martes, 4 de octubre de 2016

Parte II: ¿SOPORTAR A MI HERMANO? ¿CÓMO? ¿QUÉ NOS DICE LA BIBLIA? (Gálatas 5:15)

Parte II:
¿SOPORTAR A MI HERMANO? ¿CÓMO? ¿QUÉ NOS DICE LA BIBLIA?
 (Gálatas 5:15)
Pastor: Carlos Ramírez Jiménez:

 “Pero si os mordéis y os coméis unos a otros, mirad que también no os consumáis unos a otros”.
(Gálatas 5:15)

Amor (heb., ’ahavah, gr., agape). Amor es la misma naturaleza de Dios (1 JN.4:8; 4:16) y la virtud cristiana más importante (1 Cor.13:13), indispensable en las relaciones del ser humano con Dios y con sus semejantes (Mt.22:37-40; Mr.12:28-31; Jn.13:34-35).
Toda la Ley y los Profetas dependen de él (Mt.22:40). Es el cumplimiento de la ley (Rom.13:8-10). La suprema expresión del amor se encuentra en el auto sacrificio en el calvario (1 Jn.4:10).
La Biblia revela excepcionalmente que Dios, en su esencia y modo de ser, es amor (1 Jn.4:8; 1 Jn.4:16). Dios no solamente ama, sino es amor. En este atributo supremo todos los otros atributos se encuentran en armonía. El objeto particular de este amor eterno es su propio hijo, Jesucristo (Is.42:1; Mt.3:17; 17:5; Jn.17:24). Dios ama al mundo en su totalidad (Jn.3:16), a personas individualmente (Gál.2:20), a seres vivientes (Hech.14:17), a pecadores (Rom.5:8; 1 Jn.4:9-10), y especialmente a creyentes en Cristo (Jn.16:27; Jn.17:23).
El Espíritu Santo crea el amor en el creyente (Rom.5:5; Gál.5:22), haciéndolo la prueba principal del discipulado cristiano (Lc.14:26; Jn.13:35; 1 Jn.3:14). El amor está vinculado vitalmente a la fe; la fe es básica (Jn.6:29; Heb.11:6), pero una fe que no se manifiesta a sí misma en amor hacia Dios y hacia los seres humanos, está muerta y no vale nada (Gál.5:6; 5:13; Stg.2:17-26). El cristiano debe amar tanto a sus enemigos como a sus hermanos (Mt.5:43-48; Rom.12:19-20; 1 Jn.3:14), sin hipocresía (Rom.12:9).

Etimología: AMAR, AMOR:
A. Verbos
1. agapao = (ἀγαπάω, G25) y el correspondiente nombre agape (B, Nº 1 más abajo) constituyen «la palabra característica del cristianismo, y ya que el Espíritu de la revelación la ha usado para expresar ideas previamente desconocidas, la investigación de las formas en que se utiliza, tanto en la literatura helénica como en la lxx, arroja más bien poca luz sobre su significado distintivo en el NT. Cf., sin embargo, Lv.19:18; Deut.6:5.
»Agape y agapao se usan en el NT:
(a) para describir la actitud de Dios hacia su Hijo (Jn.17:26); hacia la raza humana, en general (Jn.3:16; Rom.5:8); y hacia aquellos que creen en el Señor Jesucristo, en particular (Juan 14:21);
(b) para expresar su voluntad a sus hijos con respecto a la actitud que tienen que mostrarse mutuamente (Juan 13:34), y hacia todos los hombres (1 Ts.3:12; 1 Cor.16:14; 2 P.1:7);
(c) para expresar la naturaleza esencial de Dios (1 Jn.4:8).

»El amor solo puede conocerse a base de las acciones que provoca. El amor de Dios se ve en la dádiva de su Hijo (1 Jn.4:9-10). Pero es evidente que no se trata de un amor basado en la complacencia, ni afecto, esto es, no fue causado por ninguna excelencia en sus objetos (Rom.5:8). Se trató de un ejercicio de la voluntad divina en una elección deliberada, hecha sin otra causa que aquella que proviene de la naturaleza del mismo Dios (cf. Deut.7:7-8).
»El amor tuvo su perfecta expresión entre los hombres en el Señor Jesucristo (1 Cor.5:14; Ef.2:4; 3:19; 5:2); el amor cristiano es el fruto de su Espíritu en el cristiano (Gál.5:22).
»El amor cristiano tiene a Dios como su principal objeto, y se expresa ante todo en una implícita obediencia a sus mandamientos (Juan 14:15; 14:21; 14:23; 15:10; 1 Jn.2:5; 1 Jn.5:3; 2 Jn.1:6). La propia voluntad, esto es, complacer los propios deseos, es la negación del amor debido a Dios.
»El amor cristiano, sea que se ejercite hacia los hermanos, o hacia hombres en general, no es un impulso que provenga de los sentimientos, no siempre concuerda con la general inclinación de los sentimientos, ni se derrama solo sobre aquellos con los que se descubre una cierta afinidad. El amor busca el bien de todos (Rom.15:2), y no busca el mal de nadie (Rom.13:8-10); el amor busca la oportunidad de hacer el bien a «todos, y mayormente a los de la familia de la fe» (Gál.6:10). Véanse además 1 Corintios 13  y Col.3:12-14. (De Notes on Thessalonians por Hogg y Vine, p. 105.)
Con respecto a agapao cuando se usa de Dios, expresa el profundo y constante amor e interés de un ser perfecto hacia objetos totalmente indignos de este amor, produciendo y promoviendo en ellos un amor reverente hacia el dador, y un amor práctico hacia aquellos que participan del mismo, y un deseo de ayudar a otros a que busquen al dador. Véase AMADO.

2. fileo = (φιλέω, G5368) se debe distinguir de agapao en que fileo denota más bien un afecto entrañable. Las dos palabras se usan del amor del Padre hacia el Hijo (Juan 3:35, Nº 1; y 5:20, Nº 2); hacia el creyente (14:21, Nº 1; y 16:27, Nº 2); ambos, del amor de Cristo hacia un cierto discípulo (13:23, Nº 1; y 20:2, Nº 2). Pero permanece la distinción entre los dos verbos, y nunca se usan indiscriminadamente en el mismo pasaje; si cada uno de ellos se usa con referencia a los mismos objetos, como se acaba de mencionar, cada palabra retiene su carácter esencial y distintivo.
Fileo nunca se usa en ningún mandato a que los hombres amen a Dios; se lo usa, sin embargo, como advertencia en 1 Cor.16:22; en lugar de ello se usa agapao (p.ej., Mt.22:37; Lc.10:27; Rom.8:28; 1 Cor.8:3; 1 P.1:8; 1 Jn.4:21). La distinción entre los dos verbos aparece de una manera conspicua en la narración de Juan 21:15-17. El mismo contexto indica que agapao sugiere en las dos primeras preguntas el amor que es capaz de valorar y estimar (cf. Ap.12:11). Este es un amor desprendido, dispuesto a servir. El uso de fileo en las respuestas de Pedro y en la última pregunta del Señor comporta el pensamiento de valorar al objeto por encima de cualquier otra cosa, de manifestar un afecto caracterizado por la constancia, motivado por la más alta veneración. Véase también Trench, SYNONYMS, xii.
Además, amar (fileo) la vida, a base de un deseo indebido de preservarla, con olvido del verdadero propósito de vivir, se encuentra con la reprobación del Señor (Juan 12:25). Al contrario, amar la vida (agapao) tal como se usa en 1 P.3:10, significa considerar el verdadero motivo de vivir. Aquí, la palabra fileo sería totalmente inapropiada.
Notas: El verbo epipotheo, desear, se traduce «os amo» en la rv y rvr en Filp.1:8 («tengo deseos», vha; «ardiente afecto», vm). Véanse ANHELAR, DESEAR. (2) Filadelfos aparece en 1 P.3:8, traducido como «amándoos fraternalmente». (3) Filandros aparece en Tit.2:4 «amar a sus maridos», lit: ser amantes de sus maridos. (4) Filoteknos, «amar a sus hijos», lit: amantes de hijos, aparece solamente en Tit.2:4.

B. Nombres.

1. agape = (ἀγάπη, G26), cuyo significado ya ha quedado señalado en relación con A, Nº 1, se traduce siempre como «amor» en la rvr, excepto en Jud.1:12, donde se halla en plural, y se vierte como «agapes». En cambio, en la rv se traduce en varios pasajes como «caridad» (p.ej., Rom.13:10; 1 Cor.8:1; 13:1; 14:1; Film.1:5; Ap.2:19). En Jud.1:19, la rv traduce «convites». Véase agape, y Nota (2) abajo.
Notas: (1) En las dos afirmaciones en 1 Jn.4:8 y 16, «Dios es amor», se usan ambas para dar mandamiento a que los creyentes ejerciten el amor. En tanto que el primer pasaje introduce una declaración del modo en que el amor de Dios se ha manifestado.

5.      SOLÍCITOS EN GUARDAR LA UNIDAD DEL ESPÍRITU:

La Iglesia es "unidad" que refleja la "unidad" de Dios Amor, uno y trino. La unidad es "comunión", es decir, relación y donación mutua. Esta unidad es nota característica de la Iglesia, junto a las otras notas de santidad, catolicidad y apostolicidad, según confesamos en el Credo (ya en la fórmula del concilio de Nicea). Esta unidad es santa, y apostólica, y se expresa de modo especial en la misma fe recibida de los Apóstoles, la celebración de las mismas ordenanzas, la misma comunión jerárquica según la sucesión apostólica.
La Iglesia tiene su fuente primera en la vida trinitaria, y por esto, es "un pueblo reunido en virtud de la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo". El "misterio de la unidad" de la Iglesia encuentra su "supremo modelo y supremo principio" en la Trinidad. Esta unidad se apoya en Cristo, su fundador, que la ha constituido a modo de familia, como expresión suya (cfr. Jn 17:10). Es unidad a modo de "cuerpo" de Cristo, con la variedad y corresponsabilidad de sus miembros (Rom. 12:4-5; 1 Cor 12:12-14). Es la unidad de "un solo cuerpo" vivificado por "un solo Espíritu" (Ef. 4:4), que tiene "un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo" (Ef. 4:5) y se alimenta de "un solo pan" (1 Cor. 10:17).
La diversidad en la Iglesia proviene de los diversos dones y carismas del Espíritu Santo, concedidos a personas o a Iglesias particulares y comunidades eclesiales, siempre para constituir "un solo cuerpo" de Cristo, formado por diversos "miembros" (cfr. Rom. 12:4-5). "Las Iglesias de Dios" (1 Cor. 11:16) forman una sola Iglesia, "ordenanzas... signo e instrumento de unidad", como fruto de los dones que es "signo de unidad, vínculo de caridad". "La Iglesia es una por la unidad de la caridad, porque todos están unidos por el amor de Dios y entre sí por el amor mutuo".
La construcción permanente de esta unidad dinámica, así como su reconstrucción en los casos de ruptura, es una tarea exigida por la necesidad de una renovación constante, de una conversión permanente, así como por la urgencia de evangelizar con el signo de la comunión (cfr. Jn. 13:34-35; 17:23). Ser "un solo corazón y una sola alma" constituye el punto de apoyo para "evangelizar con audacia" (Hech. 4:31-32).

Etimología: UNIDAD:
jenotes = (ἑνότης, G1775) , de jen, neutro de jeis, uno. Se emplea en Ef.4:3; 4:13.

Para jeis, traducido «unidad» en Juan 17:23, véase UNO.

1. El ideal divino: La iglesia como cuerpo de Cristo, Ef.4:1-5:5.

(1 Características de la iglesia: su unidad corporal y espiritual, sus capacidades y su propósito, 4:1-16. Con esto dicho pasemos ahora a considerar la sección de virtudes prácticas. Consideraremos dos características de la iglesia: su unidad corporal y espiritual, sus capacidades y su propósito (4:1-16), y la conducta moral de la iglesia como nuevo hombre en Cristo (4:17-5:5).
Si bien en la primera parte de la epístola Pablo trata del propósito eterno de Dios de reunir en Cristo todas las cosas, el autor procede ahora a hacer un llamado a la fidelidad de parte de los creyentes. Esta fidelidad será expresada por medio de una conducta digna como respuesta a la vocación cristiana (4:1-6). La fidelidad de los miembros de la iglesia es esencial para que haya unidad en el cuerpo.
Con un por eso Pablo señala todo lo que ha dicho hasta este punto como base para lo que sigue. El sentido de lo que dice a continuación depende del concepto espiritual expresado antes en los caps. 1-3. Otra vez se identifica con el título prisionero en el Señor (v. 1).
Emplea la misma palabra que usó en 3:1, con la diferencia que aquí (4:1) es prisionero en el Señor y en aquel es prisionero de Cristo Jesús. Bonnet y Schroeder llaman la atención al uso en el griego del artículo definido el con la palabra prisionero que lit. Debe leerse el prisionero. Sugieren ellos que Pablo usa esta expresión “a fin de dar a entender que tiene derecho a ese título doloroso en un sentido especial, que él es por excelencia ‘el prisionero en el Señor’”. De esta manera el Apóstol llama la atención a su condición para inspirar a sus lectores. Tanto la situación física como la actitud mental y espiritual de Pablo bajo las condiciones en que se hallaba le daban un nuevo grado de autoridad para exhortar a sus hermanos. En verdad él fue un prisionero en el servicio del Señor. Su ministerio consagrado trasciende las cadenas que le amarran.
Habiendo establecido así su autoridad, el autor procede a exhortar a sus lectores: Os exhorto a que andéis como es digno del llamamiento con que fuisteis llamados. En este versículo corto usa tres formas distintas de la misma palabra, “llamar” con una cuarta forma en mente. A saber: parakaléo  G3870 (llamar), klésis  G2821 (llamamiento), kauléo  G2564 (fuisteis llamados), y la cuarta insinuada es ekklesía  G1577 (iglesia, 3:21). Este uso repetido al estilo paulino establece el hecho de la vocación cristiana, que es la respuesta humana al llamamiento divino. El llamado cristiano es una vocación sagrada que compete a cada creyente todos los días. Corresponde a la respuesta individual al llamado de Jesús en Lc.9:23: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame.
La idea de exhortar es la misma de suplicar, rogar o llamar. Pablo exhorta a los cristianos de Asia con respecto a su conducta cristiana. No tiene ningún sentido negativo de acusar o regañar como algunos equivocadamente piensan cuando usan las palabras exhortar o exhortación. Por lo que dice a continuación la exhortación de Pablo tiene que ver con la conducta cristiana en respuesta a la vocación divina. El implora a los creyentes a que andéis como es digno del llamamiento (v. 1b). Ya hemos visto el concepto de “andar” en 2:2 y 10, y lo encontraremos más adelante en este capítulo y en el cap. 5. Como vimos antes, tiene que ver con el estilo de vida del cristiano, cómo vive éste y qué hace. Este estilo de vida debe alcanzar la medida elevada del llamamiento a que responde. No sólo tiene que ver con ¿quiénes son los llamados?, tiene que ver también con ¿quién ha llamado? Aquí está en juego no sólo el creyente, sino aquel de quien los cristianos toman su nombre, Cristo. La conducta cristiana debe alcanzar la altura de la persona que nos ha amado, escogido, redimido y unido, Dios mismo.
Además, esta conducta y el llamamiento a que responde tienen que ver con la iglesia. Los llamados son los miembros de la iglesia y el que hizo el llamamiento es Cristo, la cabeza de la iglesia. No sólo es la conducta del creyente individual y por separado, sino es la conducta de cada creyente como parte integral del cuerpo que ya describió. El andar cristiano en el mundo es el único testimonio que éste puede ver de la iglesia en su medio. La conducta cristiana, por buena o mala que sea, es lo que el mundo ve de la iglesia. Pablo exhorta a los creyentes de Éfeso y de Asia a que su comportamiento cristiano esté a la altura de la vocación cristiana que profesan.
A continuación, el Apóstol nos da una receta para ello (vv. 2-4). Esta receta contiene dos pares de ingredientes íntimamente relacionados: Con toda humildad y mansedumbre y con paciencia, soportándoos los unos a los otros en amor (v. 2). El elemento que une o consolida estos cuatro ingredientes en uno es el esfuerzo diligente de guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de paz (v. 3).
La naturaleza nos da una ilustración apropiada de esto. Cerca de la ciudad de Tela, en Honduras, está el reconocido parque botánico llamado Lancetilla, donde se han reunido muestras de plantas y árboles tropicales de todo el mundo. Al visitar este bello lugar los guías conducen a las visitas por los senderos entre los árboles y plantas señalándoles las características de las muchas plantas, y explicando el uso de sus variados productos. Entre las plantas hay un árbol mirística originario de la India que produce dos condimentos distintos dentro de la misma cáscara, la nuez moscada y la macis. Nacen y crecen juntas dentro del mismo ambiente pero son distintas. La una es la semilla y la otra es el arilo, o sea una membrana que se forma alrededor de la nuez misma, ambos dentro de la cáscara de la fruta del árbol. Las cocineras expertas en la confección de pasteles y otros bocaditos sabrosos saben que cada uno de estos condimentos tiene su propio sabor y que se puede usar por separado. Saben también que sin condimentos la comida es simple. Se agrega un condimento y el sabor cambia. Con más condimentos el sabor es exquisito.
La vida cristiana representada en el v. 1 como un andar digno del llamamiento es una combinación de varios ingredientes complementarios que resultan en algo que da buen gusto al mundo en donde se halla y se desarrolla. La falta de cualquiera de los ingredientes hace más simple el gusto que da la iglesia al mundo. Mientras hay más de ellos y adecuadamente combinados hacen que el testimonio de la iglesia de Cristo sea más aceptable.
Consideremos ahora estos ingredientes que dan buen gusto a la iglesia en el mundo donde se desarrolla. Con toda humildad y mansedumbre, con paciencia son los primeros ingredientes de este “andar digno” o el comportamiento cristiano. La palabra toda significa “sumo” o “completo” y aquí pone énfasis sobre la importancia de humildad y mansedumbre completas. Estas son las virtudes cristianas básicas. La humildad (tapeinofrosúne  G5012) describe la actitud de una justa estimación de sí mismo sin orgullo ni arrogancia en relación con los hermanos. Estima a los demás de igual valor y derecho delante de Dios. Jesús es nuestro ejemplo de la humildad. Como dice Stott “hasta la venida de Jesucristo no se conoció la humildad verdadera”. La humildad va acompañada de la mansedumbre (praútes  G4240) que es la dulzura de espíritu. Tiene que ver con la gentileza con que uno se trata con otros y está vinculada con la humildad.
La paciencia (makrothumía  G3115) es la capacidad de aguantar hasta lo último y complementa la humildad y mansedumbre. Según el Nuevo Léxico Griego Español del Nuevo Testamento (p. 178) se puede interpretar también como mansedumbre, tolerancia y paciencia.
Esta paciencia se manifiesta con una actitud de tolerancia amorosa hacia los demás: Soportándoos los unos a los otros en amor. Este otro ingrediente es la capacidad de aguantar las pruebas en las relaciones humanas en la iglesia sin contrariarse o impacientarse. El amor (agápe  G26) es la característica cristiana clave y significa “una benevolencia invencible”. Sin el amor no se pueden tolerar las imperfecciones que aún preservan los demás hermanos en la iglesia por ser éstos todavía humanos e imperfectos, aunque son regenerados y redimidos en vía hacia la santificación igual que uno mismo. El amor cristiano es la predisposición de aceptar y querer a los demás “con verrugas y todo” tales como ellos son y no como yo pienso que deben ser. Este tipo de amor no viene por nacimiento, viene como el resultado del encuentro personal que uno haya tenido con Cristo y la presencia permanente de su Espíritu.
Este andar cristiano no sólo refleja un carácter o actitud cambiada de uno que antes fuera impulsivo, imprudente y orgulloso, también representa un esfuerzo positivo. Este esfuerzo resulta en una unidad corporal caracterizada por la paz (v. 3). Procurando con diligencia describe la búsqueda afanosa y el esfuerzo constante de lograr el objetivo de la unidad espiritual. Guardar la unidad del Espíritu equivale a conservar la unidad. Se supone que la iglesia como un cuerpo ya representa una unidad corporal y espiritual. Ya hay unidad en Cristo y por el Espíritu. Ahora, compete a cada individuo y a todos en unión preservar esta unidad. Esta unidad depende del aporte de cada miembro y es el resultado del comportamiento apropiado de cada uno.
No está hablando de una unidad ecuménica organizacional y visible como algunos piensan. Está hablando de la unidad que viene de ser los discípulos de Cristo unidos a él y de este modo juntados el uno al otro por el mismo Espíritu. El deseo ferviente de Pablo es el mismo que Jesús expresó en su oración pastoral (Juan 17). El oró al Padre: Guárdalos en tu nombre que me has dado, para que sean una cosa, así como nosotros lo somos (Jn.17:11). Esta unidad depende de la paternidad de Dios, la obra de su gracia en Cristo Jesús, y la fe única que nos relaciona con Dios en Cristo por medio de la salvación y sellada por el Espíritu. No depende de ninguna estructura filosófica, política ni ecuménica que los hombres puedan negociar.
Esta unidad se mantiene en el vínculo de la paz. Vínculo (súndesmos  G4886) es el ligamento que junta o consolida. Nuestra paz con Dios por fe en Cristo se manifiesta en paz con y entre los hermanos en la iglesia. La paz espiritual es el pegamento que junta a todos en la unidad espiritual y tiene que ser conservada con todo ahínco.
A continuación Pablo expone las bases del andar digno al cual el creyente ha sido llamado y la unidad del Espíritu que la iglesia debe preservar. Lo hace usando una fórmula bien ordenada alrededor de la esencia de la Trinidad (vv. 4-6). Quizá estos versículos forman parte de un credo o fórmula bautismal antigua. Si es así, tenemos otro coro posiblemente usado en la iglesia en el tiempo de Pablo como aquel que mencionamos en 1:3-14. O bien cantado o recitado, es una confesión que expresa la esencia de la fe cristiana. Se la puede comparar con la confesión judía (Shema) que se halla en Deut.6:4: Escucha, Israel: Jehovah nuestro Dios, Jehovah uno es. Lane así la identifica y dice que la confesión de la iglesia, la cual forma un contrapunto exacto a la confesión de Israel, amplifica el ‘shema’ para hablar del único Espíritu, el único Señor, el único Padre.
La importancia de la unidad de qué habla el Apóstol está enfatizada por la repetición de la palabra un o una, que aparece siete veces en los vv. 4-6. Cada uso señala las facetas que corresponden a la misma esencia de la Trinidad. El carácter único del trino Dios da más fuerza a la unidad espiritual que tiene el cuerpo de Cristo y pone una responsabilidad grande sobre los creyentes que formamos parte de la iglesia.
Hay un solo cuerpo (v. 4) se refiere aquí a la iglesia en general y no una congregación en particular. Este concepto que introdujo usando la figura del cuerpo en 1:22 y 23 y mencionó en 2:16 y 3:6 implica que es un organismo vivo. El uso de esta expresión junto con la que sigue, y un solo Espíritu, sugiere que el cuerpo está integrado por y recibe su vida del Espíritu que lo habita y vivifica. Aparte del Espíritu, el cuerpo no tiene vida; sin la iglesia, el Espíritu estaría desincorporado. En el milagro del Pentecostés Cristo dotó definitivamente a su iglesia con el poder y la presencia vivificante para que ella pudiera cumplir con su divina misión. Esta presencia espiritual en el cuerpo lo sella con una sola esperanza, la cual es el objetivo del llamamiento o la vocación cristiana. La única esperanza eterna para la humanidad es la que aguarda el cuerpo de Cristo en el Espíritu. Fuera del cuerpo de Cristo, sin el Espíritu no hay esperanza. En el v. 4 Pablo presenta a la iglesia de Cristo como incorporada por el Espíritu, moviéndose en una sola dirección hacia la esperanza a la cual ha sido llamada, la gloria de Dios (1:18).
En forma progresiva y ascendente el Apóstol habla luego del único Señor (hay un solo Señor), la única manera de pertenecer a él (una sola fe) y la forma en que uno se identifica con él (un solo bautismo). El único Señor de la iglesia es Jesucristo (1:20-23) y como tal es el objeto de nuestra fe. Los cristianos que forman la iglesia son los que han recibido el mensaje de Jesús y le han reconocido por fe como Señor. Aquí fe representa por un lado el único mensaje cristiano, o sea el evangelio apostólico, y por otro lado la única respuesta del creyente a ello. Fe, pues, equivale a creer y lo que se cree; el acto de creer y el objeto creído. Esta fe se simboliza en el acto del bautismo en agua en obediencia a Jesús. Representada en forma gráfica por la inmersión habla de la realidad espiritual de haberse sumergido por fe en Cristo. El bautismo es el acto o rito público en el cual uno toma el paso inicial de seguir a Cristo. Es el testimonio público del resultado de la fe en el Señor y de la decisión de pertenecer a él. Hemos sido bautizados en el nombre de Cristo porque hemos oído su mensaje y hemos creído en él como Señor.

Relacionarse con otros también exige un peso por mantener la unidad de que habló Jesús en su oración en Juan 17. La importancia de la unidad se subraya en los versículos cuatro a seis. Si perdemos este peso, no nos importará si las relaciones se deterioran y se rompen.
El orgullo nos dice que no tenemos que humillarnos delante de nuestro hermano. Nos impacientan con él y nuestra relación se rompe al menos se mantiene tensa. El apóstol Pablo nos amonesta de la importancia de ser vestidos del vínculo de amor. Estos dos ingredientes:
-      El amor, y
-      la unidad.
Son indispensables.
El último sin el primero es apenas un frágil intento de convivir. El primero sin el último es un amor falso y egoísta. Sin la base del amor verdadero, no podemos esperar mantener una relación de unidad. El ruego de Pablo es que nos afanemos por vincular nuestra relación unos con otros con el amor. Andemos dignos de la vocación con la cual hemos sido llamados.

6.      ENTRAÑABLE MISERICORDIA:

La determinación del origen del concepto de la misericordia en la Biblia resulta complicada por el hecho de que “misericordia”, “misericordioso” y “tener misericordia” son traducciones de varias raíces  hebreo y  griego diferentes que, en otros casos, se traducen por medio de otros sinónimos, tales como “bondad”, “gracia”, “favor” (y verbos relacionados). La ilustración de este concepto requeriría un conjunto de círculos lingüísticos parcialmente coincidentes.

A. En el Antiguo Testamento.
1.  h_: el origen etimológico de esta raíz es posiblemente “agudeza, vehemencia” (Snaith). Su núcleo semántico se expresa mejor por “devoción”. Se usa cerca de 250 veces, y rev. 1960 la traduce predominantemente como “misericordia”, pero a veces también como “benevolencia”, “merced”, “agradecimiento”, “bondad”, etc. (LXX Septuaginta (vs. gr. del AT), eleos; Lutero, Gnade). Su significado comprende “la solidaridad, la bondad, la gracia” (G. Lisowsky, Konkordanz, 1958). Denota devoción a un pacto y por ello, en relación con Dios, su amor a lo pactado (Salm. 89:28). Pero la fidelidad de Dios a una relación establecida con Israel o con un individuo, como manifestación de su gracia, y a pesar de la indignidad y la defección del hombre, fácilmente pasa a identificarse con su misericordia. “Esta negativa firme y persistente de Dios a desligarse del errático Israel es el significado esencial de la palabra hebreo que se traduce benevolencia” (Snaith).
2. hnan se traduce en Versión de Reina y Valera. 1960 principalmente como “tener misericordia”; “favor” (LXX Septuaginta (vs. gr. del AT.), mayormente jaris). “Es el misericordioso favor del superior al inferior, completamente inmerecido” (Snaith).
3. raµhpuede compartir un origen común con reh, que significa “matriz”, y en consecuencia denota la idea de “fraternal” o “maternal” (F. Brown, S. R. Driver y C. A. Briggs, Hebrew and English Lexicon of the Old Testament, 1906; compárese Is. 13:18; 49:15). Versión de Reina y Valera, rev. 1960 “tener misericordia” o “compasión”, y, al menos en una ocasión (Sal. 18.1), “amor”. El plural rah‡méÆm se traduce “misericordias”, “piedades” (LXXLXX Septuaginta (vs. gr. del AT.) splanjna, oiktirmoi, eleos). Expresa el aspecto afectivo del amor: su compasión y piedad. “El Dios personal tiene corazón” (Barth).
B. En el Nuevo Testamento.
En el Nuevo Testamento los significados de h_ y hn se encuentran en buena medida combinados en jaris, “gracia”. La noción específica de misericordia—compasión hacia alguien con necesidad o con angustia, e impotente, o endeudado, y sin derecho a un tratamiento favorable—está dada por eleos, oiktirmos y splanjnon (y verbos relacionados). La gracia se ocupa del hombre, en su condición de culpable; la misericordia en su condición de desdichado (R. C. Trench, Synonyoms of the Nem Testament, página(s) 166ss).
Dios es “Padre de misericordias” (2 Cor. 1:3; Ex. 34:6; Neh. 9:17; Salm. 86:15; 103:8–14; Joel 2:13; Jon. 4:2). “Sus misericordias sobre todas sus obras” (Salm. 145:9), y gracias a su misericordia somos salvos (Ef. 2:4; Tit. 3:5). A menudo Jesús fue “movido a misericordia”, y nos dice: “Sed… misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso” (Lc. 6.36; Mt. 18.21ss). Los cristianos deben vestirse de “entrañable misericordia” (Col. 3:12). Los misericordiosos son bienaventurados y alcanzarán misericordia (Mt. 5:7; también Stg. 2:13, sobre lo cual véase R.V. G. Tasker, Tyndale New Testament Commentary (en castellano Comentarios Didaqué, de los que han aparecido ya varios tomos), ad loc.ad loc. ad locum (lat.), en el lugar.

Etimología: MISERICORDIA (NOMBRE Y VERBO, ALCANZAR, HACER, RECIBIR, TENER), MISERICORDIOSO (ADJETIVO Y VERBO, SER).

A. Nombres.
1. eleos = (ἔλεος, G1656), «es la manifestación externa de la compasión; da por sentado la necesidad en aquel que la recibe, y recursos adecuados para afrontar la necesidad de parte de aquel que la exhibe. Se usa:
(a) de Dios, que es rico en misericordia (Ef.2:4), y que ha provisto salvación para todos los hombres (Tit.3:5), para los judíos (Lc.1:72), y gentiles (Rom.15:9). Es misericordioso para con aquellos que le temen (Lc.1:50), porque ellos están rodeados de debilidades, y solo él puede socorrerlos. Por tanto, ellos deben orar confiadamente en pos de misericordia (Heb.4:16) y, si para sí mismos, es justo que también pidan misericordia unos para otros (Gál.6:16; 1 Tim.1:2). Cuando Dios traiga su salvación a su manifestación en la venida de Cristo, su pueblo obtendrá su misericordia (2 Tim.1:16; Jud.1:21);
(b) de hombres; por cuanto Dios es misericordioso con ellos, él quiere que ellos muestren asimismo misericordia unos a otros (Mt.9:13; 12:7; 23:23; Lc.10:37; Stg.2:13).
»Allí donde aparecen juntas las palabras misericordia y paz, se encuentran en este orden, excepto en Gál.6:16. La misericordia es el acto de Dios, la paz es la experiencia resultante en el corazón del hombre. La gracia describe la actitud de Dios hacia el transgresor y rebelde; la misericordia su actitud hacia los que se encuentran angustiados» (de Notes on Galatians, por Hogg y Vine, pp. 340, 341) .

Véase Parte III:





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