Parte III:
La Doctrina Católica Romana, Frente A La Biblia:
(1 Juan 5:21).
Pastor. Carlos Ramírez Jiménez:
“Hijitos, guardaos de los ídolos”
(1 Juan 5:21).
Tema IV:
El Origen y La
Historia Del Catolicismo [Parte II]:
Una nueva iglesia había nacido,
una iglesia que difería completamente de la iglesia que Cristo
estableció.
Mientras que la iglesia de Cristo había nacido en Jerusalén (Hechos 1:12; 2:1;
etc.), esta iglesia había nacido en Roma. Mientras que la iglesia de Cristo había
nacido con poder espiritual (Hechos 2:2-4), esta iglesia había nacido con poder
político y militar. Mientras que la iglesia de Cristo había nacido bajo la
autoridad de una sola Cabeza divina (Colosenses 1:18), esta iglesia había
nacido bajo la autoridad de una cabeza humana—el papa. Esta nueva iglesia
pronto invadió la Tierra con sus nuevas doctrinas.
No obstante, una amenaza inesperada para
esta clase de cristianismo se acercaba rápidamente del Oriente: el islamismo.
Con Mahoma a la cabeza, el islamismo se originó en 622 d.C. y se propagó
agresivamente. En menos de 25 años desde el comienzo de la “hégira” (i.e., la huida de
Mahoma de la Meca), los seguidores de Mahoma habían tomado control de Egipto,
Palestina, Persia y Siria (Mattox, 1961, p. 173). Con su sed de conquista, esta
religión amenazaba convertir al mundo entero a sus creencias. Pronto la amenaza
al catolicismo se hizo más patente.
Muchos católicos en países conquistados
se habían convertido al islamismo a causa del temor; el avance de esta doctrina
sobre la influencia romana y su religión oficial parecía inevitable. La
religión romana, y la unidad del estado que dependía en ella, pronto
colapsarían si no se hacía algo con diligencia. Por ende los conflictos entre
católicos y musulmanes dieron origen a las infames Cruzadas.
Las Cruzadas (desde 1096 hasta 1270)
fueron expediciones militares que comenzaron como un cumplimiento de un “voto solemne” para recuperar los “lugares
santos” en Palestina de las manos de los musulmanes. En noviembre de
1095, el Papa Urbano II instigó a las masas a luchar contra los turcos
Selyúcidas islámicos que invadieron el Imperio Bizantino y sometieron a
griegos, sirios y armenios católicos. Él también quería extender su poder
político y religioso. Para incitar a los católicos a tomar parte en una guerra
sangrienta en “nombre
de Dios”, el papa ofreció perdón de pecados, protección de las
tierras que pertenecían a los cruzados y la posibilidad del saqueo (vea
Hitchens y Roupp, 2001, p. 186).
Aunque muchos respondieron al llamado a
unirse a las Cruzadas, estas no cumplieron el propósito inicial de recuperar
las Tierras Santas. Después de muchos años de batallas y vidas perdidas, las
Tierras Santas todavía estaban en manos musulmanas. Sin embargo, las Cruzadas
mejoraron las relaciones entre naciones católicas y evitaron el avance turco en
Europa.
Poco después de las Cruzadas, comenzaron
a surgir nuevas ideologías que el catolicismo consideraba herejías. Multitudes
de personas, guiadas por líderes religiosos intransigentes, ejecutaban a
personas consideradas herejes sin ningún proceso judicial. La necesidad de una
regulación judicial en cuanto a la herejía, la preocupación católica en cuanto
al crecimiento de nuevas ideologías revolucionarias y el afán de incrementar el
poder de la Iglesia Católica dieron origen a una nueva ola sangrienta conocida
paradójicamente en la historia como la “Santa” Inquisición.
La Inquisición es descrita generalmente como la
institución judicial creada en la Edad Media para procesar a los enemigos de la
religión del estado (i.e., catolicismo). Existieron tres tipos de inquisiciones:
1. La Inquisición
Episcopal
fue establecida por el Papa Lucio III en 1184. Fue supervisada y administrada
por los obispos locales. Una vez fijada la doctrina ortodoxa, el obispo de la
diócesis respectiva comenzaba a investigar y estudiar las desviaciones
doctrinales. Si se confirmaba el “crimen”, entonces el hereje era castigado,
principalmente con penitencias canónicas (vea Chami, 1999a).
2. La Inquisición Pontificia fue creada por el Papa
Gregorio IX en 1231 (vea Schmandt, 1988, 10:277). Fue encargada a la orden
dominica que estaba sujeta solamente al pontífice. Se introdujo en Francia en
1233, en Aragón en 1238 y en Italia en 1254 (Mattox, 1961, pp. 214-215). En
esta clase de organización, los inquisidores llegaron al lugar de la supuesta
herejía y, con la ayuda de las autoridades, pedían que los herejes se presentaron voluntariamente. También se incitaba al público a reportar a los
herejes; cualquier individuo podía acusar a otro de herejía. Se forzaba al
acusado a confesar su “herejía” sin oportunidad a confrontar a sus
acusadores o defenderse. Al “hereje” que rechaza aceptar los cargos en su
contra le esperaba un largo periodo de aprisionamiento. Varias sesiones de
tortura interrumpen su aprisionamiento hasta que confesara su “herejía”.
Si no lo hacía, se le ponía a disposición de las autoridades civiles que
administraban la pena de muerte al “hereje obstinado”.
3. La Inquisición
Española es
considerada la inquisición más espantosa. Comenzó en 1478
con la aprobación del
Papa Sixto IV, y duró hasta 1834 (vea “Inquisición”, 1997, 6:328). Este tribunal se
diferenciaba de la Inquisición Pontificia porque el inquisidor era nombrado por
el rey en vez del papa, así que el inquisidor se convertía en servidor del
estado en vez de la iglesia (vea Chami, 1999b). Algunas de las razones principales
de esta inquisición fueron:
- El “peligro” judío—En los siglos XIV y XV, Europa fue
azotada por graves crisis económicas. Muchas plagas y epidemias contribuyeron a
esta situación. A causa de sus prácticas estrictas de higiene, los judíos en
Europa sobrevivieron a estas epidemias y plagas. Mientras que los europeos caen en desesperación y pobreza, los judíos mantenían su estatus económico.
Esta situación produjo muchas protestas en contra de los judíos y alimentó la
avaricia política y religiosa por confiscar las riquezas judías. Forzados a
renunciar a sus actividades económicas, y presionados por sacerdotes fanáticos,
muchos judíos se convirtieron a la religión católica a comienzos del siglo XV.
Muchos católicos comenzaron a tener celos del progreso financiero y la posición
social continua de estos judíos, y les acusaron de haberse convertido
falsamente (vea Domínguez, s.d.).
- La
necesidad de unidad en el reino—España estaba unida políticamente bajo los “Reyes
Católicos”, Fernando de Aragón e Isabel de Castilla, pero todavía
quedaban muchas ideologías religiosas distintas en el país. Con el deseo de
unificar a su país religiosamente, los reyes pidieron permiso al papa para “purificar”
su reino de las ideologías no-católicas por medio de la Inquisición (vea Chami,
1999b).
Estas
fueron algunas razones para la cruel Inquisición Española. Con el paso del
tiempo, este tribunal cruel se dedicó a perseguir a los musulmanes, las
supuestas brujas y a los defensores del protestantismo.
Aunque las inquisiciones anteriores
fueron crueles, la Inquisición Española [HIJA
DE LA INQUISICIÓN, Romana] fue creada para aterrar incluso al criminal más
vil. Sus instrumentos de tortura fueron más innovadores e inhumanos que los de
los tribunales anteriores. Los métodos de tortura incluían, aunque no estaban
limitados a:
(1) la dislocación
de las coyunturas del cuerpo;
(2) la mutilación de las cavidades interiores
vaginales, anales y orales;
(3) el arrancamiento de lenguas, pezones, orejas,
narices, genitales e intestinos;
(4) el quebramiento de los huesos de las piernas,
brazos, dedos de la mano y del pie;
(5) el aplastamiento
de nudillos, uñas y cabezas;
(6) la partición de cuerpos a la mitad por la
sierra;
(7) la perforación de la piel y huesos;
(8) el desgarramiento de la piel del rostro,
abdomen, espalda, extremidades y senos; y
(9) el estiramiento de las extremidades del
cuerpo (vea Rodriguez, 2007).
Aunque el catolicismo trate de negar su
pasado, la historia muestra claramente las atrocidades que se cometieron en el
nombre de la fe católica. El catolicismo puede tratar de esconderse detrás de
las injusticias cometidas por otros religiosos para cubrir su propia vergüenza,
pero la verdad es que la metodología católica fue la inspiración para el lienzo
cruento de otros “artistas” religiosos. No existe duda que las Cruzadas e
Inquisiciones cumplieron un rol crucial en el desarrollo y crecimiento de la
Iglesia Católica en un mundo que no quería conformarse a esa clase de religión.
4.1. EL CATOLICISMO EN TIEMPOS RECIENTES:
En el pasado, la Iglesia Católica usó
métodos violentos para destruir la oposición a sus enseñanzas y prácticas. Hoy,
sin la tortura, los tribunales y la matanza, el catolicismo parece pasivo
delante del crecimiento de otras religiones.
El
comienzo del siglo XVI alimentó el fuego de la Inquisición. Noventa y cinco
razones para esto fueron clavadas en la puerta de la Iglesia Católica de Wittenberg,
Alemania.
¿Quién
fue el responsable? Un hombre: Martín Lutero. Aunque algunos
hombres antes de él habían intentado desatar la Reforma (e.g., John Wycliffe,
John Hus, et.al.), el movimiento de la Reforma no fue exitosamente posible sino
hasta Lutero.
Martín Lutero nació en Eisleben, Saxony,
Alemania en 1483. Fue hijo de un minero pobre, y pagó sus estudios en la
Universidad de Erfurt con limosnas que recaudaba. En 1505, llegó a estar más
interesado en la salvación de su alma y la búsqueda de paz espiritual que en el
estudio de la ley. Entró al convento agustiniano en Erfurt donde se convirtió
en un monje devoto, pero espiritualmente afligido.
En 1508, Lutero llegó a la conclusión
que algunas enseñanzas y la organización de la Iglesia Católica diferían
completamente de las del Nuevo Testamento. La inmoralidad del clérigo en Roma,
la irreverencia ante los sacramentos que sus mismos defensores mostraban y la
avaricia de aquellos que recaudaban indulgencias e imponían otras penalidades
fijó a Martín Lutero en un rumbo de colisión con la religión católica.
En 1517, sus 95 tesis conmocionaron el
mundo católico tanto que, para 1520, el papa expidió una bula que demandaba a
Lutero a retractarse de sus enseñanzas o ser excomulgado. Sin embargo, él no
sucumbió a esta amenaza, y continuó esparciendo sus enseñanzas (vea Mattox
1961, pp. 243-261; Pelikan, 1988, 12:531-533).
Otros, tales como Huldreich Zwingli
(1484-1531) en Suiza y Juan Calvino (1509-1564) en Francia y Ginebra, Suiza,
también contribuyeron grandemente a la Reforma y el desarrollo de las
religiones protestantes.
Varias
condiciones favorecieron el progreso de la Reforma en el siglo XVI:
(1) El
Renacimiento—Este movimiento cultural estimuló la libertad
intelectual y promovió el estudio de las Escrituras en Europa. Mucha gente
comenzó a darse cuenta de las diferencias entre el catolicismo y el
cristianismo del Nuevo Testamento.
(2) La corrupción de la jerarquía en la Iglesia Católica—El dinero
compraba el derecho y los privilegios, y la inmoralidad reinaba el día, incluso
entre el clérigo católico. La inconsistencia entre la fe y la práctica llegó a
ser más notoria.
(3) El apoyo de los soberanos seculares en oposición a la
jerarquía católica—Para este tiempo, la Iglesia Católica poseía un
tercio de la tierra de Europa Occidental. Los gobernantes estaban ansiosos de
poseer este territorio, como también otras propiedades que la iglesia había
tomado.
(4) El uso de la imprenta—Lutero y otros
usaron la imprenta para esparcir sus ideas y las Escrituras a través de
Alemania y otros países (vea Mattox, 1961, pp. 239-246). Para 1542, el
protestantismo se estaba extendiendo a muchos lugares e incluso estaba
penetrando en Italia con sus doctrinas. A causa del temor de esta nueva
rebelión ideológica, el Papa Pablo III instigó al público y a los líderes de la
iglesia a regresar a los niveles crueles de la Inquisición. A pesar de esto, el
protestantismo floreció.
La Iglesia Católica había encontrado a
un gran enemigo que no parecía tener la mínima intención de ceder. No obstante,
el “Santo
Oficio” de la Inquisición continuó funcionando durante los siglos
siguientes y se extendió a las colonias que España conquistó en el Nuevo Mundo.
El tribunal de la Inquisición tenía jurisdicción sobre otros tribunales
organizados en las colonias hispanoamericanas. En estas colonias, la
Inquisición no alcanzó el mismo nivel de infamia que en Europa ya que los
nativos estaban comenzando a aprender la religión católica y todavía no
entendían cada dogma católico. Pero la ínfima muestra de “amabilidad” en los países conquistados no pudo evitar borrar la
crueldad inherente del “santo”
tribunal.
En 1808, José Bonaparte (hermano de
Napoleón) firmó un decreto suprimiendo el “Santo
Oficio”, pero fue en 1834 que se promulgó el edicto definitivo de su
abolición (vea O’Malley, 2001; “Inquisición”, 1997, 6:328). Estando su brazo
político, militar y social quebrantado, lo único que le quedó a la Iglesia Católica
fue “unirse a la
corriente” y aceptar lo que parecía ser el fin de su dictadura.
En crudo contraste a su pasado, la
Iglesia Católica ha llegado a tolerar cada vez más a otras religiones a pesar
de su oposición verbal y pública. Esta tolerancia ha guiado a una mezcla de
catolicismo con religiones evangélicas, tales como el luteranismo,
pentecostalismo, etc., causando repercusiones serias en el mundo católico. Esta
situación claramente muestra que esta clase de religión no se basa en la
Biblia, sino en las preferencias religiosas. Nadie puede decir con seguridad lo
que la Iglesia Católica será o aceptará en el futuro, pero la historia narra
vívidamente sus creencias y prácticas pasadas.
____________
REFERENCIAS:
-
Chami, Pablo A. (1999a), “Origen de la Inquisición”, [En-línea],
URL:http://www.pachami.com/Inquisicion/Origen.html.
-
Chami, Pablo A. (1999b), “La Inquisición en España”, [En-línea], URL:
http://pachami.com/Inquisicion/Espa.htm.
-
Domínguez, Antonio O. (sine data), “El Problema Judío”, [En-línea], URL:
http://www.vallenajerilla.com/berceo/florilegio/inquisicion/problemaj udio.htm.
- Hitchens, Marilynn y Heidi Roupp (2001), Cómo
Prepararse para el SAT: Historia Mundial[How to Prepare for SAT: World History]
(Hauppauge, NY: Barron’s Educational Series).
-
“Inquisición” [“Inquisition”] (1997), La Nueva Enciclopedia Británica [The New
Encyclopædia Britannica] (Londres: Encyclopædia Britannica).
- Mattox, F.W. (1961), El Reino Eterno [The Eternal
Kingdom] (Delight, AR: Gospel Light).
- O’Malley, John W (2001), “Inquisition”
[“Inquisition”] Enciclopedia Encarta 2002 [Encarta Encyclopedia 2002] (Redmond,
WA: Microsoft Corporation).
- Pelikan, Jaroslav (1988), “Lutero, Martín” [“Luther,
Martin”], La Enciclopedia del Libro Mundial [The World Book Encyclopedia]
(Chicago, IL: World Book).
-
Rodriguez, Ana (2007), “Inquisición: Instrumentos de Tortura, ‘Sacudida
Cultural’ para el Espectador”, La Jornada, 9 de marzo, [En-línea], URL:
http://www.jornada.unam.mx/2007/01/09/index.php?section=cultura&
article=a04n1cul.
- Schmandt, Raymond H. (1988), La Enciclopedia del
Libro Mundial [The World Book Encyclopedia] (Chicago, IL: World Book).
-
Moisés Pinedo. © 2008 Apologetics Press, Inc.
Tema V:
El Papa, El
Papado y La Biblia:
George Bush dijo de él: “Cuando estás
en su presencia dices para tus adentros: ‘He
aquí un
gran hombre, un verdadero líder’. Es un hombre de libertad, de
fe, que sufre siempre que la Iglesia, o el hombre, es oprimido. Ocupará, con
todo derecho, un puesto de privilegio en la historia de nuestro tiempo. Yo no
soy católico, pero siento hacia él un profundísimo respeto y un sincero afecto”
(como citado en Mirás, s.d.).
¿De quién habló el ex presidente de los
Estados Unidos? Sin duda su comentario fue dirigido con referencia al
recién-fallecido Karol Wojtyla, o más comúnmente conocido como el Papa Juan
Pablo II.
Habiendo sido considerado por 26 años
como el “sucesor
del apóstol Pedro”, y habiendo sido el heredero de un legado
jerárquico interminable, Juan Pablo II fue el hombre que ha impactado los
corazones de muchos católicos y de muchos otros religiosos. A su partida de
esta vida, miles de adeptos se reunieron en la plaza de San Pedro en Roma para
pagar tributo al Pontífice, mientras las campanas de los edificios católicos
por toda la ciudad comenzaron a tañer (véase BBC News, 2005). Desde el pasado
sábado dos de abril, los elogios de muchos allegados y simpatizantes se han
dejado escuchar, y es casi seguro que esta situación continúe así por algún
tiempo. Incluso el actual presidente de los Estados Unidos ha alzado su voz
para declarar:
[...] el mundo ha perdido
a un campeón de la libertad humana, y un siervo de Dios fiel y bueno ha sido
llamado a casa. El Papa Juan Pablo II dejó el trono de San Pedro en la misma
manera que ascendió a éste—como un testimonio a la dignidad de la vida humana (Bush, 2005,
énfasis añadido).
De hecho, Juan Pablo II ha sido el
integrante por muchos años del trono monopolizado de la Iglesia Católica—el
Papado. Pero ¿qué es el Papado? ¿Existe alguna base escritural para esta
institución católica? ¿Dejó Dios un legado de “cabezas eclesiásticas” en la
tierra?
Independientemente de lo que opine la
gente acerca de esta institución o de sus integrantes; independientemente de
los elogios, bendiciones, insultos o condenaciones de muchos religiosos hacia
esta orden eclesiástica, es mi deseo abrir las páginas de la Biblia, como
también de la historia, para analizar si el Papado (juntamente con su larga
lista de miembros) es una institución divina, o si simplemente debe ser
calificada como de manufactura humana y no digna de honra.
5.1. LA PRESUNTA BASE BÍBLICA PARA EL PAPADO:
Y yo también te digo, que tú eres Pedro,
y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán
contra ella (Mateo 16:18).
Este es el versículo bíblico al que
acude rápidamente el apologista católico para defender el fundamento del
Papado. Sobre la interpretación arbitraria de este versículo—i.e, que Dios ha
constituido a Pedro como “roca” de
la iglesia y por ende a sus “sucesores”—la Iglesia Católica ha construido
una estructura grandiosa con un solo hombre a la cabeza.
No obstante, para ser consecuentes con
la verdad bíblica, debemos entender la diferencia entre los dos términos usados
en Mateo 16:18. En referencia a Pedro, el Espíritu Santo registró el término
griego petros, el cual denota una piedra que se puede mover son
facilidad y lleva el sentido de nombre propio. En cambio, en referencia a la “roca”,
el Espíritu Santo registró el término griego petra, el cual denota una masa de
roca sólida (véase Vine, 1999, p. 663). Mientras que el término usado para
Pedro hacía referencia al nombre en arameo que Jesús le había otorgado (Kepha,
Juan 1:42), el término usado para “roca” hacía referencia al fundamento mismo de la
iglesia—i.e, la confesión de Pedro que apuntaba a Cristo como Dios y Mesías
(cf. Mateo 16:16).
La verdad bíblica de que el término “roca”
fuera usado con referencia a Cristo mismo, no es solamente concluida de la
etimología y el contexto de Mateo 16:16-19, sino ésta también es una verdad
enseñada y conocida a través de toda la Biblia. Pedro, quien recibió las
palabras de Jesús de primera mano, empleó el término griego petra con
referencia a Cristo (1 Pedro 2:8, cf. Hechos 4:11). Sin duda, Pedro, más que
ningún otro religioso de nuestro tiempo moderno, podría garantizar el
significado puro del término usado por nuestro Señor.
El inspirado apóstol Pablo escribió a
los corintios:
“[...]y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca
espiritual que los seguía, y la roca era Cristo” (1 Corintios 10:4,
énfasis añadido). La verdad es que, desde el Antiguo Testamento, la roca
siempre fue Cristo, no Pedro. En Efesios 2:20 Pablo exhortó: “[...]
edificados sobre el fundamento de los apóstoles, y profetas, siendo la
principal piedra del ángulo Jesucristo mismo” (énfasis añadido).
En Lucas 20:17,18 Jesús dijo: “¿Qué, pues,
es lo que está escrito: La piedra que desecharon los edificadores ha venido a
ser cabeza del ángulo? Todo el que cayere sobre aquella piedra será
quebrantado; mas sobre quien ella cayere, le desmenuzara” (cf. Mateo
21:42,44 y Marcos 12:10).
En efecto, Jesús utilizó el rechazo de
la roca por los edificadores, como muestra del rechazo de los líderes
religiosos de Su tiempo hacia Su persona. Sin duda, quien puede decirnos con
total veracidad a qué hace referencia el término “roca” es el mismo Jesús, quien
lo utilizó y lo aplicó a Sí mismo.
Otro
aspecto que considerar es el cumplimiento de la profecía dada por Jesús. Él
dijo: “sobre esta roca edificaré mi iglesia”
(Mateo
16:18). Si la “roca”
hacía referencia a la confesión hecha por Pedro (Mateo 16:16) que revelaba la
verdad de que Jesús era Dios y el Mesías esperado, sería entonces sobre esta
verdad que la iglesia llegaría a ser edificada. En efecto, esta profecía halla
su cumplimiento exacto cuando aprendemos que en Hechos 2:36 la verdad de que
Jesús era Dios y Mesías es presentada una vez más como prólogo al nacimiento
del cristianismo, y por ende, de la iglesia. Lo cierto es que no existe nada en
el texto bíblico que implique el establecimiento de algún Papado sobre la
Iglesia.
Finalmente, es importante recalcar que
la idea (nacida por tradición) de que Pedro haya sido exaltado sobre los demás
apóstoles—y por ende fuera el pionero del trono papal—es bíblicamente
insostenible. Jesús invistió a Sus apóstoles con una misma autoridad (Mateo
28:18,19).
Cuando los apóstoles del Señor
disputaban sobre quién de ellos sería el mayor, Jesús les dio un claro mensaje: “Los reyes de
las naciones se enseñorean de ellas...mas no así vosotros” (Lucas
22:24-26, énfasis añadido; cf. Mateo 18:1-5; Marcos 9:33-37; Lucas 9:46-48).
En
una segunda ocasión Jesús les dijo: “Sabéis que los
gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas...Mas entre vosotros no será
así” (Mateo
20:25,26, énfasis añadido). Desafortunadamente existen aquellos hoy en día que
se esfuerzan en contra del sentimiento cristiano para que alguna jerarquía sea
evidente entre los apóstoles del primer siglo, ¡incluso cuando Jesús dijo que
no sería así!
La verdad es que Pedro fue un apóstol
como los demás apóstoles (2 Corintios 11:5; 12:11), y un hombre como los demás
hombres (conllevando la palabra “hombre” serias implicaciones). Como hombre,
Pedro nunca exigió algún trato especial o demandó muestras de adoración para su
persona.
Cuando Cornelio se postró delante de
Pedro (cf. Hechos 10:25), éste le dijo: “Levántate, pues yo mismo también soy hombre”
(Hechos 10:26, énfasis añadido). Con esta declaración Pedro asevera tres
puntos muy importantes:
(a) que él era
también un hombre—es decir, igual a Cornelio;
(b) que él era un
hombre—es decir, como todos los hombres; y
(c) que él era
hombre—es decir, que no era Dios—y por ende, no merecía adoración.
[Note:
la
colocación del énfasis en las tres aseveraciones anteriores].
Pedro entendió con toda humildad las
implicaciones de ser solamente un hombre. Pero los Papas, siendo solamente
hombres como Pedro, aceptan que las multitudes se arrodillen delante de ellos,
besen sus pies, se inclinen y les hagan reverencia—recibiendo así la adoración
que no les corresponde. ¡Qué diferencia tan grande entre Pedro y sus supuestos
sucesores!
Ni siquiera el ángel de Dios permitió
que Juan le demostrara adoración al arrodillarse delante de él (Apocalipsis
22:8,9). Uno solamente puede quedar pasmado al pensar: ¡Qué osadía tan grande pretender usurpar
el lugar que le corresponde a Dios!
5.2. EL ORIGEN DEL PAPADO:
Si Pedro no fue un Papa y la Biblia no
registra tal jerarquía como el Papado, nace la pregunta: ¿Cuándo y cómo se originó el Papado?
Primeramente, cuando Cristo estableció
Su iglesia, “constituyó
a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros,
pastores
[i.e.,
obispos—MP] y maestros” (Efesios 4:11). Jesús nunca
estableció un obispo sobre otros, sino Él estableció una orden ecuánime de
servicio. Sin embargo, el hombre se desvió del patrón original de la Biblia en
busca del poder, la honra, y la de ificación.
El primer indicio de esta deserción fue
la distinción que se hizo entre los términos, obispos, ancianos y
pastores—títulos que se usan intercambiablemente en la Biblia, e.g., Hechos
20:17,28; Tito 1:5,7; 1 Pedro 5:1,2, etc.—dando así la preeminencia al título
de obispo. Pronto “el obispo” llegó a tener preeminencia sobre no solamente
una congregación, sino sobre una diócesis—congregaciones de un distrito o una
ciudad completa (vea Miller, 1976, párr. 42).
Uno de los personajes que se aferró a la
jerarquía de la iglesia por un solo hombre (i.e., “el obispo”) fue Ignacio de Antioquia. En su epístola a los
efesios, él escribió:
Porque si en un período
tan breve tuve tal trato con vuestro obispo, que no fue a la manera de los
hombres sino en el Espíritu, cuánto más os felicito de que estéis íntimamente
unidos a él como la Iglesia lo está con Jesucristo y como Jesucristo lo está
con el Padre, para que todas las cosas puedan estar armonizadas en unidad...
Por tanto tengamos cuidado en no resistir al obispo, para que con nuestra
sumisión podamos entregarnos nosotros mismos a Dios (vea Epístolas
de Ignacio, s.d.).
Más tarde, con la influencia de parte de
Constantino haciendo del cristianismo una religión de “poder”, los obispos afianzaron
e incrementaron sus prerrogativas. Muchos nuevos obispos (e.g., Dámaso,
Siricio) lucharon por afirmar su posición jerárquica en la iglesia en Roma
apelando a su “autoridad”
inherente en su cátedra (vea Encuentra 2000-2004). En el 440 llegó al
pontificado León I. Él se convirtió en un defensor ardiente de la supremacía
del obispo de Roma sobre todos los demás obispos de Occidente. En su
declaración al obispo de Constantinopla, dijo:
Constantinopla tiene su
propia gloria y por la misericordia de Dios ha llegado a ser el asiento del
imperio. Pero los asuntos seculares están basados en una cosa, y los asuntos
eclesiásticos en otra cosa. Nada permanecerá que no esté establecido sobre la Roca
que el Señor ha puesto en la fundación... tu ciudad es real pero no la puedes
hacer Apostólica (Mattox,
1961, p. 139,140).
A mediados de septiembre del 590,
Gregorio el Grande fue constituido obispo de Roma. Él se proclamó Papa y cabeza
de la “iglesia
universal”. Él se preocupó en todo por mantener la tradición
petrina; y para el final de su pontificado, la teoría de la primacía de Pedro y
del obispo de Roma como su sucesor y cabeza universal de la iglesia fue
definitivamente establecida (Mattox, 1961, p. 140).
Finalmente, con la aparición de
Bonifacio III en el trono episcopal el 19 de febrero del 607, quedó establecido
(por declaración suya) que el único obispo universal fuera el de Roma—por ende,
el único Papa. Bonifacio III, quien solamente vivió menos de un año después de
su elección, dejó al mundo de la religión católica con muchos otros obispos más
quienes compitieron enérgicamente en la “carrera interminable por la supremacía” conocida
como el Papado.
5.3. LA PRESUNTA INFALIBILIDAD DEL PAPADO:
Una de las doctrinas más atesoradas del
Papado romano es aquella de la infalibilidad. En otras palabras la
infalibilidad quiere decir que el Papa no se equivoca (o no debería
equivocarse) en asuntos espirituales. El catolicismo argumenta que cuando el Papa
habla como jefe de la iglesia universal ejerciendo su “suprema” autoridad, no se puede
equivocar.
Esta doctrina (i.e., la infalibilidad
papal) fue establecida en 1870 por el Papa Pío IX. A la luz de la aparición
reciente de esta doctrina, surge la pregunta ¿qué hay de los demás Papas que
ejercieron el poder antes de 1870? La respuesta puede ser presentada como sigue:
[...] un dogma es una
verdad eterna que la Iglesia no inventa sino que ‘descubre’, por lo cual, sin
embargo, todos los otros papas han estado sujetos a él sin saberlo (Infalibilidad,
s.d., énfasis añadido).
No
obstante, la historia habla alto en contra de esta doctrina. Por ejemplo, el
Papa Honorio I (625) cargó (después de muerto) por muchos años con el título de “hereje” por
haber estado de acuerdo con la doctrina monotelista (doctrina que admitía dos
naturalezas en Cristo, pero solo una voluntad divina). Éste fue censurado por
el sexto concilio ecuménico, y luego por el séptimo y el octavo (Constantinopla
III, 680; Nicea II, 787; y Constantinopla IV, 869). El Papa León II reconoció
el error doctrinal de Honorio, y por muchos siglos los Papas, en su
entronización, tuvieron que jurar que “rechazaron la herejía cuyo fermento había introducido
Honorio” (vea Hermosillo, s.d). Otro Papa, Eugenio IV (1431) condenó
a Juana de Arco a la hoguera por haberla considerado una practicante de
brujería; aunque, Benedicto XV la canonizó como Santa el 16 de mayo de 1920
(vea Infalibilidad Papal, s.d.). Otros Papas como Pablo III, Pablo IV, Sixto
IV, Pío IX, etc. autorizaron, promovieron, incitaron y reforzaron la “Santa”
Inquisición por la cual el fallecido Papa Juan Pablo II ha tenido que pedir
perdón mundialmente.
El mismo Juan Pablo II (1978-2005) ha
dado un golpe mortal a la doctrina de la infalibilidad. En contra de las
declaraciones de otros Papas y de la misma doctrina católica, este Papa ha
declarado lo siguiente:
1. El Espíritu de Cristo usa otras iglesias y
comunidades eclesiásticas como medio de salvación (1979, 4.32).
2. La gente fuera de la Iglesia Católica y
el Evangelio puede obtener salvación por la gracia de Cristo (1990, 1.10).
3. La gente puede salvarse al vivir una
vida moral buena, sin conocer nada acerca de Cristo y la Iglesia Católica
(1993, 3).
4. Existe santificación fuera de los límites de
la Iglesia Católica (1995, 1.12).
5. Los mártires de cualquier comunidad
religiosa pueden encontrar la gracia extraordinaria del Espíritu Santo (1995,
3.84).
Además, en cuanto al concepto erróneo de
la evolución orgánica, el 22 de octubre de 1996, el Papa Juan Pablo II declaró
que “el
conocimiento reciente ha guiado al reconocimiento de la teoría de la evolución
como más que una hipótesis” (vea “John Paul II”, 1996). Pero si se
debe considerar a la evolución como más que simplemente una hipótesis, ¡Adán desaparece!
En el fondo, ¿se pudiera decir, como los
católicos alegan, que la humanidad porta el pecado del primer hombre? ¿No se
debería decir, en cambio, que la humanidad porta el “pecado” del último primate del
que “descendemos”
(¡como si los primates pudieran pecar!)? Muchos otros ejemplos
podrían ser dados, pero con seguridad los pocos puntos mencionados en este
pequeño estudio muestran evidencia suficiente para descartar la doctrina
romana. Ciertamente la doctrina de la infalibilidad papal ha hecho, y continua
haciendo, que muchos acepten falsas doctrinas como el pecado original, la
asunción de María, la canonización de los santos, la “factualidad” de la evolución, y
hasta la misma infalibilidad papal—doctrinas que carecen completamente de todo
fundamento bíblico e histórico.
Lo cierto es que cuando Pío IX declaró
que el Papa era infalible, con esta misma “infalibilidad” que pretendió poseer, dio su
sello final de aprobación “infalible” para su declaración acerca de la
infalibilidad. Aunque esto parezca un lío de palabras, esto es lo que
verdaderamente sucedió. Sin embargo, mientras que Pío IX declaró que el Papa
era infalible, Adriano VI (otro Papa presuntamente infalible), declaró en 1523:
Queda por encima de toda
duda que un Papa puede errar aun en asuntos tocantes a la fe. Él hace esto
cuando enseña herejía por juicio o decreto propio. En verdad, muchos pontífices
romanos fueron herejes (Sapia, 2000, énfasis añadido).
Así que, el catolicismo llega a un
conflicto en que dos Papas, presuntamente poseedores de una misma “infalibilidad”,
aseveran lo contrario. ¿Cómo pudo un Papa, supuestamente infalible, condenar su
propia infalibilidad y la de los otros?
Si Pío IX estuvo en lo correcto, Adriano
VI se equivocó; y si uno se equivocó, entonces ninguno puede ser infalible ya
que la doctrina de la infalibilidad involucra a todos los Papas. Por tanto, a
la única conclusión que podemos llegar por la historia de los Papas y sus evidentes
contradicciones es que, la doctrina de la infalibilidad papal es
inequívocamente falsa.
CONCLUSIÓN:
Las
páginas de la vida de un integrante más del Papado han sido escritas,
terminadas, y cerradas. Sus fieles seguidores lloran; pronto, un nuevo Papa
será levantado. Algunos cardenales seleccionados carentes de “infalibilidad”
se reunirán en un cuarto (cónclave) y emitirán sus votos secretos (vea cónclave, 1908). Si todo sale como planeado, un nuevo Papa “infalible” será el resultado
del voto de los falibles. “¿Quién será el nuevo Papa?”, mucha gente se
pregunta. Sin embargo, en este momento de algarabía noticiera, pesar católico y
suspenso internacional, mucha gente pasa de largo sin escuchar el grito intenso
de la Biblia por deshacer la jerarquía humana que la apostasía ha erigido.
La
verdad es que solo existe una Cabeza sobre la iglesia (i.e., Cristo, Efesios
1:22,23). Así también, solo existe una roca como fundación de la iglesia (i.e.,
Cristo, 1 Corintios 3:11). Poner otra roca (i.e., otro fundamento) que la que
está ya puesta, es edificar en terreno inestable. Poner otra roca que la que
está ya puesta, es edificar sobre fundamentos de hombres. Poner otra roca que
la que está ya puesta, sería usurpar el lugar reservado para Cristo.
Nosotros
solamente podemos decir que no existe fundamento o base bíblica para defender
la existencia de un Papado. La roca—Cristo—no debe ser desechada para poner en
su lugar fundamentos humanos. Los que lo hacen, construyen sobre fundamento
inestable que un día colapsará. Con Pablo, los fieles cristianos podemos
declarar confiados: “Porque nadie puede poner otro fundamento que el que
está puesto, el cual es Jesucristo” (1 Corintios 3:11, énfasis
añadido).
______________
REFERENCIAS:
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[En-línea], URL: http://news.bbc.co.uk/1/hi/world/europe/4399715.stm.
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Death of Pope John Paul II, [En-línea],URL:
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Vine, W.E. (1999), Diccionario Expositivo de Palabras del Antiguo y Nuevo
Testamento Exhaustivo, (Colombia, Editorial Caribe, Inc.).
- Moisés Pinedo. © 2005 Apologetics Press, Inc.
Véase Parte IV:
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