Parte I:
ENCARNACIÓN
DEL HIJO DE DIOS:
(Juan 1:1-18)
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:
El Verbo Hecho
Carne:
“En el principio era el
Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios… Este era en el principio
con Dios… Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido
hecho, fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres”.
(Juan
1:1-4)
I. PRÓLOGO. Juan 1:1-18:
El tema central
en esta primera sección, llamada comúnmente “Prólogo”, es la encarnación del eterno Hijo de Dios. Describe la
introducción de Jesús, el Verbo eterno de Dios, en la esfera de la humanidad.
No obstante la aparente sencillez de las expresiones, constituye una de las
declaraciones teológicas más profundas y complejas en la Biblia.
Ha habido intentos de arreglar el
Prólogo en forma poética, pero no hay consenso en ese tipo de arreglo.
C.
K. Barrett clasifica el texto como prosa poética. Como veremos,
casi cada palabra del Prólogo está cargada de un enorme contenido de
significado, demandando un cuidadoso estudio para evitar el riesgo de omitir
algo de su profunda riqueza.
De entrada vemos un enfoque de la
encarnación muy distinto del de los Sinópticos, lo cual constituye una de las
muchas indicaciones de la independencia de Juan. Este autor no comienza con la
narración del testimonio de Juan el Bautista, como Marcos, ni con la narración
del nacimiento del Bautista y Jesús, como lo hace Lucas.
Tampoco regresa en su genealogía de
Jesús hasta Abraham, como Mateo, ni hasta la creación de Adán, como Lucas. En
cambio, Juan retrocedió hasta el comienzo del tiempo (1:1), antes de la
creación del universo material, hasta Dios mismo.
Los que rechazan la unidad del
Evangelio, o que afirman un desarrollo por etapas en la redacción, sugieren que
esta sección no es parte del texto original. Sin embargo, cabe perfectamente
como introducción y concuerda en vocabulario y gramática con el resto del
Evangelio. Además, los conceptos aquí presentados se desarrollan y se amplían
en el resto del manuscrito: por ejem., la excelencia de Cristo como el Verbo de Dios, el
irreconciliable conflicto entre la luz y las tinieblas y el testimonio de Juan
el Bautista referente al Cristo encarnado. Varios comentaristas ven
en estos versículos un resumen de todo el contenido del libro y, en un sentido,
todo el resto del libro tiene el propósito de comprobar la veracidad de las
afirmaciones del Prólogo.
Lo que inmediatamente llama la atención
del lector es el uso del término “Verbo” (gr. Logos[1] G3056) que se aplica al Cristo
eterno. Con dos excepciones (ver 1 Juan 1:1, Ap. 19:13), aparte del Prólogo, el
término no se encuentra en el NT. No obstante, el concepto que el término
expresa corre a través del Evangelio como un hilo dorado y sirve como llave
para interpretar sus enseñanzas.
Nótese: especialmente
las distintas relaciones del Verbo en cada una de las cinco subdivisiones del
Prólogo.
1.1. El Verbo y Su Relación Con Dios. Jn. 1:1, 2:
El primer versículo del Evangelio
presenta tres afirmaciones que constituyen la base de la teología cristiana: el Verbo
existía antes del comienzo de la creación; el Verbo mantiene una relación
íntima con Dios; y el Verbo es divino.
En el principio es casi seguro un
reflejo de Génesis 1:1. Esta expresión es el título del primer libro de la
Biblia hebrea, de modo que sería conocida ampliamente entre los israelitas.
Juan está describiendo un nuevo comienzo, una nueva creación. Si Génesis
registra la primera creación de Dios, este primer versículo describe la nueva
creación de Dios.
En ambas ocasiones, el agente de la obra
creadora no es un ser subordinado, sino el mismo Verbo de Dios. El término el
principio, según William Temple, combina dos significados: nunca existió un
tiempo cuando el Verbo no era y nunca existió una cosa que no dependía de él
para su existencia.
El vocablo era, del tiempo imperfecto
del verbo griego eimi G1510,
significa naturalmente acción continua, es decir, el ser eterno del Verbo. Una
traducción que capta esta acción sería: “el Verbo estaba siendo continuamente”. Al
decir el Verbo era nos hace recordar el nombre con que Dios se reveló a Moisés: “YO SOY EL
QUE SOY” (Éxodo 3:14), y los “Yo soy” de Jesús en Juan. El autor estaba aclarando enfáticamente que el
Verbo era antes de la creación y, por ende, el Verbo no fue creado.
Nótese:
la
frecuencia del verbo era a través del prólogo (Génesis 1:1a, b, c, 2, 4, 8, 9,
15). En contraste, el autor se cuida de no usar el verbo griego ginomai[2]
G1096 (ver “fueron hechas”, Gn. 1:3; “fue hecho”, Gn. 1:3; “hubo”,
Gn. 1:6; “fue
hecho”, Gn. 1:10; etc., indicando un comienzo en tiempo y espacio)
en relación con Jesús.
El término Verbo (gr., Logos
G3056) señala la verdad de que, por su misma naturaleza, Dios
se revela. El verbo, o palabra, es el medio por el cual el hombre
revela, o expresa, sus pensamientos y voluntad. No es mera información estática
acerca de Dios. Es la Palabra dinámica y creativa de Dios; por ejem.: “Entonces dijo Dios [expresó su voluntad]:
‘sea la luz’,
y fue la luz” (Génesis 1:3). Los eruditos han luchado durante
siglos, procurando llegar a un consenso en cuanto a su significado en este
contexto.
Morris presenta un desarrollo histórico
de logos,
indicando su significado para los griegos clásicos, para Filón y para los
hebreos del AT. Entre los griegos, Logos
solía significar el pensamiento o razonamiento del hombre.
Como término filosófico, se refería al alma
del universo, o al principio racional del universo. Todo lo existente
provenía del Logos.
Para el filósofo griego Heráclito, en el
siglo VI a. de J.C., Logos,
fuego y dios eran esencialmente lo mismo, es decir, la realidad última.
Platón menciona el Logos
muy poco, pues su preocupación era la distinción entre el mundo material y el
verdadero, el celestial de “ideas”.
Los estoicos, en cambio, consideraban el
Logos como la Razón eterna, una fuerza
impersonal, como el supremo principio del universo.
El filósofo judío Filón intentó
sintetizar el pensamiento griego con el judío y empleó el término Logos para expresar el medio que Dios
utilizó para crear y gobernar el universo. Sin embargo, ese “medio”
no era divino, y era la primera cosa creada por Dios.
Cuando Juan utilizó el término Logos, sin embargo, tenía en mente un
concepto muy distinto al griego y al de Filón. En vez de una fuerza impersonal,
o un principio abstracto y alejado de la situación humana, Juan utiliza el
término en un sentido muy personal, de un Dios que ama, se compadece y se
identifica con los seres humanos, tomando sobre sí su naturaleza, y sufriendo
una muerte vergonzosa con el fin de proveer un medio para la reconciliación del
hombre con su Creador.
A pesar de este significado tan
evidente, C. H. Dodd insiste en que Juan fue influenciado tanto por Filón, y su
modificación del concepto estoico, como por la literatura judía de sabiduría y
por el AT., en su uso de Logos.
Morris se diferencia de Dodd, diciendo: “El
pensamiento de Juan es suyo propio. Utiliza un término cargado de significado
para personas de cualquier formación… Su idea del Logos es esencialmente nueva”.
Así,
en la primera afirmación en su Evangelio, Juan insiste en la primera columna
fundamental de la cristología: el Logos existió
antes de la creación, y por lo tanto, no fue creado él mismo.
Borchert lo expresa así: “Lógicamente
para Juan el ser esencial (ontológico)[3] del Logos precedió la acción del
Logos en tiempo y espacio”.
“Existía la Palabra“ Génesis 1:1. “Desde tiempos de Crisóstomo, los comentaristas
han reconocido que el ‘era’ de Juan 1:1, tiene
distintas connotaciones cada una de las tres veces que se usa: existencia,
relación y predicación, respectivamente. ‘La
Palabra existía’ tiene afinidad con el ‘yo
soy’ de las afirmaciones de Jesús en el
cuerpo del evangelio. No cabe especulación alguna acerca de cómo accedió al
existir la Palabra: la Palabra simplemente existía” (Raymond Brown).
Y el Verbo era con Dios establece la
segunda columna fundamental de la cristología. La preposición griega pros G4314, traducido “con”,
enfoca la relación entre el Logos
y Dios, indicando a la vez la distinción entre dos seres y la interacción
recíproca entre sí. La misma preposición lleva la idea de movimiento hacia otro
objeto o persona. Una traducción sería “cara a cara con Dios” y de allí la idea de
intercambio recíproco, de proximidad, de intimidad y probablemente también de
igualdad.
Y
el Verbo era Dios nos lleva al punto más elevado en la cristología bíblica. Morris bien
comenta: “Nada
más elevado podría decirse. Todo lo que se puede decir acerca de Dios puede
decirse apropiadamente acerca del Verbo”. Varias versiones lo
traducen: “Y
el Verbo era divino”.
Los Testigos de Jehová confunden a muchos creyentes,
insistiendo que la traducción correcta es:
“Y el Verbo era un dios”.
“En [el] principio la
Palabra era, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era un dios”. Juan 1:1.
(Traducción del Nuevo Mundo [Testigos de Jehová])
Al hacer esto, rebajan a Jesús a un
nivel inferior a Dios, Padre, restándole su plena deidad. El que escribe,
sirviendo como misionero en América Latina, ha tenido que refutar infinidad de
veces esta herejía. El argumento de ellos es que el texto griego lleva el
artículo particular ante “Verbo” pero omite el artículo ante “Dios”
y, según ellos, cuando falta el artículo particular es necesario suplir un
artículo indeterminado.
Tal regla puede existir en la gramática
de algún otro idioma, pero de ninguna manera es así en el griego. Es tan
importante, que mi profesor de griego siempre pedía esta regla en el examen
oral del doctorado.
La
regla reza así: “Algunas veces con un nombre el
cual el contexto prueba ser definido, el artículo no se usa. Esto da énfasis
sobre el aspecto cualitativo del nombre más bien que su simple identidad” (Manual de
Gramática del Nuevo Testamento Griego, Dana y Mantey, trad. por Robleto y
Clark, El Paso: Casa Bautista de Publicaciones, p. 144). Esta regla autoriza la
traducción “Y
el Verbo era divino” o de la naturaleza de Dios.
Ἐν1 En G1722 P En
→ el ἀρχῇ2 archê G746 NDSF principio
ἦν3 ên G2258
VI-I3S era ὁ4 ho G3588 DNSM el λόγος5
logos G3056 NNSM Verbo,
καὶ6 kai G2532 C y ὁ7 ho G3588 DNSM el λόγος8
logos G3056 NNSM Verbo ἦν9
ên G2258 VI-I3S era πρὸς10
pros G4314 P con
‹ τὸν11 Θεόν12
› ton Theon G3588 G2316 DASM
NASM Dios, καὶ13 kai G2532 C y ὁ16
ho G3588 DNSM el λόγος17 logos G3056 NNSM Verbo ἦν15
ên G2258 VI-I3S era Θεὸς14
Theos G2316 NNSM Dios. (Juan 1:1. Interlineal RV1960).
“En el principio era el
Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios”. (Juan 1:1
RV1960)
Debemos tener cuidado de no salir con la
idea de que el Verbo meramente tiene algunos atributos de Dios.
Beasley Murray ha llamado la atención al
hecho de que el griego tiene otro término que lleva esa idea. Por ejemplo,
Pedro emplea este término (theios G2304,
2 Pedro 1:4) al referirse a los creyentes que participan en la “naturaleza
divina”.
“Por medio de las cuales
nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a
ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la
corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia”. (2 Pedro 1:4).
Lo que Juan afirma en esta expresión es
que el Verbo participa en toda la realidad llamada Dios.
Borchet comenta: “Ese Verbo era verdadera deidad y Juan
quería que no hubiera ninguna duda al respecto”.
Él era en el principio con Dios es una
repetición de dos de las afirmaciones del versículo anterior, dando aún más
énfasis. Se recalcan la eternidad del Verbo y esa íntima relación entre el Verbo y
Dios Padre. Además, se subraya la perfecta unidad entre las dos personas de la
Trinidad.
1.2. El Verbo y Su Relación Con La Creación. Juan
1:3-5:
Es natural que Juan haya presentado la
relación del Verbo con Dios primero, e inmediatamente su relación con la
creación. La primera acción de Dios, como autor revelación, o auto comunicación,
fue la creación, luego la salvación. Veremos que hay una estrecha relación en
el NT., entre las dos acciones.
El verbo griego ginomai G1096,
usado en el v. 3 en el tiempo aoristo, egeneto,
significa lit. “llegó
a ser” o “llegó a existir”. El verbo griego aoristo, o
pretérito indefinido, concibe la creación en su totalidad como un solo acto.
Todas las cosas se refieren a todas las realidades existentes, excepto por
supuesto Dios mismo.
Borchet piensa que, aunque no se
mencionan específicamente aquí, estas realidades podrían incluir a los ángeles.
Nótese:
el
contraste en la acción del mismo verbo, usado al fin del v. 3, pero en el
tiempo perfecto, ha sido hecho, indicando la existencia continuada de las cosas
creadas.
Por medio de él se refiere al Verbo como
el agente en el proceso de la creación de todas las cosas. Se usa la
preposición “por”
(dia G1223), al referirse al
Verbo, dejando lugar al Padre como fuente (ek
G1537) de la creación.
Esta distinción en la función del Padre
y el Verbo en la creación se mantiene claramente en 1 Corintios 8:6 (ver Heb.1:2).
El Padre creó todas las cosas por medio del Hijo, como agente. Sin embargo,
donde se presenta la creación como obra realizada juntamente por el Padre y el
Hijo, ambas preposiciones se usan al referirse al Hijo (ver Romanos 11:36;
Colosenses 1:16).
Y sin él no fue hecho nada es una manera
de recalcar lo dicho anteriormente en la forma más categórica. Algunos han
intentado captar este énfasis así: “y sin él no fue hecho ni una sola cosa” o “no fue hecho
nada en absoluto”. Algunos comentaristas piensan ver en esta
declaración una refutación del gnosticismo. Este movimiento consideraba que
todo lo material era esencialmente malo y por lo tanto no podría haber sido
hecho por Dios. Hablaban de las emanaciones de Dios, algo como dioses
inferiores, y que uno de éstos, ignorando la naturaleza mala de lo material,
fue responsable por su creación.
El problema de este argumento es que el
gnosticismo no apareció como sistema de pensamiento sino hasta mediados del
segundo siglo y hay un consenso de que la fecha de redacción de Juan fue mucho
antes. Algunos piensan, aun admitiendo que no haya existido el gnosticismo en
el tiempo de Juan, que igual habría habido corrientes con estos pensamientos
que Juan estaba refutando, es decir, una especie de gnosticismo incipiente. En
todo caso, Juan está afirmando en la manera más categórica que Dios mismo, por
medio de su Hijo, es responsable por la creación de todo lo que existe.
Lo que ha sido hecho es una expresión
que ha despertado mucha controversia. El lector debe recordar que en el texto
original del NT., y en las copias más antiguas del texto no existían signos de
puntuación, ni división de versículos. Este hecho ha dado lugar a distintas
opiniones en cuanto al arreglo del texto. Aquí tenemos un caso concreto en que
los grandes eruditos del griego no han llegado a un consenso.
Esta última parte del v. 3, según el
último texto griego aprobado por las Sociedades Bíblicas Unidas, basado en el
análisis de los mejores manuscritos disponibles, se ubica en el v. 4.
Corroborando este arreglo del texto está el caso gramatical de lo que ha sido
hecho. Si se ubica con el v. 3, esperaríamos encontrar un caso gramatical
genitivo, pero está en el caso nominativo, creando una situación anormal. Si se
ubica en el v. 4, el caso nominativo encuadra perfectamente.
Además, los manuscritos más antiguos que
tienen puntuación ubican la última parte del v. 3 en el v. 4. Westcott, Raymond
Brown, Beasley Murray y muchos optan por esta solución. Futuras versiones
probablemente seguirán el arreglo en el último texto griego, ubicando esta
expresión en el v. 4.
A pesar de lo antedicho, la RVA., Morris
y muchos otros optan por dejar la expresión en el v. 3. Una razón para dejarla
allí es que el verbo ha sido hecho, del griego ginomai G1096, corresponde más lógicamente
con la creación que con lo que sigue, mientras era, del griego eimi G1510, concuerda más con el Verbo.
Otra razón es que cuando se ubica en el v. 4 se lee lit. Así: “lo que ha
sido hecho en él vida era”, lo cual crea grandes dificultades para
armonizar con el resto del Evangelio. Un intento de suavizar la traducción
sería: “todo
lo que ha sido hecho era viviente en su vida”, o “todo lo que ha
llegado a ser era vida en él”.
Barrett
concluye que ambos arreglos son torpes. Que el Verbo sea la fuente de toda la
creación es claramente una enseñanza juanina, pero “todo lo que ha llegado a ser es vida en
él” no lo es. Así, una solución crea dificultades gramaticales, la
otra dificultad es de interpretación.
En él estaba la vida lleva la revelación a un nuevo nivel. De la creación
en general, visto arriba, se introduce la creación de vida, el nivel más
elevado de la creación. El término “vida” se usa 36 veces en Juan, 17 en
Apocalipsis y 13 en 1 Juan. Normalmente, el término en Juan se refiere a vida
eterna (ver 3:16), la salvación que Dios ofrece al hombre por medio de su Hijo.
Sin
embargo, en este versículo se usa en el sentido más amplio. El texto no
dice que la vida fue creada por medio del Verbo, o llegó a existir, sino que
estaba en el Verbo.
Morris comenta que sólo porque hay vida
en el Verbo hay vida en lo demás de la creación, es decir, la vida no existe
por derecho propio. Como es característico de Juan, probablemente hay un doble
significado en la presentación del concepto “vida”.
Primero, se refiere a la vida general
que se ve en la creación y que procede del Verbo, pero también este concepto
nos lleva a la idea de vida espiritual, uno de los temas principales en Juan.
Juan relaciona el concepto de la vida con el Verbo a través de su Evangelio
(ver 3:16; 5:26, 40; 6:51, 53-58; 10:10, 17, 18; 11:25; 14:6).
Nótese: especialmente
5:26 donde Juan relaciona la vida en el Verbo con la de Dios: “Porque así
como el Padre tiene vida en sí mismo, así también dio al Hijo el tener vida en
sí mismo”.
Y la vida era la luz de los hombres
agrega todavía otro elemento en el ministerio del Verbo, relacionando
estrechamente los conceptos de la vida y la luz. Algunos han procurado explicar
el significado de la “luz” (fos
G5457) como la inteligencia, o la conciencia, de los hombres,
relacionándola con la Ilustración, como se hace hoy en día.
Antiguamente, la luz era un símbolo
importante de la deidad y las fuerzas del bien, por ejem., en el dualismo persa
del conflicto entre la luz y las tinieblas. Este mismo concepto apareció en los
Rollos del Mar Muerto.
“Luz”
y “vida”
son términos místicos que Juan emplea con notable frecuencia. Contando las 23
referencias en el Evangelio y 6 en 1 de Juan, el uso de “luz” en Juan constituye más de
un tercio de todas las veces que se usa en el NT. En vez de buscar el
significado en su uso histórico, o en las filosofías del Medio Oriente, sería
más provechoso buscar en el AT., los pasajes que se refieren a Dios como la
fuente de la luz y la vida.
El
salmista indica que Dios es la fuente de la vida y la luz: “Ciertamente contigo está el manantial de la vida; en tu
luz veremos la luz” (Salmo 36:9). Juan, siguiendo el concepto del
salmista, afirma que el Verbo mismo es la vida y la luz de los hombres.
En el texto griego, Juan ubica un
artículo definido ante “vida” y “luz”. De acuerdo con esta construcción,
Plummer lo traduce así: “la vida era la verdadera luz…”. Como Juan
ha vinculado la vida con el Verbo de Dios, ahora lo hace con la luz.
Introduce la idea de que el Verbo es el
que vivifica (da vida, por ejem., Juan 8:12; 9:5; 12:46) y el que ilumina (da
luz espiritual, por ejem., Juan 8:12; 12:36), temas que corren a través del
Evangelio. La resurrección de Lázaro llega a ser una ilustración del poder
vivificador del Verbo, como la vista dada al ciego de nacimiento una
ilustración del poder iluminador del Verbo.
En el v. 5 se introduce otro término
místico, “tinieblas”
(skotia G4653),
que se encuentra 8 veces en este Evangelio y 6 en 1 Juan, haciendo 14 de las 17
veces que se usa en todo el NT. Las tinieblas es la antítesis natural de la
luz, tanto en el mundo material como en el espiritual. La función de la luz es
iluminar los lugares oscuros y combatir o vencer la oscuridad.
Este antagonismo irreconciliable y lucha
entre la luz y las tinieblas es un tema dominante en el Evangelio, como en los
Rollos del Mar Muerto. En éstos se encuentra todo un documento bajo el título “La guerra de
los hijos de la luz con los hijos de las tinieblas”.
Antes de haber energía eléctrica para
iluminar las calles de las ciudades, cada ciudad empleaba a un hombre para
recorrer las calles al atardecer, encendiendo las lámparas de algún
combustible. Se comentaba que uno podría ver bien cuándo y dónde había pasado
este empleado, pues dejaba una huella de luz. En el sentido espiritual, el Hijo
de Dios cumple exactamente esa función. Ahora, el creyente y la iglesia que
cumplen su misión, dejan una huella de “luz” por dondequiera que pasan.
Es importante fijarse en el cambio del
tiempo de los verbos, que hasta ahora son del pasado; resplandece, en cambio,
es del tiempo presente progresivo y descriptivo. La idea es que la luz brilla
continuamente, no dejando nunca de ejercer su influencia.
Westcott observa que el verbo “resplandece”,
faino[4]
G5316 en griego, apunta a la acción esencial de la luz en sí
misma en vez del efecto de la luz en iluminar a los hombres.
Y las tinieblas no la vencieron expresa
la respuesta obtenida por la iluminación de la luz. Las “tinieblas” es un término
metafórico que, en el cuarto Evangelio (Juan 8:12; 12:35; 12:46; ver 1 Juan
1:5; 2:8-9; 2:11), se refiere a todo lo que se opone al cristianismo. Es
oscuridad moral y espiritual.
El verbo “vencieron” (katalambano
G2638) es un vocablo
compuesto que significa lit. “recibir hacia abajo”, y de allí, “echar manos
sobre”, “agarrar”, “capturar”, “obtener”, “tomar posesión de”, “vencer”,
“comprender”,
etc. Cualquiera de estos significados sugiere que la manifestación de la luz
fue rechazada por las tinieblas, un concepto que se expresa explícitamente en
el v. 11.
Con esta afirmación, Juan rechaza
categóricamente el dualismo que iguala el poder de las tinieblas con el de la
luz. Borchert comenta que el Evangelio de Juan toma muy en serio el mal y las
tinieblas, y agrega: “El impacto cabal de tal batalla se reconoce en el
Evangelio cuando Judas sale para concretar su acto malo”. En ese
momento Juan dice: “y ya era de
noche” (Juan 13:30).
Raymond Brown y Beasley Murray niegan
que haya un concepto de conflicto en el verbo katalambano G2638, optando por una traducción como,
por ejem., “no
la comprendieron”. Pero la RVA., y otros insisten en una traducción
que incluye el elemento de conflicto, haciendo honor al tema que corre a través
del Evangelio.
Siguiendo este énfasis, Mateos y Barreto
lo traducen así:
“las tinieblas no la ha extinguido” o “no la ha sofocado”. Toda la
misión de Jesús fue una de conflicto entre la luz y las tinieblas, culminando
en Getsemaní y la cruz.
Por eso, el verbo “vencer” cabe bien en este
contexto. La luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no tenían el poder
para detenerla, mucho menos vencerla.
1.3. El Verbo y Su Relación Con Juan El Bautista. Juan
1:6-8:
Aun los que
consideran que el prólogo se presenta en forma poética, reconocen que estos
tres versículos tienen todas las evidencias de prosa. Se discute si estos
versículos caben aquí, o si originalmente se unían directamente con el v. 19
para formar el comienzo del Evangelio, el prólogo siendo agregado después por
el evangelista. No hay consenso entre los comentaristas sobre estos dos
problemas críticos: la naturaleza del texto y la unidad del Evangelio.
Hubo
un hombre marca una clara distinción entre Juan y Jesús. Es sorprendente
y difícil de explicar el hecho de que aparezca una referencia a Juan en el
prólogo, máxime cuando no se lo distingue de varios otros con el mismo nombre.
Véase Parte II:
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