Parte II:
EL ISLAM:
LA TRADICIÓN ISLÁMICA
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
Tema 2:
Alá Vs. El Dios
De La Biblia:
Una lectura
honesta y objetiva del Corán y la Biblia revela un conflicto significativo
entre los dos concerniente a cómo conceptualizar a Dios, también como lo revelan
sus representaciones respectivas del comportamiento de la deidad. Alá dice y
hace cosas que el Dios de la Biblia no dijo, dijera o hiciera. La
representación del Corán de la soberanía de Dios (como del calvinismo)
contradice el carácter de Dios al atribuirle acciones que son diferentes a las
de la deidad.
Por ejemplo, el Corán representa
repetidamente a Dios, en el caso de la creación de Adán, requiriendo que los
ángeles (djinn) se postren y adoren a este primer hombre. Todos hacen
eso con la excepción de Iblis (i.e., Satanás), quien rechaza hacerlo sobre el
fundamento que Adán era un simple mortal:
Hemos creado al hombre de barro
arcilloso, maleable, mientras que a los genios los habíamos creado antes de
fuego de viento abrasador. Y cuando tu Señor dijo a los ángeles: “Voy a crear
a un mortal de barro arcilloso, maleable, y, cuando lo haya formado
armoniosamente e infundido en él de Mi Espíritu, caed prosternados ante él”.
Todos los ángeles, juntos, se
prosternaron, excepto Iblis, que rehusó unirse a los que se prosternaban. Dijo: “¡Iblis! ¿Qué tienes, que no te unes a los que se prosternan?”.
Dijo: “Yo no voy a prosternarme ante un mortal
que Tú has creado de barro arcilloso, maleable”. Dijo: “¡Sal de
aquí! ¡Eres un maldito! ¡La maldición te perseguirá hasta el día del Juicio!”.
(Sura15:26-35, énfasis añadido; cf. 2:34; 7:11,12; 17:61; 18:51; 20:116;
38:72-78).
Esta
caracterización de la deidad es completamente inaceptable. Solamente este
incidente ilustra que Alá no es el Dios de la Biblia. El Dios de la Biblia
simplemente no haría lo que el Corán dice que hizo. Numerosos versículos
bíblicos expresan que la adoración de un simple humano es una indecencia
completa—incluso una blasfemia.
Se prohíbe a los seres humanos que
adoren a otros seres humanos (Hechos 10:25,26; 14:14,15). Se les prohíbe a los
seres humanos adorar a los ángeles (Colosenses 2:18; Apocalipsis 19:10;
22:8,9).
Y,
desde luego, los ángeles no deben adorar a los que son simplemente humanos. La Ley de
Moisés declaró que la adoración debe ser dirigida a Dios (Deuteronomio 6:13;
10:20). Cuando Satanás tentó a Jesús, y le urgió a adorarle, Jesús citó la
declaración deuteronómica de la Ley de Moisés, y luego añadió Su propio
comentario divino: “y a él sólo servirás” (Mateo 4:10, énfasis
añadido). Nadie, ni ninguna cosa, es legítimamente objeto de adoración —¡excepto la
deidad!
Aunque interesantemente, el razonamiento
de Satanás, como registrado en el Corán, fue realmente bíblico y correcto.
Satanás reconoció que no solamente los ángeles no debían adorar a los humanos,
sino en vista de su propia condición angélica, Adán ocupaba un estatus que
estaba por debajo de su existencia celestial avanzada—un hecho afirmado en la
Biblia:
“¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para
que lo visites? Le has hecho poco menor que los ángeles, y lo coronaste de
gloria y de honra” (Salmos 8:4,5; cf. Hebreos 2:9).
El registro coránico que representa a
Dios como ordenando a Iblis (Satanás) que adore a Adán es
una violación seria de la propiedad divina y una indicación adicional del
conflicto del Corán con la Biblia. [Una vez más, parece que el Corán ha sido
influenciado por fuentes judías, ya que los talmudistas también representan a
los ángeles como confiriendo honra y honor a Adán (Sanhedrín29; Midrash Rabbah
on Genesis, paragraph 8)].
___________
-
Dave
Miller, Ph.D. Apologetics Press: Temas Doctrinales.
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muestras, o información adicional, contacte:
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Tema 3:
El Corán y el
Perdón:
El Corán rechaza
directamente el rol crucial de la muerte y resurrección de Jesús (Sura 4:157-158;
3:55). Por consiguiente, el Corán debe dar la impresión que Dios simplemente
puede perdonar a la gente si ellos se arrepienten y se someten (i.e., llegan a
ser musulmanes). “Creer” significa aceptar a Alá como el único Dios, y
aceptar a Mahoma como el gran mensajero final de Alá. El medio del perdón en el
Corán es la resignación y la sumisión de la voluntad personal ante este
principio fundacional (las shahadas), juntamente con las buenas obras en la
vida. Considere los siguientes pasajes:
En cuanto a quienes crean y obren bien,
Él les remunerará debidamente (Sura 3:57, énfasis añadido).
En cuanto a quienes hayan creído y
obrado bien, Él les dará, por favor, Su recompensa y aún más. Pero a quienes
hayan tenido a menos servirle y hayan sido altivos, les infligirá un castigo
doloroso (Sura 4:173, énfasis añadido).
¡Creyentes!
Si
teméis a Alá, Él os concederá un Criterio, borrará vuestras malas obras y os
perdonará. Alá es el Dueño del favor inmenso (Sura 8:29, énfasis añadido).
Mientras que a quienes hayan creído y
obrado el bien se les introducirá en jardines por cuyos bajos fluyen arroyos y
en los que estarán, con permiso de su Señor, eternamente. Como saludo oirán: «¡Paz!» (Sura 14:23, énfasis
añadido).
Di: «¡Siervos que habéis prevaricado en detrimento propio! ¡No
desesperéis de la misericordia de Alá! Alá perdona todos los
pecados. Él es el Indulgente, el Misericordioso». ¡Volveos a vuestro Señor arrepentidos! ¡Someteos
a Él antes de que os alcance el castigo, porque luego no seréis auxiliados!
(Sura39:53-54, énfasis añadido).
Estos versículos enfocan la formula
coránica para la salvación. Arrepentirse de la incredulidad y volver a Alá es
el fundamento específico por el cual Alá puede perdonar los pecados pasados y
extender perdón continuo al creyente (cf. Sura 11:3; 26:51; 45:30; 46:31). El
Corán no solamente carece de una explicación más profunda por la cual el perdón
divino se otorga (i.e., expiación por medio de la sangre), sino también declara
que la creencia genuina (i.e. sincera) y las buenas obras rectifican el pecado:
En cambio, borrará las malas obras y mejorará la condición de
quienes hayan creído, obrado bien y creído en la revelación hecha a Mahoma, la cual
es la Verdad que viene de su Señor (Sura 47:2, énfasis añadido).
Quien
combate por Alá combate, en realidad, en provecho propio. Alá,
ciertamente, puede prescindir de las criaturas. A quienes hayan creído y obrado
bien les borraremos, sí, sus malas obras y les retribuiremos, sí, con arreglo a
sus mejores obras....A quienes hayan creído y obrado bien hemos de hacer que
entren a formar parte de los justos (Sura 29:6-7,9, énfasis añadido).
Se
ve otro ejemplo en la siguiente pronunciación coránica:
Verás a los impíos temer por lo que han
merecido, que recaerá en ellos, mientras que los que hayan creído y obrado bien
estarán en los prados de los jardines y tendrán junto a su Señor lo que deseen.
¡Ése es el gran favor! Ésta es la buena nueva que Alá anuncia a Sus siervos,
que creen y obran bien. Di: «Yo no os pido salario a cambio, fuera de que améis a
los parientes». A quien obre bien, le aumentaremos el valor de su
obra. Alá es indulgente, muy agradecido. O
dirán: «Se ha inventado una mentira contra Alá».
Alá sellará, si quiere, tu corazón. Pero Alá disipa lo falso y hace triunfar la
Verdad con Sus palabras. Él sabe bien lo que encierran los pechos. Él es Quien
acepta el arrepentimiento de Sus siervos y perdona las malas acciones. Y sabe
lo que hacéis. Escucha a quienes creen y obran bien y les da más de Su favor.
Los infieles, en cambio, tendrán un castigo severo (Sura 42:22-26, énfasis
añadido).
El Corán explica que cuando las
advertencias de Alá y las señales finalmente ocurran, “no aprovechará su fe a nadie que antes no
haya creído o que, en su fe, no haya hecho bien.... Quien presente una buena
obra, recibirá diez veces más” (Sura 6:158,160, énfasis añadido).
Estos versículos enfatizan el hecho que el medio por el cual Alá puede perdonar
los pecados es que los musulmanes realicen buenas obras (cf. Sura 25:70; 39:35;
64:9).
De hecho, las buenas obras deben superar
a las malas obras en el Día del Juicio:
“Entonces,
el autor de obras de peso gozará de una vida agradable, mientras que el autor
de obras ligeras tendrá un abismo por morada. Y ¿cómo sabrás qué es? ¡Un fuego
ardiente!” (Sura101:6-11). El Corán incluso declara explícitamente
que las obras buenas anulan las obras malas:
Ciertamente,
tu Señor remunerará a todos sus obras sin falta. Está bien informado
de lo que hacen. Sé recto como se te ha ordenado y lo mismo los que, contigo,
se arrepientan. ¡No seáis rebeldes!
Él ve bien lo que hacéis....Haz la azalá en las dos horas extremas del día y en
las primeras de la noche. Las buenas obras disipan las malas. Ésta es una
amonestación para los que recuerdan. ¡Y
ten paciencia! Alá no deja de remunerar a quienes hacen el bien (Sura
11:111-112,114-115, énfasis añadido).
De hecho, Alá simplemente pasará por
alto las malas obras de aquellos que llegan a ser musulmanes: “Estos son
aquéllos de cuyas obras aceptaremos lo mejor y pasaremos por alto sus malas
obras. Estarán entre los moradores del Jardín, promesa de verdad que se les
hizo” (Sura 46:16, énfasis añadido). Así que según el Corán, el
perdón de Alá se funda en y depende del hecho de llegar a ser un musulmán y
mantener ese estatus con obras buenas.
No es una sorpresa que los terroristas
musulmanes del 11 de septiembre de 2001 pudieron visitar un club de strip-tease
antes de su misión suicida (Farrington, 2001). Ellos entendieron la enseñanza
del Corán que las obras “buenas” hacen que Dios pase por alto las
malas.
La Biblia claramente enseña que las
obras buenas son necesarias para la salvación (Hechos 10:35; Romanos 2:6). De
hecho, la fe misma es una “obra”—una obra que el hombre debe hacer (Juan
6:29). El arrepentimiento, la confesión de la deidad de Jesús y el bautismo son
igualmente requisitos necesarios para obtener el perdón de Dios (Hechos 2:38;
17:30; Romanos 10:9-10). Sin embargo, el Nuevo Testamento enseña que la
obediencia a las obras especificadas divinamente no hacen que estas obras sean
meritorias, i.e., estas obras no nos hacen merecedores de la salvación. Son
condiciones de la salvación—no los fundamentos de la salvación. No borran o
rectifican el pecado pasado. Todavía se debe realizar la expiación para todos
los pecados cometidos previamente (Isaías 59:1-2).
Una
gran parte de la cristiandad ha sido engañada en este punto. Especialmente
desde la Reforma Protestante, la tendencia ha cambiado a la opinión extrema y
no-bíblica que todo lo que se necesita es “creer”, lo que Martín Lutero calificó como “sola fide”
(fe solamente) [cf. Lewis, 1991, pp. 353-358; Butt, 2008]. El Corán sostiene el
extremo opuesto igualmente incorrecto de ganar el perdón por las obras humanas
meritorias. El Nuevo Testamento realmente revela un enfoque medio entre estos
dos extremos al insistir que no se puede perdonar ningún pecado sin la sangre
derramada de Jesús.
Esta
es la gracia del cristianismo: el hecho que Dios hace por la humanidad
lo que la humanidad no podía hacer por sí misma, i.e., expiar su propio pecado.
Este acto de gracia divina no es merecido o ganado (Efesios 2:8-9).
Nada que los humanos hagan puede pagar a
Dios por este regalo inefable (2 Corintios 9:15). No obstante, para que el
pecador acceda a la bendición rica del perdón que se basa en la sangre de
Cristo, debe rendir obediencia al Evangelio de Cristo (Romanos 6:16-17; 2
Tesalonicenses 1:8; Hebreos 5:9) a través de la fe, el arrepentimiento, la
confesión y el bautismo (Hebreos 11:6; Lucas 13:3; Romanos 10:9-10; 1 Pedro
3:21).
Esta respuesta obediente a Cristo no nos
hace dignos del perdón; tampoco contrarresta nuestras malas obras pasadas. En
cambio, representa la disposición de someterse al prerrequisito mandado
divinamente (no humanamente) por el cual se recibe y acepta el regalo de la
salvación que Dios ofrece a los que responden adecuadamente.
[NOTE: El término del Nuevo Testamento
que se traduce como “Evangelio”, que significa “buenas nuevas”
(Bruce, 1977, pp. 1et.seq.), hace referencia específicamente al sacrificio de
Cristo en la cruz como el único medio para el perdón de los pecados.
Increíblemente,
el Corán no dice nada en cuanto a la necesidad de expiación y la muerte de
Cristo en la cruz, pero habla de manera aprobatoria de “Injil”, i.e., el Evangelio,
aparentemente haciendo referencia a la revelación que Mahoma pensó que Jesús
dio].
____________
REFERENCIAS:
-
Bruce, F.F. (1977), La Defensa del
Evangelio del Nuevo Testamento [The Defense of the Gospel in the New Testament]
(Grand Rapids, MI: Eerdmans), edición revisada.
-
Butt, Kyle (2008), “Martín Lutero Habla de la ‘Fe Solamente’ y el Bautismo”,
[En-línea], URL:http://www.apologeticspress.org/espanol/articulos/3700.
-
Farrington, Brendan (2001), “FBI Investiga Posibles Enlaces en Florida”, [“FBI
Investigates Possible Fla. Links]”, [En-línea]: URL:
http://newsmine.org/archive/9-11/questions/stripbar.htm.
-
Lewis, Jack (1991), Preguntas que Usted ha Hecho acerca de las Traducciones de
la Biblia[Questions You’ve Asked About Bible Translations] (Searcy, AR:
Resource Publications).
-
Dave Miller, Ph.D.
Tema 4:
El Corán y La
Conducta Personal De Jesús:
La confusión del
Corán en cuanto a la persona de Jesús se manifiesta continuamente—una confusión
que refleja las ideas erróneas y distorsiones en cuanto al Nuevo Testamento que
prevalecían en la cristiandad de los siglos VI y VII, y que, a la vez, el Corán
acepta erróneamente. Por ejemplo, considere el reporte del Corán en cuanto a la
conversación de Alá con María acerca de Jesús:
Cuando
los ángeles dijeron: «¡María! Alá te anuncia la
buena nueva de una Palabra que procede de Él. Su nombre es el Ungido, Jesús,
hijo de María, considerado en la vida de acá y en la otra y será de los
allegados. Hablará a la gente en la cuna y de adulto, y será de los justos».
Dijo ella: «¡Señor! ¿Cómo puedo tener un hijo, si
no me ha tocado mortal?»
Dijo:
«Así será. Alá crea lo que Él quiere. Cuando decide
algo, le dice tan sólo: “¡Sé!” y es. Él le enseñara la Escritura, la Sabiduría,
la Tora y el Evangelio». Y como enviado a los Hijos de Israel: «Os he traído un signo que viene de
vuestro Señor. Voy a crear para vosotros, de la arcilla, a modo de pájaros.
Entonces, soplaré en ellos y, con permiso de Alá, se convertirán en pájaros.
Con permiso de Alá, curaré al ciego de
nacimiento y al leproso y resucitaré a los muertos. Os informaré de lo que
coméis y de lo que almacenáis en vuestras casas. Ciertamente, tenéis en ello un
signo, si es que sois creyentes (Sura 3:45-49, énfasis añadido).
Se
encuentra un pasaje paralelo en el Sura 5:
Cuando
dijo Alá: «¡Jesús, hijo de María!; recuerda Mi gracia, que os dispensé a
ti y a tu madre cuando te fortalecí con el Espíritu Santo y hablaste a la gente
en la cuna y de adulto, y cuando le enseñé la Escritura, la Sabiduría, la Tora
y el Evangelio.
Y cuando creaste de arcilla a modo de
pájaros con Mi permiso, soplaste en ellos y se convirtieron en pájaros con Mi
permiso.
Y curaste al ciego de nacimiento y al
leproso con Mi permiso.
Y cuando resucitaste a los muertos con
Mi permiso.
Y cuando alejé de ti a los Hijos de Israel
cuando viniste a ellos con las pruebas claras y los que de ellos no creían
dijeron: ‘Esto
no es sino manifiesta magia’ (5:110, énfasis añadido).
Incluso el que lee casualmente el Nuevo
Testamento está familiarizado con el hecho que Jesús sanó a los ciegos y
leprosos, y levantó a los muertos. Pero el Nuevo Testamento claramente no
menciona que Jesús creó pájaros o habló desde la cuna, así como no menciona la
mayoría de detalles de la niñez de Jesús.
La razón es que la alusión del Corán que
indica que Jesús creó pájaros de arcilla que se hicieron reales, fue una fábula
cristiana imaginaria de circulación extensa. Por ejemplo, se encuentra en el
Evangelio Arábico de la Infancia del Salvador (15:1-6) que data del segundo
siglo (Hutchison, 1939, 1:199)—cuatrocientos años antes del nacimiento de
Mahoma:
Y cuando el Señor Jesucristo tenía siete
años de edad, cierto día estaba con otros niños compañeros suyos de la misma
edad. Mientras jugaban, tomaron arcilla y le dieron varias formas, por decir,
asnos, bueyes, pájaros y otras figuras, cada uno jactándose de su obra y
esforzándose a exceder al resto. Luego el Señor Jesús dijo a los niños, Mandaré
que estas figuras que he hecho caminen, e inmediatamente se movieron. Cuando
les mandó que regresaran, regresaron. También había hecho figuras de pájaros y
gorriones que, cuando les mandó a volar, volaron, y cuando les mandó a
detenerse, se detuvieron (Los Libros Perdidos..., 1979, pp. 52-53).
Se encuentra una leyenda similar en el
Evangelio de Tomás (1:4-9) que de igual manera precede a la producción del
Corán (Cullmann, 1991, 1:442):
Luego él tomó de la orilla del arroyo
algo de arcilla, y formó doce gorriones; y había otros niños jugando con él....
Luego Jesús, dando palmadas con sus manos, mandó a los gorriones y les dijo: Id, volad; y
mientras vivís, recordadme. Así que los gorriones volaron, haciendo
ruido (Los Libros Perdidos..., p. 60).
Observe también en el pasaje coránico
anterior la alusión a Jesús hablando desde Su cuna. La Sura 19 expande este
punto, y menciona que después de dar a luz a Jesús al lado del tronco de una
palmera en un lugar remoto, María regresó a su pueblo llevando al niño en sus
brazos y obtuvo la siguiente reacción:
Y
vino con él a los suyos, llevándolo. Dijeron: «¡María!
¡Has hecho algo inaudito! ¡Hermana de Aarón! Tu padre no era un hombre malo, ni
tu madre una ramera». Entonces ella se lo indicó. Dijeron: «¿Cómo vamos a hablar a uno que aún está en la cuna, a un niño?».
Dijo él: «Soy
el siervo de Alá. Él me ha dado la Escritura y ha hecho de mí un profeta. Me ha
bendecido dondequiera que me encuentre y me ha ordenado la azalá y el azaque
mientras viva, y que sea piadoso con mi madre. No me ha hecho violento,
desgraciado. La paz sobre mí el día que nací, el día que muera y el día que sea
resucitado a la vida». Tal es Jesús hijo de María, para decir la
Verdad, de la que ellos dudan (Sura 19:27-34, énfasis añadido).
La idea que Jesús habló mientras estuvo
en su cuna precedió al Corán, habiendo sido escrita en el Evangelio Arábico de
la Infancia del Salvador (1:2-3): “Jesús habló y, realmente, cuando estaba en Su cuna
dijo a María su madre: Soy Jesús, el Hijo de Dios, el Logos, a quien tú has
engendrado, como el Ángel Gabriel te anunció; y mi Padre me ha enviado para la
salvación del mundo” (Roberts y Donaldson, 1951, 8:405). Estos
relatos místicos son contrarios a las descripciones bíblicas de Cristo. Pero el
folclor legendario en los siglos siguientes a la producción del Nuevo
Testamento está repleto de tales disparates, los cuales fueron tan comunes que
el autor del Corán los interpretó como representaciones legítimas del Nuevo
Testamento.
____________
REFERENCIAS:
-
Cullmann, Oscar (1991), “Evangelios de
la Infancia” [“Infancy Gospels]”, Los Textos Apócrifos del Nuevo Testamento
[New Testament Apocrypha], ed. Wilhelm Schneemelcher (Louisville, KY:
Westminster/John Knox Press).
-
Hutchison, J. (1939), “Evangelios Apócrifos” [“Apocryphal Gospels”]
Enciclopedia Bíblica Estándar Internacional [International Standard Bible
Encyclopedia], ed. James Orr (Grand Rapids, MI: Eerdmans), 1:199.
-
Los Libros Perdidos de la Biblia [The
Lost Books of the Bible] (reimpresión de 1979), (Nueva York: Random House).
-
Pickthall, Mohammed M. (sine data), El Significado del Glorioso Corán [The
Meaning of the Glorious Koran] (Nueva York: Mentor).
-
Roberts, Alexander y James Donaldson (1951), Los Padres Ante-Nicenos [The
Ante-Nicene Fathers] (Grand Rapids, MI: Eerdmans).
-
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Tema 5:
El Corán y la
Trinidad:
Cuando se lee el
Corán, a menudo se lleva la sorpresa que el Alá del Corán se comporta muy
diferente al Dios de la Biblia. Desde luego, “Alá” simplemente es la palabra árabe para “Dios”, así como su término
hebreo equivalente en el Antiguo Testamento, elohim—un término general para la
deidad que los judíos usaron para hacer referencia al Dios verdadero y a los
dioses falsos de sus vecinos paganos (e.g., Génesis 35:2; Deuteronomio 29:18;
Daniel 3:25).
Así que el término “Dios” en cualquier lenguaje
(castellano, árabe o hebreo) es un término genérico que hace referencia a la
deidad. Los musulmanes afirman que el Alá que ellos adoran es el mismo Dios que
Abraham y los judíos adoraron. Sin embargo, es posible que alguien afirme
seguir al Dios de la Biblia pero que le transforme a tal punto de cesar de ser
el Ser que las páginas de la Biblia describe. El significado y la identidad que
cada cultura o religión asigna a la palabra pueden cambiar radicalmente.
Muchos autores cristianos modernos hacen
lo mismo cuando afirman escribir acerca del Jesús del Nuevo Testamento. Ellos
distorsionan a Jesús, transformando y recreando al Jesús de la Biblia hasta
convertirle en un ser diferente al descrito en las páginas del Nuevo
Testamento—alguien que no está interesado en la obediencia y cuya gracia
perdona casi a cualquiera incondicionalmente (e.g., Lucado, 1996). Pero ese no
es el Jesús del Nuevo Testamento. Ellos han tergiversado la persona, naturaleza
y conducta de Jesús tanto que sus escritos describen a un Jesús totalmente diferente.
En manera similar, el Corán registra que
Alá dice y hace cosas que el Dios de la Biblia simplemente no haría o diría. Se
atribuyen acciones y actitudes a Alá que contradicen rotundamente el carácter
del Dios de la Biblia. Aunque los musulmanes afirman que Alá es el mismo Dios
que el Dios del Antiguo Testamento, el Corán redefina lo suficiente la deidad
de Dios, transformándole en un ser diferente al Dios de la Biblia. La doctrina
bíblica de la Trinidad evidencia particularmente este contraste marcado.
La Biblia representa a la deidad como
singular, i.e., existe una esencia o Ser divino (Deuteronomio 6:4; Isaías 45:5;
1 Corintios 8:6; 1 Timoteo 2:5; Santiago 2:19). No obstante, también representa
a Dios como un Ser trino—tres personas distintas en la esencia singular—con una
naturaleza trina.
Por
ejemplo, durante la semana de la Creación, Dios declaró: “Hagamos...” (Génesis 1:26, énfasis añadido). En el
bautismo de Jesús, el Padre habló audiblemente del cielo, y el Espíritu Santo
descendió sobre Jesús (Mateo 3:16-17). Se señala varias veces a los Tres juntos
(Mateo 28:19; 2 Corintios 13:14). Cada persona de la Deidad es completamente
Dios y completamente divino.
A menudo se hace referencia a Jesús como
Dios (Mateo 1:22-23; Juan 1:1-3,14; 8:58; 20:28; Miqueas 5:2). El Espíritu
Santo también es divino (Juan 14:26; 15:26; Romanos 15:19; 1 Corintios 2:10-11;
Efesios 4:4; Hebreos 9:14).
A diferencia de la descripción bíblica,
el Corán se desvía para denunciar la noción de la Trinidad:
¡Gente de la Escritura! ¡No exageréis en
vuestra religión! ¡No digáis de Alá sino la verdad: que el Ungido, Jesús, hijo
de María, es solamente el enviado de Alá y Su Palabra, que Él ha comunicado a
María, y un espíritu que procede de Él! ¡Creed, pues, en Alá y en Sus enviados!
¡No digáis “Tres”! ¡Basta ya, será mejor para vosotros! Alá es sólo un Dios
Uno. ¡Gloria a Él tener un hijo...Suyo es lo que está en los cielos y en la
tierra... ¡Alá basta como protector! El Ungido no tendrá a menos ser siervo
de Alá, ni tampoco los ángeles allegados. A todos aquéllos que tengan a menos
servirle y hayan sido altivos les congregará hacia Sí (Sura 4:171-172, énfasis
añadido).
No
creen, en realidad, quienes dicen: «Alá es el
Ungido, hijo de María», siendo así que el mismo Ungido ha dicho: «¡Hijos de
Israel, servid a Alá, mi Señor y Señor vuestro!». Alá veda el Jardín
a quien asocia a Alá. Su morada será el Fuego. Los impíos no tendrán quien les
auxilie.
No creen, en realidad, quienes dicen: «Alá es el tercero de tres». No hay ningún
otro dios que Dios Uno, y si no paran de decir eso, un castigo doloroso
alcanzará a quienes de ellos no crean. ¿No se volverán a Alá pidiéndole,
perdón? Alá es indulgente, misericordioso (Sura 5:72-74, énfasis añadido).
Ciertamente los cristianos deben estar
pasmados al leer estas denuncias directas a aquellos que creen en la Deidad que
la Biblia describe. El Corán afirma en términos claros que los que creen en la
Trinidad serán excluidos del paraíso y experimentarán un “castigo doloroso” en
el fuego del infierno.
En cuanto a la tercera persona de la
Deidad, los musulmanes insisten que el Corán no habla nada del Espíritu Santo;
en las palabras de Pickthall, todas las referencias aparentes simplemente son “un término
para el ángel de la Revelación, Gabriel (a quien sea la paz)” (Pickthall,
p. 40). Así que el Corán niega la personalidad del Espíritu Santo, reconoce la
existencia de Jesús, pero niega Su divinidad, e insiste que la personalidad de
Alá es singular. El Corán y la Biblia se contradicen seriamente en cuanto a la
doctrina de la Trinidad.
___________
REFERENCIAS:
-
Lucado, Max (1996), En el Dominio de la Gracia [In the Grip of Grace] (Dallas,
TX: Word).
- Pickthall, Mohammed M. (sine data), El Signficado
del Glorioso Corán [The Meaning of the Glorious Koran] (Nueva York: Mentor).
-
Dave Miller, Ph.D. Derechos de autor © 2008 Apologetics Press, Inc.
Véase Parte III:
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