto de ganar el perdón por las obras humanas meritorias. El Nuevo Testamento realmente revela un enfoque medio entre estos dos extremos al insistir que no se puede perdonar ningún pecado sin la sangre derramada de Jesús.
Esta es la gracia del cristianismo: el hecho que Dios hace por la humanidad lo que la humanidad no podía hacer por sí misma, i.e., expiar su propio pecado. Este acto de gracia divina no es merecido o ganado (Efesios 2:8-9).
Nada que los humanos hagan puede pagar a Dios por este regalo inefable (2 Corintios 9:15). No obstante, para que el pecador acceda a la bendición rica del perdón que se basa en la sangre de Cristo, debe rendir obediencia al Evangelio de Cristo (Romanos 6:16-17; 2 Tesalonicenses 1:8; Hebreos 5:9) a través de la fe, el arrepentimiento, la confesión y el bautismo (Hebreos 11:6; Lucas 13:3; Romanos 10:9-10; 1 Pedro 3:21).
Esta respuesta obediente a Cristo no nos hace dignos del perdón; tampoco contrarresta nuestras malas obras pasadas. En cambio, representa la disposición de someterse al prerrequisito mandado divinamente (no humanamente) por el cual se recibe y acepta el regalo de la salvación que Dios ofrece a los que responden adecuadamente.

[NOTE: El término del Nuevo Testamento que se traduce como “Evangelio”, que significa “buenas nuevas” (Bruce, 1977, pp. 1et.seq.), hace referencia específicamente al sacrificio de Cristo en la cruz como el único medio para el perdón de los pecados.
Increíblemente, el Corán no dice nada en cuanto a la necesidad de expiación y la muerte de Cristo en la cruz, pero habla de manera aprobatoria de “Injil”, i.e., el Evangelio, aparentemente haciendo referencia a la revelación que Mahoma pensó que Jesús dio].
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REFERENCIAS:
-  Bruce, F.F. (1977), La Defensa del Evangelio del Nuevo Testamento [The Defense of the Gospel in the New Testament] (Grand Rapids, MI: Eerdmans), edición revisada.
- Butt, Kyle (2008), “Martín Lutero Habla de la ‘Fe Solamente’ y el Bautismo”, [En-línea], URL:http://www.apologeticspress.org/espanol/articulos/3700.
- Farrington, Brendan (2001), “FBI Investiga Posibles Enlaces en Florida”, [“FBI Investigates Possible Fla. Links]”, [En-línea]: URL: http://newsmine.org/archive/9-11/questions/stripbar.htm.
- Lewis, Jack (1991), Preguntas que Usted ha Hecho acerca de las Traducciones de la Biblia[Questions You’ve Asked About Bible Translations] (Searcy, AR: Resource Publications).
- Dave Miller, Ph.D.


Tema 4:
El Corán y La Conducta Personal De Jesús:
La confusión del Corán en cuanto a la persona de Jesús se manifiesta continuamente—una confusión que refleja las ideas erróneas y distorsiones en cuanto al Nuevo Testamento que prevalecían en la cristiandad de los siglos VI y VII, y que, a la vez, el Corán acepta erróneamente. Por ejemplo, considere el reporte del Corán en cuanto a la conversación de Alá con María acerca de Jesús:
Cuando los ángeles dijeron: «¡María! Alá te anuncia la buena nueva de una Palabra que procede de Él. Su nombre es el Ungido, Jesús, hijo de María, considerado en la vida de acá y en la otra y será de los allegados. Hablará a la gente en la cuna y de adulto, y será de los justos». Dijo ella: «¡Señor! ¿Cómo puedo tener un hijo, si no me ha tocado mortal
Dijo: «Así será. Alá crea lo que Él quiere. Cuando decide algo, le dice tan sólo: “¡Sé!” y es. Él le enseñara la Escritura, la Sabiduría, la Tora y el Evangelio». Y como enviado a los Hijos de Israel: «Os he traído un signo que viene de vuestro Señor. Voy a crear para vosotros, de la arcilla, a modo de pájaros. Entonces, soplaré en ellos y, con permiso de Alá, se convertirán en pájaros.
Con permiso de Alá, curaré al ciego de nacimiento y al leproso y resucitaré a los muertos. Os informaré de lo que coméis y de lo que almacenáis en vuestras casas. Ciertamente, tenéis en ello un signo, si es que sois creyentes (Sura 3:45-49, énfasis añadido).

Se encuentra un pasaje paralelo en el Sura 5:

Cuando dijo Alá: «¡Jesús, hijo de María!; recuerda Mi gracia, que os dispensé a ti y a tu madre cuando te fortalecí con el Espíritu Santo y hablaste a la gente en la cuna y de adulto, y cuando le enseñé la Escritura, la Sabiduría, la Tora y el Evangelio.
Y cuando creaste de arcilla a modo de pájaros con Mi permiso, soplaste en ellos y se convirtieron en pájaros con Mi permiso.
Y curaste al ciego de nacimiento y al leproso con Mi permiso.
Y cuando resucitaste a los muertos con Mi permiso.
Y cuando alejé de ti a los Hijos de Israel cuando viniste a ellos con las pruebas claras y los que de ellos no creían dijeron: ‘Esto no es sino manifiesta magia(5:110, énfasis añadido).
Incluso el que lee casualmente el Nuevo Testamento está familiarizado con el hecho que Jesús sanó a los ciegos y leprosos, y levantó a los muertos. Pero el Nuevo Testamento claramente no menciona que Jesús creó pájaros o habló desde la cuna, así como no menciona la mayoría de detalles de la niñez de Jesús.
La razón es que la alusión del Corán que indica que Jesús creó pájaros de arcilla que se hicieron reales, fue una fábula cristiana imaginaria de circulación extensa. Por ejemplo, se encuentra en el Evangelio Arábico de la Infancia del Salvador (15:1-6) que data del segundo siglo (Hutchison, 1939, 1:199)—cuatrocientos años antes del nacimiento de Mahoma:
Y cuando el Señor Jesucristo tenía siete años de edad, cierto día estaba con otros niños compañeros suyos de la misma edad. Mientras jugaban, tomaron arcilla y le dieron varias formas, por decir, asnos, bueyes, pájaros y otras figuras, cada uno jactándose de su obra y esforzándose a exceder al resto. Luego el Señor Jesús dijo a los niños, Mandaré que estas figuras que he hecho caminen, e inmediatamente se movieron. Cuando les mandó que regresaran, regresaron. También había hecho figuras de pájaros y gorriones que, cuando les mandó a volar, volaron, y cuando les mandó a detenerse, se detuvieron (Los Libros Perdidos..., 1979, pp. 52-53).
Se encuentra una leyenda similar en el Evangelio de Tomás (1:4-9) que de igual manera precede a la producción del Corán (Cullmann, 1991, 1:442):
Luego él tomó de la orilla del arroyo algo de arcilla, y formó doce gorriones; y había otros niños jugando con él.... Luego Jesús, dando palmadas con sus manos, mandó a los gorriones y les dijo: Id, volad; y mientras vivís, recordadme. Así que los gorriones volaron, haciendo ruido (Los Libros Perdidos..., p. 60).
Observe también en el pasaje coránico anterior la alusión a Jesús hablando desde Su cuna. La Sura 19 expande este punto, y menciona que después de dar a luz a Jesús al lado del tronco de una palmera en un lugar remoto, María regresó a su pueblo llevando al niño en sus brazos y obtuvo la siguiente reacción:
Y vino con él a los suyos, llevándolo. Dijeron: «¡María! ¡Has hecho algo inaudito! ¡Hermana de Aarón! Tu padre no era un hombre malo, ni tu madre una ramera». Entonces ella se lo indicó. Dijeron: «¿Cómo vamos a hablar a uno que aún está en la cuna, a un niño?». Dijo él: «Soy el siervo de Alá. Él me ha dado la Escritura y ha hecho de mí un profeta. Me ha bendecido dondequiera que me encuentre y me ha ordenado la azalá y el azaque mientras viva, y que sea piadoso con mi madre. No me ha hecho violento, desgraciado. La paz sobre mí el día que nací, el día que muera y el día que sea resucitado a la vida». Tal es Jesús hijo de María, para decir la Verdad, de la que ellos dudan (Sura 19:27-34, énfasis añadido).
La idea que Jesús habló mientras estuvo en su cuna precedió al Corán, habiendo sido escrita en el Evangelio Arábico de la Infancia del Salvador (1:2-3): “Jesús habló y, realmente, cuando estaba en Su cuna dijo a María su madre: Soy Jesús, el Hijo de Dios, el Logos, a quien tú has engendrado, como el Ángel Gabriel te anunció; y mi Padre me ha enviado para la salvación del mundo” (Roberts y Donaldson, 1951, 8:405). Estos relatos místicos son contrarios a las descripciones bíblicas de Cristo. Pero el folclor legendario en los siglos siguientes a la producción del Nuevo Testamento está repleto de tales disparates, los cuales fueron tan comunes que el autor del Corán los interpretó como representaciones legítimas del Nuevo Testamento.
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REFERENCIAS:
-  Cullmann, Oscar (1991), “Evangelios de la Infancia” [“Infancy Gospels]”, Los Textos Apócrifos del Nuevo Testamento [New Testament Apocrypha], ed. Wilhelm Schneemelcher (Louisville, KY: Westminster/John Knox Press).
- Hutchison, J. (1939), “Evangelios Apócrifos” [“Apocryphal Gospels”] Enciclopedia Bíblica Estándar Internacional [International Standard Bible Encyclopedia], ed. James Orr (Grand Rapids, MI: Eerdmans), 1:199.
-  Los Libros Perdidos de la Biblia [The Lost Books of the Bible] (reimpresión de 1979), (Nueva York: Random House).
- Pickthall, Mohammed M. (sine data), El Significado del Glorioso Corán [The Meaning of the Glorious Koran] (Nueva York: Mentor).
- Roberts, Alexander y James Donaldson (1951), Los Padres Ante-Nicenos [The Ante-Nicene Fathers] (Grand Rapids, MI: Eerdmans).
-  Dave Miller, Ph.D. Derechos de autor © 2008 Apologetics Press, Inc.
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Tema 5:
El Corán y la Trinidad:
Cuando se lee el Corán, a menudo se lleva la sorpresa que el Alá del Corán se comporta muy diferente al Dios de la Biblia. Desde luego, “Alá” simplemente es la palabra árabe para “Dios”, así como su término hebreo equivalente en el Antiguo Testamento, elohim—un término general para la deidad que los judíos usaron para hacer referencia al Dios verdadero y a los dioses falsos de sus vecinos paganos (e.g., Génesis 35:2; Deuteronomio 29:18; Daniel 3:25).
Así que el término “Dios” en cualquier lenguaje (castellano, árabe o hebreo) es un término genérico que hace referencia a la deidad. Los musulmanes afirman que el Alá que ellos adoran es el mismo Dios que Abraham y los judíos adoraron. Sin embargo, es posible que alguien afirme seguir al Dios de la Biblia pero que le transforme a tal punto de cesar de ser el Ser que las páginas de la Biblia describe. El significado y la identidad que cada cultura o religión asigna a la palabra pueden cambiar radicalmente.
Muchos autores cristianos modernos hacen lo mismo cuando afirman escribir acerca del Jesús del Nuevo Testamento. Ellos distorsionan a Jesús, transformando y recreando al Jesús de la Biblia hasta convertirle en un ser diferente al descrito en las páginas del Nuevo Testamento—alguien que no está interesado en la obediencia y cuya gracia perdona casi a cualquiera incondicionalmente (e.g., Lucado, 1996). Pero ese no es el Jesús del Nuevo Testamento. Ellos han tergiversado la persona, naturaleza y conducta de Jesús tanto que sus escritos describen a un Jesús totalmente diferente.
En manera similar, el Corán registra que Alá dice y hace cosas que el Dios de la Biblia simplemente no haría o diría. Se atribuyen acciones y actitudes a Alá que contradicen rotundamente el carácter del Dios de la Biblia. Aunque los musulmanes afirman que Alá es el mismo Dios que el Dios del Antiguo Testamento, el Corán redefina lo suficiente la deidad de Dios, transformándole en un ser diferente al Dios de la Biblia. La doctrina bíblica de la Trinidad evidencia particularmente este contraste marcado.

La Biblia representa a la deidad como singular, i.e., existe una esencia o Ser divino (Deuteronomio 6:4; Isaías 45:5; 1 Corintios 8:6; 1 Timoteo 2:5; Santiago 2:19). No obstante, también representa a Dios como un Ser trino—tres personas distintas en la esencia singular—con una naturaleza trina.
Por ejemplo, durante la semana de la Creación, Dios declaró: “Hagamos... (Génesis 1:26, énfasis añadido). En el bautismo de Jesús, el Padre habló audiblemente del cielo, y el Espíritu Santo descendió sobre Jesús (Mateo 3:16-17). Se señala varias veces a los Tres juntos (Mateo 28:19; 2 Corintios 13:14). Cada persona de la Deidad es completamente Dios y completamente divino.
A menudo se hace referencia a Jesús como Dios (Mateo 1:22-23; Juan 1:1-3,14; 8:58; 20:28; Miqueas 5:2). El Espíritu Santo también es divino (Juan 14:26; 15:26; Romanos 15:19; 1 Corintios 2:10-11; Efesios 4:4; Hebreos 9:14).

A diferencia de la descripción bíblica, el Corán se desvía para denunciar la noción de la Trinidad:
¡Gente de la Escritura! ¡No exageréis en vuestra religión! ¡No digáis de Alá sino la verdad: que el Ungido, Jesús, hijo de María, es solamente el enviado de Alá y Su Palabra, que Él ha comunicado a María, y un espíritu que procede de Él! ¡Creed, pues, en Alá y en Sus enviados! ¡No digáis “Tres”! ¡Basta ya, será mejor para vosotros! Alá es sólo un Dios Uno. ¡Gloria a Él tener un hijo...Suyo es lo que está en los cielos y en la tierra... ¡Alá basta como protector! El Ungido no tendrá a menos ser siervo de Alá, ni tampoco los ángeles allegados. A todos aquéllos que tengan a menos servirle y hayan sido altivos les congregará hacia Sí (Sura 4:171-172, énfasis añadido).
No creen, en realidad, quienes dicen: «Alá es el Ungido, hijo de María», siendo así que el mismo Ungido ha dicho: «¡Hijos de Israel, servid a Alá, mi Señor y Señor vuestro!». Alá veda el Jardín a quien asocia a Alá. Su morada será el Fuego. Los impíos no tendrán quien les auxilie.
 No creen, en realidad, quienes dicen: «Alá es el tercero de tres». No hay ningún otro dios que Dios Uno, y si no paran de decir eso, un castigo doloroso alcanzará a quienes de ellos no crean. ¿No se volverán a Alá pidiéndole, perdón? Alá es indulgente, misericordioso (Sura 5:72-74, énfasis añadido).
Ciertamente los cristianos deben estar pasmados al leer estas denuncias directas a aquellos que creen en la Deidad que la Biblia describe. El Corán afirma en términos claros que los que creen en la Trinidad serán excluidos del paraíso y experimentarán un “castigo doloroso” en el fuego del infierno.
En cuanto a la tercera persona de la Deidad, los musulmanes insisten que el Corán no habla nada del Espíritu Santo; en las palabras de Pickthall, todas las referencias aparentes simplemente son “un término para el ángel de la Revelación, Gabriel (a quien sea la paz)” (Pickthall, p. 40). Así que el Corán niega la personalidad del Espíritu Santo, reconoce la existencia de Jesús, pero niega Su divinidad, e insiste que la personalidad de Alá es singular. El Corán y la Biblia se contradicen seriamente en cuanto a la doctrina de la Trinidad.
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REFERENCIAS:
- Lucado, Max (1996), En el Dominio de la Gracia [In the Grip of Grace] (Dallas, TX: Word).
- Pickthall, Mohammed M. (sine data), El Signficado del Glorioso Corán [The Meaning of the Glorious Koran] (Nueva York: Mentor).
- Dave Miller, Ph.D. Derechos de autor © 2008 Apologetics Press, Inc.

Véase Parte III:




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